Rosa Luxemburgo & Feminismo marxista
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15-01-2019
Hace
100 años del asesinato fascista de la feminista y marxista Rosa Luxemburgo.
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De vez en
cuando hay destinos personales en los cuales se refleja la esencia de toda una
época. En esas ocaciones, el caso individual parece ser la ilustración de
procesos históricos, la dramatización de rupturas sociales y la síntesis de
desarrollos complejos. El asesinato de Rosa Luxemburgo es uno de esos casos.
Hace
cien años, el 15 de enero de 1919, la figura legendaria de la izquierda alemana fue
asesinada junto con su camarada Karl Liebknecht a sangre fría por paramilitares
derechistas, después del fracaso del levantamiento espartaquista, una
insurgencia popular en Berlín que tenía el objetivo de defender los logros de
la Revolución de Noviembre de 1918. Pero vayamos por orden. No se puede
entender el significado de la muerte violenta de Rosa Luxemburgo para la
historia alemana sin recapitular la biografía de la teórica marxista y sus
circunstancias dramáticas.
Nacida el
5 de marzo de 1871 en una familia judía en Polonia, Luxemburgo comenzó su
proceso de politización en la escuela y participó en grupos de estudios
alternativos, donde conoció la obra de Carlos Marx por primera vez. En 1889 fue
a Zúrich (Suiza), donde estudió una carrera multidisciplinaria y se graduó con
una tesis doctoral sobre el desarrollo industrial de Polonia en 1897. Durante
esos años Rosa fue una parte activa de la comunidad de migrantes radicales, que
se juntó en Zúrich para preparar los derrocamientos de sus respectivos
gobiernos. Atraída por el partido socialista más fuerte del continente, se fue
a vivir a Alemania, donde fue activa en el Partido Socialdemócrata de Alemania
(SPD) y se oponía en contra de las emergentes tendencias reformistas y
nacionalistas dentro del partido proletario más grande de Europa.
Por su
hablidad discursiva y sus publicaciones polémicas se hizo conocida muy
rápidamente y se convirtió en uno de los personajes más importantes de la
tendencia revolucionaria del SPD. Fue sentenciada a cárcel en varias ocasiones
por insultar al emperador Guillermo II de Alemania y por promover posiciones
antimilitaristas en sus artículos. Diferente a la mayoría, Rosa veía claramente
el peligro de una gran guerra entre los diferentes poderes imperialistas. En
septiembre de 1913 habló en Frankfrut en una manifestación que se oponía a las
preparaciones para la guerra y dijo frente a la multitud de cientos de miles de
personas: “Si nos quieren obligar a disparar en contra de nuestros hermanos
extranjeros, hay que decir: No, no lo vamos a hacer!” Por ese llamado a la
desobedencia fue condenada a 14 meses de encarcelamiento en febrero de 1914. A
finales de julio empezó la Primera Guerra Mundial, la cual tardaría más de
cuatro años y costaría 17 millones de vidas y la devastación de todo un
continente.
La
fracción parlamentaria del SPD votó casi en su totalidad a favor de los
créditos necesarios para financiar la guerra. Debido a su posición firme en
contra de la guerra, Rosa Luxemburgo pasó casi todo el período bélico en la
cárcel en Berlín. No obstante, intervenía regularmente en los debates públicos
a través de artículos, en los cuales por ejemplo analizó los desarrollos
revolucionarios en Rusia durante el año 1917. Veía la insurreción popular del
proletariado ruso en contra del zar con mucha esperanza, aunque también era una
de las primeras voces en criticar los conceptos vanguardistas de Lenin. Para
ella el camino hacia la revolución radicaba en la organización democrática de
las masas, la autogestión obrera de los medios de producción y en las huelgas
políticas.
En 1918
el disgusto de las masas alemanas sobre la guerra resultó en un levantamiento
popular, hoy conocido como La Revolución de Noviembre, la cual logró la
destitución del emperador Guillermo II. Pero dentro del movimiento
revolucionario había una división interna. Por un lado, el SPD se apartó de una
ruptura radical con el sistema capitalista y optó por la instalación de una
democracia liberal-burguesa. Por otro lado, exisitían fuerzas anticapitalistas
que querían aprovechar el momento histórico para establecer un sistema
comunista consejista, que se basaría en los comités de base que habían surgido
a lo largo del año 1918.
El primer
día del 1919, esas fuerzas radicales fundaron el Partido Comunista de Alemania
(KPD). Mientras el SPD quería consolidar su nuevo poder y entró en alianza con
fuerzas derechistas, sobre todo con grupos paramiltares, que estaban compuestos
mayoritariamente por soldados derechistas. En la segunda semana de enero, en un
acto de desesperación, las fuerzas radicales intentaron rebelarse en contra del
abuso a sus esfuerzos revolucionarios. Rosa Luxemburgo era escéptica sobre las
posibilidades de derribar al gobierno socialdemócrata de transición de esa
manera. Tenía razón. El SPD y sus aliados paramilitares suprimieron brutalmente
la insurgencia concocida como Levantamiento Espartaquista.
El 15 de
enero Rosa Luxemburgo fue detenida, torturada y luego asesinada por miembros de
un grupo paramilitar. Su cuerpo fue tirado en un canal de Berlín y no fue
encontrado hasta el 31 de marzo. En este momento la revolución ya había sido sofocada.
Por lo tanto se puede decir que el asesinato de Rosa Luxemburgo marcó el final
de un ciclo de insurgencias en Alemania, que llevó en si la esperanza de un
cambio profundo en el país más poderoso de Europa.
Además,
su asesinato por un grupo paramilitar en alianza con el SPD significó la
traición de la socialdemocracia alemana que empezó con su aprobación de la
Primera Guerra Mundial . El SPD nunca sería de nuevo una fuerza progresista,
incluso hoy en día. Esa división de la izquierda alemana también explica porqué
uno de los movimientos obreros más grandes en la historia mundial no fue capaz
de frenar al facismo que tomó el poder 14 años después de la muerte de Rosa
Luxemburgo. Con la muerte de Rosa Luxemburgo se enterró la esperanza de un
camino diferente para Alemania y Europa.
Los años
1918/19 parecen lejos hoy en día, cuando la clase trabajadora europea muestra
una clara tendencia a la derecha. Aún así, el legado de la vida y muerte de
Rosa Luxemburgo lleva en sí una multitud de lecciones y esperanzas. Como ella
lo escribió unos días antes de su muerte:
“¡El
orden reina en Berlín!, ¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre
arena. La revolución, mañana ya se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto
y proclamará, para terror vuestro, entre sonido de trompetas: ¡Fui, soy y
seré!“
Imagen de
Rosa Luxemburgo
1 comentario:
vamos, era una judía metida en el mismo complot que sus hermanos de sangre en la revolución bolchevique. ¿quien sera tan ciego de seguir sus ideales sin entender lo que se gestionó desde el sionismo asesino?
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