martes, 6 de agosto de 2013

PROLOGO A FUERA DE LUGAR DE AMADOR FERNÁNDEZ – SAVATER (En 3 partes)





PUBLICADO POR ACUARELA ON MARTES, 26 DE MARZO DE 2013
(Primera parte del prólogo a Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación, por Amador Fernández-Savater. Es un texto largo, lo puedes leer o imprimir en PDF aquí)

El octavo pasajero

En septiembre de 2007 apareció el primer ejemplar de Público, donde colaboré durante cinco años y se publicaron las conversaciones que recoge este libro. Público fue hijo de los primeros indicios de resquebrajamiento de la Cultura de la Transición (CT), ese orden simbólico que ha organizado el campo de lo posible en España desde hace más de treinta años: lo que se puede y lo que no se puede ver, pensar, hacer o recordar. El casillero previsible donde todo tiene su lugar (los políticos y la gente, lo normal y lo marginal, la izquierda y la derecha, los fachas y los catalanes, etc.) y en el fondo no pasa nada. La cultura consensual, desproblematizadora y despolitizadora que presenta la democracia-mercado como la única posibilidad de convivencia y organización de lo común.


Desde el «Nunca Máis» hasta las sentadas por una vivienda digna en 2006, desde el «No a la guerra» hasta el «Queremos la verdad» tras el atentado terrorista de marzo de 2004, nuevas politizaciones conmocionaron las formas establecidas de la política y abrieron una grieta liberadora en la CT que ahora el 15-M ha profundizado y hecho visible para todo el mundo. Fueron movilizaciones insólitas que cuestionaron inesperadamente la distribución de lugares y funciones de la CT: la política es cosa de los políticos, la palabra pública es asunto de expertos e intelectuales, el papel de la ciudadanía es votar y punto, etc. Y que desordenaron el orden de las clasificaciones, al no identificarse en ninguno de los lugares preestablecidos en el casillero para hacer política y abrir espacios de participación donde cualquiera podía implicarse.

Ese agrietamiento de la CT ensanchó lo posible y en ese ensanchamiento nació Público. El periódico se proponía cubrir un hueco a la izquierda del muy desgastado El País y dirigirse a las jóvenes generaciones que ya no leen periódicos.

El pensador y activista Franco Berardi (Bifo) habla de «generaciones posalfabéticas»: generaciones conectadas que han aprendido más palabras e historias de las pantallas que de la boca de sus madres, sin gran afinidad por la cultura crítica escrita, educadas más bien en y por las tecnologías de comunicación electrónicas, el cine de masas, las series y las redes sociales, la tele e Internet. Un público generalmente despreciado e ignorado por los medios de comunicación tradicionales. O, en todo caso, arrinconado en suplementos de tendencias que se dirigen a él como a un consumidor infantil y atontado. Esas mismas generaciones, afectadas en lo más hondo por el petróleo que se derramaba por las costas, por las políticas del miedo, la mentira y la guerra, o por la falta de vivienda digna, activaron en el cambio de siglo sus saberes y herramientas cotidianas en las nuevas politizaciones que empezaron a abrir brecha en la CT.

Público nació así con algunos desafíos y preguntas apasionantes: ¿cómo puede relacionarse un periódico con una subjetividad crítica no educada principalmente por la cultura escrita tradicional? ¿Cómo dialogar con los movimientos de la sociedad que están cambiando desde abajo el estado de las cosas? Preguntas y desafíos que surgen en el agrietamiento de la CT. Y que al mismo tiempo son su síntoma.

Un poco antes de la aparición de Público, yo había emprendido junto a un grupo de amigos un viaje fuera de los movimientos sociales que habitaba hasta entonces. Perseguía precisamente entender esas nuevas politizaciones enigmáticas. Veía en ellas una posibilidad de renovación de la vida política que quería pensar y compartir. La persecución no era una tarea fácil, porque me arrastraba a tierras extrañas y desconocidas. Imprevisibles, autoconvocadas y sin estructura de organización clásica detrás, esas nuevas politizaciones iban y venían, aparecían y desaparecían. No hablaban a través de lenguajes codificados ideológicamente, sino que acertaban a decir un malestar a la vez íntimo y compartido mediante algunos lugares comunes: «Vuestras guerras, nuestros muertos», «Todos íbamos en ese tren», «No vas a tener casa en la puta vida». Sus actores principales no eran profesionales de la política en ninguna de sus variantes (ni militantes de partidos políticos, ni activistas de movimientos sociales), sino gente cualquiera. Para sostener la persecución sin someter la novedad al conjunto de representaciones previas, debía dibujar nuevos mapas conceptuales con los que captar y leer otras señales de la realidad. Moverme de los lugares que conocía e iniciar una especie de travesía del desierto, sin interlocutores muy claros y en una cierta soledad. Despolitizarme para repolitizarme.

Y así, mi camino se cruzó con el de Público. Al dirigirse a la sensibilidad que se hacía visible en las nuevas politizaciones, el periódico se convertía en un lugar interesante desde el que interrogarla y por eso acepté la invitación de Nacho Escolar a colaborar. Ciertamente, Público identificaba esa sensibilidad con la izquierda y proponía contenidos en esa línea. Es la ilusión Zapatero, tras la victoria de 2004: la posibilidad de un cambio interno al sistema de partidos y a la Cultura de la Transición. Mi percepción era muy diferente. Me parecía que lo que se había puesto en movimiento en la calle y en las redes expresaba más bien una «crisis de representación» general (política, cultural, mediática, etc.). Es decir, no solo una crítica de estos o aquellos «contenidos» en nombre de otros, sino el cuestionamiento de una arquitectura de la realidad vertical, centralizada, autoritaria, unidireccional, opaca y de acceso muy restringido. Y la proliferación, a veces callada e invisible, a veces callejera y multitudinaria, de experiencias sin modelo que trataban de pensar con cabeza propia a partir de sus propios problemas. En definitiva, una rebelión de los públicos contra su condición espectadora y consumidora de la realidad. Y la reapertura de la pregunta política por excelencia: ¿cómo queremos vivir juntos?

Aunque la lectura de la situación fuese muy diferente, desde Público podía probar a enviar señales y emitir en mi frecuencia, en la confianza de que otros iban a sintonizar con ella. Una frecuencia de perfil ideológico muy bajo que desplazase la polarización izquierda/derecha y acompañase con el pensamiento las preguntas abiertas por las nuevas politizaciones. Por eso, trabajando en Público siempre me imaginé como un contrabandista o un radioaficionado, una especie de alien en todo caso que pone sus huevos en cuerpo ajeno.

Pensar y opinar

Empecé escribiendo irregularmente artículos para las páginas de Opinión, pero a finales de 2008 Nacho Escolar me invitó a colaborar más asiduamente en el periódico, con una columna o sección fija. ¡El huésped le pedía al alien que pusiera más huevos! La invitación reactivó las preguntas que me hacía desde el comienzo: ¿es posible pensar en un periódico? ¿Cómo resistir a la figura del opinador? ¿Qué otras figuras y formatos de pensamiento se pueden ensayar?

A lo largo de los años, primero en los movimientos sociales y después persiguiendo las nuevas politizaciones, he ido haciendo una experiencia de pensamiento como algo fundamentalmente práctico (que sirve al hacer sin ser utilitario), situado (que habla desde un lugar o experiencia concreta), colectivo (que se teje junto a otros en torno a problemas comunes), desafiante (que pretende no dejar al mundo ni a uno mismo igual que estaba) e implicado (que parte de preguntas que uno se hace sobre su propia vida). Es el pensamiento al que he aprendido a aspirar y que he rozado en ocasiones.

Pero la opinión que se sirve a diario en los medios de comunicación me parece todo lo contrario: dice lo que hay que pensar, sin preocuparse demasiado por inspirar o interrogar otros haceres posibles; nunca se distingue muy bien desde dónde habla quien habla, desde qué práctica o construcción de mundo; es autosuficiente y no se entreteje con ningún nosotros; es cómoda y da seguridad a quien la emite; y no arranca desde preguntas, sino de posiciones que las más de las veces busca simplemente confirmar.

La opinión es una especie de producto degradado de las nociones de «denuncia» y «compromiso» que han marcado el pensamiento crítico durante el siglo XX. Según explica Marina Garcés, ambas nociones (o, al menos, sus versiones estándar) conciernen más a una conciencia frente al mundo que a un cuerpo que está en y con el mundo. La «conciencia crítica» es así como una especie de voz en off. No sabes de dónde sale, pero lo sabe todo y lo ve todo. No está involucrada en los contextos y las situaciones, sino que las sobrevuela. No expone a quien la enuncia, sino que habla siempre desde la distancia. Juzga más que acompaña.

