lunes, 27 de mayo de 2019

NUEVA VISIÓN DEL ARTE POPULAR PERUANO




Autor:  Máximo Laura de Huamanga, Perú



 

UNA OBRA DE COLECCIÓN


         Esta es una obra de colección, suelen decir, los Maestros de Arte Popular cuando elaboran una obra extraordinaria, única y perdurable en un mundo que se uniformiza y se rinde culto a lo efímero.  A veces esas piezas no tienen precio, sus creadores no aceptan ninguna oferta o las venden presionados por la fuerza del mercado con cierta nostalgia.  Los destinatarios de las obras de colección conforman una elite, obviamente, de buen gusto y fina sensibilidad.

         La disposición de obras de arte popular en un recinto lo trasmutan en un ambiente grato, íntimo y relajante.  Esa sensación se obtiene en una residencia familiar, hotel, en los ambientes de una embajada y hasta en la oficina privada de un alto ejecutivo.  El arte popular en esta época es un antídoto para neutralizar los efectos estresantes de la producción industrial y la competición en un mundo donde la urgencia y la velocidad se han expandido a escala planetaria.

         En una obra de Arte popular la belleza y la utilidad no están disociadas; así como tampoco está disociado el artista popular.  Pues, conoce las propiedades de la materia prima y participa en la elaboración de la obra desde la concepción hasta el acabado y proyecta su personalidad en su obra.  Tal vez a esta particularidad se deba la aureola mágica y gratificante que emana de una obra de Arte popular.

         Cuando una obra "le sale" extraordinaria a un Maestro de Arte Popular y se le califica de colección hay que estar prevenido para que ese calificativo no induzca a la contemplación museográfica y aislada de una obra que únicamente le dé prestigio crematístico a su poseedor.  Las obras de Arte popular se disfrutan en la convivencia cotidiana y al sentirse sobrecogido y, a la vez, revitalizado por su influjo.


ANTECEDENTES


         La artesanía ha sido originalmente utilitaria y bella, pues su elaboración ha sido la respuesta a las necesidades materiales de las sociedades de base agraria y a la suntuosidad de los templos y los ornamentos litúrgicos para conjurar las fuerzas maléficas del entorno o para convocar a las entidades protectoras. 

         La revolución industrial y la secularización de nuestras creencias trastornaron el orden de las cosas. Como reacción a los efectos de la industrialización se creó en Londres, a finales del siglo XIX, el Movimiento Arts & Crafts, liderado por el diseñador y reformista social William Morris.  La influencia de este movimiento se extendió por Europa y Estados Unidos a lo largo de generaciones  El gran interés que la artesanía despierta hoy en el mundo occidental tiene su origen en gran medida en ese movimiento

         En Lima con la introducción de las mercancías maquinofacturados y la aparición de la industria, las obras de arte popular fueron suplantadas.  Sin embargo, permanecieron vigentes en las poblaciones rurales y ciudades a escala humana.

         A principios del siglo XX Max Uhle (1856-1944),  llamado el padre de la arqueología andina, en su recorrido por el Sur andino, escribe en Puno sus Impresiones de la Sierra.  Entresacamos de ese texto, unas líneas:

Por ahora el indio es un ser abyecto, separado, que no necesita casi nada de la civilización moderna, pero también no posee ninguna propia*.

         Uhle fue el introductor en el Perú de la modernidad y de la idea de progreso europeicentrista a través del método científico de la arqueología, etnología y folklore.  La población indígena fue tomada como objeto de estudio y considerada como incapaz de generar conocimiento propio. En tal sentido, la cultura viva tradicional peruana tuvo aceptación dentro del orden imperialista, solamente arquologizada, museologizada y folklorizada.   Y el indio como tal, sólo sería asimilado previa asepsia, es decir, después de fumigarle el cerebro anualmente en la escuela para extirparle su cultura.

El indio necesita educación para que aprenda formas civilizadas de vivir, para que sea más apto para la agricultura...

         En el llamado Oncenio de Leguía (1919-1930) se sintieron los efectos de los grandes descubrimientos arqueológicos y los movimientos sociales.  Dichos sucesos impactaron en la sensibilidad y pensamiento de un sector de artistas e intelectuales que generaron la visión de un país integral.  Ellos fueron: Emilio Romero, Hildebrando Castro Pozo, Luis E. Valcárcel, V.A. Belaúnde, J.C. Mariátegui, V.R. Haya de la Torre, el pintor José Sabogal, etc. Aunque, la mayoría, sin un contacto directo y vivencial con los indios, dieron a conocer -a través de sus propias obras- la originalidad del arte precolombino, la vitalidad del Arte Popular Peruano y plantearon las reivindicaciones indígenas.  Algunos de esos artistas e intelectuales se les motejó, simplemente, de indigenistas.  Gracias al movimiento generado por ellos, especialmente por Sabogal, el Arte popular Peruano –aunque descontextualizado- tuvo aceptación en estratos sociales urbanos. Y el arte precolombino ingresa en el diseño del mobiliario y la decoración de interiores.  Esto último, debido a Elena Izcue (1889-1970), quien obtuvo una beca del gobierno de Leguía para viajar a Francia.

