viernes, 14 de diciembre de 2018

PLAN ESCALERA


Escribe: Milcíades Ruiz

En el libro RAZONANDO CON LA DIALÉCTICA he explicado con detalle el ciclo de vida humana y el rendimiento óptimo en cada etapa de nuestra existencia para llegar a la cúspide en óptimas condiciones de productividad y mejores condiciones de vida. Lo que pretendo ahora es propiciar que al finalizar el presente año, hagamos un balance de nuestro desempeño, como persona, como trabajador especializado, como padre, como hijo(a), como ser político y demás, para luego proyectar planes para el futuro.

¿Tendremos el coraje de hacer una autoevaluación a consciencia, y valorar honestamente los resultados de nuestro desempeño en el año que fenece? Solamente los seres irracionales viven su vida sin aspiraciones, pero también hay humanos que viven su vida según como les lleve el viento. A nadie se le ocurre hacer un breve paréntesis para hacer una autoevaluación anual ni a proponerse metas para el año venidero y como no es costumbre, resulta odioso que alguien sugiera esto.

Sin embargo, es la familia la que absorbe las consecuencias de nuestra gestión personal. Pero en general, las repercusiones de lo que hayamos hecho durante el año, son muchas en terceras personas, aunque no tengamos la capacidad de percibirlas. Es cierto que amamos a nuestros seres queridos y muchos estarán satisfechos de haber hecho algo por ellos. Pero quizá los hemos afectado con nuestros hechos. Para otros, no habrá problema ni arrepentimiento si se acude a recibir la hostia y todo queda condonado. Borrón y cuenta nueva.

Aun cuando a muchos no les agrade la autocrítica personal, siempre es bueno tener planes de mejoramiento personal, familiar y social o comunitario. Un plan, es una escalera. Es mejor tener un plan que no tenerlo. Tener una escalera puede servir de mucho para escalar posiciones. Esperar que la suerte nos alce en peso no es de inteligentes. Pero no todo es cuestión de suerte, y a veces de nada sirve la suerte si no estamos preparados para aprovecharla. Si por lo menos dijéramos “Este es mi año”, ya tendríamos una predisposición a emprender retos factibles para el año venidero.

Pero así como, nos proponemos planes personales, podremos plantearnos planes institucionales haciendo una evaluación anual de nuestra organización y de la trascendencia de su desempeño. Para algunas organizaciones es un buen momento para dar un salto significativo y para otras, recuperar el terreno perdido. Analicemos las condiciones y sopesemos lo que podemos hacer para lograr un 2019 fructífero. No es una costumbre hacer esto en las organizaciones de izquierda pero es necesario establecerlo como tradición.

Si no tenemos un plan anual, todo quedará a la deriva, en estado caótico. Si queremos crecer orgánicamente hay que seguir un plan en el corto, mediano y largo plazos. El plan anual nos da la pauta de las metas inmediatas a cumplir dentro de la estrategia de largo plazo. ¿Cuánto podemos avanzar? Ello dependerá de las condiciones propias y externas. Pero hagamos el esfuerzo de planificar siguiendo objetivos, estrategia y metas. Nada es fácil cuando se carece de todo, pero al menos, hagamos una programación calendarizada que nos permita dinamizar el grupo.

Si pensamos en el país, hagamos una evaluación general de las condiciones imperantes, de las tendencias y perspectivas. No solo hay que fijarse en lo que han hecho o dejado de hacer las instancias gubernamentales sino mirar todo el conjunto. Lógicamente, no se puede ver la paja en ojo ajeno sin ver la viga en el nuestro. ¿Cuánto hemos avanzado en relación con el año pasado? “Somos la segunda fuerza política del país” dijeron alucinados ciertos izquierdistas tras las últimas elecciones generales. ¿Seguirán pensando igual?

Los acontecimientos coyunturales suelen distraer nuestra atención y mientras nos arremolinamos en torno a los escándalos, las fuerzas que medran a costa del pueblo avanzan sin que nos demos cuenta. Así, por ejemplo, mientras los agricultores del valle Tambo y los grupos de izquierda que los apoyaron se han quedado quietos después hacer retroceder a la transnacional minera que, con apoyo del gobierno corrupto, había empezado a destruir la ecología agrícola, por el contrario la empresa depredadora ha avanzado sigilosamente y está lista con un nuevo plan de retorno.

El presidente Vizcarra ya anunció con entusiasmo un incremento de 19% en la inversión minera y la Southern se apresta a re emprender el proyecto Tía María, estando planificado empezar a producir 120 mil toneladas anuales de cobre a partir del 2021. El acondicionamiento político ya empezó y, ya se trabaja en la promoción de los supuestos beneficios en la recaudación tributaria, canon, generación de empleo y todas las consabidas lisonjas. Contrariamente a esto, Cerro de Pasco, Huancavelica, Cajamarca y otras históricas zonas mineras figuran en los peores lugares de la escala de pobreza.

Pero esto es solo una muestra de lo que se pretende con nuestros recursos naturales que mientras estén bajo suelo se dice que somos ricos, pero cuando se extraen son otros los dueños de esa riqueza. El gobierno anuncia de común acuerdo con el sector empresarial, un venidero Plan de Competitividad que incluye “reformas estructurales” en la legislación laboral y demás. Entonces, tenemos que parar la oreja y actuar como corresponde sin esperar los hechos consumados. Para planificar acciones es necesario informarse adecuadamente.

Si las perspectivas del acontecer nacional no son buenas para el desarrollo nacional, lo más probable es que la lucha popular se hará presente en defensa propia. Las organizaciones de izquierda no deberían seguir desvinculadas de los sectores sociales que sufren los abusos del sistema. Acompañarlas en sus demandas es una obligación ideológica. Sea como fuere, hagamos planes. Pongamos a prueba nuestra capacidad. Hay que acabar con la ineptitud. Sembremos y cosecharemos. Disculpen la impertinencia.

Diciembre 2018

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