domingo, 3 de octubre de 2021

LÁPIZ CON BORRADOR

 


Escribe: Milcíades Ruiz

Como es norma en todo el mundo, hemos tomado el triunfo electoral de Perú Libre como corresponde consuetudinariamente. Son los partidos políticos los que compiten y el ganador, es la persona jurídica, más no las personas naturales. Triunfó el lápiz, pero el borrador hace desaparecer lo escrito y se esfuma como el gas de Camisea.

Todas las disposiciones del proceso jurídico electoral, giran en torno a los partidos políticos. Por consiguiente, el actual, es el gobierno ejecutivo del partido Perú Libre, como se ha reconocido siempre a los partidos políticos que ganaron las elecciones a lo largo de república. La asamblea general de los partidos, designa a las personas que los representan y estas, deben lealtad a la línea política de sus asociaciones políticas. El partido está por encima de cualquier militante y no, a la inversa.

Como en toda asociación civil, el ingreso y retiro es voluntario. Aquel que no está de acuerdo con la línea política del partido puede renunciar. Pero si en representación del partido postula y accede a un cargo público, este se lo debe al partido, al cual la persona, natural solo lo representa. Si en el ejercicio de esta representación se desliga de su representada, es impropio llevarse el cargo que no le pertenece. Sería un delito de usurpación representativa, estafa política, apropiación ilícita y contra la fe pública.

Es lo que hacen los tránsfugas parlamentarios. El cargo público no es propiedad privada. Así también, las asociaciones políticas pueden sancionar y expulsar a los miembros nocivos al estatuto, o que perjudiquen la buena imagen del partido. Es lo podría hacer Perú Libre, aplicando su estatuto a quienes corresponda. Nadie es el dueño del partido. La asamblea general es la máxima autoridad.

“Perú Libre”, ha sido acreditado por el JNE pues, en cumplimiento de la normatividad electoral, se ha presentado textualmente, como un partido “antiimperialista, revolucionario y propugna la autodeterminación de los pueblos, tiene fijado como tarea principal la integración y unidad de los peruanos en defensa de nuestra soberanía y patrimonio nacional, como base fundamental para mejorar las condiciones de vida de la gran masa de peruanos desfavorecidos”.

“Su lucha está orientada a la instauración del socialismo, en conjunción con los sectores progresistas, estudiantes, empleados, obreros y campesinos, con una verdadera democracia, en el que no haya lugar la explotación y discriminación del ser humano. Su posición internacionalista nos hace solidarios con todas las organizaciones del mundo que luchan por el socialismo, por la paz y la justicia social.”

Esta es su línea política, aceptada formalmente por el JNE como se ha hecho respectivamente, con los demás partidos inscritos. Por consiguiente, es su derecho a gobernar conforme a esos propósitos, legalmente aceptados por el vigente “estado de derecho”. Querer obligar a Perú Libre para que vaya contra propia concepción de gobierno, traicionando sus principios ideológicos, es ilegítimo, por más que utilicemos subterfugios en nombre de las libertades democráticas.

Este mismo derecho es el que se le ha reconocido siempre a los partidos de derecha y no hay por qué, negárselo a la actual administración. Otra cosa es que no pueda aplicar sus enunciados. Son las condiciones imperantes, las que determinan la factibilidad de los propósitos. Los hechos reales, suelen ocurrir de manera diferente a la teoría, porque intervienen una serie de factores de diversa predominancia que configuran una situación favorable o no.

Querer, no es poder. Sobreponerse a los factores adversos, requiere de una fortaleza de convicción ideológica a toda prueba. Si no la hay, o es, solo en parte, habrá siempre el riesgo de desviaciones y claudicaciones. Influye la calidad de la militancia y la capacidad institucional, cuya solvencia determina si está en condiciones de asumir el reto. Si no lo está, se verá obligado a improvisar y buscar ayuda, para cubrir deficiencias. Pero hay ayudas buenas y malas.

