sábado, 9 de octubre de 2010

Los dogmáticos y el temor a la realidad



Por Grajo Camaso

Uno de los problemas principales que atraviesan los “doctores del marxismo” de los que hablaba César Vallejo o la “bohemia subversiva” de la que hablaba José Carlos Mariátegui La Chira es el terror visceral a enfrentar la realidad tal cual. Este terror se expresa no solo en lo que concierne a aspectos teóricos sino también en lo que se refiere a aspectos puramente prácticos, pedestres, cotidianos.

La ceguera, la miopía, el rechazo ante la realidad es tan extremo, tan dramático, tan paranoico y tan patológico que los que lo sufran no perciben en lo más mínimo este divorcio, este alejamiento, esta alienación… frente a la realidad.

Los dogmáticos han construido una entelequia subjetiva para “ver la realidad” que resulta una anteojera tan grande y tan eficaz que les impide ver su propia miopía real.

El proceso de formación de un dogmático resulta en la fabricación de una coraza ideológica tan resistente como la caparazón de una tortuga o la concha de un molusco.

Esta caparazón o concha ideológica cumple una doble función: a) aisla y protege al sujeto dogmático de las influencias externas de la realidad, y b) permite al sujeto dogmático mantener, reproducir y profesar de forma inalterable, incólume, su propia visión del mundo.

Hay sujetos que durante los últimos 50 años no han cambiado sus formas de ver la vida y entender el mundo. Todas sus creencias, apostolados, principios, políticas no han variado casi nada a pesar de todos los cambios vividos no solo en la historia sino también en el mundo de las ideas. O en todo caso, todo lo vivido en las últimas décadas no ha servido de nada para modificar en algo sus percepciones y convicciones doctrinarias y políticas.

Lo peor de este tipo de dogmatismo es que construye un edificio teorético en el cual solo una cúpula de iluminados forman la quinta esencia doctrinaria y tiene en sus manos las claves de la realidad y de la tan ansiada revolución social. Cada camarilla o secta tiene personificado su alter ego, su amanuense, su dueño de la verdad revolucionaria.

Podrán vivir décadas de fracasos políticos, de estrellarse de cara y de cabeza frente a la realidad, de errar en todos sus planes y planificaciones, de romper decenas de esquemas inútiles y fallidos; pero ahí siguen, justificándolo todo con increíbles interpretaciones racionalistas y dizque coherentes acerca de supuestos procesos históricos constructivos, afirmativos.

Lo grave es que los dogmáticos no solo tienen una visión errada de la realidad, sino que la distorsionan en sus interpretaciones subjetivas y personalistas donde tratan de justificar su propio e inoperante actuar político.

No se trata de criticar desde las alturas o desde la tribuna. Se trata de criticar la actitud dogmática como una actitud que escamotea la realidad, que no es capaz de identificar y cuestionar los propios errores de concepción y entendimiento; y -en consecuencia- se convierte en la base de una actitud idealista y subjetivista que debe ser denunciada y combativa por politicamente desviacionista y liquidadora.
¿Cómo reconocer a un dogmático, de izquierda o derecha?

Básicamente el dogmático parte de una construcción subjetiva a partir de la cual lo explica todo. No parte de la realidad, dinámica, activa, contradictoria, en movimiento. No. El dogmático parte de una teoría inamovible, racionalista, superestructurada, a partir de la cual se explica todo lo demás.

Es falso que el marxismo o el socialismo científico de Marx y Engels sea una doctrina cerrada, que haya dado pie al dogmatismo. Mariategui lo entendió y explicó perfectamente cuando resumió que el marxismo es en lo esencial, “un método, que se apoya íntegramente en la realidad en los hechos”.

Lamentablemente, son los falsos seguidores del marxismo quienes lo han vuelto escolástico y lo han petrificado en dogmas que lo han vuelto un mounstruo irreconocible. Y son lamentablemente estos falsos seguidores del marxismo quienes se ufanan de ser los doctores del mismo y engatusan, cada cierto tiempo, a numerosos seguidores sacando propuestas políticas revolucionarias debajo de la manga como lo hace un mago frente a un público infantil deslumbrado por sus artilugios.

Por respeto a su edad y a sus canas no vamos a mencionar a numerosos doctores del marxismo que han poseído durante muchos años la brújula de la revolución socialista en el Perú. Cada cual, en su momento, ha liderado una secta partidaria comunista, un credo, una fe y una varita mágica.

Tradicionalmente, cada cual celebra o recuerda el nacimiento o la muerte de Mariátegui, otros la fundación histórica del Partido de Mariátegui y otros simplemente han enterrado todo respeto así sea formal por el Amauta y fundador del Socialismo peruano.

Lo que nos interesa advertir es que el dogmatismo como fundamento o quintaesencia de cualquier propuesta política no representa ninguna solución o respuesta de avance para el cambio social que el país reclama. Por el contrario, solo significará espíritu de secta, aislamiento político, distracción de un trabajo serio, retroceso, pérdida de tiempo.

Y el dogmatismo redivivo se halla presente, por ejemplo, en lo siguiente:

* Las propuestas que se presentan como “colectivas”, pero solo esconden el pensamiento individual de un semi dios o un dueño de la verdad.
* Los programas de cambio social que se presentan rigurosa y racionalistamente super estructurados -incluso nemotécnicamente- pero que no reflejan de manera dialéctica y proporcional las contradicciones de la realidad.
* Las propuestas que se difunden por medio de supuestos “voceros pensantes” pero que en realidad se trata solo de “voceros parlantes” que reciben instrucciones por correo de todo lo que deben difundir.
* Las propuestas maniqueas que se auto congratulan y auto satisfacen como exitosas cuando saben que no responden a ninguna necesidad real del movimiento social.
* Las propuestas inspiradas en una sucesión interminable de conmemoraciones de décadas y centenarios y de generaciones pero que no calzan ni se corresponden con los procesos reales de las luchas de las masas.

En realidad son muchas más las formas de identificar corrientes y personajes dogmáticos que hace muchos años se han alejado de un serio y verdadero trabajo revolucionario, actúan de espaldas a las luchas sociales y carecen de un programa de cambio que refleje de manera auténtica la necesidad de construir un programa de cambio social que sea capaz de articular y movilizar al pueblo.

Los dogmáticos prefieren construir programa encerrados individualmente en su gabinete de estudio, difundirlo a nombre de un “colectivo” real o fantasma que haga eco para la publicidad a fin de ganar incautos, y auto solazarse con la idea ficticia que representan a la vanguardia iluminada que conduce inexorablemente al pueblo hacia la Revolución.

Felizmente, el pueblo contiene dentro de sí mismo, sus propios elementos pensantes y operantes, hombres y mujeres honestos y revolucionarios, capaces de pensar políticamente por sí mismos, con aptitudes para liderar a sus comunidades y forjar nuevos y creadores caminos de avance social y político.

Es a este tipo de hombres y mujeres a los que se dirigió el Amauta para concurrir juntos a la gestación del Socialismo peruano y es este tipo de militancia el que se requiere articular para forjar un verdadero y auténtico cambio social. Los dogmáticos y dueños de la verdad más que una necesidad son un estorbo y una distracción.