martes, 10 de abril de 2012

POR QUÉ DEBEMOS DEFENDER Y PROTEGER LAS CABECERAS DE LAS CUENCAS

Un Tema de Actualidad (1-2)

Ing. Reinhard Seifert

Introducción

Desde el inicio de la explotación de oro el desarrollo de la empresa minera Yanacocha está acompañado de permanentes denuncias por la contaminación y destrucción de las fuentes de agua. No hay que olvidar que esta empresa está instalada en el divortium aquarium que separa las aguas en la parte alta de una cabecera de cuenca. Es decir, allí nacen las aguas en una altura de aproximadamente 3000 a 3500 metros sobre el nivel del mar, se dividen, discurren libremente a las partes intermedias y bajas de las cuencas y posteriormente desembocan al mar, van al Pacifico o al Atlántico.

Luego regresan nuevamente como lluvia -al terminar el proceso de evaporación en alta mar- a las montañas donde están localizadas las empresas mineras. El agua nunca se pierde.

Además en esta jalca cajamarquina llueve en promedio 30 - 50% más (1200 mm/año) que en los valles interandinos. Lo que pasa en la parte alta de la cuenca tiene su repercusión inmediata en la parte intermedia y baja. Para mala suerte de los campesinos que viven en esta zona desde tiempos inmemoriales, donde nace el agua en los acuíferos (1) también se halla el oro, diseminado en pequeñas partículas en las rocas por explotar. Están juntos e inseparables, el agua y el oro, la famosa maldición de los incas.

Yanacocha trabaja a tajo abierto, usa el cianuro tóxico durante el proceso de lixiviación -en las canchas- para atrapar el oro y sólo propala la idea públicamente que apenas “impacta” al medio ambiente. O sea, ha difundido la idea que su proceso tecnológico es limpio, no contamina y que responsablemente estaría respetando las leyes, normas y respeto al medio ambiente. Se presenta como una minería inocua, que no hace daño. Sin embargo, está probado que su proceso tecnológico utiliza ingentes cantidades de agua por extraer el oro de una tonelada de rocas y tierra y que para esta necesita mínimamente 3M3 de agua (2), y 200 g de cianuro. Mueven en la actualidad alrededor de 600.000 toneladas métricas de roca/tierra/día. “Legalmente” Yanacocha ha conseguido permisos por gastar agua -sin pagar un solo sol- hasta por 900 L/s, más de cuatro veces la cantidad que consume la ciudad de Cajamarca. (3)

Contaminación de las aguas (4)

Desde el año 1994 aparecen las primeras denuncias por la contaminación del agua y la muerte repentina de truchas, entre otros animales muertos, dentro de circunstancias no esclarecidas hasta la fecha en la zona aledaña al cerro Quilish (5). Existe un estudio exhaustivo del ministerio de salud que da cuenta que durante 1991 y 1992 las aguas fueron limpias, cristalinas, sanas, sin la presencia de metales pesados y con un nivel de pH neutro. A partir de 1993 (6) esta situación varía sustancialmente.

Cuando aparecen las primeras trazas de metales en el agua potable la mina responde que es normal, porque se encuentran dentro de los límites máximos permisibles (LMP). En otras palabras, antes que se explotara el oro, el agua sí estuvo pura, sin estar contaminada y ahora sí existe contaminación -aún por debajo de los LMP- y según la minera ésta es legal y no es nociva.

La empresa Yanacocha, que financia un hábil desempeño de la prensa local, no admite la contaminación, pero sí impactan al medio ambiente y al agua. Por todo esto se creen una minería “inofensiva” y en términos tecnológicos utilizarían una tecnología segura, internacionalmente aceptada y consagrada. Demás está decir que esta minería reposa en tecnologías obsoletas. En suma, hay que erradicar de nuestro análisis ambientalista -de una vez por todas- la palabra afectada, porque suena anodina, casi no pasa nada. Lo cierto es que este tipo de minería y su tecnología son destructivos y contaminantes.

Las leyes peruanas actuales no han contemplado una rigurosa fiscalización técnica-científica, evocando únicamente a la buena fe o suponiendo que nada y nadie esté cometiendo a priori un delito ambiental. Dado que la suposición cimentada escrita difunde la errada idea de una minería moderna, ¿para qué entonces evaluar los procedimientos técnicos? En esta lógica todo monitoreo profundo y científico del agua es una pérdida de tiempo.

Los estudios de impacto ambiental (EIA), no cumplen la función que deberían cumplir, tanto para medir el impacto, como para proponer remediaciones. Los EIA están escritos con frases gramaticales de suponer como “presentir” o “estimar”, cuyo valor científico es cero, no miden la cantidad y calidad de las aguas allí no caben las menores dudas, ni tanteos, ni especulaciones. Un EIA generalmente trata de avizorar escenarios futuros, pero la realidad es que ya existen maneras de determinar destrucción y contaminación de las aguas, sobre todo en las cabeceras de cuenca, con elementos técnicos-científicos valiosos para su análisis correcto e histórico. Existen pruebas históricas que muestran que esta tecnología minera es la antítesis de un buen cuidado ambiental. Todas estas pruebas científicas-técnicas nunca fueron evaluadas durante la elaboración de un EIA, hechos por consultorías ligadas íntimamente a Yanacocha. Devienen y son “juez y parte”.

