viernes, 1 de enero de 2016

LA ESTRATEGIA ES PARA GANAR Y LA TÁCTICA, PARA NO PERDER





 
La estrategia en una campaña electoral es lo que nos dice cómo vamos a ganar la elección de la forma más fácil posible y que involucra un conjunto de acciones planificadas sistemáticamente en el tiempo; en cambio las “tácticas” son las formas en que esas acciones se despliegan en el día a día y se dirigen dentro de la estrategia a fin de lograr los resultados deseados. Sullivan y Harper en su libro “La esperanza no es un Método” resaltan la importancia de la revisión de las tácticas después de la acción. 

La dinámica social no hace posible que tengamos dos campañas iguales aunque sea con los mismos candidatos y en el mismo terreno.  En la actualidad las campañas se mueven a la velocidad de las sociedades y las sociedades se mueven a saltos;  por eso las campañas tienen que ser ágiles pero no sin estrategias; y el valor más elevado de una estrategia es su flexibilidad pero sin caer en las ocurrencias. Tenemos que tener presente que muchas  veces los entornos son cambiantes, y la estrategia debe ser como el agua que cambia su flujo según el terreno, ósea que  cuando cambia el entorno cambian las estrategias. 

Regularmente cada campaña tiene un momento diferenciador, esto hace que a la hora de diseñar una estrategia se tome en cuenta la capacidad de reacción rápida ante los cambios. Hoy por hoy vivimos en una sociedad liquida, donde todo es más fluido, donde nada se retiene, donde todo está cambiando constantemente, lo cual ha coincidido con un elemento nuevo en el escenario, que es el internet y las redes sociales, esto ha hecho la capacidad de reacción ultra mega rápido ante cualquier hecho social. 

La estrategia nos dice el cómo ganar la elección, el hecho de definir en una campaña, la relación entre la propuesta y los que van a aceptar o no la propuesta, y la táctica para no perder es la capacidad de reaccionar de manera oportuna frente a las cosas que van ocurriendo en el proceso y frente a los hechos coyunturales e inesperado  que se suscitan. Por tanto diseñar estrategias electorales es siempre un trabajo artesanal y el implementar las tácticas un trabajo de atención, método y olfato. 

Los ríos de la información están desbordados y no nos dejan tiempo para digerirla y esto va poniéndonos en una situación de fragilidad constante, de los conceptos, de las propuestas y de todo.  La incertidumbre ha rebasado la esperanza,  la gente relaciona lo que viene con malo, con peor y esto deja la política sin un instrumento fundamental que es, la promesa y la esperanza. La opinión pública ha sido reemplazada por la emoción pública, ya no construimos opinión sino que construimos relación emocional, llega todo tan rápido, llega todo una cosa sobre otra, lo que escribo ahora en Facebook al minuto tengo miles de mensajes sobre el.   Lo que antes podía ser opinión colectiva hoy se convierte en emoción colectiva. Los medios de comunicación se alimentan de ese espectáculo constante y lo proyectan, porque es lo que el mercado quiere consumir,  y el espectáculo o se renueva a alta velocidad en el mundo que estamos viviendo o deja de ser espectáculo. Bajo esta premisa ninguna información por vital que sea supera las 72 horas de vida. 

En este contexto de ebullición social, donde el reaccionar a tiempo ante los cambios y eventos cotidianos puede ser la diferencia entre ganar o perder una elección, y es por eso que en una campaña electoral no basta con la estrategia para ganar sino también con las tácticas para no perder. 




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