lunes, 23 de agosto de 2010

Polémica, un túnel en el tiempo que ha de llegar a su destino














Cualquier parecido con el pez globo es mera coincidencia


La polémica enfrenta como espectáculo, dos testas; pero, tras bambalinas, están los conjuntos hacia los cuales va dirigido el alegato controversial. Menudean las vivas y mueras según sea el UNGIDO de sus preferencias. Las barras bravas, ancestrales como el tiempo mismo, disfrutan el espectáculo y lo alimentan con adhesiones. La sangre debe verterse para que las barras, delirantes y fervientes, sacien su anhelo de morbo. Los protagonistas en la arena, victimas de su individualismo inflan su Yo-Yo y continúan siendo víctimas, a pesar suyo, del coro unánime de las barras para que el espectáculo prosiga. Más como todo rebaño sigue la pauta del líder. El verdadero objetivo de la polémica es disolver los vínculos entre la testa y la manada. José Carlos Mariátegui tuvo muy clara la relación entre el líder y la masa. Sus esfuerzos polémicos estaban dirigidos a contrastar las ideas del adversario ocasional. Nunca tiene como blanco de sus críticas el sujeto concreto. Haya de la Torre y sus seguidores, en cambio, dirigen sus baterías contra Mariátegui, el personaje real y concreto. En 1975, Jorge Basadre recuerda que en 1928, “a Víctor Raúl se le fue la pluma, como le ha ocurrido más de un vez, y aludió en algunos pasajes a «delirios de enfermo» y «sueños de lisiado».”[1] El demonio del caudillismo y del personalismo empuja a percibir el debate como una competencia entre cabezas por el dominio y sometimiento del rebaño. Muy distinta es la actitud de Marx o Mariátegui que “confiaban tan sólo en el desarrollo intelectual de la clase obrera, que debía resultar inevitablemente de la acción conjunta y de la discusión.”[2]

Un intelectual cuando polemiza se aleja de la rutina de enlazar tendencias en la economía o la sociedad. En ese instante tiene que apelar a la imaginación, la emoción y la razón: al verbo que impresiona y/o quiebra la resistencia del auditorio. Posicionarse en la mente del auditorio cautivo, de los rivales o adversarios, es el verdadero objetivo de la polémica. Es el momento de la ortodoxia, del dogma como brújula en la travesía. El intelectual abandona la especulación y búsqueda de respuestas. Abandona la doctrina como objeto de estudio —“puntos de partida para la ulterior investigación”[3]— y pasa a su defensa en bloque con todo el ardor de la polémica. El marxismo de método de estudio se transforma en herramienta de lucha cuando se pasa a su defensa. Del mismo modo que cuando un trabajador combate por sus derechos pasa de la reflexión a la acción. Para el trabajador es el momento de la conversión de la fuerza de la palabra a la fuerza de los hechos, al ímpetu avasallador de la acción colectiva, al entendimiento dogmático de la herejía. Del mismo modo, el intelectual orgánico de la clase obrera pasa del uso de método marxista en la exploración de los problemas peruanos a la defensa del marxismo contra todos los intentos de corromperlo, de disolverlo en teorías antipartido.

En junio del 2007 se comienza a difundir en el ciberespacio una serie de ensayos que son objeto de replicas. Así se desata un verdadero vendaval de objeciones al trabajo teórico – práctico de Ramón García que lo enaltece y reafirma como el cerebro más destacado del socialismo peruano en la actualidad. Más éstos vientos trajeron cola. ¡Y qué cola! A finales del 2008 fuimos testigos de otro vendaval en la proa de la frágil embarcación socialista pero de adjetivos calificativos, por parte y parte.

El 2007, Ramón García, “zanja” las diferencias o mejor cree zanjarlas condenando al “adversario” (el leproso debe ser recluido o sacado fuera de circulación), fiel e inconmovible en su vieja manera de tratar las divergencias. Eduardo Ibarra tampoco queda atrás en esa idéntica, arcaica y errónea costumbre de etiquetar al adversario (embalarlo para despacharlo al ostracismo de la política).

Ramón García califica a Eduardo Ibarra de parásito, de vulgar carroñero o rémora. Pero, porqué Ramón García Rodríguez en El pedestal de cristal, piensa al parásito como sinónimo de rémora[4]. ¿Por qué trata el concepto de esa manera?, nos preguntábamos en aquél momento, si la sinonimia no es tan sinonimia. Para García rémora (como atributo de parásito) es todo aquello que no se acomoda al camino elegido por él. Pero, bien sabemos que rutas hay… tantas como cabezas pensantes existen, tantas como circunstancias y realidades geopolíticas existen, tantas como las experiencias las vayan encontrando. Por eso, la aceptación o el consenso en torno a una ruta no sólo dependen de la elección correcta sino, sobre todo, de saber contagiar al entorno acerca de su certeza. Así obedeciendo el mandato de sus camaradas se hace viable Mandar Obedeciendo. El tema, como observamos, tiene que ver con las dicotomías: subordinación y mando, seguidores y buscadores, plagiarios y aventureros[5]. Aventurero es un hombre inquieto que busca respuestas. Aventurero es el explorador de nuevos caminos. Los exploradores son los que abren camino para los que vienen atrás. Un dirigente por obligación de oficio tiene que ser un explorador. Y el arte del dirigente es lograr que “todos” hagan suya su hoja de ruta. Los jefes son reconocidos, voluntariamente como autoridad política, porque se distinguen del conjunto, precisamente, porque saben elegir o inventar un camino para los que vienen atrás. ¿Porque José Carlos Mariátegui se distingue entre todos los fundadores, colaboradores y rivales? No es acaso por la maestría en preparar, contagiar, animar, en saber elegir el momento y la ruta a seguir sin forzar la psicología y la voluntad de los hombres de su tiempo. Obedeciendo al mandato de su época los hombres combaten buscando los caminos para arribar al resultado esperado. Así, y sólo así, los mejores prevalecen porque saben ser efectivamente mejores. Y prevalecen porque logran obtener el consenso activo de los militantes y simpatizantes. No existe hegemonía sin consenso; y, consenso no significa unanimidad. Esa es la llave maestra del éxito de Marx, Lenin, Mariátegui.

En el debate del 2007-08 se destacaba que la polémica es mucho más que la respuesta o contra respuesta (meditada o atropellada) de los protagonistas de una controversia. La polémica, dentro de los fueros del socialismo, necesariamente responde a diferentes lecturas del marxismo y su experimentación político-organizativa. La conmoción y la expectativa generada por la confrontación entre los camaradas Ibarra y García, es recordada por éste último: “Después de un terremoto vienen las réplicas”[6]. Pero, la replica es un sismo que remese todos los endebles cimientos de una pequeñísima fracción del socialismo peruano. Se dice comúnmente que el pasado es historia porque forma parte los antecedentes. Pero los problemas (o contradicciones) cuando no son resueltos a cabalidad éstos renacen con mayor intensidad, como una pesadilla, cada cierto tiempo. Y, eso es precisamente lo que ocurrió en aquéllos días.

El movimiento de las estrellas, la vida de los pueblos y las diferencias entre los hombres no se estancan. Todo lo contrario, la vida continúa y las divergencias van perfilando grupos y tendencias. Unos meses atrás se realizó en la Universidad Mayor de San Marcos la presentación de un Libro de Eduardo Ibarra. Javier Artese asume la defensa de la “normalidad” del acto protocolar en los siguientes términos: "Esta fiesta, este proceso es para nosotros, no para ellos. / Si los senderistas quieren malograr, entorpecer, arruinar, echar a perder este proceso, bueno, ya saben qué es lo que tenemos que decirles": ¡Que no jodan los senderistas!, es el título de la hemorragia biliar. Ramón García Rodríguez observa que somos peruanos, adultos y activistas por el cambio social. Entonces, dice, ¿por qué algunos usan en el debate el vulgar estilo camorrero? John Ochoa, sensato como pocos, opina a su vez: “las nuevas generaciones tenemos el deber de estudiar mucho más y autoeducarnos. Aprender realmente de esa maravillosa autodidactía con la cual el Amauta nos indicara el camino. Sin renegar con ninguna de las experiencias pasadas. Más sí aprendiendo a sacar lecciones de los errores más gruesos en las que pudieron haber incurrido sus actores, ya sean de los alzados en armas como de los que adoptaron las vías solo electorales. Ya lo decía el comandante Fidel Castro, «Los únicos que nunca se equivocan son los que nunca han hecho nada». Queremos estar lo más lejos posible de aquellos”, remarca Ochoa. Pues sí, hay que estar lo más lejos posible de aquellos que hacen del enfrentamiento hombre contra hombre un hábito, de aquéllos que hacen de la diatriba y el escarnio la respuesta obligada al pensamiento diferente. Los hombres nuevos luchan contra esos malos hábitos. Los hombres nuevos ponen el acento en la lucha de ideas contra ideas. Para José Carlos Mariátegui el campo de batalla de la política es el cerebro. Antonio Melis capta esa singularidad de la teoría y praxis del Amauta: “No se trata de una genérica propensión hacia la tolerancia, puesto que el mismo autor expresa su distancia de esa posición, sino de una visión del desarrollo de las ideas como un campo de batalla. Para que pueda definirse una línea correcta, es necesario que se conozcan previamente los términos del debate.”[7] Pues sí. Hay que conocer los términos del debate. De Ramón García y Gustavo Pérez, los punching bag favoritos de Eduardo Ibarra, hemos publicado algunos de sus alegatos en estas páginas. De Eduardo Ibarra que escribe como habla -sus letanías, sus peroratas se miden por leguas-, presentamos su Radiografía de un confucionista para que el lector conozca los términos y estilos del debate.



