jueves, 11 de septiembre de 2025

EL PLAN DE PREOBRAZHENSKY PARA CONSTRUIR UNA ECONOMÍA SOCIALISTA

 Bill Jefferies

Traducción: Natalia López

El marxista ruso Yevgeni Preobrazhensky elaboró uno de los planes más sofisticados para construir una economía socialista en un país subdesarrollado como Rusia. El terror de Stalin lo silenció, pero sus escritos ahora están siendo redescubiertos.

Nacido en 1886, el ruso Yevgeni Alekseyevich Preobrazhensky fue un revolucionario desde su adolescencia. Como muchos otros de su generación, acabó siendo asesinado durante la Gran Purga de Iósif Stalin, tras desempeñar un papel destacado en los debates sobre cómo construir un sistema económico socialista en la Unión Soviética durante la década de 1920.

Preobrazhensky fue autor de numerosas obras, entre las que destacan El ABC del comunismo, de 1919, escrita en colaboración con otro destacado bolchevique, Nikolái Bujarin, y La nueva economía, de 1926. Los escritos de Preobrazhensky son ahora más accesibles para el público gracias a la publicación en inglés de una imponente edición en tres volúmenes de sus obras, The Preobrazhensky Papers, entre 2014 y 2023.

Una vida revolucionaria

Hijo de un sacerdote, Preobrazhensky perteneció al clandestino Partido Socialdemócrata de Rusia desde 1903. Una de sus primeras acciones fue distribuir entre sus compañeros de estudios un comunicado en contra de la guerra ruso-japonesa de 1904. Durante la revolución de 1905, su grupo lideró una huelga general en los centros educativos de Oriol, y él se convirtió en militante a tiempo completo del partido en los Urales.

Fue partidario de la facción bolchevique del partido desde sus inicios y se enorgullecía de sus contactos con Vladimir Lenin. En 1909, sus actividades políticas le valieron la cárcel y el exilio en Ekaterimburgo. Con la orden de escapar para asistir a un congreso del partido, evadió lo que describió como un policía «ciego de borrachera» y se dirigió a Novonikolaevsk. Allí fue arrestado de nuevo en 1912, pero fue liberado tras un error de la fiscalía.

A diferencia de la mayoría de los bolcheviques veteranos, fue uno de los primeros partidarios de las Tesis de Abril de Lenin, que el líder bolchevique presentó tras regresar del exilio a raíz de la Revolución de Febrero de 1917. Fue autor de una Resolución contra el antisemitismo que el Congreso Soviético Panruso aprobó por unanimidad en junio de 1917. Preobrazhensky recordó haber participado más tarde ese mismo año en una «manifestación armada» en la ciudad de Zlatoust durante la Revolución de Octubre, que hizo posible que la revolución «tomara el control en todas partes y nacionalizara todas las minas de la zona».

A partir de la primavera de 1918, luchó contra la movilización contrarrevolucionaria del general blanco Alexander Kolchak. También se opuso al levantamiento contra el régimen bolchevique de sus antiguos socios gubernamentales, los socialistas revolucionarios de izquierda, en protesta por el tratado de Brest-Litovsk con Alemania, durante el cual resultó herido en la cabeza. El propio Preobrazhensky había liderado, junto con Bujarin, la facción «comunista de izquierda», cuyos partidarios rechazaban los términos de Brest-Litovsk.

Preobrazhensky se pronunció en contra de la abolición del control obrero sobre los ferrocarriles en 1918. Como uno de los tres secretarios del Partido Bolchevique en 1920, supervisó casi en solitario el funcionamiento del aparato central debido a la enfermedad de sus compañeros Leonid Serebryakov y Nikolai Krestinsky. Durante este periodo, distribuyó un documento de debate sobre la burocratización del partido, pero perdió su puesto en el comité central bolchevique tras un debate sobre el papel de los sindicatos y nunca volvió a ocupar un cargo de liderazgo.

Preobrazhensky fue el autor principal de la Declaración de los 46 de 1923, la primera declaración de lo que se convertiría en la Oposición de Izquierda liderada por León Trotsky. También desarrolló la política económica alternativa de la Oposición, basada en la idea de la «acumulación socialista primitiva», en oposición a los llamamientos de Bujarin al campesinado para que «se enriqueciera».

Cuando Trotsky formó el bloque de la Oposición Unida con Lev Kamenev y Grigory Zinoviev, Preobrazhensky fue una figura clave en sus filas. Tras la derrota de la Oposición, fue expulsado del partido en octubre de 1927 y deportado a Siberia. Sin embargo, se reconcilió con Stalin en 1929, argumentando que el giro del líder soviético hacia una política de colectivización e industrialización forzadas era un triunfo para «nuestro curso en el campo», aunque se aplicara de forma burocrática.

Tras ser readmitido en el partido, Preobrazhensky fue expulsado de nuevo en 1931. Un ejercicio de autocrítica le aseguró su segunda readmisión en 1934, que resultó ser efímera. Al año siguiente, fue expulsado una vez más, esta vez definitivamente, y arrestado.

Tras su salida de prisión en 1936, compareció como testigo de la acusación en el juicio contra Zinóviev. Luego fue arrestado de nuevo y, por razones desconocidas, no compareció en el segundo juicio de Moscú, en el que era acusado. Tras ser juzgado en secreto, fue fusilado ese mismo día; las biografías oficiales soviéticas afirmaban que murió en 1937 tras ser «condenado». Así era la vida revolucionaria en una época revolucionaria.

Brest-Litovsk

El argumento de Preobrazhensky para oponerse al Tratado de Brest-Litovsk merece un examen más detenido. En el momento en que se negociaba el tratado, la Revolución Rusa se enfrentaba a una grave crisis. El antiguo ejército se encontraba en estado de desintegración, pero aún no se había formado una nueva fuerza roja, mientras que los contrarrevolucionarios de la Guardia Blanca se estaban movilizando.

Lenin firmó un decreto de paz el 26 de octubre, en el que pedía negociaciones inmediatas con las potencias centrales. El armisticio del 15 de diciembre puso fin a los combates, lo que permitió que las negociaciones comenzaran en Brest-Litovsk el 22 de diciembre. Trotsky era el comisario soviético de Asuntos Exteriores y nombró a Adolph Joffe para dirigir las negociaciones. El equipo negociador soviético se dividió en tres facciones, lo que explica en parte la prolongación de las conversaciones.

Una facción, liderada por Lenin, estaba dispuesta a cerrar un acuerdo en cualquier condición, incluso si eso significaba una paz injusta, punitiva y anexionista que supondría la cesión de grandes cantidades de territorio y el pago de cuantiosas reparaciones. Lenin argumentó que tal acuerdo proporcionaría a la revolución el respiro necesario para reunir sus fuerzas y prepararse para la inminente guerra civil.

La segunda facción, liderada por Trotsky, adoptó una postura de «ni paz ni guerra», negándose a firmar un acuerdo anexionista, pero sin estar dispuesta a luchar tampoco. Preobrazhensky describió esto como una alternativa de una semana que inevitablemente daría paso a una de las dos posiciones fundamentales: aceptar o no el acuerdo propuesto. Trotsky trató de alargar las negociaciones, con la esperanza de que la acción revolucionaria en Europa acudiera al rescate.

La tercera facción era la de los comunistas de izquierda, liderada por Bujarin y Preobrazhensky, que proclamaba la necesidad de una guerra revolucionaria contra un tratado injusto. El 17 de febrero, Preobrazhensky escribió que las tres tendencias «se reducían esencialmente a dos: o bien firmar la paz anexionista o bien la guerra socialista». Argumentó que una «paz anexionista» «infligiría el golpe más severo al movimiento obrero internacional», ya que pondría «fin a la guerra según el método imperialista, con anexiones e indemnizaciones en el Este». Esto «abriría la posibilidad de la paz en Occidente sobre la base de un compromiso entre las burguesías de Alemania, Inglaterra y Francia».

Para Preobrazhensky, el poder soviético permanecería «bajo la constante amenaza de violencia de la contrarrevolución alemana» tras una paz de este tipo: «Retirarse ante el imperialismo alemán sería solo el comienzo de una retirada general en todo el frente de batalla y la liquidación de la Revolución». Insistió en que una guerra revolucionaria, «por muy mal preparados que estemos para ella», era «inevitable y ya había comenzado».

El 21 de febrero publicó otro artículo en el que argumentaba que la autoridad del socialismo soviético no residía «en las palabras, sino en los hechos», a través de la lucha «irreconciliable contra los imperialistas de todos los países, tomando un camino directo hacia su objetivo y sin traicionar sus principios bajo ninguna circunstancia, ni siquiera las más desfavorables». Un acuerdo de paz similar al de Brest-Litovsk «comprometería la idea misma de la dictadura del proletariado, demostrando que incluso el poder obrero es capaz de traicionar sus principios y rendir sus posiciones sin luchar cuando se ve amenazado por el puño blindado de sus enemigos».

Preobrazhensky publicó más artículos en contra de Brest-Litovsk, pero fue en vano. El tratado se firmó el 3 de marzo de 1918. El 19 de marzo, el Congreso Panruso de Soviets en Moscú ratificó las condiciones de paz por 724 votos a favor, 276 en contra y 118 abstenciones, mientras en el Gobierno soviético cundía el pánico ante la amenaza de una ofensiva alemana.

En la práctica, el tratado duró solo ocho meses, hasta que el colapso de las propias fuerzas armadas alemanas, provocado por el motín naval de Kiel, seguido de la abdicación del káiser y la rendición de Alemania a los Aliados el 11 de noviembre. La legislatura bolchevique anuló el tratado dos días después.

Incluso con la ventaja de la retrospectiva, no es fácil juzgar lo que estuvo bien y lo que estuvo mal en este asunto tanto tiempo después de los hechos. Se podría argumentar que el colapso del tratado en solo ocho meses justificó la posición de la izquierda. Ese colapso podría haber llegado antes si los bolcheviques se hubieran opuesto a sus términos anexionistas. La sustitución de los principios por la conveniencia sentó sin duda un terrible precedente para los acontecimientos posteriores.

Acumulación socialista primitiva

El prefacio de Preobrazhensky a La nueva economía explicaba que la obra constaba de una sección «histórica», que incluía «una breve revisión de las concepciones socialistas y comunistas del socialismo», y una sección «teórica» que analizaba su metodología para estudiar la economía soviética y las leyes básicas que regulaban su desarrollo.

Sus editores, M. M. Gorinov y S. V. Tsakunov, han descrito esta obra como «quizás uno de los resultados más importantes del desarrollo del pensamiento marxista en la Unión Soviética durante la década de 1920». Richard B. Day, traductor de muchas obras perdidas de economistas soviéticos de este periodo, señala que la obra económica de Preobrazhensky evidencia «un riguroso compromiso con la integridad científica que le sostuvo durante años de acalorados debates con N. I. Bujarin y denuncias abusivas de funcionarios del partido menos conocidos».

La teoría de Preobrazhensky analizaba la alianza smychka entre el campo y las ciudades, o entre los campesinos y los trabajadores urbanos, durante la década de 1920. El gobierno soviético introdujo la Nueva Política Económica (NEP) tras el colapso del comunismo de guerra en 1921. Esta política restableció la producción de mercancías en el campo y se recuperó la producción de alimentos y materias primas.

Mientras tanto, la sustitución del control obrero por los precios de mercado en las fábricas estatales mejoró la eficiencia al aumentar la productividad. Sin embargo, como explicaba Preobrazhensky en su panfleto «De la NEP al socialismo», esto significaba que «la gran industria estatal comenzó a trabajar para el mercado» en gran medida.

La producción de las granjas campesinas se recuperó más rápidamente que la de las fábricas, y la expansión de la producción rural fomentó un desplazamiento de los recursos de inversión de la industria urbana al campo, lo que exacerbó la tendencia hacia disparidades relativas en la tasa de crecimiento de la productividad. El precio de los productos campesinos cayó y el precio relativo de los productos fabricados en fábricas subió. Esta disparidad condujo a lo que se conoció como la «crisis de las tijeras».

Al mismo tiempo, el monopolio gubernamental del comercio exterior impedía a los campesinos vender directamente sus productos en el mercado mundial. Preobrazhensky quería proteger la industria soviética de la competencia de los productos extranjeros más baratos. Insistía en que el monopolio del comercio exterior debía «proteger el territorio soviético de la desintegración de la ley del valor mundial».

Al no poder vender en el mercado mundial, los campesinos comenzaron a acaparar alimentos y materias primas. Preobrazhensky trató de aliviar la escasez de productos acelerando lo que él denominó «acumulación socialista primitiva». Propuso gravar con impuestos o —en una controvertida expresión— «explotar» al campesinado pagando por la fuerza precios inferiores a los reales por las materias primas y los alimentos.

Esto, argumentaba, produciría un excedente que se invertiría inicialmente en la industria pesada, proporcionando equipos de fabricación nacional para la industria ligera. Al aumentar la productividad de esta manera, las autoridades soviéticas podrían reducir los precios de los bienes de consumo y restaurar la smychka.

La teoría de Preobrazhensky sobre la acumulación socialista primitiva no era, en este sentido, incompatible con la visión de Stalin del «socialismo en un solo país». Su versión de la transición socialista hacía hincapié en el desarrollo nacional de la economía planificada al margen del sistema capitalista internacional y de la ley capitalista del valor. Aunque buscaba una reforma democrática, su prioridad —y el requisito previo para la transición socialista, en su opinión— era el desarrollo económico de una economía no capitalista y planificada de forma centralizada.

Básicamente, había dos soluciones a la crisis a la que se enfrentaba la economía soviética a finales de la década de 1920. Una era avanzar hacia el libre mercado, como defendía Bujarin, permitiendo el comercio internacional, aboliendo el monopolio estatal del comercio y supervisando una forma de capitalismo de Estado. La otra era aumentar los impuestos a los campesinos para invertir en el desarrollo industrial y aplicar la planificación estatal, como defendía Preobrazhensky.

En 1928, tras haber derrotado previamente a la Oposición de Izquierda, Stalin rompió su alianza con Bujarin y eligió el segundo camino, basado en la colectivización del campo, la industrialización forzada y la planificación estatal. Preobrazhensky acogió con satisfacción el ataque de Stalin a los kulaks como un triunfo de «nuestro rumbo en el campo» y una reivindicación de su lucha de una década por la acumulación socialista primitiva. Al hacerlo, se había reconciliado con el triunfo de la conveniencia sobre los principios.

Fuente: https://jacobinlat.com/2025/09/el-plan-de-preobrazhensky-para-construir-una-economia-socialista/

EL DÍA QUE EL DÓLAR PARPADEÓ


Por Michael Hudson

OCS y BRICS 2025

El realineamiento de Eurasia frente a la barbarie de la última etapa

 

Michael Hudson Sept 7, 2025  https://michael-hudson.com

Las reuniones de la  OCS, Organización de Cooperación de Shanghái en China la semana pasada (2 y 3 de septiembre) dieron un notable paso adelante en la definición de cómo el mundo se dividirá en dos grandes bloques a medida que los países de la Mayoría Global buscan liberar sus economías no sólo del caos arancelario de Donald Trump, sino de los intentos cada vez más auspiciados por EEUU de imponer un control unipolar sobre toda la economía mundial aislando a los países que buscan resistirse a este control, sometiéndolos al caos comercial y monetario, así como a la confrontación militar directa.

Las reuniones de la OCS se convirtieron en un foro pragmático para definir los principios básicos para reemplazar la independencia comercial, monetaria y militar de otros países respecto de USA por el comercio y la inversión mutuos entre ellos, cada vez más aislados de la dependencia de los mercados estadounidenses para sus exportaciones, del crédito estadounidense para sus economías nacionales y de los dólares estadounidenses para las transacciones comerciales y de inversión entre ellos.

Los principios anunciados por el presidente chino Xi, el presidente ruso Putin y otros miembros de la OCS preparan el escenario para explicar en detalle un nuevo orden económico internacional similar a lo que se prometió hace 80 años al final de la Segunda Guerra Mundial, pero que ha sido distorsionado hasta resultar irreconocible por Estados Unidos y sus satélites, convirtiéndolo en lo que Asia y otros países de la mayoría global esperan que haya sido sólo un largo desvío de la historia, lejos de las reglas básicas de la civilización y de su diplomacia, comercio y finanzas internacionales.

No debería sorprender que ni una sola palabra sobre estos principios ni sus motivaciones haya aparecido en la prensa occidental dominante.

El New York Times describió las reuniones en China como un plan de agresión contra Estados Unidos, no como una respuesta a las acciones estadounidenses. El presidente Donald Trump resumió esta actitud de forma sucinta en una publicación de Truth Social: «Presidente Xi, por favor, transmita mis más cálidos saludos a Vladimir Putin y Kim Jong-un, mientras conspiran contra Estados Unidos de América».

La cobertura de la prensa estadounidense sobre las reuniones de la OCS en China presenta una perspectiva muy limitada que me recuerda al famoso grabado de Hokusai: un árbol en primer plano eclipsando por completo la ciudad distante al fondo. Sea cual sea el tema internacional, todo gira en torno a USA. El modelo básico es la hostilidad de un gobierno extranjero hacia USA, sin mencionar que sea una respuesta defensiva ante la beligerancia estadounidense hacia el extranjero.

El tratamiento que la prensa da a las reuniones de la OCS y sus debates geopolíticos guarda una notable similitud con su tratamiento de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Ambos eventos se presentan como si se tratara exclusivamente de EEUU (y sus aliados), no de China, Rusia, India, países de Asia Central y otros que actúan para promover sus propios intentos de crear un comercio y una inversión ordenados y mutuamente beneficiosos. Así como la guerra en Ucrania se presenta como una invasión rusa (sin mencionar su defensa contra el ataque de la OTAN a la propia seguridad rusa), las reuniones de la OCS en Tianjin y las posteriores en Pekín se presentaron como una conspiración de confrontación contra Occidente, como si se tratara de USA y Europa.

El 3 de septiembre, el canciller alemán, Friedrich Merz, calificó a Putin como quizás el criminal de guerra más grave de nuestro tiempo, ya que fue Rusia quien atacó a la inocente Ucrania, y no al revés, desde el golpe de 2014. Como comentó Putin sobre la acusación de Merz: «No damos por sentado que deban surgir nuevos estados dominantes. Todos deben estar en igualdad de condiciones».

El desfile militar en Pekín que siguió a las reuniones fue un recordatorio al mundo de que los acuerdos internacionales que crearon las Naciones Unidas y otras organizaciones al final de la Segunda Guerra Mundial pretendían acabar con el fascismo e instaurar un orden mundial justo y equitativo basado en los principios de las Naciones Unidas. Presentar este marco de las reuniones como una amenaza para Occidente equivale a encubrir, e incluso negar, que es Occidente mismo el que ha abandonado e incluso revertido los principios aparentemente multilaterales prometidos en 1944-1945.

La imagen que USA y Europa presentan de las reuniones de la OCS como marcadas por la antipatía hacia Occidente no es simplemente una expresión del narcisismo occidental. Fue una política deliberadamente censuradora al no discutir las formas en que se está desarrollando una alternativa al orden económico neoliberal centrado en Estados Unidos  

El jefe de la OTAN, Mark Rutte, dejó claro que no debía pensarse siquiera en la existencia de una política por parte de los países para crear un orden económico alternativo y más productivo cuando se quejó de que Putin estaba recibiendo demasiada atención. Esto significó no discutir lo que realmente sucedió en los últimos días en China, y cómo esto marca un hito en la introducción de un nuevo orden económico, pero no uno que incluya a Occidente.

El presidente Putin explicó en una conferencia de prensa que la confrontación no era el objetivo principal. Los discursos y las conferencias de prensa detallaron lo necesario para consolidar las relaciones entre ellos. En concreto, ¿cómo podrían Asia y el Sur Global seguir su propio camino, con el mínimo contacto y exposición a la agresiva política económica y militar de Occidente?