La opinión es la versión más pobre de esta voz en off. Es una «palabra fácil» que tiene todas las respuestas de antemano, elude todo trabajo de pensamiento y se limita a aplicar un juicio express a cualquier cosa. No desafía nada, sino que cumple su papel en el juego dirigido de preguntas y respuestas. Previsible, repetitiva y automática, siempre acusa de todos los males a otro y de ese modo se absuelve a sí misma.

Pensar es otra cosa. No opinar sobre lo que la agenda político-mediática nos pone ante los ojos a cada momento, no enjuiciar, cargarse de razón o «dar caña», sino «aprender de nuevo a ver y a dirigir la atención», como decía Albert Camus. Interrumpir el tráfico de estereotipos que nos deja como estábamos, confirmados en lo que ya creíamos. Aprender a plantearnos nuestras propias preguntas: no temas que desfilan ante nosotros, sino preguntas que nos atraviesan forzándonos a pensar. Elaborar y dar sentido propio a lo que nos pasa. Un desafío en primer lugar para nosotros mismos, en tanto que máquinas de repetición y autojustificación infinitas, educadas solo para ver lo que queremos ver.

¿Se puede pensar en un periódico?

La aparición de Público en la esfera pública ensanchó la realidad de lo visible y decible, cuestionando algunos tabúes «atados y bien atados» de la CT como el papel de la monarquía, ofreciendo miradas críticas sobre la situación de la vivienda o la precariedad laboral, el modelo hegemónico de propiedad intelectual, el «todo vale» de la lucha antiterrorista o la desinformación sistemática sobre los gobiernos progresistas en América Latina (Bolivia, Venezuela, etc.). No es poco. Siempre encontraba uno entre sus páginas algo imprevisto y que daba qué pensar, empezando por la columna diaria de un electrón libre como Rafael Reig.

Al mismo tiempo, el periódico recogía y daba valor a otros modos de entender la acción política, la creación cultural o la relación con las nuevas tecnologías. La experiencia vital de las personas que hacían el periódico a diario —mucha gente joven educada en una relación confiada y no temerosa con la Red, que conoce de primera mano la precariedad a todos los niveles y comparte la típica sensación de asfixia en el marco cerrado de la CT— se filtraba muchas veces para bien entre sus páginas. Pequeños detalles aquí y allá daban forma a un periódico menos «viejuno» que el resto del mainstream (aunque se rozase también muchas veces la banalidad típica de la cultura de mercado).

Sin embargo, a pesar de esas aperturas, muy pronto fue evidente que Público quería jugar en el marco de la CT:

-en primer lugar, asumió la polarización izquierda/derecha como seña de identidad principal. Estar con unos o con otros, blancas o negras, seleccionar de la realidad lo que nos confirma o daña al contrario, desechar lo que nos contradice para «no hacer el caldo gordo a tal», «ni dar razones a cual», nada de eso nos deja pensar con autonomía, porque hay posiciones previas a las que nos tenemos que adscribir bajo pena de excomunión, porque nuestro marco de interpretación presupone ya lo que son las cosas en lugar de acercarse a escucharlas.

-en segundo lugar, apenas experimentó con nuevos lenguajes capaces de transcribir la complejidad de lo social. De hecho, tras el cierre de la edición en papel de Público y el despido de la mayoría de la plantillalos ex-trabajadores han puesto en marcha otras publicaciones: La Marea o eldiario.es (información y opinión), Mongolia (humor), Materia (Ciencia) o Líbero (deporte), más interesantes, arriesgadas y creativas que el propio Público. Lo que habla claramente de que en el periódico existía un potencial de invención contenido y neutralizado por los formatos y lenguajes estandarizados del «buen periodismo».

-en tercer lugar, no inventó ni supo abrir espacios para la «autogestión de la palabra» donde la inteligencia conectada de los lectores pudiera expresarse y organizarse sin filtros. Es el miedo típico de la cultura consensual al desborde de la palabra que se da en la Red. La participación quedaba reducida a su nivel más simple: el comentario a la noticia, la carta al director, etc. La web de Público siempre fue un espacio sorprendentemente convencional para un periódico impulsado por personas que venían del mundo de Internet (empezando por su primer director). Poco a poco, fue haciéndose más autónoma y menos subordinada al papel, llegando a convertirse en un espacio de referencia para miles de lectores, pero sin alterar en ningún momento su arquitectura convencional. A día de hoy, es lo único que sobrevive al expolio final que acometieron los propietarios del periódico.

Ninguna de estas observaciones críticas es nueva. Las fui exponiendo en diversas ocasiones. Más sutilmente en mi segunda colaboración en el periódico («Mayo del 68, futuro anterior», 14-10-2007) y más directamente en el especial del primer aniversario («Poder al público», 26-9-2008). O ya en el blog, con ocasión de la marcha de Rafael Reig («A propósito de la salida de Rafael Reig», 9-11-2009). Huevos de alien que no prendieron ni contaminaron al huésped. Si las cito ahora es para dar algunos elementos que contextualizan el nacimiento de «Fuera de Lugar» y también porque, más allá de Público, son tres líneas abiertas de discusión con la izquierda en general. (...)


PUBLICADO POR ACUARELA ON JUEVES, 28 DE MARZO DE 2013

(Segunda parte del prólogo a Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación, por Amador Fernández-Savater. Es un texto largo, lo puedes leer o imprimir en PDF aquí)

Escuchar y editar

La propuesta que le devolví a Nacho Escolar consistía en un espacio de entrevistas, con regularidad quincenal, que sostuve durante dos años y medio más o menos. Es decir, en lugar de opinar sobre todo y cualquier cosa, se trataba de buscar y dar la palabra a algunas voces (más o menos visibles o escondidas) que hacen un trabajo de pensamiento sobre problemas específicos. Ofrecer, no tanto una opinión más, como un ramillete de voces. Una investigación coral sobre nuestra realidad entre crisis y transformación.

«Fuera de Lugar» quería ser un espacio donde acompañar, catalizar y dar a conocer a otros el pensamiento de otros, como lo fue para mí la revista Archipiélago o lo es la editorial Acuarela. Un trabajo que me permite satisfacer mis inclinaciones naturales: curiosear, conversar, articular, investigar, compartir... Pero «dar la palabra» no es un ejercicio pasivo ni significa negársela uno mismo. Más bien todo lo contrario. François Zourabichvili ha escrito estas líneas sobre el papel del «comentador» en filosofía: «No hay posición subyacente y autónoma del comentador, sino causa común del autor comentado y del autor que comenta (…) Se trata de una manera de prestar la propia voz a las palabras del otro, lo que termina por confundirse con su reverso, es decir, hablar por cuenta propia tomando la voz del otro». Zourabichvili habla de una «zona de indiscernibilidad» entre comentador y comentado. Pienso que algo muy parecido puede darse también entre entrevistador y entrevistado. Tampoco hay una posición autónoma del entrevistador con respecto al entrevistado, sino que, a través del trabajo de escucha y edición, se arma una causa común y las voces entran en cierta confusión.

Me explico. Por un lado, la entrevista es una indagación en el pensamiento del otro. El arte de dar espacio, dejar espacio, dejar hablar, hacer decir. No se trata tanto de discutir, polemizar o «ir a pillar», como de meterse en el carril del otro y preguntar desde ahí. Los amigos del colectivo argentino Situaciones proponen la siguiente distinción entre crítica y objeción: la crítica es exterior, un distanciamiento afectivo que ya no permite pensar al interior de un proceso común. Polarizar entre dos posiciones puede ser estimulante en algunos casos, pero también volver muy rígida la conversación, inhibiendo las dudas y los claroscuros. La objeción por el contrario es interna, un momento necesario del pensamiento para seguir avanzando. La objeción empuja, pero no fuera de tu camino, sino hasta el final de tu propio camino. «Son entrevistas de amigo», me dijo alguien. Y es verdad. Me considero amigo del pensamiento de todos los entrevistados: me interesa y lo valoro, quiero llevarlo más lejos o a otros sitios, agotar sus posibilidades, impregnarme de él y darlo a conocer. Esa complicidad permite recorrer con el otro un camino de pensamiento.

Por otro lado, la entrevista es también un trabajo de edición. Las conversaciones son muchas veces un caos, por su propia naturaleza a la deriva y aleatoria. El trabajo de edición (re)construye un recorrido en ese caos. Clarifica, pone el acento en lo importante y devuelve un mensaje. Es un trabajo de orfebrería muy gozoso y delicado: uno tiene auténticas joyas a su disposición, pero hay que entresacarlas, pulirlas bien y darles una estructura. Parafraseando a Juan Gutiérrez, si la escucha es inspiración («cuéntame más, qué relación tiene esto con aquello»), la edición es expiración («de qué hemos hablado, en torno a qué preguntas o ideas ha girado la cosa»). Lo mejor que puede pasar con la edición es lo que ocurre a veces con un árbitro de fútbol: nadie nota su presencia, como si el juego fluyese solo. Y la mayor alegría es cuando —aunque exagere— un entrevistado te dice tras releerse: «Me has ayudado a entenderme a mí mismo» o algo por el estilo. Pero la teoría siempre es más fácil que la práctica. Muchas veces uno actúa como un mal árbitro: dirige o interviene en exceso, se hace notar demasiado, reduce el caos pero también la frescura del juego, etc.