22/Ago/2010

Edgar Bolaños Marín



[1] Ricardo Lunas Vegas, cita a J. Basadre en Mariátegui, Haya de la Torre y la verdad histórica, Retama editorial, 1978, Pág. 73

[2] Engels en el Manifiesto del Partido Comunista, Ediciones en Lenguas extranjeras, Pekín 1968. Versión electrónica

[3] De F. Engels a Sombart, carta del 11 de marzo de 1895

[4] “Como en la naturaleza, es el parásito, la rémora, el carroñero en la sociedad en general y en el Socialismo Peruano en particular. Parasita de la literatura ajena, frena la labor ajena, vive de desperdicios ajenos porque, como no tiene literatura propia, labor propia, no puede vivir de los suyos propios.” Ramón García Rodríguez, El Pedestal de cristal, 29.11.07

[5] “El Amauta pensaba que la palabra ‘aventurero’ tenía en el lenguaje usual una connotación negativa y hasta peyorativa que era menester rectificar. Para él, grandes figuras de la historia merecían ese calificativo.” Javier Mariátegui, Prologo a Invitación a la vida heroica, Antología, Lima – Perú, 1989

[6] Carta a Ana Rodríguez, de 22.12.08

[7] Antonio Melis, Pág. 23, Mariátegui Total, tomo I

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Radiografía de un confusionista

I

La acusación de ser el suscrito un socialista, en el sentido oportunista del término, y de haber estado involucrado en la defección de “los bolcheviques” en 1975, me colocó, como es obvio, en la ineludible necesidad de establecer la verdad relativa a ambas cuestiones. Por eso, el 11 del presente publiqué el artículo Nota sobre una verdad histórica, y, ahora, es decir, veinte días después, puedo decir que el silencio de mis calumniadores parece indicar que los argumentos presentados han sido convincentes, salvo que alguna antojadiza declaración posterior pretenda lo contrario. Discutía, pues, en mi artículo, con tales senderistas, pero, por la naturaleza de los hechos esclarecidos, ha salido Gustavo Pérez con un artículo en el que, en la misma forma deleznable de los aludidos, ha lanzado contra mi persona las más burdas calumnias, al mismo tiempo que ha tratado de justificar lo injustificable: la ya mencionada defección de “los bolcheviques”.

Analizaré, pues, su artículo, graciosamente titulado El “pez fuera del agua” muere por su boca (sic), pero, antes, recapitularé algunos hechos que marcan los últimos años de su derrotero político, de manera que los lectores no informados o insuficientemente informados sepan quién es Pérez y qué papel cumple en su facción.

En mi artículo Radiografía de una Falsificación, 28.10.07, había quedado claro que tanto M. Aragón como Pérez mismo mutilan a Engels a efecto de sustentar el nombre de socialista para el Partido. Pero en su artículo Falsificación de una radiografía o la “solidaridad” infraterna, 01.11.07, Pérez escribió que “ni el suscrito ni Aragón, citamos mutiladamente a Engels”. Por eso, en el artículo Respuesta a Gustavo Pérez, 21.11.07, hube de dejar verificada la mencionada mutilación.

En el artículo Puntos sobre algunas íes, 24.02.08, aludí críticamente la deplorable inconducta de Aragón en la revista Alma Matinal, cumpliendo así la responsabilidad de criticar un hecho absolutamente inadmisible en el Socialismo Peruano, pues no es posible que alguien cometa un acto reñido con la ética marxista, y, encima, pretenda no ser criticado. Pero en una carta del 04.03.09, Pérez intentó encubrir la inmoralidad de su correligionario. Por eso, el 17.03. del mismo año, César Risso hubo de dar prueba testimonial de la deplorable inconducta de Aragón.

En el artículo Aragón o el cinismo, 12.02.09, refuté las burdas calumnias de Aragón contra Santiago Ibarra y el suscrito, puse al descubierto sus criollas maniobras, critiqué su temeraria afirmación acerca de una supuesta “bancarrota de la Internacional Comunista” y desenmascaré su mistificación del marxismo al contaminarlo con una fuerte dosis de materialismo mecanicista. Pero, en aquella misma carta del 04.03.09, Pérez silenció todas las calumnias, todas maniobras y todos los desaguisados de su amigo. Por eso, en el artículo Pérez o la artería, 02.04.09, hube de señalar este silenciamiento.

En el artículo Acerca de la propuesta de un partido minga, 01.02.10, quedaron reveladas, una vez más, la tergiversación que hace Ramón García de la verdad del PSP y la negación que comete del ¿Qué hacer? de Lenin. Pero en el artículo Lenin, Mariátegui y el partido de masas, 28.03.10, Pérez trató de encubrir ambos despropósitos, aunque, torpe como es, más bien terminó revelándolos más crudamente. Por eso, en Un artículo revelador, 12.04.10, hube de subrayar puntualmente este hecho.

Como se ve, o, mejor dicho, como lo puede ver cualquier persona que quiera ver, Pérez cumple en su facción el indigno papel de encubrir mutilaciones, tergiversaciones, maniobras, calumnias, inmoralidades y oportunismos, que él, por supuesto, comparte servilmente.

II

Pues bien, siguiendo su camino, ahora Pérez pretende una vez más confundir a los activistas del movimiento urdiendo algunas patrañas, lo que, como siempre, hace sin ningún escrúpulo. Examinemos, pues, esta cuestión.

En el movimiento, es ampliamente conocida mi posición y la de mi tendencia sobre el nombre del Partido de Mariátegui, pero, por si acaso, reseñaré algunas citas al respecto.

“En el Perú de las primeras décadas del siglo pasado, el término socialista aparecía apropiado para darle nombre al Partido, no por razones de principio sino por razones político contingentes. ¿Cuáles fueron estas razones? Tres muy concretas: 1) la incipiente conciencia política de la clase obrera (con esto tiene que ver esta declaración de Mariátegui de 1927: “Extraviarse en estériles debates principistas, en un proletariado donde tan débil arraigo tienen todavía los principios, no serviría sino para desorganizar a los obreros cuando de lo que se trata es, justamente, de organizarlos”; 2) Mariátegui pensaba en un partido legal (en octubre de 1928 escribió: “La libertad del Partido para actuar pública y legalmente, al amparo de la Constitución y de las garantías que ésta acuerda a sus ciudadanos, para crear y difundir sin restricciones su prensa, para realizar sus congresos y debates, es un derecho reivindicado por el acto mismo de fundación pública de esta agrupación”); 3) el socialismo apenas empezaba aquí su proceso histórico y, por tanto, conservaba su antigua grandeza. (El nombre del partido, 06.04.07).

“Mariátegui tuvo una posición definida ante la escisión del movimiento proletario europeo. En el campo del socialismo, es decir, del movimiento socialista en general, se había producido una división entre reformistas y revolucionarios, conservando los primeros el nombre de socialistas y adoptando los segundos el de comunistas. Esta división, como no pudo ser de otro modo, tuvo una justificada repercusión mundial. Por eso el maestro señaló que aquí, en el Perú, “como en Europa, los proletarios tenían que dividirse en colaboracionistas y anti-colaboracionistas, en reformistas y maximalistas”, es decir, en socialistas y comunistas. Pero, realista como era, consideró que, por razones muy concretas, el partido del proletariado peruano podía denominarse Socialista. Es claro, por tanto, que esta denominación equivalía a la de Comunista” (Una vez más sobre el nombre del partido, 30.05.08)

“Dadas las condiciones concretas del Perú del decenio de 1920, el Partido podía y debía llamarse Socialista. Podía, porque aquí no se había producido aún la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo y, por tanto, esta palabra conservaba su grandeza, es decir, su núcleo de significación. Y debía, porque esta palabra facilitaba el proyecto de la fundación legal del Partido” (Apuntes sobre el socialismo peruano, nota 7, 10.05.08).

Huelga subrayar que estas citas, entre otras que pueden traerse, demuestran de un modo irrefutable que el suscrito y su tendencia reconocen la corrección del nombre dado por Mariátegui a su Partido.

Pero, confusionista como es, Pérez ha tratado de engañar a los activistas del movimiento: “No es pues por ingenuidad o error que la tendencia ‘Ibarrista’ reniegue del nombre original de Socialista dado por Mariátegui a su Partido”.

En el movimiento, es ampliamente conocida mi adhesión y la de mi tendencia al socialismo proletario, así como mi deslinde y la de mi tendencia con el socialismo oportunista, pero, por si acaso, reseñaré algunas citas al respecto.

“En un comentario sobre cierta opinión vertida por el médico español Gregorio Marañón, Mariátegui sostuvo: “En el hombre de ciencia y de cátedra, de espíritu liberal y humanista, que concede sin reservas al partido socialista de su patria, con un certificado de salud, un testimonio de simpatía y confianza, y que predica como un ideal de su tiempo la eugenesia, la palabra comunismo puede suscitar supersticiosas aprensiones, aunque la práctica del único Estado comunista del mundo - la URSS- le enseñe que no existe entre los dos términos más conflicto que el originado por el cisma entre reformistas y revolucionarios, y por la necesidad práctica eventual de distinguir estos dos campos con dos rótulos diversos” (t.18, pp.165-166). Esto escribió Mariátegui un año y tres meses después de haber fundado el Partido Socialista y, como se ve, sigue la lógica de aquella otra afirmación suya en Aniversario y balance, transcrita en el primer párrafo del presente artículo, aunque ahora -es necesario subrayarlo- el término reivindicado es el de comunismo, lo que debe hacer pensar a más de uno” (El nombre del partido).

