Traducción: Natalia López
El marxista ruso Yevgeni Preobrazhensky elaboró uno de los planes más
sofisticados para construir una economía socialista en un país subdesarrollado
como Rusia. El terror de Stalin lo silenció, pero sus escritos ahora están
siendo redescubiertos.
Nacido en
1886, el ruso Yevgeni Alekseyevich Preobrazhensky fue un revolucionario desde
su adolescencia. Como muchos otros de su generación, acabó siendo asesinado
durante la Gran Purga de Iósif Stalin, tras desempeñar un papel destacado en
los debates sobre cómo construir un sistema económico socialista en la Unión
Soviética durante la década de 1920.
Preobrazhensky
fue autor de numerosas obras, entre las que destacan El ABC del comunismo, de 1919,
escrita en colaboración con otro destacado bolchevique, Nikolái Bujarin, y La
nueva economía, de 1926. Los escritos de Preobrazhensky son ahora
más accesibles para el público gracias a la publicación en inglés de una imponente edición en tres volúmenes de sus
obras, The
Preobrazhensky Papers, entre 2014 y 2023.
Una vida
revolucionaria
Hijo de un
sacerdote, Preobrazhensky perteneció al clandestino Partido Socialdemócrata de
Rusia desde 1903. Una de sus primeras acciones fue distribuir entre sus
compañeros de estudios un comunicado en contra de la guerra ruso-japonesa de
1904. Durante la revolución de 1905, su grupo lideró una huelga general en los
centros educativos de Oriol, y él se convirtió en militante a tiempo completo
del partido en los Urales.
Fue
partidario de la facción bolchevique del partido desde sus inicios y se
enorgullecía de sus contactos con Vladimir Lenin. En 1909, sus actividades
políticas le valieron la cárcel y el exilio en Ekaterimburgo. Con la orden de
escapar para asistir a un congreso del partido, evadió lo que describió como un
policía «ciego de borrachera» y se dirigió a Novonikolaevsk. Allí fue arrestado
de nuevo en 1912, pero fue liberado tras un error de la fiscalía.
A
diferencia de la mayoría de los bolcheviques veteranos, fue uno de los primeros
partidarios de las Tesis de Abril de Lenin, que el líder bolchevique presentó
tras regresar del exilio a raíz de la Revolución de Febrero de 1917. Fue autor
de una Resolución contra el antisemitismo que el Congreso Soviético Panruso
aprobó por unanimidad en junio de 1917. Preobrazhensky recordó haber
participado más tarde ese mismo año en una «manifestación armada» en la ciudad
de Zlatoust durante la Revolución de Octubre, que hizo posible que la
revolución «tomara el control en todas partes y nacionalizara todas las minas
de la zona».
A
partir de la primavera de 1918, luchó contra la movilización
contrarrevolucionaria del general blanco Alexander Kolchak. También se opuso al
levantamiento contra el régimen bolchevique de sus antiguos socios
gubernamentales, los socialistas revolucionarios de izquierda, en protesta por
el tratado de Brest-Litovsk con Alemania, durante el cual resultó herido en la
cabeza. El propio Preobrazhensky había liderado, junto con Bujarin, la facción
«comunista de izquierda», cuyos partidarios rechazaban los términos de
Brest-Litovsk.
Preobrazhensky
se pronunció en contra de la abolición del control obrero sobre los
ferrocarriles en 1918. Como uno de los tres secretarios del Partido Bolchevique
en 1920, supervisó casi en solitario el funcionamiento del aparato central
debido a la enfermedad de sus compañeros Leonid Serebryakov y Nikolai
Krestinsky. Durante este periodo, distribuyó un documento de debate sobre la
burocratización del partido, pero perdió su puesto en el comité central
bolchevique tras un debate sobre el papel de los sindicatos y nunca volvió a
ocupar un cargo de liderazgo.
Preobrazhensky
fue el autor principal de la Declaración de los 46 de 1923, la primera
declaración de lo que se convertiría en la Oposición de Izquierda liderada por
León Trotsky. También desarrolló la política económica alternativa de la
Oposición, basada en la idea de la «acumulación socialista primitiva», en
oposición a los llamamientos de Bujarin al campesinado para que «se
enriqueciera».
Cuando
Trotsky formó el bloque de la Oposición Unida con Lev Kamenev y Grigory
Zinoviev, Preobrazhensky fue una figura clave en sus filas. Tras la derrota de
la Oposición, fue expulsado del partido en octubre de 1927 y deportado a
Siberia. Sin embargo, se reconcilió con Stalin en 1929, argumentando que el
giro del líder soviético hacia una política de colectivización e
industrialización forzadas era un triunfo para «nuestro curso en el campo»,
aunque se aplicara de forma burocrática.
Tras
ser readmitido en el partido, Preobrazhensky fue expulsado de nuevo en 1931. Un
ejercicio de autocrítica le aseguró su segunda readmisión en 1934, que resultó
ser efímera. Al año siguiente, fue expulsado una vez más, esta vez
definitivamente, y arrestado.