Desafíos y límites

«Fuera de Lugar» era una apuesta por el pensamiento en un medio de comunicación. Es decir, no descuidaba la actualidad, sino que trataba de ayudar a pensarla por fuera de los posibles prescritos y la superficialidad mediática («donde nada lleva a nada y todo se evapora»). Dirigirse a cualquiera, no sólo a los lectores especializados de las revistas críticas, aprender a mezclar periodismo y pensamiento, tratando de aportar algunas imágenes que vienen por ejemplo del mundo de la filosofía para mirar de otra forma la actualidad, trabajar al ritmo de un periódico sin ceder por ello a la facilidad o la banalidad... Se aprende y se crece mucho saliendo de las propias zonas de confort y colocándose en espacios incómodos. Marco Schwartz y Lucía Álvarez me ayudaron también a ello desde la redacción de Público.

El desarrollo de la sección tuvo también sus limitaciones. En primer lugar, el espacio. Tan exiguo en papel y siempre en función de la llegada o no de la publicidad en el último momento. La publicación en papel se fue convirtiendo cada vez más en un pretexto para la publicación en el blog. No solo porque allí podía ofrecer las versiones íntegras de las entrevistas, sino también porque no hay color entre el rebote que se recibe en uno u otro medio. En el papel, en el mejor de los casos, algún comentario personal. En la Red, respuestas inmediatas de desconocidos, reenvíos en las redes sociales y réplicas en otros blogs. Son esferas públicas de discusión completamente diferentes: una distante y silenciosa, la otra mucho más horizontal y participada. Personalmente, me resultaba bien interesante poder seguir los efectos que generaban las entrevistas: cómo se leían, desde dónde, qué reacciones suscitaban. Rara vez contesté inmediatamente a los comentarios, pero muchos me dieron qué pensar y les respondí más tarde y en otro sitio. Y aunque las versiones íntegras de las entrevistas son largas para los estándares de la Red, apenas recuerdo quejas al respecto. Creo que el trabajo de edición es decisivo en este punto: permite la lectura sostenida de un texto más largo, denso o complejo.

En segundo lugar, la exigencia que me llegaba desde el periódico de «palabra experta». Todo lo crítica o radical que yo quisiese, pero autorizada. Los títulos académicos siguen siendo la acreditación de que se tiene algo que decir en este mundo, aunque hoy los saberes desborden tan ostensiblemente las instituciones tradicionales y haya tantísimo conocimiento complejo y de calidad funcionando en sus márgenes. Entrevisté a varios «expertos en experiencia», como les llama Antonio Lafuente en este libro: expertos en lo que les pasa. Maquillé levemente la presentación de algunas voces que desarrollan un trabajo de pensamiento repleto de claves para interpretar el presente pero sin muchos títulos detrás. Y por lo general busqué, entre los discursos con algún tipo de acreditación intelectual, los que están atentos a las corrientes de fondo que cambian las cosas, los que son capaces de aportar imágenes útiles para el hacer.

Por último, aunque la mayoría de las personas entrevistadas piensan muy entremezcladas en experiencias colectivas, no supe dar espacio y mostrar formas colectivas de elaboración de pensamiento: grupos, bandas, plataformas o colectivos de enunciación. (...) 


PUBLICADO POR ACUARELA ON LUNES, 1 DE ABRIL DE 2013

(Tercera parte del prólogo a Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación, por Amador Fernández-Savater. Es un texto largo, lo puedes leer o imprimir en PDF aquí).

Crisis y transformación

Las entrevistas se realizaron casi todas entre finales de 2008 y mediados de 2011. En 2008 explota la crisis económica. Lo que creíamos sólido y garantizado empieza a desintegrarse. El suelo se abre bajo nuestros pies. Lo llamamos crisis, pero la palabra no alcanza. No se trata simplemente de «recortes», sino de un cambio radical de escenario.

Solemos pensar las crisis como procesos fundamentalmente negativos, que padecemos como víctimas y de los que hay que salir cuanto antes para regresar a la normalidad. Pero como dice Peter Pal, «las crisis, las catástrofes, las rupturas, los colapsos de sentido o como queramos llamar a los momentos de derrumbe, son también las condiciones de posibilidad para una renovación subjetiva, existencial, vital, sea en contextos macro o micro». ¿Cómo no quedar inmovilizados por el miedo? ¿Cómo no obedecer el reflejo del sálvese quien pueda? ¿Cómo resistir a los cantos de sirena que vienen a decirnos «está todo bajo control, despreocúpate, nosotros nos encargamos»?

Hoy casi podríamos afirmar que la realidad en crisis nos fuerza a pensar-crear. Por todas partes se abren preguntas inéditas, preguntas que nos ponen en movimiento. Una constelación de experiencias ensaya otros modos de producir, decidir y convivir, reinventando la política como participación común en los asuntos comunes. Pero las palabras que tenemos para decirnos y nombrarnos nos fallan. Los mapas que hemos heredado no orientan ya nuestra lectura del mundo. Las imágenes disponibles no significan lo que (nos) pasa. Sin partido, organización ni dogma, hoy pensamos la vida entre amigos. Y amigo es todo aquel con el que se puede pensar la vida. Quizá no exista un gran relato, pero hay mil voces. Y no son voces privadas, sino que tejen una conversación incesante en las calles y las redes, poniendo en circulación reflexiones, imágenes, nociones, historias.

Un libro donde quepan muchos libros

Las que fui reuniendo en «Fuera de Lugar» son voces entrelazadas en torno a preguntas, problemas y perspectivas comunes. El blog funcionaba como una especie de archivo donde las conversaciones entraban a su vez en conversación. Y de eso se trata también aquí. Construir un campo de resonancias. No simplemente apilar las entrevistas, sino darles una nueva vida proponiendo relaciones entre ellas.

La misma estructura quiere sugerir algunas conexiones posibles. Señalar nudos, convergencias y aproximaciones, respetando que cada entrevista es una punta abierta: un camino entre otros para el desarrollo de nuevas investigaciones. Las entrevistas están repartidas en cinco capítulos: «catástrofes», «hechizos», «desbordes», «ficciones» y «engarces».

-Las «catástrofes» piensan sobre el carácter ambivalente de las crisis, a la vez agotamiento de algo y posibilidad de un desplazamiento. Entrevistas con Franco Berardi (Bifo), Peter Pál Pelbart, Etienne Balibar, Thomas Frank, Franco Ingrassia, Ramón Fernández Durán y Jesús Palacios.

-Los «hechizos» analizan dispositivos  de poder que se hacen cargo del mundo por nosotros y en nuestro nombre. Entrevistas con Guillem Martínez, Emmánuel Lizcano, Frederic Neyrat, Guillermo Rendueles, María Naredo, Santiago López Petit y Concha Fernández Martorell.

-Los «desbordes» se aproximan a algunas experiencias donde nos volvemos participantes activos en la construcción de nuestros propios mundos. Entrevistas con Cristina Sánchez Carretero, Antonio Lafuente, Amparo Lasén, Michel Bauwens, Margarita Padilla y Luis Navarro.

-Las «ficciones» reflexionan sobre imágenes y narrativas a través de las cuales cuestionamos los estereotipos que nos clavan en lo que hay y aprendemos de nuevo a ver. Entrevistas con Georges Didi-Huberman, Jacques Ranciére, Leónidas Martín Saura, Reinaldo Laddaga y Wu Ming 4.

-Los «engarces» cuentan historias aparentemente imposibles de alianzas que transforman el dolor por el mayor de los daños (la muerte violenta de seres queridos) en fuerza creadora de nuevos vínculos y posibilidades de vida. Entrevistas con Jo Berry y Pat Magee, Juan Gutiérrez, Aaron Barnea, Ali Abu Awwad y Terry Rockefeller.

(Por razones de extensión, he dejado fuera, con todo el dolor de mi corazón, varias entrevistas que se pueden consultar en el blog de «Fuera de Lugar»: Alain Brossat, Christian Marazzi, Daouda y Serigne, Jan Martí, Mazen Faraj, Raúl Zibechi y Roland Denis)

Estos cinco títulos no remiten a «temas», sino más bien a distintas «dimensiones» de la experiencia contemporánea. Cada entrevista se desarrolla siempre en más de una. El hecho de que estén situadas en un capítulo u otro es una cuestión de énfasis: dónde está puesto el acento del análisis y el discurso. El riesgo que puede correrse organizando así los materiales es que los capítulos se lean como compartimentos estancos, cuando cada uno es más bien una constelación de voces entrecruzada con las otras. Por eso, a la manera de Internet, he marcado cada entrevista con una serie de «tags» o «palabras clave» que sugieren otras vecindades entre ellas: afectos, ambivalencia, confianza, enemigo, entrelazamientos, estereotipos, expertos, malestar social, miedo, nueva derecha, nueva politización, sanación, seguridad y victimización.

