miércoles, 18 de marzo de 2015

¿QUIEN LIBERARÁ AL PROLETARIADO CHINO? (03)






Dos criterios básicos para afrontar el estudio y aprender  de
la Construcción del Socialismo en  China

02  de  febrero  de 2012
Estimado Luís Chau:

Muy agradecido por tu rápida, para ser más preciso diría “inmediata” respuesta del día 08, a mi comentario del día 06 de enero. Me parece que esa envidiable eficiencia de tu parte, comprueba tu inocultable y preocupante inquietud por los destinos del proletariado mundial y por la construcción del socialismo. Ya quisiera  yo  tener  esa capacidad y esa disponibilidad para poder contestar a todos mis amigos “con tanta rapidez”.

En primer lugar, te agradezco por las observaciones que  presentas   a algunas de mis  expresiones  que aparecen “poco claras”, las que se pueden prestar a malentendidos, y que lo justo es corregirlo. Gracias por las observaciones, me preocuparé por ser más preciso en mis próximas expresiones. 

Pero, sobre todo, te agradezco muy sinceramente por ampliar los aspectos del debate, planteando ideas nuevas, con una intención clara y precisa, como tú mismo dices  “que servirán para seguir elaborando  una teoría y una práctica sobre lo que debe hacerse en nuestro país”. 

Precisamente, de eso se trata, tenemos que aprender de la experiencia ajena,  no se trata de estar hurgando en la política interna de otros países para cumplir la función de “acusetas”, como viejas  chismosas y criticonas, que a la primera diferencia o discrepancia que se les presentan en el camino, sueltan expresiones como “revisionistas”, “restauración del capitalismo”,  y otras palabras vacías sin ningún contenido. 

Y ante esas palabras vacías, me  vuelvo  a preguntar: que ejemplos prácticos nos dan esos criticones superficiales. El día que ellos nos demuestren “en los hechos”,  y no solo con palabras, las bondades de sus  “teorías ortodoxas”, los tomaré realmente en cuenta, y  modestamente  decidiré  aprender de ellos.

A continuación expongo dos criterios previos a tener en cuenta, antes de responder y comentar las críticas puntuales que tú expones. Lo primero es recordar que “la lucha será prolongada”, y lo segundo es la necesidad de utilizar el “relativismo histórico” en los análisis de carácter comparativo de dos realidades diferentes, como son la realidad peruana y la realidad china. 

LA LUCHA SERA PROLONGADA

En los dos últimos párrafos  de tu respuesta planteas algo muy importante, a lo cual por lo general se le presta muy poca atención,  por ahí comenzaré la continuación de este intercambio. 

Tú anotas lo siguiente:

“En el punto 7 insistes en esa teoría donde los intereses del proletariado deben sacrificarse en aras de la gran tarea de la construcción de la "patria socialista". No importan las duras condiciones en las que vive el proletariado chino, ya que es necesario "socializar la producción". Cuando esta tarea se cumpla, entonces recién verán cambiada su situación. La revolución política en China se dio hace 60 años es decir  la primera generación de proletarios chinos nacidos bajo su amparo, hoy con 60 años (como nuestra generación) siguen trabajando a sabiendas que no verán ellos los frutos del cambio. ¿Cuántas generaciones más tendrán que pasar para que ello sea posible?
La realidad nos enseña que los trabajadores no solo luchan por el cambio, para las generaciones futuras, sino para ver mejorar sus propias condiciones de vida. Negar ello, es justamente lo que ha sido la justificación para todos los gobiernos que se montan sobre los hombros del pueblo para vivir a expensas de él, en aras de "un futuro mejor".”

Esa preocupación tuya es muy importante: “¿Cuántas generaciones más tendrán que pasar para ver los frutos del cambio?”

Lo cual  dicho de otra manera sería: ¿Cuánto tiempo demandará la construcción del socialismo? Será  tarea de una sola generación, o acaso demandará el esfuerzo de varias generaciones. 

En esta cuestión, tenemos que reconocer que la mayoría de socialistas en todo el mundo  nos hemos equivocado, y por lo general hemos pecado de un  optimismo excesivo al pensar que la construcción del socialismo es tarea de una sola generación. El error  no es solamente de los modestos militantes de base, como somos nosotros, sino que incluso los propios maestros del proletariado han caído en ese error. Y lo correcto es señalar esos errores y no quedarnos callados.

En el folleto de Stalin  Los Fundamentos del Leninismo (abril-mayo de 1924) --que lo estoy volviendo a revisar para refutar algunas opiniones erróneas que  se siguen divulgando sobre “el carácter de la época histórica” en que vivimos actualmente--, encuentro la cita de una expresión de Marx que resulta muy ilustrativa. 

