viernes, 27 de agosto de 2021

DESFETICHIZAR EL PENSAR



29 enero, 2018

 

“Toda libertad, toda acción, toda filosofía […], presupone el estar vivo. Presupone por tanto, la posibilidad de la vida, en cuanto vida material, concreta, corpórea. Y esta posibilidad de la vida presupone el acceso a los medios para poder vivir”1.

En uno de sus libros intitulado ¿Qué significa pensar? Martin Heidegger diagnosticaba en su momento: “lo que más merece pensarse es que nosotros todavía no pensamos; todavía no, aunque el estado del mundo se hace cada vez más problemático”2.  Siguiendo la interrogante que se plantea este filósofo intentaremos, no explicar lo que él pensaba que significa pensar, sino apoyados en los aportes de la ciencia y la reflexión de algunos filósofos actuales, dar una respuesta, como es natural parcial y provisional de lo que nosotros pensamos qué significa pensar.

Una de las ciencias más avanzadas actualmente, la neurociencia, nos dice que pensar es trabajar cerebralmente con información para conseguir una meta o resolver un problema de acuerdo con criterios de valor. Si esto es cierto, los problemas sociales, al menos los más sensibles tales como la desigualdad y la pobreza tendrían que haber disminuido, porque nunca como antes en la historia de la humanidad tenemos tanta información disponible.

Sin embargo, no solamente no han disminuido, sino que algunos se han agudizado, entre ellos la desigualdad social. Según un informe publicado recientemente por OXFAM, en  2017 el 1% más rico de la población mundial acaparó el 82% de la riqueza. En América Latina el  10% más rico de la población concentró el 68% de la riqueza total, y el 50% más pobre solo accedió al 3.5% de la riqueza total3. La relación criminal se sigue repitiendo: la riqueza extrema de unos pocos se erige sobre la explotación y el trabajo mal pagado de la mayoría. Lo cual significa hambre, desnutrición y muerte prematura.

¿Esto quiere decir que no se está pensando? Consideramos que no. Entonces, ¿por qué no resolvemos nuestros problemas? Porque el pensar ha sido fetichizado4, en el sentido de que los criterios de valor que usamos al pensar se han tornado autorreferentes, es decir, fines en sí mismo. Son criterios de valor, por ejemplo, la ley, la democracia, la justicia, etc., pero ¿por qué estas valen para el ser humano? Porque contribuyen a asegurar temporalmente la vida en comunidad o como dice el poeta: a hacer retroceder a la muerte y dilatar el espacio de la vida5.

En efecto, el fin de fines al cual remite toda actividad humana es poder vivir6. El órgano productor de pensamiento, el cerebro, nos dicen algunos neurocientíficos no tiene otro objetivo más que el mantenernos vivos7, y para eso crea mediaciones. Es la voluntad de vivir, entonces, la que da valor a las mediaciones que los seres humanos nos vamos dando en la historia. Estas son valiosas  no por sí mismas, sino por referencia a la afirmación de la vida humana. En última instancia toda actividad humana vale porque es una manera concreta de cumplir con la exigencia de producción, reproducción y desarrollo de la vida en comunidad8. La vida no es un valor, es la fuente de todo valor9.

En base a lo expuesto podemos sostener que el pensar no es un fin en sí mismo, sino una actividad cerebral que a partir de información disponible busca solventar problemas en base a valores funcionales a la afirmación de la vida. Los valores con los cuales trabaja el pensar valen porque contribuyen a ensanchar la vida y a reducir la muerte en la medida de lo posible. Esto es lo que a nuestro juicio significa pensar, y esto es lo que hoy  urge recuperar. Porque en un mundo donde la gente muere por hambre y otros por indigestión, pensar no es un lujo sino una necesidad de vida o muerte.

De lo que se trata entonces es de poner de pie el pensar porque ha sido puesto de cabeza10, es otras palabras, de desfetichizarlo.

Origen: Desfetichizar el pensar: Iberoamérica Social. Revista-red de estudios sociales

 

Notas

↑1

Hinkelammert, F. & Mora Jiménez, H. (2005). Hacia una economía para la vida. San José: DEI, p. 22.

↑2

Heidegger, Martin  (2005). ¿Qué significa pensar? Madrid: Trotta, p. 16.

↑3

OXFAM. (22 de Enero de 2018). Premiar el trabajo, no la riqueza. Recuperado el 20 de enero de 2018, de El poder de las personas contra la pobreza: https://peru.oxfam.org/policy_paper/premiar-el-trabajo-no-la-riqueza.

↑4

Usamos la expresión fetichizar en el sentido de tomar como fin lo que es medio, como absoluto lo que es relativo. Por ejemplo, la ley no es absoluta, es un criterio de orientación social en vistas de la vida humana. Cuando se absolutiza la ley  y se la defiende aún en contra del fin para el cual fue creada, entonces decimos que la ley se ha fetichizado.

↑5

Gómez Aguilera, Fernando (2010). José Saramago en sus palabras. Madrid: Alfaguara, p. 106

↑6

Fichte, citado por Dussel, Enrique (2009). Política de la liberación. Arquitectónica. Vol. II. Madrid: Trotta, p. 376. Si bien el poder vivir es el fin supremo del ser humano, la vida no es un fin. La vida, dice Hinkelammert: “es la posibilidad de tener fines, pero no es un fin”. Porque para tener fines hay que estar vivo. Esto es así porque la vida es el modo de realidad del sujeto humano. Véase Dussel, Enrique (1998). Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión. Madrid: Trotta.

↑7

Mora, Francisco. (2017, agosto 25). Neuroeducación. [Video] Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=MMNQMwVb4SE.

↑8

Dussel, Enrique (1998). Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión. Madrid: Trotta, p. 141

↑9

Dussel interpretando a Marx sostiene que la vida no es un valor, es más que un valor, es la fuente de todo valor.

↑10

Pensamos para vivir y no vivimos para pensar. Argumentamos para vivir y no vivimos para argumentar.

 

Fuente: https://jaraujofrias.wordpress.com/2018/01/29/desfetichizar-el-pensar/

 

 

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