La única confrontación militar amenazada es la de la OTAN, desde Ucrania hasta el Mar Báltico, Siria, Gaza, el Mar de China, Venezuela y el Norte de África. Pero la verdadera amenaza reside en la financiarización y privatización neoliberales de Occidente, el thatcherismo y la reaganomía. La OCS y los BRICS (como se está debatiendo en las reuniones de seguimiento) buscan evitar la caída del nivel de vida y de las economías que experimenta Occidente a medida que se desindustrializa. Quieren mejorar el nivel de vida y la productividad. Su intento de crear un plan de desarrollo económico alternativo y más productivo es lo que no se está debatiendo en Occidente.

Esta gran división se ejemplifica mejor con el gasoducto Power of Siberia 2. Se planeó que este gas llegara a Europa, alimentando el Norstream 1. Pero todo eso ha terminado. El gas siberiano ahora se dirigirá a Mongolia y China. Impulsó la industria europea en el pasado; ahora hará lo mismo con China y Mongolia, dejando a Europa dependiente de las exportaciones estadounidenses de GNL y de la disminución de los suministros del Mar del Norte a precios mucho más altos.

Algunas consecuencias geopolíticas de las reuniones de la OCS

El contraste entre la exitosa consolidación de los acuerdos comerciales, de inversión y de pagos de la OCS/BRICS y la desestabilización estadounidense dificulta que los países intenten unirse tanto al bloque estadounidense/OTAN como a los países BRICS/Sur Global. La presión es especialmente fuerte sobre Turquía, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita. Los Emiratos Árabes Unidos son miembros de los BRICS y los demás son observadores, pero los países árabes están especialmente expuestos financieramente al dólar y, además, albergan bases militares estadounidenses. (India ha impedido la adhesión de Azerbaiyán).

Se dan dos dinámicas. Por un lado, al perseguir un plan de desarrollo económico potencialmente alternativo, los BRICS y la Mayoría Global intentan defenderse de la agresión económica de EEUU y la OTAN y desdolarizar sus economías para minimizar la dependencia comercial del mercado estadounidense. Esto les evita que USA utilice su comercio exterior y su sistema monetario como arma para bloquear su acceso a las cadenas de suministro establecidas, lo que perturbaría sus economías.

La otra dinámica es que la economía estadounidense se está volviendo menos atractiva a medida que se polariza, se contrae y se desindustrializa como resultado de su financiarización y el aumento de la carga de deuda. También se está volviendo inflacionaria debido a los aranceles de Trump y la depreciación del dólar a medida que los países se desdolarizan, y sigue sujeta a una burbuja financiera apalancada por la deuda con un riesgo creciente de colapso repentino.

Estas dos dinámicas reflejan el contraste fundamental entre los sistemas económicos y las políticas públicas entre los mercados oligárquicos, privatizados y financiarizados (neoliberalismo) y las economías socialistas industriales. El socialismo de estas últimas es la extensión lógica de la dinámica del capitalismo industrial temprano, que busca racionalizar la producción y minimizar el desperdicio y los costos innecesarios impuestos por las clases rentistas que exigen ingresos sin desempeñar un papel productivo: terratenientes, monopolistas y el sector financiero.

El gran problema, por supuesto, es que los estadounidenses quieren destruir el mundo si no pueden controlarlo y dominar a todos los demás países. Alistair Crooke advirtió recientemente que el movimiento cristiano evangélico ve esto como una oportunidad para una conflagración que verá el regreso de Jesús y convertirá al mundo al yihadismo cristiano. 

El término «barbarie en etapa avanzada» se utiliza ahora en gran parte de internet para referirse al fanatismo por la supremacía étnica, que abarca desde los yihadistas wahabíes y las escisiones de Al Qaeda (patrocinadas, sin duda, por la CIA/MI6), pasando por los sionistas en Gaza, Cisjordania y África, hasta el resurgimiento neonazi ucraniano (con ecos en el odio de Alemania hacia Rusia), algo no visto desde el nazismo de las décadas de 1930 y 1940, que niega que sus oponentes sean seres humanos. Como alternativa a la OCS, los BRICS y la Mayoría Global, esta barbarie define la profundidad de la división en la alineación geopolítica actual.

Sin duda, las oligarquías clientelares de los BRICS intentarán aferrarse a la mayor cantidad posible de sus privilegios (es decir, rentas económicas). Estamos apenas al comienzo de lo que promete ser una larga promesa. Por el momento, todo lo que los países miembros pueden hacer es aislar sus relaciones monetarias y de balanza de pagos, junto con la inversión mutua. 

Así pues, la verdadera «nueva civilización» está lejos. Pero Estados Unidos y su política satélite europea son un gran catalizador para acelerar la gran transición.

Fuente: https://infoposta.com.ar/notas/14337/el-d%C3%83%C2%ADa-que-el-d%C3%83%C2%B3lar-parpade%C3%83%C2%B3/

LA CRISIS DEL SISTEMA DE LAS ONGS EN EL MARCO DEL ORDEN MUNDIAL POSTOCCIDENTAL

 

jueves 11 de septiembre de 2025, 22:00h

Elena Fritz

El último artículo publicado en “Foreign Affairs”, la revista oficial del establishment de la política exterior estadounidense, es digno de ser abordado. Titulado “The End of the Age of NGOs” [“El fin de la era de las ONGs”], las politólogas Sarah Bush y Jennifer Hadden entran en el tema con rigurosidad: el tiempo en el que las ONGs desempeñaban un papel central en un orden mundial moralmente consciente parece haber concluido. El número de ONGs internacionales se está estancando, su influencia está disminuyendo y su reputación está seriamente tocada.

Pero si bien las autoras explican este fenómeno, principalmente, como consecuencia de la disminución de la financiación y el aumento del rechazo, nos faltaría un análisis estructural más profundo, salvo que se haya eludido de manera deliberada. La verdadera razón del declive global del sistema de las ONGs no reside tanto en problemas de financiación, como en la creciente conciencia de la sociedad global sobre el papel de estos actores como herramientas de una política destinada únicamente a apuntalar el poder.

Las ONG como órganos ejecutivos de un orden mundial informal

En la eufórica década de los noventa del pasado siglo, las ONGs eran vistas como vanguardia de una “sociedad civil transfronteriza”. Sin embargo, la realidad nos muestra, ya desde el principio, una nueva estrategia hegemónica: control moral, influencia a través de “valores” y liderazgo mediante una visible participación ciudadana. El clásico funcionario colonial dio paso al “asesor”, el soldado al “observador internacional” y el intervencionismo se disfrazó de “campaña en pro de los derechos humanos”.

Estas organizaciones nunca operaron en el vacío. Formaban parte de un sistema finamente orquestado, cuyo objetivo era una proyección informal del poder, con el apoyo de gobiernos occidentales, fundaciones, centros de investigación y estructuras supranacionales. Se presentaban como independientes, pero perseguían, conscientemente o no, una agenda geopolítica: estabilizar gobiernos pro occidentales, desestabilizar regímenes indeseables y manipular el discurso social bajo la bandera de valores universales.

El color cambiaba según las circunstancias: a veces se trataba de “derechos humanos”, otras de “buena gobernanza”, e incluso de “promoción de la democracia”. El objetivo siempre era el mismo: ganar influencia sin asumir responsabilidades formales, eludiendo una intervención directa, sin atacar abiertamente. Las ONGs eran el perfecto camuflaje en una era en la que las guerras ya no tenían que declararse, sino “justificarse”.

El punto de ruptura: soberanía frente a control informal

Lo que “Foreign Affairs” describe como una “restricción de la sociedad civil” es, en realidad, expresión de un impulso global en pro de la soberanía. Más de 130 Estados han tomado medidas en los últimos años para controlar o excluir a las ONGs dotadas financiación extranjera como medio de defensa contra las operaciones de influencia híbrida.

Es sabido desde hace tiempo que, donde las ONGs occidentales son particularmente activas, el orden político suele cambiar, ya sea mediante maniobras electorales, campañas de opinión, intervenciones legales o incluso la movilización urbana de la disidencia. Todo ello no es expresión de una “sociedad civil” orgánica, sino el resultado de una transferencia de poder orquestada, como ha sucedido, sin ir más lejos, en Ucrania, Georgia o Libia.

Un caso concreto: el ataque a la industria automotriz alemana

Un ejemplo particularmente virulento de la instrumentalización política de las ONGs ha ocurrido recientemente en pleno corazón de Europa, con repercusiones directas para la soberanía industrial alemana. Artículos de prensa, como los de “Welt am Sonntag”, revelaron cómo programas europeos como el llamado “programa LIFE” se habían utilizado para financiar específicamente a ONGs que posteriormente desencadenaron campañas legales contra los fabricantes alemanes de automoción. La organización medioambiental ClientEarth, por ejemplo, recibió financiación de la Unión Europea, financiación que fue utilizada para demandar a empresas como Volkswagen y BMW por presuntas infracciones de emisiones.

Estas ONGs operan formalmente de forma independiente, pero en realidad funcionan como reguladores externos que socavan económica y políticamente industrias clave, no mediante debates democráticos, sino mediante ofensivas estratégicas y judiciales. El escándalo no sólo reside en el contenido de las denuncias, sino en el propio sistema: se están pagando fondos públicos a actores que, bajo pretextos morales, interfieren en las políticas estructurales de Estados soberanos.

Las ONGs operan en el corazón del propio poder

Estos hechos confirman una tendencia cada vez más evidente: las ONGs no operan extramuros, sino en el corazón mismo del poder. Cuentan con el apoyo de estructuras supranacionales que eluden responsabilidades, mientras ejercen presión sobre gobiernos, corporaciones y empresas esquivando cualquier tipo de legitimidad democrática. Lo que comúnmente conocemos como “sociedad civil” es, en realidad, vanguardia operativa de control postdemocrático.

El daño es evidente: no sólo es económico —por ejemplo, debido a la relocalización de la producción, la inseguridad en las instalaciones y el daño a la reputación—, sino también institucional. Porque cuando estructuras que no pueden controlarse democráticamente interfieren en las decisiones industriales a través de los tribunales, los medios de comunicación y las políticas de financiación, la soberanía política se ve sistemáticamente socavada.

La industria automovilística alemana simboliza aquí una nación industrial en una desafortunada transición de una autodeterminación fructífera a una dependencia manejable, controlada, orquestada a través de campañas moralizantes de las ONGs.

Los recursos: un síntoma, no una causa

Bush y Hadden atribuyen la crisis de las ONGs a la disminución de la financiación que recibían del mundo occidental. De hecho, muchos países, incluida Alemania, han reducido o reasignado sus presupuestos para financiar ONGs internacionales. Pero esta no es la causa, sino una consecuencia de su menor utilidad estratégica: el modelo de las ONGs ha alcanzado los límites de legitimidad.

La creencia en una “sociedad civil” neutral, buena y no partidista se tambalea cuando la realidad nos señala otro tipo de conclusiones: los actores de las ONGs no viven al margen del poder, sino en su nudo gordiano. Forman parte, a menudo inconscientemente, de una forma de control que ya no requiere carros de combate, sino que utiliza narrativas, redes y presión normativa.

Un cambio de paradigma global

El orden mundial está en constante cambio. El actual status sugiere diversas interpretaciones, ya que está dominado por Occidente y presenta a las ONGs como una suerte de columna vertebral moral. Este status, empero, está perdiendo influencia. Está siendo reemplazado por una realidad multipolar en la que están emergiendo modelos alternativos: pragmáticos, soberanos y culturalmente específicos.

En este nuevo escenario, las ONGs no están desacreditadas per se, pero deben confrontar su propio papel y su más reciente pasado: ¿Quién las financia? ¿A quién sirven? ¿Qué intereses representan y qué lenguaje esgrimen? Estos interrogantes ya no pueden desatenderse.

Perspectivas: fin del camuflaje, retorno a la responsabilidad

Lo que presenciamos actualmente no es el final de la participación de la sociedad civil, sino el fin de su instrumentalización ideológica. El reflujo las ONGs es el precio a pagar por décadas de políticas en las que la moral se había convertido en camuflaje y la indignación en una palanca de reorganización geopolítica.

Cualquiera que hoy desee realizar una auténtica labor cívica debe liberarse de estas estructuras y asumir el riesgo de una verdadera autonomía. En un mundo que vuelve a buscar la verdad en lugar de “valores”, esta ruptura era tan necesaria como largamente esperada.

Traducción: Juantxo García

Fuente: https://geoestrategia.eu/noticia/45098/geoestrategia/la-crisis-del-sistema-de-las-ongs-en-el-marco-del-orden-mundial-postoccidental.html

PORVENIR CAPITALISTA

Escribe; Milcíades Ruiz

Hay incertidumbre general sobre nuestro porvenir. A nivel internacional, la pugna entre potencias capitalistas por el dominio económico de la humanidad, tiende a desarticular el orden establecido bajo el dominio de EE UU y, su reemplazo por un nuevo orden mundial múltiple. Esto asusta a los beneficiarios del orden vigente, que se resisten a perder sus dominios y, toman medidas desesperadas para evitarlo. Esta situación redunda positiva y negativamente a toda Latinoamérica, incluyendo nuestro país que, además tiene ya, incertidumbre electoral.

Las amenazas de EE UU de recuperar por la fuerza el terreno perdido en su “patio trasero”, su disforzado despliegue militar de amedrentamiento en torno a Venezuela, Cuba y otros países del Caribe que pretendan liberarse de sus dominios, tienen este móvil. Sus represalias contra Brasil que impulsa el bloque BRICS, como alternativa económica y las advertencias a los demás países de nuestro continente, tienen el mismo propósito, como también, su política arancelaria.

Justificar este amedrentamiento a Latinoamérica, so pretexto de combatir el narcotráfico es fantasioso. Bien sabemos que el principal mercado de las drogas está en EE UU y en mayor proporción las drogas sintéticas producidas allá mismo. Es el mercado el que atrae abastecedores y no al revés. De no haber mercado, no habría abastecedores. Entonces, es en EE UU, donde está el foco del problema y no, en Latinoamérica. Es allá, donde debe hacer el despliegue represivo y no en nuestros países.

En esta misma línea de evitar el cambio para proteger sus dominios, están los países de la Unión Europea, con los cuales, estamos enlazados económicamente. Esta situación mundial, ya viene ralentizando o, aminorando el crecimiento económico en todos los países del engranaje económico actual, sobre todo en los más pobres por su endeudamiento y dependencia de los países ricos. Al disminuir la capacidad económica de estos, habrá menos apoyo.

Según estimaciones de la CEPAL –Comisión Económica para América Latina y el Caribe –ONU, en el 2025 la tasa de crecimiento del PIB mundial se situará en el 2,8%, por debajo de lo obtenido en el 2024 (3,3%) y será la más baja en lo que va del siglo. Los Estados Unidos (25% del PIB mundial) tendrán la desaceleración más intensa entre las economías avanzadas (2,7% y 1,8% en 2024 y 2025, respectivamente).

Indica la CEPAL que, en los últimos 12 meses, el gasto público estadounidense llegó a la cifra récord de 7,1 billones de dólares, sobrepasando los ingresos fiscales de 5,1 billones dólares, lo que ocasiona un déficit fiscal de 2 billones de dólares. Por su parte América Latina viene perdiendo por rebote, su ritmo de crecimiento que se agravará con el empeoramiento de la situación mundial.


En la zona del euro, el crecimiento continuará siendo moderado (0,8% en 2025), afectado por la incertidumbre comercial y fiscal. La onda expansiva de desaceleración económica se está extendiendo, en tanto que China, nuestro mayor cliente comercial, crecerá en torno a un 4% en el bienio 2025-2026, tasa inferior al objetivo oficial del 5%.


En nuestro país, el Banco Central de Reserva –BCR, en informe de su encuesta Expectativas Macroeconómicas en agosto último, señala una perspectiva de crecimiento del PBI en un rango de 3,0 y 3,1 % menor al año pasado; y de 2,9 y 3,0% para 2026 con proyección a la baja. Las perspectivas de las empresas, no son buenas sobre su situación a tres meses y 12 meses, siendo negativas sus inversiones, tiempo en el que no piensan contratar trabajadores.



Entonces, si los negocios van de mal en peor, habrá menos ingresos para todos. Al caer la economía nacional, mientras la población crece, se agravarán los problemas. No hay mayores inversiones por el riesgo de perder, baja el movimiento financiero, se despiden trabajadores, el estado recauda menores ingresos procedentes de impuestos y no podrá atender las necesidades públicas. El desempleo generará mayor delincuencia, pobreza y hambre.

No obstante, el poder legislativo ha otorgado mayores subsidios estatales (gastos tributarios) a las empresas multinacionales extranjeras de la agro exportación mediante ley 32434 promulgada ayer nomás, dejando de recaudar miles de millones. Estas empresas pagarán solo el 15 % del Impuesto a la Renta hasta el año 2035, como lo viene haciendo desde el 2000 implantado por Fujimori y, depreciarán el 20 % anual de sus inversiones en obras de riego entre 2026 y 2035, quedando en cero para el impuesto patrimonial.

Estas empresas entre las que se encuentran grupos latifundistas de Inglaterra, EE UU, Noruega, Guatemala y otros, vienen batiendo todos los récords de exportación y ganancias año tras año. No necesitan ser subsidiadas. Pero en general, los subsidios a las empresas siguen en aumento, mediante exoneraciones y otros beneficios, mientras el pueblo sufre.




Para el año 2026, la SUNAT estima que el subsidio o, gasto tributario potencial ascendería a S/ 26,350 millones, lo que equivale al 2,16% del PBI y al 12,7% de la recaudación tributaria esperada. Pero el ejecutivo, después de haber presentado el presupuesto para el 2026 ante el Congreso, ahora pide una reducción significativa de fondos en el rubro de seguridad ciudadana, a pesar del aumento de la criminalidad. Todo esto genera mayor incertidumbre para nuestro porvenir

En estas condiciones, ¿Qué nos pueden ofrecer los partidos políticos en campaña electoral? Ante la incertidumbre, lo más probable es que los votos nulos y en blanco, se impongan sobre los válidos, dado que la dispersión será muy alta ante la proliferación de candidaturas y, también es un voto de protesta. En el mercado político también están en juego los intereses de un orden establecido por la corrupción. La captura del estado es con fines de lucro para los inversionistas que financian y para los testaferros.

Lo positivo de un cambio en el orden mundial es que, nos podría liberar del monopolio de la esclavitud económica bajo la extorsión hegemónica de EE UU, siempre que nos cuidemos de no caer en otras ataduras. Para el pueblo, su libertad soberana depende de su poder para predominar. Construir poder popular con capacidad de proteger los intereses de la mayoría nacional, es un objetivo básico. O no. Ustedes qué dicen.

Septiembre 11/ 2025

Mayor información en https://wordpress.com/view/republicaequitativa.wordpress.com

 

COMENTARIOS SOBRE LA CRÍTICA DE AJITH A AVAKIAN EN “CONTRA EL AVAKIANISMO” 2012 (PRIMERA PARTE) 2025


ADVERTENCIA

Este Artículo fue escrito en Suramérica por un pequeño conjunto de activistas del movimiento revolucionario pro comunistas. Fue después que llegase a nuestro conocimiento el libro de Ajith “Contra el Avakianismo”, editado, posiblemente en 2012, en idioma inglés; nuestra lectura fue en julio-agosto de 2025. El artículo en sí contiene comentarios a lo que nosotros consideramos los contenidos más importantes de este libro en cuanto a la urgencia de su esclarecimiento y crítica.

