domingo, 10 de agosto de 2025

EUDOCIO RAVINES, la APRA y el PCP

 


(Primera parte)

(13 de mayo de 2015) (*)

Por Miguel Aragón

Algunos pocos investigadores, de un sector del amplio y variado movimiento socialista peruano, nos encontramos en pleno estudio y debate de los alcances y trascendencia   de los Acuerdos de la Reunión de Barranco de octubre de 1928 (01), y de nuestras tareas actuales, que derivan como consecuencia de esos acuerdos.

Indudablemente que esta investigación forma parte del necesario e imprescindible debate teórico y político, debate que justamente tiene como objetivo fortalecer la unidad programática de los socialistas peruanos, como parte sustancial de la más amplia unidad del proletariado y del pueblo peruano. Sin este objetivo práctico que tenemos por delante, no se justificaría participar en este debate. Queda claro entonces, que el objetivo de esta investigación y debate, es eminentemente práctico, fortalecer la unidad para luchar contra el enemigo común   continuar trabajando por el cambio social. 

Uno de los pocos participantes en este debate, apresurado él, está muy urgido en querer arribar ya, “ahora mismo”, de “inmediato”, a conclusiones definitivas, sin realizar las investigaciones necesarias que le permitan sostener sus conclusiones con un copioso alegato, por eso su uso y abuso excesivo de adjetivos, a falta de mayores sustantivos.  Por otra parte, no ha faltado otro comentarista que considera que esta investigación es un “tópico superado”, y nos ha vuelto a repetir los ya conocidos, como superados, “lugares comunes” del pasado. Un tercer comentarista   ha reducido esta investigación y debate al nivel de una comedia risible (un “hazmerreir” nos ha dicho, en nerviosa postura irónica), argumento con el cual él pretende seguir ocultando sus responsabilidades individuales en la grosera tergiversación de varios de los hechos históricos que son materia de esta investigación.

Por mi parte, yo considero que antes de pretender llegar “de inmediato” a conclusiones definitivas, en primer lugar tenemos que revisar con la debida atención, y difundir entre las nuevas generaciones de activistas, tanto los antecedentes, como el desarrollo, y las consecuencias posteriores   de la trascendental Reunión de Barranco del 7 de octubre de 1928.

Este es un debate a mediano plazo, recién estamos volviendo a plantear los nuevos términos de la investigación y del debate. Sería muy arbitrario de mi parte afirmar que “recién está comenzando el debate” (o “la historia comienza conmigo”), porque lo cierto es que, estamos reanudando y continuando un largo debate que comenzó hace más de ochenta años, en el cual ya han participado tres generaciones aportando nuevos argumentos, y no obstante el tiempo transcurrido, todavía hay muchos aspectos por seguir esclareciendo.

Como parte de esos antecedentes, que es por donde debemos continuar la investigación (o sea por los antecedentes, para después llegar a las consecuencias, y no a la inversa), necesariamente tenemos que ubicar el verdadero papel desempeñado por algunos personajes de ese tiempo en que se realizó la Reunión de Barranco. Entre otros, por ejemplo, falta conocer el verdadero papel desempeñado por   Eudocio Ravines, un individuo al cual, entre otras cosas, se le ha calificado y se le sigue calificando muy a la ligera de “traidor”. Y yo me pregunto ¿traidor a quién? Considero que Ravines nunca traicionó al proletariado ni al socialismo peruano, por la simple razón que “él nunca se identificó con el proletariado, ni con el socialismo”. Desde sus inicios él se identificó con los intereses de otra clase social y con otro proyecto político contrario al socialismo (02).

I

Cuando se revisa el papel desempeñado por Eudocio Ravines en la historia social del Perú, la mayoría de los analistas y críticos, tanto de derecha como de izquierda, coinciden casi unánimemente en calificarlo como que temporalmente   fue “un cuadro político de la Internacional Comunista”, e incluso, en el colmo de la especulación y la arbitrariedad, lo han denunciado como un “agente de Stalin” en el Perú.  Pero que -- se apresuran en agregar--   años después Ravines se “volvió un renegado”, un “traidor al socialismo peruano”, y que finalmente terminó su vida como un “agente desembozado de la oligarquía peruana”.

