lunes, 17 de noviembre de 2025

LA IZQUIERDA QUE MIRA A LA DERECHA…



por Juan Carlos Blanco Sommaruga

16 de noviembre de 2025

 

Hay un fenómeno curioso en la política contemporánea: cierta izquierda que, cansada de repetir viejos eslóganes y sospechando que ya nadie los escucha, decidió mirar hacia la derecha.

No por convicción, claro, sino porque parece que desde allí se ve mejor en las encuestas. Es la izquierda que se declara progresista, pero que cada tanto tiene un episodio de amnesia selectiva y termina repitiendo argumentos que hace unos años habría denunciado como “regresivos”. Un popurrí ideológico que, para ser justos, tiene su mérito: no cualquiera logra tanta flexibilidad sin sufrir contracturas doctrinarias.

En este nuevo ecosistema político, los líderes que se autodefinen de izquierda descubrieron que hablar de igualdad cansa, pero hablar de “orden” vende. Que discutir justicia social aburre, pero cuestionar la migración “descontrolada” genera clics. Que promover reformas profundas intimida, pero criticar a las élites desde un acto con luces y drones resulta irresistible. Es un arte moderno: el progresismo de diseño, con estética joven, lenguaje inclusivo y playlist indignada, pero agenda cuidadosamente editada para no incomodar demasiado.

Claro que esta metamorfosis no se admite en público. Nadie confiesa abiertamente que ha decidido coquetear con la derecha. En su lugar, se recurre a la fórmula mágica: “No es un giro, es una lectura realista del momento”. Una frase que, traducida, significa algo así como: “Las ideas son hermosas, pero las encuestas son más convincentes”. Y así, la izquierda posmoderna se convierte en una suerte de versión política del camaleón: cambia de tono según el auditorio, pero insiste en que sigue siendo la misma.

El truco más encantador de este populismo híbrido es su capacidad para posicionarse siempre en el lado correcto del malestar. Si la gente está enojada, ratifica que hay motivos para estarlo. Si la gente desconfía de la política, promete ser una política distinta. Si la gente quiere seguridad, se vuelve adalid del orden. Y si mañana la gente quiere unicornios, probablemente anuncie un plan nacional de fomento equino-mágico. Todo es posible cuando la ideología se maneja como archivo editable.

El problema —porque siempre hay un problema— es que tanta versatilidad termina vaciando de sentido a la propia idea de izquierda. Entre tanto guiño hacia la derecha, tanta frase tibia y tanto equilibrio de funambulista, se pierde aquello que alguna vez la distinguió: un proyecto transformador, una visión de sociedad menos entregada al mercado y más comprometida con la igualdad. Pero claro, eso no entra tan bien en un video de 20 segundos para redes sociales.

Al final, esta izquierda que quiere caerle bien a todos termina no convenciéndole del todo a nadie. Y mientras practica la acrobacia electoral, deja el debate público reducido a una competencia por quién administra mejor la frustración ciudadana. Un deporte entretenido, sí, pero que poco tiene que ver con la política que decía aspirar a cambiar el mundo.

Aunque, para ser justos, cambiar de idea cada semana también es una forma de cambio. No necesariamente la más noble, pero sin duda la más… adaptable.

Fuente: https://grupormultimedio.com/la-izquierda-que-mira-a-la-derecha-id176723/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y Alfonso López Chau?

Anónimo dijo...

Como está situado dentro de la izquierda