Destrucción de las fuentes de agua y descenso de la napa freática

Por otro lado, lo que se constata también es que la napa freática está en continuo descenso, más de 130 metros (7). Esto es el caso del proyecto minero La Quinua, que es la parte alta de la sub-cuenca del rio Grande, al lado este del cerro Quilish (8). En otras palabras, la capacidad del acuífero en su recarga durante la época de la lluvia es prácticamente nula o inexistente (9).

La intensa actividad minera ha cambiado el paisaje natural. Todos los cerros que contienen el oro son destruidos, movidos o desplazados a otros lugares. Nada recuerda al paisaje original. Los “nuevos cerros” tienen una altura de construcción de 150 metros, más de 30 metros que la altura recomendada. (10)

Yanacocha para proteger los suelos coloca al pie de las canchas de lixiviación un plástico, más conocido como geomembrana, que funciona para impedir la contaminación de aguas subterráneas y tiene la función de evitar la filtración de aguas contaminadas, luego de un proceso químico para extraer el oro en la solución conocida como “preñada”. Sin embargo, en la praxis no resultó así, ya que estas geomembranas que debieron proteger el suelo y retener las filtraciones que contienen los metales pesados y aguas ácidas, se rompen por el peso excesivo al que son sometidas. (11)

La vida útil de una geomembrana de un espesor de una pulgada bordea apenas los 30 años. Al producirse un evento desastroso, p.e. una filtración las aguas contaminadas llegarían en menos de media hora a la ciudad de Cajamarca. Otro es el drenaje de aguas cianuradas que fluyen descontroladamente hacia los ríos y quebradas. Por ello, este daño ambiental es irrecuperable, es un hecho irreversible. No hay tecnología en el mundo que pueda remediar o solucionar a esta destrucción, es inejecutable.

Este proceso destructivo es muy lento, dado que la explotación minera es gradual y que no se detiene nunca, realizando trabajos mineros las 24 horas del día. Poco a poco las aguas subterráneas, las lagunas y manantiales desaparecen, son desviadas hacia otras partes, hacia debajo de los cerros o simplemente son desterrados de su cauce natural (12). Las lagunas Yanacocha y San José hoy ya no existen. El acuífero nunca más recupera su estado natural, similar al del inicio de la explotación minera.

Incluso al comienzo y durante la época de las lluvias se observa constantemente que el río Porcón y Grande, principales abastecedores del agua potable cargan y arrastran muchas aguas turbias (13), más de lo usual en comparación con décadas anteriores.

Esta es una señal contundente que las lluvias no son inmovilizadas ya que corren muy rápido desde la parte alta hasta la baja de la cuenca. Lo que impide la habitual recarga de almacenamiento del acuífero.

Allí está el verdadero daño hidrológico que frecuentemente genera esta tecnología empleada. Una vez que se ha destruido al acuífero, ya está perdido para siempre.

El agua superficial y subterránea que componen un acuífero son como las venas que transportan nuestra sangre. Arruinadas las venas, el cuerpo que las sostiene muere.

Los que antes fueron cerros verdes con agua, con floreciente vida; al final de una explotación minera han desaparecido, ahora los “nuevos” cerros erguidos en las canchas de lixiviación dan un testimonio de abandono y tristeza. Todo ello ha contribuido que el acuífero regional haya perdido la capacidad en su carga y recarga, ya no retiene más el agua de lluvia suficiente e indispensable como almacén en la época de sequía. Los volúmenes de agua debido a la desaparición de los puquios manantiales se han disminuido drásticamente. Por eso es que no tenemos agua en Cajamarca. (14) (Concluye en la siguiente entrega)

Cajamarca, 1 de octubre de 2011
M.S.c. Ing. Reinhard Seifert
Asesor Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca
C.E. 278095, Cél. 954 189 418
Dirección: del Comercio 464 – Cajamarca-Perú


Nota.- El Ingeniero Reinhard Seifert, radica desde hace más de 30 años en Cajamarca. Para él la investigación del tema del agua es crucial, así como el estudiar a fondo la tecnología minera. En su preocupación por el presente y futuro de Cajamarca y su población ha publicado ejemplares y aleccionadores artículos, entre ellos:

-01.10.11 Por qué debemos defender y proteger las cabeceras de las cuencas (el presente),

-06.12.11 Análisis preliminar después de iniciado el estado de emergencia en Cajamarca,

-22.01.12 Entrevista concedida a Carlos Alonso Bedoya (en el diario La Primera, Lima),

-04.04.12 Cómo explicar la división actual del movimiento social-político en Cajamarca (reproducido en TacnaComunitaria, 04.04.12)

En ellos se puede apreciar su competencia profesional, su preocupación por la población trabajadora, su iniciativa en la defensa ambiental de Cajamarca.

El presente artículo tiene cuatro partes, más notas de referencia. Ya en su Introducción plantea la cuestión entre la defensa del agua de la región y la humillante explotación minera que no sólo la depreda sino la desaparece del lugar. Así continúa con un tema que se soslaya, la Contaminación de las aguas por la irracional explotación minera, que conduce a la Destrucción de las fuentes de agua y descenso de la napa freática. Y finaliza con Las deficiencias técnicas del estudio de impacto ambiental de Minas Conga, burdo engaño oficial encubierto como “estudio de impacto ambiental”

En la siguiente entrega se adjuntará el comentario del suscrito.
Ragarro
10.04.12

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