ADVERTENCIA
Este
Artículo fue escrito en Suramérica por un pequeño conjunto de activistas del
movimiento revolucionario pro comunistas. Fue después que llegase a nuestro
conocimiento el libro de Ajith “Contra el Avakianismo”, editado, posiblemente
en 2012, en idioma inglés; nuestra lectura fue en julio-agosto de 2025. El
artículo en sí contiene comentarios a lo que nosotros consideramos los
contenidos más importantes de este libro en cuanto a la urgencia de su
esclarecimiento y crítica.
Como
circunstancias condicionantes a la poca extensión de nuestros comentarios se debe
considerar que en nuestro medio no se conocen las posiciones de Avakian en
forma sistemática, pues es un estilo del grupo estadounidense usar una
farragosa y espesa verborrea “revolucionaria” para enmascarar sus posiciones
estratégicas, aunque no use el pomposo estilo de exégesis de citas de los
clásicos que usa, por ejemplo, el grupo Ese Ele, la prensa y publicaciones
estadounidenses suelen ser difíciles de descifrar
Ajith
tiene el gran mérito de haber trabajado muchos años reuniendo este espeso
material para detectar las ideas esenciales del PCR estadounidense. Sus
acertadas críticas y desmontajes de esta posición diversionista y
semitrotsquista son un gran aporte y así lo reconocemos, a la vez también
hacemos un deslinde con las ideas de Ajith en algunos asuntos abordados en el
libro que nos parecen equivocadas. El trabajo de Ajith nos ahorró bastante
tiempo de recolección de fuentes avakianas.
Otra
circunstancia que explica la corta extensión del artículo es la prioridad que
le damos a los asuntos relativos a dos temas básicos: en primer lugar, la
situación política mundial y las tesis equívocas sobre este asunto, tesis
principalmente de Avakian; y, en segundo lugar, los asuntos ideológicos
partidarios relativos a la línea, programa y organización partidarias.
La
edición en inglés lleva ya doce años, en este lapso han sucedido muchas
situaciones políticas en el mundo, situaciones que requieren un urgente
esclarecimiento por parte de las fuerzas comunistas y revolucionarias para
poder enfrentar los retos de dirección de las clases trabajadoras. Existe una
gran confusión dentro de las filas revolucionarias y dentro de las
potencialmente revolucionarias; el trotquismo avanza devorando la conciencia de
muchos jóvenes que ignoran la historia, como si esta tendencia fuera una
verdadera línea de dirección hacia el socialismo y no fuera más que un
movimiento provocador y atrasado que frustra repetidamente los movimientos
populares y ataca va los verdaderos intentos de energía revolucionaria y de
cambio en el mundo y en nuestro continente. Justamente uno de estas versiones
de trotquismo, según nuestro juicio, es el avakianismo.
I Situación
mundial
-Antecedentes
Base
ideológica para analizar situación mundial, según Ajith (Capítulo 5. Una
perversión del internacionalismo)
En
esta sección de su libro Ajith expone correctamente el marco o
consideración teórica previa al análisis de la situación mundial:
Las contradicciones de la situación mundial
“en su conjunto” son ciertamente internas a ella. Y sí, el mundo está ciertamente
compuesto de “partes del mundo” (diferentes países). Pero “el mundo en su
conjunto” es claramente diferente de “partes del mundo”. Podemos analizar y
hablar de las contradicciones que se ven en el mundo en su conjunto sólo a un
nivel claramente diferente del de los países, aunque éstos conforman el mundo,
están influenciados por la situación mundial y a su vez influyen en ella. Ni la
situación mundial es la suma total de las situaciones de los distintos países,
ni la situación de ningún país es un fragmento de la situación mundial.
Complementa con la versión que
él tiene de la contradicción fundamental de “la época burguesa”
Examinemos ahora el asunto de la contradicción
fundamental de la época burguesa. Esta contradicción, entre la producción
socializada y la apropiación privada, establece las bases, los parámetros
generales, de la situación mundial. Esto se ha hecho aún más explícito e
influyente en la época imperialista, particularmente bajo la globalización.
Durará toda esta época, hasta que se resuelva mediante la revolución socialista
mundial.
Comienza
aquí a aparecer una sinonimia indistinta entre época, era, etapa y periodo,
tratamiento confuso que existe dentro de diferentes posiciones partidarias;
partamos de una definición por nuestra parte: la era del capitalismo se divide
en dos épocas, la época del capitalismo de libre competencia y la época del
capitalismo de monopolios; los periodos o sub épocas son divisiones menores
dentro de las épocas y el concepto “etapa” más bien está más ligado al
desarrollo subjetivo y organizativo de movimientos sociales y revolucionarios.
Volveremos a las implicaciones de estas delimitaciones más adelante.
Continuando, la posición de Ajith sobre la relación entre la contradicción
fundamental y la contradicción principal está clara y adecuadamente abordada
con:
En cualquier período particular, una u otra
contradicción importante será la principal. Sin duda, todas estas
contradicciones, incluida la contradicción principal, están globalmente
determinadas e influenciadas por la contradicción fundamental. Pero en
cualquier período concreto la contradicción principal, y no la contradicción
fundamental como tal, determinará o influirá en la existencia y el desarrollo
de las demás contradicciones. Esto nos guía para sondear las formas específicas
en que la contradicción principal a nivel mundial influye en la situación
dentro de países específicos.
Esta
prevención de Ajith precede a la crítica que él hará más adelante a Avakian por
negar este la intermediación diferenciada y relativa de la contradicción
principal sobre las situaciones particulares de los países concretos. Se debe
resaltar la corrección de estas declaraciones en relación con la determinación
de la realidad de base nacional o local respecto a la expresión particular de
la contradicción principal.
Luego
este autor delinea las posiciones estratégicas de su análisis sobre la actual
situación mundial:
En el
mundo actual la contradicción entre el imperialismo y las naciones y pueblos
oprimidos es la principal. Pero, aunque la India, o un país ocupado como
Afganistán o Irak, son todos países oprimidos, la influencia que ejerce la
contradicción principal sobre la situación de cada país es claramente diferente.
Obviamente, esto está determinado por las particularidades
socio-políticas-culturales-económicas de estos países. Si no se captan estas
especificidades internas, las fuerzas Maoístas nunca tendrán éxito en sus
tareas. Y nunca las comprenderán si no logran entender que éstas emergen de las
particularidades internas de su país y están más determinadas por ellas
Aquí
se observa una concepción generalista de imperialismo, similar pero no idéntica
a la propuesta adelantada por Lenin para
la década del 20 en el mundo: el conjunto de países imperialistas contra el
conjunto de naciones y pueblos de países coloniales y semicoloniales; aunque
Lenin dijo el conjunto de países imperialistas, Ajith dice más bien “el
imperialismo” en general; esta es la concepción actual de la gran mayoría de
partidos que siguen esta línea; con esta tipificación estratégica de la
contradicción principal se aproximan, sin quererlo pensamos, a las concepciones
trotquistas que preconizan la contradicción entre el capitalismo y el proletariado
como la contradicción principal, conceptuando al capitalismo, o imperialismo,
en general, como un sistema monolítico. Ajith y su importante tendencia supone
un imperialismo genérico, con el detalle adicional, declarado por él, de que la
alianza interna de las facciones de este es más importante y fuerte que sus
disputas internas, como veremos que plantea más adelante.
Por
otro lado, las calificaciones de la contradicción principal cambiaron dentro
del movimiento comunista internacional. así hubo un periodo en que se postuló
que la contradicción principal era entre el conjunto de fuerzas democráticas y
socialistas contra la ofensiva del fascismo, en el periodo previo a y durante
la segunda guerra mundial, aunque eso no estuvo ni delimitado claramente por la
autoridad de un clásico (como fue con la postulación de Lenin al respecto) ni
fue un consenso unánime entre todos los partidos comunistas. Luego se planteó por parte del PCCh la
contradicción entre los pueblos de las zonas de África, Asia y Latinoamérica y
los imperialismos occidentales, pero fue en un breve periodo, desde 1950 hasta
1962; posteriormente se propuso por parte de este partido la contradicción
principal como entre los “pueblos del tercer mundo, incluido China, contra las
dos superpotencias imperialistas USA y URSS”, esta última propuesta se hizo
tardíamente, alrededor del año 1967.
Como
se ve, las propuestas del partido chino no eran generalistas, especificaban un
grupo de imperialismos o imperialismos específicos. Pero, luego de la aparición
del maoísmo internacional pro grupo de los cuatro en el mundo, se estandarizó
la idea vigente actual de un solo imperialismo con fracciones internas que
disputan influencias a la vez que se alían contra los pueblos para explotarlos
y reprimirlos. Es curioso que tanto el trotquismo internacional como también
algunos intelectuales posmodernos se aproximan a esta idea de un capitalismo
imperialista corporativo trasnacional.
Pero
entonces, ¿Cómo conceptuar la contradicción principal actual? La contradicción
principal es ahora entre Estados Unidos, junto con su frente aliado, contra los
pueblos y naciones de su campo de acción imperialista. Esta contradicción
principal se fue generando desde la hegemonía de USA a partir de la segunda
guerra mundial en amplias zonas de Asia y Medio Oriente, siendo ya desde las
décadas del 30 América Latina una segura zona de influencia norteamericana,
luego la contradicción entre el estado copado por el grupo revisionista en la
URSS agudizó la contradicción entre China socialista y los países menores de
Asia Central y Europa Oriental contra las acciones intervencionistas y
expoliadoras del estado soviético. Luego poco a poco se fue configurando esa
contradicción entre los pueblos del mundo, menos de los países, más de pueblos
y naciones, contra Estados Unidos y la URSS, potencias imperialistas. Sin
embargo, se debe aclarar que la parte de la contradicción contra USA fue más
importante, en los hechos reales: argumento indiscutible, que la contradicción
contra el estado revisionista para la mayoría de pueblos y naciones. Luego, en
la guerra fría y su desarrollo posterior, así como con la decadencia de la URSS
por sus problemas económicos internos desde 1973, se fue consolidando el
poderío norteamericano hasta configurar un imperio mundial con la caída de la
URSS en 1991. Paralelamente a esto, desde 1970 el estado norteamericano y
algunos de sus socios comenzaron a orquestar un desmontaje de las políticas
neokeynesianas y de las desarrollistas
dentro del neocolonialismo e implementaron el neoliberalismo y la globalización
como estrategias para lanzar una ofensiva capitalista buscando remontar baja de
ganancias y financiarizando más las economías con el fin de generar una mayor
hegemonía económica, a la vez que organizaban un caos controlado con
intervenciones militares y conspiraciones de diferentes modalidades, desde
religiosas hasta migratorias, desde culturalistas hasta terroristas. Fue así
que se configuró el actual estado de cosas.
Esta contradicción principal no significa que
sea la única, existen contradicciones secundarias muy importantes, como son las
contradicciones separadas entre la potencia USA, unida más o menos con su campo
aliado, Australia, Sur Corea, Japón, Europa, contra Rusia nacionalista y la
contradicción entre USA versus China, son de las secundarias más destacadas.
Asimismo existen contradicciones entre países capitalistas no occidentales
contra el campo occidental y algo menos contra las naciones China y Rusia, esta
contradicción secundaria ha ido surgiendo desde los años 70, Turquía, Irán,
India son los más importantes países que llevan adelante esa contradicción; en
cuanto a la contradicción burguesía versus proletariado, esta contradicción
está cobrando cada vez más fuerza, pero no se presenta nítidamente en todos los
países por la segmentación objetiva de la clase trabajadora.
En
cuanto a la perspectiva de Ajith respecto a que cada país tiene una realidad
histórica y de otros factores peculiar que determina cómo la contradicción
principal se expresa en cada uno estamos de acuerdo, pero si él piensa así,
entonces debería estar de acuerdo también con que en las sub épocas del 60 y 70, cuando estuvo
vigente la famosa fórmula “los pueblos del tercer mundo contra las superpotencias”,
cada pueblo asumía de esa contradicción lo que le tocaba por sus condiciones
específicas, si a China le tocaba la parte socialimperialista como más aguda, a
América Latina le tocaba la parte de la superpotencia USA como más aguda y lo
que era válido para China no necesariamente era válido en toda su extensión
para América Latina, en particular la táctica a seguir en cada realidad.
A continuación, Ajith explica, en crítica a
Avakian, cómo se da la relación entre el imperialismo como sistema económico y
los países oprimidos:
El proletariado en todos los países es
comúnmente explotado por el capital a través de la extracción de excedentes en
forma de plusvalía. La relación esencial es la que existe entre el capital y el
trabajo asalariado. Pero esto se realiza a través de relaciones claramente
diferentes en los países imperialistas y las naciones oprimidas. En los
primeros está abrumadoramente representado en su forma directa. En el segundo,
la mayoría de las veces, está mediado por el capitalismo burocrático. Esta
forma de capitalismo es fomentada por el imperialismo en los países oprimidos.
Está al servicio tanto del imperialismo como del feudalismo. Así pues, la
especificidad de la relación de explotación a la que se enfrenta el
proletariado en estos países le plantea inmediatamente un conjunto de tareas,
diferentes de las que afronta esta clase en los países imperialistas. Debe
luchar contra el imperialismo, el capitalismo burocrático y el feudalismo.
Aparece
un concepto fetiche de esta posición, el capitalismo burocrático, concepto que
como muchos otros nació en un contexto específico, válido y correcto para su
lugar, sus características y su tiempo; en China semicolonial, el capital
burocrático era un capitalismo intermediario, conformado por cuatro grandes
familias que a su vez militaban en el Kuo Ming Tang, compartían así el poder
político y una parte de poder económico.
Dada
la gran variedad de países semicoloniales, el rasgo común que define al
capitalismo dependiente existente en estos es el de capitalismo intermediario,
siendo la predominancia de burguesías compradoras o de burguesías burocráticas
u oligárquicas solo condiciones históricamente determinadas según las distintas
realidades; es decir, son variedades que coexisten o no con otros sectores de
burguesías intermediarias, pero que tienen en común la defensa de los intereses
de los distintos sectores imperialistas que representan.
Pero
la función del concepto para esta tendencia no es solo objetivizar el análisis
de clase, con su fidelidad al concepto de tradición china, esta tendencia
inculca simbolismo y solidaridad, imprime una señal de identificación entre sus
miembros y simpatizantes; sin embargo los conceptos, como toda superestructura,
sobre todo cuando son históricos, pueden ser trascendidos por el desarrollo
objetivo: la dinámica del neocolonialismo primero y del neoliberalismo y la
globalización después obligan a superar el concepto “capitalismo burocrático”
para los países semicoloniales y considerar en cambio “capitalismo
intermediario”.
Por
otro lado, en algunos países el imperialismo norteamericano impulsó una vía
terrateniente para la evolución -intermediaria- de algunas zonas de feudalismo
o semifeudalismo, Esta es una realidad que no hay que desdeñar, como lo
demuestran las realidades de Brasil, Perú y Argentina, donde hay nuevos
latifundios con relaciones sociales capitalistas, con rezagos serviles sin
embargo; estos latifundios exportadores están al servicio del mercado
extranjero y sus propietarios forman parte de la burguesía intermediaria
proimperialista, pero ya no son terratenientes feudales.
En
concreto, el análisis de Ajith es correcto en gran parte, pero necesita
actualizarse respecto a la situación del capitalismo en los países dependientes,
semicoloniales y coloniales.
