Daniel
Eskibel | July 26, 2016
Comunicación política interna en
el siglo 21. Candidatos. Dirigentes. Militantes. Activistas. Todos comunicados
y coordinados entre sí a través de la mensajería instantánea. Estén donde
estén. En tiempo real. Siempre con el móvil. 24 horas al día. 7 días de la
semana. 365 días al año.”
Comunicación política de ayer.
Montevideo, invierno de 1982.
Desde hace 9 años Uruguay es gobernado por una
dictadura implacable. Tengo 23 años y atravieso la ciudad en medio del miedo.
Las camionetas azules de la policía y las verdes del ejército atraviesan las
calles. Estamos en medio de una gran oleada represiva y el objetivo principal
es la organización política que integro. Por estos días una enorme cantidad de
compañeros están siendo secuestrados por efectivos armados a guerra. Su
paradero es desconocido pero sabemos que los están torturando sin pausa en
centros clandestinos de detención.
Desde hace dos días vivo a los saltos, yendo y
viniendo, con la angustia de la presa en medio de la cacería. Mi jefe inmediato
faltó al contacto establecido y eso podría significar que fue detenido. Por
supuesto que no sé su nombre ni su teléfono ni su dirección ni donde trabaja ni
quienes son sus familiares ni quienes sus amigos. Por lo tanto no tengo forma
de saber qué pasó con él. Solo debo llegar hasta la casa de seguridad en el día
y la hora indicados para tales casos. Y esperar…
El procedimiento es claro. Si hoy no llega al
contacto me espera la clandestinidad total, oculto por completo hasta que la
tensión en las calles se afloje un poco. Recién después intentaré volver a
conectar con la estructura de mi organización. Para retomar la comunicación
tendré que ir todos los meses a una determinada plaza de Montevideo. Siempre el
mismo día del mes, a la misma hora y en el mismo lugar. Llevaré en mis manos
una determinada revista y me sentaré a leerla. Algún día alguien se acercará,
me dirá una frase predeterminada y yo le responderé con la contraseña prevista
en nuestra comunicación política interna. Así quedará restablecido el contacto.
Estas cosas pasan por mi cabeza mientras llego a la
casa de seguridad. Pongo la llave en la cerradura con el miedo de estar cayendo
en una ratonera. Pero no hay nadie adentro y respiro apenas aliviado. Verifico
que todo esté bien y recién entonces me comunico con mi jefe: tomo una hoja de
papel, la arrollo hasta convertirla en una pelota y la dejo a la vista en el
descanso de la escalera. Es la señal de que no hay peligro.
Luego cierro la
puerta y espero. Pasan unos breves pero interminables minutos y recibo el
mensaje de mi jefe: el timbre de la puerta suena del modo convenido. Ahora sí:
cuando abro la puerta y lo veo entrar respiro aliviado. La lucha continúa.
Todavía nos quedan algunos años evadiendo a los
servicios de inteligencia y a las patrullas. Pero por entonces no sabíamos si
viviríamos así durante las próximas décadas o solo durante las próximas horas.
¿Por qué te cuento toda esta historia tan personal
ocurrida hace más de 30 años?
Para valorar el enorme papel que tiene la comunicación política interna. Porque se habla y se escribe mucho sobre la comunicación de la organización política con quienes no la integran. O sea la comunicación hacia afuera, la comunicación política externa. Pero se habla y se escribe muy poco sobre la comunicación entre los miembros de una organización. O sea la comunicación política interna.
La comunicación interna en el anterior relato era
extremadamente limitada y se producía en un contexto totalmente hostil. Se
trata de una situación extrema.
Repasa cuales eran las herramientas de comunicación
política interna: una pelota de papel en el descanso de la escalera, un timbre
tocado con determinada cadencia, un encuentro personal sin nombres ni datos
personales, una revista en las manos, una frase en clave, una contraseña como
respuesta…
Décadas después, todo cambió.
En el país y en el mundo.
Nosotros cambiamos. Tú cambiaste. Todos.
Y las organizaciones políticas cuentan con una enorme riqueza de herramientas para la comunicación política interna.
Aunque no siempre las usan, por cierto.
Muchos creen que la comunicación política es solo
comunicación hacia afuera. Y vaya que es importante!
Pero se olvidan que la comunicación interna es un asunto de vida o muerte para un partido político, para una campaña electoral y para un gobierno.
De vida o muerte.
Porque una organización, aún con muy buena comunicación externa, puede derrumbarse y fracasar por no implementar una comunicación política interna adecuada.
Es más: buena parte de la propia comunicación
política externa depende de una buena comunicación política interna. Porque la
comunicación interna enriquece y hace más coherente la comunicación externa.
Las herramientas están al alcance de tu mano.
Literalmente en la palma de tu mano.
Piensa lo siguiente: el móvil es, en nuestro tiempo, la gran herramienta para mantener comunicada tu campaña y tu organización.
El móvil, claro que sí.
Y todos los miembros de tu organización lo llevan todo el día en su mano, en su bolsillo, en su cartera. Y lo consultan muchas veces por día. Y no pueden vivir sin él.
¿Y entonces?
Entonces allí está la clave.
En el móvil.
Más concretamente: en la mensajería instantánea.
Me refiero a Whatsapp, Telegram, Line, Signal y servicios similares.
Candidatos. Dirigentes. Militantes. Activistas.
Todos comunicados y coordinados entre sí a través de la mensajería instantánea.
Estén donde estén. En tiempo real. Siempre con el móvil. 24 horas al día. 7
días de la semana. 365 días al año.
Ya no necesitas una pelota de papel ni una frase en
clave. La solución está en la palma de tu mano.
Carpe Diem!
Aprovecha el día.
Aprovecha las ventajas de estos tiempos que vivimos.
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