SIGLO XXI - QUINTO LUSTRO - "Un nuevo orden emerge de la desintegración del capitalismo que irá reemplazando la célula económica (familia) por una nueva matriz reproductiva (comunas) que cumplirá funciones defensivas, judiciales, productivas y administrativas."
miércoles, 16 de mayo de 2012
PARA TEJER LA RED - 09: LA PLANIFICACIÓN EN EL PERÚ (1-4)
Carlos Zuzunaga Flóres
N° Título Pág.
PREFACIO 9
INRODUCCIÓN 11
LA PLANIFICACIÓN EN EL PERÚ PREHISPÁNICO 23
1 Las Fuentes 23
2 La Familia 24
3 Infraestructura 25
4 Recursos Humanos 27
5 Los Bienes 28
6 El Poder 30
LA PLANIFICACIÓN EN LA COLONIA 35
1 La Racionalidad 35
2 El Hombre 35
3 El Urbanismo 36
4 La Economía 37
5 El Derecho 38
LA PLANIFICACIÓN EN EL PERÚ REPUBLICANO 43
1 La Transición 43
2 El Liberalismo 45
3 La Planificación Neutra 46
4 El Tiempo y los Plazos 48
5 La Concertación y la Planificación Indicativa 50
6 La Planificación Compulsiva 52
7 La Receta Razonable 55
8 Lo que se busca al Planificar 56
9 La LLegada de la Planificación al Perú 59
10 La Economía de Mercado en el Perú 65
11 Las Influencias Ideológicas Externas 68
12 Los Esfuerzos del Sector Privado 73
13 Las Enseñanzas de la Planificación 75
14 La Conclusión Provisional 79
ANEXO SOBRE UNA EXPERIENCIA AJENA 81
FUENTES 85
OBRAS DEL AUTOR 89-90
INTRODUCCIÓN
Planificar, en el sentido moderno y usual del término, no es organizar sino prever y hacerlo para cierto plazo y con cierta medida de racionalidad. No puede, por tanto, considerarse planificación, en el contexto histórico que aquí se describe, cualquier esfuerzo de organización de la sociedad peruana que no haya significado un esfuerzo de previsión y de mirada al futuro con la intención de cambiar el rumbo de la historia para mejorar en algún modo la situación de la sociedad peruana.
El presente trabajo va encaminado, por tanto, a analizar en lo posible cuanto se ha hecho -o escrito- en el Perú para cambiar su destino histórico en un esfuerzo racional.
Conviene por tanto formular ciertas interrogantes cuya respuesta servirá como premisa al texto, a saber: si el futuro es enteramente previsible, si esta previsión puede convertirse en acción práctica a largo o mediano plazo, si existe una técnica válida para lograr el cambio en las sociedades y, en fin, si ese cambio puede lograrse a través de esfuerzos normativos y legales.
El futuro es incierto por su propio carácter y por lo mismo es imposible prever lo que traerá consigo el trascurso del tiempo. Los elementos que se incluyen en las previsiones del futuro son movibles, variables e intercambiables, además de ser interactuantes. El futuro es, así, nada más que posible, y de allí nace la moderna concepción del “futurible”
El juego de decisiones, tan grandemente facilitado hoy por los ordenadores electrónicos, no es, por tanto, sino eso, un juego, muy útil para la toma de decisiones solamente si se tiene en cuenta su carácter de actividad lúdica aplicada al análisis de alternativas.
La planificación parte necesariamente, por tanto, de la existencia de una realidad incierta que en el futuro ofrecerá elementos de juicio e ingredientes de importancia que son en todo o en parte imprevisibles en el momento de planificar.
Sólo en tales condiciones, la planificación es un instrumento de trabajo que puede convertirse en acción práctica.
El cambio social es un tema puesto de moda en las décadas desarrollistas que parecen llegar hoy a su fin. Se supuso entonces que las sociedades subdesarrolladas podían ser inducidas a trasformaciones más o menos profundas de sus hábitos tradicionales en el proceso de modernización que podían llevarlas a niveles de existencia parecidos a los de las sociedades industriales. Se supuso, además, que en buena parte ese cambio podía ser inducido desde afuera, que acaso por la necesidad de incorporar las sociedades atrasadas dentro de una economía global que sustituyera al antiguo colonialismo.
