viernes, 7 de febrero de 2025

LA RISA, ARMA DE COMBATE

 

Publicado el 7 de febrero de 2025 / Por Iñaki Urdanibia

 

«Nada hay más ajeno al humor que el dogmatismo y el sectarismo. De ahí que el humor resulte revolucionario»

                                                           Sergio Vilar

«…La Risa debería ser un instrumento de combate y como elemento de Resistencia (primero) y como eje de cohesión (después)[…] Olvidémonos, pues de todo valle de lágrimas (o mejor dicho, riámonos de él) y construyamos un paisaje de alegres risas»

Muchas veces se ha afirmado que al poder no le gusta el humor, la risa; y la práctica lo ha confirmado, y de manera más notable en los regímenes autoritarios, y es que el poder para ellos es una cosa muy seria y con respecto a él no caben frivolidades, ni risas que de hecho resultan críticas; esto no deja de ser cierto que el poder, los poderes, se ríe de nosotros, los ciudadanos, a carcajadas, aunque estas se vistan de lindas promesas y fórmulas bonitas. Al poder no le gusta la risa, con esta frase de Dario Fo se titula la Introducción del libro de Roberto Peña León (Madrid, 1968): «La risa y la filosofía», publicado por Dado Ediciones. Asociar la risa con la filosofía no parece que sea cosa de risa, sino que supone introducir esa reacción humana en el terreno de la seriedad del saber y la reflexión, si bien algunos sesudos filósofos han considerado una pérdida de tiempo y una falta de seriedad dedicar alguna línea a una frivolidad. Dicho esto, sí que hay algunos pensadores de primera línea que han analizado esta característica que se ha señalado como signo distintivo de los seres humanos, como los únicos animales que se ríen. Sea como sea, la risa es cosa muy seria y hay risas que son claras posturas resistentes al poder como aquellas vertidas, por ejemplo, en El buen soldado Svejk del checo Jaroslav Hasek, modelo continuado a su modo por el inolvidable Gila, o las entregas de Ilf y Petrov, o Mijail Bulgakov en la URSS, no teniéndolo fácil el último de los nombrados con el jefe del Kremlin…más cerca, no lo tenían tampoco fácil las revistas de humor en los tiempos de Frasco Que diga, Franco), como el paradigmático caso de La Codorniz, y aún en estos tiempos recientes polvareda y otras cosas han levantado algunas revistas satíricas que no se privaban de dirigir su humor a la religión (¡blasfemia!) a la monarquía y a otros poderes…censura, pues, y los límites de la risa y la crítica impuestos, denunciados de manera realmente certera por el situacionista Raoul Vaneigem que defendía que todo se puede decir, que nada es sagrado; precisamente el secuestro de El Jueves…al final. Mas no me olvido, que me voy, del libro que provoca este comentario. A ello voy.

Roberto Peña aclara su acercamiento a la risa, que al principio consideraba como una afilada arma frente al poder, viendo también que la risa no le gustaba tampoco a la filosofía, trayendo a colación algunas descalificaciones y prohibiciones de reírse por parte de doctos doctores de la Iglesia, con ella se topa una y otra vez en este mundo de dios, y de algún estadista de tiempos posteriores; vamos que al poder no le gusta la risa, y a la filosofía tampoco. Solamente más tarde, en los tiempos renacentistas, se abrió la puerta a lo que en la Antigüedad y la Edad Media estaba desterrado, y como pionero el Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam, al que siguieron algunos otros, y ya en el siglo XIX y el XX es cuando se comienza a investigar acerca de la risa, más por las lindes de la psicología y la sociología, que las del serio campo de la filosofía, en especial académica. Hay una curiosa cita de Simon Critchely que utiliza Peña León, en la que se compara al filósofo con el cómico, en el sentido de que el primero invita a una mirada de las cosas y los hechos desde un lugar que no es el habitual, como una mirada marciana, que me trae al recuerdo por asociación aquello que dijese Gilles Deleuze de que «hacer el idiota siempre ha sido una función de la filosofía». A partir de estas líneas de presentación, el autor marca el camino que va a seguir: dilucidar qué es la risa, para posteriormente ver su relación con la filosofía y con el poder.

Roberto Peña León se entrega a la tarea hurgando en los pagos de la etología y en el evolucionismo darwiniano, señalando algunos rasgos comunes entre los humanos y otros animales, incidiendo en el establecimiento de una genealogía, estudiando el origen filogenético de la risa y se detiene en algunos estudios sonográficos realizados por algunos investigadores grabando a diferentes animales…al tiempo rechaza la risa como propiedad exclusiva de los humanos, sacando a relucir varios casos de ratas (su reacción ante las cosquillas), perros y más adelante de los grandes simios, sacando a relucir las variaciones evolutivas, y subrayando las coincidencias entre de la risa y el lenguaje…curioso resulta la presentación de algún caso de un ser que vivió en estado casi natural con lobos y otros animales…y sus descripciones acerca de la risa de éstos. Entran en juego la biología y la anatomía, y son expuestos los mecanismos y coordinación musculares faciales a la hora de reírse. Son distinguidas la risa infantil o natural y la adulta o cultural, sin obviar la sonrisa genuina, mereciendo especial atención Duchenne, quien colaboró con Darwin en el terreno de los sentimientos humanos. Se presentan diferentes estudios acerca de los diferentes tipos de risa, diferenciándola de la sonrisa.