De lo que conozco sobre el proceso de desarrollo de la asociación Perú Libre (PL), es que empezó modestamente como organización política regional para luego tener débil presencia nacional. La necesidad de crecer hizo que proliferaran los oportunistas de toda índole. Buscó aliarse con otros movimientos de izquierda, pero sin éxito. Hizo alianza con “Democracia Directa”, partido surgido de traficar con los reclamos de los jubilados y usado como “vientre de alquiler, por Gregorio Santos. Esta alianza tampoco prosperó.

En los últimos años, se introdujeron activistas clasistas y, sindicalistas magisteriales que fueron tomando predominancia. Con motivos electorales llegaron otros invitados izquierdistas y, los militantes antiguos fueron desplazados por los recién llegados, que manejaban un leguaje político más amplio. Esta primera injertación dio lugar a otra predominancia ideológica. Impedimentos judiciales, hicieron que el candidato a la presidencia en las últimas elecciones, no fuese el líder del partido Vladimiro Cerrón, sino Pedro Castillo. Tampoco se vislumbraban posibilidades.

Por circunstancias del momento histórico social, el electorado inesperadamente le dio preferencia al candidato de PL, Pedro Castillo, que por ello pasó a segunda vuelta electoral. Ignorábamos que el triunfador provenía del partido “Perú Posible”, en el que militó por 15 años, pero ahora representaba a un partido de izquierda. Solo importaba esto y así, lo consideramos con mucho cariño, aunque sus colaboradores cercanos decían que no lo era claramente.

Los halagos de la izquierda no se hicieron esperar y de pronto se encontró que tenía que asumir un libreto netamente de izquierda y enarbolar sus banderas. Para la segunda vuelta electoral, hubo necesidad de ratificar el triunfo y asegurar el apoyo de otros movimientos populares asumiendo compromisos de cogobierno con el frente de izquierda que lidera Verónica Mendoza y, con el movimiento “RUNA”.

Esta segunda injertación, también traería sus consecuencias. El 5 de mayo pasado, Pedro Castillo, no como persona sino en representación de Perú Libre, y Verónica Mendoza en representación del “Acuerdo Político Nuevo Perú/Juntos por el Perú”, firmaron una Declaración Conjunta comprometiéndose a “…construir un nuevo pacto social a través de una Asamblea Popular Constituyente”. Pero el borrador del lápiz está haciendo una mala pasada.

Obtenido el triunfo definitivo en segunda vuelta, armar el equipo de gobierno se tornó problemático, porque no había la calidad requerida en propias filas. La injertación de alianzas hacía perder unidad ideológica. Al iniciar el mandato hubo otra injertación de derecha en la cancillería. Esta mezcolanza ocasionó versiones gubernamentales sobre temas políticos puntuales que no concordaban. La yuxtaposición ideológica produjo desavenencias que no fueron encausadas, ni acopladas por un liderazgo presidencial.

Ante el vacío de liderazgo gubernamental, aparecieron varias cabezas supletorias: Vladimir Cerrón queriendo hacer prevalecer la línea del partido, el premier Guido Bellido tomando iniciativas inconsultas, el ministro Aníbal Torres, fungiendo como el otro yo del presidente, el canciller Maúrtua actuando al margen con su propia política, el ministro Francke llevando de la mano al Presidente. Cada uno jugando para su santo.

Desde la izquierda, no convendría criticar las falencias del gobierno ejecutivo, encumbrado por Perú Libre y sobre el cual, recae una lluvia de ataques desestabilizadores, lanzados desde la derecha mediante su poder mediático. Pero entonces, ¿Salimos en su defensa ciegamente a pesar de que cada vez se aleja más de los deseos de izquierda? Entre nos, si podemos expresar lo que pensamos, a su debido momento y no cuando ya es tarde.

Está en juego, la imagen de gobierno de la izquierda en general, porque la derecha no hace distingos. Por ello, quisiéramos que esta gestión gubernamental sea exitosa en lo económico, social y en sentar las bases de una nueva república. Pero nuestro gallo no responde a las expectativas. Quizá porque la trayectoria toledista, pesa más que el izquierdismo forzado. Se le ve atolondrado, porque lo jalonean de uno y otro lado. Entonces prefiere “estar bien con Dios y con el diablo”, dice y se desdice según interpósita persona.