En el Capítulo IV, titulado La Dictadura del Proletariado, con la intención de reforzar sus argumentos sobre el carácter prolongado de la dictadura del proletariado, Stalin trascribe  la siguiente cita de Carlos Marx:

“Tenéis que pasar –decía Marx a los obreros -- por quince, veinte, cincuenta años de guerras civiles y batallas internacionales, no sólo para cambiar las relaciones existentes, sino también para cambiar vosotros mismos y llegar a ser capaces de ejercer la dominación política” (véase: C.Marx y F. Engels, Obras, t.VIII, pag.506)

De esa manera Marx criticaba a quienes subjetivamente se  hacían ilusiones y consideraban que “el cambio social se podía hacer en pocos años”. Por un lado, Marx plantea la necesidad de luchar muchos años para “poder cambiar las relaciones existentes”; y por otro lado, también plantea la necesidad de “luchar para  que  los propios obreros cambien” y puedan  ser capaces de ejercer la dominación política. 

Esas dos propuestas de cambios son muy acertadas, pero si contrastamos las palabras de Marx con la práctica social del proletariado mundial en el siglo XX, me parece que el propio Marx se “quedó corto” en su propuesta. Él mismo cayó en exagerado optimismo al fijarse plazos tan breves como “quince, veinte, cincuenta años”. 

La experiencia real de los inicios de la construcción del socialismo desde 1917 en Rusia, y posteriormente en China (1949) y Cuba (1959), nos está demostrando que esta lucha demandará un tiempo mayor, tal vez más de 200 o 300 años, demandará la gestión de por lo menos ocho, doce, o tal vez muchas más generaciones. Nos parece erróneo creer y esperar  que una sola generación  podrá  “ver los frutos definitivos del cambio”, tal  como  tú deseas, esperas y demandas. Tú estás  confundiendo “tus buenos deseos”, con las posibilidades reales del cambio social.     

En algunas de los primeras opiniones de Lenin, después de instaurado el nuevo poder en Rusia, recuerdo que también encontré  algunas expresiones parecidas, y hasta mucho más “optimistas” que las de Marx. Lenin se imaginaba y se proponía erradicar la influencia de la vieja sociedad en escasamente 20 a 30 años, es decir lo consideraba como ¡tarea de una sola generación! (No tengo el documento a la mano, por eso no puedo citar textualmente). A fines de la década de 1930, Stalin incurrió en el mismo error, y subjetivamente    llegó a afirmar que “ya no existían  clases sociales  en la URSS”,  ¡A escasamente 20 años de haberse iniciado la construcción del socialismo! (Tampoco tengo este documento a la mano. Espero que alguno de nuestros devotos “marxistas-leninistas” intransigentes, de esos que se saben de memoria las citas de Lenin y Stalin, contribuya a este intercambio divulgando de manera textual esas expresiones de Lenin y Stalin. En todo caso, en la primera oportunidad que yo pase nuevamente por mi casa, y tenga acceso a mi modesta biblioteca, te enviaré las menciones textuales respectivas). 

Esas opiniones de Marx, Lenin y Stalin, que estoy recordando, fueron  “previsiones”, o tal vez solo fueron “buenos deseos”. Fueron afirmaciones que no se apoyaban en la experiencia concreta de los cambios realmente realizados en una  sociedad determinada, fueron expresiones en las cuales,  hay que reconocer que, los maestros del proletariado  pecaron de excesivo voluntarismo. La práctica del proletariado mundial durante  90 años de lucha por la construcción del socialismo desde 1917, nos está  demostrado que el desarrollo de la realidad ha sido a una velocidad  muy diferente a sus previsiones. 

Por lo tanto, partiendo de la experiencia práctica de las luchas del proletariado mundial, ahora  estamos en la obligación de “continuar, confirmar y corregir”  esas ideas de los maestros del proletariado, y así cumplir con nuestra responsabilidad de realizar “la verdadera revisión del marxismo, en el sentido de renovación y continuidad de la obra de Marx”. (Ver Mariátegui, Defensa del Marxismo, Cap. IV, p.41, y Cap. I, p.20)

En ese sentido, los socialistas chinos en algunas oportunidades han sido más prudentes en sus proyecciones futuras de la historia. Recuerdo que en el Primer Seminario sobre Socialismo Peruano, realizado en noviembre de 2005, el muy documentado investigador y expositor Gustavo Espinoza, al comentar sobre el desarrollo de la revolución socialista en el mundo, mencionó  la siguiente expresión de un destacado dirigente chino.

Espinoza nos recordó que en una entrevista con corresponsales extranjeros, le preguntaron a Chou En-lai “¿Cuál era su apreciación y valoración de la Gran Revolución Francesa de 1789?”. Y el genial y muy bien informado Chou, con mucha prudencia  les respondió: “200 años es un lapso muy corto para poder tener una opinión certera sobre el significado de la revolución francesa de 1789”. 

Por analogía,  podríamos decir que “sesenta años es un lapso muy corto para tener una opinión definitiva sobre el significado de la Gran Revolución China”, que  es el tema que precisamente estamos tratando en este intercambio. 

