viernes, 11 de julio de 2025

SOCIALISMO CHINO: ¿QUIÉN HA DICHO QUE UNA PLUMA NO PUEDE VOLAR HASTA EL CIELO?

 



10 de julio de 2025

China muestra avances prometedores en la construcción del socialismo, pese a los desafíos y contradicciones que enfrenta.

Queridas amigas y amigos,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

En 1957, Mao Zedong supervisó la publicación de El auge socialista en el campo chino, una colección de artículos reunidos en tres volúmenes por el Partido Comunista de China para la educación política del campesinado. Al año siguiente, se publicaron versiones abreviadas y ediciones regionales con una selección de estos textos. Una de estas ediciones incluía un informe de la Oficina del Movimiento Cooperativo del Comité Regional del Partido Comunista de Anyang, acompañado por una introducción de Mao. Este texto, titulado ¿Quién ha dicho que una pluma no puede volar hasta el cielo?, da el nombre a este boletín.

La tarea de la pluma es la tarea del socialismo: lograr lo que muchxs consideran imposible. Según escribió Mao, el campesinado de Anyang se enfrentaba a una disyuntiva entre el capitalismo y el socialismo, aunque cualquier intento de construcción socialista inevitablemente llevaría las marcas del sistema capitalista, pues surge de formas sociales de producción ya existentes. “Lxs pobres se están librando de su antiguo estado.”, escribió Mao. “El viejo sistema se halla moribundo y otro nuevo nace ahora. En efecto, las plumas pueden volar hasta el cielo”.

Aun así, Mao se mantenía cauteloso. En el prefacio de otro artículo, insiste en tomar el camino de la cooperación (20 de septiembre de 1955), escribió:

El socialismo, este fenómeno nuevo, sólo puede nacer en medio de una seria lucha contra lo viejo. En un período determinado, un sector de personas de la sociedad muestra gran obstinación por seguir su viejo camino. Pero, en otro, ellas mismas pueden cambiar de actitud y dar su aprobación a lo nuevo.

Desde que las fuerzas socialistas se propusieron construir una sociedad libre de las consecuencias devastadoras del capitalismo, han debido enfrentar el desafío de superar las relaciones sociales preexistentes. Los mecanismos de asignación de recursos en el sistema capitalista, como el “incentivo al lucro”, generan condiciones para el control privado de los procesos sociales, lo que a su vez produce enormes niveles de despilfarro y desigualdad. Cuando lxs socialistas imaginaron una sociedad sin la mercantilización del trabajo –uno de los rasgos fundamentales del capitalismo–, muchas veces terminaron replicando el sistema salarial mediante experimentos como los bonos laborales basados en el tiempo trabajado. La transición hacia una forma de trabajo no mercantilizada no podía ser abrupta ni sencilla, sino un proceso prolongado de lucha para desmercantilizar esferas clave de la vida social (como la salud, la educación o el transporte) y crear mecanismos que permitieran a las personas acceder a bienes de uso personal sin depender de un salario.

Cuando las fuerzas socialistas accedieron al poder estatal, como en la Unión Soviética tras 1917 o en China a partir de 1949, afrontaron la necesidad de construir formas elementales de socialismo, al tiempo que enfrentaban una serie de dilemas persistentes:

Sistemas limitados para la gestión de información. Las economías socialistas eran vastas y complejas, pero no contaban con mecanismos adecuados para recopilar y procesar toda la información necesaria para planificar de manera efectiva una economía dinámica, desafío que persiste incluso hoy en día, a pesar del desarrollo de tecnologías informáticas avanzadas.

Incertidumbre estructural en la toma de decisiones. Las autoridades encargadas de la planificación debían tomar decisiones presupuestarias y de inversión en contextos de incertidumbre, fundamentalmente porque los rápidos avances en ciencia y tecnología ponían en riesgo que inversiones clave quedasen obsoletas en muy poco tiempo.

Tensión entre la planificación a largo plazo y la demanda inmediata. Los planes centrales muchas veces entraban en conflicto con los cambios en los gustos de lxs consumidorxs, lo que dificultaba alinear las inversiones de largo plazo con las necesidades y deseos inmediatos de la población.

Objetivos políticos en disputa. Las metas económicas no siempre estaban unificadas políticamente, y las visiones contradictorias que convivían dentro de distintos planes solían derivar en formas agudas de burocratización.