Antecedentes
históricos (Capítulo 9. Destripando la economía política marxista)
Prosiguiendo
con su polémica contra Avakian, Ajith explica otra tesis necesaria para su
línea estratégica: el origen de la crisis permanente del imperialismo genérico,
dice así:
Desde el período del Comintern, la teoría de
la Crisis General (CG) ha dominado las opiniones del MCI sobre la dinámica del
imperialismo y sus crisis. La breve explicación de Stalin en su informe al 16°
Congreso del PCUS (B), comienza por llamar correctamente la atención sobre la
sobreproducción. Pero la trata desde un enfoque “subconsumista”. Lo más
importante es que la comprensión de la teoría de la Crisis General de un
irrevocable y constante declive del crecimiento económico imperialista se ha
visto alterada por sus rachas de crecimiento. La caracterización de Lenin de la
naturaleza moribunda del imperialismo no descartó su dinamismo y potencial de
crecimiento. A pesar de estas fallas básicas, hay ciertos aspectos de la teoría
del CG que deben ser sintetizados. El más notable de ellos es su visión sobre
el cambio de las crisis cíclicas que se producen durante el período competitivo
(esto también fue señalado por Lenin) a una situación en la que las crisis son
más prolongadas. La teoría de la CG trató de incorporar el impacto de la
revolución de octubre en el análisis de la crisis imperialista. Esta fue otra
característica positiva. Pero la cuestión se redujo mecánicamente a una de
contracción del mercado capitalista debido al surgimiento del socialismo en una
gran parte del mundo.
En
esta extensa declaración se dice que en la era del imperialismo las crisis ya
no son cíclicas, sino prolongadas, que tales periodos de crisis prolongadas se
ven interrumpidos por breves periodos de crecimiento, se dice, además, que
existe una naturaleza dual entre la tendencia moribunda del imperialismo (como
capitalismo monopolista) y sus episodios de crecimiento, dualismo evidenciado
por Lenin. Pero se señala que la posterior elaboración de Stalin de la crisis
general del imperialismo como producto del subconsumo no es adecuada, así como
tampoco lo fue atribuir la contracción del mercado capitalista solo a la
creación del campo socialista.
Más
adelante Ajith postula lo siguiente:
Si bien el enfoque esencialmente subconsumista
y lineal de la CG debe ser rechazado, su reconocimiento del papel de la
revolución en el origen de la crisis fue un paso adelante correcto. Debe ser
sintetizado para desarrollar una comprensión correcta de la dinámica del
imperialismo y la crisis en el mundo actual. Por ejemplo, la transición al
neo-colonialismo en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial fue
principalmente impulsada y guiada por las compulsiones políticas a las que se
enfrentaba el imperialismo. El imperialismo se vio amenazado por el ascenso del
campo socialista, la expansión del movimiento comunista y el poderoso impulso
de los movimientos de liberación nacional. Se favoreció el neocolonialismo
frente al dominio y la explotación colonial directa, ya que contribuyó a
desviar y frenar el crecimiento de un impulso revolucionario en los movimientos
anticoloniales, permitiendo al mismo tiempo la continuación de la explotación y
el control imperialistas.
Esta
es una gran idea: la política influye sobre lo puramente económico, no se puede
entonces explicar las contradicciones económicas de los capitalismos
monopolistas al margen de, primero, su constitución como naciones capitalistas
avanzadas y de algunas como imperialismo, y, segundo, la lucha política y
revolucionaria que, crónica o súbitamente, aparece en diferentes zonas del
mundo; es decir, se debe considerar la historia real, no solo la determinación
económica pura que propone la teoría.
Pero,
por el contrario, la gran deficiencia de la teoría actual defendida es
sobreestimar los periodos prolongados de recesión o de disminución de tasas de
ganancia como expresión de “crisis imperialista”, esto obliga a sobreestimar a
su vez los indicadores estadísticos meramente económicos, que ofrecen siempre las
fuentes oficiales. Pero si ya se había considerado, en el análisis de Ajith, el
cálculo político para explicar el neocolonialismo, también debería considerarse
otros efectos y movimientos de la dinámica capitalista monopolista, por
supuesto no solo estamos hablando de la sobreproducción o del subconsumo. En
primer lugar, la ciencia económica oficial solo considera crisis a los bajones
bolsistas y a las bancarrotas extensivas y la tradición de los partidos
comunistas, en su gran mayoría también ha seguido el mismo parecer. También se
considera los indicadores de crecimiento económico y las recesiones
estadísticamente establecidas como los principales indicadores sea de crisis o
sea de auges; se depende así, para el análisis de “la crisis general del imperialismo
moribundo” de las fuentes cuantitativas de los centros estadísticos de estos
mismos países capitalistas.
Pero
en el siglo xx, después de la segunda guerra mundial, aparecieron otros
fenómenos económicos que extendieron, cualitativamente, el término “crisis”,
como la inflación combinada con recesión, llamada estanflación; además,
aparecieron los procesos de financiarización extrema, de traslado productivo o
deslocación industrial, de hipertrofia del consumo, de hipertrofia de los
servicios, de la externalización de costos, de la desocupación estructural (que
supera largamente el concepto de “ejército industrial de reserva”) y del daño
ambiental. Todos estos fenómenos son ahora concomitantes con las economías
capitalistas monopolistas, pero el término “crisis” quiere ser restringido a la
baja de la tasa de ganancia porque se asume que se es marxista solo y solo si
se enfoca el análisis en la tasa de ganancia y no en sus efectos, los cuales se
asumen a una condición extraeconómica o a una condición derivada y secundaria.
Una
objeción válida que podría hacer la teoría oficial es que los fenómenos
anteriormente reseñados son solo efectos y no causas de las crisis económicas
dentro de las distintas economías monopolistas, pero primero partamos de que no
se puede hacer un análisis puramente general de lo acontecido en las últimas
décadas, no se puede forzar una “crisis general del capitalismo-imperialismo”
estructural y permanente como un todo, en un punto de vista exclusivamente
económico; el mismo Ajith, al evaluar el neocolonialismo como una estrategia
particular del imperialismo norteamericano, aunque no especificó exactamente
esta nacionalidad concreta del capital monopolista que impulsó tal
neocolonialismo, pero implícitamente dio a entender que se trató de una
estrategia de los imperialismos occidentales; el mismo Ajith, decimos, aceptó
entonces una condición particular de la crisis. En segundo lugar, el análisis
debe hacerse a dos niveles, en lo estructural como potencialidad o solo
tendencia, y en lo particular, respecto a las crisis históricas reales,
extendidas a esferas nacionales o de campos económicos y políticos
internacionales pero acotados y con características peculiares y limitadas en
el tiempo, pues las crisis no son permanentes en este nivel.
Cuando
se dice que en la era del imperialismo se está en el tiempo parasitario y
moribundo del capitalismo no se interpreta que esa agonía se presente como una
crisis económica terminal, en una supercrisis como la del 29, que por otro lado
no se va a volver, probablemente, a repetir nunca, como si de un organismo
biológico envejecido se tratara; más bien se refiere con parasitismo a los
rasgos financieros, expoliadores y agotadores de fuerza de trabajo y de la
naturaleza; y lo moribundo se refiere a las potencialidades y a las realidades
de las luchas populares y revolucionarias contra los colonialismos y
neocolonialismos; y a revoluciones anticapitalistas diversas, tanto en los
centros capitalistas específicos, como en ciertas regiones distantes de estos
centros. Se debe recusar el reduccionismo biológico en el análisis económico de
los procesos de crisis capitalistas monopolistas.
La
ofensiva neoliberal y globalizadora, no fue un cambio mecánico de modelo
económico, fue un ensayo político, con Nueva York en 1971 y con Chile
pinochetista en 1973, y fue una decisión económica-política, con la
inconvertibilidad del dólar en oro y el abandono de Breton Woods, en 1971, la
crisis del año 1973 solo aceleró la salida financiera a través de los
petrodólares canalizados hacia la deuda externa para los países del sur y el
mayor auge de mercados cambiarios.
-La
situación mundial propiamente dicha
Primera
refutación de Ajith a Avakian sobre la situación mundial
Ajith
refuta correctamente en gran parte de su argumentación la tesis de Avakian,
esta planteaba que existe una contradicción interna principal en el capitalismo
-capitalismo en general, el análisis de Avakian es mucho más economicista y
generalizador, al estilo de los trotquistas- entre la tendencia a la anarquía y
la tendencia a la organización, la competencia entre países y la competencia
entre monopolios son expresión de esta contradicción, pero no acaba ahí: esta
competencia interna dentro “del modo de producción burgués” también influye
sobre los enfrentamientos de clase y es la fuerza motriz detrás de las guerras
existentes, las cuales son consideradas “guerras de redistribución”:
“… es el movimiento impulsado por la anarquía
el que establece los términos generales de estas otras contradicciones [es
decir. antagonismos de clase] y determina en última instancia los parámetros y
posibilidades de la lucha de clases [...] El movimiento obligado por la
anarquía [...] — el impacto cualitativo de las contradicciones de la
acumulación mundial y el consiguiente papel de las guerras de redistribución —
es más determinante del proceso general por el que se desarrollan estas otras
contradicciones, al menos mientras el modo de producción burgués sea dominante
en el mundo”, America in Decline, p. 125, énfasis añadido.
Ajith
dice concretamente que la tesis sobre una contradicción esencial anarquía
versus organización es falsa porque tal oposición existe como una consecuencia
de la contradicción fundamental burguesía explotadora a través de la extracción
de plusvalía de un proletariado que es el sector que crea con su fuerza de
trabajo el valor social inyectado en los bienes producidos; este afán
explotador produce la contradicción social y política entre la clase
propietaria y la explotada; la competencia es solo un producto derivado del
afán de realizar la mercadería privada, lo cual lleva también a la burguesía a
aumentar la explotación para estar mejor posicionada frente a la mercadería de
otros explotadores y, cuando no es posible aumentar la explotación, se recurre
a mayor tecnología y mecanización para aumentar la tasa de ganancia:
Avakian…. Declaró que la contradicción
anarquía/organización es en general la principal forma de movimiento de la
contradicción fundamental del capitalismo. Esto se amplió para argumentar que
la contradicción interimperialista es en general más determinante, en
comparación con las otras grandes contradicciones del sistema imperialista. No
sólo eso, se suponía que los propios “parámetros y posibilidades” de la lucha
de clases estaban determinados en última instancia por el “movimiento obligado
por la anarquía”, por la contradicción interimperialista.
La eliminación de la lucha de clases de su
papel central se buscó justificar con argumentos que planteaban la competencia
como la tendencia interna del capitalismo…(pero) la naturaleza interna o
tendencia del capital no es la competencia sino su incesante búsqueda de más
excedentes, que surge de su carácter explotador. Esto surge del propio carácter
del capital como relación y proceso social de explotación…Pero Avakian
argumentó que si no existiera la presión de la competencia los capitalistas no
se enfrentarían a la misma compulsión de explotar más profundamente al
proletariado. El carácter explotador intrínseco del capital como relación
social y como proceso se convierte así en algo externo y secundario…por el
contrario, el Marxismo muestra cómo la propia competencia se deriva del modo
específico de explotación del capitalismo a través de la extracción de
plusvalía. Los capitalistas sólo pueden adquirirlo realizando el valor de sus
mercancías a través del intercambio en el mercado, donde se ven obligados a
enfrentarse como competidores.
El
impulso inherente a su propia naturaleza explotadora lo experimentan ahora como
una compulsión para hacer que su capital sea más productivo que el de los
demás. Esto los lleva a una mayor organización del proceso productivo dentro de
su fábrica. Así, la competencia se intensifica aún más y la anarquía general
aumenta. En otras palabras, la anarquía del capitalismo está en última
instancia enraizada en su explotación. Además, no sólo la competencia, la lucha
de clases también es una gran obligación que enfrentan los capitalistas. La
explotación inevitablemente llama a la resistencia de los explotados. Esto
induce a los capitalistas a aumentar la mecanización, la organización del
proceso de trabajo, como medio para derrotar la lucha de clases del
proletariado y profundizar la explotación.
Como
se ve Avakian acude a un determinismo económico para el análisis de la situación
mundial, por lo que fallan clamorosamente tanto sus declaraciones explicativas
como sus determinaciones prácticas, pero Ajith tampoco se libra de alguna
vertiente economicista, si bien defiende en parte un aspecto histórico y
político en el análisis de la realidad mundial, cuando critica a Avakian su
pronóstico de proximidad de las guerras interimperialistas como consecuencia
del análisis de este sobre la fuerza motriz anarquía versus organización (pues
Ajith menciona el neocolonialismo como salida a una potencial crisis después de
la segunda guerra mundial y refuta el dogmatismo avakiano de referirse a Lenin
cuando este pronostica las guerras de reparto colonial como inevitables en la
era del imperialismo: “Haciendo caso omiso de la realidad concreta del
neocolonialismo en la situación posterior a la Segunda Guerra Mundial, el PCR
repitió mecánicamente como un loro la tesis de Lenin de la “redivisión del
mundo a través de la guerra” y llegó a la posición de que una guerra mundial
era inminente”); no obstante esto, Ajith, decimos, no considera las otras
salidas políticas y económicas que el capital monopolista concreto, en este
caso, los capitales encabezados por el imperialismo norteamericano, impusieron
en diferentes situaciones para aumentar su tasa de ganancia; es por eso que su
refutación, si bien correcta en lo esencial, padece de una vinculación
exclusiva a la etapa de libre competencia en el capitalismo; es decir, la que
existió hasta 1900 aproximadamente, precisamente la acción política gubernamental
de países imperialistas es la que ahora utilizan los monopolios, forma
empresarial del capitalismo en la actualidad, para aumentar la tasa de
ganancia, primero (internamente) desclasando a los obreros con el impulso a la
clase media mediante políticas neokeynesianas, una política impulsada desde la
posguerra hasta 1960; y luego, con la financiarización, el monetarismo, la
deslocalización industrial y otras medidas neoliberales, pero lanzadas como
iniciativas gubernamentales a través de organismos internacionales al servicio
de Estados Unidos como si fueran un proceso de progreso inevitable, la
globalización.
El
vector económico, cierto que efectivamente determinante, cobró fuerza sobre las
operaciones sociales más adelante, desde 1970, para aumentar la tasa de
ganancia, pero no como Ajith dice, a través de la lucha interburguesa
individual, sino a través de la lucha entre políticas económicas: keynesianismo
versus neoliberalismo; vale decir, a través de la acción intermediada de
gobiernos y estados. Así, con la financiarización y el monetarismo, que
produjeron sin querer, junto con la deslocalización industrial, una erosión
grave a la clase media sesentera, aumentaron la tasa de ganancia sacrificando
la producción física a favor del capital virtual de bolsas, seguros, derivados
y dominio del dólar, todo ello complementado con el poder militar ejercido a
través de guerras limitadas, circunstancias estas que Ajith aborda en forma
poco clara.
Estas
situaciones son fenómenos presentados después de la 2da guerra mundial dentro
del capitalismo monopolista y más específicamente de los capitalismos
nacionales monopolistas tanto para dentro, asegurándose rentas privilegiadas y
control de operaciones financieras, como para fuera de sus estados nacionales,
imponiendo ajustes y relaciones desiguales a otros países y sectores.
Y
se llega por lo tanto a la historia reciente, Ajith dice que Avakian
sobreestimó el pronóstico de Lenin sobre nuevos repartos coloniales a través de
guerras interimperialistas porque este le da más importancia a la contradicción
interimperialista, considerándola incluso determinante de otras
contradicciones, antes que a las otras contradicciones del “sistema
imperialista”. Ajith luego (pp 127, 128) dice:
Los acontecimientos
mundiales, como la difusión de la contienda desde mediados de los años 80 y el
colapso del antiguo bloque social imperialista, expusieron enfáticamente la
locura de la teoría del PCR….
