jueves, 4 de octubre de 2012

¿DEBE ESPAÑA SALIR DEL EURO?




miércoles, 3 de octubre de 2012

En Intereconomía suele salir un personaje que se define como anti Estado total. No quiere el Estado para nada y el contenido esencial de la mayoría de sus argumentos no es otro que ese: no quiero que el Estado esté ahí donde el individuo debe decidir qué hacer y hacerlo si  quiere. Si el Estado existe desde hace más de cuatro mil años y sólo desaparecerá dentro de no sabemos si otros tantos miles de años, ¿qué utilidad y sentido tiene defender la desaparición del Estado? Ninguno. Esta posición sólo sirve para confundir y desorientar. Y en otro orden de cosas sólo sirve para perder el tiempo y generar ilusiones entre la gente sencilla con cosas que nunca ocurrirán. 

Del mismo tenor me parece la defensa de que España debe salir del euro. Esto no va a ocurrir. Plantearlo es una pérdida de tiempo y genera esperanzas sobre cosas que nunca sucederán. No hay condiciones objetivas para que esto ocurra y menos hay las condiciones subjetivas para que una propuesta como esta prospere. Son maniobras de distracción. Es hacer pasar la crisis financiera por una crisis del euro. Es confundir el blanco al que debe apuntar la izquierda: el enemigo principal son los dueños del capital monetario y sus gestores. No es el euro. Da lo mismo que sea el euro o la peseta la moneda de los españoles. El problema seguiría estando en el sistema de crédito y en la supeditación del interés general del Estado a los intereses de los gestores y propietarios del capital monetario. No niego que la construcción de la Unión Europea con el euro como estrella de la economía viva momentos críticos en su desarrollo, pero no debe confundirse con la naturaleza de la crisis que nos afecta: cuyo centro ha estado en la burbuja inmobiliaria y en el sistema de crédito.


Uno de los grandes detractores del euro es el carismático Paul Krugman, para quien las crisis capitalistas no deberían ocurrir; y si ocurren, utilizando las fórmulas keynesianas tendrán solución. Para el afamado economista todo es cuestión de demanda. A su juicio hay un paro tan elevado y una producción económica tan baja porque la sociedad y el Estado no están gastando lo suficiente. Aquí parece situarse en las posiciones de izquierda. Pero no duda en afirmar que la falta de competitividad de la economía española se solucionaría bajando los salarios. Ahora se sitúa en las posiciones de derecha. A fin de cuentas es un firme creyente en el sistema de libre mercado, esto es, en el sistema de libre mercado capitalista. Aunque Paul Krugman puede ser considerado un socialdemócrata, su fe en la armonía del sistema capitalista es superior a la de los socialdemócratas de la Unión Europea. Su vena capitalista le hace demandar cambios estructurales en la economía española pero en ningún caso cambios cualitativos en el sistema capitalista.


Si España se saliera del euro y volviera a la peseta o como quiera que se llamase la moneda nacional, se supone que el Banco de España podría devaluarla. Así nuestros productos nacionales serían más baratos y aumentarían las exportaciones. Pero eso no sería todo lo que habría que mirar. Nuestras importaciones serían más caras. La industria local y el comercio local, que generan muchos puestos de trabajo, le saldrían más caros sus costos de producción y tendrían que vender más barato. En Canarias todos nos quejamos de que los turistas que nos visitan vienen por cuadro duros. Y esto hace que los hoteleros presionen a los proveedores para que bajen los precios de sus suministros. Si resulta que con la devaluación de la peseta los turistas pagarían aún menos, los proveedores de los hoteles tendrían que vender con muy poco margen de ganancia. No se puede simplificar tanto y hablar como si estuviéramos en los años setenta. Aquella época pasó. La economía globalizada no permite la autonomía que tenían ante los Estados con respecto a sus monedas nacionales.


Si devaluáramos nuestra moneda nacional en un 10 ó 15 por 100 con respecto al euro, comprar dinero por medio de la deuda soberana nos saldría carísimo. Si ya una prima de riesgo sobre el 5 por 100 resulta insostenible, imagínense cómo quedaría la prima de riesgo con una moneda nacional devaluada: nos quedaríamos directamente en la situación en la que se encuentra en la actualidad Grecia. Así que la moneda nacional devaluada nos perjudicaría en uno de los problemas claves de nuestra economía: la financiación del Estado. Bajo esa situación los salarios y las pensiones tendrían que obligatoriamente bajar. Los intereses extremadamente incrementados no se podrían pagar. Habría una quiebra fiscal: los gastos superarían en  mucho los ingresos. Llegaría el caos.  Daríamos muchos pasos atrás en nuestra historia nacional.


Otro de los argumentos a favor de disponer de una moneda nacional es que así el Banco de España controlaría los tipos de interés. Pero lo cierto es que el tipo de interés en la Unión Europea es bajo y en EEUU es del cero por cien, y no por ello la economía crece y el paro disminuye. No se trata sólo del tipo de interés vigente sino de las condiciones que rigen los préstamos. Hoy día se exigen muchas garantías. Y ningún banco quiere como garantía inmuebles. La mejor garantía que puede presentar una empresa para que le sea concedido un préstamo es su cuenta de resultados. Si tiene beneficios y su tasa de endeudamiento es razonable, puede obtener créditos aunque en la actualidad en cuantías moderadas. Pero si tiene pérdidas y su tasa de endeudamiento es alta, no obtendrá crédito alguno. Hay aún otra cuestión: las empresas invierten si sus ventas van a aumentar o tienen en perspectiva un nuevo y buen negocio; pero si no es el caso, no invierten. Y si no invierten, no solicitan crédito.


Así que la propuesta de que España salga del euro tiene dos grandes inconvenientes: uno, objetiva y subjetivamente es inviable, y dos, las consecuencias para la economía española serían muy graves, retrocederíamos en nuestro nivel de vida y paz social más de veinte años. Creo que ciertos estamentos, sobre todo intelectuales, piensan en un mundo en base a conceptos abstractos y no en base a realidades. Así que, a mi juicio, la propuesta de que España debe abandonar el euro está desprovista de realidad.  


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