Lo cierto es que, esas opiniones, salvo la última, no se apoyan en la realidad, solamente son el resultado de excesos especulativos, y cuando no, ojerizas contra la todavía incomprendida función de la Internacional Comunista en los países de Nuestra América durante la década de 1930, lo cual será materia de otra investigación.

Poco a poco, y desde hace varias décadas atrás, se va conociendo y demostrando documentadamente, que el verdadero fundador del Partido Comunista del Perú, Sección Peruana de la Internacional Comunista, fue Eudocio Ravines. Mariátegui no tuvo ninguna participación ni responsabilidad en esa fundación partidaria.  Y, a su vez, se va comprendiendo que ese partido político fundado por Ravines, no tenía, ni tiene, ninguna relación de continuidad con el proyecto partidario que José Carlos Mariátegui venía desarrollando a largo plazo, hasta las vísperas de su fallecimiento en abril de 1930.

En la Reunión de Chosica, realizada el 20 de mayo de 1930 (un mes después del fallecimiento de José Carlos Mariátegui), en la cual se fundó el Partido Comunista del Perú, reunión convocada y dirigida personalmente por Eudocio Ravines, no “se cambió el nombre del partido” como todavía siguen creyendo y escribiendo con ligereza algunos confundidos investigadores. En esa reunión, en la cual el máximo dirigente (Eudocio Ravines) y los sorprendidos dirigidos unánimemente se declararon “marxistas leninistas”, se fundó un partido, que era totalmente diferente en lo teórico, político y organizativo, al proyecto partidario que venían desarrollando la vanguardia de la primera generación de los socialistas peruanos que fueron dirigidos, hasta marzo de 1930, por José Carlos Mariátegui.  

 

II

Si bien, a la fecha ya se ha avanzado un buen trecho en el conocimiento y comprensión de las grandes diferencias, y la relación antagónica, existente entre el partido fundado por Ravines y el proyecto partidario de Mariátegui, tenemos que reconocer que, no obstante, el tiempo transcurrido, muy poco se conoce del papel desempeñado por Ravines en el desarrollo de la proyectada Apra (alianza popular revolucionaria americana).

Y todavía, mucho menos, se conoce de la relación y la influencia directa existente entre el desarrollo de la propuesta original de la Apra de los años 1926 y 1927, y el PCP de 1930. Influencia que, como un cordón umbilical, subsiste hasta la actualidad en las diferentes tendencias teóricas y facciones políticas en que se ha desintegrado el obsoleto partido comunista peruano. Esa influencia primigenia se ha expresado tanto en las tendencias más moderadas y reformistas, como la que fue dirigida durante muchos años por Jorge del Prado, como también en las más extremistas y aventureras, como la tendencia que dirigió Abimael Guzmán, pasando por otras tendencias como las dirigidas por Saturnino Paredes, Alberto Moreno y varios más, tendencias que hasta ahora se reclaman herederas del PCP.    

Todas esas tendencias y facciones del comunismo peruano, en el fondo han sido y siguen siendo tributarias del proyecto original de la Apra, improvisado proyecto desarrollado en forma conjunta por Eudocio Ravines y Víctor Raúl Haya (03).  

 

III

Para comprender el papel del individuo en la historia, necesariamente tenemos que partir por investigar las condiciones económicas y sociales en las cuales se desarrollaron, condiciones que, en última instancia, son las que determinan el desarrollo de sus ideas y su comportamiento práctico.  José Carlos Mariátegui (1894), Víctor Raúl Haya (1895) y Eudocio Ravines (1896), fueron tres personajes que nacieron y se formaron en el mismo tiempo. En su propia formación teórica y política, los tres personajes recibieron influencias de la misma y única realidad en la cual se desenvolvieron, pero desde diferentes ángulos.  Según la concepción materialista de la historia, toda realidad histórica siempre es una sola, pero las visiones e interpretaciones de esa única realidad en la mente de los hombres, por lo general son varias. 