Tras las amplias lecciones de risología, el autor pasa al terreno de la psicología, cuyo principal foco de interés se convirtió en la fisiología, y posteriormente se entra en la historia de la filosofía, ateniéndose a la clasificación de Antigüedad en donde expone las ideas de Platón y Aristóteles, siendo ambos con ciertas diferencias, crítico con la risa, y considerándola solamente como burla y superficialidad. Rastrea en los estoicos y los cínicos, viéndose que estos últimos si practicaban la risa, y nombra a Lucrecio, y la Luciano de Samosata que escribió un trabajo francamente pleno de risa y humor. Como para tomar impulso -teniendo en cuenta el carácter teocéntrico de la Edad Media- recurre a los orígenes del judaísmo y al ejemplo de Abraham e Isaac, dejando ver que Yavé, muestra su carácter burlón que queda plasmado hasta en el propio nombre del hijo de Sara y Abraham: Ríase Dios o Dios ríe. El Yavé bíblico es un ser terrorífico que odia y se burla de la inferioridad de las criaturas…estas afirmaciones son confirmadas con algunas citas de los Salmos, los Proverbios, etc. y viéndose que tampoco en el Nuevo Testamento tuviera cabida la risa. Queda claro que Tomás de Aquino denostaba la risa por el camino ya consagrado. Lo dicho no debe llevar a pensar que el medievo fue triste ya que hubo herejes y la risa popular florecía por doquier.

Pasa después el autor a la Edad Moderna, y destaca que fue en el Renacimiento, Erasmo de Rotterdam dio la señal de salida, con su Elogio de la locura, desprendiendo al autor de las posturas que le han asociado a diferentes credos religiosos; destaca igualmente el papel que en estos tiempos jugaron los escritos de Joubert. A Descartes no le gustaba la risa, que desde luego no pertenecía a la esfera de la res cogitans, del mismo modo que Hobbes también la despreciaba. Spinoza fue en este orden de cosas un soplo de aire fresco al valorar la risa como una de las formas de expresión de la alegría, amén de la expansión del alma. En lo que hace a la Ilustración, toma como ejemplos a Voltaire y a Kant; el primero dedicó una entrada a la risa en su Diccionario filosófico, valorándola como expresión de alegría frente a la visión predominante hasta entonces que era de fijarse única y exclusivamente en el tono burlón; Kant la encuadraba dentro de la estética en su Crítica del juicio, considerando que no era intelectual sino corporal. En lo que hace a la Edad Contemporánea, se ve cómo Hegel distinguía entre la risa del populacho y la intelectual, valorando obviamente la segunda. El que sí que dedicó reflexiones a la risa, fue Schopenhauer en El mundo como voluntad y representación, daba razón de la risa, repitiendo ciertas ideas del nombrado Joubert, como respuesta a la incongruencia que se da entre la intuición y el concepto. Finaliza la travesía con Nietzsche, quien a pesar de no dedicar atención específica a la risa, sí que la valoró. No me extenderé, que bastante lo estoy haciendo ya, en las valoraciones y explicaciones que expone el autor con respecto a Freud, Spencer o Bergson a quien considera, con justicia, un certero analista de la risa y sus diferentes funciones sociales de denuncia o bien de gozo…otros también son llamados a capítulo: Spencer, Plesnner o Peter Berger…Es de destacar que las pinceladas que traza Roberto Peña León, abarcan más allá de la risa, algunos se los aspectos esenciales de la filosofía de los autores a los que presenta, encuadrando la risa en la obra general de éstos.

En la tercera parte entramos en la risa ante el poder, la Risa de resistencia, o risa constituyente frente a risa constituida. Es de destacar los lazos que establece el autor en este apartado con posturas expuestas con anterioridad, lo que hace que se de una exposición en red, a la vez que ubica algunas ideas de los autores tratados en relación al tema que le ocupa en este espacio; añadiré que esta retoma o recuerdo sirve en gran medida a modo de resumen y aclaración de las ideas expuestas, buscando apoyo en algunas de ellas para aclarar su posición. Reivindicación especial merece Spinoza retomado por Damasio. Papel especial es reservado a los análisis de Bajtin y su estudio sobre Rabelais…con guiño especial, acerca de las explosiones festivas, a los sanfermines de Pamplona… y una cerrada reivindicación de la risa de resistencia y una invitación a reírse, con apoyo en las siempre ocurrentes anécdotas de Slavoj Zizek y otros sobre lo crudo que era el uso de la risa y del humor en los países del este europeo….

Dos anexos, además de una selecta bibliografía, cierra el recorrido: uno, dedicado a Dario Fo, resistencia hecha carne, y dos: El Jueves, resistencia hecha papel.

Concluiré diciendo que, como no podía ser de otro modo en alguien que reivindica la risa, el humor y algunas gracias atinadas salpican la docta exposición, y es que la risa es algo muy serio…y Roberto Peña León ha realizado el trabajo -según confiesa- «con la mayor alegría (y entre risas, claro)».

Banda sonora: si a algún lector le cuesta reírse, puede ver, y oír, en YouTube: Henri Salvador «Fugue en aire»…quizá se le contagie.

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared

Fuente: https://kaosenlared.net/la-risa-arma-de-combate/

 

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