Este es el paseo que yo propongo. Un primer recorrido «guiado» y luego cada uno, si quiere, que vuelva y curiosee por donde se le ocurra. Y quien desee transitar directamente por el libro con su propia brújula también es bienvenido. Nada más fácil que ignorar las señales.

Por último, he invitado a los entrevistados a añadir una coda o posdata a la conversación. Lo que se llama en inglés un revisited: que se relean uno, dos o tres años más tarde y propongan una breve actualización o prolongación de lo dicho, al hilo de sus inquietudes, preguntas o líneas de investigación presentes. Casi todos han encontrado el tiempo y algo qué decir, en muchos casos sobre la evolución de la crisis o lo que ha abierto el 15-M.

Corto y cambio

En septiembre de 1987, el Real Madrid se enfrentaba al Nápoles de Maradona con el Bernabéu cerrado al público por sanción disciplinaria. El partido se retransmitió por televisión. El filósofo francés Jean Baudrillard encontró ahí una metáfora de nuestra organización social: «Hoy, los asuntos de la propia política deben desarrollarse en cierto modo ante un estadio vacío (la forma vacía de la representación) del que ha sido expulsado cualquier público real en tanto que susceptible de pasiones demasiado vivas y de donde solo emana una retranscripción televisiva (las pantallas, las curvas, los sondeos). Sigue funcionando, casi cautivándonos, pero sutilmente es como si una Federación política internacional hubiera suspendido al público por un período indeterminado y lo hubiera expulsado del partido. Así es nuestra escena transpolítica: la forma transparente de un espacio público del que se han retirado los actores, la forma pura de un acontecimiento del que se han retirado las pasiones».

Seguramente, la CT tuvo en su día razones de ser, pero con el paso del tiempo se ha endurecido y acartonado completamente, convirtiéndose en el «estadio vacío» de Baudrillard. Un sistema de información centralizado, jerárquico y unidireccional, donde el público real ha sido completamente borrado en tanto que susceptible de preguntas demasiado inconvenientes, lenguajes demasiado incorrectos, chistes demasiado gruesos, culturas demasiado vivas, malestares demasiado profundos. Y sustituido por una retranscripción simplificada de la realidad. Aunque esa escena siga funcionando, ya no nos cautiva y cada vez menos gente se reconoce en ella. Nos impide directamente pensar a fondo y asumir colectivamente los problemas que tenemos hoy como sociedad. No nos representa.

El público regresa al estadio del que había sido expulsado: pita, silba y se cachondea. Pone en crisis el «modelo televisión» donde solo unos pocos pueden ocupar la escena y toda manifestación del público se considera una molesta interferencia. Cuestiona radicalmente, ya no solo lo que se hace y se dice en esa escena, sino quién tiene derecho a hacer y decir: la división entre «capaces» e «incapaces» típica de la cultura consensual. Desde la ciencia o el periodismo ciudadano hasta el 15-M, la creatividad social se desborda hoy por fuera de los centros jerárquicos de sentido desde donde emanan las retranscripciones de la realidad: academia, museo, media, partido, sindicato, etc. La arquitectura del desbordamiento tiene mucho más que ver con una red que con una televisión: distribuida y no centralizada, cooperativa y no jerárquica, conversacional y no vertical, amateur y no experta, autoritativa y no autoritaria.

¿En qué podría consistir entonces el trabajo intelectual en tiempos de rebelión de los públicos y arquitectura de red? Una respuesta entre otras posibles la da Reinaldo Laddaga en su entrevista. Laddaga afirma que hoy podemos concebir a un autor, no solo como el especialista que trabaja en el retiro del mundo una obra con bordes estrictos y se relaciona a distancia con un público silencioso y desconocido, sino también como «un punto de paso en una conversación incesante que captura al vuelo y relanza una y otra vez».

El autor como «punto de paso» se piensa a sí mismo en medio de una riqueza de lenguajes, pensamientos, prácticas e imágenes. Su tarea no es suplir carencias ni dirigir la opinión, sino activar procesos y hacer circular las ideas. Tejer, no representar. Él mismo está siempre en circulación. Llevando y trayendo. Ni dentro ni fuera, sino trabajando en las costuras. Como un extranjero, un contrabandista, un alien. No funciona en circuito cerrado ante un «estadio vacío», como el monólogo del experto, sino que necesita a otros y trabaja con otros. Escucha, registra, enhebra, traduce, propone y devuelve todo el rato, atento siempre al rebote de la realidad. Dibuja figuras uniendo puntos que estaban desligados, como en aquel juego infantil. Pero no conexiones numeradas ni figuras preexistentes, sino conexiones y figuras inéditas. Y de ese modo contribuye a la autogestión del sentido y la autorrepresentación social, frente a la captura y recodificación constante de lo que (nos) pasa en los casilleros establecidos de la política de los políticos y los media.

Así, el nombre que figura en este libro como autor debe entenderse como el nombre de un «punto de paso». El nombre de una línea entre puntos, un nombre propio pero no privado.

Pensar desde el nombre es pensar las consecuencias del nombre, pensar lo que el nombre puede ligar, conectar, cohesionar, y no qué argumentos satisface. No importa quién es; importa más qué puede o qué hace. Lo que puede y lo que hace, eso es lo que es (Ignacio Lewkowicz).


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Algunas referencias:

El octavo pasajero:

CT o la Cultura de la Transición (crítica a 35 años de cultura española), varios autores, Mondadori (2012)
Generación post-alfa, Franco Berardi (Bifo), Ediciones Tinta Limón (2007)
«Las luchas del vacío», Amador Fernández-Savater y Margarita Padilla (se puede encontrar en la red, en la página www.espaienblanc.net)
«FAQ (Frequently Asked Questions) sobre la fuerza del anonimato», Amador Fernández-Savater y Leónidas Martín Saura (se puede encontrar en la red, en la página www.espaienblanc.net).

Pensar y opinar:

«Renovar el compromiso», Marina Garcés, revista Espai en Blanc, número dedicado a «El impasse de lo político» (2011)
«Crisis de la presencia. Una lectura de Tiqqun», Amador Fernández-Savater (se puede encontrar en la red, en la página www.espaienblanc.net)
El mito de Sísifo, Albert Camus, editorial Alianza (varias ediciones).

¿Se puede pensar en un periódico?

En “Despedida (censurada) de Público.es” se puede leer el triste final de mi experiencia en Público (se puede encontrar en la red, en la página acuarelalibros.blogspot.com.es).

Escuchar y editar:

Deleuze, una filosofía del acontecimiento, François Zourabichvili, Amorrortu (2004)
Un elefante en la escuela, Colectivo Situaciones, Tinta Limón (2008)
«Caja de herramientas», Juan Gutiérrez, Gernika Gogoratuz (1999)

Para seguir conversando:

La transparencia del mal, Jean Baudrillard, Anagrama (1989)
Estética de la emergencia, Reinaldo Laddaga, Adriana Hidalgo (2006)
Sucesos argentinos, Ignacio Lewkowicz, Paidós (2002)


lunes, 5 de agosto de 2013

EDWARD SNOWDEN EN MOSCÚ


Asia Times Online
05-08-2013
Traducido para Rebelión por Germán Leyens


¿Qué va a hacer ahora el Gobierno “extremadamente desilusionado” de Obama, el complejo orwelliano/panóptico y el desacreditado Congreso de EE.UU.? ¿Enviar un Team 6 de los Seals de la Armada, capturarlo o convertirlo en víctima de un “asesinato selectivo”? ¿Convertir Moscú en Abbottabad 2.0? ¿Enviar un drone a matarlo? ¿Envenenar su borscht? ¿Regar uranio empobrecido sobre su nueva casa? ¿Establecer una zona de exclusión aérea sobre Rusia?

A Edward Snowden, con su nuevo estatuto legal en Rusia, simplemente no se le puede entregar a la chusma “linchadora” de Bradley Manning. Legalmente, ahora Washington es tan impotente como una niña tribal pastuna frente a un misil Hellfire. Por no mencionar al Presidente de EE.UU. (POTUS) orgulloso de su pedigrí de derecho constitucional –a pesar del reciente pisoteo en serie de la Constitución de EE.UU. y del derecho internacional– que no parece haber comprendido el mensaje.

Barack Obama prácticamente gritó como un loco al presidente ruso Vladimir Putin que tenía que entregarle a Snowden “según el derecho internacional”. Putin le dijo repetidamente que eso no ocurrirá.

Obama incluso llamó por teléfono a Putin. Nada. Washington incluso obligó a sus perritos falderos europeos a interferir en el plan de vuelo del avión del presidente de Bolivia, Evo Morales. Peor todavía. Moscú se ajustó a la ley rusa y finalmente concedió asilo temporario a Snowden.