Aquello de la “difusión de la contienda desde mediados de los años
80” puede referir la intensificación de las luchas de clases, tendencia
contraria a la supuesta preeminencia de la contradicción interimperialista por
colonias que preconizaba Avakian; tal tendencia efectivamente existe, aunque se
desarrolla no en forma continua ni sostenida, sino muy desigualmente, tanto en
intensidades, como en episodios y formas. Pero lo importante aquí es reconocer
que si bien la lucha de clases no solo no ha sido aminorada, sino que tampoco es
generada a partir de una consecuencia indeseada de la contradicción
interimperialista, tal como lo sugiere Avakian; sin embargo, hay una gran
diferencia entre la lucha plenamente consciente y dirigida por vertientes
marxistas, que incluye algunas zonas con guerras populares o conflictos en vías
de convertirse en aquello, y las formas de lucha no influidas por posiciones
abiertas de clase, sino por ideologías metamorfoseadas, estas últimas son las
predominantes. Hay muchas razones para esta paulatina predominancia de
posiciones no marxistas en los movimientos populares, como algunos reformismos
y como algunos fundamentalismos, algunas de estas razones tienen que ver con la
economía: hipertrofia de los servicios y disminución relativa de la clase
obrera industrial dentro de los trabajadores dependientes, desocupación
estructural de las economías urbanas y otros factores.
Muchas de esas luchas se enfocan en reivindicaciones de corta
duración y se quieren distanciar abiertamente de calificación política al declararse
transversales y prosistema, como las provocadoras y manipuladas movilizaciones
y actividades de lgtb; cercanas a este movimiento están los feminismos
burgueses anti varón, los animalistas y los culturalistas. Hasta tal punto han
crecido estos movimientos, sobre todo en los países occidentales, que poco a
poco se han convertido en una conveniente e inofensiva válvula de escape para
las tensiones sociales inevitables debidas a la decadencia de las sociedades
capitalistas, decadencia patente en desocupación crónica, precariedad creciente
de los sistemas de seguridad social y sanidad. Actualmente estas dirigencias
están monitoreadas dentro de planes de diversionismo y manipulación de diversas
agencias occidentales.
Pero no puede decirse la misma utilidad sistémica y dependencia de
movimientos más clasistas, aunque heterogéneos y de difusa dirección, sobre
todo los movimientos sociales contra las medidas de ajuste que ha impulsado el
neoliberalismo, movimientos como los de los chalecos amarillos y otros parecidos.
La posición de principio de este punto de vista, no obstante, es
no reconocer el retroceso de la influencia marxista, aunque esta influencia no
sea de un marxismo real, en general en los movimientos populares y compensar
dicha disminución con la exaltación de la actividad de partidos maoístas
poderosos y de sus zonas de influencia, muy localizadas.
Luego Ajith dice:
Con el papel de crisis de la guerra mundial
abandonado, la teoría del PCR cojeaba. Los eventos mundiales han continuado
golpeándolo. La anarquía/organización, y por consiguiente la contradicción
interimperialista, sigue siendo considerada por él como la principal fuerza
motriz general. Pero la colusión entre las potencias imperialistas ha sido la
principal durante casi dos décadas. Su disputa, aunque creciente, sigue siendo
secundaria. El curso de los acontecimientos mundiales, incluidas las crisis
imperialistas, ofrece muchos más ejemplos en los que la discordia entre sus
puntos de vista y la realidad destaca. (subrayado-RED.)
Aquí
Ajith, en vez de desechar totalmente la tesis Avakianista de que la oposición
anarquía/organización es la causa de todas las contradicciones de la situación
mundial, le ofrece un sustento cuando afirma la equivalencia entre esta
oposición y la contradicción interimperialista, contradicción que, si bien está
influida por la competencia intermonopolista, tiene otras fuentes para su
configuración, como, por ejemplo, el intento de aumento de la tasa de ganancia
interna nacional con más explotación (deslocalización industrial) o más capital
fijo (mejora técnica y sustitución de fuerza de trabajo) y, sobre todo, con
financiarización; también está la lucha por mercados y, en algunos periodos, la
hegemonía política. Por otro lado, Ajith confunde la dominación del imperialismo
norteamericano sobre Europa y su victoria en la guerra fría con la “colusión
entre las potencias imperialistas” esto conecta con el contenido sobre la
situación mundial que él da como alternativa al confuso criterio de Avakian.
Así,
a lo anterior Ajith añade una interpretación parcial de la situación mundial
presente después del colapso de la URSS y el bloque oriental:
La nueva situación provocada por el colapso
del bloque social imperialista permitió una mayor libertad al capital
imperialista. Esto fue proyectado por el PCR como una resolución parcial de la
“conjetura” planteada por su teoría. Un examen detallado mostraría que la
construcción de la “resolución parcial” era tanto un medio para salvar algo de
los restos de su teoría como para parecer reflejar la realidad contemporánea.
La implicación era de una resolución que permitía “[...] un estímulo a la inversión, el
crecimiento y una mayor reorganización de la economía mundial”. Aunque, al ser parcial, no estaba “[...]
creando las condiciones para un crecimiento global sostenido y estable”. La conclusión fue que “[...] no creemos
que sea correcto caracterizar la situación general a la que se enfrentan los
imperialistas hoy en día como una ‘crisis’ [...]” aunque no se haya logrado
un crecimiento estable.
Primero,
¿Por qué Ajith tipifica como “nueva situación” el colapso del bloque oriental?
Su refutación a Avakian sobre la oposición anarquía/organización solo se basó
en Marx y Engels, solo en argumentos relativos a la teoría marxista básica,
creada en épocas de libre competencia, cierto que añadió en otras páginas la
necesidad de análisis del vector o factor político en la economía ya
actualmente monopolista, entonces deberíamos entender que su mención de una
“nueva situación” es consecuente con su perspectiva no mecánica, sino más
dialéctica de la influencia de la política sobre la economía; para Ajith esta nueva situación post colapso
bloque oriental significó “mayor libertad al capital imperialista”, tal
situación le parecía a Avakian, según informa Ajith, una oportunidad para el
crecimiento de la “economía mundial” que al no ser más que parcial no crearía
una estabilidad; sin embargo, no se podía llegar a la conclusión sobre una
“crisis de los imperialistas”. Ajith refuta esto de la siguiente manera:
Todo este análisis estaba muy lejos de la
realidad. Durante un breve período a principios de los 90, la agenda
imperialista, orquestada por los EEUU., pudo ser impulsada. Se fundó la
Organización Mundial del Comercio (OMC). Sus restricciones universalizaron los
programas de ajuste estructural del FMI-BM. En consecuencia, la penetración
imperialista en los países oprimidos se incrementó enormemente. Pero pronto la
resistencia a la globalización comenzó a crecer y se hizo mundial. La crisis
monetaria en los países del sudeste asiático, México y Rusia obligó a un
retroceso en la libre convertibilidad de la moneda y otras medidas que buscaban
ser impuestas por el imperialismo. Una parte de los ideólogos imperialistas se
vieron obligados a empezar a argumentar a favor de una “globalización con
rostro humano”. Muchos tratados y políticas de la OMC destinados a abrir aún
más los países del Tercer Mundo se han dejado en suspenso. Aunque la externalización
y la globalización de la producción se expandieron, este período también fue de
un rápido cambio hacia la financialización, precisamente porque las tasas de
beneficio seguían siendo bajas. Es decir, no hubo una resolución, ni siquiera
parcial, de la crisis imperialista que se inició a mediados de los años 70. La
expansión, vista brevemente después del colapso social imperialista, fue un
ejemplo de una recuperación parcial. Recordemos que tales recuperaciones
temporales se vieron incluso durante la prolongada crisis y la estanflación de
1970-89. Obviamente, no pueden tomarse como índices de resolución de crisis.
Por el contrario, las burbujas de crecimiento seguidas de sus estallidos
desastrosos han sido una característica constante de los últimos años, hasta la
actual crisis financiera mundial. El sistema imperialista en su conjunto ha
sido destrozado por una prolongada crisis estructural, ahora en su quinto año
sin ningún signo de resolución.
Definitivamente
se exalta la crisis del imperialismo genérico, del imperialismo como sistema,
para negar el real poderío que logró Estados Unidos con el impulso al
neoliberalismo y la globalización, sobre todo en las décadas de los 80 y 90, y
negar la victoria de USA en la guerra fría. En general, la gran mayoría de
tendencias que se proclaman maoístas tomaron la caída del bloque soviético como
un hecho positivo, no consideran que el desánimo de las nuevas generaciones por
el socialismo sea un hecho digno de tomarse en cuenta, muchas de ellas tienen
el comportamiento compensatorio de reafirmarse exaltadamente en sus principios;
en consecuencia moldean el análisis para declarar una “crisis permanente del
imperialismo”, como la que Ajith propone desde 1970 hasta 1989, casi 20 años, y
otra más desde 2008 a 2012, cuando escribió este libro que nos sirve de
referencia. Pero las crisis económicas monopolistas en países avanzadas son
crónicas, sí, pero no permanentes: la crisis de 1973-75, la de 1982, la de
1991, la del 2008-2009.
Ajith
dice que la financialización sustituyó a la externalización y a la
globalización de la producción, se equivoca rotundamente, no son medidas
contrarias entre sí, son medidas complementarias y nacieron simultáneamente
como componentes del neoliberalismo en las políticas nacionales de Estados
Unidos e Inglaterra en los 70 primero y luego con mayor impulso en los 80. Lo
que sí es cierto respecto a su declaración, en buena parte, es que existe un
estado de crisis, pero intermedio y estructural en los sentidos que pasamos a
aclarar, intermedio en el sentido en que no es una crisis aguda, tipo quiebras
masivas y desplome de burbujas, como lo que ocurrió en 2008, sino más bien una
depresión no homogénea en muchos centros del capitalismo monopolista
occidental, depresión que afecta principalmente la economía física; sobre lo
del carácter estructural: se plantea no como una crisis permanente en el
sentido de decrecimiento constante de la producción, situación que por otro
lado los datos reales no confirman, sino como crisis que afecta y que golpea intensamente
los medios de vida, salarios, empleo, vivienda, salud, seguridad y ambiente de
las mayorías trabajadoras, sean dependientes o independientes; es en este
último sentido que sí interpretamos la posición de Ajith como correcta en mayor
parte.
Por
otro lado, es importante mencionar el desgaste del frente cultural
manipulatorio del neoliberalismo construido sobre la base del individualismo,
del culto a toda clase de ideologías irracionalistas y el fracaso o desgaste de
su promoción del emprendurismo; estas situaciones no solo son producto del paso
del tiempo, sino de la demostración práctica del nefasto rol que los
movimientos diversionistas, como el transversalismo de minorías sexuales y
étnicas, cumplieron en la situación mundial, más que nada en los países
sometidos a su influencia en Europa y el resto de “occidente colectivo”.
Ahora
queremos regresar a una idea de Ajith sobre la crisis imperialista: Pero la
colusión entre las potencias imperialistas ha sido la principal durante casi
dos décadas. Su disputa, aunque creciente, sigue siendo secundaria. Las
dos décadas deben referirse posiblemente a la década del 90 y la década del
2000, en este periodo se desarrolló el triunfo del imperialismo norteamericano
en la guerra fría, situación que la tendencia de Ajith califica como disputa
interimperialista, al negar el más mínimo carácter progresista a la URSS
revisionista, negándose también a separar la acción de la dirigencia
socialimperialista del PCUS de la tradición y peso histórico de la URSS en los pocos
aspectos que todavía tenía como antiguo país socialista; por eso es lógico que
Ajith refleje la colaboración entre Gorbachov y Yeltsin con Reagan como
colusión entre potencias imperialistas; también es posible que considere la
política de expansión diplomática y económica de China como colusión con el
imperialismo norteamericano, dado que en la deslocalización industrial,
promovida paralelamente al financiarismo, China y otros países asiáticos fueron
las nuevas bases industriales con la ventaja de mano de obra barata. Esta idea
es bastante popular entre sectores de la izquierda occidental, particularmente
en los trotquistas, y tanto Avakian como Ajith podrían estar compartiéndola.
Ese periodo calificado de colusión fue un
subperiodo dentro de la globalización, fue un periodo de auge de la política
imperialista norteamericana, más que de colusión fue de hegemonía, por eso
pudieron remontar fácilmente la crisis de la burbuja punto com de 1991, por eso
pudieron avanzar con las guerras regionales de Yugoslavia, de Irak y pudieron
matar a Kadafi y Saddam Hussein. Paralelamente a estas guerras por petróleo y
por hegemonía política, incluyendo un caos controlado motorizado por guerras
artificiosas de baja intensidad en Siria y en otros lugares.
Finalmente,
estas líneas se están escribiendo en 2025 y ya transcurrieron 10 años luego del
ascenso de China a segunda potencia económica, cinco años después de la aguda
depresión económica producida por la pandemia y, muy importante, tres años
luego del inicio de la operación militar de Rusia sobre Ucrania. Las
contradicciones sociales se agudizan en Europa, aunque no delineadas en forma
de lucha de clases abierta, en cambio en Suramérica se presentan un poco más
definidas, aunque todavía guiadas por espontaneidad y nacionalismo, pero al
menos sin el cariz antisocialista que todavía tienen los europeos. Pero hay una
diferencia significativa con periodos anteriores: es innegable que las
tensiones mundiales entre Estados Unidos y Rusia y la tensión entre Estados
Unidos y China influyen mucho más ahora, y desde hace diez años, que lo que
sucedía en la fecha, 2012, en que Ajith escribió su libro; esta influencia
creciente es eso: influencia, no determinación, así que lo que dice Ajith sigue
siendo correcto, en relación con su crítica a Avakian; pero también es cierto
que Avakian, en cierto modo deformado e
ideologizado de manera idealista, incluso con un tinte posmoderno, refleja: una
creciente sensación de que se acerca una guerra mundial más extendida e intensa
de la que está ocurriendo ahora, o de la que estuvo tan intensa en el periodo
de Biden.
Segunda
refutación de Ajith a Avakian sobre la situación mundial (Capítulo 10. La
situación mundial)
Ajith
defiende que existe una situación prerrevolucionaria o por lo menos que sí
existe una potencialidad revolucionaria en luchas que existen en los países
oprimidos pero sus ejemplos son muy erróneos, para decirlo consecuentemente: la
primavera árabe fue una manipulación de la inteligencia occidental, como los
hechos de la guerra en Siria, Irak y Afganistán lo demostraron posteriormente,
el entusiasmo con que los trotquistas impulsaron la propaganda de estas
“revoluciones de colores” debió llamar la atención del autor, pero
aparentemente esto se ignoró. Ajith presenta su tesis así:
la carta del PCR de mayo de 2012 denuncia
ahora que:
[...] [Algunas] fuerzas del MRI han seguido
insistiendo en repetir exhortaciones vacías sobre “la revolución es la
tendencia principal” y “África, Asia y América Latina siguen siendo los centros
de tormenta de la revolución mundial” cuando incluso el estudio más superficial
de las condiciones reales de la lucha revolucionaria en el mundo de hoy muestra
que incluso en los países más viciosamente explotados y oprimidos la revolución
no sólo no está avanzando sino que está enfrentando las mismas cuestiones
fundamentales que enfrenta todo el movimiento comunista internacional.
Veamos la lógica que subyace a esta acusación.