“La necesidad, pues, de distinguir entre reformistas y revolucionarios, determinó que el rótulo de socialismo terminara designando a los primeros y el rótulo de comunismo a los segundos. Pero ¿por qué fue así precisamente, y no al revés? Porque el rótulo de comunismo designa el Programa Máximo del proletariado revolucionario y, en consecuencia, es algo más que un rótulo: es el nombre científicamente exacto del Partido, o sea, el nombre que designa con toda exactitud la meta de realizar el gran lema “de cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades”. La burguesía -pequeña, mediana o grande- puede aceptar y acepta de hecho, en las condiciones del régimen capitalista, la propiedad social bajo la forma de comunidad campesina, cooperativa y empresa estatal, pero de ninguna manera la propiedad común de los medios de producción, y, por esto, algunas tendencias del reformismo se bautizan socialistas, pero no comunistas. Y por eso hay socialismo burgués, pero no comunismo burgués” (ibidem).

“Ocurre que, en el marco de esta necesidad contingente de distinguir a reformistas y revolucionarios con los rótulos de socialistas y comunistas respectivamente, García ha promovido precisamente el rótulo que designa a los reformistas. Pero se entiende que así haya procedido, pues, contrariando a Mariátegui, considera que el nombre de Partido Socialista es una cuestión que se deriva no de una situación concreta particular, sino del problema de nuestra época, consideración con la que, además, contraría también, al mismo tiempo, a Engels y a Lenin” (ibidem).

“García declara: “Para el m.c.n. también ha llegado la hora de quitarse la camisa sucia. Ha llegado la hora de ponerse ropa limpia. Ha llegado la hora de fijar la posición del proletariado respecto al Estado”. Debemos ponernos ropa limpia” (El partido de Mariátegui). ¿Y qué ropa propone? Pues la ropa del socialismo, lo que, evidentemente, equivale a proponer sacarnos la ropa sucia del comunismo para ponernos la ropa más sucia todavía del socialismo. Y, sin embargo, un sector del movimiento comunista nacional se ha puesto esta camisa particularmente sucia” (ibidem).

“Pues bien, cualquier marxista que haya asimilado el marxismo “en su esencia misma como teoría del desarrollo de la humanidad”, tiene que saber: 1) que la necesidad de demarcación política respecto al oportunismo socialista que pulula en el mundo globalizado de hoy, es una necesidad completamente vigente; 2) que la camisa del socialismo está sucia y que, por lo tanto, ponérsela hoy en día como distintivo de la identidad ideológica del proletariado revolucionario es facilitar el engaño de las masas; 3) que no tener en cuenta estas dos cuestiones equivale a no tener en cuenta la realidad objetiva, y no tener en cuenta la realidad objetiva es caer en subjetivismo” (ibidem).

“Como puede constatarse, en la literatura mariateguiana el término socialismo aparece con distintos significados según el contexto verbal y el contexto de situación en que es utilizado, así como, referido al partido, aparece con un significado invariable. Pongamos, pues, algunos ejemplos que confirman este aserto” (Apuntes sobre el socialismo peruano).

“En la conferencia La crisis mundial y el proletariado peruano, Mariátegui señaló que “una parte del socialismo se ha afirmado en su orientación social-democrática, colaboracionista; la otra parte ha seguido una orientación anti-colaboracionista, revolucionaria. Y esta parte del socialismo es la que, para diferenciarse netamente de la primera, ha adoptado el nombre de comunismo”. Evidentemente, en esta afirmación el término socialismo aparece, en primera instancia, en su significado más amplio, más elástico, más dilatado, es decir, designando tanto al bando reformista como al bando revolucionario del proletariado, pero después, en el marco de la diferencia entre el marxismo y el oportunismo, aparece implícitamente designando al segundo” (ibidem).

“En el editorial Aniversario y balance, Mariátegui señaló que “En Europa, la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico, la vieja y grande palabra conserva intacta su grandeza. La guardará también en la historia, mañana, cuando las necesidades contingentes y convencionales de demarcación que hoy distinguen prácticas y métodos, hayan desaparecido”. Evidentemente, en esta afirmación el término socialismo aparece explícitamente como sinónimo de reformismo, pero, referido al contexto de aquellos países donde la degeneración del socialismo no se había producido todavía, aparece conservando intacta su grandeza, es decir, conservando inmaculado su núcleo de significación, o sea, como intercambiable con el término comunismo” (ibidem).

“En la medida en que en el Perú de los años 1920 no se había producido la degeneración del socialismo porque éste recién empezaba aquí su proceso histórico y por cuanto el proyecto de Mariátegui comprendía la fundación legal del partido, en el Acta de Constitución del PSP aparece esta expresiva puntualización: “DE ACUERDO A LAS CONDICIONES CONCRETAS ACTUALES DEL PERÚ, el Comité concurrirá a la constitución de un Partido Socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas” (ibidem).

“Obsérvese que las importantes y decisivas afirmaciones de Engels (“Para Marx y para mí, por tanto, era sencillamente imposible emplear, para denominar nuestro punto de vista especial, una expresión tan elástica”; “esta palabra [la palabra compuesta socialdemócrata, de la que es parte la palabra socialista]… sigue siendo inadecuada… para un partido cuyo programa económico NO ES UN SIMPLE PROGRAMA SOCIALISTA EN GENERAL, SINO UN PROGRAMA DIRECTAMENTE COMUNISTA”, son directamente escamoteadas por Aragón” (mayúsculas agregadas) (Una vez más sobre el nombre del partido, nota 6).

“EN EL PERÚ DE HOY Y EN EL MARCO DE LA NECESIDAD DE DIFERENCIAR NETAMENTE LOS CAMPOS CON EL OPORTUNISMO, Ramón García y sus repetidores utilizan el término socialismo en su significado más elástico, más dilatado, más general y, así, mezclan oportunismo con marxismo, revisionismo con marxismo, reformismo con revolucionarismo. Y, por cuanto el problema del nombre del Partido, tal como se presenta en la actualidad, está inscrito PRECISAMENTE DENTRO EL MARCO DE AQUELLA NECESIDAD DE NETA DIFERENCIACIÓN, PUEDE ENTENDERSE ENTONCES CUÁL ES EL SIGNIFICADO DE LA PROPUESTA DE UN PARTIDO SOCIALISTA” (ibidem).

“García utilizaba y utiliza los términos Socialismo y Socialismo Peruano en su significado más elástico, más general, más dilatado, tergiversando así a Mariátegui y, de este modo, no desagraviaba el nombre de Partido Socialista ni mucho menos, sino que reivindicaba la palabra socialista sólo para designar la amalgama de revolucionarios y reformistas, de marxistas y revisionistas en una sola organización partidaria. De manera que. al proponer un partido socialista, García no cometía un simple error, sino una verdadera desviación de la Creación Heroica de Mariátegui” (Acerca de la propuesta de un partido minga, 01.02.10.).

“García plantea ahora que “Se requiere de un nombre propio, siguiendo la pauta de Amauta”, y es claro que plantea esto, en primer lugar, en relación al nombre de socialista, que ha dejado atrás, y, en consecuencia, su homenaje a la tradición indígena aparece como contraria a la tradición hispánica, en la medida en que encierra la idea de que cualquier nombre castellano para el Partido no es propio, y, en segundo lugar, en relación a lo extranjero, y, por consiguiente, es claro que cae en la originalidad a ultranza. Ya hemos señalado que el título del Partido no es su forma y, por esto, plantear un nombre propio con el argumento con el que lo hace García, no pasa de ser una preocupación literaria y anárquica” (ibidem).

“De hecho, la afirmación de que “Se requiere de un nombre propio, siguiendo la pauta de Amauta”, encierra la idea de que Mariátegui se equivocó al denominar Socialista a su Partido, pues, al no seguir este nombre “la pauta de Amauta”, no habría sido un “nombre propio”. Dicho en otros términos, encierra la idea de que el maestro cometió un plagio” (ibidem, nota 15).

“Parece, pues, un contrasentido que al comunismo científico se le conozca también con el nombre de socialismo científico, y al término socialismo no se le reconozca como nombre científicamente exacto del partido proletario. Pero la cuestión se plantea en realidad de otro modo: por expresar la meta del proletariado revolucionario, el término comunismo es el nombre científicamente exacto de la teoría marxista” (El nombre del partido).

Huelga subrayar que estas citas, entre otras que pueden traerse, demuestran de un modo irrefutable: 1) que hay socialismo proletario y socialismo oportunista; 2) que defiendo las razones dadas por el propio Mariátegui para denominar Socialista a su Partido; 3) que rechazo la tergiversación de estas razones que hace la facción de Pérez; 4) que en el marco de sus núcleos de significación, las palabras socialismo y comunismo aparecen como intercambiables; 5) que, en su sentido más elástico, sin embargo, la palabra socialismo, en las actuales condiciones nacionales y mundiales, no sirve para marcar las diferencias de concepción y métodos entre marxismo y oportunismo, sino más bien para confundirlas; 6) que, precisamente, la facción de Pérez utiliza la palabra socialismo en este sentido dilatado, y, de este modo, designa un movimiento ideológica y políticamente variopinto; 7) que, por tanto, utiliza dicha palabra en un sentido contrario al que tiene en la literatura mariateguiana referida al Partido (PSP) y al movimiento (Socialismo Peruano); 8) que rechazo el golpe bajo contra Mariátegui que significa insinuar que el nombre de Partido Socialista no fue un “nombre propio”.