La saga de Edward Snowden ha puesto sobre su cabeza la hidra de la doctrina de Dominación de Espectro Completo del Pentágono. No solo porque ha humillado a todo el aparato de seguridad estatal de EE.UU., sino también por reventar el mito de la Dominación de Espectro Completo de POTUS.

Obama se reveló una vez más un político mediocre y un negociador incompetente. Putin lo devoró como un suculento plato de huevos benedictinos. Glenn Greenwald infligirá la muerte mediante mil filtraciones, porque está a cargo del cofre del tesoro digital de Snowden. Y Snowden tomó un taxi y abandonó el aeropuerto bajo sus propias condiciones.

Capas y más capas de matices se han capturado en esta fascinante discusión en el blog de Yves Smith, imposible de encontrar en los medios corporativos occidentales. En cuanto a POTUS, todo lo que le queda es la probabilidad de boicotear una reunión bilateral con Putin el próximo mes, al margen de la cumbre del G20 en San Petersburgo. La palabra patético no alcanza para describirlo.

Lo hice a mi manera

¡Qué impulso para la buena literatura!; Snowden pasó la mayor parte de su tiempo en la sección de tránsito del aeropuerto leyendo Crimen y Castigo de Dostoievski, una colección de historias de Chejov, una historia del Estado ruso del historiador del Siglo XIX Nikolai Karamzin, y aprendiendo el alfabeto cirílico.

Tomó un taxi hacia la luz cuando se fue de Sheremetyevo, junto a Sarah Harrison de WikiLeaks. Puede haber ido a un piso franco del FSB sin la menor posibilidad de que los agentes de la CIA en Moscú lo encuentren, aunque su abogado dijo que elegiría su sitio de residencia y forma de protección. Su padre Lon podría visitarlo pronto. Incluso su autodeclarada amiga, “súper heroína del baile del caño” Lindsay Mills, podría reaparecer pronto.

Cómo debe de haber disfrutado al terminar el angustioso juego de la espera al tener la última palabra, como en su declaración publicada porWikiLeaks: “Durante las últimas ocho semanas hemos visto que el Gobierno de Obama no muestra ningún respeto por el derecho internacional o nacional, pero finalmente gana la ley. Agradezco a la Federación Rusa que me haya concedido asilo de acuerdo con sus leyes y obligaciones internacionales”.

Desde el punto de vista legal Snowden puede trabajar, y ya ha recibido una oferta del fundador de Vkontakte (el Facebook de Rusia), Pavel Durov, de incorporarse a su “equipo estelar de seguridad”. En el año 2018 tendrá derecho a la ciudadanía rusa. Prometió a Putin que no filtrará “información que pueda dañar a EE.UU.”, la condición esencial para que se le concediera el asilo. Pero no tiene que hacerlo: Greenwald tiene todo desde esos apasionantes días iniciales en Hong Kong. ¿Qué va a hacer Washington? ¿Convertir el apartamento de Greenwald en Rio en una boda pastuna?

La oportunidad no podía ser más dramática. Snowden finalmente aterrizó en Rusia inmediatamente después de que Greenwald revelara los detalles de XKeyscore [1], subrayando una vez más que la opinión pública estadounidense, los medios de EE.UU. y su inmensamente inepto Congreso no tenían la menor idea de la dimensión total del alcance de la NSA. ¿Quién habla de “controles y equilibrios constitucionales”?

Tiene que haber una seria falla imprevista en el coeficiente intelectual colectivo de esa gente. El Gobierno de Obama así como el complejo orwelliano/panóptico están consternados porque simplemente no pueden impedir miles de filtraciones. Este cronista es uno de los que sospechan que la NSA no tiene la menor idea de lo que Snowden, como administrador de sistemas, pudo descargar (especialmente porque alguien con sus habilidades puede borrar fácilmente los indicios de acceso).

Incluso el máximo robot de la NSA –el general Keith Alexander– admitió oficialmente que la NSA no sabe cómo se las arregló Snowden. Podría haber dejado un bug, o haber infectado el sistema con un virus. Es posible que la diversión ni siquiera haya comenzado.

Veamos al inepto POTUS al final de su mandato

Reconozcamos el mérito a algunas latitudes cínicas, como en Suramérica, donde la gente ha bromeado durante años diciendo: “los gringos espían todo lo que hacemos”. Internet, después de todo, fue originalmente un programa militar estadounidense. El profesor John Naughton de la Universidad Abierta de Gran Bretaña va un paso más lejos [2] subrayando que “los días de Internet como una red verdaderamente global están contados”. Lo que nos espera es la balcanización, subredes geográficas gobernadas por EE.UU., China, Rusia, Irán, etc.

Naughton también subraya que EE.UU. y otras subpotencias occidentales han perdido su legitimidad como gobernadores de Internet. Para completarlo ya no existe la “agenda de libertad de Internet”, como pregona el Gobierno de Obama.

La obsesión de este Gran Hermano por la vigilancia, rastreo, monitoreo, control y descodificación prácticamente de todo lo que hacemos por medios digitales conduce a estupideces monumentales como las búsquedas en Google que atraen a agentes armados del Gobierno de EE.UU. a una casa. Y encima el “paraíso de la paranoia” no ha librado a Washington de las tremendas palizas de Afganistán e Irak  ni previó la crisis financiera de 2008. Aunque quizá lo hizo y las elites que manejaron toda esa información confidencial la aprovecharon magníficamente.

Por el momento, lo que tenemos es un complejo orwelliano/panóptico que persistirá con sus poderes fuera de control, un populacho afásico, un hombre tranquilo e invisible entre una multitud moscovita y un POTUS consumido por una rabia ilimitada. Cuidado. Podría sentir la tentación de azuzar al perro (de la guerra).

Notas:
1. XKeyscore: NSA tool collects 'nearly everything a user does on the internet', The Guardian, 31 de julio de 2013.
2. Edward Snowden's not the story. The fate of the internet is, The Observer, 28 de julio de 2013.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009).
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sábado, 3 de agosto de 2013

SOBRE LA QUINTA ALEMANIA. ENTREVISTA



El lunes pasado Àngel Ferrero fue entrevistado para el programa Suelta la Olla, de la radio libre vasca 'Hala Bedi' (http://halabedi.org/). Lo que sigue es la transcripción de esa entrevista radiofónica.

Hala Bedi: Tenemos ya a nuestro próximo invitado, con el que vamos a charlar los próximos minutos. Él es Ángel Ferrero y es el co-autor del libro que os queremos presentar. La quinta Alemania es el título de este libro, un trabajo colectivo realizado con Rafael Poch y Carmela Negrete que pretende acercarnos a la realidad de Alemania, un país que está hoy más en boca de todos que nunca. Egu Non, Buenos días, Ángel.

Àngel Ferrero: Buenos días.

HB: Empecemos por el título, La quinta Alemania. ¿A qué hace referencia?

AF: La quinta Alemania fue una propuesta de Rafael Poch de periodización para contextualizar lo que está ocurriendo ahora mismo en Alemania. Él propuso esta periodización, en la que la primera Alemania sería la de Carlomagno; la segunda, la de la unificación hasta la República de Weimar; la tercera, la del Tercer Reich; la cuarta, la Alemania dividida; y la quinta sería la que surge después de la Reunificación. También nos interesó el título para intentar desplazar un poco todas estas expresiones y términos que están copando la prensa últimamente y que en realidad desvían el foco de atención. Este tipo de metáforas y comparaciones con el IV Reich, el nazismo, etcétera.

HB: La quinta Alemania arrancaría, pues, con la Reunificación de las dos repúblicas, la República Federal Alemana y la RDA tras el colapso de la Unión Soviética. Aquí se cierra un ciclo histórico y se abre uno nuevo que es en el que estamos inmersos.

AF: Exactamente. No sólo se produce la reunificación de la República Federal y la República Democrática Alemana, sino que eso fue un paso previo en la construcción europea tal y como hoy la conocemos, en la medida en que muy pocos años después la Unión Europea se amplió hacia el Este y se propuso la construcción del euro, y en fin, este proceso nos ha llevado a donde nos encontramos actualmente. De hecho, una de las cosas interesantes que se tratan en el libro es cómo muchas de las fórmulas que se están aplicando ahora mismo a Europa del Sur, los programa de austeridad, en realidad tuvieron su precedente en los mismos programas que Alemania occidental aplicó a Alemania oriental inmediatamente después de la Reunificación.

HB: O sea, que de alguna manera nos están aplicando los mismos programas que permitieron esa
Reunificación alemana y que convirtieron a Alemania en uno de los ejes principales, sino el principal, de la Unión Europea.Sobre la quinta Alemania. Entrevista www.sinpermiso.info

AF: Ahora mismo es el eje principal, en la medida en que Francia se ha visto relegada a un segundo plano. Cómo está actuando Alemania en esa Unión Europea es algo que, por ejemplo, un economista griego que seguro conocéis, Yanis Varoufakis, ha explicado muy bien. De todos modos, hay que tener en cuenta, que Alemania, que la propia élite alemana, es muy consciente de que, para ser una potencia con proyección mundial, necesita a la Unión Europea, que no puede ser una potencia fuera de la Unión Europea. Todos estos discursos de desintegración europea no sé si no podemos tomárnoslos seriamente, pero sí al menos tendríamos que colocarlos entre paréntesis, al menos hasta que avancen un poco los acontecimientos.