Su razonamiento es simplemente que esta revolución no está avanzando. ¿Pero qué
hay de la ola de luchas y rebeliones que se ha visto en todo el mundo,
incluidas las guerras populares? ¿Qué hay del trascendental surgimiento de la
“Primavera Árabe” o del movimiento de Ocupación? ¿Cómo evaluamos el hecho de
que la mayoría de estas luchas están teniendo lugar en los países oprimidos? La
carta del PCR evita estas preguntas al incluir la cuestión de si las
revoluciones están “surgiendo” o no. Esto tiene una historia. A principios de los años 80 negaba la presencia
de una situación revolucionaria continua en los países oprimidos. La lógica era
la misma: si esa era la situación, ¿por qué no estaban surgiendo revoluciones?
Si
bien el contenido de Avakian pone en un mismo plano la situación de los países
oprimidos con la situación de los movimientos populares en los países
capitalistas avanzados por su prurito subjetivista de considerar como factor
decisivo “el movimiento comunista internacional”, según él lo concibe, con una
“nueva síntesis” que le inyecte vitalidad decisiva, a pesar de este delirio de
Avakian, Ajith no critica el revoltijo, sino que contesta con que existe un movimiento social que une
las guerras populares (correctas) con el movimiento Okupa (más o menos
correcto) con la “primavera árabe” (muy incorrecto). Existe una deficiencia muy
notable de Ajith, compartida también con otros sectores, que rechaza o ignora
la identificación de los complots y conspiraciones del imperialismo
norteamericano, y de sus facciones internas, como son el lobby judío, el lobby
de los extrotquistas straussianos y otros grupos de “tanques pensantes”. El
imperialismo norteamericano, conjuntamente con Inglaterra e Israel, realiza
operaciones de falsa bandera, guerras proxy y emplea extensamente movimientos
radicales extremos, que incluso se proclaman izquierdistas, esto se conoce ya
desde el trotquismo y ahora se hace evidente en los fundamentalismos musulmanes
y otros movimientos ultraliberales y de falsa izquierda. Entonces no se debe
mezclar los movimientos reales con los movimientos provocadores, eso es un error,
luego se debe apoyar, de acuerdo a las circunstancias de cada fuerza y
situación local a los movimientos populares e impulsar los propios, de acuerdo
a las consideraciones concretas.
Sobre
la existencia de una situación revolucionaria continua en los países oprimidos,
se trata de una extensión de una idea de Mao Tse tung restringida solamente a
China bajo disputa de varios imperialismos; luego el PC chino admitió durante
un breve periodo, desde 1951 hasta 1967, que en ciertos países asiáticos y
eventualmente en otros países oprimidos pudiera darse una situación
revolucionaria:
7 Durante la Segunda Guerra Mundial, muchas
colonias de Oriente, que estaban dominadas por los imperialistas ingleses,
norteamericanos, franceses y holandeses, fueron ocupadas por los imperialistas
japoneses. Bajo la dirección de sus respectivos Partidos Comunistas, las masas
de obreros, campesinos y pequeñoburgueses urbanos y elementos de la burguesía
nacional de dichas colonias, aprovechando las contradicciones entre los imperialistas
ingleses, norteamericanos, franceses y holandeses, por una parte, y los
imperialistas japoneses, por la otra, organizaron un amplio frente único contra
la agresión fascista, establecieron bases de apoyo antijaponesas y sostuvieron
una dura guerra de guerrillas contra el Japón. De este modo, empezó a cambiar
la situación política existente antes de la Segunda Guerra Mundial. Cuando el
imperialismo japonés fue expulsado al término de la Segunda Guerra Mundial, los
imperialistas norteamericanos, ingleses, franceses y holandeses intentaron
restaurar su dominación colonial, pero los pueblos de esas colonias, que habían
creado fuerzas armadas bastante poderosas durante la guerra antijaponesa, se
negaron a volver a la vieja forma de vida. Además, gracias al fortalecimiento
del poderío de la Unión Soviética, a la derrota o debilitamiento en la guerra
de todas las potencias imperialistas, con excepción de los EE.UU., y
particularmente, a la victoria de la revolución china, que rompió el frente
imperialista en China, todo el sistema imperialista mundial fue seriamente
sacudido. Así se ha hecho posible que, más o menos como en China, los pueblos
de las colonias de Asia, África y América Latina, o al menos algunos de
ellos, (subrayado nuestro) mantengan durante largo tiempo bases de apoyo
revolucionarias de diversa magnitud y regímenes revolucionarios, perseveren en
una prolongada guerra revolucionaria utilizando el campo para rodear las
ciudades, y avancen gradualmente hacia la toma de las ciudades y la conquista de
la victoria a escala nacional. A la luz de estas nuevas circunstancias, se ha
modificado la apreciación que hizo el camarada Mao Tse-tung en 1928 sobre el
problema del establecimiento de regímenes independientes en las colonias bajo
la dominación directa del imperialismo. Nota 7 Obras escogidas MTT, tomo
I: 25 de agosto de 1951
Nunca
se ha dado un pronunciamiento oficial en vida de Mao Tse Tung sobre la
existencia continua de situación revolucionaria en todos los países oprimidos,
solo existe la declaración transcrita anterior, que además especifica solamente
a algunos países con dominación directa del imperialismo. Pero más que recurrir
a la autoridad de una cita aquí se debe destacar la porfiada realidad: la
política del neocolonialismo logró desmovilizar amplios sectores sociales,
sobre todo los migrantes hacia las urbes y luego los trabajadores
independientes, en muchas zonas semicoloniales del mundo, en particular en
algunos países asiáticos como Corea del sur, Indonesia y Singapur y mayormente
en los países centroamericanos y suramericanos.
Esto
no quiere decir que no hay situación revolucionaria; la realidad es que sí
existen situaciones revolucionarias, pero no en forma siempre continua y
siempre intensa, aparece en forma explosiva, pero sus estallidos son de corta
duración y cada vez más está ligada a oleadas continentales o regionales;
aunque también existen situaciones revolucionarias locales crónicas en algunos
países, que son base para el desarrollo de movimientos revolucionarios de
distinto signo. Esto lo tiene que identificar con precisión el sector
revolucionario en sus análisis para poder establecer su línea de acción de
acuerdo a cada país, incluso de acuerdo a cada zona.
Algo
más respecto a las situaciones revolucionarias históricas, las ocurridas en la
década del 60 se desenvolvieron más cerca a la previsión estratégica hacia las
guerras de liberación nacional que indicaba la cita 7 del tomo I de Mao Tse
Tung, pues muchas situaciones de esa época derivaron en movimientos de
independencia anticoloniales, incluso hubo movimientos guerrilleros, inferiores
en categoría a las guerras populares, en Caribe y Suramérica. Sin embargo, como
el mismo Ajith menciona, el neocolonialismo a través de políticas reformistas y
sobre todo a través de procesos de urbanización llegó a imponer una situación
de estancamiento o hasta atenuación mínima de muchos de estos movimientos,
debido al crecimiento de sectores urbanos recientes, los cuales, pese a su
incandescencia, tomaron un sesgo nacionalista, justicialista y liberal. Se
consolidó así una dominación de USA en zonas como Suramérica (Centroamérica
reaccionaría más adelante, en las décadas de 70 y 80, pero con sesgo
nacionalista) y en otras zonas de África y Asia, siempre con el esquema de
urbanización y crecimiento de servicios y “clase media”.
Respecto
a las situaciones revolucionarias a partir de la década del 70, estas siguieron
existiendo, pero en niveles diferenciados según zonas y teniendo oleadas de
atenuación seguidas de luchas y movilizaciones esporádicas; el componente de
movilización siempre existió, pero el componente de crisis en las alturas no
siempre fue correlativo a las movilizaciones populares, esa es una
característica que se mantiene hasta hoy.
En
cuanto a Avakian, la existencia de situación revolucionaria en un país o en una
zona no genera automáticamente una revolución, esto es elemental y el reclamo
avakiano por ausencia de revoluciones es infantil y torpe. Sin embargo, de manera
deformada e ideológica, ese argumento refleja el aspecto real del retroceso
objetivo del entusiasmo generalizado por la revolución socialista o de
liberación que existió en la década del 60, ese retroceso tuvo un componente
subjetivo también: fue el desencanto con los fracasos de los estados
revisionistas y la confusión generada por la política de los tres mundos, por
las acciones de propaganda occidental anticomunista, propaganda que caló en las
nuevas generaciones, los confusos giros de China en relación con los países
occidentales, la guerra entre Rusia y China, entre Camboya y Vietnam, el
régimen del Kamer rojo y, luego, ya en los 90, fundamentalmente, la caída del
estado soviético.
Pero
las razones para criticar a Avakian las explica de manera más atenuada Ajith
cuando concede que la sentencia principista “Vivimos la era del imperialismo y
la revolución proletaria, siendo la revolución la tendencia principal” no
significa que existan las revoluciones proletarias de manera generalizada o
estén estallando en amplias zonas, sino que esa es la tendencia o dirección a
la cual se encaminan las luchas que existen en el mundo;
Vivimos en la era del imperialismo y la
revolución proletaria. La guerra y la revolución son las dos características
prominentes del movimiento de la época.
No son mutuamente excluyentes. Se interpenetran. Ambas tendencias suelen
existir juntas. Un análisis de la era imperialista muestra que la revolución ha
sido la principal tendencia en general. ¿Qué significa decir que la revolución o
la guerra es la tendencia principal? Una evaluación de la guerra como la
tendencia principal no significa que la guerra ya haya estallado. Del mismo
modo, la revolución como tendencia principal no significa que se estén
produciendo revoluciones en todo el mundo. Muestra el potencial de la situación
mundial. El sentido de tal evaluación es que, en general, la tendencia de la
revolución establece la dirección, los términos de la elaboración de las
contradicciones del sistema imperialista. En tiempos de crisis global del
sistema, como el actual, este papel se refuerza aún más. La dinámica del
sistema imperialista constituye la base para ello. La lógica del PCR elimina
esta base fundamental y la reemplaza con los altibajos inmediatos de las
revoluciones.
Para
Ajith la interpretación real sería la potencialidad estratégica de las luchas
como corriente principal de la era actual; en cambio, para Avakian lo real es
la determinación económica del crecimiento de las economías monopolistas sobre
el estancamiento de las revoluciones. Para uno es la realidad de las
movilizaciones de los años 50 y 60 extrapolada a toda la era del imperialismo;
para otro la realidad es la hegemonía del imperialismo establecida en los 90 y
la primera década del 2000.
La
interpretación de Ajith es ahora la que va ganando terreno ante el
reanimamiento de las luchas en muchas partes del mundo, sí, pero siempre que se
entienda que mucho de esta reanimación se debe a la crisis, crisis no entendida
en términos clásicos, sino también político y social, del globalismo tanto en
los centros de los capitalismos avanzados como en sus zonas dominadas y que
también la guerra indirecta de la OTAN y el “occidente colectivo” contra Rusia
ha acelerado crisis económicas regionales y ha acelerado alineamientos políticos
decisivos, a tal punto que se han formados opiniones y posiciones que entienden
la alianza Rusia-China como aliada en forma indirecta en la lucha contra el
imperio norteamericano, lucha parcial pero que objetivamente es una escala
necesaria antes de la lucha frontal contra el capitalismo. Frente a esta
posición se alzan las condenas contra el imperialismo ruso-chino por el lado de
los hoxhistas, los maoístas, los trotquistas, en un bloque cada vez más unido
y, por otro lado, de los posmodernos y de los socialdemócratas, en otra
vertiente más definidamente prooccidental.
Efectivamente,
entonces, es la interpretación de Ajith, y la crítica que hace a Avakian,
correcta en un plano general y principista, pero ninguno de los dos estaría
dispuesto a aceptar cómo se dan esas tendencias que cada uno identifica como
dominantes en el mundo actual; ¿aceptaría Ajith que hubo un periodo de
retroceso de las luchas populares producto de la ofensiva neoliberal
norteamericana en los 70, 80 y 90? No, las razones pueden ser varias, pero sí
se conoce que algunas vanguardias al asumir luchas a nivel superior plantearon
incluso que la revolución estaba a la ofensiva, o que ellas eran el centro de
la revolución mundial, ignorando hechos similares en otros lugares del mundo,
la búsqueda de reconocimiento era la motivación de alguno de estos casos.
¿Aceptaría Avakian que existe una lucha anticapitalista parcial, representada
por las movilizaciones y frentes nacionales contra el globalismo y el
neoliberalismo, frente que va desde Venezuela, Cuba hasta Norcorea, y que se
apoya críticamente en Rusia, China y hasta en Irán? Esto último no lo
aceptarían ninguno de los dos. Ajith en particular no aceptaría ningún reflujo,
pero su argumento es solo principista, no es un argumento basado en la
realidad, Ajith critica a Avakian porque este pone en evidencia su defensa
meramente doctrinaria de una ofensiva o un predominio de la tendencia hacia la
revolución como hecho principal de la situación actual:
La carta del PCR acusa a las declaraciones
conjuntas del 1 de mayo de 2011 y 2012 de “instrumentalismo”. Se dice: “El método instrumentalista detrás de este
tipo de “análisis” es el de resaltar y exagerar los aspectos positivos de la
situación y omitir o minimizar los aspectos negativos, creando así una llamada
“realidad” de acuerdo con los deseos y objetivos de los autores, lo que a su
vez se espera que motive a la gente a actuar de acuerdo con estos deseos y
objetivos.
Ajith
se defiende diciendo que
la resolución de la Reunión Especial decía:
“En esta nueva ola de lucha y resistencia
debemos apoyar y fortalecer la lucha por la liberación de los pueblos y por la
nueva democracia, hacia el socialismo y el comunismo, y oponernos a las
corrientes prooccidentales e islamistas que cabalgan sobre el tigre de las
luchas populares para imponer nuevas cadenas y nueva subordinación a las clases
reaccionarias y a sus amos de todos los tiempos, el imperialismo,
principalmente de Estados Unidos y Europa.
Evidentemente, la disputa no es por las
tendencias contradictorias de estas rebeliones. Eso lo admiten ambas partes. La
diferencia radica en cómo se ven dentro de la situación mundial general. Para
los Avakianistas estos estallidos son simplemente otro ejemplo de “oportunidad
perdida”. Para ser aclamados sin duda, pero eso es todo lo que hay. Dado que
niegan la tendencia de la revolución no pueden situar estas rebeliones como
manifestaciones del potencial revolucionario existente en el mundo. Por lo
tanto, no pueden entender el significado de las nuevas aperturas políticas
creadas por el fermento causado por estos levantamientos, la infusión de nueva
energía en los partidos/círculos maoístas de esta región. No pueden darse
cuenta de cómo “allanan el camino” para la revolución, al igual que todas las
otras revueltas momentáneas de las masas, a lo largo de la historia.
Pero
si es una “nueva ola de lucha”, por lógica se entiende que anterior a ella hubo
un valle o un periodo de reflujo y entonces declarar el principio general
válido para la era no era correcto para entender el periodo o subetapa concreto
dentro de la era, pues cada subetapa tiene sus propias características de
acuerdo a la correlación entre los opuestos de cada una de las contradicciones
más importantes dentro de esos periodos o subetapas.
Respecto
a que Avakian y los suyos observan los estallidos momentáneos sociales como
oportunidades perdidas que sin embargo se deben apoyar declarativamente y que
tal política es hipócrita y miope por no entender la ligazón entre este trabajo
previo de las masas, trabajo que despeja el camino para otros movimientos y
partidos mucho mejor preparados y alineados, y la revolución, claro, sí es
cierto lo que dice el autor Ajith.
II Línea
partidaria
-Algunos
antecedentes (Capítulo 2. La ética de la polémica Avakianista)
Abordamos
en este lugar ahora un asunto mucho más polémico sobre el cual no se tiene
todos los elementos de juicio para sostener una posición, pero adelantaremos
algunas ideas o interpretaciones en base a la experiencia histórica interna de
los movimientos populares en Suramérica.