Para el  destacado y genial socialista chino Cho En-lai “doscientos años era un lapso muy corto” para llegar a conclusiones sumarias sobre un acontecimiento histórico; pero para nosotros, “sesenta años” ya nos parecen un lapso demasiado largo. E incluso, en nuestra desbordada impaciencia, nos atrevemos a demandar resultados al nivel de  nuestra “imaginación”, y de nuestros “caprichosos” gustos y deseos.

Tenemos que entender que el tránsito de la vieja sociedad dividida en clases a la nueva sociedad sin clases sociales, no es cualquier cambio. Será, y ya es,   el cambio más trascendente de toda la historia de la humanidad. Y nosotros somos parte de una generación privilegiada, que estamos viviendo este trascendental cambio, y todavía no somos capaces de percibirlo, comprenderlo y valorarlo, en su verdadera magnitud. Desde el punto de vista de la  importancia, este cambio solo se le puede comparar  con “el tránsito de la sociedad comunal sin clases a la sociedad dividida en clases” que ocurrió en el pasado. A veces no tomamos en cuenta que ese cambio del pasado  demandó  muchos siglos, y no entendemos que revertir la historia no puede ser cuestión de unos pocos años. 

En el Medio Oriente y en el Sur de Europa, ese cambio evolutivo de la sociedad comunal a la primera forma de sociedad dividida en clases sociales, a la sociedad esclavista, demandó varios siglos,  desde la formación de las primeras ciudades en la Mesopotamia (en tiempos contemporáneos con Caral, 3,000 A.C.) hasta la formación de las primeras sociedades esclavistas (1,000 A.C.), primero en Grecia, y después en Roma. (Las grandes culturas desarrolladas en Asiria y Egipto, que se formaron antes de Grecia y Roma, no fueron sociedades esclavistas, sino estados teocráticos y despóticos, similares al Tawantinsuyu, fueron sociedades y estados de transición, que precedieron a los conocidos estados esclavistas griego y romano. 

En el Perú y América del Sur ese proceso de “evolución” a la sociedad dividida en clases sociales se inició aproximadamente en los tiempos de la cultura  Caral (3,000 A.C.), y a la llegada de los españoles (después del 1,500 D.C.)  todavía no había concluido. Es decir, ese proceso de transición ya tenía más de 4,500 años de duración al momento de ser interrumpido abruptamente por la conquista europea. En esos 4,500 años lentamente se estuvo gestando “la formación de la familia, la propiedad privada, las clases y el estado”. 

Si “el paso de la sociedad sin clases, a la sociedad dividida en clases sociales” demandó más de 2,000 años, o sea aproximadamente ochenta generaciones, resulta absurdo pensar  que el proceso inverso, el paso “de la actual sociedad dividida en clases, a la futura sociedad sin clases sociales”, se pueda realizar en un plazo tan breve como son 25, o tal vez 50 años. Esos apresuramientos y desesperaciones mentales, en que a veces nos vemos envueltos, son expresiones de simple idealismo subjetivo, y no tienen nada que ver  con el desarrollo real de la humanidad, ni  con la concepción científica de la historia. 

En síntesis, lo más recomendable es que cualquier proyección de cambio social la tenemos que hacer a largo plazo, y cada generación debe preocuparse “por cumplir su propia jornada de trabajo”, es decir nuestra generación debe trabajar por cumplir la parte que históricamente nos corresponde, y no pretender “cambiar todo” en un instante, lo cual objetivamente será imposible. Al estudiar, evaluar y comentar los cambios en China y en el Perú, debemos de tener siempre presente este primer criterio previo: prepararnos para una lucha prolongada.

UN POCO DE RELATIVISMO HISTORICO 

Para aprovechar al máximo la experiencia de la revolución china, o de cualquier otra revolución,  y que ella nos sirva de referencia y ejemplo para nuestras propias tareas de la revolución socialista en el Perú, me parece que al hacer esta confrontación, “hace falta un poco de relativismo histórico”,   para así no incurrir en el error de asumir  que  las realidades peruana y china son  idénticas o parecidas, como han pretendido en las décadas pasadas los seudo maoistas criollos en nuestro país, estafadores políticos que bajo ningún punto de vista pueden ser considerados “maoístas delirantes”. (Sobre el método del relativismo histórico, revisar la Nota 15 del ensayo El Problema de la Tierra, en “7Ensayos…” de José Carlos Mariátegui)

Primero tenemos que preguntarnos: ¿Cuáles eran las características de la realidad china al comenzar la construcción del socialismo en 1949? después de conocerlas, ¿podemos asumir que esas características eran similares a la realidad peruana?  Por mi parte,  considero que no es posible asumir la existencia de una semejanza entre las realidades china y peruana, y mal haríamos en pretender copiar o trasportar mecánicamente esa experiencia a nuestro país.  A continuación anotaré  algunos elementos que respaldan mi afirmación.

