jueves, 3 de marzo de 2022

NOS ESCONDEN QUE LAS FUERZAS AUTONOMAS DEL MERCADO Y EL IMPERIO DEL CAPITAL SON LA CAUSAS DE LA POBREZA

 


27 de febrero de 2022

Autor/a: Alejo Lerzundi

Enrique Dussel en “En las Metáforas Teológicas de Marx” dice: “La economía de mercado se fetichiza para tratar de ocultar la creciente pobreza y las tensiones sociales que provoca el capitalismo en gran parte de Occidente. La intención ideológica del fetichismo consiste en tratar de inculcar la idea de que fuerzas autónomas inciden sobre los precios, los salarios y la suerte económica de los seres humanos. De esta manera se oculta el papel del capitalista en la imposición de una forma de organizar la economía que enriquece a una elite y empobrece a los demás miembros de la sociedad.”

Las fuerzas autónomas son los capitalistas que en el Perú, andan invisibles, no ocupan los espacios en los medios, no son nombrados, no dan entrevistas. Después de Velazco y durante Sendero Luminoso, los ricos son satanizados e identificados como causantes de los males sociales. Después la delincuencia tomaría cuenta de las calles y cualquiera que mostrara signos de riqueza, eran atacados y muchas veces muertos para robarles. Ahora estos ricos viven escondidos, resguardados detrás de muros enrejados y cuidados muchas veces por la política nacional.  

Antiguamente existían revistas sociales y del amor que mostraban a los personajes de la alta sociedad con participación de algunos políticos selectos (se usaba para encandilar emergentes sociales en el poder), se hablaba de la moda, las joyas, del champan o la marca del wiski o el vino que se consumía.  Las fiestas de la “socialité” no son noticiadas, se realizan en lugares exclusivos con todas las garantías de seguridad, muchas se hacen en el extranjero o lugares a los que se llega en helicóptero o yates exclusivos. Actualmente parece que no existieran estas fiestas, ni los personajes de la alta sociedad. Los medios de comunicación que son de su propiedad ya no se ocupan de ellos. Son fetichistas del anonimato.

Sin embargo existen algunos empresarios de menos rango, tocados por la mosca azul del poder y la política, ilusos que van al sacrificio, tenemos a Máximo San Román (metal mecánica, fue vicepresidente de la república),  Benavides Correa (Minas Buenaventura, es eterno candidato), Carlos Añanos (Kola real, fue candidato a vicepresidente de la república), Pedro Pablo Kuczynski  ( Minería y empresas financieras, fue presidente de la república), Martin Vizcarra, ( C&M Vizcarra S.A.C,  fue presidente del Perú)  y López Aliaga (Empresa de valores y hotelería, es representante parlamentario). Todos, son tontos útiles con procesos judiciales por corrupción. Todos los ex fueron abandonados a su suerte y, con los actuales harán lo mismo una vez que cumplan sus papeles de figurante.

Según Marx, el papel del capitalista es imponer la organización de la economía para enriquecer a una elite y empobrecer a los demás miembros de la sociedad. En el campo de la economía es la mercancía convertido en «fetichismo», como algo que surge y reside dentro de las mercancías mismas, y no de la serie de relaciones interpersonales que producen la mercancía y evolucionan su valor de cambio. Lo enigmático de la forma mercancía consiste, pues, simplemente en que devuelve a los hombres la imagen de los caracteres sociales de su propio trabajo deformados como caracteres materiales de los productos mismos del trabajo, como propiedades naturales sociales de esas cosas. Se trata de un enfoque en el cual una determinada conciencia social sirve de sostén de determinadas etapas del desarrollo estructural. Surge cuando impera el régimen de la producción de mercancías basado en la propiedad privada.

La idea del «fetichismo de la subjetividad» se basa en la supuesta soberanía del consumidor, la idea del sujeto libre para de elegir entre todas las opciones que ofrece el mercado. Cuando en realidad son prácticas especializadas de las empresas por la identificación y clasificación de clientes que multiplica las tácticas divisorias y exclusivistas a partir de criterios de rentabilidad potencial del usuario, es decir, de potencialidad de crédito del que dispone el cliente. Zygmunt Bauman dice, “ser el promotor del producto y el producto mismo que se promueve se ha convertido en la esencia de la nueva sociedad de consumidores que, a diferencia de la anterior sociedad de productores, recicla a sus miembros bajo la forma de bienes de cambio capaces de atraer clientes y generar demanda”. A partir de este argumento central se desprenden las tipologías que el sociólogo polaco presenta alrededor de conceptos como consumismo, por oposición a consumo; sociedad de consumidores y cultura consumista para finalmente señalar los invisibles —por omisión e indiferencia— daños colaterales del consumismo y sus repercusiones en la política, la democracia y la preferencia por diferentes sistemas de valores.