HB: Alemania necesita a Europa para consolidarse como nación clave en el contexto mundial. Nos gustaría hablar de cómo ha cambiado las referencias que teníamos de Alemania. Ya antes de la Reunificación se tenía la visión del estado alemán, de la República federal por lo menos, como un estado con una gran cobertura de derechos sociales, laborales, que se miraban con envidia desde otros países, como el nuestro, que no habían alcanzado esas conquistas.

AF: Y era una visión correcta, en el sentido de que aquí existía, me refiero a la República Federal, un modelo de Estado social fuerte, que no tenía nada que envidiar al modelo escandinavo. ¿Por qué existía este modelo social? No sólo se debe a la presión social de los sindicatos, en la medida en que Alemania tenía y sigue teniendo los sindicatos con más afiliados de toda Europa, sino por la presencia del bloque oriental a las puertas.

HB: Algunos estudiosos han dicho que de alguna manera (no sé si compartes esta tesis) cuando termina la Segunda Guerra Mundial, con la política de bloques, se intenta hacer atractivo el capitalismo en Europa, y particularmente en Alemania, frente al temor de que los europeos cayesen en los brazos ideológicos de los comunistas.

AF: Efectivamente, es una tesis que tiene mucho de cierto, sin intentar ahora embellecer por otra parte el modelo soviético, que tenía graves deficiencias, como todos sabemos. Pero la puesta en marcha del Plan Marshall, por ejemplo, muchos analistas, muchos expertos lo creen así, y hay un consenso razonable como para decir que es cierto, sirvió para crear un mercado para los excedentes de capital estadounidense y al mismo tiempo, ideológicamente, cerrar un acuerdo entre Europa y Estados Unidos y bloquear el paso si no del comunismo, al menos sí de las fuerzas de izquierda en toda Europa occidental, en la medida en que eran muy atractivas para la clase obrera de la época y que, incluso descartando la opción comunista, habían demostrado logros considerables, como el laborismo en el Reino Unido.

HB: Y todo eso de alguna manera comienza a desmantelarse con la Reunificación, desaparecido ya el bloque soviético. Un proceso que yo creo que ya lo están agotando. Podemos preguntarnos qué queda de ese Estado social en Alemania.

AF: En comparación con el sur de Europa, donde el estado del bienestar llegó tarde y mal, y el caso señalado fue siempre el español, en Alemania siguen persistiendo algunas de esas estructuras. De todos modos, en estos últimos años se han ido desmantelando. Uno de los grandes dramas de este país es que precisamente el gobierno que lo hizo no fue un gobierno conservador, no fue una coalición entre conservadores y liberales, sino que fue una coalición entre socialdemócratas y verdes la que puso en marcha un programa de desmontaje del Estado del bienestar que la prensa económica calificó como el más duro de toda la posguerra alemana. Eso afectó al sistema sanitario, afectó, y muchísimo al mercado laboral: se introdujeron los famosos miniempleos o minijobs que ahora tanto se comentan en España, y el mercado laboral se precarizó muchísimo, con salarios inferiores a los mil euros, gente que tiene que hacer tres trabajos simultáneamente para llegar a final de mes. Muchos de ellos son incluso lo que los ingleses llaman 'working poors' o trabajadores pobres, gente que trabaja y cuyo salario no les permite llegar a final de mes, y tienen que pedir ayudas al estado para poder llegar a final de mes.

HB: ¿Podemos afirmar entonces que el modelo alemán está inspirado en el neoliberalismo anglosajón?

AF: A mí no me cabe ninguna duda. Si no pueden llevarlo más allá es porque persisten ciertos sectores sociales, señaladamente los sindicatos, que obligan a que todos estos cambios sean pactados o que hayan llegado con más lentitud que las terapias de choque aplicadas en Estados Unidos, el Reino Unido, Europa oriental y Rusia. Pero de todos modos lo han conseguido con cierto éxito. Se puede decir que los sindicatos alemanes han sido en buena medida cooptados e integrados en cierta manera en la estructura estatal y no han opuesto demasiada resistencia, y en algunos casos ninguna resistencia, a todos estos programas. Mucho peor aún: muchos de ellos han colaborado activamente en ese desmontaje del Estado del bienestar.

HB: Una de las cosas que afirmáis en vuestro libro es que las estructuras del estado alemán se han creado de tal manera que nadie que no acepte estas reglas del juego puede participar en él. Sobre la quinta Alemania. Entrevista www.sinpermiso.info

AF: Hay un consenso muy extendido y un cierre de filas, llamémosle así, que no sólo incluye a la clase política, sino a los medios de comunicación, la mayoría de los cuales está en manos de unos pocos oligopolios y sobre todo los más difundidos, que pertenecen a dos o tres grandes grupos editoriales radicados en Hamburgo, lo cual hace que la crítica quede finalmente en los márgenes y que las alternativas no tengan espacio público ni espacio mediático. Un caso claro es el del partido de La Izquierda alemana, al cual se le niega en buena medida una voz en los medios de comunicación y cuando se le presta es para condenarlo como un partido incapaz de gobernar, incapaz de llegar a acuerdos.

HB: Comentábamos que Alemania es el motor de esta Unión Europea, pero parece que estamos viviendo un momento en que está produciéndose una fractura entre muchos de los países que forman parte de ella por el ritmo que está imprimiéndole el estado alemán. Algunos hablan incluso de una posible desintegración de la Unión Europea, de seguir esta dinámica. ¿Es mucho decir todo esto?

AF: Yo sería muy cauto con ese tipo de pronósticos, con la salida de Grecia del euro, por ejemplo, algo que se comenta desde hace años. Una opción así perjudicaría, y mucho, al resto de economías. No es una fórmula que las dos grandes economías europeas, Francia y Alemania, estén dispuestas a aceptar. En la medida de lo posible intentarán mantener a la periferia europea dentro de esa Unión. Recientemente hemos sabido que Letonia entrará en el euro y ese proceso se extiende, pero a medida que se extiende incluye una sustracción de soberanía de los estados nacionales hacia las estructuras de la Unión Europea en Bruselas.
No parece que se pueda hablar de una desintegración rápida del espacio europeo.

HB: Pero lo que parece claro es que las normas económicas se van a imponer desde Alemania y eso va a traer la extensión de ese desmantelamiento del estado del bienestar al resto de la Unión Europea.

AF: Bueno, me gustaría matizar algo: has dicho “desde Alemania” y, efectivamente, Alemania juega un papel muy importante, pero conviene recordar que hay un grupo de países que secundan esa política.

Holanda formaba parte de ese grupo, Austria forma parte de ese grupo y Luxemburgo y Bélgica. Es una política que se aplica con la complicidad de las élites y oligarquías locales. Lo hemos visto en Grecia, con el gobierno de Nueva Democracia, y lo estamos viendo en España con el gobierno del Partido Popular.

HB: Muchos estados, de hecho, se excusan en la “excusa alemana” para implementar ellos sus propias políticas que, como bien dices, coinciden con las de los sucesivos gobiernos alemanes.

AF: Es justamente eso. De hecho, una de las mayores ironías que hemos visto en estos últimos años es ver cómo la prensa de Berlusconi ha pasado de mantener posiciones favorables a todos estos desarrollos, a de repente, en el momento en que Berlusconi tiene que abandonar el poder, que en los titulares se hable del IV Reich, aparezcan caricaturas muy duras contra Merkel presentándola como una reencarnación del canciller de hierro, etcétera.

HB: Lo que sí da la sensación, en cualquier caso, es que por mucho que se haya intentado armonizar las políticas económicas de los distintos estados de la Unión Europea, este modelo beneficia a algunos países pero a otros no, o que se han perdido determinadas herramientas: cuando un país tenía su propia moneda, por ejemplo, podía devaluarla, tenía más margen.

AF: Aquí hay tres cosas diferentes a responder o tres preguntas dentro de una misma pregunta. Respecto a la primera: sí, hay países que se están beneficiando de esta crisis. Y sí, probablemente el más beneficiado es Alemania, cuyos bonos del tesoro se han convertido en un puerto seguro para muchos inversores y eso la ayuda a refinanciarse a tasas muy bajas. En cuanto a la segunda pregunta, sobre la pérdida de soberanía, es cierto que esta soberanía se ha ido delegando en las estructuras europeas, muchas de las cuales son opacas o no se ha explicado bien a la población, o son difíciles de controlar democráticamente.