Pero, confusionista como es, Pérez ha tratado de engañar a los activistas del movimiento: “son éstos precisamente [los socialistas oportunistas] quienes han puesto sobre el tapete el nombre de Socialista y no Comunista que Mariátegui diese a su Partido y las reales razones que tuvo para ello”. [Los socialistas oportunistas] “retoman el nombre que precisamente J.C. Mariátegui diese al Partido, que él fundase el 07 de Octubre de 1928 (nombre original que ha sido reconocido históricamente en el movimiento socialista peruano, por ‘tiros y troyanos’), y se llaman así mismos (sic), socialistas, convictos y confesos, con el mismo orgullo que lo hiciera Mariátegui”.

En el movimiento, es ampliamente conocida mi posición y la de mi tendencia sobre el Partido Socialista del Perú, pero, por si acaso, reseñaré algunas citas al respecto.

“Mariátegui murió en abril de 1930, la reunión del Comité Central del 20 de mayo del mismo año cambió el nombre del partido y hasta su rumbo político y, poco después, la facción reformista de Castillo usufructuó el nombre de Partido Socialista” (El nombre del partido).

“Así pues, el Grupo Organizador del Partido no se resolvió en el Partido Socialista del Perú, sino en el Partido Comunista, que resultó siendo la negación del proyecto de Mariátegui en más de un punto. Entre el Grupo Organizador del Partido Socialista del Perú y el CC de la Reunión de Santa Eulalia no hubo más cordón umbilical que la presencia de los ex-miembros de la célula secreta de los siete, que, por lo demás, hacía tiempo que había dejado de funcionar como tal. Contrariamente al Grupo Organizador del PSP, la adhesión del PCP al marxismo-leninismo fue una adhesión dogmática, su adhesión a la Tercera Internacional fue una adhesión seguidista y su política concreta respondió a una concepción sectaria que terminó desconociendo en la teoría y en la práctica la composición social del Partido y destruyendo los frutos del trabajo de masas realizado por Mariátegui, es decir, liquidando el carácter de masas del Partido” (Mariátegui y el Partido Socialista del Perú).

“A pesar de la defección de la absoluta mayoría de los miembros del Grupo Organizador del PSP, sus fundamentos ideológicos, teóricos y políticos establecidos por Mariátegui siguieron existiendo como tendencia en el seno el Partido Comunista, no obstante la campaña desatada por Ravines contra el “mariateguismo”. Esto es un hecho histórico, y no reconocerlo haría de la lucha de la militancia por retomar el pensamiento de Mariátegui (y sus resultados en la década de 1960), algo demasiado místico. Por eso, sin extraviarnos en los rótulos, es razonable señalar que el Partido Comunista fue la continuación orgánica del Grupo Organizador del PSP, aunque en una versión distinta al proyecto mariateguiano. Por eso, la acción de la tendencia mariateguiana que actuó en el Partido Comunista, intermitentemente y con aciertos y errores, pero, en última instancia, defendiendo el pensamiento del maestro, constituye un hecho fundamental para la comprensión de la historia de la organización política del proletariado peruano” (ibidem).

“La realidad de las cosas ha demostrado que, en el plano teórico, la reconstitución partidaria ha significado, durante casi cuatro décadas, la lucha por esclarecer los caracteres del Partido Socialista del Perú, sencillamente porque de lo que se trataba y se trata todavía, es de reconstituir el Partido de Mariátegui, y no el que se derivó de la Reunión de Santa Eulalia del 20 de mayo de 1930” (Prólogo a Mariátegui y el Partido Socialista del Perú).

“Tal como señalamos en el estudio que da nombre al presente libro, Mariátegui construyó el Partido Socialista del Perú como un partido de masas y de ideas, marxista-leninista, adherido al internacionalismo proletario, con una justa concepción de la revolución y una correcta estrategia revolucionaria de masas, y lo concibió con una militancia pensante y operante y un estatus legal” (ibidem).

“En consecuencia, es claro que hay que retomar esta concepción mariateguiana del partido del proletariado peruano, pero teniendo en cuenta las condiciones de nuestro tiempo. La reconstitución debe, pues, concluir con la refundación del Partido de Mariátegui como partido de masas y de ideas, adherido a la teoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao y al internacionalismo proletario, con una justa concepción de la revolución, una correcta estrategia revolucionaria de masas, una militancia pensante y operante y, dada la legalidad vigente, con un estatus legal” (ibidem).

“El trabajo de investigación de los orígenes de la organización del proletariado ha conducido a la verdad de que la base de unidad del PSP fue el marxismo-leninismo. Pero García y sus repetidores se empeñan en negar esta base de unidad y, como si esto fuera poco, niegan también la filiación marxista-leninista de Mariátegui” (Acerca de la propuesta de un partido minga).

“El trabajo de investigación de los orígenes de la organización del proletariado ha conducido a la verdad de que Mariátegui tuvo una posición anti-revisionista consecuente, y que, por esto, no construyó el Partido con marxistas y revisionistas. Pero García y sus repetidores silencian el revisionismo y, así, su proyecto de partido (con el nombre de socialista hasta ayer, con el de minga hoy) es una amalgama de marxistas y revisionistas” (ibidem).

“El trabajo de investigación de los orígenes de la organización del proletariado ha conducido a la verdad de que Mariátegui planteó claramente que “la praxis marxista… propone… la conquista del poder político como base de la socialización de la riqueza”. Pero García y sus repetidores niegan este principio planteando construir “los gérmenes del socialismo” en las condiciones de la sociedad capitalista” (ibidem).

“El trabajo de investigación de los orígenes de la organización del proletariado ha conducido a la verdad de que el PSP fue un partido doctrinariamente homogéneo. Pero García y sus repetidores niegan esta verdad histórica procurando hacer pasar como de Mariátegui la concepción de Hugo Pesce de un partido de ‘dos niveles’” (ibidem).

“El concepto de Reconstitución es correcto en principio, y esto, como hemos sostenido arriba, es un mérito de Abimael Guzmán, que García se lo mezquina. El proletariado peruano tiene en el PSP el modelo de su partido, y su irrenunciable tarea histórica es reconstituir este partido de acuerdo a las condiciones actuales. El hecho de que el mismo Guzmán, promotor original de la Reconstitución, se desviara de su contenido, es un problema distinto, como también es un problema distinto que García, formalmente seguidor durante cuarenta años de la Reconstitución, igualmente se haya desviado de su contenido, ¡y hasta haya renunciado al concepto mismo! Por cuanto el propio proceso histórico de la revolución pugna por hacer realidad la Reconstitución del Partido de Mariátegui, las mencionadas defecciones no son nada para impedirla. El concepto de Reconstitución es completamente actual. La gran tarea histórica de Reconstituir el Partido de Mariátegui está vigente (ibidem).

“García, pues, ha renunciado a la Reconstitución, y esto tiene algo de sentido, pues su proyecto de partido de “dos niveles” es apenas un reciclaje del modelo de partido propuesto por Hugo Pesce en la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana realizada en Buenos Aires en junio de 1929, y, por tanto, nada tiene que ver con el PSP, modelo de partido proletario fundado por Mariátegui. Por tanto, al renunciar a la Reconstitución, García ha abandonado incluso formalmente la tarea de reconstituir el Partido de Mariátegui. Por eso ahora plantea “una organización de proyección nacional” con toda clase de oportunistas y toda clase de revisionistas. Tal vez su fracaso individual lo haya llevado a esto. Pero la Reconstitución es la Reconstitución del Partido Socialista del Perú de acuerdo a la realidad actual, o no es nada” (ibidem).

“Es sabido que el PCP (Unidad) ve con malos ojos a Stalin y es por completo contrario a Mao. Es sabido que, más allá de su retórica, el PCP (Patria Roja) no tiene una posición esclarecida ante la verdad universal. Es sabido que el PCP (Sendero Luminoso) tiene una posición delirantemente maoísta y que, además, incluye el llamado pensamiento Gonzalo como parte de la verdad universal. Es sabido que el Partido Socialista Peruano tiene una posición ambigua ante el leninismo y que no reconoce a Stalin ni a Mao. Y, en este mar de oportunismo y revisionismo, García y sus repetidores reducen la denominación de la teoría proletaria a la sola palabra marxismo, con lo que pretenden sentar una base para su integración con las mencionadas organizaciones (y algunas otras por el estilo). En esto consiste la dilución-integración de García, es decir que, su dilución, empieza por ser dilución de la teoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao en un marxismo a secas, y sólo después, y precisamente por ello, termina siendo dilución orgánica bajo la forma de integración de distintas tendencias oportunistas y revisionistas. Lenin planteó la dilución de la organización del partido y la integración de sus militantes al movimiento revolucionario de las masas en las condiciones de la sociedad socialista, mientras García plantea la dilución del partido y la integración de sus militantes a toda clase de oportunistas y revisionistas en las condiciones de la sociedad capitalista. Esta constatación prueba que la dilución de García no tiene nada que ver con la dilución de Lenin. De hecho, su propuesta de “una organización de proyección nacional” conculca la independencia de clase del proletariado, subasta su autonomía ideológica y orgánica, y, por esto, resulta siendo REVISIONISMO EN CUESTIONES DE ORGANIZACIÓN” (ibidem).

Huelga subrayar que estas citas, entre otras que pueden traerse, prueban de un modo irrefutable: 1) mi adhesión al modelo de partido legado por Mariátegui; 2) mi rechazo a la tergiversación de la verdad ideológica y organizativa del PSP que hace la facción de Pérez; 3) mi crítica al abandono de la reconstitución del Partido de Mariátegui y su reemplazo por la idea de integrar en un solo partido toda clase de oportunismo y revisionismo; 4) mi convicción de que la solución al problema de la organización política del proletariado peruano consiste en reconstituir el Partido de Mariátegui de acuerdo a las condiciones actuales.