Como circunstancias condicionantes a la poca extensión de nuestros comentarios se debe considerar que en nuestro medio no se conocen las posiciones de Avakian en forma sistemática, pues es un estilo del grupo estadounidense usar una farragosa y espesa verborrea “revolucionaria” para enmascarar sus posiciones estratégicas, aunque no use el pomposo estilo de exégesis de citas de los clásicos que usa, por ejemplo, el grupo Ese Ele, la prensa y publicaciones estadounidenses suelen ser difíciles de descifrar

Ajith tiene el gran mérito de haber trabajado muchos años reuniendo este espeso material para detectar las ideas esenciales del PCR estadounidense. Sus acertadas críticas y desmontajes de esta posición diversionista y semitrotsquista son un gran aporte y así lo reconocemos, a la vez también hacemos un deslinde con las ideas de Ajith en algunos asuntos abordados en el libro que nos parecen equivocadas. El trabajo de Ajith nos ahorró bastante tiempo de recolección de fuentes avakianas.

Otra circunstancia que explica la corta extensión del artículo es la prioridad que le damos a los asuntos relativos a dos temas básicos: en primer lugar, la situación política mundial y las tesis equívocas sobre este asunto, tesis principalmente de Avakian; y, en segundo lugar, los asuntos ideológicos partidarios relativos a la línea, programa y organización partidarias.

La edición en inglés lleva ya doce años, en este lapso han sucedido muchas situaciones políticas en el mundo, situaciones que requieren un urgente esclarecimiento por parte de las fuerzas comunistas y revolucionarias para poder enfrentar los retos de dirección de las clases trabajadoras. Existe una gran confusión dentro de las filas revolucionarias y dentro de las potencialmente revolucionarias; el trotquismo avanza devorando la conciencia de muchos jóvenes que ignoran la historia, como si esta tendencia fuera una verdadera línea de dirección hacia el socialismo y no fuera más que un movimiento provocador y atrasado que frustra repetidamente los movimientos populares y ataca va los verdaderos intentos de energía revolucionaria y de cambio en el mundo y en nuestro continente. Justamente uno de estas versiones de trotquismo, según nuestro juicio, es el avakianismo.

I Situación mundial

-Antecedentes

Base ideológica para analizar situación mundial, según Ajith (Capítulo 5. Una perversión del internacionalismo)

En esta sección de su libro Ajith expone correctamente el marco o consideración teórica previa al análisis de la situación mundial:

Las contradicciones de la situación mundial “en su conjunto” son ciertamente internas a ella. Y sí, el mundo está ciertamente compuesto de “partes del mundo” (diferentes países). Pero “el mundo en su conjunto” es claramente diferente de “partes del mundo”. Podemos analizar y hablar de las contradicciones que se ven en el mundo en su conjunto sólo a un nivel claramente diferente del de los países, aunque éstos conforman el mundo, están influenciados por la situación mundial y a su vez influyen en ella. Ni la situación mundial es la suma total de las situaciones de los distintos países, ni la situación de ningún país es un fragmento de la situación mundial.

Complementa con la versión que él tiene de la contradicción fundamental de “la época burguesa”

Examinemos ahora el asunto de la contradicción fundamental de la época burguesa. Esta contradicción, entre la producción socializada y la apropiación privada, establece las bases, los parámetros generales, de la situación mundial. Esto se ha hecho aún más explícito e influyente en la época imperialista, particularmente bajo la globalización. Durará toda esta época, hasta que se resuelva mediante la revolución socialista mundial.

Comienza aquí a aparecer una sinonimia indistinta entre época, era, etapa y periodo, tratamiento confuso que existe dentro de diferentes posiciones partidarias; partamos de una definición por nuestra parte: la era del capitalismo se divide en dos épocas, la época del capitalismo de libre competencia y la época del capitalismo de monopolios; los periodos o sub épocas son divisiones menores dentro de las épocas y el concepto “etapa” más bien está más ligado al desarrollo subjetivo y organizativo de movimientos sociales y revolucionarios. Volveremos a las implicaciones de estas delimitaciones más adelante. Continuando, la posición de Ajith sobre la relación entre la contradicción fundamental y la contradicción principal está clara y adecuadamente abordada con:

En cualquier período particular, una u otra contradicción importante será la principal. Sin duda, todas estas contradicciones, incluida la contradicción principal, están globalmente determinadas e influenciadas por la contradicción fundamental. Pero en cualquier período concreto la contradicción principal, y no la contradicción fundamental como tal, determinará o influirá en la existencia y el desarrollo de las demás contradicciones. Esto nos guía para sondear las formas específicas en que la contradicción principal a nivel mundial influye en la situación dentro de países específicos.

Esta prevención de Ajith precede a la crítica que él hará más adelante a Avakian por negar este la intermediación diferenciada y relativa de la contradicción principal sobre las situaciones particulares de los países concretos. Se debe resaltar la corrección de estas declaraciones en relación con la determinación de la realidad de base nacional o local respecto a la expresión particular de la contradicción principal.

Luego este autor delinea las posiciones estratégicas de su análisis sobre la actual situación mundial:

 En el mundo actual la contradicción entre el imperialismo y las naciones y pueblos oprimidos es la principal. Pero, aunque la India, o un país ocupado como Afganistán o Irak, son todos países oprimidos, la influencia que ejerce la contradicción principal sobre la situación de cada país es claramente diferente. Obviamente, esto está determinado por las particularidades socio-políticas-culturales-económicas de estos países. Si no se captan estas especificidades internas, las fuerzas Maoístas nunca tendrán éxito en sus tareas. Y nunca las comprenderán si no logran entender que éstas emergen de las particularidades internas de su país y están más determinadas por ellas

Aquí se observa una concepción generalista de imperialismo, similar pero no idéntica a la propuesta  adelantada por Lenin para la década del 20 en el mundo: el conjunto de países imperialistas contra el conjunto de naciones y pueblos de países coloniales y semicoloniales; aunque Lenin dijo el conjunto de países imperialistas, Ajith dice más bien “el imperialismo” en general; esta es la concepción actual de la gran mayoría de partidos que siguen esta línea; con esta tipificación estratégica de la contradicción principal se aproximan, sin quererlo pensamos, a las concepciones trotquistas que preconizan la contradicción entre el capitalismo y el proletariado como la contradicción principal, conceptuando al capitalismo, o imperialismo, en general, como un sistema monolítico. Ajith y su importante tendencia supone un imperialismo genérico, con el detalle adicional, declarado por él, de que la alianza interna de las facciones de este es más importante y fuerte que sus disputas internas, como veremos que plantea más adelante.

Por otro lado, las calificaciones de la contradicción principal cambiaron dentro del movimiento comunista internacional. así hubo un periodo en que se postuló que la contradicción principal era entre el conjunto de fuerzas democráticas y socialistas contra la ofensiva del fascismo, en el periodo previo a y durante la segunda guerra mundial, aunque eso no estuvo ni delimitado claramente por la autoridad de un clásico (como fue con la postulación de Lenin al respecto) ni fue un consenso unánime entre todos los partidos comunistas.  Luego se planteó por parte del PCCh la contradicción entre los pueblos de las zonas de África, Asia y Latinoamérica y los imperialismos occidentales, pero fue en un breve periodo, desde 1950 hasta 1962; posteriormente se propuso por parte de este partido la contradicción principal como entre los “pueblos del tercer mundo, incluido China, contra las dos superpotencias imperialistas USA y URSS”, esta última propuesta se hizo tardíamente, alrededor del año 1967.

Como se ve, las propuestas del partido chino no eran generalistas, especificaban un grupo de imperialismos o imperialismos específicos. Pero, luego de la aparición del maoísmo internacional pro grupo de los cuatro en el mundo, se estandarizó la idea vigente actual de un solo imperialismo con fracciones internas que disputan influencias a la vez que se alían contra los pueblos para explotarlos y reprimirlos. Es curioso que tanto el trotquismo internacional como también algunos intelectuales posmodernos se aproximan a esta idea de un capitalismo imperialista corporativo trasnacional.

Pero entonces, ¿Cómo conceptuar la contradicción principal actual? La contradicción principal es ahora entre Estados Unidos, junto con su frente aliado, contra los pueblos y naciones de su campo de acción imperialista. Esta contradicción principal se fue generando desde la hegemonía de USA a partir de la segunda guerra mundial en amplias zonas de Asia y Medio Oriente, siendo ya desde las décadas del 30 América Latina una segura zona de influencia norteamericana, luego la contradicción entre el estado copado por el grupo revisionista en la URSS agudizó la contradicción entre China socialista y los países menores de Asia Central y Europa Oriental contra las acciones intervencionistas y expoliadoras del estado soviético. Luego poco a poco se fue configurando esa contradicción entre los pueblos del mundo, menos de los países, más de pueblos y naciones, contra Estados Unidos y la URSS, potencias imperialistas. Sin embargo, se debe aclarar que la parte de la contradicción contra USA fue más importante, en los hechos reales: argumento indiscutible, que la contradicción contra el estado revisionista para la mayoría de pueblos y naciones. Luego, en la guerra fría y su desarrollo posterior, así como con la decadencia de la URSS por sus problemas económicos internos desde 1973, se fue consolidando el poderío norteamericano hasta configurar un imperio mundial con la caída de la URSS en 1991. Paralelamente a esto, desde 1970 el estado norteamericano y algunos de sus socios comenzaron a orquestar un desmontaje de las políticas neokeynesianas  y de las desarrollistas dentro del neocolonialismo e implementaron el neoliberalismo y la globalización como estrategias para lanzar una ofensiva capitalista buscando remontar baja de ganancias y financiarizando más las economías con el fin de generar una mayor hegemonía económica, a la vez que organizaban un caos controlado con intervenciones militares y conspiraciones de diferentes modalidades, desde religiosas hasta migratorias, desde culturalistas hasta terroristas. Fue así que se configuró el actual estado de cosas.

 Esta contradicción principal no significa que sea la única, existen contradicciones secundarias muy importantes, como son las contradicciones separadas entre la potencia USA, unida más o menos con su campo aliado, Australia, Sur Corea, Japón, Europa, contra Rusia nacionalista y la contradicción entre USA versus China, son de las secundarias más destacadas. Asimismo existen contradicciones entre países capitalistas no occidentales contra el campo occidental y algo menos contra las naciones China y Rusia, esta contradicción secundaria ha ido surgiendo desde los años 70, Turquía, Irán, India son los más importantes países que llevan adelante esa contradicción; en cuanto a la contradicción burguesía versus proletariado, esta contradicción está cobrando cada vez más fuerza, pero no se presenta nítidamente en todos los países por la segmentación objetiva de la clase trabajadora.

En cuanto a la perspectiva de Ajith respecto a que cada país tiene una realidad histórica y de otros factores peculiar que determina cómo la contradicción principal se expresa en cada uno estamos de acuerdo, pero si él piensa así, entonces debería estar de acuerdo también con que en  las sub épocas del 60 y 70, cuando estuvo vigente la famosa fórmula “los pueblos del tercer mundo contra las superpotencias”, cada pueblo asumía de esa contradicción lo que le tocaba por sus condiciones específicas, si a China le tocaba la parte socialimperialista como más aguda, a América Latina le tocaba la parte de la superpotencia USA como más aguda y lo que era válido para China no necesariamente era válido en toda su extensión para América Latina, en particular la táctica a seguir en cada realidad.

 A continuación, Ajith explica, en crítica a Avakian, cómo se da la relación entre el imperialismo como sistema económico y los países oprimidos:

El proletariado en todos los países es comúnmente explotado por el capital a través de la extracción de excedentes en forma de plusvalía. La relación esencial es la que existe entre el capital y el trabajo asalariado. Pero esto se realiza a través de relaciones claramente diferentes en los países imperialistas y las naciones oprimidas. En los primeros está abrumadoramente representado en su forma directa. En el segundo, la mayoría de las veces, está mediado por el capitalismo burocrático. Esta forma de capitalismo es fomentada por el imperialismo en los países oprimidos. Está al servicio tanto del imperialismo como del feudalismo. Así pues, la especificidad de la relación de explotación a la que se enfrenta el proletariado en estos países le plantea inmediatamente un conjunto de tareas, diferentes de las que afronta esta clase en los países imperialistas. Debe luchar contra el imperialismo, el capitalismo burocrático y el feudalismo.

Aparece un concepto fetiche de esta posición, el capitalismo burocrático, concepto que como muchos otros nació en un contexto específico, válido y correcto para su lugar, sus características y su tiempo; en China semicolonial, el capital burocrático era un capitalismo intermediario, conformado por cuatro grandes familias que a su vez militaban en el Kuo Ming Tang, compartían así el poder político y una parte de poder económico.

Dada la gran variedad de países semicoloniales, el rasgo común que define al capitalismo dependiente existente en estos es el de capitalismo intermediario, siendo la predominancia de burguesías compradoras o de burguesías burocráticas u oligárquicas solo condiciones históricamente determinadas según las distintas realidades; es decir, son variedades que coexisten o no con otros sectores de burguesías intermediarias, pero que tienen en común la defensa de los intereses de los distintos sectores imperialistas que representan.

Pero la función del concepto para esta tendencia no es solo objetivizar el análisis de clase, con su fidelidad al concepto de tradición china, esta tendencia inculca simbolismo y solidaridad, imprime una señal de identificación entre sus miembros y simpatizantes; sin embargo los conceptos, como toda superestructura, sobre todo cuando son históricos, pueden ser trascendidos por el desarrollo objetivo: la dinámica del neocolonialismo primero y del neoliberalismo y la globalización después obligan a superar el concepto “capitalismo burocrático” para los países semicoloniales y considerar en cambio “capitalismo intermediario”.

Por otro lado, en algunos países el imperialismo norteamericano impulsó una vía terrateniente para la evolución -intermediaria- de algunas zonas de feudalismo o semifeudalismo, Esta es una realidad que no hay que desdeñar, como lo demuestran las realidades de Brasil, Perú y Argentina, donde hay nuevos latifundios con relaciones sociales capitalistas, con rezagos serviles sin embargo; estos latifundios exportadores están al servicio del mercado extranjero y sus propietarios forman parte de la burguesía intermediaria proimperialista, pero ya no son terratenientes feudales.

En concreto, el análisis de Ajith es correcto en gran parte, pero necesita actualizarse respecto a la situación del capitalismo en los países dependientes, semicoloniales y coloniales.

Antecedentes históricos (Capítulo 9. Destripando la economía política marxista)

Prosiguiendo con su polémica contra Avakian, Ajith explica otra tesis necesaria para su línea estratégica: el origen de la crisis permanente del imperialismo genérico, dice así:

Desde el período del Comintern, la teoría de la Crisis General (CG) ha dominado las opiniones del MCI sobre la dinámica del imperialismo y sus crisis. La breve explicación de Stalin en su informe al 16° Congreso del PCUS (B), comienza por llamar correctamente la atención sobre la sobreproducción. Pero la trata desde un enfoque “subconsumista”. Lo más importante es que la comprensión de la teoría de la Crisis General de un irrevocable y constante declive del crecimiento económico imperialista se ha visto alterada por sus rachas de crecimiento. La caracterización de Lenin de la naturaleza moribunda del imperialismo no descartó su dinamismo y potencial de crecimiento. A pesar de estas fallas básicas, hay ciertos aspectos de la teoría del CG que deben ser sintetizados. El más notable de ellos es su visión sobre el cambio de las crisis cíclicas que se producen durante el período competitivo (esto también fue señalado por Lenin) a una situación en la que las crisis son más prolongadas. La teoría de la CG trató de incorporar el impacto de la revolución de octubre en el análisis de la crisis imperialista. Esta fue otra característica positiva. Pero la cuestión se redujo mecánicamente a una de contracción del mercado capitalista debido al surgimiento del socialismo en una gran parte del mundo.

En esta extensa declaración se dice que en la era del imperialismo las crisis ya no son cíclicas, sino prolongadas, que tales periodos de crisis prolongadas se ven interrumpidos por breves periodos de crecimiento, se dice, además, que existe una naturaleza dual entre la tendencia moribunda del imperialismo (como capitalismo monopolista) y sus episodios de crecimiento, dualismo evidenciado por Lenin. Pero se señala que la posterior elaboración de Stalin de la crisis general del imperialismo como producto del subconsumo no es adecuada, así como tampoco lo fue atribuir la contracción del mercado capitalista solo a la creación del campo socialista.

Más adelante Ajith postula lo siguiente:

Si bien el enfoque esencialmente subconsumista y lineal de la CG debe ser rechazado, su reconocimiento del papel de la revolución en el origen de la crisis fue un paso adelante correcto. Debe ser sintetizado para desarrollar una comprensión correcta de la dinámica del imperialismo y la crisis en el mundo actual. Por ejemplo, la transición al neo-colonialismo en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial fue principalmente impulsada y guiada por las compulsiones políticas a las que se enfrentaba el imperialismo. El imperialismo se vio amenazado por el ascenso del campo socialista, la expansión del movimiento comunista y el poderoso impulso de los movimientos de liberación nacional. Se favoreció el neocolonialismo frente al dominio y la explotación colonial directa, ya que contribuyó a desviar y frenar el crecimiento de un impulso revolucionario en los movimientos anticoloniales, permitiendo al mismo tiempo la continuación de la explotación y el control imperialistas.

Esta es una gran idea: la política influye sobre lo puramente económico, no se puede entonces explicar las contradicciones económicas de los capitalismos monopolistas al margen de, primero, su constitución como naciones capitalistas avanzadas y de algunas como imperialismo, y, segundo, la lucha política y revolucionaria que, crónica o súbitamente, aparece en diferentes zonas del mundo; es decir, se debe considerar la historia real, no solo la determinación económica pura que propone la teoría.

Pero, por el contrario, la gran deficiencia de la teoría actual defendida es sobreestimar los periodos prolongados de recesión o de disminución de tasas de ganancia como expresión de “crisis imperialista”, esto obliga a sobreestimar a su vez los indicadores estadísticos meramente económicos, que ofrecen siempre las fuentes oficiales. Pero si ya se había considerado, en el análisis de Ajith, el cálculo político para explicar el neocolonialismo, también debería considerarse otros efectos y movimientos de la dinámica capitalista monopolista, por supuesto no solo estamos hablando de la sobreproducción o del subconsumo. En primer lugar, la ciencia económica oficial solo considera crisis a los bajones bolsistas y a las bancarrotas extensivas y la tradición de los partidos comunistas, en su gran mayoría también ha seguido el mismo parecer. También se considera los indicadores de crecimiento económico y las recesiones estadísticamente establecidas como los principales indicadores sea de crisis o sea de auges; se depende así, para el análisis de “la crisis general del imperialismo moribundo” de las fuentes cuantitativas de los centros estadísticos de estos mismos países capitalistas.

Pero en el siglo xx, después de la segunda guerra mundial, aparecieron otros fenómenos económicos que extendieron, cualitativamente, el término “crisis”, como la inflación combinada con recesión, llamada estanflación; además, aparecieron los procesos de financiarización extrema, de traslado productivo o deslocación industrial, de hipertrofia del consumo, de hipertrofia de los servicios, de la externalización de costos, de la desocupación estructural (que supera largamente el concepto de “ejército industrial de reserva”) y del daño ambiental. Todos estos fenómenos son ahora concomitantes con las economías capitalistas monopolistas, pero el término “crisis” quiere ser restringido a la baja de la tasa de ganancia porque se asume que se es marxista solo y solo si se enfoca el análisis en la tasa de ganancia y no en sus efectos, los cuales se asumen a una condición extraeconómica o a una condición derivada y secundaria.

Una objeción válida que podría hacer la teoría oficial es que los fenómenos anteriormente reseñados son solo efectos y no causas de las crisis económicas dentro de las distintas economías monopolistas, pero primero partamos de que no se puede hacer un análisis puramente general de lo acontecido en las últimas décadas, no se puede forzar una “crisis general del capitalismo-imperialismo” estructural y permanente como un todo, en un punto de vista exclusivamente económico; el mismo Ajith, al evaluar el neocolonialismo como una estrategia particular del imperialismo norteamericano, aunque no especificó exactamente esta nacionalidad concreta del capital monopolista que impulsó tal neocolonialismo, pero implícitamente dio a entender que se trató de una estrategia de los imperialismos occidentales; el mismo Ajith, decimos, aceptó entonces una condición particular de la crisis. En segundo lugar, el análisis debe hacerse a dos niveles, en lo estructural como potencialidad o solo tendencia, y en lo particular, respecto a las crisis históricas reales, extendidas a esferas nacionales o de campos económicos y políticos internacionales pero acotados y con características peculiares y limitadas en el tiempo, pues las crisis no son permanentes en este nivel.