Las transformaciones del Estado, basadas en la transferencia de la reconversión laboral a los mercados; es decir, su radical desregularización y privatización y al mismo tiempo (o precisamente como consecuencia de ello) las reglas del mercado que colonizan todas las formas de relaciones personales y vínculos humanos; la construcción de la identidad; el individualismo; la nueva visión de la pobreza y de la criminalidad basadas en el miedo y la incertidumbre; así como la preeminencia de la instantaneidad como precepto que permite el veloz olvido del pasado y la irresponsabilidad por las consecuencias del futuro, esa instantaneidad representada en la gratificación inmediata durante el acto del consumo.

La idea del «fetichismo de la subjetividad» se basa en la supuesta soberanía del consumidor, la idea del sujeto más libre que nunca para de elegir entre todas las opciones elegibles del mercado. Si Marx hablaba del «fetichismo de la mercancía» al criticar el ocultamiento de la interacción humana, o sea, de la fuerza de trabajo detrás del movimiento de las mercancías; Bauman apela a un fenómeno distinto que se instaura entre los críticos de la sociedad actual: «el fetichismo de la subjetividad». Así, lo que permanece oculto son las relaciones de compraventa detrás de la construcción de tal subjetividad, a partir del constante intercambio de identidades ad hoc que la cultura del consumismo permite: «compro, luego existo… como sujeto».

El antropólogo Michael Taussig en su trabajo El diablo y el fetichismo de la mercancía en Sudamérica examinó los fetiches latinoamericanos destinado a criticar el fetichismo europeo capitalista. Para el autor «el diablo es un símbolo que refleja adecuadamente la condición de alienación que experimentan los campesinos, cuando se transmutan en trabajadores libres» y “el fetichismo que se encuentra en la economía de las sociedades precapitalistas surge del sentido de unidad orgánica entre las personas y sus productos, y esto contrasta fuertemente con el fetichismo de las mercancías en las sociedades capitalistas”, luego, «el fetichismo precapitalista es, entonces, interpretado y concebido por los propios actores como una resistencia al fetichismo capitalista»

Dussel recomienda una relectura de Marx en muchos de los temas centrales de su obra y advierte, que el problema de la economía política ha sido abandonado en casi todos los espacios de discusión académica planetaria, como si los procesos esenciales del capitalismo se hubiesen modificado o hasta desaparecido con la caída del viejo “bloque soviético”.  Todo esto no cabe en las categorías que nos ofrecen las ciencias económicas contemporáneas: porque están mutiladas de su capacidad de sondar en lo más profundo de los símbolos; porque han sido cercenadas de sus capacidades para encontrar las raíces profundas de la organización económica, entendida como mecanismo de opresión y dominación.

En ese sentido, los nuevos fetichismos del capitalismo contemporáneo están anclados en las más inhumanas expresiones de maldad, perversión e infamia, porque buscan penetrar, literalmente hablando, en lo inviolable y en lo que tiene de sagrado el consumo. La violencia se ha apoderado de la racionalidad económica, no sólo por la depredación impuesta en su interna estructura organizativa, sino por el silencio y por la pretensión de ocultar lo que está a todas vistas: nuevas formas de fetichización del mundo que, en la locura del consumo ad infinitum impuesta a escala planetaria, no se conforma ya con la posesión, acumulación, sino en la destrucción absurda de los bienes e incluso del mundo circundante.

La economía planetaria ha dado pie a una horripilante dinámica de destrucción y de violación de lo esencialmente humano. La lógica del consumo contemporáneo busca, en lo extremo de lo profano, destruir los últimos resquicios de lo sagrado que, en las figuras arquetípicas y en lo profundo de las psicologías colectivas, sigue expresándose fundamentalmente en la corporeidad humana. Los fetichismos contemporáneos son tales, que cuentan además no sólo con el silencio cómplice de las autoridades estatales, producto del vaciamiento de las soberanías de los estados, sino con el silencio y la mirada que esquiva la realidad cotidiana de la transgresión sin límites a través de la posesión y la fractura de los cuerpos.

La educación peruana es incapaz de sondar y desentrañar estos nuevos fetichismos, Las reformas educativas, se han enfrascado en la cuestión de género, cuyo entendimiento también está fetichizado y no tiene salida posible por la intemperancia de los políticos conservadores. Precisamos de una nueva disciplina que estudie el origen de la riqueza de pocos peruanos, que detentan el poder ininterrumpidos desde hace 200 años, sus relaciones con el poder formal y los argumentos éticos para perpetuar el dominio del capital y sus privilegios.  Es la posibilidad, para develar el manto que cubre la realidad y tergiversan nuestras consciencias para impedir la generación de una sociedad más justa, solidaria y más humana.

Fuente: https://ceadesperu.wordpress.com/2022/02/27/1266/

 

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