No existe una fórmula para resolver estos ni otros problemas que enfrentan los proyectos socialistas una vez que acceden al poder estatal. Deben abordarse de manera experimental o, como dice un conocido refrán chino, “cruzando el río tanteando las piedras” (摸着石头过河). Por eso resulta muy apropiado que la edición de junio de 2025 de Wenhua Zongheng, publicada por el Instituto Tricontinental de Investigación Social y dedicada a los Experimentos chinos en la modernización socialista, comience con un ensayo del escritor chino Li Tuo titulado La naturaleza experimental del socialismo y la complejidad de la reforma y apertura en China. Uno de los aportes clave del fascinante ensayo de Li Tuo, que recorre desde la Comuna de París hasta la reforma y apertura en China, es que las revoluciones socialistas, particularmente en países anteriormente colonizados o con bajo nivel de desarrollo económico, no pueden avanzar directamente hacia un “socialismo completo”, sino que, citando a Lenin, deben pasar por “una serie de intentos concretos, imperfectos y variados de crear uno u otro Estado socialista”.

Me gusta el énfasis en “uno u otro Estado socialista”. No hay un modelo único, pero sí ejemplos que deben ser estudiados y procesos históricos que deben ser asimilados con atención. Eso es precisamente lo que hace Li Tuo en su ensayo, que concluye maravillándose ante la creación del sistema ferroviario de alta velocidad en China.

El ensayo que sigue en esta edición de Wenhua Zongheng, escrito por Meng Jie y Zhang Zibin,  titulado Política industrial con características chinas: La economía política de las instituciones intermediarias chinas, examina la modernización socialista de China con el rigor que exige: no solo con asombro, sino a través del estudio minucioso. Cada vez que escucho una conferencia de Meng Jie o leo su trabajo sobre la economía de mercado en China, me impresiona profundamente su insistencia en construir teoría a partir de investigaciones activas en las propias fábricas que producen los bienes de la China contemporánea. El ensayo de Meng Jie y Zhang Zibin no es distinto: se basa en trabajo de campo realizado en diversas fábricas vinculadas a la cadena de suministro del tren de alta velocidad.

Lxs autores muestran que el sistema de producción del tren de alta velocidad se construyó dentro del sector de propiedad estatal, pero se concibió bajo un enfoque de “mercado constructivo”, donde la “competencia dentro del gobierno” operó como motor de la innovación. En otras palabras, el Estado chino construyó un mercado que no solo incorporaba al sector privado orientado por el lucro, sino también a un sector público orientado al producto, cuyas instituciones competían por alcanzar objetivos nacionales de desarrollo. El financiamiento de este sistema provino de instituciones financieras estatales, que dirigieron la acumulación de capital hacia el uso social y no únicamente hacia la obtención de ganancias. Como escriben Meng Jie y Zhang Zibin: “El objetivo primordial del capital estatal es implementar los objetivos de la producción socialista y cumplir las tareas fijadas por los planes y estrategias nacionales de desarrollo”. Este ensayo forma parte de un esfuerzo más amplio de Meng Jie y su equipo por comprender el sistema de relaciones de producción e innovación que China ha desarrollado. Un ámbito de investigación clave ahora que el país ingresa a la era de las “nuevas fuerzas productivas de calidad”, un concepto central en la política de desarrollo china contemporánea.

Uno de los elementos centrales de esta nueva edición de Wenhua Zongheng es mostrar que la lucha de clases continúa durante el período de construcción del socialismo. Esto implica que, a lo largo del camino, son necesarios diversos experimentos para ver qué funciona y qué no —tanto para desarrollar las fuerzas productivas como para establecer relaciones sociales más equitativas. En este proceso ha persistido una lucha ideológica dentro de China, ya que lxs capitalistas buscan formas de reproducirse.

Sin embargo, bajo el sistema socialista chino, a lxs capitalistas no se les permite organizarse como clase con poder político a través de la propiedad de medios de comunicación, sistemas financieros, partidos políticos u otras instituciones. No pueden enviar libremente sus ganancias al extranjero ni invertirlas donde quieran. Existen varios diques estratégicos —entre ellos, controles de capital— que regulan el flujo de capital e impiden que lxs capitalistas en China se conviertan en una oligarquía que se niegue a invertir en su propio país (un problema común en muchos países del Norte y del Sur Global, donde las oligarquías pueden trasladar su capital a voluntad o incluso “declararse en huelga” negándose a invertir en infraestructura o industria). El capital chino permanece dentro del país y bajo el alcance de un sistema bancario estatal que lo canaliza según los lineamientos del plan nacional de desarrollo. Quienes buscan obtener ganancias pueden operar en el país, pero no pueden dominar el sistema ni convertir su comportamiento orientado al lucro en el principio rector. De este modo, la lucha de clases se inclina a favor del pueblo. Eso es lo que diferencia al sistema socialista de China de los sistemas capitalistas de otros países.

En La ideología alemana (1846), Marx y Engels escribieron sobre “el cieno en que está hundida” [la clase trabajadora], que únicamente por medio de una revolución, logrará volverse capaz de fundar la sociedad sobre nuevas bases. Ese proceso de transformación llevará mucho tiempo.

La pluma ciertamente no ha llegado aún al cielo, pero tampoco está en el infierno.

Cordialmente,

Vijay

Fuente: https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/boletin-china-desarollo-socialista/

 

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