Tras
su salida de prisión en 1936, compareció como testigo de la acusación en el
juicio contra Zinóviev. Luego fue arrestado de nuevo y, por razones
desconocidas, no compareció en el segundo juicio de Moscú, en el que era
acusado. Tras ser juzgado en secreto, fue fusilado ese mismo día; las
biografías oficiales soviéticas afirmaban que murió en 1937 tras ser
«condenado». Así era la vida revolucionaria en una época revolucionaria.
Brest-Litovsk
El
argumento de Preobrazhensky para oponerse al Tratado de Brest-Litovsk merece un
examen más detenido. En el momento en que se negociaba el tratado, la Revolución
Rusa se enfrentaba a una grave crisis. El antiguo ejército se encontraba en
estado de desintegración, pero aún no se había formado una nueva fuerza roja,
mientras que los contrarrevolucionarios de la Guardia Blanca se estaban
movilizando.
Lenin
firmó un decreto de paz el 26 de octubre, en el que pedía negociaciones
inmediatas con las potencias centrales. El armisticio del 15 de diciembre puso
fin a los combates, lo que permitió que las negociaciones comenzaran en
Brest-Litovsk el 22 de diciembre. Trotsky era el comisario soviético de Asuntos
Exteriores y nombró a Adolph Joffe para dirigir las negociaciones. El equipo
negociador soviético se dividió en tres facciones, lo que explica en parte la
prolongación de las conversaciones.
Una
facción, liderada por Lenin, estaba dispuesta a cerrar un acuerdo en cualquier
condición, incluso si eso significaba una paz injusta, punitiva y anexionista
que supondría la cesión de grandes cantidades de territorio y el pago de
cuantiosas reparaciones. Lenin argumentó que tal acuerdo proporcionaría a la
revolución el respiro necesario para reunir sus fuerzas y prepararse para la
inminente guerra civil.
La
segunda facción, liderada por Trotsky, adoptó una postura de «ni paz ni
guerra», negándose a firmar un acuerdo anexionista, pero sin estar dispuesta a
luchar tampoco. Preobrazhensky describió esto como una alternativa de una
semana que inevitablemente daría paso a una de las dos posiciones
fundamentales: aceptar o no el acuerdo propuesto. Trotsky trató de alargar las
negociaciones, con la esperanza de que la acción revolucionaria en Europa
acudiera al rescate.
La
tercera facción era la de los comunistas de izquierda, liderada por Bujarin y
Preobrazhensky, que proclamaba la necesidad de una guerra revolucionaria contra
un tratado injusto. El 17 de febrero, Preobrazhensky escribió que las tres
tendencias «se reducían esencialmente a dos: o bien firmar la paz anexionista o
bien la guerra socialista». Argumentó que una «paz anexionista» «infligiría el
golpe más severo al movimiento obrero internacional», ya que pondría «fin a la
guerra según el método imperialista, con anexiones e indemnizaciones en el
Este». Esto «abriría la posibilidad de la paz en Occidente sobre la base de un
compromiso entre las burguesías de Alemania, Inglaterra y Francia».
Para
Preobrazhensky, el poder soviético permanecería «bajo la constante amenaza de
violencia de la contrarrevolución alemana» tras una paz de este tipo:
«Retirarse ante el imperialismo alemán sería solo el comienzo de una retirada
general en todo el frente de batalla y la liquidación de la Revolución».
Insistió en que una guerra revolucionaria, «por muy mal preparados que estemos
para ella», era «inevitable y ya había comenzado».
El
21 de febrero publicó otro artículo en el que argumentaba que la autoridad del
socialismo soviético no residía «en las palabras, sino en los hechos», a través
de la lucha «irreconciliable contra los imperialistas de todos los países,
tomando un camino directo hacia su objetivo y sin traicionar sus principios
bajo ninguna circunstancia, ni siquiera las más desfavorables». Un acuerdo de
paz similar al de Brest-Litovsk «comprometería la idea misma de la dictadura
del proletariado, demostrando que incluso el poder obrero es capaz de
traicionar sus principios y rendir sus posiciones sin luchar cuando se ve
amenazado por el puño blindado de sus enemigos».
Preobrazhensky
publicó más artículos en contra de Brest-Litovsk, pero fue en vano. El tratado
se firmó el 3 de marzo de 1918. El 19 de marzo, el Congreso Panruso de Soviets
en Moscú ratificó las condiciones de paz por 724 votos a favor, 276 en contra y
118 abstenciones, mientras en el Gobierno soviético cundía el pánico ante la
amenaza de una ofensiva alemana.
En
la práctica, el tratado duró solo ocho meses, hasta que el colapso de las
propias fuerzas armadas alemanas, provocado por el motín naval de Kiel, seguido
de la abdicación del káiser y la rendición de Alemania a los Aliados el 11 de
noviembre. La legislatura bolchevique anuló el tratado dos días después.
Incluso
con la ventaja de la retrospectiva, no es fácil juzgar lo que estuvo bien y lo
que estuvo mal en este asunto tanto tiempo después de los hechos. Se podría
argumentar que el colapso del tratado en solo ocho meses justificó la posición
de la izquierda. Ese colapso podría haber llegado antes si los bolcheviques se
hubieran opuesto a sus términos anexionistas. La sustitución de los principios
por la conveniencia sentó sin duda un terrible precedente para los
acontecimientos posteriores.