Cuando se dice que en la era del imperialismo se está en el tiempo parasitario y moribundo del capitalismo no se interpreta que esa agonía se presente como una crisis económica terminal, en una supercrisis como la del 29, que por otro lado no se va a volver, probablemente, a repetir nunca, como si de un organismo biológico envejecido se tratara; más bien se refiere con parasitismo a los rasgos financieros, expoliadores y agotadores de fuerza de trabajo y de la naturaleza; y lo moribundo se refiere a las potencialidades y a las realidades de las luchas populares y revolucionarias contra los colonialismos y neocolonialismos; y a revoluciones anticapitalistas diversas, tanto en los centros capitalistas específicos, como en ciertas regiones distantes de estos centros. Se debe recusar el reduccionismo biológico en el análisis económico de los procesos de crisis capitalistas monopolistas.

La ofensiva neoliberal y globalizadora, no fue un cambio mecánico de modelo económico, fue un ensayo político, con Nueva York en 1971 y con Chile pinochetista en 1973, y fue una decisión económica-política, con la inconvertibilidad del dólar en oro y el abandono de Breton Woods, en 1971, la crisis del año 1973 solo aceleró la salida financiera a través de los petrodólares canalizados hacia la deuda externa para los países del sur y el mayor auge de mercados cambiarios.

-La situación mundial propiamente dicha

Primera refutación de Ajith a Avakian sobre la situación mundial

Ajith refuta correctamente en gran parte de su argumentación la tesis de Avakian, esta planteaba que existe una contradicción interna principal en el capitalismo -capitalismo en general, el análisis de Avakian es mucho más economicista y generalizador, al estilo de los trotquistas- entre la tendencia a la anarquía y la tendencia a la organización, la competencia entre países y la competencia entre monopolios son expresión de esta contradicción, pero no acaba ahí: esta competencia interna dentro “del modo de producción burgués” también influye sobre los enfrentamientos de clase y es la fuerza motriz detrás de las guerras existentes, las cuales son consideradas “guerras de redistribución”:

“… es el movimiento impulsado por la anarquía el que establece los términos generales de estas otras contradicciones [es decir. antagonismos de clase] y determina en última instancia los parámetros y posibilidades de la lucha de clases [...] El movimiento obligado por la anarquía [...] — el impacto cualitativo de las contradicciones de la acumulación mundial y el consiguiente papel de las guerras de redistribución — es más determinante del proceso general por el que se desarrollan estas otras contradicciones, al menos mientras el modo de producción burgués sea dominante en el mundo”, America in Decline, p. 125, énfasis añadido.

Ajith dice concretamente que la tesis sobre una contradicción esencial anarquía versus organización es falsa porque tal oposición existe como una consecuencia de la contradicción fundamental burguesía explotadora a través de la extracción de plusvalía de un proletariado que es el sector que crea con su fuerza de trabajo el valor social inyectado en los bienes producidos; este afán explotador produce la contradicción social y política entre la clase propietaria y la explotada; la competencia es solo un producto derivado del afán de realizar la mercadería privada, lo cual lleva también a la burguesía a aumentar la explotación para estar mejor posicionada frente a la mercadería de otros explotadores y, cuando no es posible aumentar la explotación, se recurre a mayor tecnología y mecanización para aumentar la tasa de ganancia:

Avakian…. Declaró que la contradicción anarquía/organización es en general la principal forma de movimiento de la contradicción fundamental del capitalismo. Esto se amplió para argumentar que la contradicción interimperialista es en general más determinante, en comparación con las otras grandes contradicciones del sistema imperialista. No sólo eso, se suponía que los propios “parámetros y posibilidades” de la lucha de clases estaban determinados en última instancia por el “movimiento obligado por la anarquía”, por la contradicción interimperialista.

La eliminación de la lucha de clases de su papel central se buscó justificar con argumentos que planteaban la competencia como la tendencia interna del capitalismo…(pero) la naturaleza interna o tendencia del capital no es la competencia sino su incesante búsqueda de más excedentes, que surge de su carácter explotador. Esto surge del propio carácter del capital como relación y proceso social de explotación…Pero Avakian argumentó que si no existiera la presión de la competencia los capitalistas no se enfrentarían a la misma compulsión de explotar más profundamente al proletariado. El carácter explotador intrínseco del capital como relación social y como proceso se convierte así en algo externo y secundario…por el contrario, el Marxismo muestra cómo la propia competencia se deriva del modo específico de explotación del capitalismo a través de la extracción de plusvalía. Los capitalistas sólo pueden adquirirlo realizando el valor de sus mercancías a través del intercambio en el mercado, donde se ven obligados a enfrentarse como competidores.

 El impulso inherente a su propia naturaleza explotadora lo experimentan ahora como una compulsión para hacer que su capital sea más productivo que el de los demás. Esto los lleva a una mayor organización del proceso productivo dentro de su fábrica. Así, la competencia se intensifica aún más y la anarquía general aumenta. En otras palabras, la anarquía del capitalismo está en última instancia enraizada en su explotación. Además, no sólo la competencia, la lucha de clases también es una gran obligación que enfrentan los capitalistas. La explotación inevitablemente llama a la resistencia de los explotados. Esto induce a los capitalistas a aumentar la mecanización, la organización del proceso de trabajo, como medio para derrotar la lucha de clases del proletariado y profundizar la explotación.

Como se ve Avakian acude a un determinismo económico para el análisis de la situación mundial, por lo que fallan clamorosamente tanto sus declaraciones explicativas como sus determinaciones prácticas, pero Ajith tampoco se libra de alguna vertiente economicista, si bien defiende en parte un aspecto histórico y político en el análisis de la realidad mundial, cuando critica a Avakian su pronóstico de proximidad de las guerras interimperialistas como consecuencia del análisis de este sobre la fuerza motriz anarquía versus organización (pues Ajith menciona el neocolonialismo como salida a una potencial crisis después de la segunda guerra mundial y refuta el dogmatismo avakiano de referirse a Lenin cuando este pronostica las guerras de reparto colonial como inevitables en la era del imperialismo: “Haciendo caso omiso de la realidad concreta del neocolonialismo en la situación posterior a la Segunda Guerra Mundial, el PCR repitió mecánicamente como un loro la tesis de Lenin de la “redivisión del mundo a través de la guerra” y llegó a la posición de que una guerra mundial era inminente”); no obstante esto, Ajith, decimos, no considera las otras salidas políticas y económicas que el capital monopolista concreto, en este caso, los capitales encabezados por el imperialismo norteamericano, impusieron en diferentes situaciones para aumentar su tasa de ganancia; es por eso que su refutación, si bien correcta en lo esencial, padece de una vinculación exclusiva a la etapa de libre competencia en el capitalismo; es decir, la que existió hasta 1900 aproximadamente, precisamente la acción política gubernamental de países imperialistas es la que ahora utilizan los monopolios, forma empresarial del capitalismo en la actualidad, para aumentar la tasa de ganancia, primero (internamente) desclasando a los obreros con el impulso a la clase media mediante políticas neokeynesianas, una política impulsada desde la posguerra hasta 1960; y luego, con la financiarización, el monetarismo, la deslocalización industrial y otras medidas neoliberales, pero lanzadas como iniciativas gubernamentales a través de organismos internacionales al servicio de Estados Unidos como si fueran un proceso de progreso inevitable, la globalización. 

El vector económico, cierto que efectivamente determinante, cobró fuerza sobre las operaciones sociales más adelante, desde 1970, para aumentar la tasa de ganancia, pero no como Ajith dice, a través de la lucha interburguesa individual, sino a través de la lucha entre políticas económicas: keynesianismo versus neoliberalismo; vale decir, a través de la acción intermediada de gobiernos y estados. Así, con la financiarización y el monetarismo, que produjeron sin querer, junto con la deslocalización industrial, una erosión grave a la clase media sesentera, aumentaron la tasa de ganancia sacrificando la producción física a favor del capital virtual de bolsas, seguros, derivados y dominio del dólar, todo ello complementado con el poder militar ejercido a través de guerras limitadas, circunstancias estas que Ajith aborda en forma poco clara.

Estas situaciones son fenómenos presentados después de la 2da guerra mundial dentro del capitalismo monopolista y más específicamente de los capitalismos nacionales monopolistas tanto para dentro, asegurándose rentas privilegiadas y control de operaciones financieras, como para fuera de sus estados nacionales, imponiendo ajustes y relaciones desiguales a otros países y sectores.

Y se llega por lo tanto a la historia reciente, Ajith dice que Avakian sobreestimó el pronóstico de Lenin sobre nuevos repartos coloniales a través de guerras interimperialistas porque este le da más importancia a la contradicción interimperialista, considerándola incluso determinante de otras contradicciones, antes que a las otras contradicciones del “sistema imperialista”. Ajith luego (pp 127, 128) dice:

Los acontecimientos mundiales, como la difu­sión de la contienda desde mediados de los años 80 y el colapso del antiguo bloque social imperialista, expusieron enfáticamente la locura de la teoría del PCR….

Aquello de la “difusión de la contienda desde mediados de los años 80” puede referir la intensificación de las luchas de clases, tendencia contraria a la supuesta preeminencia de la contradicción interimperialista por colonias que preconizaba Avakian; tal tendencia efectivamente existe, aunque se desarrolla no en forma continua ni sostenida, sino muy desigualmente, tanto en intensidades, como en episodios y formas. Pero lo importante aquí es reconocer que si bien la lucha de clases no solo no ha sido aminorada, sino que tampoco es generada a partir de una consecuencia indeseada de la contradicción interimperialista, tal como lo sugiere Avakian; sin embargo, hay una gran diferencia entre la lucha plenamente consciente y dirigida por vertientes marxistas, que incluye algunas zonas con guerras populares o conflictos en vías de convertirse en aquello, y las formas de lucha no influidas por posiciones abiertas de clase, sino por ideologías metamorfoseadas, estas últimas son las predominantes. Hay muchas razones para esta paulatina predominancia de posiciones no marxistas en los movimientos populares, como algunos reformismos y como algunos fundamentalismos, algunas de estas razones tienen que ver con la economía: hipertrofia de los servicios y disminución relativa de la clase obrera industrial dentro de los trabajadores dependientes, desocupación estructural de las economías urbanas y otros factores.

Muchas de esas luchas se enfocan en reivindicaciones de corta duración y se quieren distanciar abiertamente de calificación política al declararse transversales y prosistema, como las provocadoras y manipuladas movilizaciones y actividades de lgtb; cercanas a este movimiento están los feminismos burgueses anti varón, los animalistas y los culturalistas. Hasta tal punto han crecido estos movimientos, sobre todo en los países occidentales, que poco a poco se han convertido en una conveniente e inofensiva válvula de escape para las tensiones sociales inevitables debidas a la decadencia de las sociedades capitalistas, decadencia patente en desocupación crónica, precariedad creciente de los sistemas de seguridad social y sanidad. Actualmente estas dirigencias están monitoreadas dentro de planes de diversionismo y manipulación de diversas agencias occidentales.

Pero no puede decirse la misma utilidad sistémica y dependencia de movimientos más clasistas, aunque heterogéneos y de difusa dirección, sobre todo los movimientos sociales contra las medidas de ajuste que ha impulsado el neoliberalismo, movimientos como los de los chalecos amarillos y otros parecidos.

La posición de principio de este punto de vista, no obstante, es no reconocer el retroceso de la influencia marxista, aunque esta influencia no sea de un marxismo real, en general en los movimientos populares y compensar dicha disminución con la exaltación de la actividad de partidos maoístas poderosos y de sus zonas de influencia, muy localizadas.

Luego Ajith dice:

Con el papel de crisis de la guerra mundial aban­donado, la teoría del PCR cojeaba. Los eventos mundiales han continuado golpeándolo. La anarquía/organización, y por consiguiente la contradic­ción interimperialista, sigue siendo considerada por él como la principal fuerza motriz general. Pero la colusión entre las potencias imperialistas ha sido la principal durante casi dos décadas. Su disputa, aun­que creciente, sigue siendo secundaria. El curso de los acontecimientos mundiales, incluidas las crisis imperialistas, ofrece muchos más ejemplos en los que la discordia entre sus puntos de vista y la reali­dad destaca. (subrayado-RED.)

Aquí Ajith, en vez de desechar totalmente la tesis Avakianista de que la oposición anarquía/organización es la causa de todas las contradicciones de la situación mundial, le ofrece un sustento cuando afirma la equivalencia entre esta oposición y la contradicción interimperialista, contradicción que, si bien está influida por la competencia intermonopolista, tiene otras fuentes para su configuración, como, por ejemplo, el intento de aumento de la tasa de ganancia interna nacional con más explotación (deslocalización industrial) o más capital fijo (mejora técnica y sustitución de fuerza de trabajo) y, sobre todo, con financiarización; también está la lucha por mercados y, en algunos periodos, la hegemonía política. Por otro lado, Ajith confunde la dominación del imperialismo norteamericano sobre Europa y su victoria en la guerra fría con la “colusión entre las potencias imperialistas” esto conecta con el contenido sobre la situación mundial que él da como alternativa al confuso criterio de Avakian.

Así, a lo anterior Ajith añade una interpretación parcial de la situación mundial presente después del colapso de la URSS y el bloque oriental:

La nueva situación provocada por el colapso del bloque social imperialista permitió una mayor libertad al capital imperialista. Esto fue proyectado por el PCR como una resolución parcial de la “conjetura” planteada por su teoría. Un examen detallado mostraría que la construcción de la “resolución parcial” era tanto un medio para salvar algo de los restos de su teoría como para parecer reflejar la realidad contemporánea. La implicación era de una resolución que permitía “[...] un estímulo a la inversión, el crecimiento y una mayor reorganización de la economía mundial”.  Aunque, al ser parcial, no estaba “[...] creando las condiciones para un crecimiento global sostenido y estable”.  La conclusión fue que “[...] no creemos que sea correcto caracterizar la situación general a la que se enfrentan los imperialistas hoy en día como una ‘crisis’ [...]” aunque no se haya logrado un crecimiento estable.

Primero, ¿Por qué Ajith tipifica como “nueva situación” el colapso del bloque oriental? Su refutación a Avakian sobre la oposición anarquía/organización solo se basó en Marx y Engels, solo en argumentos relativos a la teoría marxista básica, creada en épocas de libre competencia, cierto que añadió en otras páginas la necesidad de análisis del vector o factor político en la economía ya actualmente monopolista, entonces deberíamos entender que su mención de una “nueva situación” es consecuente con su perspectiva no mecánica, sino más dialéctica de la influencia de la política sobre la economía;  para Ajith esta nueva situación post colapso bloque oriental significó “mayor libertad al capital imperialista”, tal situación le parecía a Avakian, según informa Ajith, una oportunidad para el crecimiento de la “economía mundial” que al no ser más que parcial no crearía una estabilidad; sin embargo, no se podía llegar a la conclusión sobre una “crisis de los imperialistas”. Ajith refuta esto de la siguiente manera:

Todo este análisis estaba muy lejos de la realidad. Durante un breve período a principios de los 90, la agenda imperialista, orquestada por los EEUU., pudo ser impulsada. Se fundó la Organización Mundial del Comercio (OMC). Sus restricciones universalizaron los programas de ajuste estructural del FMI-BM. En consecuencia, la penetración imperialista en los países oprimidos se incrementó enormemente. Pero pronto la resistencia a la globalización comenzó a crecer y se hizo mundial. La crisis monetaria en los países del sudeste asiático, México y Rusia obligó a un retroceso en la libre convertibilidad de la moneda y otras medidas que buscaban ser impuestas por el imperialismo. Una parte de los ideólogos imperialistas se vieron obligados a empezar a argumentar a favor de una “globalización con rostro humano”. Muchos tratados y políticas de la OMC destinados a abrir aún más los países del Tercer Mundo se han dejado en suspenso. Aunque la externalización y la globalización de la producción se expandieron, este período también fue de un rápido cambio hacia la financialización, precisamente porque las tasas de beneficio seguían siendo bajas. Es decir, no hubo una resolución, ni siquiera parcial, de la crisis imperialista que se inició a mediados de los años 70. La expansión, vista brevemente después del colapso social imperialista, fue un ejemplo de una recuperación parcial. Recordemos que tales recuperaciones temporales se vieron incluso durante la prolongada crisis y la estanflación de 1970-89. Obviamente, no pueden tomarse como índices de resolución de crisis. Por el contrario, las burbujas de crecimiento seguidas de sus estallidos desastrosos han sido una característica constante de los últimos años, hasta la actual crisis financiera mundial. El sistema imperialista en su conjunto ha sido destrozado por una prolongada crisis estructural, ahora en su quinto año sin ningún signo de resolución.

Definitivamente se exalta la crisis del imperialismo genérico, del imperialismo como sistema, para negar el real poderío que logró Estados Unidos con el impulso al neoliberalismo y la globalización, sobre todo en las décadas de los 80 y 90, y negar la victoria de USA en la guerra fría. En general, la gran mayoría de tendencias que se proclaman maoístas tomaron la caída del bloque soviético como un hecho positivo, no consideran que el desánimo de las nuevas generaciones por el socialismo sea un hecho digno de tomarse en cuenta, muchas de ellas tienen el comportamiento compensatorio de reafirmarse exaltadamente en sus principios; en consecuencia moldean el análisis para declarar una “crisis permanente del imperialismo”, como la que Ajith propone desde 1970 hasta 1989, casi 20 años, y otra más desde 2008 a 2012, cuando escribió este libro que nos sirve de referencia. Pero las crisis económicas monopolistas en países avanzadas son crónicas, sí, pero no permanentes: la crisis de 1973-75, la de 1982, la de 1991, la del 2008-2009.

Ajith dice que la financialización sustituyó a la externalización y a la globalización de la producción, se equivoca rotundamente, no son medidas contrarias entre sí, son medidas complementarias y nacieron simultáneamente como componentes del neoliberalismo en las políticas nacionales de Estados Unidos e Inglaterra en los 70 primero y luego con mayor impulso en los 80. Lo que sí es cierto respecto a su declaración, en buena parte, es que existe un estado de crisis, pero intermedio y estructural en los sentidos que pasamos a aclarar, intermedio en el sentido en que no es una crisis aguda, tipo quiebras masivas y desplome de burbujas, como lo que ocurrió en 2008, sino más bien una depresión no homogénea en muchos centros del capitalismo monopolista occidental, depresión que afecta principalmente la economía física; sobre lo del carácter estructural: se plantea no como una crisis permanente en el sentido de decrecimiento constante de la producción, situación que por otro lado los datos reales no confirman, sino como crisis que afecta y que golpea intensamente los medios de vida, salarios, empleo, vivienda, salud, seguridad y ambiente de las mayorías trabajadoras, sean dependientes o independientes; es en este último sentido que sí interpretamos la posición de Ajith como correcta en mayor parte.

Por otro lado, es importante mencionar el desgaste del frente cultural manipulatorio del neoliberalismo construido sobre la base del individualismo, del culto a toda clase de ideologías irracionalistas y el fracaso o desgaste de su promoción del emprendurismo; estas situaciones no solo son producto del paso del tiempo, sino de la demostración práctica del nefasto rol que los movimientos diversionistas, como el transversalismo de minorías sexuales y étnicas, cumplieron en la situación mundial, más que nada en los países sometidos a su influencia en Europa y el resto de “occidente colectivo”.