El
Avakianismo afirma que el Marxismo-Leninismo-Maoísmo (MLM) ya no es una base
suficiente para el movimiento Maoísta internacional. El Avakianismo declara que
el propio marco teórico del MLM es en sí mismo anticuado. ..
los “Inmaculados del Avakianismo” pasan a (desmontar) las posiciones
ideológicas de los firmantes de la Reunión Especial. Esta es la acusación que
se les hace:
[...] están emitiendo llamados a formar un
nuevo movimiento comunista internacional basado en lo que llaman
“Marxismo-Leninismo-Maoísmo”, sin argumentar qué es lo que entienden (como) el
contenido del MLM…Los líderes de
esta nueva “iniciativa [...]” intentan sustituir la “unidad” por un criterio
diferente, en particular una apelación demagógica y pragmática a tomar las
guerras populares dirigidas por los maoístas como “sus puntos de referencia y
anclaje estratégico”, en contraposición al énfasis de Mao en “la corrección de
la línea política e ideológica”.
Avakian
ataca una tendencia, que se difundió, informal e insidiosamente pero realmente,
en algunos países a partir de la valoración de la actividad militar de, según
consta, el partido de Perú Ese Ele. De acuerdo con esta idea la actividad
armada del partido Ese Ele era un “punto de quiebre” no solo en Perú, al llevar
la lucha a un nivel superior y cualitativamente resolutivo de revolución, sino
que ese accionar debía servir no solo de referencia, sino además de
organización alrededor de un eje (así autoconcebido por algunos seguidores de
ese partido, y posiblemente de su líder Gonzalo) de la revolución mundial. Hay
que aclarar que esta idea propagandista, primero, no había sido ni publicada ni
respaldada oficialmente por parte del partido Ese Ele, era solo una opinión
ditirámbica; segundo, sus divulgadores oficiosos ignoraban a las importantes
guerras populares (quizás con desarrollos distintos a las acciones de la
organización peruana) de Filipinas y de la India.
De
todas formas, esa opinión se filtró a nivel internacional, pero nunca se
expresó, según se deduce de la respuesta de Ajith, en forma adecuada, dentro de
las reuniones formales que se realizaron con las organizaciones maoístas. Ajith
tiene razón al refutar en este punto a Avakian: este imputa falsamente a sus
contendientes una intención de subordinar todos los partidos a una dirección
heroica y moralmente incuestionable; sin embargo, esta tradición de
autoalabarse como vanguardia consecuente, que une teoría con práctica, a
diferencia de otros “competidores” que solo sostienen la teoría de palabra,
pero no corren riesgos ni de vida ni de acción, está bastante extendida dentro
de la idiosincrasia pequeñoburguesa de muchas zonas. Es posible entonces que
los estadounidenses hayan escuchado ese cotilleo informal que salió desde el
país Perú y luego lo achacasen a la reunión general, frente a eso Ajith refuta:
Partamos de esto. ¿Ha propuesto la Reunión
Especial que las guerras populares dirigidas por los maoístas se tomen como
puntos de referencia y pilar estratégico para convocar una conferencia internacional
o para construir una organización internacional? No. Por el contrario, ha
puesto explícitamente la cuestión de la línea ideológica y política en el
centro de este proceso.
Con gran ayuda e impulso de las guerras
populares, primero de Perú y luego de Nepal, los partidos del MRI habían
desarrollado un entendimiento común del contenido de las guerras populares.
Pero eso no fue de ninguna manera uniforme. Sin embargo, es la primera vez que
oímos de una opinión que ignoraba las “posiciones políticas e ideológicas
generales” y exigía la incorporación de nuevos partidos basándose en si estaban
llevando a cabo la lucha armada bajo la bandera del Maoísmo
Sin
embargo, el segundo párrafo da a entender que esa coordinación maoísta en
particular, el MRI, tuvo muy en cuenta como paradigma de guerras populares
contemporáneas a esas dos experiencias referidas, las cuales más tarde
terminaron en fracaso por distintas razones; aunque al parecer otras
experiencias sí se tomaron en cuenta, pero sin la intensidad en la que se
evaluó, y propagandizó, la experiencia del partido de Perú Ese Ele. Al
respecto, tampoco sabemos si el partido de Filipinas tuvo participación
directamente en esos eventos del MRI.
Las
líneas de este acápite anterior no son una refutación a Ajith ni un
alineamiento con Avakian, tampoco son una evaluación de los procesos de Nepal,
la India o Perú, solo son una toma de posición provisional hasta tener mayores
elementos de juicio.
-Primera refutación de Ajith al leninismo
avakianano (Capítulo 4. Malinterpretando a Mao)
Avakian
lanza una declaración realmente absurda intentando devaluar el marxismo al
considerarlo un pensamiento patriótico y eurocéntrico disfrazado de socialismo,
por supuesto sin un mínimo de argumentación, al estilo típicamente
norteamericano; Avakian considera que el leninismo es el ingrediente, en clara,
y tosca, analogía con la química, que impide tanto una inevitable aplicación
socialdemócrata y chauvinista eurocéntrica del marxismo puro como también de
nacionalismo, chauvinismo y democracia burguesa en el maoísmo o del pensamiento
Mao:
[E]n la situación de hoy, el Leninismo es el
eslabón clave en la defensa y aplicación del Marxismo-Leninismo, pensamiento
Mao Zedong. Voy a decirlo de una manera un tanto provocativa: sin el Leninismo,
el Marxismo es social-chovinismo y social-democracia euro-céntricos; sin el
Leninismo, el Maoísmo es nacionalismo (y también, en ciertos contextos,
social-chovinismo) y democracia burguesa. […] el Leninismo […] es precisamente el puente entre el Marxismo y el
pensamiento Mao Zedong, lo que es hoy el eslabón clave en darle al
Marxismo-Leninismo, pensamiento Mao Zedong su carácter integral general y síntesis
como la ciencia de la revolución y la ideología revolucionaria del
proletariado. “¿Conquistar el mundo?
Deber y destino del proletariado internacional”
La
idea de Avakian está muy equivocada y le hace el juego al anticomunismo de toda
la vida. Es sabido que los “marxólogos” burgueses argumentan en sus ensayos
limitaciones y equivocaciones de Marx y Engels en todos los aspectos de su
pensamiento, pero la forma de afrontar estos ataques no es caer en discutir con
cada uno de los argumentos, tarea muy importante para los intelectuales
marxistas pero no para las vanguardias políticas, las cuales tienen actividades
más urgentes; tales vanguardias o partidos, frente a las innegables
limitaciones que puedan existir, puesto que el marxismo se desarrolla no por
acumulación, sino por dialéctica de lo nuevo contra lo viejo o limitado, tienen
como tarea, decimos, ceñirse a lo fundamental del marxismo: la necesidad
histórica de una revolución proletaria para superar la contradicción entre la
burguesía explotadora y opresora y el amplio pueblo trabajador, principalmente
el sector dependiente asalariado, para luego llevar adelante el socialismo a
través de la dictadura proletaria. Marx y Engels fueron los fundadores de esa
doctrina esencial y Lenin la desarrolló y llevó a una etapa superior al dirigir
la revolución de Octubre y perfilar mucho mejor la dictadura del proletariado.
Frente
a la guerra mundial entre los recientes imperialismos europeos, Lenin tuvo una
posición internacionalista, simultáneamente a las condiciones para una
revolución, por lo menos en el eslabón más débil de los países imperialistas;
su perspicacia práctica estuvo aunada a una visión integral de la época del
imperialismo naciente. Esta visión internacionalista fue la adecuada en su
tiempo, la revolución socialista luego no pudo avanzar más allá de Rusia en
forma victoriosa, fracasando en Alemania, Finlandia y Hungría. Esa época no se
volvió a repetir con las mismas circunstancias, la segunda guerra mundial se
dio ya en otras condiciones.
Por
otro lado, la acusación de socialdemocracia o de socialchauvinismo en el
marxismo es gratuita, en ningún momento el marxismo planteó una posición
favorable a la evolución pacífica del capitalismo o planteó algún programa
redistributivo como sustituto de la revolución social, no hubo tal inclinación a la socialdemocracia; en
cuanto al supuesto socialchovinismo, tampoco destacó a un proletariado nacional
frente a otro, Marx sí se refirió a la desigualdad de conciencia entre
generaciones de proletarios, pero no a una desigualdad de conciencia entre el
proletariado de un país respecto a otro como supone Avakian.
Ahora,
en qué sentido el leninismo es una superación del marxismo, lo es efectivamente
pero no como negación total ni como intensidad mayor de los postulados
marxistas, sino como desarrollo cualitativo y cuantitativo de los principios de
la dictadura del proletariado dentro de una etapa de desarrollo económico y
político que sobrevino a las sociedades capitalistas desarrolladas.
En este último respecto hay una polémica
bastante extensa entre los partidarios de distintas concepciones sobre la
doctrina del proletariado; en primer lugar, hay una visión economicista del
desarrollo del marxismo, para la cual solo puede concebirse el marxismo como
pensamiento revolucionario correspondiente a la fase de libre competencia del
capitalismo y al leninismo como el pensamiento revolucionario correspondiente a
la fase monopolista del capitalismo. Las otras versiones sobre la doctrina del
proletariado son políticas, la que estaría en segundo lugar en esta enumeración
es la que considera que las etapas de la doctrina están en función de
experiencias hacia la toma del poder del proletariado, el marxismo
correlacionado con la comuna de París, el leninismo con la Revolución de
Octubre y el maoísmo con la revolución China de 1949 y con la Revolución
cultural de 1966, hay que aclarar que dentro de los que consideran el maoísmo
hay quienes postulan que lo central de la doctrina maoísta, y que la eleva a
categoría de tercer etapa, es el planteamiento de la guerra popular como medio
de tomar el poder para el proletariado, guerra popular como principio
estratégico para todo el mundo.
Volviendo
a la tesis avakiana sobre que gracias al leninismo el marxismo puro no puede
hacer desviaciones socialdemócratas y que gracias al leninismo el maoísmo se
llega a neutralizar en sus tendencias nacionalistas parece que con la defensa
de Lenin lo que en realidad esconde es, so capa de mediatizar al maoísmo,
criticar la idea estratégica de revolución por etapas, lo decimos porque hay
que relacionar esta tesis avakiana con su conocida y errónea crítica a la
táctica de frente único con la burguesía democrática en la segunda guerra
mundial y su actual teoría sobre que las contradicciones interimperialistas
determinan mucho más la táctica del proletariado de los países subordinados,
encaminando ahora las revoluciones hacia una especie de “revolución socialista
sintética” que resuma las tareas democrático nacionales y socialistas en un
solo proceso; al menos eso es lo que insinúa, o se debe deducir de su turbulenta
fraseología; a continuación los segmentos que aluden a lo referido:
[...] tenemos que llevar la nación china al
socialismo y de ahí al comunismo y al mismo tiempo tenemos que apoyar y hacer
todo lo que podamos por hacer avanzar la revolución mundial de manera que la
gente de todo el mundo y de todas las naciones también avance al comunismo”.
Creo que así era como Mao veía las cosas, pero no es totalmente correcto.
(Conquistar el mundo)
“[...]
una cierta tendencia recurrente a convertir en principio la política de usar
las contradicciones entre los enemigos, de derrotar a los enemigos uno por
uno”.
(En) la época del imperialismo en particular
la arena internacional y los cambios y sucesos a ese nivel son más decisivos y
determinantes de lo que pasa en un país que las “condiciones internas” tomadas
por sí mismas. (Obrero Revolucionario 1263 dic. 2004)
[el número de etapas] está más determinado por
lo que ocurre en el mundo en su totalidad que por lo que ocurre en un país”
Por
otro lado, en la defensa que hace de la base doctrinaria Ajith incide en que
existe una unidad dinámica de los tres desarrollos, unidad mutua que le otorga
al mlm un poder de perspectiva:
Dado que el MLM es un todo integral, se podría
pensar en varias combinaciones — Marxismo sin Leninismo o Maoísmo sin Marxismo,
etc.— y atacarlas por manifestar una u otra desviación. También se puede
argumentar, correctamente, que, sin ser suplementados, informados, por las
ideas de uno u otro cada uno de ellos estaría incompleto. Pero está el asunto
aún más importante del desarrollo cualitativo de esta ideología y las alturas
que ha alcanzado. Porque una vez que tal salto ha tenido lugar, entonces éste
se convierte en el punto de vista. Este
salto proviene de la ruptura y la síntesis. Le dan a la ideología Marxista su
continuidad básica, su carácter integral global. Por ejemplo, la amplitud y la
profundidad de la perspectiva que es posible actualmente mediante el MLM viene
dada precisamente por el salto y la síntesis logrados mediante el Maoísmo. Esto
no sería posible hoy en día con el Marxismo o el Marxismo-Leninismo.
Al
respecto, primero, creemos que es incorrecta la tesis economicista mencionada
respecto a que “solo puede haber dos etapas en la doctrina pues todavía la
sociedad mundial no ha completado su transformación al socialismo, así que el
leninismo es la última etapa todavía vigente”. Segundo, los aportes de la
revolución China tienen una gran extensión y aplicabilidad, pero considerar que
el centro de la doctrina comunista es, en todas las etapas, el desarrollo de la
estrategia y táctica militares es erróneo. Así el maoísmo reducido a la guerra
popular, tendencia del gonzalismo, está equivocado, es un tipo de maoísmo
discapacitante y mutilador, pues resulta sumamente reductor del avance
simultáneo de partido, frente e instrumentos (dentro de estos, las fuerzas
armadas) y del avance en el frente teórico
En
la actualidad consideramos que la mayor parte de los aportes de Mao Tse Tung
son de una naturaleza cualitativa de aplicabilidad universal en el plano de la
filosofía y de aplicación parcial en el plano de la política, por lo que
defendemos la formulación “pensamiento Mao” para los fundamentos principistas
de la vanguardia política, estamos de acuerdo en que se debe aplicar en el análisis
de la situación política tanto nacional como internacional el marxismo
leninismo pensamiento Mao. Particularmente el análisis de contradicciones y las
manifestaciones de la lucha de contrarios a todo nivel es una muy importante
guía o fundamento para construir tácticas, líneas de acción y estrategias.
Respecto a la necesidad o no de asumir estos fundamentos formulados como una
etapa en la doctrina, opinamos que por un largo periodo se hace necesario que
cada partido o vanguardia fije su posición: si acepta el mlm, bien, si acepta
el mlpm nos parece bien; lo que no es correcto es no aplicar los fundamentos
asumidos consecuentemente y no discriminar en la crítica y el ataque las
contradicciones antagónicas de las no antagónicas. Es posible que no todas las
vanguardias asuman adecuadamente sus versiones, sea de mlm o de mlpm, y por
tanto a priori no se puede descalificar como revisionismo una u otra
formulación, nos parece que este asunto es de larga dilucidación y solo el
proceso histórico futuro asentará una decantación más generalizada sobre el
desarrollo de la doctrina del proletariado.
Ahora,
la posición de Ajith al respecto está enfocada, a través de la crítica a
Avakian, a que el maoísmo es un desarrollo de las características de un nuevo
partido proletario respecto a como lo fue en la época de Lenin:
El concepto de partido en los tiempos de Marx,
Lenin y Mao no era el mismo. De hecho, hablar de un partido leninista sin
absorber el avance logrado por Mao, incluyendo su corrección de algunas de las
aberraciones que se habían deslizado en él, sería ir hacia atrás. Es por eso
que hoy debemos hablar del partido Maoísta. Hoy el eslabón clave es el Maoísmo,
no el Leninismo, no sólo en el partido sino en todos los aspectos de la teoría
y la práctica comunista. Esto puede ser reconocido por aquellos que comprenden
firmemente el Maoísmo. Aquellos que insisten en que se haga del Leninismo la
base de la síntesis y el eslabón clave no podrán comprender esto, no importa
cuál sea su deseo subjetivo.