Ravines nació en Cajamarca a fines del siglo XIX, en tiempos en los cuales en ese departamento del norte del país todavía predominaban en toda su potencia las viejas relaciones feudales heredadas de los tiempos de la colonización española, y recién comenzaban a penetrar y desarrollarse lentamente las nuevas relaciones capitalistas. En los aspectos económico y social, la principal manifestación de la herencia feudal era el trabajo artesanal, y la subsistencia del latifundio y la servidumbre; mientras que la principal expresión de esa herencia en los aspectos político y cultural era, y continúa siendo, el caudillismo de unos pocos y el servilismo de unos muchos. Para que el caudillaje personalista, heredado del feudalismo, sobreviva hasta el presente en las relaciones políticas y culturales del país, tiene que existir una base social servil. Las expresiones de esta pesada herencia cultural todavía abarcan y cubren todas las formas de organización social y política de la sociedad peruana, incluido el movimiento socialista peruano.

El joven Ravines --al igual que sus familiares y vecinos—que se venía formando en ese medio estático en el cual todavía predominaban las relaciones feudales, sintió el efecto corrosivo de las nuevas fuerzas productivas y relaciones capitalistas de producción que comenzaron a afectar al estático y tradicionalista ambiente rural cajamarquino. Esa etapa de naciente inestabilidad del viejo orden feudal lo afectó y le dejó huellas profundas social y espiritualmente a él, y a gran parte de la población de su entorno.

Un sector de la población del lugar, incluido Ravines, instintivamente asumió una posición defensiva, de rechazo a las nuevas relaciones, asumiendo una posición “anticapitalista”, e incluso “antiimperialista”, pero no para aprovechar y superar las relaciones capitalistas y remplazarlas por algo nuevo y superior (por el socialismo), sino para restaurar la estabilidad de las viejas relaciones sociales, que ellos, como muchos otros, todavía seguían añorando.

Un proceso mental similar ocurrió con su contemporáneo Víctor Raúl Haya, que había nacido y había vivido su infancia y juventud en la señorial ciudad norteña de Trujillo, próxima a Cajamarca. Mientras Ravines procedía de una de las capas pobres de la población cajamarquina, Haya procedía de las capas medias, que se confundían con los pequeños terratenientes del lugar. Pero en el fondo, en ambos personajes el efecto del desarrollo de las nuevas relaciones capitalistas en su estancado medio feudal, fue casi el mismo, por un lado, el rechazo instintivo a los cambios que introducía el capitalismo, y por otro lado la defensa de la estabilidad del viejo orden social tradicionalista. 

En el desarrollo de la mentalidad de José Carlos Mariátegui, el impacto del crecimiento de las nuevas relaciones capitalistas en el país, fue muy diferente. En mayo de 1929 Mariátegui escribió: “El feudalismo español se superpuso al agrarismo indígena, respetando en parte sus formas comunitarias, pero esta misma adaptación creaba un orden estático, un sistema económico cuyos factores de estagnación eran la mejor garantía de la servidumbre indígena. La industria capitalista rompe este equilibrio, interrumpe este estancamiento, creando nuevas fuerzas productoras y nuevas relaciones de producción. El proletariado crece gradualmente a expensas del artesanado y la servidumbre. La evolución económica y social de la nación entra en una era de actividad y contradicciones que, en el plano ideológico, causa la aparición y desarrollo del pensamiento socialista”.

A continuación, Mariátegui agregó: “Sin los elementos materiales que crea la industria moderna o, si se quiere el capitalismo, ¿habría posibilidad de que se esbozase el plan, la intención siquiera de un Estado socialista, basado en las reivindicaciones, en la emancipación de las masas indígenas? El dinamismo de esta economía, de este régimen, que torna inestables todas las relaciones, y que con las clases opone las ideologías, es sin duda lo que hace factible la resurrección indígena, hecho decidido por el juego de fuerzas económicas, políticas, culturales, ideológicas, no de fuerzas raciales” (04).