Ahora queremos regresar a una idea de Ajith sobre la crisis imperialista: Pero la colusión entre las potencias imperialistas ha sido la principal durante casi dos décadas. Su disputa, aun­que creciente, sigue siendo secundaria. Las dos décadas deben referirse posiblemente a la década del 90 y la década del 2000, en este periodo se desarrolló el triunfo del imperialismo norteamericano en la guerra fría, situación que la tendencia de Ajith califica como disputa interimperialista, al negar el más mínimo carácter progresista a la URSS revisionista, negándose también a separar la acción de la dirigencia socialimperialista del PCUS de la tradición y peso histórico de la URSS en los pocos aspectos que todavía tenía como antiguo país socialista; por eso es lógico que Ajith refleje la colaboración entre Gorbachov y Yeltsin con Reagan como colusión entre potencias imperialistas; también es posible que considere la política de expansión diplomática y económica de China como colusión con el imperialismo norteamericano, dado que en la deslocalización industrial, promovida paralelamente al financiarismo, China y otros países asiáticos fueron las nuevas bases industriales con la ventaja de mano de obra barata. Esta idea es bastante popular entre sectores de la izquierda occidental, particularmente en los trotquistas, y tanto Avakian como Ajith podrían estar compartiéndola.

 Ese periodo calificado de colusión fue un subperiodo dentro de la globalización, fue un periodo de auge de la política imperialista norteamericana, más que de colusión fue de hegemonía, por eso pudieron remontar fácilmente la crisis de la burbuja punto com de 1991, por eso pudieron avanzar con las guerras regionales de Yugoslavia, de Irak y pudieron matar a Kadafi y Saddam Hussein. Paralelamente a estas guerras por petróleo y por hegemonía política, incluyendo un caos controlado motorizado por guerras artificiosas de baja intensidad en Siria y en otros lugares.

Finalmente, estas líneas se están escribiendo en 2025 y ya transcurrieron 10 años luego del ascenso de China a segunda potencia económica, cinco años después de la aguda depresión económica producida por la pandemia y, muy importante, tres años luego del inicio de la operación militar de Rusia sobre Ucrania. Las contradicciones sociales se agudizan en Europa, aunque no delineadas en forma de lucha de clases abierta, en cambio en Suramérica se presentan un poco más definidas, aunque todavía guiadas por espontaneidad y nacionalismo, pero al menos sin el cariz antisocialista que todavía tienen los europeos. Pero hay una diferencia significativa con periodos anteriores: es innegable que las tensiones mundiales entre Estados Unidos y Rusia y la tensión entre Estados Unidos y China influyen mucho más ahora, y desde hace diez años, que lo que sucedía en la fecha, 2012, en que Ajith escribió su libro; esta influencia creciente es eso: influencia, no determinación, así que lo que dice Ajith sigue siendo correcto, en relación con su crítica a Avakian; pero también es cierto que  Avakian, en cierto modo deformado e ideologizado de manera idealista, incluso con un tinte posmoderno, refleja: una creciente sensación de que se acerca una guerra mundial más extendida e intensa de la que está ocurriendo ahora, o de la que estuvo tan intensa en el periodo de Biden.

Segunda refutación de Ajith a Avakian sobre la situación mundial (Capítulo 10. La situación mundial)

Ajith defiende que existe una situación prerrevolucionaria o por lo menos que sí existe una potencialidad revolucionaria en luchas que existen en los países oprimidos pero sus ejemplos son muy erróneos, para decirlo consecuentemente: la primavera árabe fue una manipulación de la inteligencia occidental, como los hechos de la guerra en Siria, Irak y Afganistán lo demostraron posteriormente, el entusiasmo con que los trotquistas impulsaron la propaganda de estas “revoluciones de colores” debió llamar la atención del autor, pero aparentemente esto se ignoró. Ajith presenta su tesis así:

la carta del PCR de mayo de 2012 denuncia ahora que:

[...] [Algunas] fuerzas del MRI han seguido insistiendo en repetir exhortaciones vacías sobre “la revolución es la tendencia principal” y “África, Asia y América Latina siguen siendo los centros de tormenta de la revolución mundial” cuando incluso el estudio más superficial de las condiciones reales de la lucha revolucionaria en el mundo de hoy muestra que incluso en los países más viciosamente explotados y oprimidos la revolución no sólo no está avanzando sino que está enfrentando las mismas cuestiones fundamentales que enfrenta todo el movimiento comunista internacional.

Veamos la lógica que subyace a esta acusación. Su razonamiento es simplemente que esta revolución no está avanzando. ¿Pero qué hay de la ola de luchas y rebeliones que se ha visto en todo el mundo, incluidas las guerras populares? ¿Qué hay del trascendental surgimiento de la “Primavera Árabe” o del movimiento de Ocupación? ¿Cómo evaluamos el hecho de que la mayoría de estas luchas están teniendo lugar en los países oprimidos? La carta del PCR evita estas preguntas al incluir la cuestión de si las revoluciones están “surgiendo” o no. Esto tiene una historia. A principios de los años 80 negaba la presencia de una situación revolucionaria continua en los países oprimidos. La lógica era la misma: si esa era la situación, ¿por qué no estaban surgiendo revoluciones?

Si bien el contenido de Avakian pone en un mismo plano la situación de los países oprimidos con la situación de los movimientos populares en los países capitalistas avanzados por su prurito subjetivista de considerar como factor decisivo “el movimiento comunista internacional”, según él lo concibe, con una “nueva síntesis” que le inyecte vitalidad decisiva, a pesar de este delirio de Avakian, Ajith no critica el revoltijo, sino que contesta  con que existe un movimiento social que une las guerras populares (correctas) con el movimiento Okupa (más o menos correcto) con la “primavera árabe” (muy incorrecto). Existe una deficiencia muy notable de Ajith, compartida también con otros sectores, que rechaza o ignora la identificación de los complots y conspiraciones del imperialismo norteamericano, y de sus facciones internas, como son el lobby judío, el lobby de los extrotquistas straussianos y otros grupos de “tanques pensantes”. El imperialismo norteamericano, conjuntamente con Inglaterra e Israel, realiza operaciones de falsa bandera, guerras proxy y emplea extensamente movimientos radicales extremos, que incluso se proclaman izquierdistas, esto se conoce ya desde el trotquismo y ahora se hace evidente en los fundamentalismos musulmanes y otros movimientos ultraliberales y de falsa izquierda. Entonces no se debe mezclar los movimientos reales con los movimientos provocadores, eso es un error, luego se debe apoyar, de acuerdo a las circunstancias de cada fuerza y situación local a los movimientos populares e impulsar los propios, de acuerdo a las consideraciones concretas.

Sobre la existencia de una situación revolucionaria continua en los países oprimidos, se trata de una extensión de una idea de Mao Tse tung restringida solamente a China bajo disputa de varios imperialismos; luego el PC chino admitió durante un breve periodo, desde 1951 hasta 1967, que en ciertos países asiáticos y eventualmente en otros países oprimidos pudiera darse una situación revolucionaria:

7 Durante la Segunda Guerra Mundial, muchas colonias de Oriente, que estaban dominadas por los imperialistas ingleses, norteamericanos, franceses y holandeses, fueron ocupadas por los imperialistas japoneses. Bajo la dirección de sus respectivos Partidos Comunistas, las masas de obreros, campesinos y pequeñoburgueses urbanos y elementos de la burguesía nacional de dichas colonias, aprovechando las contradicciones entre los imperialistas ingleses, norteamericanos, franceses y holandeses, por una parte, y los imperialistas japoneses, por la otra, organizaron un amplio frente único contra la agresión fascista, establecieron bases de apoyo antijaponesas y sostuvieron una dura guerra de guerrillas contra el Japón. De este modo, empezó a cambiar la situación política existente antes de la Segunda Guerra Mundial. Cuando el imperialismo japonés fue expulsado al término de la Segunda Guerra Mundial, los imperialistas norteamericanos, ingleses, franceses y holandeses intentaron restaurar su dominación colonial, pero los pueblos de esas colonias, que habían creado fuerzas armadas bastante poderosas durante la guerra antijaponesa, se negaron a volver a la vieja forma de vida. Además, gracias al fortalecimiento del poderío de la Unión Soviética, a la derrota o debilitamiento en la guerra de todas las potencias imperialistas, con excepción de los EE.UU., y particularmente, a la victoria de la revolución china, que rompió el frente imperialista en China, todo el sistema imperialista mundial fue seriamente sacudido. Así se ha hecho posible que, más o menos como en China, los pueblos de las colonias de Asia, África y América Latina, o al menos algunos de ellos, (subrayado nuestro) mantengan durante largo tiempo bases de apoyo revolucionarias de diversa magnitud y regímenes revolucionarios, perseveren en una prolongada guerra revolucionaria utilizando el campo para rodear las ciudades, y avancen gradualmente hacia la toma de las ciudades y la conquista de la victoria a escala nacional. A la luz de estas nuevas circunstancias, se ha modificado la apreciación que hizo el camarada Mao Tse-tung en 1928 sobre el problema del establecimiento de regímenes independientes en las colonias bajo la dominación directa del imperialismo. Nota 7 Obras escogidas MTT, tomo I:  25 de agosto de 1951

Nunca se ha dado un pronunciamiento oficial en vida de Mao Tse Tung sobre la existencia continua de situación revolucionaria en todos los países oprimidos, solo existe la declaración transcrita anterior, que además especifica solamente a algunos países con dominación directa del imperialismo. Pero más que recurrir a la autoridad de una cita aquí se debe destacar la porfiada realidad: la política del neocolonialismo logró desmovilizar amplios sectores sociales, sobre todo los migrantes hacia las urbes y luego los trabajadores independientes, en muchas zonas semicoloniales del mundo, en particular en algunos países asiáticos como Corea del sur, Indonesia y Singapur y mayormente en los países centroamericanos y suramericanos.

Esto no quiere decir que no hay situación revolucionaria; la realidad es que sí existen situaciones revolucionarias, pero no en forma siempre continua y siempre intensa, aparece en forma explosiva, pero sus estallidos son de corta duración y cada vez más está ligada a oleadas continentales o regionales; aunque también existen situaciones revolucionarias locales crónicas en algunos países, que son base para el desarrollo de movimientos revolucionarios de distinto signo. Esto lo tiene que identificar con precisión el sector revolucionario en sus análisis para poder establecer su línea de acción de acuerdo a cada país, incluso de acuerdo a cada zona.

Algo más respecto a las situaciones revolucionarias históricas, las ocurridas en la década del 60 se desenvolvieron más cerca a la previsión estratégica hacia las guerras de liberación nacional que indicaba la cita 7 del tomo I de Mao Tse Tung, pues muchas situaciones de esa época derivaron en movimientos de independencia anticoloniales, incluso hubo movimientos guerrilleros, inferiores en categoría a las guerras populares, en Caribe y Suramérica. Sin embargo, como el mismo Ajith menciona, el neocolonialismo a través de políticas reformistas y sobre todo a través de procesos de urbanización llegó a imponer una situación de estancamiento o hasta atenuación mínima de muchos de estos movimientos, debido al crecimiento de sectores urbanos recientes, los cuales, pese a su incandescencia, tomaron un sesgo nacionalista, justicialista y liberal. Se consolidó así una dominación de USA en zonas como Suramérica (Centroamérica reaccionaría más adelante, en las décadas de 70 y 80, pero con sesgo nacionalista) y en otras zonas de África y Asia, siempre con el esquema de urbanización y crecimiento de servicios y “clase media”.

Respecto a las situaciones revolucionarias a partir de la década del 70, estas siguieron existiendo, pero en niveles diferenciados según zonas y teniendo oleadas de atenuación seguidas de luchas y movilizaciones esporádicas; el componente de movilización siempre existió, pero el componente de crisis en las alturas no siempre fue correlativo a las movilizaciones populares, esa es una característica que se mantiene hasta hoy.

En cuanto a Avakian, la existencia de situación revolucionaria en un país o en una zona no genera automáticamente una revolución, esto es elemental y el reclamo avakiano por ausencia de revoluciones es infantil y torpe. Sin embargo, de manera deformada e ideológica, ese argumento refleja el aspecto real del retroceso objetivo del entusiasmo generalizado por la revolución socialista o de liberación que existió en la década del 60, ese retroceso tuvo un componente subjetivo también: fue el desencanto con los fracasos de los estados revisionistas y la confusión generada por la política de los tres mundos, por las acciones de propaganda occidental anticomunista, propaganda que caló en las nuevas generaciones, los confusos giros de China en relación con los países occidentales, la guerra entre Rusia y China, entre Camboya y Vietnam, el régimen del Kamer rojo y, luego, ya en los 90, fundamentalmente, la caída del estado soviético.

Pero las razones para criticar a Avakian las explica de manera más atenuada Ajith cuando concede que la sentencia principista “Vivimos la era del imperialismo y la revolución proletaria, siendo la revolución la tendencia principal” no significa que existan las revoluciones proletarias de manera generalizada o estén estallando en amplias zonas, sino que esa es la tendencia o dirección a la cual se encaminan las luchas que existen en el mundo;

Vivimos en la era del imperialismo y la revolución proletaria. La guerra y la revolución son las dos características prominentes del movimiento de la época.  No son mutuamente excluyentes. Se interpenetran. Ambas tendencias suelen existir juntas. Un análisis de la era imperialista muestra que la revolución ha sido la principal tendencia en general. ¿Qué significa decir que la revolución o la guerra es la tendencia principal? Una evaluación de la guerra como la tendencia principal no significa que la guerra ya haya estallado. Del mismo modo, la revolución como tendencia principal no significa que se estén produciendo revoluciones en todo el mundo. Muestra el potencial de la situación mundial. El sentido de tal evaluación es que, en general, la tendencia de la revolución establece la dirección, los términos de la elaboración de las contradicciones del sistema imperialista. En tiempos de crisis global del sistema, como el actual, este papel se refuerza aún más. La dinámica del sistema imperialista constituye la base para ello. La lógica del PCR elimina esta base fundamental y la reemplaza con los altibajos inmediatos de las revoluciones.

Para Ajith la interpretación real sería la potencialidad estratégica de las luchas como corriente principal de la era actual; en cambio, para Avakian lo real es la determinación económica del crecimiento de las economías monopolistas sobre el estancamiento de las revoluciones. Para uno es la realidad de las movilizaciones de los años 50 y 60 extrapolada a toda la era del imperialismo; para otro la realidad es la hegemonía del imperialismo establecida en los 90 y la primera década del 2000.

La interpretación de Ajith es ahora la que va ganando terreno ante el reanimamiento de las luchas en muchas partes del mundo, sí, pero siempre que se entienda que mucho de esta reanimación se debe a la crisis, crisis no entendida en términos clásicos, sino también político y social, del globalismo tanto en los centros de los capitalismos avanzados como en sus zonas dominadas y que también la guerra indirecta de la OTAN y el “occidente colectivo” contra Rusia ha acelerado crisis económicas regionales y ha acelerado alineamientos políticos decisivos, a tal punto que se han formados opiniones y posiciones que entienden la alianza Rusia-China como aliada en forma indirecta en la lucha contra el imperio norteamericano, lucha parcial pero que objetivamente es una escala necesaria antes de la lucha frontal contra el capitalismo. Frente a esta posición se alzan las condenas contra el imperialismo ruso-chino por el lado de los hoxhistas, los maoístas, los trotquistas, en un bloque cada vez más unido y, por otro lado, de los posmodernos y de los socialdemócratas, en otra vertiente más definidamente prooccidental.

Efectivamente, entonces, es la interpretación de Ajith, y la crítica que hace a Avakian, correcta en un plano general y principista, pero ninguno de los dos estaría dispuesto a aceptar cómo se dan esas tendencias que cada uno identifica como dominantes en el mundo actual; ¿aceptaría Ajith que hubo un periodo de retroceso de las luchas populares producto de la ofensiva neoliberal norteamericana en los 70, 80 y 90? No, las razones pueden ser varias, pero sí se conoce que algunas vanguardias al asumir luchas a nivel superior plantearon incluso que la revolución estaba a la ofensiva, o que ellas eran el centro de la revolución mundial, ignorando hechos similares en otros lugares del mundo, la búsqueda de reconocimiento era la motivación de alguno de estos casos. ¿Aceptaría Avakian que existe una lucha anticapitalista parcial, representada por las movilizaciones y frentes nacionales contra el globalismo y el neoliberalismo, frente que va desde Venezuela, Cuba hasta Norcorea, y que se apoya críticamente en Rusia, China y hasta en Irán? Esto último no lo aceptarían ninguno de los dos. Ajith en particular no aceptaría ningún reflujo, pero su argumento es solo principista, no es un argumento basado en la realidad, Ajith critica a Avakian porque este pone en evidencia su defensa meramente doctrinaria de una ofensiva o un predominio de la tendencia hacia la revolución como hecho principal de la situación actual:

La carta del PCR acusa a las declaraciones conjuntas del 1 de mayo de 2011 y 2012 de “instrumentalismo”. Se dice: “El método instrumentalista detrás de este tipo de “análisis” es el de resaltar y exagerar los aspectos positivos de la situación y omitir o minimizar los aspectos negativos, creando así una llamada “realidad” de acuerdo con los deseos y objetivos de los autores, lo que a su vez se espera que motive a la gente a actuar de acuerdo con estos deseos y objetivos.

 Ajith se defiende diciendo que

la resolución de la Reunión Especial decía:

“En esta nueva ola de lucha y resistencia debemos apoyar y fortalecer la lucha por la liberación de los pueblos y por la nueva democracia, hacia el socialismo y el comunismo, y oponernos a las corrientes prooccidentales e islamistas que cabalgan sobre el tigre de las luchas populares para imponer nuevas cadenas y nueva subordinación a las clases reaccionarias y a sus amos de todos los tiempos, el imperialismo, principalmente de Estados Unidos y Europa.

Evidentemente, la disputa no es por las tendencias contradictorias de estas rebeliones. Eso lo admiten ambas partes. La diferencia radica en cómo se ven dentro de la situación mundial general. Para los Avakianistas estos estallidos son simplemente otro ejemplo de “oportunidad perdida”. Para ser aclamados sin duda, pero eso es todo lo que hay. Dado que niegan la tendencia de la revolución no pueden situar estas rebeliones como manifestaciones del potencial revolucionario existente en el mundo. Por lo tanto, no pueden entender el significado de las nuevas aperturas políticas creadas por el fermento causado por estos levantamientos, la infusión de nueva energía en los partidos/círculos maoístas de esta región. No pueden darse cuenta de cómo “allanan el camino” para la revolución, al igual que todas las otras revueltas momentáneas de las masas, a lo largo de la historia.

Pero si es una “nueva ola de lucha”, por lógica se entiende que anterior a ella hubo un valle o un periodo de reflujo y entonces declarar el principio general válido para la era no era correcto para entender el periodo o subetapa concreto dentro de la era, pues cada subetapa tiene sus propias características de acuerdo a la correlación entre los opuestos de cada una de las contradicciones más importantes dentro de esos periodos o subetapas.

Respecto a que Avakian y los suyos observan los estallidos momentáneos sociales como oportunidades perdidas que sin embargo se deben apoyar declarativamente y que tal política es hipócrita y miope por no entender la ligazón entre este trabajo previo de las masas, trabajo que despeja el camino para otros movimientos y partidos mucho mejor preparados y alineados, y la revolución, claro, sí es cierto lo que dice el autor Ajith.

II Línea partidaria

-Algunos antecedentes (Capítulo 2. La ética de la polémica Avakianista)

Abordamos en este lugar ahora un asunto mucho más polémico sobre el cual no se tiene todos los elementos de juicio para sostener una posición, pero adelantaremos algunas ideas o interpretaciones en base a la experiencia histórica interna de los movimientos populares en Suramérica.

 El Avakianismo afirma que el Marxismo-Leninismo-Maoísmo (MLM) ya no es una base suficiente para el movimiento Maoísta internacional. El Avakianismo declara que el propio marco teórico del MLM es en sí mismo anticuado.  .. los “Inmaculados del Avakianismo” pasan a (desmontar) las posiciones ideológicas de los firmantes de la Reunión Especial. Esta es la acusación que se les hace:

[...] están emitiendo llamados a formar un nuevo movimiento comunista internacional basado en lo que llaman “Marxismo-Leninismo-Maoísmo”, sin argumentar qué es lo que entienden (como) el contenido del MLM…Los líderes de esta nueva “iniciativa [...]” intentan sustituir la “unidad” por un criterio diferente, en particular una apelación demagógica y pragmática a tomar las guerras populares dirigidas por los maoístas como “sus puntos de referencia y anclaje estratégico”, en contraposición al énfasis de Mao en “la corrección de la línea política e ideológica”.