Ajith
no adelanta las diferencias específicas entre un partido de tipo leninista
frente a un partido de tipo maoísta, además, él recae en el estilo analógico y
confuso de Avakian cuando dice que el “eslabón clave” es el maoísmo y no el
leninismo. Lo adecuado es especificar qué aspecto o posición concreta sobre el
partido del proletariado es omitida por el leninismo o debe ser superada o
corregida o restringida con una nueva formulación debida a Mao Tse tung, sobre
este particular conocemos la posición del partido de Perú, planteando que la
guerra popular es el aporte fundamental de Mao y por eso la construcción
militarista de un partido de nuevo tipo diseñado para la guerra popular es el
natural desarrollo del maoísmo, tal desarrollo lo hizo su líder Gonzalo y por
esta razón denominan “cuarta espada” a las posiciones de aquel; otras posiciones teórico-prácticas
sobre el partido planteadas por este grupo son el pensamiento guía, la fracción
roja y la sujeción a la jefatura, Sería inadecuado discutir estos
planteamientos aquí, pues no es el propósito de los comentarios, tampoco
podemos suponer que Ajith conoce o comparte estos puntos de vista; aunque sí
sabemos que critica al partido peruano Ese Ele por su exigencia de juramento de
fidelidad a la jefatura,
Pero
Ajith cree que la obsesión de Avakian con el leninismo está relacionada con una
visión de este respecto al partido que en realidad le corresponde a Stalin:
hemos
escrito sobre el “aparente encaprichamiento con el Leninismo” del PCR. Bien,
esto es así porque en algunos aspectos del concepto de partido está
completamente ocupado con las aberraciones que llegaron más tarde a través de
Stalin, en lugar de los puntos de vista de Lenin. El culto a la dirección que
el PCR ha construido sin cesar a lo largo de los años es un ejemplo de ello. El
necesario surgimiento de líderes del partido con autoridad es totalmente
diferente a los cultos a la dirección. Sabemos bien que Lenin se oponía
completamente a la construcción de tal culto. Esto comenzó con Stalin y fue
llevado a proporciones ridículas. Aunque Mao corrigió algo de esto, no rompió
totalmente con esta tradición negativa transmitida por la Comintern.
Como
se observa, Ajith extiende también a la Comitern, e incluso en parte a Mao, el
error del culto a la dirección que comenzó con Stalin; quizás el nuevo partido
comunista maoísta a edificar o por reconstituir contenga una recusación a
cultos a la personalidad y esa sería una de las características que lo hacen
distintivo respecto a lo que fue el partido en época de Lenin, no lo sabemos,
pero sí que estamos de acuerdo con que el culto a la dirección es negativo para
el desarrollo del partido y hasta de las organizaciones populares, además
habría que extender tal error al actual culto a las personalidades clásicas e
históricas, entendiendo por culto la exaltación de la autoridad de la persona
al margen de las necesidades actuales de la teoría y organización
revolucionarias, necesidades que exigen aplicación creativa y no solo
repetición ritual, exigen evaluación fría de la vigencia, limitación o
desarrollo de puntos de vista históricamente situados, y por tanto limitados,
que puedan estar impidiendo el desarrollo de la línea y la organización.
Respecto
a los cultos a la dirección, concretamente Ajith hace precisiones muy actuales
e importantes:
Los cultos a la personalidad nunca pueden ser
justificados en el Marxismo. Pero en lugar de rechazarlos totalmente, Mao se
limitó a criticar sus manifestaciones extremas.
Aunque esto se busca justificar apelando a la
compleja situación de la lucha de clases en China, es inaceptable por
principios. La cuestión no es el grado de adoración, o incluso si alguien
merece ser adorado. Tales cultos fomentan una conciencia de infalibilidad de un
individuo, de una dirección e indirectamente de ese partido; algo que el
concepto de partido Maoísta rechaza pero que se ve en el adjetivo del partido
chino, “siempre correcto”. Ejemplos contemporáneos, de partidos maoístas que
justifican sus cultos al liderazgo citando a Mao, son un toque de atención
sobre la necesidad de lograr claridad en este asunto.
Dentro del MRI, esta enfermedad era
abundantemente visible en el caso del Partido Comunista del Perú (PCP) y el
PCR. Se llevó al extremo con miembros del PCP jurando subordinación a su
presidente.
Una vez (que) decides que debes tener un líder
canonizado, entonces una historia de absoluta corrección se convierte en un
deber. Deben elaborarse y propagarse falsedades políticas. El PCR ha decidido
recientemente que “una cultura de apreciación, promoción y popularización en
torno al liderazgo, el cuerpo de trabajo y el método y enfoque de Bob Avakian”
es una de las tareas principales del partido. La construcción de un culto se ha
llevado desde entonces a proporciones vulgares, tan profusamente vistas en sus
publicaciones.
Hay
que recordar que el MRI en sí se cuajó con una gran reverencia hacia el PCP y
hasta con un gran respeto, o expectativa, sobre el PCR. No estamos enterados si
anteriormente a 1984, cuando se formó el MRI, hubo coordinaciones
internacionales de partidos que apoyasen las guerras populares de India y
Filipinas con la misma fuerza que tantos partidos maoístas y simpatizantes del
pensamiento de Mao apoyaron al corto proceso peruano y luego al más corto
proceso nepalés. La historia, la terquedad de los hechos a 2025, debe ser
considerada: subsisten los partidos y procesos indio y filipino y algún otro
núcleo (no estamos seguros) y han sido derrotados, por ahora, los procesos
peruano y nepalí. También es un hecho que existe ya una división entre una
apresurada, e incandescente, Liga Comunista Internacional (¡cómo nos recuerda
ese nombre a algún trotquismo!) y una confluencia de frente ideológico maoísta
alrededor de la Revista Revolución Obrera.
-Segunda
refutación de Ajith al “leninismo” avakianano (Capítulo 5. Una perversión
del internacionalismo)
Ajith
prosigue en su refutación del falso leninismo avakianano, refutando las
críticas que Avakian hace al supuesto chovinismo nacional de Mao:
Uno de los argumentos planteados por Avakian
para sustituir el Maoísmo por el Leninismo como “eslabón clave” es su acusación
de nacionalismo contra Mao... Él ve manifestaciones de esto en la forma en que
Mao veía las perspectivas de la revolución mundial, su análisis de la situación
mundial, su política en el frente unido y sus posiciones filosóficas…En opinión
de Avakian:
[...] [E]n la época del imperialismo en
particular la arena internacional y los cambios y sucesos a ese nivel son más
decisivos y determinantes de lo que pasa en un país que las “condiciones
internas” tomadas por sí mismas. “Sobre
las bases filosóficas del internacionalismo proletario”
Tratemos
de seguir su lógica. Avakian comienza admitiendo la corrección de la
observación de Mao de que:
[.]
[L]as causas externas constituyen la condición del cambio, y las causas
internas, su base, y que aquéllas actúan a través de éstas.
Incluso
admite que esto fue un golpe al pensamiento metafísico que veía los factores
externos como decisivos. Pero luego cambia de rumbo y declara:
Pero
hasta cierto punto, hubo la tendencia a concebir y aplicar este principio en sí
mismo de manera metafísica, lo cual estaba vinculado a una cierta cantidad de
nacionalismo en el partido Chino, incluso entre los genuinos
marxistas-leninistas, incluso Mao
La acusación de Avakian es que la opinión de
Mao de considerar los factores internos de China como la base de su cambio
revolucionario representaba una visión nacionalista. Él contrasta esto con lo
que afirma ser el punto de vista internacionalista correcto. El argumento es el
siguiente: como lo que es universal en un contexto se convierte en particular
en otro, y viceversa, lo que es interno en un contexto se convierte en externo
en otro. Cuando se mira desde el ángulo de un país, la situación mundial es
externa a él.
Pero también es cierto que, en otro contexto,
China, los Estados Unidos y el resto de los países del mundo forman partes del
mundo (de la sociedad humana) en su conjunto, con su contradicción y cambio
internos, determinados de manera general por la contradicción fundamental de la
época burguesa, entre la producción socializada y la apropiación privada. Esto
significa que, en un sentido general, el desarrollo de la lucha de clases (y
nacional), el desarrollo de las situaciones revolucionarias, etc., en cada país
concreto están más determinados por la evolución del mundo en su conjunto que
por desarrollos de los países concretos
- determinados no sólo como condición de cambio (causa externa) sino como base
del cambio (causa interna)
Avakian
desemboca acá en un discurso trotquista renovado, no hay que dejarse engañar
por su camuflada fraseología falsamente maoísta: con su hiperdeterminación de
la contradicción fundamental para hacerla parecer como directamente interna a
las situaciones concretas y además determinante de todas “las otras
situaciones” -eliminando las contradicciones principal y secundarias y
sustituyéndolas por una abstracta lucha de clases- hace aparecer forzadamente una jerarquía entre lo “interno
principal” y lo “interno secundario”, reemplazando así el análisis en base a contradicciones
particulares, haciendo desaparecer la diferencia entre fundamento y expresión
particular de lo fundamental, entre el desarrollo general y los desarrollos
desiguales, inevitables debido a la naturaleza económica contradictoria de los
capitalismos monopolistas y nacionales; este error de considerar un solo
capitalismo que monitorea todo el mundo con su omnipotencia ya fue detectado
entre los trotquistas, pero lamentablemente incluso algunos maoístas, no solo
los falsos como Avakian, sino también los de buena fe asumen este punto de vista
de homogeneización del capitalismo imperialista.
Ya
el mismo Ajith demostró que esa contradicción fundamental, apropiación privada,
burguesía, vs producción socializada, proletariado, genera el caos de
competencia interburguesa (y no al revés), lo cual hemos especificado se
traslada aumentado a distintas contradicciones interpaíses, con el uso de la
política de estado. Pero a su vez, los anteriores desarrollos particulares,
tanto de capitalismos nacionales y capitalismos dependientes, generan desigualdades
que hacen diferentes situaciones particulares de conflicto y alianza lo cual es
otro factor para las contradicciones interimperialistas e intercapitalistas.
Ajith asimismo se refirió a que esos desarrollos particulares, aunque ligados
al afán de acumulación y mayor ganancia, también generan inevitablemente
contradicciones más particulares en las bases sociales en todo el mundo: las
luchas de clases nacionales y las luchas de clases intranacionales, estas
últimas pueden tener antecedentes aún más antiguos, como los feudalismos, y se vinculan con los nuevos sectores, por
ejemplo en la alianza de aristocracias feudales con oligarquías intermediarias
proimperialistas.
Ajith
dice acertadamente que existe una relativa independencia entre las
contradicciones mundiales y las contradicciones particulares al nivel de países
y regiones, que es cierto que ambos niveles se influyen, agregaríamos que en
algunas subépocas el peso de lo particular es más importante que las
contradicciones mundiales, pero en otras, como ahora, el peso de las
contradicciones mundiales es un poco mayor que las contradicciones particulares
y por tanto su influencia sobre lo particular puede ser mayor también;
justamente el determinar esos niveles y realidades forma parte del trabajo
cotidiano de las direcciones partidarias y de sus bases:
Podemos
analizar y hablar de las contradicciones que se ven en el mundo en su conjunto
sólo a un nivel claramente diferente del de los países, aunque éstos conforman
el mundo, están influenciados por la situación mundial y a su vez influyen en
ella. Ni la situación mundial es la suma total de las situaciones de los
distintos países, ni la situación de ningún país es un fragmento de la
situación mundial. Avakian hace malabares con la palabra “contexto” cuando
afirma que “lo que es interno en un contexto se convierte en externo en otro”.
En el caso concreto que aquí se examina, el cambio de “contexto” (de la
situación en un país a la situación mundial en su conjunto) significa una
dimensión totalmente nueva y cualitativamente diferente. Por lo tanto, apelar a
la naturaleza relativa de lo interno y lo externo no sustenta de ninguna manera
la conclusión a la que llega Avakian
Por
último, en relación con este caos planificado, compuesto de alineamientos con Lenin
algunas veces o alineamiento con Mao en otras veces para luego introducir el
trotquismo con un nuevo camuflaje, todo aderezado con autosuficiencia
simplificante típicamente estadounidense, Ajith dice de la presentación de
Avakian:
la insípida declaración de Avakian sobre la
contradicción interna y los cambios en el mundo en su conjunto “determinada de
manera general por la contradicción fundamental de la época burguesa” es un
tratamiento bastante superficial de la cuestión. En cualquier período particular,
una u otra contradicción importante será la principal. Sin duda, todas estas
contradicciones, incluida la contradicción principal, están globalmente
determinadas e influenciadas por la contradicción fundamental. Pero en
cualquier período concreto la contradicción principal, y no la contradicción
fundamental como tal, determinará o influirá en la existencia y el desarrollo
de las demás contradicciones.
La
“época burguesa” de Avakian borra la diferencia entre era, época y periodo para
el desarrollo objetivo de la realidad mundial y las realidades particulares.
Repetimos: la contradicción fundamental se materializa en múltiples procesos
objetivos, procesos que a su vez se suman a precedentes históricos, económicos
y superestructurales. Tales procesos se constituyen en contradicciones
relativamente independientes de las manifestaciones particulares directamente
dependientes de la contradicción entre producción social versus apropiación
privada, como es la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, la
cual a su vez se manifiesta en formas también desiguales y particulares en los
diferentes países, según sea la condición de estos últimos. Los procesos
independientes; es decir, las contradicciones nacionales, internas y externas y
las contradicciones mundiales son enfrentamientos complejos que implican
alineamientos de varias clases sociales, así en algunos países se establece un
capitalismo intermediario en donde la burguesía interpósita no solo oprime
directamente en sus empresas a sus obreros internos, sino que a través de su
actividad empresarial y política oprime también, externamente a sus empresas, a
campesinos, pequeño burgueses y
burgueses nacionales, aunque esta opresión no es solo económica y no solo con
plusvalía, sino con mecanismos de monopolio financiero, rentas impuestas a la
población en general, control de precios y extracción indirecta de plusvalor.
Dependiendo de las intervenciones imperialistas pueden forjarse contradicciones
súbitamente agudas entre el pueblo de esos países y el imperialismo agresor, lo
cual es una manifestación, una forma, de la contradicción entre los pueblos de
gran parte del mundo contra el imperialismo norteamericano, puesto que éste
último es la mayor importancia ahora. Esto no quiere decir que hasta la intervención
abierta no existan formas antagónicas de esa contradicción, existen, pero se
manifiestan en formas distintas a las de un frente o frentes de resistencia o
salvación nacional.
Ajith,
sin embargo, achaca a una condición de cobardía u oportunismo, la fraseología
de Avakian sobre la situación mundial:
En el mundo actual la contradicción entre el
imperialismo y las naciones y pueblos oprimidos es la principal. Pero, aunque
la India, o un país ocupado como Afganistán o Irak, son todos países oprimidos,
la influencia que ejerce la contradicción principal sobre la situación de cada
país es claramente diferente. Obviamente, esto está determinado por las
particularidades socio-políticas-culturales-económicas de estos países. Si no
se captan estas especificidades internas, las fuerzas Maoístas nunca tendrán
éxito en sus tareas. Y nunca las comprenderán si no logran entender que éstas
emergen de las particularidades internas de su país y están más determinadas
por ellas. La versión distorsionada del internacionalismo del Avakianismo niega
esto. Es una receta para aislarse del pueblo. Peor aún, proporciona una excusa
para dejar pasar el tiempo con el pretexto de esperar a que la situación
revolucionaria sea “determinada por los acontecimientos mundiales”.