En campaña electoral, decía “No más pobres en un país rico”, pero al igual que Toledo y Kuczynski (también toledista), fue en busca del imperialismo yanqui para ofrecerse ante los ricachones empresarios norteamericanos y decirles: “No tengan temor de invertir en Perú, les damos todas las garantías”. “El Perú es un país atractivo, no solamente turístico sino también, por los recursos que tiene en su subsuelo”. Sí, pues, más extractivismo, primario exportador, más entreguismo de nuestros recursos naturales.

Pero el imperialismo yanqui, tantas veces maldecido por la izquierda, seguramente se habrá preguntado. ¿Bajo qué garantías? ¿De la constitución vigente o de la nueva constitución para la cual se recolectan firmas? A lo que, el ministro Francke respondió: “El gobierno no promoverá una nueva constitución”. Estando en esto, inesperadamente el premier lanzó el asunto de renegociar el contrato sobre el gas de Camisea, dejando mal parado al presidente Castillo, pues en el consorcio concesionario están los intereses del imperialismo yanqui, Hunt Oil Company, y otros inversionistas.

Lo dicho me expone a malas interpretaciones, pero aclaro que no tengo nada que ver con Perú Libre ni defiendo a Cerrón. Si es un corrupto está por verse. Si fuera el caso, lo repudiaré. La verdad, es que, el Plan de Gobierno de PL (Cap III) aceptado por el JNE, dice textualmente lo siguiente:

«Como medida no descartada frente a no aceptar las nuevas condiciones de negociación, el Estado peruano debe proceder a la nacionalización del yacimiento en cuestión de los sectores mineros, gasíferos, petroleros, hidroenergéticos, comunicaciones, entre otros. En algunos casos solamente debe recurrirse a la nacionalización y no la estatización, indemnizando al privado lo invertido y administrando el total de las utilidades generadas, industrializando el país, generando empleo, fortaleciendo los sectores estratégicos (educación, salud, agricultura, defensa, etc.), y sosteniendo los programas sociales». (…) «Punto aparte merece la estafa al Perú respecto de la explotación del gas de Camisea. PlusPetrol Camisea compra al Perú a 0.54 USD el millar de pies cúbicos de gas (mientras Bolivia lo vende a 7 USD, Chile 10 USD y Argentina a 15 USD) y lo revende entre 10-14 USD. Paga al Perú regalías e impuesto a la renta 1,135 millones USD y no los 23,000 millones USD que corresponden por los precios de mercado. Los 23,000 millones USD equivale al monto de 75,900 millones de soles, es decir, el presupuesto anual de 340 gobiernos regionales.

(…) «Pluspetrol Lote 56, no declaró utilidades netas el 2018, pero reporta ventas de 207 millones de USD y años anteriores había declarado 158 millones de USD de utilidades netas. Así como Pluspetrol Lote 56, oculta información, también lo hacen Primax, Repsol, Peruana de Combustibles, Gas Natural Lima Callao, Hunt Oli Company SP, Repsol Marketing, Solgas, Cía Operadora de Gas de la Amazonía – COGA, Llama Gas, Herco Combustible, etc».

Bueno pues, si Pedro Castillo accedió a la presidencia con este Plan de Gobierno, no podría negar su pertinencia. O, es que el borrador del lápiz interfiere. “Estar bien con Dios y con el diablo” genera incertidumbre, tanto en la izquierda, como en la derecha. Es de imaginarse el cruce que tendrán los “clasistas” magisteriales. Pero a todos nos concierne, tener confianza en el gobierno ejecutivo de izquierda. Muchos socialistas capacitados quisieran ayudar. Ojalá se les permita.

Esta es solo una apreciación particular, como ustedes tienen la suya. Quizá es muy pronto para calificar el desempeño gubernamental. Disculpen las objeciones. ¿Qué hacemos? ¿Rezamos? ¿Ustedes qué dicen?

Octubre 02/ 2021

Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/

 

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