La influencia del crecimiento capitalista en las mentalidades de Ravines y Haya, fue diferente a la influencia recibida en la evolución de la mentalidad de Mariátegui. Mientras Mariátegui logró sistematizar e identificarse con las necesidades y aspiraciones de una   clase nueva en formación, como era el proletariado peruano; por el contrario, Ravines y Haya sistematizaron y se identificaron con las penurias y lamentaciones de una inestable clase social en proceso de descomposición, así ellos llegaron a ser los máximos exponentes del ideario del sector reaccionario de los medianos y pequeños propietarios desestabilizados por el crecimiento capitalista. Esa fue la raíz económica y social de su “antiimperialismo”, antiimperialismo de carácter reaccionario.

Notas del Editor.- Miguel Aragón.-

(*) Tenía previsto divulgar este comentario para el día 7 de mayo [de 2015], en el Aniversario 91° de La Gran Mentira del APRA, fecha en la cual supuestamente se fundó el APRA en México. Pero múltiples compromisos no me permitieron terminar de revisar y corregir mis apuntes para esa fecha. Tanto mejor, porque ahora espero enviar la segunda parte el día 20 de mayo [de 2015], en el Aniversario 85° de la fundación del Partido Comunista del Perú, que me parece sería una fecha más significativa que la anterior. 

(01) Como ya es (o debería ser) ampliamente conocido, la Reunión de Barranco se realizó el 7 de octubre de 1928, con la participación de nueve socialistas dirigidos por José Carlos Mariátegui, en la cual se acordó constituir el Grupo Organizador del Partido Socialista del Perú, y que algunos persisten erróneamente en la idea que ese día de fundó el “Partido Socialista del Perú”, equívoco que he cuestionado en mi comentario divulgado en cuatro partes a partir del 22 de enero de 2015.

(02) Actualmente ocurre algo similar con las denuncias que se hace al presidente Ollanta Humala. El sector de la izquierda peruana que lo apoyó en las elecciones presidenciales del año 2011, pronto se desengañó de su comportamiento, comenzaron a retirarle su apoyo, y han pasado a la oposición. Sin mayor análisis y justificación acusan a Humala de “traidor”, de “haber virado a la derecha”, y otros reclamos similares. Pero lo cierto es que Ollanta Humala siempre estuvo identificado con los intereses de la clase dominante, y nunca lo estuvo con el pueblo. Es más, en su conocida condición de comando anti subversivo como “Capitán Carlos” reprimió brutalmente al pueblo, y defendió los intereses de la clase dominante y su estado feudal burgués. Para decir las cosas claras, y en pocas palabras, Humala no ha traicionado al pueblo, porque nunca estuvo a su lado; lo que ocurre es que Humala engaño a una parte de la izquierda, y ahora simplemente se ha desenmascarado. Por mi parte yo no tengo nada que “reclamarle”, porque nunca confié en su prédica demagógica, y nunca lo apoyé.

(03) La influencia determinante de las ideas de un movimiento como el Apra, en un partido como el Partido Comunista del Perú, no es algo nuevo en la historia de las organizaciones políticas. Cuando José Carlos Mariátegui escribió, entre los años 1928 y 1929, el ensayo sobre Teoría y Práctica de la Revolución (Defensa del Marxismo. Polémica Revolucionaria), justamente reconoció y explicó lo que realmente había ocurrido en el desarrollo de la socialdemocracia alemana. En el primer artículo del libro Defensa del marxismo, Mariátegui anotó “Berstein (…) se mantuvo dentro de la socialdemocracia alemana, más dominada entonces, de otro lado, por el espíritu reformista de Lasalle que por el pensamiento revolucionario del autor de El Capital”.