Creemos
que se trata de una consecuencia muy cercana a la organización estadounidense,
pero no parece posible que se trate de un asunto de desánimo y pereza, aunque
sí de pesimismo sobre la potencialidad de las masas y de autoexaltación de la
propia organización; pero esta convivencia paradójica de dos extremos no solo
puede estar presente en el grupo estadounidense, es posible que también se
detecte entre otros varios sectores.
Lo
fundamental de la explicación de Ajith es que la contradicción mundial entre el
imperialismo estadounidense y los pueblos oprimidos se expresa de forma
diferencial de acuerdo a la historia y a la realidad particular de cada país,
incluso de cada zona. Cada realidad impondrá inevitablemente diferentes tareas
a las vanguardias respecto al abordaje de la revolución o preparación de la
revolución en cada país, en algunos será posible cierto nivel de lucha, en
otros ese nivel de lucha no será posible, pero habrá otras formas de
lucha y organización, aunque esto último no lo dice Ajith.
Parece
que Avakian cree que los países oprimidos deberían no solo aguardar a que la
situación mundial se agudice, en una nueva disputa interimperialista, y luego
con rápidas asonadas (al estilo de las revoluciones de colores, como las
árabes, estas confusamente apeladas también por Ajith, aúpen poderes locales
“sintéticos” que deriven en revoluciones socialistas), su esperanza está más
depositada ahora en el Medio Oriente, Europa, México; es decir, grandes regiones más urbanizadas “leninoides”
y ya no en las regiones rurales subsistentes en el sur de América, en África o
en la India, más “maoides”.
-Refutación
de Ajith a posiciones trotsquizantes de Avakian (Capítulo 6. La tarea
nacional en las naciones oprimidas)
Avakian
introduce un grave error al equiparar la burguesía imperialista con la
burguesía intermediaria cuando dice que la penetración imperialista en un país
oprimido iguala a ese país con las condiciones del país opresor, y por tanto la
estrategia que es válida para el país opresor debe trasponerse también al país
oprimido en base a esta supuesta equivalencia entre burguesías, veamos como lo
presenta Ajith:
Ya hemos hablado de la transposición mecánica
de Avakian de las contradicciones internas y externas de un país. Además,
critica las observaciones de Mao sobre el cambio de la contradicción principal
Mao considera la contradicción con el
imperialismo como una contra una fuerza externa. Esto es lo que ofende a
Avakian, ya que para él 1) es interna al mundo en su conjunto y 2) a través de
su penetración, se convierte en una parte intrínseca de la estructura
socioeconómica de los países coloniales y semicoloniales. Ya hemos visto lo
absurdo de su primer argumento. El segundo se basa en una base más sólida,
siempre y cuando se tengan en cuenta las especificidades del capitalismo
burocrático, la principal forma de penetración imperialista, y el
semifeudalismo. Pero, aunque el imperialismo se vuelve intrínseco a través de
ellos, la crítica de Avakian falla. Más aún, demuestra ser una receta para un
sectarismo suicida.
Avakian
tiene que igualar imperialismo con capitalismo, resaltando solo la condición
económica explotadora de este último y descartando la división del trabajo que
impone el capitalismo monopolista a las economías semicoloniales y
dependientes: el capital monopolista se reserva las fábricas, se reserva el
capital, a través de la bolsa y de los bancos; se reserva las ganancias de las
economías dependientes a través de los paraísos fiscales, las bolsas y otros
mecanismos de financiación; impone rentas a los sectores no asalariados a
través de patentes, regalías e impuestos; impone rentas también a través de
desigualdad comercial, incluso a sectores propietarios y exportadores de esos
países; todo esto lo desecha el discurso demagógico de “capitalismo
imperialista internalizado en los países dependientes” de Avakian.
Por
otro lado desconoce que la burguesía intermediaria es la que está al frente de
los países y tal burguesía manifiesta tensiones internas que se originan en la
vinculación con las secciones particulares de distintas burguesías
imperialistas y monopolistas, divididas en países y que compiten entre sus
fracciones y generan esferas de influencia en las colonias y semicolonias;
estos países semicoloniales, por decadencia de la dominación, llegan a una
situación de autonomía formal respecto a las decisiones políticas de los
grandes países, no se da inmediatamente una sujeción porque se guardan las
formalidades y se establecen los lazos de dependencia a través de préstamos,
instancias internacionales como el FMI o el Banco Mundial, además de la
interacción política (estas formalidades fueron de la mayor importancia en el
periodo del desarrollismo en la década del 60 en los países semicoloniales
suramericanos, por ejemplo, y luego en el subsiguiente periodo con las
organizaciones internacionales que impusieron las políticas neoliberales en
estos países so pretexto de separar la “economía técnica” de la política). Por
eso la realidad de los países semicoloniales es independiente de la dinámica
interna de las contradicciones interimperialistas y mucho más de la dinámica
interna o realidad política de los países avanzados, mucho más si se trata de
Estados Unidos, la realidad inmediata entonces no es económica directa y
continuamente, sino política con raíces en la economía.
La
consecuencia que crearía una política avakiana sería el focalizarse
exclusivamente en la revolución obrera socialista dejando en un solo bloque
enemigo a la derecha de la pequeña burguesía, incluyendo un sector del
campesinado (esta política ya la practican en América hoxhistas y trotquistas),
y a la burguesía nacional (sector exiguo e inconsecuente), pero existente; lo
dice claramente Ajith:
Cualquier razonamiento que niegue la
externalidad del imperialismo socavará inevitablemente la capacidad del partido
comunista para unirse con el justo sentimiento nacional del pueblo y movilizar
a la gran mayoría del país en una guerra de liberación nacional.
A pesar de muchas palabras bonitas, en el
esquema Avakianista, la tarea nacional, incluso en un país oprimido, se trata
en esencia como una carga no deseada que sufre su proletariado “ideal”. Se
admite, y luego se socava. Su perversión del internacionalismo le fuerza a
negar la necesidad de que el partido del proletariado levante la bandera
nacional en esos países. La postura de
Mao, “en las guerras de liberación nacional el patriotismo [es] la aplicación
del internacionalismo”, es rechazada como nacionalismo.
La
tarea nacional y democrática en una primera etapa revolucionaria está vigente
incluso ahora que muchos países han evolucionado a través de una vía Junker
terrateniente en su región rural, pues las distorsiones de la economía
intermediaria en esos países exigen un periodo de alianza con la pequeña
burguesía -los “trabajadores independientes o free lance”- dirigida esta
alianza claro por el proletariado, para desarrollar las fuerzas productivas lo
suficiente para dar una base diversificada e industrial integrada y no solo
extractiva al país, para avanzar paralelamente con la economía socializada y la
economía colectiva en un frente dirigido por el sector estatal.
Pero
Avakian utiliza una falacia clásica de tomar la parte por el todo para atacar a
Mao:
Mao había propuesto el enfoque: “Hacer que el
pasado sirva al presente, y que las cosas extranjeras sirvan a China”. La primera alerta contra el desprecio
comprador modernista a los conocimientos y tradiciones del pasado. También rompe
con la adoración acrítica del pasado donde los valores feudales se llevan bajo
el disfraz de la cultura nacional. El segundo advierte contra la imitación de
cosas extranjeras propio de la mentalidad compradora o su rechazo xenófobo. Avakian ataca este enfoque dialéctico. Recoge
las palabras “servir a China” y las esgrime como un ejemplo más de las
tendencias nacionalistas de Mao. Este es
un ejemplo particularmente chocante de cómo la versión distorsionada del internacionalismo
de Avakian le lleva a descartar las tareas revolucionarias, provocadas por las
especificidades de las condiciones coloniales y semi-coloniales, incluida la de
absorber críticamente el legado nacional. Es una burda manifestación del
economicismo imperialista que ha sido una marca del enfoque del PCR desde hace
mucho.
El
desarrollo nacional de países socialistas es una fase, o será una fase, muy
larga en el futuro del socialismo a nivel mundial, sin duda, habrá
contradicciones entre los países socialistas, (recordar los conflictos Rusia-China,
China-Vietnam, las diferencias Norcorea-China, Cuba-China), pero se debería
trazar una línea para abordar estas contradicciones en un nivel no antagónico.
No puede en todo caso aceptarse la idea avakiana de un internacionalismo
estatal mundial absoluto prescindente de etapas democrático-populares en los
países semicoloniales en revolución.
En cuanto a la crítica de Avakian a Mao sobre
la utilidad de lo foráneo para China es una postura maniquea, Stalin mismo
admiraba el sentido práctico de los norteamericanos y era partidario de
transferir tecnología de occidente a la URSS, de hecho, aceptó de buen grado la
ayuda de equipamiento de USA en la segunda guerra mundial. La clave está en el
control y filtro crítico, en la aplicación adaptativa de los potenciales
aportes extranjeros. Avakian toma la idea recortada “servir a China” y la
generaliza a una tendencia de chauvinismo dentro de las ideas de Mao, esta idea
no es solo de él, muchos teóricos revisionistas, y últimamente también los
hoxhistas, acusan a Mao de usar el ropaje externo del marxismo para una
concepción campesinista y hasta populista “típicamente china”, planteando así
la tesis idealista de la naturaleza racial intrínseca de las mentalidades
humanas y negando la capacidad de asumir por concepción de clase el marxismo
revolucionario y sus desarrollos.
Ajith
explora o nos refiere otras ideas del abigarrado conjunto de publicaciones de
Avakian y de sus voceros, ideas como esta:
Para dar algunos otros ejemplos de su
economicismo imperialista, a principios de los años ochenta descartaba casi
todas las luchas de resistencia en las naciones oprimidas como meras
extensiones de la contienda interimperialista. En el período reciente repite lo
mismo poniendo entre paréntesis la resistencia en Irak y Afganistán con la
agresión imperialista liderada por los EEUU. El ejercicio de lógica formal es
más bien obtuso: las ideologías de ambos adversarios son reaccionarias, una
imperialista y otra fundamentalista; por lo tanto, se trata de un caso de
confrontación entre reaccionarios.
Avakian
procede de lo general ideológico a lo particular deformado y recortado, parte
de su contradicción principal, Caos versus Organización, contradicción que se
expresa en disputas interimperialistas según él, y luego convierte toda clase
de enfrentamientos y hechos en disputas interimperialistas para que quepan en
su preconcebido encuadre, finalmente distribuye los calificativos
correspondientes: “reaccionarios contra reaccionarios”.
En
la revolución china, incluso cuando el PC propuso el frente de salvación contra
el Japón al Kuomintang, entonces en guerra contra el partido comunista, la
dirección del Kuomintang seguía atacando a los comunistas; pese a esto se
persistió en el frente hasta que la división interna del partido nacionalista
impuso la colaboración con el partido dirigido por Mao; frente a la invasión
imperialista es posible que incluso los sectores recalcitrantes toleren a otras
facciones o entren en un periodo de unidad y lucha, periodo que debe ser
aprovechado por las fuerzas comunistas para el armazón de su propia fuerza
armada y de sus bases de apoyo: es un problema de estrategia, y es un problema
varias veces presentado en diferentes zonas y experiencias. Pero Avakian cree y
postula que debe enfrentarse simultáneamente al mayor número de enemigos
posible y cree, además, que esta estrategia no se aplicó en el pasado por Mao y
por Lenin, o por lo menos insinúa, en una especie de historia-ficción, a la que
son tan aficionados los anglosajones y revisionistas históricos, tal idea; aquí
lo que dice Ajith al respecto:
Por ejemplo, el ataque de Avakian a la visión
de Mao sobre el internacionalismo es precedido por una discusión sobre su
llamado “un avance tipo país por país, primero al socialismo y luego al
comunismo”. Critica “[...] una cierta tendencia recurrente a convertir en
principio la política de usar las contradicciones entre los enemigos, de
derrotar a los enemigos uno por uno”. Se lanza temerariamente y pregunta: si
todos los enemigos del proletariado internacional pueden ser derrotados de una
sola vez, ¿por qué no enfrentarse a todos ellos y hacerlo? El corolario lógico
es el siguiente: “[...] en el contexto de una guerra mundial sería correcto
atacar en varias direcciones, considerando el mundo como un todo; es decir,
oponerse a los imperialistas en general y procurar derrocarlos donde sea
posible en ambos campos, teniendo desde luego en cuenta a situación particular
en los distintos países.” Hay más
del mismo tipo, cómico en sus fantasías, así como alarmantemente suicida en sus
prescripciones. (SUBRAYADO-RED).
Ya
se ha señalado que lo que intenta Avakian es relanzar la teoría de “revolución
socialista o nada” (en la forma de una revolución sintética socialista que
absorba la etapa democrático nacional en los países donde es necesaria) que
además tiene su agente, “El proletariado internacional” (no los proletariados
nacionales, como si el desarrollo desigual no fuese una condición objetiva);
tiene su condición, “el contexto de una guerra mundial”; tiene su táctica,
“oponerse a los imperialistas en general y procurar derrocarlos donde sea
posible en ambos campos”.
Ajith
declara como suicida esa posición porque sus consecuencias serían el sectarismo
extremo y el aislamiento de la clase obrera de los países oprimidos, los cuales
necesitan, incluso ahora con desarrollos capitalistas semicoloniales
predominantes en ellos, una etapa de frente único con otras clases además del
proletariado, debido a la necesidad de desarrollo autónomo no extractivo y de
eliminación paulatina de la dispersión y rezagos semifeudales. Avakian en
especulación desbocada utiliza la historia-ficción para intentar sostener su
tesis trotquizante:
Esto llegó al extremo de fantasear con el
colapso de las dos etapas, la etapa de nueva democracia y la etapa socialista,
de la revolución en las naciones oprimidas en una sola. La fantasía tenía su
lógica: “[...] [Se refiere al número de etapas] está más determinado por lo que
ocurre en el mundo en su totalidad que por lo que ocurre en un país”. El argumento que Avakian presentó fue
iluminador. Preguntó que, si la revolución alemana hubiera precedido a la rusa,
¿no podrían haber manejado la cuestión campesina de una manera diferente? Aceptemos esta especulación. ¿Pero cómo puede
compararse el ejemplo de Rusia, bastante atrasada pero básicamente una potencia
imperialista, con los países oprimidos? En Rusia la tarea democrática debía ser
llevada a cabo por el proletariado como transición. En los países oprimidos es una tarea vital de
la revolución, junto con la tarea nacional, la base para el avance al
socialismo y al comunismo. Es por eso que la revolución tiene dos etapas, la de
nueva democracia y la socialista. ¿Qué sucederá si esto se niega y colapsan en
una sola etapa? La revolución de nueva democracia, que aborda la doble tarea de
la liberación nacional y la revolución democrática antifeudal, será eliminada
con el pretexto de un paso más rápido al socialismo. Aunque más adelante en su
artículo Avakian trató de ocultar las huellas reiterando su adhesión a la
“revolución de dos etapas”, la esencia de sus argumentos equivalía a
contrabandear trotskismo.
-Historia de
contradicciones internas dentro del movimiento (Capítulo 15. La lucha dentro
del MRI)
En
esta parte de los comentarios se hace necesario solo referir los puntos de
vista existentes puesto que no se tiene conocimiento detallado de las
discrepancias y entretelones de las relaciones entre las partes en conflicto;
sin embargo, se hace necesario, en 2025, confirmar la autoría del acuerdo de
paz solicitado por el líder preso del partido peruano Ese Ele. Este hecho es
cierto y frente a tal propuesta se formaron facciones enfrentadas del partido
peruano, una de ellas defendía en toda su extensión el acuerdo de paz; otra
decía que Abimael Guzmán capituló frente al Presidente Gonzalo, que ellos iban
a sostener todavía las ideas de Gonzalo a la vez que criticaban la persona de
Guzmán; y otra tercera, por último, rechazaba en su totalidad a las dos
anteriores posiciones.