En cuanto a la devaluación de la moneda, me consta que en estos últimos meses se ha hablado mucho de España de un retorno a la peseta como una de las salidas a la crisis, pero es algo que cualquier economista serio descarta de inmediato porque acarrearía muchos problemas para el estado español.

HB: También se ha oído, y quizá no pase de boutade, que la propia Alemania abandonase el euro...

AF: Se ha comentado y hay algunos analistas que hablan de que es una carta que Alemania se guarda como amenaza al resto de economías, pero como comentaba antes, muchos alemanes, no sólo conservadores, son conscientes de que Alemania fuera del euro no tendría el mismo peso internacional y no pueden promover seriamente esa opción, más aún cuando últimamente se habla de profundizar esa unión europea para crear una unidad supranacional capaz de competir con los Estados Unidos, pero también con los nuevos bloques económicos y geopolíticos que están surgiendo, concretamente los estados BRIC (Brasil, Rusia, India, China).Sobre la quinta Alemania. Entrevista www.sinpermiso.info

HB: Empezamos esta entrevista hablando de la historia de Alemania. Alemania, que fue la gran derrotada en la Segunda Guerra Mundial, ahora es el motor de la Unión Europea. Apuntábamos también que muchos gobiernos europeos evitan asumir su propia responsabilidad achacando las políticas económicas a las decisiones de Berlín. ¿No corremos el riesgo de crear un sentimiento de germanofobia en Europa una vez más?

AF: Bueno, lamentablemente no es que corramos ese riesgo, es que ese riesgo ya está en marcha. Lo está en muchos medios de comunicación, en la opinión de la calle. Es algo que se atiza también desde los medios de comunicación y que encuentra su respuesta, o mejor dicho, su origen, cuando los medios de comunicación populistas iniciaron una campaña contra Grecia en términos culturales y me atrevería a decir que cuasirracistas sobre las causas de la crisis griega. Una campaña que después se extendió a otros medios que estaban considerados “de prestigio” como el Spiegel, con argumentos como que en el sur de Europa se trabaja poco, que los griegos son vagos, que son corruptos, que son incapaces de gestionar su propio estado, que no saben ahorrar, etcétera. Muchos de estos argumentos son por supuesto falsos, pero obedecen a una intención consciente de desplazar la atención de las causas reales de la crisis, que fue el rescate bancario que generó una deuda pública, a una versión del cuento de la cigarra y la hormiga. Por supuesto, toda esta simplificación tiene mucha fuerza y consigue calar entre la población, lo mismo en Alemania que en España.

HB: Para ir acabando, en este libro que estamos presentando hoy, La quinta Alemania, editado por Icaria, precisamente el subtítulo de este libro que planteáis es que es un modelo hacia el fracaso europeo. ¿Por qué?

AF: A largo plazo creemos que así es, y lo estamos viendo ahora mismo: está generando tensiones en la Unión Europea, tensiones que van del plano político al social. Es un modelo hacia el fracaso social porque genera grandes diferencias sociales que dentro de poco podrían llevar a escenario como el que hemos visto en Grecia en el resto de Europa, y no cabe descartar que eso mismo pudiera acabar ocurriendo en Alemania si la población va perdiendo poder adquisitivo y continúa la segregación económica por barrios.

HB: Para terminar, tú que vives en Alemania, ¿cómo se está viviendo toda esta crisis en Alemania?

AF: Se ha creado la falsa impresión de que en Alemania no hay crisis y de que, de alguna manera, es una isla de bienestar rodeada de países arrasados económicamente, lo cual, por supuesto, es una percepción equivocada y el desencanto dentro de unos años podría ser peor, pero la idea que se ha generalizado es ésta.

HB: Muchas gracias Àngel, por estar con nosotros estos minutos y aclararnos algunas cosas sobre
Alemania y sobre la construcción europea, algo que nos afecta a todos.

AF: Y que seguirá dando mucho que hablar en los próximos años.

HB: Espero que tengamos la oportunidad de volver a charlar de nuevo. Esker [Gracias] y hasta la próxima.

AF: Gracias a vosotros.

Àngel Ferrero es miembro del Comité de Redacción de SinPermiso.


viernes, 2 de agosto de 2013

LA MISERIA DE LAS IZQUIERDAS DEMOCRÁTICAS


Dr. Hugo SALINAS

Boaventura de Sousa Santos, sociólogo y profesor universitario[i], en su artículo “Tercera carta a las izquierdas”[ii] nos dice lo siguiente:

“Cuando están en el poder, las izquierdas no tienen tiempo para reflexionar […] y, cuando lo hacen,  siempre es como reacción a cualquier acontecimiento que perturbe el ejercicio del poder. La respuesta siempre es defensiva. Cuando no están en el poder, se dividen internamente para definir quién será el líder en las próximas elecciones […].” El profesor De Sousa concluye: “Esta indisponibilidad para la reflexión, que siempre ha sido perniciosa, hoy es suicida.”

Lo que está pasando con las izquierdas a nivel mundial no puede ser más evidente en el caso peruano. No existe una inclinación a la reflexión. O es conservar lo ganado en términos de poder, o es la lucha interna por ser el candidato a las elecciones. El actual quehacer de las izquierdas está muy alejado de la real problemática de las mayorías nacionales. Está muy lejos de querer construir el futuro. En breve, estamos frente a la miseria de las izquierdas democráticas.

Recientemente, el historiador y profesor universitario Antonio Zapata Velasco, ante un auditorio joven de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo de Lambayeque, y con motivo de un homenaje a Javier Diez Canseco, se expresó en estos términos: nuestra generación (refiriéndose a la de él y Javier) juega el rol de “tapón” al avance de las nuevas generaciones de izquierdistas.

El historiador Zapata no está lejos de la verdad. Porque las izquierdas de su generación se han dedicado solamente a las luchas defensivas, dejando para mañana las luchas por la transformación de esta economía y sociedad totalmente injusta. Se oponen, y lo que es más grave, combaten todo intento de reflexión que escape a su comportamiento de cúpula anquilosada y reformista.

Las izquierdas democráticas, con el poder en sus manos o sin él, se han dedicado a “mejorar el capitalismo”. En corto, han claudicado ante los dueños del capital y sus cancerberos. Han dejado para mañana las luchas de transformación. Es un comportamiento de traición. Buscan un líder para las elecciones, incluso fuera de sus rangos, para usufructuar del poder, en lugar de reflexionar sobre las causas profundas de los fracasos continuos de los movimientos de izquierda, tanto a nivel nacional como mundial.

Las ansias de retener la pequeña parcela de poder conquistado, o de conquistar un nuevo espacio, conduce a estas izquierdas democráticas a decir y practicar la idea de que “todo es político”. Para sus fines electoreros, evidentemente, “todo es político”. Pero, el destino del pueblo no está en conquistar el poder para, a partir de él, seguir desarrollando el capitalismo. El destino del pueblo es realizar la transformación.

Y la transformación, en términos precisos es, primero, la eliminación de las desigualdades socio-económicas que se expresan en pobreza de un lado y riqueza del otro; segundo, la eliminación del desempleo que condena a millones de personas a vivir al margen de la sociedad y; tercero, superar el atraso de cientos y miles de años en antiguas formas de trabajar que condicionan un cuadro de vida miserable de nuestros hermanos de la selva y de los andes.

Tres grandes males de los pueblos del Sur que tienen como origen a la Repartición Individualista del resultado neto de la actividad económica, y a su mecanismo de extorsión, la Configuración Mundial, que facilita la concentración en los países del Norte, y muy especialmente en las grandes multinacionales, la  casi totalidad del valor agregado por los pueblos del mundo.

Es urgente entonces, construir, desde ahora, las bases económicas de la nueva sociedad. Es urgente comenzar a construir el mañana. Convirtamos nuestras luchas reivindicativas en luchas de transformación. Levantemos la cerviz y luchemos por el mañana y no por la dádiva de ahora.

De esta forma, llegado el momento, contaremos con una base económica que pueda sostener sólidamente la decisión política de cambiar definitivamente las reglas de juego.

Continuar en esta posición y práctica insana de “puro político” es, simplemente, no querer comprender por qué, ahora, las mayorías desconfían de todo lo que es “izquierda”. Tantos años de luchas defensivas han terminado por cansar, desconfiar y desilusionar. Eso pasa con las luchas sindicales, eso pasó con las luchas del Sutep, eso pasará con las movilizaciones contra el proyecto minero Conga.

Ferreñafe, el pueblo de las dos Fe, 11 de junio del 2013


[i] Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra, Portugal.


FUERA DE LUGAR DE AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER


PUBLICADO POR ACUARELA ON MARTES, 12 DE MARZO DE 2013

El suelo se abre bajo nuestros pies. Lo que creíamos sólido y garantizado se desintegra. Lo llamamos crisispero la palabra no alcanza. Es un cambio en la totalidad de las reglas de juego.