         El llamado Oncenio de Leguía fue un periodo sumamente dinámico y de grandes sucesos.  Mediante La Patria Nueva, política que sustentaba su régimen, Leguía construyó grandes obras de infraestructura y de saneamiento; así preparó el país para la recepción de las inversiones norteamericanas que pasaron a sustituir a las del imperialismo inglés.  Y aceptó misiones extrajeras para modernizar los sectores de la administración pública.  Y, también, misiones religiosas norteamericanas, para erosionar la cultura andina, en nuestro caso, el arte popular.*

         Durante el gobierno de Leguía se creó la sección Asunto indígenas en el Ministerio de Fomento.  Ahí acudían los indígenas a hacer su catarsis.  También auspició congresos indígenas con numerosas delegaciones.  Los indígenas de Cotahuasi le obsequiaron una extensa alfombra anudada de fibra de alpaca para el palacio de gobierno por la promesa de una obra pública para su localidad..  (Alfombra que existió hasta el gobierno de Fujimori).  Auspició el reestreno de la ópera Ollanta con funciones gratis para escolares, soldados y obreros.  El pasado incaico se idealiza, pero se le congela para tornarlo inocuo.

         El arte y el arte popular fue utilizado por  el gobierno e Leguía para lograr consolidarse y facilitar la aceptación de las inversiones norteamericanas.  Es decir, el gobierno, por una parte, se camufla con las referencias a un pasado idealizado y dislocado.  Así mismo, el arte popular es utilizado como maniobra distractora para desviar  las presiones populares.  Esta es la lección de manejo político del gobierno de Leguía.

LA NUEVA VISIÓN

         Actualmente, el arte popular sigue vigente en las naciones pobres del mundo debido a la desocupación y, por consiguiente, al bajo costo de la mano de obra y también por la pervivencia de las culturas originarias. Los pobres de todo el mundo son exprimidos para “competir” en el mercado mundial de la artesanía o arte popular.

         En este período la producción se destina a nuevos consumidores urbanos del Perú y del mundo, ello obliga a los artesanos o artistas populares a modificar en parte sus procesos de elaboración y en algunos casos sus diseños para satisfacer a un consumidor que no conocen y que tampoco comparten sus patrones culturales.

         Sin embargo, de ahí han emergido grandes maestros del arte popular peruano.  Menciono solo a dos:  José Luis Yamunaqué, ceramista y escultor de Chulucanas y Máximo Laura Taboada, tejedor de tapices de Huamanga; cuyas obras son apreciadas y adquiridas por una elite en cualquier lugar del mundo y, a la vez, conservan su raigambre nativa.

         La acertada actitud de una elite que se distingue por incorporar el Arte popular peruano a los ambientes en donde se desenvuelve, debe trascender a otras capas sociales para humanizar nuestras vidas y evitar el vacío existencial de la modernidad.  En tanto, no se logre el respeto a la concepción del mundo de los comuneros del Perú en quienes permanece unificado el pensar y el sentir, tampoco se consolidará la nacionalidad.

Escrito:  Lima, 18/10/2004

Antonio Rengifo Balarezo

rengifoantonio@gmail.com

Fuente:
ARTESANÍAS DE AMÉRICA Revista Nro. 57  del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP)
Dedicado a las Artesanías del Perú

NOTA.-A la presente publicación se ha adicionado a la última línea del texto, la frase: tampoco se consolidará la nacionalidad. Además,  dos fotografías ...






Autor:  Jose Luis Yamunaque de Chulucanas, Perú
"Vasija con aretes"
Cerámica policromada
29 x 16 x 16 cm.
Técnica de la cultura Vicús:  piedra/paleta

Fotografía: Guillermo Ayala Jacobs






 


























* Max Uhle, Impresiones de la Sierra.  Puno, 17-02-1907.  Tomado de Yazmín López:  Max Uhle y La Narración Oral andina, p. 77.  En: El Cóndor y el Zorro.  Ed. Embajada República Federal Alemana - Centro de investigación Universidad Ricardo Palma (Lima-2003)

*Valcárcel creyó que el indio adventista era el nuevo indio porque no asistía a las fiestas patronales, se cortaba el pelo, vestía a la manera occidental, etc. Mariátegui, quien prologó el libro de Valcárcel Tempestad en los Andes, le advirtió ante su ingenuidad:  las misiones adventistas son la avanzada del imperialismo anglosajón.

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