Pero, confusionista como es, Pérez ha tratado de engañar a los activistas del movimiento: “No es pues por ingenuidad o error que la tendencia ‘Ibarrista reniegue del nombre original de Socialista dado por Mariátegui a su Partido, sino que ello implica tomar posición con el Partido distinto fundado a partir del 20 de Mayo de 1930, posición que precisamente comparte con los senderistas”.

En el movimiento, es ampliamente conocida mi posición sobre la verdad universal y su denominación, pero, por si acaso, reseñaré algunas citas al respecto.

“El pensamiento de Mao tiene valor universal y, por tanto, puede hablarse de maoísmo. Ahora bien, es de conocimiento general que el mundo ha experimentado grandes cambios, pero no ha cambiado la época y, así, el aporte de Mao al marxismo, con ser todo lo grande que es, no corresponde a una nueva época histórica y, por tanto, en rigor no es correcto hablar de maoísmo” (El pez fuera del agua, p.31).

“El término marxismo-leninismo está vigente, pero presenta la limitación de dejar por fuera a Engels, Stalin y Mao. El término marxismo-leninismo-maoísmo no es correcto, porque, a diferencia del marxismo y el leninismo, el pensamiento de Mao no representa una época en el desarrollo de la teoría proletaria. En cambio la denominación de esta teoría como la teoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao, expresa el desarrollo general del marxismo hasta hoy y, además, un justo reconocimiento a todos los representantes del proletariado internacional, sin subestimar o menospreciar a ninguno” (El pensamiento de Mao. Planteamiento de la cuestión, en El pez fuera del agua, pp.233-234).

“¿Cómo debe denominarse, entonces, la teoría del proletariado? Por su carácter, debe denominarse comunismo científico; por las épocas en su desarrollo, debe denominarse marxismo-leninismo; y, por la nomenclatura de sus representantes, debe denominarse teoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao (El pez fuera del agua, p.38).

“Parece, pues, un contrasentido que al comunismo científico se le conozca también con el nombre de socialismo científico, y al término socialismo no se le reconozca como nombre científicamente exacto del partido proletario. Pero la cuestión se plantea en realidad de otro modo: por expresar la meta del proletariado revolucionario, el término comunismo es el nombre científicamente exacto de la teoría marxista” (El nombre del partido).

“Como es de conocimiento general, en los años de la revolución cultural los comunistas chinos acuñaron el término ‘pensamiento Mao Tsetung’, lo cual es una falta gramatical, pues no aparece ahí la preposición de, que indique pertenencia (en este error hemos estado involucrados todos durante un tiempo). Pero ocurre que en vez de rectificarse, el senderismo ha persistido en esta falta al hablar de ‘pensamiento Gonzalo’. El término ‘pensamiento Gonzalo’ constituye, pues, una flagrante transgresión de la gramática castellana” (ibidem, p.46).

Huelga subrayar que estas citas, entre otras que pueden traerse, demuestran de un modo irrefutable: 1) que no asumo el término marxismo-leninismo-maoísmo; 2) que no asumo el término pensamiento Mao Tsetung; 3) que reconozco como correctas, en distintos sentidos y diversas medidas, las siguientes denominaciones de la teoría proletaria: a) marxismo-leninismo; b) teoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao; c) comunismo científico (o socialismo científico); 4) que, por expresar todo el desarrollo del marxismo hasta hoy y cumplir con la exigencia mariateguiana de expresar netamente nuestra identidad doctrinal a fin de marcar nuestras diferencias en concepción y métodos con el oportunismo, considero que la denominación de la teoría proletaria como la teoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin Mao, es la más apropiada en la actual situación política nacional y mundial.

Pero, confusionista como es, Pérez ha tratado de engañar a los activistas del movimiento: “mientras la tendencia liderada por Eduardo Ibarra formula el deslinde con el denominado ‘ultraizquierdismo gonzalista’ y su fundamento ‘marxista-leninista-maoísta’, desde las posiciones del ‘marxismo-leninismo-Pensamiento Mao Tse Tung’ (¡Vaya una sutil diferencia!)”.

III

Es así, pues, como Pérez falsifica, manipula, mistifica, miente, retuerce los hechos a fin de cumplir su proterva intención de engañar a los activistas del movimiento y, según parece, muy especialmente a los miembros del Movimiento José María Arguedas y del Movimiento Todas las Voces, toda vez que específicamente menciona a estas organizaciones en su artículo.

De esta forma, por completo ajena al marxismo y especialmente a la ética marxista, Pérez se ha revelado, ante el movimiento y el público en general, como un falsario recalcitrante, como un confusionista contumaz, como un desvergonzado impenitente.

Así, pues, su deshonestidad intelectual y su cinismo político aparecen tan evidentes, que cualquiera que asuma sus patrañas estaría descendiendo a su nivel.

IV

Pues bien. Veamos ahora en qué consiste la pretendida defensa de Pérez de “las tesis originales de Mariátegui”. En el artículo que examino, el pretendido defensor ha dejado escrito: “Es precisamente a éstos socialistas (sic) a quienes va dirigido el ‘deslinde de los senderistas, pues son éstos (sic) precisamente quienes han puesto sobre el tapete el nombre de Socialista y no Comunista que Mariátegui diese a su Partido, y las reales razones que tuvo para ello así como el carácter Socialista y no Nacional Democrática (solo antiimperialista y antifeudal), que éste (sic) diese a la Revolución Peruana, la propia característica del Partido, de las fuerzas integrantes del Frente Unido, y del nuevo semi-Estado con que se reemplazaría el Estado burgués”.

Pero ocurre que Pérez tergiversa sin ningún rubor no pocas de las “tesis originales de Mariátegui”. Recapitulemos, pues, algunas de estas tergiversaciones.

1. Mariátegui tituló a la organización política del proletariado Partido Socialista del Perú, porque entendió que, en las condiciones nacionales de su tiempo, el término Socialista equivalía al de Comunista. Pero, al negar las razones que tuvo Mariátegui para denominar Socialista a su Partido, Pérez niega, al mismo tiempo, toda sinonimia de este término con el término Comunista, y, así, repite la palabra Socialista, utilizada por Mariátegui, pero niega el concepto que ella encierra en la literatura del maestro referida al partido (PSP) y al movimiento (Socialismo Peruano). Esto constituye una flagrante negación de la tesis mariateguiana.

2. Mariátegui consideró que la revolución peruana es una revolución socialista con dos etapas. Por eso, defendiendo esta tesis, en el ensayo Mao y Mariátegui, 07.10.02, argumenté: “En su famoso editorial Aniversario y balance, setiembre 1928, Mariátegui sostuvo: “La revolución latino-americana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente, la revolución socialista. A esta palabra, agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: ‘anti-imperialista’, ‘agrarista’, ‘nacionalista-revolucionaria’. El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos” (t.13, pp.247-248). Y en los Principios programáticos del Partido Socialista, octubre del mismo año, dejó sentado: “Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución proletaria” (ibidem, p.162). ¿Contradicción? No, en modo alguno, pues, por un lado, el socialismo, efectivamente, supone, antecede, abarca la revolución democrática, y supone, antecede y abarca la revolución democrática, porque la dirección del proletariado en esta revolución es el factor que garantiza su transformación en revolución socialista proletaria. Por eso Mariátegui precisó: “Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa, que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir” (ibidem, pp.160-161). Por eso en el Informe sobre la actividad política de José Carlos Mariátegui, llevada por la delegación peruana al Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana, realizado en Montevideo en mayo de 1929, así como a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, realizada en Buenos Aires en junio del mismo año, Mariátegui escribió estas precisas palabras: “Prepara actualmente un libro sobre política e ideología peruana, que será la exposición de sus puntos de vista sobre la Revolución Socialista en el Perú” (t.13, p.15). Y esta definición de la revolución peruana es correcta, sencillamente porque “somos anti-imperialistas porque somos marxistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo” (ibidem, p.95). Pero es indudable que, al mismo tiempo, es necesario distinguir lógica e históricamente la revolución democrático burguesa de la revolución socialista proletaria en la medida en que una y otra son cualitativamente distintas. Pues bien, considerada en su conjunto, ¿cómo puede denominarse la revolución peruana? Cuando decimos “revolución de nueva democracia”, indicamos la primera etapa de dicha revolución y su perspectiva histórica. Y cuando decimos “revolución socialista”, indicamos su segunda etapa con prescindencia absoluta de la primera. Pero si dijéramos que la revolución peruana es una “revolución socialista con dos etapas”, estaríamos denominándola teniendo en cuenta precisamente su proceso general y, sin duda, sin menoscabo de la indiscutible diferencia lógica e histórica existente entre la revolución democrático burguesa y la revolución socialista proletaria, o, mejor dicho, sin menoscabo de la diferencia entre su etapa democrática y su etapa proletaria. En abono de esta denominación de la revolución peruana como “socialista con dos etapas”, concurre el hecho de que en determinadas condiciones históricas se entrelazan algunos elementos democráticos y socialistas, de manera tal que la revolución democrática realiza algunas tareas de la revolución socialista y la revolución socialista culmina algunas tareas de la revolución democrática, así como en el hecho de que todo este proceso está dirigido precisamente por el proletariado. Ya Mariátegui señalaba que, debido a la supervivencia de la comunidad campesina, la solución de nuestro problema agrario tiene una solución en gran parte socialista y que en nuestro país “es muy posible que el destino del socialismo… sea en parte el de realizar, según el ritmo histórico a que se acompase, ciertas tareas teóricamente capitalistas” (t.13, p.273. Elipsis nuestra). Y ya en junio-julio de 1905 Lenin había señalado que “en una situación histórica concreta se entrelazan los elementos del pasado y del porvenir, se confunden uno y otro camino. El trabajo asalariado y su lucha contra la propiedad privada existen también bajo la autocracia, nacen incluso en el régimen feudal. Pero esto no nos impide en lo más mínimo distinguir lógica e históricamente las grandes fases del desarrollo. Pues todos nosotros contraponemos la revolución burguesa y la socialista, todos nosotros insistimos incondicionalmente en la necesidad de establecer una distinción rigurosa entre las mismas, pero ¿se puede negar acaso que se entrelacen en la historia elementos aislados, particulares de una y otra revolución? ¿Acaso la época de las revoluciones democráticas en Europa no registra una serie de movimientos socialistas y de tentativas socialistas? ¿Y acaso la futura revolución socialista en Europa no tendrá todavía mucho que hacer para culminar lo que ha quedado sin terminar en el terreno de la democracia?” (Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática). Esto significa que la relación entre la revolución democrática y la revolución proletaria no se limita a una sucesión ininterrumpida, sino que, en determinadas circunstancias, incluye un verdadero entrelazamiento de elementos democráticos y socialistas particulares, dependiendo el grado y la forma de este entrelazamiento de la situación histórica general concretamente dada”.