(04) Revisar “Tesis sobre La Cuestión Indígena”, que arbitrariamente aparece refundida en un texto mayor con el nombre de “El Problema de las Razas” (en libro “Ideología y Política”).    

 

 

EUDOCIO RAVINES, la APRA y el PCP

(Segunda parte)

(20 de mayo de 2015)

Por Miguel Aragón

IV

Ravines viajó a Lima aproximadamente el año 1917, a la edad de 21 años, casi coincidiendo en el tiempo con el viaje de Víctor Raúl Haya a la capital. El segundo, quien contaba con el apoyo económico de su familia, ingresó a estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima. Mientras que Ravines, que procedía de una familia de menos recursos económicos, de inmediato tuvo que dedicarse a trabajar como empleado en una empresa comercial. A diferencia de Haya, la lucha por la supervivencia diaria primaba en él. 

Ambos, Ravines  y Haya, llegaron a Lima, en los momentos de mayor auge y beligerancia de las luchas obreras y estudiantiles de ese tiempo (luchas masivas y combativas, desarrolladas entre  fines del año  1917  y mediados de 1919). Por una parte, los obreros luchando por el derecho al trabajo digno, agitando y conquistando el derecho a la jornada de trabajo de 8 horas, lucha que se había prolongado durante más de quince años (05); y por otra parte, los estudiantes universitarios luchando por la reforma universitaria, como parte de una lucha democrática que en ese momento tenía alcance continental (06).

En esas jornadas, de intensa agitación y movilización obrera y estudiantil en Lima, coincidieron Ravines y Haya, y por otra parte también coincidieron José Carlos Mariátegui, César Falcón y otros intelectuales. Entre ellos, el impacto y las huellas dejadas por esas luchas obreras y estudiantiles fueron diferentes. Mientras Mariátegui, Falcón, Félix del Valle, Humberto del Águila, y otros que colaboraban en la publicación de la revista Nuestra Época (junio-julio de 1918), “se orientaron resueltamente al socialismo”, por el contrario, Haya y Ravines se quedaron en el simple “anticapitalismo”, que poco después se elevó a demagógica pose “antiimperialista”, pose superficial que en el fondo encerraba en ellos el rechazo al socialismo, nuevo orden social engendrado en el seno del régimen capitalista.

Entre los años 1921 y 1923, Haya y Ravines coincidieron en algunas acciones esporádicas de agitación estudiantil en Lima. Mientras Haya dirigía las actividades que realizaban la Federación de Estudiantes del Perú y la Universidad Popular Gonzáles Prada, ésta última recién organizada en enero de 1921 (07); por su parte, Ravines colaboraba en las actividades de “extensión universitaria” que desarrollaba la mencionada Universidad Popular.

La fase inicial de las actividades académicas de la  Universidad Popular, en el transcurso de los años 1921 y 1922, coincidió en el tiempo con las fastuosas fiestas gubernamentales  por el Centenario de la Independencia de la República (julio de 1921),   con la estridente prédica  de las arengas “nacionalistas” y “patrioteras”, demagogia superficial que en ambos personajes (Ravines y Haya)  abonó el desarrollo de sus primeras propuestas de  “luchar por la segunda independencia”, que pasaría a ser la cuestión esencial de su naciente  antiimperialismo nacionalista (antiimperialismo de palabra, nacionalismo de hecho).

V

Como consecuencia de la agitación estudiantil de esos años, que se cruzaba y confundía con las disputas que sostenían diferentes facciones de la política criolla por el control del gobierno, Haya fue deportado a Panamá en octubre de 1923.  Dos años después, Ravines fue deportado a Santiago de Chile y de ahí derivado a la Argentina. En Buenos Aires, Ravines se integró al grupo de deportados peruanos ya instalados en esa ciudad, en su mayoría estudiantes, los cuales simpatizaban con la prédica justicialista que Haya venía agitando, primero desde varias ciudades centro americanas, y poco después desde Londres. 