Avakian ataca una tendencia, que se difundió, informal e insidiosamente pero realmente, en algunos países a partir de la valoración de la actividad militar de, según consta, el partido de Perú Ese Ele. De acuerdo con esta idea la actividad armada del partido Ese Ele era un “punto de quiebre” no solo en Perú, al llevar la lucha a un nivel superior y cualitativamente resolutivo de revolución, sino que ese accionar debía servir no solo de referencia, sino además de organización alrededor de un eje (así autoconcebido por algunos seguidores de ese partido, y posiblemente de su líder Gonzalo) de la revolución mundial. Hay que aclarar que esta idea propagandista, primero, no había sido ni publicada ni respaldada oficialmente por parte del partido Ese Ele, era solo una opinión ditirámbica; segundo, sus divulgadores oficiosos ignoraban a las importantes guerras populares (quizás con desarrollos distintos a las acciones de la organización peruana) de Filipinas y de la India.

De todas formas, esa opinión se filtró a nivel internacional, pero nunca se expresó, según se deduce de la respuesta de Ajith, en forma adecuada, dentro de las reuniones formales que se realizaron con las organizaciones maoístas. Ajith tiene razón al refutar en este punto a Avakian: este imputa falsamente a sus contendientes una intención de subordinar todos los partidos a una dirección heroica y moralmente incuestionable; sin embargo, esta tradición de autoalabarse como vanguardia consecuente, que une teoría con práctica, a diferencia de otros “competidores” que solo sostienen la teoría de palabra, pero no corren riesgos ni de vida ni de acción, está bastante extendida dentro de la idiosincrasia pequeñoburguesa de muchas zonas. Es posible entonces que los estadounidenses hayan escuchado ese cotilleo informal que salió desde el país Perú y luego lo achacasen a la reunión general, frente a eso Ajith refuta:

Partamos de esto. ¿Ha propuesto la Reunión Especial que las guerras populares dirigidas por los maoístas se tomen como puntos de referencia y pilar estratégico para convocar una conferencia internacional o para construir una organización internacional? No. Por el contrario, ha puesto explícitamente la cuestión de la línea ideológica y política en el centro de este proceso.

Con gran ayuda e impulso de las guerras populares, primero de Perú y luego de Nepal, los partidos del MRI habían desarrollado un entendimiento común del contenido de las guerras populares. Pero eso no fue de ninguna manera uniforme. Sin embargo, es la primera vez que oímos de una opinión que ignoraba las “posiciones políticas e ideológicas generales” y exigía la incorporación de nuevos partidos basándose en si estaban llevando a cabo la lucha armada bajo la bandera del Maoísmo

Sin embargo, el segundo párrafo da a entender que esa coordinación maoísta en particular, el MRI, tuvo muy en cuenta como paradigma de guerras populares contemporáneas a esas dos experiencias referidas, las cuales más tarde terminaron en fracaso por distintas razones; aunque al parecer otras experiencias sí se tomaron en cuenta, pero sin la intensidad en la que se evaluó, y propagandizó, la experiencia del partido de Perú Ese Ele. Al respecto, tampoco sabemos si el partido de Filipinas tuvo participación directamente en esos eventos del MRI.

Las líneas de este acápite anterior no son una refutación a Ajith ni un alineamiento con Avakian, tampoco son una evaluación de los procesos de Nepal, la India o Perú, solo son una toma de posición provisional hasta tener mayores elementos de juicio.

 -Primera refutación de Ajith al leninismo avakianano (Capítulo 4. Malinterpretando a Mao)

Avakian lanza una declaración realmente absurda intentando devaluar el marxismo al considerarlo un pensamiento patriótico y eurocéntrico disfrazado de socialismo, por supuesto sin un mínimo de argumentación, al estilo típicamente norteamericano; Avakian considera que el leninismo es el ingrediente, en clara, y tosca, analogía con la química, que impide tanto una inevitable aplicación socialdemócrata y chauvinista eurocéntrica del marxismo puro como también de nacionalismo, chauvinismo y democracia burguesa en el maoísmo o del pensamiento Mao:

[E]n la situación de hoy, el Leninismo es el eslabón clave en la defensa y aplicación del Marxismo-Leninismo, pensamiento Mao Zedong. Voy a decirlo de una manera un tanto provocativa: sin el Leninismo, el Marxismo es social-chovinismo y social-democracia euro-céntricos; sin el Leninismo, el Maoísmo es nacionalismo (y también, en ciertos contextos, social-chovinismo) y democracia burguesa. […] el Leninismo […] es precisamente el puente entre el Marxismo y el pensamiento Mao Zedong, lo que es hoy el eslabón clave en darle al Marxismo-Leninismo, pensamiento Mao Zedong su carácter integral general y sínte­sis como la ciencia de la revolución y la ideo­logía revolucionaria del proletariado. “¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional”

La idea de Avakian está muy equivocada y le hace el juego al anticomunismo de toda la vida. Es sabido que los “marxólogos” burgueses argumentan en sus ensayos limitaciones y equivocaciones de Marx y Engels en todos los aspectos de su pensamiento, pero la forma de afrontar estos ataques no es caer en discutir con cada uno de los argumentos, tarea muy importante para los intelectuales marxistas pero no para las vanguardias políticas, las cuales tienen actividades más urgentes; tales vanguardias o partidos, frente a las innegables limitaciones que puedan existir, puesto que el marxismo se desarrolla no por acumulación, sino por dialéctica de lo nuevo contra lo viejo o limitado, tienen como tarea, decimos, ceñirse a lo fundamental del marxismo: la necesidad histórica de una revolución proletaria para superar la contradicción entre la burguesía explotadora y opresora y el amplio pueblo trabajador, principalmente el sector dependiente asalariado, para luego llevar adelante el socialismo a través de la dictadura proletaria. Marx y Engels fueron los fundadores de esa doctrina esencial y Lenin la desarrolló y llevó a una etapa superior al dirigir la revolución de Octubre y perfilar mucho mejor la dictadura del proletariado.

Frente a la guerra mundial entre los recientes imperialismos europeos, Lenin tuvo una posición internacionalista, simultáneamente a las condiciones para una revolución, por lo menos en el eslabón más débil de los países imperialistas; su perspicacia práctica estuvo aunada a una visión integral de la época del imperialismo naciente. Esta visión internacionalista fue la adecuada en su tiempo, la revolución socialista luego no pudo avanzar más allá de Rusia en forma victoriosa, fracasando en Alemania, Finlandia y Hungría. Esa época no se volvió a repetir con las mismas circunstancias, la segunda guerra mundial se dio ya en otras condiciones.

Por otro lado, la acusación de socialdemocracia o de socialchauvinismo en el marxismo es gratuita, en ningún momento el marxismo planteó una posición favorable a la evolución pacífica del capitalismo o planteó algún programa redistributivo como sustituto de la revolución social, no hubo  tal inclinación a la socialdemocracia; en cuanto al supuesto socialchovinismo, tampoco destacó a un proletariado nacional frente a otro, Marx sí se refirió a la desigualdad de conciencia entre generaciones de proletarios, pero no a una desigualdad de conciencia entre el proletariado de un país respecto a otro como supone Avakian.

Ahora, en qué sentido el leninismo es una superación del marxismo, lo es efectivamente pero no como negación total ni como intensidad mayor de los postulados marxistas, sino como desarrollo cualitativo y cuantitativo de los principios de la dictadura del proletariado dentro de una etapa de desarrollo económico y político que sobrevino a las sociedades capitalistas desarrolladas.

 En este último respecto hay una polémica bastante extensa entre los partidarios de distintas concepciones sobre la doctrina del proletariado; en primer lugar, hay una visión economicista del desarrollo del marxismo, para la cual solo puede concebirse el marxismo como pensamiento revolucionario correspondiente a la fase de libre competencia del capitalismo y al leninismo como el pensamiento revolucionario correspondiente a la fase monopolista del capitalismo. Las otras versiones sobre la doctrina del proletariado son políticas, la que estaría en segundo lugar en esta enumeración es la que considera que las etapas de la doctrina están en función de experiencias hacia la toma del poder del proletariado, el marxismo correlacionado con la comuna de París, el leninismo con la Revolución de Octubre y el maoísmo con la revolución China de 1949 y con la Revolución cultural de 1966, hay que aclarar que dentro de los que consideran el maoísmo hay quienes postulan que lo central de la doctrina maoísta, y que la eleva a categoría de tercer etapa, es el planteamiento de la guerra popular como medio de tomar el poder para el proletariado, guerra popular como principio estratégico para todo el mundo.

Volviendo a la tesis avakiana sobre que gracias al leninismo el marxismo puro no puede hacer desviaciones socialdemócratas y que gracias al leninismo el maoísmo se llega a neutralizar en sus tendencias nacionalistas parece que con la defensa de Lenin lo que en realidad esconde es, so capa de mediatizar al maoísmo, criticar la idea estratégica de revolución por etapas, lo decimos porque hay que relacionar esta tesis avakiana con su conocida y errónea crítica a la táctica de frente único con la burguesía democrática en la segunda guerra mundial y su actual teoría sobre que las contradicciones interimperialistas determinan mucho más la táctica del proletariado de los países subordinados, encaminando ahora las revoluciones hacia una especie de “revolución socialista sintética” que resuma las tareas democrático nacionales y socialistas en un solo proceso; al menos eso es lo que insinúa, o se debe deducir de su turbulenta fraseología; a continuación los segmentos que aluden a lo referido:  

[...] tenemos que llevar la nación china al socialismo y de ahí al comunismo y al mismo tiempo tenemos que apoyar y hacer todo lo que podamos por hacer avanzar la revolución mundial de manera que la gente de todo el mundo y de todas las naciones también avance al comunismo”. Creo que así era como Mao veía las cosas, pero no es totalmente correcto. (Conquistar el mundo)

  “[...] una cierta tendencia recurrente a convertir en principio la política de usar las contradicciones entre los enemigos, de derrotar a los enemigos uno por uno”.

(En) la época del imperialismo en particular la arena internacional y los cambios y sucesos a ese nivel son más decisivos y determinantes de lo que pasa en un país que las “condiciones internas” tomadas por sí mismas. (Obrero Revolucionario 1263 dic. 2004)

[el número de etapas] está más determinado por lo que ocurre en el mundo en su totalidad que por lo que ocurre en un país”

Por otro lado, en la defensa que hace de la base doctrinaria Ajith incide en que existe una unidad dinámica de los tres desarrollos, unidad mutua que le otorga al mlm un poder de perspectiva:

Dado que el MLM es un todo integral, se podría pensar en varias combinaciones — Marxismo sin Leninismo o Maoísmo sin Marxismo, etc.— y atacarlas por manifestar una u otra desviación. También se puede argumentar, correctamente, que, sin ser suplementados, informados, por las ideas de uno u otro cada uno de ellos estaría incompleto. Pero está el asunto aún más importante del desarrollo cualitativo de esta ideología y las alturas que ha alcanzado. Porque una vez que tal salto ha tenido lugar, entonces éste se convierte en el punto de vista.  Este salto proviene de la ruptura y la síntesis. Le dan a la ideología Marxista su continuidad básica, su carácter integral global. Por ejemplo, la amplitud y la profundidad de la perspectiva que es posible actualmente mediante el MLM viene dada precisamente por el salto y la síntesis logrados mediante el Maoísmo. Esto no sería posible hoy en día con el Marxismo o el Marxismo-Leninismo.

Al respecto, primero, creemos que es incorrecta la tesis economicista mencionada respecto a que “solo puede haber dos etapas en la doctrina pues todavía la sociedad mundial no ha completado su transformación al socialismo, así que el leninismo es la última etapa todavía vigente”. Segundo, los aportes de la revolución China tienen una gran extensión y aplicabilidad, pero considerar que el centro de la doctrina comunista es, en todas las etapas, el desarrollo de la estrategia y táctica militares es erróneo. Así el maoísmo reducido a la guerra popular, tendencia del gonzalismo, está equivocado, es un tipo de maoísmo discapacitante y mutilador, pues resulta sumamente reductor del avance simultáneo de partido, frente e instrumentos (dentro de estos, las fuerzas armadas) y del avance en el frente teórico

En la actualidad consideramos que la mayor parte de los aportes de Mao Tse Tung son de una naturaleza cualitativa de aplicabilidad universal en el plano de la filosofía y de aplicación parcial en el plano de la política, por lo que defendemos la formulación “pensamiento Mao” para los fundamentos principistas de la vanguardia política, estamos de acuerdo en que se debe aplicar en el análisis de la situación política tanto nacional como internacional el marxismo leninismo pensamiento Mao. Particularmente el análisis de contradicciones y las manifestaciones de la lucha de contrarios a todo nivel es una muy importante guía o fundamento para construir tácticas, líneas de acción y estrategias. Respecto a la necesidad o no de asumir estos fundamentos formulados como una etapa en la doctrina, opinamos que por un largo periodo se hace necesario que cada partido o vanguardia fije su posición: si acepta el mlm, bien, si acepta el mlpm nos parece bien; lo que no es correcto es no aplicar los fundamentos asumidos consecuentemente y no discriminar en la crítica y el ataque las contradicciones antagónicas de las no antagónicas. Es posible que no todas las vanguardias asuman adecuadamente sus versiones, sea de mlm o de mlpm, y por tanto a priori no se puede descalificar como revisionismo una u otra formulación, nos parece que este asunto es de larga dilucidación y solo el proceso histórico futuro asentará una decantación más generalizada sobre el desarrollo de la doctrina del proletariado.

Ahora, la posición de Ajith al respecto está enfocada, a través de la crítica a Avakian, a que el maoísmo es un desarrollo de las características de un nuevo partido proletario respecto a como lo fue en la época de Lenin:

El concepto de partido en los tiempos de Marx, Lenin y Mao no era el mismo. De hecho, hablar de un partido leninista sin absorber el avance logrado por Mao, incluyendo su corrección de algunas de las aberraciones que se habían deslizado en él, sería ir hacia atrás. Es por eso que hoy debemos hablar del partido Maoísta. Hoy el eslabón clave es el Maoísmo, no el Leninismo, no sólo en el partido sino en todos los aspectos de la teoría y la práctica comunista. Esto puede ser reconocido por aquellos que comprenden firmemente el Maoísmo. Aquellos que insisten en que se haga del Leninismo la base de la síntesis y el eslabón clave no podrán comprender esto, no importa cuál sea su deseo subjetivo.

Ajith no adelanta las diferencias específicas entre un partido de tipo leninista frente a un partido de tipo maoísta, además, él recae en el estilo analógico y confuso de Avakian cuando dice que el “eslabón clave” es el maoísmo y no el leninismo. Lo adecuado es especificar qué aspecto o posición concreta sobre el partido del proletariado es omitida por el leninismo o debe ser superada o corregida o restringida con una nueva formulación debida a Mao Tse tung, sobre este particular conocemos la posición del partido de Perú, planteando que la guerra popular es el aporte fundamental de Mao y por eso la construcción militarista de un partido de nuevo tipo diseñado para la guerra popular es el natural desarrollo del maoísmo, tal desarrollo lo hizo su líder Gonzalo y por esta razón denominan “cuarta espada” a las posiciones de  aquel; otras posiciones teórico-prácticas sobre el partido planteadas por este grupo son el pensamiento guía, la fracción roja y la sujeción a la jefatura, Sería inadecuado discutir estos planteamientos aquí, pues no es el propósito de los comentarios, tampoco podemos suponer que Ajith conoce o comparte estos puntos de vista; aunque sí sabemos que critica al partido peruano Ese Ele por su exigencia de juramento de fidelidad a la jefatura,

Pero Ajith cree que la obsesión de Avakian con el leninismo está relacionada con una visión de este respecto al partido que en realidad le corresponde a Stalin:

 hemos escrito sobre el “aparente encaprichamiento con el Leninismo” del PCR. Bien, esto es así porque en algunos aspectos del concepto de partido está completamente ocupado con las aberraciones que llegaron más tarde a través de Stalin, en lugar de los puntos de vista de Lenin. El culto a la dirección que el PCR ha construido sin cesar a lo largo de los años es un ejemplo de ello. El necesario surgimiento de líderes del partido con autoridad es totalmente diferente a los cultos a la dirección. Sabemos bien que Lenin se oponía completamente a la construcción de tal culto. Esto comenzó con Stalin y fue llevado a proporciones ridículas. Aunque Mao corrigió algo de esto, no rompió totalmente con esta tradición negativa transmitida por la Comintern.

Como se observa, Ajith extiende también a la Comitern, e incluso en parte a Mao, el error del culto a la dirección que comenzó con Stalin; quizás el nuevo partido comunista maoísta a edificar o por reconstituir contenga una recusación a cultos a la personalidad y esa sería una de las características que lo hacen distintivo respecto a lo que fue el partido en época de Lenin, no lo sabemos, pero sí que estamos de acuerdo con que el culto a la dirección es negativo para el desarrollo del partido y hasta de las organizaciones populares, además habría que extender tal error al actual culto a las personalidades clásicas e históricas, entendiendo por culto la exaltación de la autoridad de la persona al margen de las necesidades actuales de la teoría y organización revolucionarias, necesidades que exigen aplicación creativa y no solo repetición ritual, exigen evaluación fría de la vigencia, limitación o desarrollo de puntos de vista históricamente situados, y por tanto limitados, que puedan estar impidiendo el desarrollo de la línea y la organización.

Respecto a los cultos a la dirección, concretamente Ajith hace precisiones muy actuales e importantes:

Los cultos a la personalidad nunca pueden ser justificados en el Marxismo. Pero en lugar de rechazarlos totalmente, Mao se limitó a criticar sus manifestaciones extremas.

Aunque esto se busca justificar apelando a la compleja situación de la lucha de clases en China, es inaceptable por principios. La cuestión no es el grado de adoración, o incluso si alguien merece ser adorado. Tales cultos fomentan una conciencia de infalibilidad de un individuo, de una dirección e indirectamente de ese partido; algo que el concepto de partido Maoísta rechaza pero que se ve en el adjetivo del partido chino, “siempre correcto”. Ejemplos contemporáneos, de partidos maoístas que justifican sus cultos al liderazgo citando a Mao, son un toque de atención sobre la necesidad de lograr claridad en este asunto.

Dentro del MRI, esta enfermedad era abundantemente visible en el caso del Partido Comunista del Perú (PCP) y el PCR. Se llevó al extremo con miembros del PCP jurando subordinación a su presidente.

Una vez (que) decides que debes tener un líder canonizado, entonces una historia de absoluta corrección se convierte en un deber. Deben elaborarse y propagarse falsedades políticas. El PCR ha decidido recientemente que “una cultura de apreciación, promoción y popularización en torno al liderazgo, el cuerpo de trabajo y el método y enfoque de Bob Avakian” es una de las tareas principales del partido. La construcción de un culto se ha llevado desde entonces a proporciones vulgares, tan profusamente vistas en sus publicaciones.

Hay que recordar que el MRI en sí se cuajó con una gran reverencia hacia el PCP y hasta con un gran respeto, o expectativa, sobre el PCR. No estamos enterados si anteriormente a 1984, cuando se formó el MRI, hubo coordinaciones internacionales de partidos que apoyasen las guerras populares de India y Filipinas con la misma fuerza que tantos partidos maoístas y simpatizantes del pensamiento de Mao apoyaron al corto proceso peruano y luego al más corto proceso nepalés. La historia, la terquedad de los hechos a 2025, debe ser considerada: subsisten los partidos y procesos indio y filipino y algún otro núcleo (no estamos seguros) y han sido derrotados, por ahora, los procesos peruano y nepalí. También es un hecho que existe ya una división entre una apresurada, e incandescente, Liga Comunista Internacional (¡cómo nos recuerda ese nombre a algún trotquismo!) y una confluencia de frente ideológico maoísta alrededor de la Revista Revolución Obrera.