Pero Pérez borra de un plumazo el entrelazamiento de las dos etapas de la revolución peruana: “el carácter Socialista y no Nacional Democrática (solo antiimperialista y antifeudal) que éste [Mariátegui] diese (sic) a la Revolución Peruana”. De este modo tergiversa la teoría mariateguiana acerca del carácter socialista con dos etapas de nuestra revolución.

3. En cuanto a “la propia característica del Partido”, todo marxista que conoce la verdad histórica del PSP, sabe que Mariátegui constituyó un partido de clase que debía asumir la forma de un partido de masas. De clase, porque estaba basado en el marxismo leninismo: “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú lo adopta como su método de lucha” (Principios programáticos del Partido Socialista del Perú). Que debía asumir la forma de un partido de masas, porque. 1) “La organización de los obreros y campesinos, con carácter netamente clasista, constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional”; 2) “el Comité concurrirá a la constitución de un partido socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas” (Acuerdos de la Reunión de Barranco, en Martínez de la Torre, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t.II, pp.397-398). Pero en su literatura partidaria, y aun indirectamente en un artículo sobre la revolución mexicana, Mariátegui puso el acento en el carácter de clase de su partido a fin de que su concepto de un partido de masas y de ideas no fuese confundido con un partido tipo socialdemócrata. Por eso en Antecedentes y desarrollo de la acción clasista recordó: “Mariátegui regresa en ese tiempo [en 1923] de Europa con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase”. Por eso en el numeral 3 de la moción aprobada por la Reunión de Barranco se lee: “La lucha política exige la creación de un partido de clase, en cuya formación y orientamiento [el Comité] se esforzará tenazmente por hacer prevalecer sus puntos de vista revolucionarios clasistas” (Martínez, ibidem, p.398). Por eso la moción aprobada por la Reunión del 4 de marzo señala: “El P.S. es un partido de clase” (ibidem, p.487). Por eso el 19 de marzo de 1930 mantuvo: “El socialismo no puede ser actuado sino por un partido de clase” (t.12, p.69) (Los subrayados son míos).

Pero, como es de conocimiento común, no hace mucho Pérez ha dicho que “Una lectura atenta de este numeral del Acta [del numeral 3 de la moción aprobada por la Reunión de Barranco], da cuenta de que en el se reconoce la necesidad de la creación de un Partido ‘de clase’, pero que, de ‘acuerdo con las condiciones concretas actuales del Perú’, concurrirá a la constitución de un Partido ‘basado en las masas obreras y campesinas organizadas’. Es decir que las condiciones concretas actuales del Perú requerían no de un Partido de clase sino de uno basado en las masas obreras y campesinas, lo que acredita que éstas condiciones concretas, a que hace referencia Mariátegui en este párrafo, no son justificatorias del nombre SOCIALISTA para el Partido sino simplemente de su composición social, lo que no se apreciaba correctamente por la cita mutilada o fragmentada del texto de Mariátegui” (Mariátegui, Lenin y el Partido de masas. El subrayado es mío). De este modo, con calumnia contra mi persona de por medio, falsifica la concepción mariateguiana del PSP.

V

Como se sabe, estas tergiversaciones “de las tesis originales” de Mariátegui no son las únicas ni son exclusivas de Pérez, pues su facción como tal facción ha falsificado a Mariátegui en varios respectos fundamentales, entre ellos el primero y el tercero tratados en el numeral anterior. Veamos, pues, ahora, algunas otras falsificaciones que comete la aludida facción.

1. Es conocida la torpe y feroz campaña que llevan a cabo desde hace varios años algunas personas contra la filiación marxista-leninista de Mariátegui. Con los argumentos más sesgados y más ridículos, tratan de presentar a Mariátegui como un marxista no leninista y como un socialista no comunista. Pero, como es de conocimiento general, Mariátegui: 1) estableció el marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP, con lo cual, además, definió su propia identidad doctrinal; 2) señaló, en el plano del núcleo de significación de los términos considerados, que “no existe entre los dos términos [entre los términos socialismo y comunismo] más conflicto que el originado por el cisma entre reformistas y revolucionarios, y por la necesidad práctica eventual de distinguir estos dos campos con dos rótulos diversos”, con lo que probó que, cuando tituló Socialista a su Partido, lo estaba definiendo Comunista, y, por tanto, cuando se definía socialista se estaba definiendo comunista. Estas constataciones dan al traste con la oportunista campaña que, expresiva y sintomáticamente, no ha encontrado, en la facción de Pérez, un solo contradictor más o menos consistente. Esto demuestra que no existe ahí una lucha ideológica activa, o, más bien, que todos comparten la mistificación de la personalidad doctrinal de Mariátegui. Pero, fuera de tal facción, la torpe campaña ha sido desbaratada en los artículos ¿Mariátegui contra Mariátegui?, Puntos sobre algunas íes, Mariátegui y el leninismo, Mariátegui y la base de unidad del partido y Apuntes sobre el socialismo peruano.

2. Ramón García dice que “El PSP tenía dos niveles: internamente funcionaba como ‘facción orgánica y doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula secreta de los 7’); externamente aspiraba a ser ‘el primer gran partido de masas e ideas de toda nuestra historia republicana” (Aniversario 80 (5), (22.09.07). Pero ocurre que esta es una afirmación sin fundamento, y, por esto, constituye una flagrante falsificación de la verdad histórica del PSP, al mismo tiempo que todo un trastrueque, pues pretende hacer pasar como de Mariátegui la concepción del Partido que Hugo Pesce y Julio Portocarrero levantaron en la Conferencia Comunista de Buenos Aires de 1929. Pero esta oportunista falsificación no ha sido ni denunciada ni criticada en la facción de Pérez, sencillamente porque ahí no existe ni la claridad de pensamiento ni la personalidad política necesarias para llevar adelante una lucha activa contra semejante tergiversación. En una carta a Luis Anamaría del 28.10.09, M. Aragón reveló que la facción de Pérez se aprestaba a formalizar “abiertamente la constitución del partido que ellos ya formaron el 6 de febrero [de 2009] en aplicación de la propuesta de Ramón [García] del partido de dos niveles : uno ‘secreto’, y otro ‘de masas y de ideas’”. No comentaré aquí una cuestión que el autor de la carta dice más adelante acerca de este “partido de dos niveles”, pues, por lo pronto, sólo es menester indicar que, por dicha carta, el movimiento ha quedado informado de que existe un “nivel secreto” que, por ser tal, dirige o pretende dirigir antidemocráticamente a un conjunto ideológicamente heterogéneo de incautos. Pero, como se sabe, la tergiversación de la verdad histórica del PSP ha sido desenmascarada en los artículos El partido de masas y de ideas de Mariátegui, Acerca de la propuesta de un partido minga y Un artículo revelador.

3. Utilizando la palabra socialismo en su sentido más dilatado, el socialismo oportunista incluye en su proyecto de partido (y en la concepción del movimiento), una variopinta gama de oportunismos y revisionismos. Por eso al rehabilitar a Arroyo Posadas (quien, como escribí en Apuntes sobre el socialismo peruano, “tuvo especial responsabilidad en la política derechista que durante décadas caracterizó la acción del Partido Comunista, y que, ‘a los 60 años’, es decir, en 1966, o sea, en el contexto de la polémica entre marxismo y revisionismo, hacía ya un tiempo que había tomado partido por el segundo”), García rehabilita de hecho al revisionismo criollo, o, más exactamente, al revisionismo criollo supuestamente mariateguiano, como por ejemplo el Jorge del Prado de 1943 que publicó el artículo Mariátegui, marxista-leninista, fundador del Partido Comunista Peruano, cuyo contenido, sobre poco más o menos, es el mismo que el contenido del artículo A propósito del artículo “El populismo en el Perú”, de V, Miroshevski, de Arroyo Posadas, oportunistamente elogiado en los artículos Moisés Arroyo Posadas, 1991, y Moisés Arroyo Posadas en el 89 aniversario de su nacimiento, 1995, ambos debidos a la pluma del rehabilitador. Es decir, en la persona de Arroyo Posadas, García rehabilita al revisionismo supuestamente mariateguiano. Pero además, al considerar como “socialista” al antimarxista Luis E. Valcárcel, García demuestra que su “movimiento socialista” es más bien uno que sería más exacto denominar novodemocrático, neodemocrático, de nueva democracia o democrático burgués de nuevo tipo, pues así se estaría designando el movimiento que representa lo que Mariátegui llamó la “etapa democrático-burguesa” de la revolución peruana, y, al mismo tiempo, se evitaría el confusionismo que ocasiona el uso elástico del término socialismo. Por otra parte, quede dicho que, con el nombre que sea, el proyecto de un partido que integre las diversas organizaciones oportunistas y revisionistas que activan en la escena nacional, ha sido ya fundadamente criticado en los artículos El partido de masas y de ideas de Mariátegui, Apuntes sobre el socialismo peruano y Acerca de la propuesta de un partido minga.