1.- China y Perú son dos países muy extensos, en eso si se parecen. Ambos se encuentran entre los 20 países más extensos del total de 200 países existentes en el mundo. Dentro de ese sub grupo de los países más extensos,  China, con 9.6 millones de km2,  ocupa el tercer lugar, después de Rusia y Canadá. Mientras que el Perú, con cerca de 1.3  millones de  km2, ocupa el lugar 19, (o se encontraba en esa ubicación antes del desmembramiento de la URSS, del cual se desprendieron varios países también muy extensos). La extensión de nuestro país “no es poca cosa”, pero evidentemente es un país menos  extenso  que China, en una proporción aproximada a 1/10 de la extensión de la República Popular China. Esta es la primera diferencia que debemos de tener en cuenta en nuestro análisis comparativo, apelando al  “relativismo histórico”.

2.- Al comenzar la construcción del socialismo en China,  el año 1949 había 600 millones de habitantes, mientras que actualmente, en el año 2011,  en el Perú somos escasamente 30 millones. Por simple comparación aritmética,  podemos deducir  que las contradicciones objetivas, y los problemas reales en la China de 1949 eran veinte veces más complicados que los problemas actuales de nuestro país. Esta es la segunda diferencia.

Si a nosotros, después de más de noventa años de historia y lucha del movimiento socialista peruano, la consumación de la revolución todavía nos parece “una tarea muy difícil” en un país de escasamente 30 millones de habitantes, habría que ubicarse en la situación de los trabajadores chinos,  para entender lo complicado que fue para ellos iniciar la construcción de una nueva sociedad en un país que ya tenía 600 millones de habitantes en 1949. Una tarea que para nosotros “nos parece difícil” en nuestro propio país, no tenemos el derecho a esperar y reclamar que para los chinos esta tarea “debería  ser una tarea muy fácil”. 

Solo comprendiendo en su verdadera  magnitud,  “los problemas que nosotros estamos afrontando actualmente en el Perú”, y luego multiplicándolos por 20, podemos tener una idea aproximada de lo complicado que fue  comenzar la construcción del socialismo en China. Después de hacer esa comparación de “relativismo histórico”, y si lo hacemos seria y honestamente, estoy seguro que podremos asumir una actitud más comprensiva con el proletariado chino, tanto en lo que respecta a sus miles de errores, como a  sus pocos y grandes aciertos. La experiencia nos enseña que la humanidad antes de llegar a un acierto, “previamente ha tenido que cometer por lo menos cien errores”. 

A fines de la década de  1940 los revolucionarios chinos  lograron unificar al pueblo chino, a más del 90% de los 600 millones de habitantes. Esa es una verdad incontrastable, y un ejemplo digno de resaltar. Ahora, deberíamos preguntarnos, los socialistas peruanos en la actualidad  ¿a qué porcentaje de los escasamente 30 millones de peruanos hemos logrado unificar? ¿al 10%, al 1%, al 0.1%, o tal vez a un porcentaje menor? 

¿Estamos en condiciones para “criticar” y “enseñar” arrogantemente al pueblo chino?, o por el contrario, estamos para “aprender de ellos” y  muy modestamente. Si queremos criticar y enseñar, lo primero que tenemos que hacer es aprender de ellos “el cómo unificar a la mayoría para luchar contra el enemigo común”.   

3.- En mi anterior comentario, anoté que de esos 600 millones de habitantes,  el proletariado chino en 1949 solamente llegaba a 10 millones, es decir “por cada proletario había cerca de 60 pobladores   no  proletarios”. En nuestro caso, actualmente en el Perú hay más de 1.5 millones de proletarios de un total de  30 millones de habitantes. En la China de 1949 la proporción proletarios/población era 1/60, en el Perú actual es aproximadamente de 3/60. Esta es la tercera diferencia que debemos de tomar en cuenta.

Esa disparidad numérica existente entre el sector económica y socialmente  más avanzado (el proletariado) y el sector atrasado de las fuerzas productivas en la China de 1949,  necesariamente  se reflejaba en la productividad y la producción, en la base económica   de esos años, como veremos más adelante.

4.- En el folleto China 2001: La cuarta revolución del investigador y comentarista español Ramón Tamames encuentro  la siguiente  información, que me parece muy importante para ubicar y entender las condiciones reales de la productividad y la producción al comienzo de la construcción del socialismo en China. Dice así. 

“Según una estimación de las Naciones Unidas, en 1947 la renta per cápita de China se situaba en sólo 40 dólares por año, la mitad de la India, y muy por debajo de los 250 del promedio mundial de entonces”      

Esa modesta y minúscula cantidad, “40 dólares por habitante al año”, o sea “menos de un dólar por habitante a la semana”,   nos da una idea más real y descarnada del tremendo atraso económico en que se encontraba China al pretender iniciar la  construcción de una nueva sociedad. Una nueva sociedad,  que no solo fuera diferente “en el color de la bandera, en la letra del himno nacional, y en el nombre” a la vieja China, sino que fuera radicalmente diferente, y muy superior, en  todos los aspectos, sean económicos, sociales, políticos y culturales.