-Segunda refutación de Ajith al “leninismo” avakianano (Capítulo 5. Una perversión del internacionalismo)

Ajith prosigue en su refutación del falso leninismo avakianano, refutando las críticas que Avakian hace al supuesto chovinismo nacional de Mao:

Uno de los argumentos planteados por Avakian para sustituir el Maoísmo por el Leninismo como “eslabón clave” es su acusación de nacionalismo contra Mao... Él ve manifestaciones de esto en la forma en que Mao veía las perspectivas de la revolución mundial, su análisis de la situación mundial, su política en el frente unido y sus posiciones filosóficas…En opinión de Avakian:

[...] [E]n la época del imperialismo en particular la arena internacional y los cambios y sucesos a ese nivel son más decisivos y determinantes de lo que pasa en un país que las “condiciones internas” tomadas por sí mismas.  “Sobre las bases filosóficas del internacionalismo proletario”

Tratemos de seguir su lógica. Avakian comienza admitiendo la corrección de la observación de Mao de que:

[.] [L]as causas externas constituyen la condición del cambio, y las causas internas, su base, y que aquéllas actúan a través de éstas.

Incluso admite que esto fue un golpe al pensamiento metafísico que veía los factores externos como decisivos. Pero luego cambia de rumbo y declara:

Pero hasta cierto punto, hubo la tendencia a concebir y aplicar este principio en sí mismo de manera metafísica, lo cual estaba vinculado a una cierta cantidad de nacionalismo en el partido Chino, incluso entre los genuinos marxistas-leninistas, incluso Mao

La acusación de Avakian es que la opinión de Mao de considerar los factores internos de China como la base de su cambio revolucionario representaba una visión nacionalista. Él contrasta esto con lo que afirma ser el punto de vista internacionalista correcto. El argumento es el siguiente: como lo que es universal en un contexto se convierte en particular en otro, y viceversa, lo que es interno en un contexto se convierte en externo en otro. Cuando se mira desde el ángulo de un país, la situación mundial es externa a él.

Pero también es cierto que, en otro contexto, China, los Estados Unidos y el resto de los países del mundo forman partes del mundo (de la sociedad humana) en su conjunto, con su contradicción y cambio internos, determinados de manera general por la contradicción fundamental de la época burguesa, entre la producción socializada y la apropiación privada. Esto significa que, en un sentido general, el desarrollo de la lucha de clases (y nacional), el desarrollo de las situaciones revolucionarias, etc., en cada país concreto están más determinados por la evolución del mundo en su conjunto que por desarrollos de los países concretos - determinados no sólo como condición de cambio (causa externa) sino como base del cambio (causa interna)

Avakian desemboca acá en un discurso trotquista renovado, no hay que dejarse engañar por su camuflada fraseología falsamente maoísta: con su hiperdeterminación de la contradicción fundamental para hacerla parecer como directamente interna a las situaciones concretas y además determinante de todas “las otras situaciones” -eliminando las contradicciones principal y secundarias y sustituyéndolas por una abstracta lucha de clases- hace aparecer  forzadamente una jerarquía entre lo “interno principal” y lo “interno secundario”, reemplazando así el análisis en base a contradicciones particulares, haciendo desaparecer la diferencia entre fundamento y expresión particular de lo fundamental, entre el desarrollo general y los desarrollos desiguales, inevitables debido a la naturaleza económica contradictoria de los capitalismos monopolistas y nacionales; este error de considerar un solo capitalismo que monitorea todo el mundo con su omnipotencia ya fue detectado entre los trotquistas, pero lamentablemente incluso algunos maoístas, no solo los falsos como Avakian, sino también los de buena fe asumen este punto de vista de homogeneización del capitalismo imperialista.

Ya el mismo Ajith demostró que esa contradicción fundamental, apropiación privada, burguesía, vs producción socializada, proletariado, genera el caos de competencia interburguesa (y no al revés), lo cual hemos especificado se traslada aumentado a distintas contradicciones interpaíses, con el uso de la política de estado. Pero a su vez, los anteriores desarrollos particulares, tanto de capitalismos nacionales y capitalismos dependientes, generan desigualdades que hacen diferentes situaciones particulares de conflicto y alianza lo cual es otro factor para las contradicciones interimperialistas e intercapitalistas. Ajith asimismo se refirió a que esos desarrollos particulares, aunque ligados al afán de acumulación y mayor ganancia, también generan inevitablemente contradicciones más particulares en las bases sociales en todo el mundo: las luchas de clases nacionales y las luchas de clases intranacionales, estas últimas pueden tener antecedentes aún más antiguos, como los feudalismos,  y se vinculan con los nuevos sectores, por ejemplo en la alianza de aristocracias feudales con oligarquías intermediarias proimperialistas.

Ajith dice acertadamente que existe una relativa independencia entre las contradicciones mundiales y las contradicciones particulares al nivel de países y regiones, que es cierto que ambos niveles se influyen, agregaríamos que en algunas subépocas el peso de lo particular es más importante que las contradicciones mundiales, pero en otras, como ahora, el peso de las contradicciones mundiales es un poco mayor que las contradicciones particulares y por tanto su influencia sobre lo particular puede ser mayor también; justamente el determinar esos niveles y realidades forma parte del trabajo cotidiano de las direcciones partidarias y de sus bases:

       Podemos analizar y hablar de las contradicciones que se ven en el mundo en su conjunto sólo a un nivel claramente diferente del de los países, aunque éstos conforman el mundo, están influenciados por la situación mundial y a su vez influyen en ella. Ni la situación mundial es la suma total de las situaciones de los distintos países, ni la situación de ningún país es un fragmento de la situación mundial. Avakian hace malabares con la palabra “contexto” cuando afirma que “lo que es interno en un contexto se convierte en externo en otro”. En el caso concreto que aquí se examina, el cambio de “contexto” (de la situación en un país a la situación mundial en su conjunto) significa una dimensión totalmente nueva y cualitativamente diferente. Por lo tanto, apelar a la naturaleza relativa de lo interno y lo externo no sustenta de ninguna manera la conclusión a la que llega Avakian

Por último, en relación con este caos planificado, compuesto de alineamientos con Lenin algunas veces o alineamiento con Mao en otras veces para luego introducir el trotquismo con un nuevo camuflaje, todo aderezado con autosuficiencia simplificante típicamente estadounidense, Ajith dice de la presentación de Avakian:

la insípida declaración de Avakian sobre la contradicción interna y los cambios en el mundo en su conjunto “determinada de manera general por la contradicción fundamental de la época burguesa” es un tratamiento bastante superficial de la cuestión. En cualquier período particular, una u otra contradicción importante será la principal. Sin duda, todas estas contradicciones, incluida la contradicción principal, están globalmente determinadas e influenciadas por la contradicción fundamental. Pero en cualquier período concreto la contradicción principal, y no la contradicción fundamental como tal, determinará o influirá en la existencia y el desarrollo de las demás contradicciones.

La “época burguesa” de Avakian borra la diferencia entre era, época y periodo para el desarrollo objetivo de la realidad mundial y las realidades particulares. Repetimos: la contradicción fundamental se materializa en múltiples procesos objetivos, procesos que a su vez se suman a precedentes históricos, económicos y superestructurales. Tales procesos se constituyen en contradicciones relativamente independientes de las manifestaciones particulares directamente dependientes de la contradicción entre producción social versus apropiación privada, como es la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, la cual a su vez se manifiesta en formas también desiguales y particulares en los diferentes países, según sea la condición de estos últimos. Los procesos independientes; es decir, las contradicciones nacionales, internas y externas y las contradicciones mundiales son enfrentamientos complejos que implican alineamientos de varias clases sociales, así en algunos países se establece un capitalismo intermediario en donde la burguesía interpósita no solo oprime directamente en sus empresas a sus obreros internos, sino que a través de su actividad empresarial y política oprime también, externamente a sus empresas, a campesinos, pequeño burgueses  y burgueses nacionales, aunque esta opresión no es solo económica y no solo con plusvalía, sino con mecanismos de monopolio financiero, rentas impuestas a la población en general, control de precios y extracción indirecta de plusvalor. Dependiendo de las intervenciones imperialistas pueden forjarse contradicciones súbitamente agudas entre el pueblo de esos países y el imperialismo agresor, lo cual es una manifestación, una forma, de la contradicción entre los pueblos de gran parte del mundo contra el imperialismo norteamericano, puesto que éste último es la mayor importancia ahora. Esto no quiere decir que hasta la intervención abierta no existan formas antagónicas de esa contradicción, existen, pero se manifiestan en formas distintas a las de un frente o frentes de resistencia o salvación nacional.

Ajith, sin embargo, achaca a una condición de cobardía u oportunismo, la fraseología de Avakian sobre la situación mundial:

En el mundo actual la contradicción entre el imperialismo y las naciones y pueblos oprimidos es la principal. Pero, aunque la India, o un país ocupado como Afganistán o Irak, son todos países oprimidos, la influencia que ejerce la contradicción principal sobre la situación de cada país es claramente diferente. Obviamente, esto está determinado por las particularidades socio-políticas-culturales-económicas de estos países. Si no se captan estas especificidades internas, las fuerzas Maoístas nunca tendrán éxito en sus tareas. Y nunca las comprenderán si no logran entender que éstas emergen de las particularidades internas de su país y están más determinadas por ellas. La versión distorsionada del internacionalismo del Avakianismo niega esto. Es una receta para aislarse del pueblo. Peor aún, proporciona una excusa para dejar pasar el tiempo con el pretexto de esperar a que la situación revolucionaria sea “determinada por los acontecimientos mundiales”. 

Creemos que se trata de una consecuencia muy cercana a la organización estadounidense, pero no parece posible que se trate de un asunto de desánimo y pereza, aunque sí de pesimismo sobre la potencialidad de las masas y de autoexaltación de la propia organización; pero esta convivencia paradójica de dos extremos no solo puede estar presente en el grupo estadounidense, es posible que también se detecte entre otros varios sectores.

Lo fundamental de la explicación de Ajith es que la contradicción mundial entre el imperialismo estadounidense y los pueblos oprimidos se expresa de forma diferencial de acuerdo a la historia y a la realidad particular de cada país, incluso de cada zona. Cada realidad impondrá inevitablemente diferentes tareas a las vanguardias respecto al abordaje de la revolución o preparación de la revolución en cada país, en algunos será posible cierto nivel de lucha, en otros ese nivel de lucha no será posible, pero habrá otras formas de lucha y organización, aunque esto último no lo dice Ajith.

Parece que Avakian cree que los países oprimidos deberían no solo aguardar a que la situación mundial se agudice, en una nueva disputa interimperialista, y luego con rápidas asonadas (al estilo de las revoluciones de colores, como las árabes, estas confusamente apeladas también por Ajith, aúpen poderes locales “sintéticos” que deriven en revoluciones socialistas), su esperanza está más depositada ahora en el Medio Oriente, Europa, México; es decir,  grandes regiones más urbanizadas “leninoides” y ya no en las regiones rurales subsistentes en el sur de América, en África o en la India, más “maoides”.

-Refutación de Ajith a posiciones trotsquizantes de Avakian (Capítulo 6. La tarea nacional en las naciones oprimidas)

Avakian introduce un grave error al equiparar la burguesía imperialista con la burguesía intermediaria cuando dice que la penetración imperialista en un país oprimido iguala a ese país con las condiciones del país opresor, y por tanto la estrategia que es válida para el país opresor debe trasponerse también al país oprimido en base a esta supuesta equivalencia entre burguesías, veamos como lo presenta Ajith:

Ya hemos hablado de la transposición mecánica de Avakian de las contradicciones internas y externas de un país. Además, critica las observaciones de Mao sobre el cambio de la contradicción principal

Mao considera la contradicción con el imperialismo como una contra una fuerza externa. Esto es lo que ofende a Avakian, ya que para él 1) es interna al mundo en su conjunto y 2) a través de su penetración, se convierte en una parte intrínseca de la estructura socioeconómica de los países coloniales y semicoloniales. Ya hemos visto lo absurdo de su primer argumento. El segundo se basa en una base más sólida, siempre y cuando se tengan en cuenta las especificidades del capitalismo burocrático, la principal forma de penetración imperialista, y el semifeudalismo. Pero, aunque el imperialismo se vuelve intrínseco a través de ellos, la crítica de Avakian falla. Más aún, demuestra ser una receta para un sectarismo suicida.

Avakian tiene que igualar imperialismo con capitalismo, resaltando solo la condición económica explotadora de este último y descartando la división del trabajo que impone el capitalismo monopolista a las economías semicoloniales y dependientes: el capital monopolista se reserva las fábricas, se reserva el capital, a través de la bolsa y de los bancos; se reserva las ganancias de las economías dependientes a través de los paraísos fiscales, las bolsas y otros mecanismos de financiación; impone rentas a los sectores no asalariados a través de patentes, regalías e impuestos; impone rentas también a través de desigualdad comercial, incluso a sectores propietarios y exportadores de esos países; todo esto lo desecha el discurso demagógico de “capitalismo imperialista internalizado en los países dependientes” de Avakian.

Por otro lado desconoce que la burguesía intermediaria es la que está al frente de los países y tal burguesía manifiesta tensiones internas que se originan en la vinculación con las secciones particulares de distintas burguesías imperialistas y monopolistas, divididas en países y que compiten entre sus fracciones y generan esferas de influencia en las colonias y semicolonias; estos países semicoloniales, por decadencia de la dominación, llegan a una situación de autonomía formal respecto a las decisiones políticas de los grandes países, no se da inmediatamente una sujeción porque se guardan las formalidades y se establecen los lazos de dependencia a través de préstamos, instancias internacionales como el FMI o el Banco Mundial, además de la interacción política (estas formalidades fueron de la mayor importancia en el periodo del desarrollismo en la década del 60 en los países semicoloniales suramericanos, por ejemplo, y luego en el subsiguiente periodo con las organizaciones internacionales que impusieron las políticas neoliberales en estos países so pretexto de separar la “economía técnica” de la política). Por eso la realidad de los países semicoloniales es independiente de la dinámica interna de las contradicciones interimperialistas y mucho más de la dinámica interna o realidad política de los países avanzados, mucho más si se trata de Estados Unidos, la realidad inmediata entonces no es económica directa y continuamente, sino política con raíces en la economía.

La consecuencia que crearía una política avakiana sería el focalizarse exclusivamente en la revolución obrera socialista dejando en un solo bloque enemigo a la derecha de la pequeña burguesía, incluyendo un sector del campesinado (esta política ya la practican en América hoxhistas y trotquistas), y a la burguesía nacional (sector exiguo e inconsecuente), pero existente; lo dice claramente Ajith:

Cualquier razonamiento que niegue la externalidad del imperialismo socavará inevitablemente la capacidad del partido comunista para unirse con el justo sentimiento nacional del pueblo y movilizar a la gran mayoría del país en una guerra de liberación nacional.

A pesar de muchas palabras bonitas, en el esquema Avakianista, la tarea nacional, incluso en un país oprimido, se trata en esencia como una carga no deseada que sufre su proletariado “ideal”. Se admite, y luego se socava. Su perversión del internacionalismo le fuerza a negar la necesidad de que el partido del proletariado levante la bandera nacional en esos países.  La postura de Mao, “en las guerras de liberación nacional el patriotismo [es] la aplicación del internacionalismo”, es rechazada como nacionalismo.

 La tarea nacional y democrática en una primera etapa revolucionaria está vigente incluso ahora que muchos países han evolucionado a través de una vía Junker terrateniente en su región rural, pues las distorsiones de la economía intermediaria en esos países exigen un periodo de alianza con la pequeña burguesía -los “trabajadores independientes o free lance”- dirigida esta alianza claro por el proletariado, para desarrollar las fuerzas productivas lo suficiente para dar una base diversificada e industrial integrada y no solo extractiva al país, para avanzar paralelamente con la economía socializada y la economía colectiva en un frente dirigido por el sector estatal.

Pero Avakian utiliza una falacia clásica de tomar la parte por el todo para atacar a Mao:

Mao había propuesto el enfoque: “Hacer que el pasado sirva al presente, y que las cosas extranjeras sirvan a China”.  La primera alerta contra el desprecio comprador modernista a los conocimientos y tradiciones del pasado. También rompe con la adoración acrítica del pasado donde los valores feudales se llevan bajo el disfraz de la cultura nacional. El segundo advierte contra la imitación de cosas extranjeras propio de la mentalidad compradora o su rechazo xenófobo. Avakian ataca este enfoque dialéctico. Recoge las palabras “servir a China” y las esgrime como un ejemplo más de las tendencias nacionalistas de Mao.  Este es un ejemplo particularmente chocante de cómo la versión distorsionada del internacionalismo de Avakian le lleva a descartar las tareas revolucionarias, provocadas por las especificidades de las condiciones coloniales y semi-coloniales, incluida la de absorber críticamente el legado nacional. Es una burda manifestación del economicismo imperialista que ha sido una marca del enfoque del PCR desde hace mucho.

El desarrollo nacional de países socialistas es una fase, o será una fase, muy larga en el futuro del socialismo a nivel mundial, sin duda, habrá contradicciones entre los países socialistas, (recordar los conflictos Rusia-China, China-Vietnam, las diferencias Norcorea-China, Cuba-China), pero se debería trazar una línea para abordar estas contradicciones en un nivel no antagónico. No puede en todo caso aceptarse la idea avakiana de un internacionalismo estatal mundial absoluto prescindente de etapas democrático-populares en los países semicoloniales en revolución.

 En cuanto a la crítica de Avakian a Mao sobre la utilidad de lo foráneo para China es una postura maniquea, Stalin mismo admiraba el sentido práctico de los norteamericanos y era partidario de transferir tecnología de occidente a la URSS, de hecho, aceptó de buen grado la ayuda de equipamiento de USA en la segunda guerra mundial. La clave está en el control y filtro crítico, en la aplicación adaptativa de los potenciales aportes extranjeros. Avakian toma la idea recortada “servir a China” y la generaliza a una tendencia de chauvinismo dentro de las ideas de Mao, esta idea no es solo de él, muchos teóricos revisionistas, y últimamente también los hoxhistas, acusan a Mao de usar el ropaje externo del marxismo para una concepción campesinista y hasta populista “típicamente china”, planteando así la tesis idealista de la naturaleza racial intrínseca de las mentalidades humanas y negando la capacidad de asumir por concepción de clase el marxismo revolucionario y sus desarrollos.

Ajith explora o nos refiere otras ideas del abigarrado conjunto de publicaciones de Avakian y de sus voceros, ideas como esta:

Para dar algunos otros ejemplos de su economicismo imperialista, a principios de los años ochenta descartaba casi todas las luchas de resistencia en las naciones oprimidas como meras extensiones de la contienda interimperialista. En el período reciente repite lo mismo poniendo entre paréntesis la resistencia en Irak y Afganistán con la agresión imperialista liderada por los EEUU. El ejercicio de lógica formal es más bien obtuso: las ideologías de ambos adversarios son reaccionarias, una imperialista y otra fundamentalista; por lo tanto, se trata de un caso de confrontación entre reaccionarios.

Avakian procede de lo general ideológico a lo particular deformado y recortado, parte de su contradicción principal, Caos versus Organización, contradicción que se expresa en disputas interimperialistas según él, y luego convierte toda clase de enfrentamientos y hechos en disputas interimperialistas para que quepan en su preconcebido encuadre, finalmente distribuye los calificativos correspondientes: “reaccionarios contra reaccionarios”.