En ese ambiente de camaradería estudiantil en la capital argentina, Ravines   a diferencia de los otros deportados, que vivían de las remesas mensuales que les enviaban sus padres, rápidamente había conseguido trabajo como empleado administrativo, y pronto demostró y destacó por su habilidad en el trabajo organizativo. Así comenzó a promover reuniones, conferencias y publicaciones. Entre otras acciones, Ravines fue el principal promotor y organizador de la publicación del folleto Por la Emancipación de América Latina, que recogía varias cartas y arengas estudiantiles de Haya.

En el mes de setiembre del año 1926, Ravines financiado con sus propios ahorros, viajó a Europa, y se instaló en París. Llevaba el encargo de los otros deportados de buscar a Haya, y promoverlo como dirigente político del movimiento, reservándole a Mariátegui la función de “orientador moral” (08). Haya   en esos momentos radicaba en Londres. Entre octubre y noviembre de 1926, ambos personajes se reunieron por varios días en Paris, y a iniciativa de Ravines comenzaron a definir la orientación y las tareas del proyecto de formación de la Apra, que hasta ese momento solo existía como una propuesta, como una idea vaga, pero que no existía como organización efectiva en ninguna ciudad del extranjero, ni tampoco en el Perú (09).

VI

Aquí es necesario reiterar, lo que anteriormente ya he anotado en otros comentarios. Hasta fines de 1926 en Lima, y en las principales ciudades del Perú, lo que existía era un movimiento amplio, un frente de trabajadores manuales y trabajadores  intelectuales, en el cual coincidan y competían algunos pocos activistas que simpatizaban con las tendencias libertarias, anarco sindicalistas, socialistas, justicialistas y de otros matices próximos, junto a los cuales había una mayoría de obreros y estudiantes que no tenía una posición teórica definida, eran “no partidarizados”,  pero si tenían  espíritu de lucha y participaban activamente en las diversas acciones conjuntas  por la renovación peruana.

El frente único en desarrollo, hasta ese momento no tenía un nombre propio, ni tampoco tenía un aparato organizativo centralizado. El frente único que promovía, y en el cual activaba José Carlos Mariátegui, en los hechos no tenía ni nombre propio ni un aparato; y no los tenía, porque simplemente no necesitaba nombre propio, ni tampoco necesitaba un aparato burocrático permanente.

Según la concepción del frente único, desarrollada por Mariátegui en esos años: “El frente único es una acción contingente, concreta, práctica. El programa del frente único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y de toda utopía”. Y precisando conceptos, Mariátegui señaló: “Formar un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente” (10).

Esos conceptos eran la concepción y el estilo de trabajo del frente único en esos años. Lo sustancial era la “acción contingente”, la “actitud solidaria”, o sea, promover la unidad en la acción, ante los problemas concretos que afrontaban los trabajadores. Ese frente único no necesitaba la dirección de ninguna organización partidaria. Es más, entre 1923 y comienzos de 1930, todavía no se habían constituido y no existían el Partido Comunista ni el Partido Aprista, y el grupo organizador del Partido Socialista recién se constituyó en octubre de 1928. Pero en todo ese lapso, el frente único si existía y se desarrollaba antes de ellos, y sin ellos.  Se entiende que el frente único en ese tiempo no era “correa de transmisión” de ningún aparato burocrático partidario.

Esa era la modalidad de desarrollo del frente único en esos años, esa fue la decisión mayoritaria de los trabajadores en ese tiempo. Por eso, Mariátegui afirmó: “El frente único proletario, por fortuna, es, entre nosotros, una decisión y un anhelo evidente del proletariado. Las masas reclaman la unidad. Las masas quieren fe, Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial, juvenil y fecunda de los que afirman y de los que creen” (11).    