Para comprender la magnitud de ese denigrante atraso, nuevamente apelaremos al “relativismo histórico”, y haremos una comparación con una realidad conocida por nosotros, una comparación con nuestra realidad peruana.

PBI anual per cápita (año 1949) 
(US $/habitante)
EEUU
¿?
Inglaterra
¿?
Francia
¿?
URSS
¿?
Perú
550
Prom. Mundo
250
India
80
China
40



En fecha próxima a 1949, el promedio  de la producción  per cápita a nivel mundial ya era de 250 dólares anuales por habitante, y China con 40 dólares por habitante se encontraba muy por debajo de ese promedio mundial. En esa misma fecha, en el Perú la producción   ya era de 550 dólares por habitante,   por encima y duplicando el promedio mundial, y muy por encima de la producción  por habitante  en China, en una relación de 550 contra 40, es decir la economía peruana era superior en productividad y producción en más de catorce  veces.  Esta es la cuarta diferencia que debemos de tener en cuenta.

En  estos momentos, no tengo  a  mano la información de la producción per cápita en EEUU, Inglaterra, Francia y Rusia, en esos años de mediados del siglo pasado.  Pero sería conveniente investigarlo para hacer un análisis comparativo más amplio y real, y así poder deducir las posibilidades  y la probable velocidad, reales, no imaginarias,  de cambio de la atrasada realidad china, que se les planteaba como tarea en esos momentos.

Con esa, o sin esa información complementaria, lo cierto era que China comenzó la tarea de cambio social en condiciones de un  extremado atraso, muy lejos de nuestro  atrasado Perú, y mucho más lejos de los países más desarrollados como eran EEUU, Inglaterra y Francia. En esas precarias condiciones, proponerse el cambio, y fijarse como “primera meta alcanzar al nivel de vida de Inglaterra”,  era una tarea de titanes mitológicos, o tal vez era una inalcanzable  “ambición  de locos”. 

Si no entendemos en su real magnitud esa cruda realidad, me parece que no entenderemos lo que realmente ha ocurrido y tampoco entenderemos lo que está  ocurriendo en la lejana y misteriosa China. Si no entendemos esa situación, no sería raro que idealista e injustamente continuemos  “siendo demasiado exigentes para con los demás, pero demasiado tolerantes para  con nosotros mismos”.

5.- En el mismo folleto de Tamames se suministra información estadística de la evolución de la producción, comercio exterior, reservas, e inversiones extranjeras en China desde 1949 hasta el año 2000.

A continuación trascribo un resumen de la información suministrado sobre la evolución del PBI anual per cápita en un periodo de cincuenta años, y lo haré con un doble objetivo. Tener una idea de la verdadera magnitud de la velocidad de los grandes cambios económicos realizados en China; y por otro lado, hacer un análisis comparativo  con la evolución económica de la realidad peruana, en ese mismo lapso. 

EVOLUCION DEL PBI/per cápita ($/hab)
AÑO
CHINA
PERU
1952
  48,34
551,62
1955
  60,93
599,82
1960
  75,15
674,26
1965
  97,49
788,11
1970
111,71
849,54
1975
175,83
943,08
1980
306,99
936,70
1985
290,46
815,91
1990
341,61
669,24
1995
581,22
798,03
2000
810,30


Fuente información China: “Statistical Communiqué on National Economic and Social Development”, para 1990 y 2000, embajada China en Madrid. Citado por Ramón Tamames
Fuente información Perú: Compendio Estadístico del Perú·, INEI. Citado por Miguel Aragón en el artículo Hundimiento del Perú, publicado en la revista Resurgimiento del Perú, 1995. 

En 1950 el Perú era un país “capitalista semifeudal y semicolonial”, un país muy atrasado económica y socialmente, mucho más de lo que es ahora,  y la producción per cápita era de 550 dólares anuales, el doble del promedio mundial, y más de catorce  veces la producción per cápita en China, pero muy por debajo de los países más avanzados como EEUU, Inglaterra y Francia. (Para ese año no mencionaré a Alemania y Japón, porque  ambos habían quedado  semi-destruidos como consecuencia  de la Segunda Guerra Mundial). 

El largo periodo transcurrido desde 1950 hasta 1975, fue una etapa de “relativa estabilidad y crecimiento económico capitalista” en el Perú, y el índice  de crecimiento  de la producción per cápita fue de 6% anual  como promedio, uno de los mayores índices  de crecimiento en todo el mundo para un periodo tan largo, muy por encima  del ritmo de crecimiento de EEUU, Inglaterra y Francia, países que en ese mismo lapso crecieron a un ritmo de 3% a 4% anual, pero por debajo del ritmo al cual  crecieron Japón y China en esos mismos años. Así, a ese ritmo acelerado, en el año 1975 la producción anual  per cápita en el Perú llegó  a los 950 dólares

En síntesis, en 25 años (1950-1975) se había duplicado la producción en el Perú, lo cual no fue poca cosa, pero a su vez, ese crecimiento fue el preludio de la crisis económica que estallaría  después. (Y llama la atención que todavía haya personas en nuestro medio, que no entienden que “para que ocurra una crisis económica capitalista, previamente tiene que ser precedida de un periodo de real crecimiento capitalista”, o dicho de manera más breve: sin crecimiento económico previo, no hay posibilidades de crisis económica.)  

En ese mismo lapso, de 1950 a 1975, China recién había superado su condición de país semifeudal y semicolonial, y al dar  los primeros pasos,  iniciando  la construcción del socialismo, se había convertido en un país socialista en desarrollo,  cuya  organización social y política  era diferente y superior  a la organización social y política en el Perú. Pero la base económica china era 14 veces más atrasada que la base económica peruana. (Al comenzar la construcción del socialismo en China en el año 1949, no era posible pensar ni proponerse construir “un país socialista desarrollado”, sino simple y modestamente un país socialista en desarrollo

En ese mismo lapso (1950-1975), la economía china  comenzó el año 1950 con una producción per cápita anual de 40 dólares por habitante (menos de un dólar semanal), y como resultado de  los grandes cambios políticos y sociales realizados en el transcurso de las décadas de 1950 y 1960, para  el año 1975 alcanzó los 175 dólares por habitante (más de tres dólares semanales por habitante), es decir se había cuadruplicado la producción por habitante en China.
 
En ese lapso, la nueva China siendo “económicamente más atrasada” que el Perú, ya daba las primeras muestras de la ventaja de la nueva organización política y social que se había instaurado. Al cambiar radicalmente las viejas relaciones de producción, liquidando el feudalismo y rompiendo la dominación colonial extranjera, habían comenzado a liberarse las fuerzas productivas.
 
Si en 1949 la producción era “menos de un dólar por habitante a la semana”, para el año 1975 ya se había llegado a “3.5 dólares a la semana por habitante”, una cantidad muy modesta si lo comparamos con el promedio mundial, e incluso con la producción en nuestro atrasado Perú, pero que era una cantidad muy superior si la comparamos con los años de inicio de la construcción del socialismo en China. Realmente se había dado un gran salto adelante, cuyos primeros beneficios en mejorar las condiciones de vida de la inmensa población china, pronto comenzaron a sentirse. 

No obstante ese gran salto,  en términos relativos la producción en China en el año 1975 seguía estando por debajo de su equivalente en el Perú. China después de cuadruplicar su producción ya estaba en 175 dólares por habitante, y el Perú después de duplicarla en el mismo periodo  ya había llegado a  cerca de 1,000 dólares por habitante.  

En 1975 China socialista era un país política y socialmente más desarrollado que Perú, pero económicamente seguía siendo un país más atrasado, aunque en términos relativos ya no tanto como en 1950. China había pasado de ser “un país muy pobre” a ser “un país pobre”. La diferencia económica era una diferencia de carácter cuantitativo en la cual el Perú estaba más avanzado que China; mientras que la diferencia política y social era de carácter cualitativo, en la cual China estaba más avanzada que el  Perú.  

En ese lapso, de 1950 a 1975, en el Perú la contradicción básica seguía siendo entre las nuevas  fuerzas productivas en crecimiento, y las viejas relaciones de producción estancadas. Para nosotros en el Perú  el problema era cambiar las viejas relaciones de producción capitalistas, para así seguir desarrollando las fuerzas productivas. Por el contrario, en China la contradicción básica  que estaban resolviendo era entre las atrasadas y débiles fuerzas productivas y las nuevas relaciones de producción socialistas. Para ellos en China el problema era desarrollar las fuerzas productivas para colocarlas al nivel avanzado en que se encontraban  las relaciones de producción. Esta es la quinta diferencia entre estas dos realidades. 

6.- Por último, veamos ahora, lo que ocurrió en ambos países desde 1975 hasta 1992.

En este segundo periodo de aproximadamente 20 años, desde 1975 hasta 1992, la producción per cápita en China se elevó de 175 dólares a 400 dólares anuales por habitante, es decir se multiplicó por 2.3 veces. Mientras que en el Perú, en ese mismo lapso la producción se redujo de 950 a 650 dólares por habitante.