Solemos pensar las crisis como procesos fundamentalmente negativos, que padecemos como víctimas y de los que hay que salir cuanto antes para regresar a la normalidad. Pero las crisis, las catástrofes, las rupturas, los colapsos de sentido o como queramos llamar a los momentos de derrumbe, son también las condiciones de posibilidad para una renovación subjetiva, existencial, vital, sea en contextos macro o micro.

Hoy casi podríamos afirmar que la realidad en crisis nos fuerza a pensar-crear. Por todas partes se abren preguntas inéditas, preguntas que nos ponen en movimiento. Una constelación de experiencias ensaya otros modos de producir, decidir y convivir, reinventando la política como participación común en los asuntos comunes.

Pero las palabras que tenemos para decirnos y nombrarnos nos fallan. Los mapas que hemos heredado no orientan ya nuestra lectura del mundo. Las imágenes disponibles no significan lo que (nos) pasa.

Sin partido, organización ni dogma, hoy pensamos la vida entre amigos. Y amigo es todo aquel con el que se puede pensar la vida. Quizá no exista un gran relato, pero hay mil voces. Y no son voces privadas, sino que entretejen una conversación incesante en las calles y las redes, poniendo en circulación reflexiones, imágenes, nociones, historias.

Este libro ofrece un ramillete de voces para pensar en compañía el mundo que habitamos. Entre crisis y transformación.

Conversaciones con: Franco Berardi (Bifo), Peter Pál Pelbart, Etienne Balibar,Thomas FrankFranco Ingrassia, Ramón Fernández Durán, Jesús Palacios, Guillem Martínez, Emmánuel Lizcano, Frederic Neyrat, Guillermo Rendueles, María Naredo,Santiago López Petit, Concha Fernández Martorell, Cristina Sánchez Carretero, Antonio Lafuente, Amparo Lasén, Michel Bauwens, Margarita Padilla, Luis Navarro, Georges Didi-Huberman, Jacques Rancière, Leónidas Martín SauraReinaldo LaddagaWu Ming 4, Jo Berry y Pat Magee, Juan Gutiérrez, Ali Abu Awwad, Aaron Barnea, Terry Rockefeller. 

Sobre el autor: Amador Fernández-Savater es investigador independiente, coeditor de Acuarela Libros y corresponsable del blog “Interferencias” en eldiario.es.

«¿Se puede pensar en un periódico? Esta es la pregunta que me hice cuando Nacho Escolar me invitó a colaborar en el nuevo diario Público en 2007. El periódico me parecía un buen lugar desde el que dialogar con la ola de fondo que se expresaba en movilizaciones como el “No a la guerra”, la reacción social tras el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 o las sentadas por una vivienda digna más conocidas como V de Vivienda. Una ola de fondo que hablaba de una nueva forma de entender la política, ciudadana y no partidista, que el 15-M ha hecho ahora visible para todo el mundo. Pero me incomodaba el papel que se me ofrecía, esa posición de dominio sobre la realidad con respuesta para todo que es la del opinador. Yo no quería “opinar”, sino abrir preguntas y compartirlas con otros. Pensé que podía intentar hacerlo a través de una sección de entrevistas a la que llamé “Fuera de Lugar”. En vez de juzgar sobre todo y cualquier cosa, se trataba de buscar y dar la palabra a algunas voces (más o menos visibles, más o menos escondidas) que hacen un trabajo específico de pensamiento. Ofrecer, no tanto una opinión más, como un ramillete o una constelación de voces. Una investigación coral sobre nuestra realidad entre crisis y transformación. Las entrevistas se publican ahora en este libro revisadas, ampliadas y entrelazadas.»

Material de/sobre el libro:  
"No una opinión, sino un ramillete de voces", el prólogo de Amador Fernández-Savater a Fuera de Lugar, puedes leerlo aquí en tres partes:


DISCUTIR LA CONFIGURACIÓN NEOLIBERAL DE LO HUMANO (postal desde Nueva York)


Una pregunta desde el futuro, desde Nueva York, donde el capitalismo es ya un estado mental, ¿somos conscientes aquí de que la pelea es en primer lugar cultural, antropológica, de formas de vida?

19/04/2013 - 20:04h

Me encuentro con A. y V. cerca de Union Square en Nueva York. Ambos llevan ya unos cuantos años viviendo en Estados Unidos. Trabajan precariamente como profesores adjuntos en una universidad prestigiosa. Llegan tarde a la cita y me cuentan que les entretuvieron los alumnos con preguntas. Yo: Ah, qué bien, ¿no? Alumnos interesados. Ellos: Bueno... Uno nunca acaba de saber muy bien a qué responde exactamente su interés. Me cuentan que el vínculo profesor-alumno es un tanto singular en las universidades privadas donde el alumno ha pagado mucho dinero o se ha endeudado enormemente para acceder a los estudios (50.000, 60.000 dólares). La relación de autoridad se invierte completamente: son los alumnos los que evalúan al profesor y exigen de él un tipo de saber muy específico, mensurable, empaquetado, práctico. Nada de incertidumbre, nada de complejidad, nada de experimentación, nada de pensamiento, pues. La relación cliente-servicio sustituye a la relación profesor-alumno introduciendo una seria distorsión en la transmisión del saber y la conformación del aula.

Pero lo que ocurre en la educación no es algo aislado, prosiguen mis amigos mientras compensamos las malas noticias devorando pizza en el mítico John's Pizza. La privatización es generalizada: salud, transporte, etc. Sin derechos universales garantizados, la vida se vuelve muy cara (todo el mundo está endeudado) y hay que estar trabajando y autovalorizándose todo el tiempo (en Manhattan los bares están siempre llenos de gente con el portátil). Vida es igual a trabajo y en el trabajo hay que poner la vida entera. La carrera profesional es lo primero, mucho antes que la familia o los amigos. Configuración neoliberal de lo humano: el yo se percibe como una empresa y una marca, el mundo como un conjunto de oportunidades que rentabilizar, los otros son instrumentos desechables u obstáculos en el camino y el peor estigma es ser considerado unloser (perderdor). Ahora entiendo a aquel amigo norteamericano de paso por Madrid que me dejó estupefacto al despedirse de mí diciendo: “pero qué suerte tenéis viviendo aquí, ¡no hay capitalismo!”

Se dice que cuando en Nueva York son las tres de la tarde, en Europa son las nueve pero diez años antes. La gestión neoliberal de la crisis pretende ahora recortar brutalmente esa diferencia horaria. Desde el futuro, A. me pregunta: ¿crees que en España la gente es consciente de que la pelea es en primer lugar cultural, antropológica, de formas de vida (es decir, una pelea por otra relación con los demás, con el mundo, con nosotros mismos)? Se me atraganta la pizza, vacilo, mascullo algo y me quedo pensando.

Pienso en las mareas, defendiendo el derecho de todos, ricos o pobres, a la educación, el cuidado o el agua. En la gente que se planta enfrente de la casa de un desconocido para impedir que sea desahuciado, practicando un concepto expandido de la buena vecindad. En las pocas posibilidades de salir adelante que tendría ahora mismo un proyecto político que culpase de la crisis a los inmigrantes. En medio del desastre, se ha activado un tejido de solidaridad que conjuga elementos arraigados profunda y trasversalmente en la mentalidad social (el valor de los vínculos no instrumentales o de la sanidad pública, por ejemplo) o incorporados por los nuevos movimientos como el 15-M, las mareas o la PAH (la política de la inclusividad, el relato sobre la naturaleza de la crisis, etc.). Estamos aprendiendo a decir nosotros: es el 99% contra el sálvese quien pueda neoliberal. 

Es verdad: la transformación más intensa e importante (base de las demás) es cultural, antropológica, de formas de vida. Es la (re)creación de lo común frente a la guerra de todos contra todos inscrita en la filosofía práctica que hace de cada uno de nosotros una partícula elemental guiada exclusivamente por el cálculo estratégico en favor de su propio interés. Sin esa transformación, sólo puede darse lo que el teórico marxista Antonio Gramsci llamaba “revolución pasiva”: un cambio por lo alto, sin implicación de la gente común y cualquiera. Algo que no puede ir muy lejos, porque no hay cambios macro sin cambios micro, no hay otra política ni otra economía posible sin otra subjetividad. El capitalismo dura porque es un estado mental.

Y sin embargo, no supe qué contestarle a A. ¿Crees que la gente es consciente de que la pelea se juega en primer lugar en el terreno de las formas de vida? A veces, entre el pimpampún cotidiano contra los políticos (demasiado fácil) o las diferentes propuestas de asaltar/tomar el poder por lo alto y sin la gente, me entra la duda de si estamos siendo capaces de nombrar, valorar y comunicar el cambio más poderoso, más desafiante y que ya está en marcha. La transformación silenciosa (pero no necesariamente invisible) de las maneras de verse uno mismo, de relacionarse con los demás, de hacer las cosas y de estar en el mundo.

Amador Fernández-Savater acaba de publicar Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación