martes, 2 de octubre de 2018

EL SILENCIO ES CASI UNA VIRTUD



La palabra parece ser casi la célula básica de la política. El ladrillo fundamental con el cual se construye el mensaje. Porque el mundo de la política gira en torno a la palabra como nuestro planeta alrededor del sol.
Pasa revista al universo político y verás la palabra por todas partes.
En las reuniones. En los actos públicos. En los títulos del periódico. En las noticias del telediario. En la rueda de prensa. En los folletos y octavillas. En el coche parlante. En el cartel en la vía pública. En la hoja de votación. En la página web. En el discurso del candidato.
¡Qué digo! En todas partes.
La palabra omnipresente.
Siempre.
Pero hay un detalle que muchos políticos olvidan.
Un detalle simple pero relevante.
¿Cual es?
Que el silencio es la mejor compañía para la palabra.
Sí, el silencio.
Lo digo de nuevo: el silencio es la mejor compañía para la palabra.
No podemos perder de vista que la palabra política cobra sentido cuando es capaz de transportar una idea y hacerla germinar en el cerebro de quien escucha.
Sin esa germinación en cabeza ajena…pues la palabra se vuelve puro ruido. Sonido tonto, irrelevante, que se agota en sí mismo. Como el gato que persigue su propia cola sin alcanzarla jamás. Palabra tras palabra sin sentido hasta el infinito.
Y ahí es donde juega el silencio.
¿Para qué hacer silencio?
Para que la idea que queremos transmitir se deposite suavemente en el cerebro de quien escucha. Para que fermente. Para que se instale. Para que germine.
Si la palabra se encadena con otra y otra y otra y otra más hasta el infinito, pues el cerebro de quien escucha no tiene espacio para recibir ninguna idea. Queda encerrado, bloqueado por un muro de palabras.
¿Qué necesita el cerebro del que escucha?
Un silencio, aunque sea breve, para recibir palabras y traducirlas en ideas.
Una pausa en la ametralladora verbal para dejar que una idea anide dentro suyo.
Por eso el silencio es casi una virtud.
Recuérdalo cuando prepares un mensaje. No se trata solo de palabras, con toda la importancia que tienen.
Se trata, también, de silencios.
Shhhh. Silencio.


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