En este sencillo pero necesario ejercicio de “relativismo histórico”,  hemos visto que en los primeros 25 años, de 1950 a 1975, China y el Perú, siendo dos países política y socialmente diferentes, ambos  crecieron económicamente, pero lo hicieron a ritmos diferentes. El Perú país capitalista periférico de tipo “semifeudal y semicolonial” duplicó su producción anual per cápita, mientras que China “país socialista en desarrollo” cuadruplicó su producción anual per cápita, dando el salto de país “muy pobre”, a país “pobre”. 

En esos primeros 25 años, en China, al comienzo se aplicó, entre otras, la orientación de “tomar la agricultura como base y la industria como factor dirigente”, y después de los primeros diez años de experimentación  propia y de evaluación de los nuevos  problemas que se presentaban en la nueva realidad se guiaron por la nueva orientación de “desarrollar las cuatro modernizaciones”, para así continuar superando los lastres del pasado (recomiendo revisar los artículos  escritos en ese periodo por  Mao Zedong, Chou Enlai, y Deng Siaoping, entre otros autores).

En ese mismo lapso en el Perú (entre 1950 y 1975) se aplicaron las orientaciones generales de la CEPAL, complementadas con  las políticas específicas de la Alianza para el Progreso, ambas planificadas por el capitalismo monopolista norteamericano para toda América del Sur, que seguía siendo considerada su “patio trasero”. Éstas orientaciones se pueden resumir apretadamente en: “una política populista cuyos componentes principales fueron: reforma agraria, sustitución de importaciones, estatización de empresas,  capitalismo de Estado y asistencialismo benefactor”.  Esta política populista burguesa, al comienzo  sirvió en toda América del Sur para impulsar un relativo y temporal crecimiento económico capitalista, hasta mediados de la década de 1970. Posteriormente, el excesivo crecimiento del aparato estatal, la excesiva deuda externa y la inflación galopante, frenaron la continuidad del crecimiento capitalista, y el Perú y los otros países de América del Sur ingresaron a una larga crisis.  

En el siguiente lapso de cerca de 20 años, de 1975 a 1992, el vertiginoso crecimiento económico capitalista en el Perú que había ocurrido de 1950 a 1975, desembocó en un largo periodo de crisis, de hundimiento y bancarrota, en el cual la producción  se redujo de 950 a 650 dólares por habitante. Las viejas relaciones de producción capitalistas imperantes en el país, a mediados de la década de 1970 ya no permitieron la continuidad del crecimiento de las fuerzas productivas, y necesaria e inevitablemente estalló la crisis económica, la crisis económica más profunda y más larga de toda nuestra historia republicana. Mientras que en ese mismo lapso, en el cual comenzó a aplicarse como guía la política de “reforma y apertura”, propuesta inicialmente por Mao Zedong y Chou Enlai, el crecimiento económico en China continuo creciendo y se multiplicó por 2.3 veces. Esta es la sexta diferencia entre la evolución de China y el Perú, diferencia que debemos de  tener en cuenta al hacer cualquier comparación.

         En 1980  China ya tenía 1,000 millones de habitantes, y se estimaba que en los próximos veinte años, para fines del siglo pasado, para el año 2000, la población ascendería a 1,200 millones de habitantes. En 1980, no obstante los grandes progresos económicos que ya se había logrado, en términos relativos China  era un país pobre, y la mayoría de la población  todavía tenía  muchas necesidades insatisfechas. Partiendo de esa realidad, los dirigentes del gobierno chino implementaron la política de “reforma y apertura”, fijándose dos metas estratégicas como objetivos de su política de desarrollo.

En primer lugar, cuadruplicar su Producto Bruto Interno en un lapso de 20 años, para alcanzar en el año 2000 un nivel de vida modestamente acomodado, y en segundo lugar, alcanzar en un segundo lapso de 50 años adicionales, para el año 2050, a un nivel de producción y de las condiciones de vida de los países económicamente desarrollados (equivalente al que tenían el pueblo en Inglaterra o Francia en las últimas décadas del siglo XX). Es decir, los dirigentes chinos a fines del siglo pasado, así como los actuales dirigentes, han dejado para las próximas generaciones, que surgirían después del año 2050, la tarea de construir un socialismo medianamente desarrollado. Según este punto de vista, la tarea de construir un socialismo medianamente desarrollado no es una tarea del presente, sino una tarea del futuro

Debemos de tener en cuenta que en China en el año 2000, el PBI anual per cápita era de 810 dólares (algo similar a la producción per cápita en el Perú en la primera mitad de la década de 1970), que equivalía  a aproximadamente 16 dólares a la semana por habitante.  Fácilmente podemos entender que con esa modesta producción resultaba imposible construir un socialismo altamente desarrollado.

¿Se podía “avanzar más rápido”, “quemando etapas”? Posiblemente, pero no basta con reclamarlo a la distancia, sino que debemos de sugerir propuestas concretas, que deberemos aplicarlas en nuestro propio país.   
      