Ahora sobre el Perú. Esto implica dos cuestiones
principales. El primero de ellos es la cuestión del autor de las propuestas de
negociación que surgieron poco después de la captura de Gonzalo, presidente del
PCP. El PCR ha alimentado durante mucho tiempo la opinión de que se trataba
nada menos que del propio Gonzalo. Esto se basó en las inferencias extraídas de
la posición errónea del PCP de calificar a la alta dirección del partido como
una “jefatura”, un Gran Líder que está por encima de la colectividad del
partido. En palabras de Avakian:
[...] [S]i alguien está realmente proponiendo
y llevando a cabo una línea que cree que su papel es tan decisivo en la forma
en que la formuló, esa persona podría llegar a la conclusión de que, sin ellos
allí para dirigir, nada puede avanzar.
Nunca tomamos la posición, “oh esto es
definitivamente cierto -Gonzalo está pidiendo un acuerdo de paz- mira esa
venta.” Pero sí tomamos la posición de que era mejor no descartar esta
posibilidad.
Por último, en cuanto a la cuestión de si la
supuesta participación de Gonzalo en la propuesta de negociación era un engaño
o no. En el momento de su carta de enero de 2005, el PCR fue explícito al
acusar a Gonzalo de esta desviación.
Esta preocupación no puede ser descartada de plano y debe ser
investigada más a fondo. Pero no aceptamos esto como suficiente para concluir
la participación de Gonzalo. Esa sigue siendo nuestra posición hasta la fecha.
La posición avanzada en la resolución del Milenio de 2000:
“[...]
no se pueden aceptar comunicaciones indirectas y no verificables atribuidas al
presidente Gonzalo como representativas de su pensamiento [...] la lucha debe
continuar para poner fin a su aislamiento” sigue siendo válida. Junto con eso,
hemos defendido todo el tiempo la opinión correcta presentada en el Llamado del
MRI de marzo de 1995, “Reunión para la defensa de nuestra bandera roja que
ondea en el Perú”, de que “lo decisivo es la línea, no el autor”.
Como se observa, Ajith todavía
creía, en 2012, que podría separarse el hombre del autor.
-Polémica sobre
criterios de unidad partidaria (Capítulo 16. Más astuto, más peligroso...)
Ajith
señala la crítica de Avakian al planteamiento de “pensamiento guía” (que puso
como condición indispensable para la guerra y la revolución la dirección del
partido peruano Ese Ele) para señalar a continuación que Avakian mismo asume a
su modo tal planteamiento con su campaña mundial de creador de la “nueva
síntesis”:
Oponiéndose a las formulaciones del PCP sobre
el Pensamiento Guía, Avakian había dicho:
[...] [Un] “Pensamiento” es una cosa más
trascendental, una cosa más permanente, que cualquiera que sea la línea de un
partido en un momento dado. Un “Pensamiento” es una categoría que, como dije,
está embarazada y en camino de dar a luz un “ismo”. Así que entonces
obtendremos un montón de diferentes “ismos”, y eso no es bueno ni correcto.
Aparentemente ha tratado de resolver este
predicamento de multiplicidad con una “síntesis” que intenta el parto forzado
de un nuevo “ismo”.
Ajith
luego expresa su crítica a la obligación, o la aceptación juramentada, de un
camino o un pensamiento prematuramente exigido como prerrequisito para un
proceso revolucionario:
“… para completar el repudio del Avakianismo,
debemos examinar el proceso, la dinámica, del desarrollo ideológico. Esto
también se hace inevitable en el contexto más amplio de los puntos de vista que
sostienen que el desarrollo del Pensamiento o del Camino es esencial para el
éxito de toda revolución. Recientemente se está haciendo un intento concertado
de propagar este punto de vista dentro del movimiento maoísta
internacional. Primero fue por el PCP y
más tarde reiterada por el PCN (maoísta).
Toda aplicación creativa del MLM, que lleve al
desarrollo exitoso de una revolución (que es una aplicación probada a través de
la práctica), seguramente dará lugar a un entendimiento y comprensión más
profundos del MLM. Incluso aportará nuevos conceptos o ideas, que enriquecerán
el MLM. Pero no es necesario (inevitable) que estas contribuciones
representen un nuevo “Pensamiento”. Es aún menos necesario que representen un
salto a una nueva etapa, es decir, un desarrollo integral del MLM”.
Es
necesario aclarar que los defensores del “pensamiento de Gonzalo”,
informalmente, sin embargo, creen que toda crítica a la exageración evidente
que tiene su postulación se debe a una envidia o una mezquindad de otros
líderes o partidos que no alcanzan las alturas y el heroísmo que ellos han
alcanzado, cuando no al explicable rencor de los enemigos oportunistas y
revisionistas en la mayoría de los casos. Seguramente los camaradas de Asia no
están al tanto de estas situaciones, quizás por esto Ajith trata con una
delicadeza y timidez notable la respuesta a este rasgo personalista megalómano
del líder peruano:
¿Puede surgir la universalidad de las
contribuciones ideológicas sólo si alcanzan el nivel de “Pensamiento”? ¿No
puede existir también esa universalidad en la línea de un partido, si ha
surgido mediante una aplicación creativa del MLM en las condiciones concretas
de un país? La “línea” es específica de un país y un partido. Es una
particularidad. Pero si ha sido formulada a través de una aplicación creativa
del MLM, entonces esta particularidad contiene la universalidad del MLM.
Refleja esta universalidad. En el curso de su formulación, aplicación, ensayo a
través de la práctica y desarrollo revolucionarios conducirá a nuevos conceptos
o contribuciones, que enriquecerán el MLM.
Incluso si el desarrollo de una revolución
sólo da lugar a una nueva comprensión del MLM, esto seguiría siendo un
desarrollo cualitativo. Seguiría dando lecciones para cada contingente del MCI.
Algunas revoluciones pueden lograr aún más y generar nuevos conceptos o
contribuciones. Pero, lo que hay que destacar, es que todo esto es posible,
aunque sólo haya una “Línea” y no un “Pensamiento”. O, en otras palabras, un
nuevo “Pensamiento” no es una condición necesaria para nuevas contribuciones que
enriquezcan nuestra ideología.
Esta
crítica tal vez podría valer bien para el caso del partido de Nepal, pero en el
caso peruano se dan situaciones distintas; el pensamiento Gonzalo se concibe
apenas terminada la reconstitución (una etapa de lucha interna con otras
facciones) e iniciada la lucha armada, casi como un prerrequisito, como “una
base de unidad” en la terminología peruana; es decir, la línea política se
genera como un producto genial, uno que podría haber demorado cien años en
aparecer (aluden a la conocida frase de Mao, sacada de contexto por supuesto,
de que los líderes extraordinarios son poco frecuentes). El líder se consagra
casi religiosamente, antes de que se concreten los logros políticos,
particularmente antes de que se tome el poder a nivel nacional.
Ajith
responde la contra crítica de Avakian de que la posición de aquel desprecia la
elaboración de la teoría porque prioriza el desarrollo práctico exitoso como
condición para que surjan nuevos aportes de esta manera:
No es que las nuevas ideas y prácticas no
vayan a surgir o no deban ser planteadas. Pero para elevarlos al nivel de
ideología se necesita una verificación durante un período más largo. El ejemplo
de la declaración del PCCh sobre el pensamiento de Mao Zedong es un buen maestro
en este asunto. Muchos componentes importantes de lo que ahora se acepta como
Maoísmo -contribuciones filosóficas, nueva democracia, guerra popular,
desarrollo del concepto de partido, lucha de dos líneas, rectificación
ideológica, línea de masas, etc.- ya se habían desarrollado y probado mediante
una ardua práctica revolucionaria antes de que se declarara formalmente el
Pensamiento Mao Zedong. Segundo, estas contribuciones de Mao se desarrollaron
en el curso de la lucha contra el oportunismo de derecha e “izquierda”, el
trotskismo y el dogmatismo. En comparación con ellas, las experiencias de Perú
y Nepal fueron evidentemente limitadas. Esto no es para negar la comprensión
avanzada que se vio en esas revoluciones o para negar sus importantes contribuciones.
Pero esto no justifica un Pensamiento o Camino o las ideas que los sustentan.
Avakian
hace una confusión entre desarrollo de la teoría como resultado de una práctica
de lucha interna con el desarrollo de la teoría como resultado de una práctica
revolucionaria en un país con resultado exitoso en el plano de la toma del
poder, ese error también está contenido en gran parte en los planteamientos del
partido Ese Ele y el de Nepal. Pero bien mirado, Ajith también estaría dando
pie a un error, pero en sentido contrario: no puede haber desarrollo previo a
una revolución, o como quieren otros, sin una guerra popular en marcha. Lo que
sí es correcto en Ajith es que los desarrollos tienen categoría, no es lo mismo
el desarrollo de los intelectuales, que lo hay, que el desarrollo asociado a
una revolución, no es lo mismo el desarrollo de una revolución en países
pequeños que en uno grande e influyente en el contexto mundial; aunque nos
duela, no es lo mismo la revolución en Rusia del 17 que la revolución en Cuba del
62 o en Vietnam del 76. Estas reflexiones dan para más, pero es suficiente para
los fines de estos breves comentarios.
Desarrollo
no equivale inmediatamente a “pensamiento de fulano” o a “camino de mengano”
eso está claro, la prudencia y la modestia son necesarias como expectativa
constante y predisposición a corregir errores, equivocarse no está mal cuando
uno admite errores y se corrige. El desarrollo viene de todo tipo de práctica,
incluyendo la práctica de la lucha de ideas, pero esta no tiene la categoría
tan elevada como la tienen los desarrollos de experiencias colectivas
revolucionarias, esto también está claro.
Ajith
dice al respecto lo siguiente:
la cuestión más amplia de la relación entre la
aplicación del Marxismo en la práctica y el desarrollo de la ideología. ¿Es
incidental o fundamental? Los Avakianistas tienden a lo primero. La práctica es
incidental en su esquema. La ideología ciertamente tiene su propia dinámica.
Puede teorizar de antemano. Pero esto es vulgarizado por los Avakianistas cuando
hablan de “teoría adelantada a la práctica” para justificar su enfoque de
tratar la práctica como incidental en el desarrollo de la ideología. El
Avakianismo es bastante aficionado a traer el ejemplo de los fundadores del
Marxismo. Afirma que Marx y Engels lograron la síntesis del Marxismo a partir
de la teoría existente y no de la práctica directa. Como hemos señalado
anteriormente, eso no es cierto. Marx y Engels estaban muy involucrados en las
luchas de clases de aquellos días, a veces incluso directamente. Como Mao
señaló:
La base es la ciencia social, la lucha de
clases. Hay una lucha entre el proletariado y la burguesía [...]. Sólo a partir
de este punto de vista apareció el Marxismo. La base es la lucha de clases. El
estudio de la filosofía sólo puede venir después.
Es decir, el desarrollo de los tres
componentes se ha producido gracias al papel continuo del Marxismo como guía de
la lucha de clases.
Algunas
reflexiones finales sobre contenidos concretos de “Contra el Avakianismo”, en
el siguiente párrafo Ajith califica definitivamente la posición de Avakian como
viejo revisionismo y liquidacionismo, en base a que resume ataques de varias
fuentes contra el marxismo y como liquidacionismo en base a los intentos y
movimientos organizativos y divisionistas de Avakian respecto al antiguo
Movimiento Revolucionario Internacional.
Cada salto en la ideología implica una
síntesis. Pero el Avakianismo no es nuevo ni de ninguna manera una síntesis. Es
el mismo viejo revisionismo y liquidacionismo. Debemos rechazar sus demandas y
mantenernos firmes en el Maoísmo. Sí, hoy en día la clave para entender la
ideología proletaria es entender el Maoísmo con firmeza. Decir esto no lo
separa de ninguna manera del conjunto integral del Marxismo-Leninismo-Maoísmo.
Más bien, es imperativo poner énfasis en el Maoísmo para agudizar la lucha
contra el revisionismo y todos los demás pensamientos extraños. Debemos
defender y aplicar el Marxismo-Leninismo-Maoísmo, en particular el Maoísmo.
La
acusación de revisionismo está fundamentada en toda la obra, revisionismo con
una muy oculta base filosófica pragmatista y sistémica, pero falta destacar que Avakian revive a la
posición trotquista en muchos planteamientos, en este sentido no es un viejo
revisionismo de tipo soviético, contemporizador con el capitalismo, sino un
agente de las ideas provocadoras del trotquismo, provocadoras en el sentido de
agitar el radicalismo para dividir y enfrentar internamente a las masas, como
lo es la idea de la “revolución socialista simultánea y sintética”,
correctamente tipificada como suicida y sectaria; sería un nuevo revisionismo
que revivió la crítica al frente antifascista de la segunda guerra mundial que
hicieron los trotquistas.
Sin
embargo, con lo negativo que carga el avakianismo, se debe considerar examinar
con más detalle su crítica a la tendencia del simbolismo litúrgico y
personalista. Culto que no solo se aplica a los dos casos reseñados, Perú y
Nepal, sino también al culto a las citas y a las efemérides, que sustituye a
muchas tareas; esta situación se niega acaloradamente en todos los ámbitos de
trabajo de diferentes vanguardias y partidos y plantearla como un problema a
superar no es muy aceptado y es denunciado como opinión reaccionaria. Pero no
se puede desechar un problema con un mero calificativo, hay que abordarlo con
serenidad y frialdad.
Tampoco
se debe olvidar que la ideología burguesa o pequeñoburguesa refleja de manera
deformada e incompleta la realidad problemática, se ha referido esto en
relación a la idea de Avakian respecto a la influencia de los problemas o
acontecimientos mundiales sobre las situaciones particulares de los países,
particularmente los países oprimidos y atrasados.
Actualmente
la situación política mundial manifiesta contradicciones más agudas entre
grandes naciones, contradicciones que sí están afectando a la situación
particular de muchos países, aunque esa afectación es muy diferencial; pero
incluso en África, con Burkina Faso y Níger con sus coordinaciones con Rusia o
Sudáfrica con el BRICS, en América Latina con la reactivación de la
intervención directa estadounidense, comienza un periodo en donde hay
efectivamente mucho más influencia de las contradicciones mundiales sobre las
situaciones locales, aunque no en el sentido total que le adjudica Avakian.
Además los movimientos belicistas de Europa y de la facción norteamericana
derrotada por Trump contra Rusia aproximan una guerra de gran envergadura,
incluso los preámbulos económicos de esta guerra gravitan sobre las condiciones
de vida de los europeos, despertándolos de su letargo autocomplaciente, otro
tanto se puede decir de la preparación de la guerra contra China; es poco
probable que las masas del mundo opten por el abstencionismo en masa respecto
al alineamiento con alguna de las partes, sí es posible que en algunos lugares
álgidos la tercera opción de ni un bando ruso ni uno americano, ni un bando
chino ni un bando americano, sino revolución socialista se desarrolle, pero no
será la única opción en existencia, tendrá que luchar contra otros
alineamientos no necesariamente “revisionistas y liquidacionistas”, sino
también de raíces o posiciones marxistas revolucionarias. Aquí se resalta esta
situación en relación con la necesidad de establecer líneas políticas
actualizadas y correctas que impulsen la revolución y el restablecimiento de
las luchas populares hacia las revoluciones correspondientes.
Grupo
Comunista Provisional Sur setiembre 2025