Acumulación socialista primitiva
El
prefacio de Preobrazhensky a La nueva economía explicaba
que la obra constaba de una sección «histórica», que incluía «una breve
revisión de las concepciones socialistas y comunistas del socialismo», y una
sección «teórica» que analizaba su metodología para estudiar la economía
soviética y las leyes básicas que regulaban su desarrollo.
Sus
editores, M. M. Gorinov y S. V. Tsakunov, han descrito esta obra como «quizás
uno de los resultados más importantes del desarrollo del pensamiento marxista
en la Unión Soviética durante la década de 1920». Richard B. Day, traductor de
muchas obras perdidas de economistas soviéticos de este periodo, señala que la
obra económica de Preobrazhensky evidencia «un riguroso compromiso con la
integridad científica que le sostuvo durante años de acalorados debates con N.
I. Bujarin y denuncias abusivas de funcionarios del partido menos conocidos».
La teoría
de Preobrazhensky analizaba la alianza smychka entre el campo y
las ciudades, o entre los campesinos y los trabajadores urbanos, durante la
década de 1920. El gobierno soviético introdujo la Nueva Política Económica
(NEP) tras el colapso del comunismo de guerra en 1921. Esta política
restableció la producción de mercancías en el campo y se recuperó la producción
de alimentos y materias primas.
Mientras
tanto, la sustitución del control obrero por los precios de mercado en las
fábricas estatales mejoró la eficiencia al aumentar la productividad. Sin
embargo, como explicaba Preobrazhensky en su panfleto «De la NEP al
socialismo», esto significaba que «la gran industria estatal comenzó a trabajar
para el mercado» en gran medida.
La
producción de las granjas campesinas se recuperó más rápidamente que la de las
fábricas, y la expansión de la producción rural fomentó un desplazamiento de
los recursos de inversión de la industria urbana al campo, lo que exacerbó la
tendencia hacia disparidades relativas en la tasa de crecimiento de la
productividad. El precio de los productos campesinos cayó y el precio relativo
de los productos fabricados en fábricas subió. Esta disparidad condujo a lo que
se conoció como la «crisis de las tijeras».
Al
mismo tiempo, el monopolio gubernamental del comercio exterior impedía a los
campesinos vender directamente sus productos en el mercado mundial.
Preobrazhensky quería proteger la industria soviética de la competencia de los
productos extranjeros más baratos. Insistía en que el monopolio del comercio
exterior debía «proteger el territorio soviético de la desintegración de la ley
del valor mundial».
Al
no poder vender en el mercado mundial, los campesinos comenzaron a acaparar
alimentos y materias primas. Preobrazhensky trató de aliviar la escasez de
productos acelerando lo que él denominó «acumulación socialista primitiva».
Propuso gravar con impuestos o —en una controvertida expresión— «explotar» al
campesinado pagando por la fuerza precios inferiores a los reales por las
materias primas y los alimentos.
Esto,
argumentaba, produciría un excedente que se invertiría inicialmente en la
industria pesada, proporcionando equipos de fabricación nacional para la
industria ligera. Al aumentar la productividad de esta manera, las autoridades
soviéticas podrían reducir los precios de los bienes de consumo y restaurar la smychka.
La
teoría de Preobrazhensky sobre la acumulación socialista primitiva no era, en
este sentido, incompatible con la visión de Stalin del «socialismo en un solo
país». Su versión de la transición socialista hacía hincapié en el desarrollo
nacional de la economía planificada al margen del sistema capitalista
internacional y de la ley capitalista del valor. Aunque buscaba una reforma
democrática, su prioridad —y el requisito previo para la transición socialista,
en su opinión— era el desarrollo económico de una economía no capitalista y
planificada de forma centralizada.
Básicamente,
había dos soluciones a la crisis a la que se enfrentaba la economía soviética a
finales de la década de 1920. Una era avanzar hacia el libre mercado, como
defendía Bujarin, permitiendo el comercio internacional, aboliendo el monopolio
estatal del comercio y supervisando una forma de capitalismo de Estado. La otra
era aumentar los impuestos a los campesinos para invertir en el desarrollo
industrial y aplicar la planificación estatal, como defendía Preobrazhensky.
En
1928, tras haber derrotado previamente a la Oposición de Izquierda, Stalin
rompió su alianza con Bujarin y eligió el segundo camino, basado en la
colectivización del campo, la industrialización forzada y la planificación
estatal. Preobrazhensky acogió con satisfacción el ataque de Stalin a los kulaks como
un triunfo de «nuestro rumbo en el campo» y una reivindicación de su lucha de
una década por la acumulación socialista primitiva. Al hacerlo, se había
reconciliado con el triunfo de la conveniencia sobre los principios.
Fuente: https://jacobinlat.com/2025/09/el-plan-de-preobrazhensky-para-construir-una-economia-socialista/
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