CONTINUAR CON EL ANÁLISIS, INVESTIGACIÓN Y COMENTARIO

Apelando a estos dos criterios, “visión de lucha prolongada”, y “relativismo histórico”, me parece que estaremos en mejores condiciones de analizar las cuestiones puntuales que tú nos planteas en tu comentario del día 08 de enero, pero eso será motivo de un próximo comentario. 

Solamente agregaré lo siguiente.

En tu comentario anotas la siguiente preocupación.

“La realidad nos enseña que los trabajadores no solo luchan por el cambio, para las generaciones futuras, sino para ver mejorar sus propias condiciones de vida. Negar ello, es justamente lo que ha sido la justificación para todos los gobiernos que se montan sobre los hombros del pueblo para vivir a expensas de él, en aras de "un futuro mejor".”

El requisito que los cambios para llegar a un socialismo desarrollado, necesariamente se tendrán que dar a largo plazo, y posiblemente demanden más de 200 o 300 años, no significa que las generaciones presentes “no vean mejorar sus propias condiciones de vida”.

En los primeros sesenta años de construcción del socialismo en China, entre otros se han obtenido los siguientes logros, que anotaremos de manera breve, y sin mayores comentarios: 

1.- En China desde 1949 ya no hay explotación económica, opresión política y ni dominación cultural del feudalismo, aunque todavía subsiste la pequeña producción en el campo y en la ciudad,  que son manifestaciones propias de la pesada herencia feudal.

2.- En China ya no existe dominio político ni militar de ninguna potencia extranjera, como ocurrió en el pasado cuando el colonialismo inglés primero, y después otras potencias, sobre todo Japón y EEUU,  invadieron y colonizaron su territorio. China ha liberado su extensa parte continental, ha recuperado Hong Kong y Macao de los dominios  inglés y portugués a fines del siglo pasado,  y dentro de muy pocas años logrará la reunificación de la provincia de Taiwan, con la correcta política de “un país, dos sistemas”.

3.- Al emanciparse las fuerzas productivas, en China se ha incrementado vertiginosamente la producción en todos los sectores, tomando la agricultura como base y la industria como factor dirigente. En 1949 cuando triunfó la revolución de nueva democracia, la producción social global por habitante era de escasamente 40 dólares,  mientras que en el Perú ese mismo año era de 550 dólares. En términos sencillos, podemos decir que nuestro país se encontraba catorce  veces más desarrollado que China. Actualmente la situación ha cambiado radicalmente, y China ha ingresado al siglo XXI como el segundo país con mayor producción global anual, y es muy probable que al comenzar la próxima década de 2020 desplace a EEUU del primer lugar en la producción global en el mundo, aunque en términos relativos la producción por habitante seguirá siendo la de un país modestamente acomodado. 

4.- Antes del triunfo de la revolución en 1949, todos los años  morían cientos de miles de chinos por las periódicas hambrunas y las catástrofes naturales. La mayoría de la inmensa población no tenía acceso a la atención  de la salud,  ni a la educación, y vivían en condiciones muy precarias.  Por el contrario, actualmente se encuentra en una segunda etapa de socialismo en desarrollo, con un nivel de vida modestamente acomodado para su inmensa población. La mayoría de la población tiene derecho al trabajo,  también  tiene derecho a la educación y a la atención médica. No podemos cerrar los ojos ante estos cambios demasiado evidentes. 

La lucha por “el derecho al trabajo” todavía no ha concluido en China, todavía hay varios millones de desempleados, sobre todo campesinos que se están desplazando masivamente del interior a las ciudades costeras. En la medida que en las próximas décadas se generalice para toda la población “el derecho al trabajo”, el siguiente paso será elevarse a la lucha “por el derecho al trabajo digno”, con  el cual toda la población tendrá acceso a la atención de todos sus derechos laborales, que justamente es lo que tú estás reclamando en tus comentarios. Y más adelante, cuando se hayan creado las condiciones para elevarse a un socialismo desarrollado, necesaria y obligatoriamente  se dará un mayor salto, al elevarse  a la lucha por “el derecho al trabajo emancipado”, lo cual recién se podrá conquistar cuando las condiciones económicas objetivas de una alta productividad y una alta producción lo permitan (posiblemente después del año 2050). 

No he leído, y ni siquiera  conozco la novela  Rebelión en la Granja de Orwell, que tú mencionas hasta en dos oportunidades. Solamente he leído algunas críticas de carácter literario sobre el autor, pero prefiero no dejarme influenciar por esas opiniones, sino que en la próxima oportunidad que pueda visitar  librerías, espero poder encontrar la obra mencionada.  Gracias por la sugerencia, la tomaré en cuenta. 

         Muy agradecido por tu atención. Espero sigamos con este intercambio polémico, del cual podemos aprender mucho para seguir impulsando una práctica y elaborando una teoría sobre lo que debemos hacer en nuestro país.

Atentamente, me despido con cálidos saludos frente unitarios

Miguel Ángel Aragón

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