En la revolución china, incluso cuando el PC propuso el frente de salvación contra el Japón al Kuomintang, entonces en guerra contra el partido comunista, la dirección del Kuomintang seguía atacando a los comunistas; pese a esto se persistió en el frente hasta que la división interna del partido nacionalista impuso la colaboración con el partido dirigido por Mao; frente a la invasión imperialista es posible que incluso los sectores recalcitrantes toleren a otras facciones o entren en un periodo de unidad y lucha, periodo que debe ser aprovechado por las fuerzas comunistas para el armazón de su propia fuerza armada y de sus bases de apoyo: es un problema de estrategia, y es un problema varias veces presentado en diferentes zonas y experiencias. Pero Avakian cree y postula que debe enfrentarse simultáneamente al mayor número de enemigos posible y cree, además, que esta estrategia no se aplicó en el pasado por Mao y por Lenin, o por lo menos insinúa, en una especie de historia-ficción, a la que son tan aficionados los anglosajones y revisionistas históricos, tal idea; aquí lo que dice Ajith al respecto:

Por ejemplo, el ataque de Avakian a la visión de Mao sobre el internacionalismo es precedido por una discusión sobre su llamado “un avance tipo país por país, primero al socialismo y luego al comunismo”. Critica “[...] una cierta tendencia recurrente a convertir en principio la política de usar las contradicciones entre los enemigos, de derrotar a los enemigos uno por uno”. Se lanza temerariamente y pregunta: si todos los enemigos del proletariado internacional pueden ser derrotados de una sola vez, ¿por qué no enfrentarse a todos ellos y hacerlo? El corolario lógico es el siguiente: “[...] en el contexto de una guerra mundial sería correcto atacar en varias direcciones, considerando el mundo como un todo; es decir, oponerse a los imperialistas en general y procurar derrocarlos donde sea posible en ambos campos, teniendo desde luego en cuenta a situación particular en los distintos países.”  Hay más del mismo tipo, cómico en sus fantasías, así como alarmantemente suicida en sus prescripciones. (SUBRAYADO-RED).

Ya se ha señalado que lo que intenta Avakian es relanzar la teoría de “revolución socialista o nada” (en la forma de una revolución sintética socialista que absorba la etapa democrático nacional en los países donde es necesaria) que además tiene su agente, “El proletariado internacional” (no los proletariados nacionales, como si el desarrollo desigual no fuese una condición objetiva); tiene su condición, “el contexto de una guerra mundial”; tiene su táctica, “oponerse a los imperialistas en general y procurar derrocarlos donde sea posible en ambos campos”. 

Ajith declara como suicida esa posición porque sus consecuencias serían el sectarismo extremo y el aislamiento de la clase obrera de los países oprimidos, los cuales necesitan, incluso ahora con desarrollos capitalistas semicoloniales predominantes en ellos, una etapa de frente único con otras clases además del proletariado, debido a la necesidad de desarrollo autónomo no extractivo y de eliminación paulatina de la dispersión y rezagos semifeudales. Avakian en especulación desbocada utiliza la historia-ficción para intentar sostener su tesis trotquizante:

Esto llegó al extremo de fantasear con el colapso de las dos etapas, la etapa de nueva democracia y la etapa socialista, de la revolución en las naciones oprimidas en una sola. La fantasía tenía su lógica: “[...] [Se refiere al número de etapas] está más determinado por lo que ocurre en el mundo en su totalidad que por lo que ocurre en un país”.  El argumento que Avakian presentó fue iluminador. Preguntó que, si la revolución alemana hubiera precedido a la rusa, ¿no podrían haber manejado la cuestión campesina de una manera diferente?  Aceptemos esta especulación. ¿Pero cómo puede compararse el ejemplo de Rusia, bastante atrasada pero básicamente una potencia imperialista, con los países oprimidos? En Rusia la tarea democrática debía ser llevada a cabo por el proletariado como transición.  En los países oprimidos es una tarea vital de la revolución, junto con la tarea nacional, la base para el avance al socialismo y al comunismo. Es por eso que la revolución tiene dos etapas, la de nueva democracia y la socialista. ¿Qué sucederá si esto se niega y colapsan en una sola etapa? La revolución de nueva democracia, que aborda la doble tarea de la liberación nacional y la revolución democrática antifeudal, será eliminada con el pretexto de un paso más rápido al socialismo. Aunque más adelante en su artículo Avakian trató de ocultar las huellas reiterando su adhesión a la “revolución de dos etapas”, la esencia de sus argumentos equivalía a contrabandear trotskismo.

-Historia de contradicciones internas dentro del movimiento (Capítulo 15. La lucha dentro del MRI)

En esta parte de los comentarios se hace necesario solo referir los puntos de vista existentes puesto que no se tiene conocimiento detallado de las discrepancias y entretelones de las relaciones entre las partes en conflicto; sin embargo, se hace necesario, en 2025, confirmar la autoría del acuerdo de paz solicitado por el líder preso del partido peruano Ese Ele. Este hecho es cierto y frente a tal propuesta se formaron facciones enfrentadas del partido peruano, una de ellas defendía en toda su extensión el acuerdo de paz; otra decía que Abimael Guzmán capituló frente al Presidente Gonzalo, que ellos iban a sostener todavía las ideas de Gonzalo a la vez que criticaban la persona de Guzmán; y otra tercera, por último, rechazaba en su totalidad a las dos anteriores posiciones.

Ahora sobre el Perú. Esto implica dos cuestiones principales. El primero de ellos es la cuestión del autor de las propuestas de negociación que surgieron poco después de la captura de Gonzalo, presidente del PCP. El PCR ha alimentado durante mucho tiempo la opinión de que se trataba nada menos que del propio Gonzalo. Esto se basó en las inferencias extraídas de la posición errónea del PCP de calificar a la alta dirección del partido como una “jefatura”, un Gran Líder que está por encima de la colectividad del partido. En palabras de Avakian:

[...] [S]i alguien está realmente proponiendo y llevando a cabo una línea que cree que su papel es tan decisivo en la forma en que la formuló, esa persona podría llegar a la conclusión de que, sin ellos allí para dirigir, nada puede avanzar.

Nunca tomamos la posición, “oh esto es definitivamente cierto -Gonzalo está pidiendo un acuerdo de paz- mira esa venta.” Pero sí tomamos la posición de que era mejor no descartar esta posibilidad. 

Por último, en cuanto a la cuestión de si la supuesta participación de Gonzalo en la propuesta de negociación era un engaño o no. En el momento de su carta de enero de 2005, el PCR fue explícito al acusar a Gonzalo de esta desviación.  Esta preocupación no puede ser descartada de plano y debe ser investigada más a fondo. Pero no aceptamos esto como suficiente para concluir la participación de Gonzalo. Esa sigue siendo nuestra posición hasta la fecha. La posición avanzada en la resolución del Milenio de 2000:

 “[...] no se pueden aceptar comunicaciones indirectas y no verificables atribuidas al presidente Gonzalo como representativas de su pensamiento [...] la lucha debe continuar para poner fin a su aislamiento” sigue siendo válida. Junto con eso, hemos defendido todo el tiempo la opinión correcta presentada en el Llamado del MRI de marzo de 1995, “Reunión para la defensa de nuestra bandera roja que ondea en el Perú”, de que “lo decisivo es la línea, no el autor”.

Como se observa, Ajith todavía creía, en 2012, que podría separarse el hombre del autor.

-Polémica sobre criterios de unidad partidaria (Capítulo 16. Más astuto, más peligroso...)

Ajith señala la crítica de Avakian al planteamiento de “pensamiento guía” (que puso como condición indispensable para la guerra y la revolución la dirección del partido peruano Ese Ele) para señalar a continuación que Avakian mismo asume a su modo tal planteamiento con su campaña mundial de creador de la “nueva síntesis”:

Oponiéndose a las formulaciones del PCP sobre el Pensamiento Guía, Avakian había dicho:

[...] [Un] “Pensamiento” es una cosa más trascendental, una cosa más permanente, que cualquiera que sea la línea de un partido en un momento dado. Un “Pensamiento” es una categoría que, como dije, está embarazada y en camino de dar a luz un “ismo”. Así que entonces obtendremos un montón de diferentes “ismos”, y eso no es bueno ni correcto.

Aparentemente ha tratado de resolver este predicamento de multiplicidad con una “síntesis” que intenta el parto forzado de un nuevo “ismo”.

Ajith luego expresa su crítica a la obligación, o la aceptación juramentada, de un camino o un pensamiento prematuramente exigido como prerrequisito para un proceso revolucionario:

“… para completar el repudio del Avakianismo, debemos examinar el proceso, la dinámica, del desarrollo ideológico. Esto también se hace inevitable en el contexto más amplio de los puntos de vista que sostienen que el desarrollo del Pensamiento o del Camino es esencial para el éxito de toda revolución. Recientemente se está haciendo un intento concertado de propagar este punto de vista dentro del movimiento maoísta internacional.  Primero fue por el PCP y más tarde reiterada por el PCN (maoísta).

Toda aplicación creativa del MLM, que lleve al desarrollo exitoso de una revolución (que es una aplicación probada a través de la práctica), seguramente dará lugar a un entendimiento y comprensión más profundos del MLM. Incluso aportará nuevos conceptos o ideas, que enriquecerán el MLM. Pero no es necesario (inevitable) que estas contribuciones representen un nuevo “Pensamiento”. Es aún menos necesario que representen un salto a una nueva etapa, es decir, un desarrollo integral del MLM”.

Es necesario aclarar que los defensores del “pensamiento de Gonzalo”, informalmente, sin embargo, creen que toda crítica a la exageración evidente que tiene su postulación se debe a una envidia o una mezquindad de otros líderes o partidos que no alcanzan las alturas y el heroísmo que ellos han alcanzado, cuando no al explicable rencor de los enemigos oportunistas y revisionistas en la mayoría de los casos. Seguramente los camaradas de Asia no están al tanto de estas situaciones, quizás por esto Ajith trata con una delicadeza y timidez notable la respuesta a este rasgo personalista megalómano del líder peruano:

¿Puede surgir la universalidad de las contribuciones ideológicas sólo si alcanzan el nivel de “Pensamiento”? ¿No puede existir también esa universalidad en la línea de un partido, si ha surgido mediante una aplicación creativa del MLM en las condiciones concretas de un país? La “línea” es específica de un país y un partido. Es una particularidad. Pero si ha sido formulada a través de una aplicación creativa del MLM, entonces esta particularidad contiene la universalidad del MLM. Refleja esta universalidad. En el curso de su formulación, aplicación, ensayo a través de la práctica y desarrollo revolucionarios conducirá a nuevos conceptos o contribuciones, que enriquecerán el MLM.

Incluso si el desarrollo de una revolución sólo da lugar a una nueva comprensión del MLM, esto seguiría siendo un desarrollo cualitativo. Seguiría dando lecciones para cada contingente del MCI. Algunas revoluciones pueden lograr aún más y generar nuevos conceptos o contribuciones. Pero, lo que hay que destacar, es que todo esto es posible, aunque sólo haya una “Línea” y no un “Pensamiento”. O, en otras palabras, un nuevo “Pensamiento” no es una condición necesaria para nuevas contribuciones que enriquezcan nuestra ideología.

Esta crítica tal vez podría valer bien para el caso del partido de Nepal, pero en el caso peruano se dan situaciones distintas; el pensamiento Gonzalo se concibe apenas terminada la reconstitución (una etapa de lucha interna con otras facciones) e iniciada la lucha armada, casi como un prerrequisito, como “una base de unidad” en la terminología peruana; es decir, la línea política se genera como un producto genial, uno que podría haber demorado cien años en aparecer (aluden a la conocida frase de Mao, sacada de contexto por supuesto, de que los líderes extraordinarios son poco frecuentes). El líder se consagra casi religiosamente, antes de que se concreten los logros políticos, particularmente antes de que se tome el poder a nivel nacional. 

Ajith responde la contra crítica de Avakian de que la posición de aquel desprecia la elaboración de la teoría porque prioriza el desarrollo práctico exitoso como condición para que surjan nuevos aportes de esta manera:

No es que las nuevas ideas y prácticas no vayan a surgir o no deban ser planteadas. Pero para elevarlos al nivel de ideología se necesita una verificación durante un período más largo. El ejemplo de la declaración del PCCh sobre el pensamiento de Mao Zedong es un buen maestro en este asunto. Muchos componentes importantes de lo que ahora se acepta como Maoísmo -contribuciones filosóficas, nueva democracia, guerra popular, desarrollo del concepto de partido, lucha de dos líneas, rectificación ideológica, línea de masas, etc.- ya se habían desarrollado y probado mediante una ardua práctica revolucionaria antes de que se declarara formalmente el Pensamiento Mao Zedong. Segundo, estas contribuciones de Mao se desarrollaron en el curso de la lucha contra el oportunismo de derecha e “izquierda”, el trotskismo y el dogmatismo. En comparación con ellas, las experiencias de Perú y Nepal fueron evidentemente limitadas. Esto no es para negar la comprensión avanzada que se vio en esas revoluciones o para negar sus importantes contribuciones. Pero esto no justifica un Pensamiento o Camino o las ideas que los sustentan.

Avakian hace una confusión entre desarrollo de la teoría como resultado de una práctica de lucha interna con el desarrollo de la teoría como resultado de una práctica revolucionaria en un país con resultado exitoso en el plano de la toma del poder, ese error también está contenido en gran parte en los planteamientos del partido Ese Ele y el de Nepal. Pero bien mirado, Ajith también estaría dando pie a un error, pero en sentido contrario: no puede haber desarrollo previo a una revolución, o como quieren otros, sin una guerra popular en marcha. Lo que sí es correcto en Ajith es que los desarrollos tienen categoría, no es lo mismo el desarrollo de los intelectuales, que lo hay, que el desarrollo asociado a una revolución, no es lo mismo el desarrollo de una revolución en países pequeños que en uno grande e influyente en el contexto mundial; aunque nos duela, no es lo mismo la revolución en Rusia del 17 que la revolución en Cuba del 62 o en Vietnam del 76. Estas reflexiones dan para más, pero es suficiente para los fines de estos breves comentarios.

Desarrollo no equivale inmediatamente a “pensamiento de fulano” o a “camino de mengano” eso está claro, la prudencia y la modestia son necesarias como expectativa constante y predisposición a corregir errores, equivocarse no está mal cuando uno admite errores y se corrige. El desarrollo viene de todo tipo de práctica, incluyendo la práctica de la lucha de ideas, pero esta no tiene la categoría tan elevada como la tienen los desarrollos de experiencias colectivas revolucionarias, esto también está claro.

Ajith dice al respecto lo siguiente:

la cuestión más amplia de la relación entre la aplicación del Marxismo en la práctica y el desarrollo de la ideología. ¿Es incidental o fundamental? Los Avakianistas tienden a lo primero. La práctica es incidental en su esquema. La ideología ciertamente tiene su propia dinámica. Puede teorizar de antemano. Pero esto es vulgarizado por los Avakianistas cuando hablan de “teoría adelantada a la práctica” para justificar su enfoque de tratar la práctica como incidental en el desarrollo de la ideología. El Avakianismo es bastante aficionado a traer el ejemplo de los fundadores del Marxismo. Afirma que Marx y Engels lograron la síntesis del Marxismo a partir de la teoría existente y no de la práctica directa. Como hemos señalado anteriormente, eso no es cierto. Marx y Engels estaban muy involucrados en las luchas de clases de aquellos días, a veces incluso directamente. Como Mao señaló:

La base es la ciencia social, la lucha de clases. Hay una lucha entre el proletariado y la burguesía [...]. Sólo a partir de este punto de vista apareció el Marxismo. La base es la lucha de clases. El estudio de la filosofía sólo puede venir después.

Es decir, el desarrollo de los tres componentes se ha producido gracias al papel continuo del Marxismo como guía de la lucha de clases.

Algunas reflexiones finales sobre contenidos concretos de “Contra el Avakianismo”, en el siguiente párrafo Ajith califica definitivamente la posición de Avakian como viejo revisionismo y liquidacionismo, en base a que resume ataques de varias fuentes contra el marxismo y como liquidacionismo en base a los intentos y movimientos organizativos y divisionistas de Avakian respecto al antiguo Movimiento Revolucionario Internacional.

Cada salto en la ideología implica una síntesis. Pero el Avakianismo no es nuevo ni de ninguna manera una síntesis. Es el mismo viejo revisionismo y liquidacionismo. Debemos rechazar sus demandas y mantenernos firmes en el Maoísmo. Sí, hoy en día la clave para entender la ideología proletaria es entender el Maoísmo con firmeza. Decir esto no lo separa de ninguna manera del conjunto integral del Marxismo-Leninismo-Maoísmo. Más bien, es imperativo poner énfasis en el Maoísmo para agudizar la lucha contra el revisionismo y todos los demás pensamientos extraños. Debemos defender y aplicar el Marxismo-Leninismo-Maoísmo, en particular el Maoísmo.

La acusación de revisionismo está fundamentada en toda la obra, revisionismo con una muy oculta base filosófica pragmatista y sistémica,  pero falta destacar que Avakian revive a la posición trotquista en muchos planteamientos, en este sentido no es un viejo revisionismo de tipo soviético, contemporizador con el capitalismo, sino un agente de las ideas provocadoras del trotquismo, provocadoras en el sentido de agitar el radicalismo para dividir y enfrentar internamente a las masas, como lo es la idea de la “revolución socialista simultánea y sintética”, correctamente tipificada como suicida y sectaria; sería un nuevo revisionismo que revivió la crítica al frente antifascista de la segunda guerra mundial que hicieron los trotquistas.

Sin embargo, con lo negativo que carga el avakianismo, se debe considerar examinar con más detalle su crítica a la tendencia del simbolismo litúrgico y personalista. Culto que no solo se aplica a los dos casos reseñados, Perú y Nepal, sino también al culto a las citas y a las efemérides, que sustituye a muchas tareas; esta situación se niega acaloradamente en todos los ámbitos de trabajo de diferentes vanguardias y partidos y plantearla como un problema a superar no es muy aceptado y es denunciado como opinión reaccionaria. Pero no se puede desechar un problema con un mero calificativo, hay que abordarlo con serenidad y frialdad.

Tampoco se debe olvidar que la ideología burguesa o pequeñoburguesa refleja de manera deformada e incompleta la realidad problemática, se ha referido esto en relación a la idea de Avakian respecto a la influencia de los problemas o acontecimientos mundiales sobre las situaciones particulares de los países, particularmente los países oprimidos y atrasados.  

Actualmente la situación política mundial manifiesta contradicciones más agudas entre grandes naciones, contradicciones que sí están afectando a la situación particular de muchos países, aunque esa afectación es muy diferencial; pero incluso en África, con Burkina Faso y Níger con sus coordinaciones con Rusia o Sudáfrica con el BRICS, en América Latina con la reactivación de la intervención directa estadounidense, comienza un periodo en donde hay efectivamente mucho más influencia de las contradicciones mundiales sobre las situaciones locales, aunque no en el sentido total que le adjudica Avakian. Además los movimientos belicistas de Europa y de la facción norteamericana derrotada por Trump contra Rusia aproximan una guerra de gran envergadura, incluso los preámbulos económicos de esta guerra gravitan sobre las condiciones de vida de los europeos, despertándolos de su letargo autocomplaciente, otro tanto se puede decir de la preparación de la guerra contra China; es poco probable que las masas del mundo opten por el abstencionismo en masa respecto al alineamiento con alguna de las partes, sí es posible que en algunos lugares álgidos la tercera opción de ni un bando ruso ni uno americano, ni un bando chino ni un bando americano, sino revolución socialista se desarrolle, pero no será la única opción en existencia, tendrá que luchar contra otros alineamientos no necesariamente “revisionistas y liquidacionistas”, sino también de raíces o posiciones marxistas revolucionarias. Aquí se resalta esta situación en relación con la necesidad de establecer líneas políticas actualizadas y correctas que impulsen la revolución y el restablecimiento de las luchas populares hacia las revoluciones correspondientes.

Grupo Comunista Provisional Sur setiembre 2025