A esta mistificación de la identidad doctrinal de Mariátegui y a estas tergiversaciones de cuestiones fundamentales dirimentes de su pensamiento, la facción de Pérez, como se sabe, agrega otras relativas a las mismas cuestiones, y aún otras más referentes a la verdad universal. De hecho, la mistificación de Mariátegui y su obra que comete dicha facción constituye un intento de pasar gato por liebre, de utilizar tendenciosamente al maestro del proletariado peruano, de arrastrar al movimiento por un camino oportunista.

VI

Es de conocimiento general que Ramón García defeccionó ante la lucha interna en el Partido en 1975, y que con él defeccionaron también todos sus viejos seguidores. Pues ocurre que, en ese tiempo, García consideraba al PCP como el Partido de Mariátegui, sencillamente porque de otro modo no hubiera renunciado únicamente a su cargo ni hubiera solicitado una licencia por un año. Esto está claro para cualquier persona con dos adarmes de seso. Todavía muchos años después de su defección, García seguía pensando que el PCP era el partido que había fundado Mariátegui. Toda su literatura publicada sobre el tema en la revista Punto de Vista así lo prueba, y muy especialmente su serie El proceso de la nueva democracia, de la cual basta citar estas afirmaciones: [en la década del sesenta] “la segunda generación realiza dos importantes certámenes, la IV Conferencia, enero de 1964, y la V Conferencia, noviembre de 1965” (nº4, p.28). “En enero de 1969, la tercera generación política del proletariado peruano irrumpe en la escena realizando la VI Conferencia, certamen que actualmente signa todo el proceso de la nueva democracia, con el planteamiento de la Base de Unidad Partidaria y la Reconstitución” (ibidem, p.29). Estas afirmaciones fueron publicadas en marzo-abril de 1983, ocho años después de su defección. De nada le sirve haber sostenido que, “Es en la década del 70 que la tercera generación resuelve en teoría el problema de la BUP tomando el Camino de Mariátegui como su eje, y el problema de la Reconstitución tomando el Camino de Mariátegui como su base” (ibidem). También Abimael Guzmán sostuvo que “Retomar el Camino de Mariátegui es Reconstituir el Partido Comunista, su Partido; es trabajar por su construcción ideológico-política, desarrollando los fundamentos que le diera su fundador y es, simultáneamente, pugnar por su construcción organizativa reajustando lo orgánico a lo político” (Guerra popular en el Perú. El pensamiento Gonzalo, t.I, p.91). Como se ve, ambas afirmaciones, a pesar de que una apela al “Camino de Mariátegui”, y la otra a “los fundamentos que le diera Mariátegui” al Partido, no significaban ninguna distinción entre el PSP fundado el 7 de octubre de 1928 y el PCP fundado el 20 de mayo de 1930. La idea de que el PCP resultó siendo la negación del PSP, apenas se dibujó ya entrado el siglo XXI. Por tanto, en el momento en que García presentó su carta, por interpósita persona, a la S.G., en su conciencia existía la idea de que la estaba presentando a la S.G. del Partido de Mariátegui, y por esto renunció a su cargo pero no al partido mismo y solicitó una licencia de un año que, inútil decirlo, suponía su reincorporación. Sin embargo, ésta no se produjo, y, así, su licencia se convirtió de hecho en renuncia. De este modo defeccionó ante el Partido, e, incluso, ante sus propios seguidores. Esto está claro para cualquier persona con dos adarmes de seso. Pero, como sus seguidores también defeccionaron a lo largo de 1975, la mala conciencia no les permite asumir una actitud crítica ante García.

En la Presentación al libro El movimiento obrero de 1919, Mariátegui escribió: “Los juicios del autor sobre el confusionismo y desorientación de que fatalmente se resentía la acción obrera, en esa jornada y sus preliminares, me parecen demasiado sumarios. Martínez de la Torre no tiene a veces en cuenta el tono incipiente, balbuceante, instintivo de la acción clasista de 1919. Después de su victoriosa lucha por la jornada de ocho horas, es ésa la primera gran agitación del proletariado de Lima y el Callao, de carácter clasista. La dirección del movimiento no puede presentar la línea severamente sindical, revolucionaria, que Martínez de la Torre echa de menos en ella. Por su juventud, Martínez de la Torre no aporta un testimonio personal de la lucha del 19. Juzga los hechos a la distancia, sin relacionarlos suficientemente con el ambiente histórico dentro del cual se produjeron. Prefiero hallarlo intransigente, exigente, impetuoso, a hallarlo criollamente oportunista y equívoco”.

Precisamente, Pérez ha pretendido justificar la injustificable defección de García y sus viejos seguidores, ocurrida en 1975, con una idea que apenas se ha perfilado en esta primera década del siglo XXI, es decir, alrededor de treinta años después: “Preguntamos ¿Cuál Partido? ¿El fundado por Mariátegui el 07 de Octubre de 1928 o el constituido a partir del 20 de Mayo de 1930, a su muerte y con tesis fundamentales distintas a las defendidas por él? Resulta evidente que se trata de este último”.

Es así, pues, como Pérez aparece, ante el movimiento y el público en general, como criollamente oportunista y equívoco.

Como dice la Nota sobre una verdad histórica, “ningún argumento puede justificar semejante defección. Y como ya entonces García hizo un intento de levantar tienda aparte (cosa que no pudo consumar), es claro que su defección implicó una acción escisionista, lo que quedó probado también por los hechos posteriores: no se reincorporó al partido en febrero de 1976, como hubiera tenido que hacer, y, como es de conocimiento general, desde el exterior y hasta hoy, dirige por correspondencia su facción”. “La defección de García significa tres cosas: 1) que se engañó a sí mismo; 2) que engañó al partido; 3) que de hecho renunció al partido. Todo esto, al parecer, le pesa de algún modo en su conciencia, pues a lo largo de los años ha tratado varias veces de justificarse de forma indirecta, recurriendo a diversos argumentos y hasta a verdaderos juegos de palabras, pero, por supuesto, nada de esto le sirve. Por eso resultó gracioso que en el egocéntrico artículo Las cinco caídas de yo el supremo se pavoneara diciendo que lo habían expulsado del PCP-SL “con pelos y señales”, cuando la verdad monda y lironda es que cualquier expulsión formal que pudiera haber (y no hay prueba de que la haya), sale sobrando por cuanto ya con anterioridad había renunciado al partido”. “Así, pues, demostró no tener la fibra revolucionaria necesaria para defender sus posiciones ahí donde tenía que haberlas defendido. Y como sus viejos seguidores demostraron exactamente lo mismo al proceder de forma similar, entonces no puede dejarse de señalar que tanto el primero como los segundos le allanaron el camino a Abimael Guzmán, así sea porque de algún modo no hubieran compartido su posterior oportunismo de izquierda. Esta es la responsabilidad que tienen ante el partido, la clase, el pueblo, el Socialismo Peruano”. “En el ensayo Mariátegui y el Partido Socialista del Perú, el suscrito resaltó este hecho histórico: “13. En la Reunión del CC del 1 de marzo de 1930, Mariátegui renunció a la Secretaría General y propuso la elección de un nuevo Secretario. Pero no renunció al Partido, ni formalmente ni de hecho. Es decir, no le rehuyó a la lucha interna, no obstante que, ya entonces, sabía que la mayoría se orientaba por desechar el nombre de Socialista para el Partido, e, incluso, por la asunción de una política concreta distinta a la suya. Esto quiere decir que el maestro –maestro también en esto– asumió orgánicamente la defensa de sus posiciones”. “Pero, como se ha visto, este ejemplo de espíritu de partido, este ejemplo de fibra revolucionaria del maestro del proletariado peruano, no fue seguido por García y sus viejos partidarios”.

Como se ve, o, mejor dicho, como lo puede ver cualquier persona que quiera ver, Pérez cumple en su facción el indigno papel de encubrir no sólo mutilaciones, tergiversaciones, maniobras, calumnias, inmoralidades y oportunismos, sino también defecciones.

VII

Oscuros sentimientos y maligna intención han movido a Pérez a montar las patrañas que se han caído a pedazos con el presente artículo. Bajas pasiones y retorcidas ideas lo han llevado a la grotesca situación de mostrarse en toda su miseria ante el movimiento y el público en general. Ciertamente el odio altera los sentidos y, así por ejemplo, como epígrafe de su artículo, Pérez cita una frase de la Nota Bene que, no hace mucho, presidió la publicación de seis artículos del suscrito, y la hace aparecer firmada por Santiago Ibarra. Pero la verdad es que dicha Nota fue consensuada y está firmada por un Comité de cuatro compañeros, el Comité de Reconstitución José Carlos Mariátegui (B), y no personalmente por el que menciona Pérez. Es decir que ahí donde aparece el nombre de nuestro Comité, Pérez leyó Santiago Ibarra. Esto prueba el odio visceral que lo conduce a una creciente desconexión con la realidad cada vez que se trata de alguna cuestión que atañe a nuestras personas y, en general, a nuestra tendencia.