La experiencia de esos esfuerzos de cambio ha sido casi uniformemente negativa pues los hábitos tradicionales han cambiado poco en proporción a los esfuerzos realizados y a la muy abundante literatura que de ellos se ocupa. Las crisis de los últimos lustros, convertidas en una situación de miseria endémica y agravadas por las comunicaciones y el efecto demostración, hacen dudar hoy de que el cambio social puede en verdad lograrse por inducción, sea interna o externa. Queda, por tanto, la posibilidad de un cambio histórico espontáneo, lento por tanto, imprevisible y no planificable.
Resta aún por esclarecer si el cambio social así planeado puede ser inducido a través de la normativa legal.
Hay para ello dos alternativas, a saber, la concepción de que un sistema legal, democrático o no, puede por sí solo inducir el cambio, como en el caso de la reforma agraria peruana (que siendo una reforma, pese a las justificadas críticas, no significó un cambio social efectivo); o la alternativa de que un gobierno autoritario imponga el cambio con una política de desarrollo compulsivo con negación de la libertad.
Salvo para quienes justifican la norma legal por ella misma, en la línea de pensamiento de Kelsesn, el cambio social no puede ser inducido por simple legislación. Más de un intento de cambio, como el protagonizado por la revolución de 1968 en el Perú, utilizó instrumentos legales, que lo eran pese a su ilegitimidad, para poner en práctica un cambio social que se pretendía profundo e inamovible. La estadística legal muestra que en ese momento de la historia peruana reciente se produjo más textos legales y reglamentarios -más documentos de planificación- que en cualquiera otra etapa de nuestra historia. Y, como es notorio, no solamente se frustró el intento de cambio sino que, en tanto pudo ser en parte efectivo, los resultados han sido generalmente negativos.
La alternativa de cambio forzado y compulsivo es por esencia enemiga de la libertad, como ha quedado demostrado en los países socialistas, y los resultados no son proporcionales al sacrificio de las libertades y de los derechos humanos. Es esa la antinomia insalvable entre planificación y libertad que ha sido examinada en el mencionado libro sobre “La Frustración del Desarrollo Planificado” y cuya argumentación no será reiterada aquí.
Oskar Lange, Ministro polaco comunista y doctrinario de la planificación socialista, asegura que habrá suficiente inversión productiva dado el crecimiento en relación con el aumento de la población, en la esperanza de que la utilidad de las inversiones públicas sirva para mayor inversión, como ha sucedido en efecto en las economías socialistas donde el manejo de los excedentes está enteramente en manos del Estado, pero donde, al mismo, esos excedentes son dirigidos a la inversión en los sectores prioritarios fijados por la política del Estado. De allí que la agricultura rusa, por ejemplo, no haya logrado en más de medio siglo alimentar a su población y que el país tenga que recurrir a compras abundantes de granos en el exterior.
Es ésta una lección para los estudiosos de la historia económica del Perú, pues la revolución industrial se apoyó en la agricultura local o colonial que tuvo que subsidiar a los sectores secundario y terciario. Debe recordarse por ello la eficacia con que el campo sigue apoyando a la vida urbana, o dicho de otro modo, la medida en que la ciudad sigue aprovechando del sector agrario. Todo esfuerzo de modernización ha seguido ese camino, hasta en un país modernizado por décadas como el Japón, donde los remanentes del feudalismo agrario fueron expropiados por el invasor al final de la guerra mundial y pagados a precio aparentemente justo, que en verdad no lo fue porque de inmediato se devaluó sustancialmente la moneda.
Nota.- La Planificación en el Perú, Editorial San Marcos, Concytec, 1989, 90 págs. 14 x 20 cms. Entre otras obras del autor figuran: Sobre una Tipología Cultural del Perú (1947), Las Instituciones Jurídicas y el Cambio Social(1971), Liberalismo, Desarrollo y Revolución (1976), La Frustración del Desarrollo Planificado (1987), Vargas Llosa, el Arte de Perder Una Elección (1992)
Las empresas capitalistas planifican minuciosamente su labor. Pero eso no ocurre en el país, donde reina la anarquía. Fue la Revolución de Octubre la que inició la planificación en toda la sociedad. Son famosos los Planes Quinquenales, con los que la URSS forjó su industrialización y pudo enfrentar la agresión nazi. Para salir de la crisis de 1929 el capitalismo propició la planificación inducida. Para enfrentar la Revolución Cubana (1959), EUA impuso la Alianza Para el Progreso, e impulsó la CEPAL (Comisión Económica Para /los Indiecitos/ de América Latina) Por eso estamos como estamos.
Para Tejer la Red, el Socialismo Peruano ¿debe planificar su labor?
Ragarro
16.05.12
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