En ese estado de odio desaforado en que se encuentra, ya desde hace tiempo, Pérez ha revelado la intención de su artículo: aprovechar el momento de deslinde con el senderismo, a raíz de la publicitada bravata de esta tendencia en la Universidad Mayor de San Marcos, para, con la vil patraña de un supuesto llamado a un frente nuestro con ella, malquistar al movimiento con mi tendencia y mi persona en particular. Pues bien, el párrafo de la Nota Bene, en el que Pérez, con lupa pegada al ojo, intenta ver un tal llamado, reza así: “Pero, mientras así se desenmascaraba el revisionismo de Ramón García y sus repetidores, ¿qué hacían aquellos senderistas que se han desgañitado motejando falsamente al c. Eduardo Ibarra de “socialista”? Es claro que todo el “aporte” de estos senderistas a la lucha contra este rebrote del revisionismo criollo ha sido utilizar como insulto la palabra socialista. Es decir, no han aportado a esta lucha ni una sola idea, lo que es una demostración más de su impotencia teórica”. Esto quiere decir que el Comité de Reconstitución José Carlos Mariátegui (B) señaló: 1) que los senderistas habían acusado al suscrito de socialista oportunista; 2) que más bien el suscrito ha llevado una lucha resuelta contra el socialismo oportunista; 3) que en esta lucha los senderistas se han reducido a utilizar la palabra socialista como insulto, y que esta actitud adjetiva demuestra su impotencia teórica. En consecuencia, cualquier persona con un mínimo de inteligencia, puede que ver que, en el párrafo citado, lo que hay es la constatación objetiva de un dato de la realidad, y que, por esto, sólo a un obtuso, o a un falsario, puede ocurrírsele que alguien, sea el que fuere, puede pretender llamar a la impotencia teórica a un frente para luchar contra el rebrote del revisionismo criollo que representa la facción de Pérez. Mi tendencia se ha bastado a sí misma para desenmascarar este revisionismo, y para completar esta obra no necesita hacer ningún frente con elementos oportunistas incapaces de hilvanar dos ideas. Pero la mutilación que comete Pérez del párrafo de la Nota Bene, la manipulación que hace de lo poco que de él cita o refiere y la mala fe que lo anima, le ha permitido decir: “De allí que los llame, en la práctica, a hacer frente para luchar contra estos ‘socialistas’”.

Pues bien, desenmascarada la patraña, sólo me resta hacer una acotación. Pérez ha escrito que “Bajo el título de ‘Nota Bene’, Santiago Ibarra [ya sabemos que no ha sido este compañero] hace pública una nota realmente reveladora, que pese a su brevedad clarifica a quienes (sic) él y la tendencia que lidera su padre, Eduardo Ibarra, consideran enemigos, y a quienes (sic) consideran más próximos a ellos, dentro del movimiento socialista peruano”. Pero esta declaración es nada más que otra patraña con la que el citado pretende consumar su intención de aislar políticamente a mi tendencia. En el artículo Apuntes sobre el socialismo peruano, dejé escrito: “Si bien es cierto que tácticamente es posible actuar lado a lado con el oportunismo, no es posible confundirse con él en el marco de un mismo partido que pretende ser la vanguardia del proletariado, y que, por esto, se propone la toma del poder”. Por eso tengo que señalar puntualmente que el enemigo, o, mejor dicho, los enemigos, son otros: el imperialismo, la gran burguesía intermediaria, el gamonalismo, y que, no obstante que el revisionismo es enemigo del marxismo, mientras actúe en el seno del pueblo, y no en el de las clases explotadoras, aparece más bien como rival. Pero hay más. Como se ha visto unas pocas líneas arriba, Pérez ha escrito: “y a quienes consideran más próximos a ellos, dentro del movimiento socialista peruano” (subrayado mío). Pues bien, el suscrito y su tendencia tienen esclarecida su posición ante el senderismo, pero, por lo visto, Pérez, declarado antisenderista, considera, como se ve, que el senderismo está “dentro del movimiento socialista peruano”. Entonces, por tanto, en consecuencia, ergo, luego, ¡Pérez y su facción comparten una situación de frente unido con el senderismo!

VIII

El artículo de Pérez que comento fue publicado en un blog con una “nota breve” de Edgar Bolaños que transcribo:

“Tacna Comunitaria estuvo de visita en El Alto, ciudad de más de 1 millón de habitantes, situada al oeste de Bolivia a una altitud de 4.000 msnm en la meseta altiplánica y en el área metropolitana de La Paz, capital de Bolivia. En este conglomerado de inmigrantes del resto del país, en especial recién llegados de las áreas rurales y algunos miles de peruanos que buscan una oportunidad en "la urbe". Entre estos últimos, después de una intensa búsqueda, el lente fotográfico de nuestro reportero logró captar la renovada imagen del celebérrimo autor del libro El Pez fuera del Agua. Foto que damos difusión para el delirio de los miles de fans del ex – flaco. La imagen prueba, sin lugar a dudas, lo que ocurre cuando el Pez vive fuera del agua”.

“De otra parte, Gustavo Pérez Hinojosa, nos regala un enjundioso ensayo –muy polémico por cierto- que revela las verdaderas intenciones del Pez fuera del agua. Leer entrelíneas, atar cabos y descubrir las verdaderas intenciones es oficio que no encuentra obreros sin esfuerzo. Don Gustavo es uno de esos especimenes al que no se le puede vender pescado podrido”.

T. 09 julio 2010

EBM

La foto de la que habla el autor de la nota presenta a un hombre grotescamente gordo y en ropa de baño. De este modo ha tratado de ridiculizar al suscrito, pero, por supuesto, ante los ojos del movimiento, todo lo que ha logrado es poner al descubierto su bajeza, su impotencia, su espíritu mediocre.

Tan obtuso es, o tan falsario, que el artículo de Pérez, que documentadamente se ha revelado como un triste libelo, le parece “un enjundioso ensayo”. Tan odiador es, que también sus alterados sentidos le hacen asumir la patraña de un llamado a un frente con los senderistas. Tan confusionista es, que no llama la atención que elogie a otro confusionista: “Don Gustavo es uno de esos especimenes al que no se le pueden vender pescado podrido”.

Es así como, movido también por oscuros sentimientos y maligna intención, Bolaños ha descendido al nivel de Pérez, y, de esta forma, ha puesto en evidencia su verdadera fisonomía mental.

IX


Desde hace tiempo sé que El pez fuera del agua le causó una especial urticaria a los senderistas, pero sólo ahora he constatado que le ha causado lo mismo a los socialistas oportunistas. Si fuera mal pensado como éstos, diría que unos y otros han hecho un frente contra el libro, pues, como es notorio, se han dado la mano en la inútil pretensión de fulminarlo. Pero, por supuesto, no procederé como los oportunistas.

Casi no es necesario decir que El Pez fuera del agua es una crítica multilateral del senderismo, y marxistas peruanos y extranjeros más objetivos que aquellos que descargan alfilerazos contra su resonancia, han encontrado en sus páginas una crítica al senderismo bastante más seria que otras. Por lo demás, Pérez -para sólo hablar de su caso- ya no se acuerda que, en ocasión de la publicación del libro en Internet, en carta dirigida a Santiago Ibarra sostuvo que “el texto es completamente actual” y que “es necesario continuar en la búsqueda del editor”. Pero, ¿para qué extenderme? El Pez fuera del agua se defiende solo, pese a la limitación de no ser un libro orgánico.

X

Tanto el libelo de Pérez como la medianía de su presentador, dan cuenta no sólo de la descomposición ideológica de la facción a que ambos pertenecen, sino, al mismo tiempo, de su descomposición moral. A todos consta que, por una parte, los activistas de esta facción se llenan la boca de normas de conducta y hasta uno de ellos anda publicando recetas de moralina, mientras, por otra parte, y como es de conocimiento general, han recurrido y recurren a los más grotescos métodos criollos para imponer sus posiciones y, ante las fundadas críticas a estos métodos, pero también a su revisionismo y a su egocentrismo burgués, explotan en insultos, calumnias y bajezas. Pérez y Bolaños apenas son dos botones de muestra de esta doble moral.

Ciertamente cada persona, tendencia y grupo que forma el movimiento, tiene todo el derecho y, al mismo tiempo, todo el deber de tomar posición resuelta y definida: 1) ante las patrañas de Gustavo Pérez; 2) ante sus tergiversaciones de las tesis de Mariátegui; 3) ante la mistificación del pensamiento de Mariátegui que hace su facción; 4) ante el revisionismo envuelto en papel celofán que esta facción trata de vender; 5) ante su afán de integrar en una sola organización todo tipo de oportunismo y revisionismo; 6) ante sus métodos criollos; 7) ante su egocentrismo burgués.

Estas siete cuestiones son, obviamente, una negación flagrante de la Creación Heroica de Mariátegui, una negación flagrante del Socialismo Peruano, una negación flagrante del Camino de Mariátegui.

Pero, como es lógico, para esta toma de posición se requiere de una condición sine qua nom: SER ATEO, es decir, no creer en dioses ni en el cielo ni en la tierra. Por tanto, más temprano que tarde se sabrá quiénes son ateos en el movimiento y quiénes no, quiénes tienen la mente emancipada y quiénes no, quiénes son capaces de reconocer la verdad en los hechos y quiénes no.

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
31.07.10.
Eduardo Ibarra.