Para fines del año 1926, en Lima, y en otras ciudades del país, existía un frente único muy amplio, variado y combativo, en el cual participaban varios centenares de obreros de diferentes ramas industriales (destacando en especial los obreros textiles, ferroviarios, portuarios y gráficos), también participaban empleados del comercio y de la banca, estudiantes e intelectuales diversos, quienes en su conjunto coordinaban y se apoyaban mutuamente en las luchas concretas del momento. Desde el punto de vista de la composición social, en Lima el frente tenía un carácter predominantemente obrero-estudiantil-intelectual, mientras que en otras provincias, de escaso o nulo desarrollo industrial, llegó a tener un carácter campesino-estudiantil-intelectual.  

En Lima, el sector más activo de ese frente en desarrollo participaba directamente en las acciones desplegadas en la Universidad Popular (que sesionaba semanalmente en varios locales, ubicados uno en el centro de Lima, y otros en locales más alejados, ubicados en Vitarte primero, y en Barranco y el Callao después). A mediados del año 1925 el sector más esclarecido y consciente del frente único en Lima, a instancias de Mariátegui, se agrupó en el Ateneo de Estudios Sociales y Económicos, que se reunía casi todas las noches en el “rincón rojo” de la vivienda de Mariátegui (12). Ese seminario se dividió el trabajo en tres secciones, y de esa manera contribuyó de manera efectiva en la investigación necesaria para el desarrollo del libro 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana (13).

Desde comienzos del año   1926, ese mismo sector que sesionaba en el “rincón rojo” asumió el trabajo colectivo de publicar la revista Amauta, cuyo primer número fue anunciado para el mes de abril de 1926 (Ver aviso en el Boletín Libros y Revistas N°01, publicado en febrero de 1926),   después de superar varias postergaciones,  apareció definitivamente en el mes de setiembre de 1926, y  tal como su director la definió: “Amauta era la voz de un movimiento y de una generación”. 

Varios de los grupos de deportados que se habían agrupado en las ciudades de México, Buenos Aires, La Paz, La Habana, o Paris, a la distancia colaboraban en la acción conjunta y discusión de esos años, algo similar ocurría con los grupos de colaboradores que se habían formado en Cusco, Arequipa, Jauja, Chiclayo y otras ciudades del país.  Entre esos colaboradores radicados en el extranjero también se encontraban Víctor Raúl Haya (en Londres), Eudocio Ravines (primero en Buenos Aires, y después en Paris).  Para ese entonces, no existía ninguna organización efectiva de la Apra, ni en el Perú ni en el extranjero. De la Apra solamente existían las cartas y arengas de caudillaje personalista que periódicamente agitaba Víctor Raúl Haya (14).

VII

Quién después se encargaría de promover los primeros intentos de organización y definición de la Apra fue Eudocio Ravines, justamente en el tiempo que él viajó a Europa y se encontró y coordinó con Víctor Raúl Haya, en los últimos meses del año 1926.

Leamos a continuación el testimonio personal de Ravines, escrito veinte años después (en 1947):

“La tarea política en Paris [a fines del año 1926] me unió estrechamente a Haya de la Torre, insistí en la necesidad de definir la orientación fundamental de la Alianza Revolucionaria, su estructura orgánica, sus plataformas doctrinarias, su teoría y su práctica. En esta labor presté mi colaboración entusiasta al jefe del aprismo, participé en la elaboración de esas bases y fui yo quien redactó los primeros documentos del aprismo.

El primer opúsculo se llama “¿Qué es el Apra?” Ese documento fue redactado por mí [Eudocio Ravines] y luego revisado y corregido por Haya de la Torre. Los borradores fueron elaborados en París por ambos y, luego de sacados en limpio, enviados a Londres, a donde Haya había regresado. Pocos días después, la primera tesis aprista apareció en inglés en la revista The  Labour Monthly” bajo el título “What is the Apra”. Simultáneamente lo hacía imprimir en Paris, en hojas que circularon profusamente por América Latina y cuyo texto fue reproducido en diversas publicaciones americanas” (15).

Continuando con su testimonio personal, Ravines agregó: “En todo este trabajo laboré con intensidad. La tendencia socialista y vigorosamente anti-imperialista de aquel documento fue obra del acuerdo fundamental a que habíamos llegado Haya de la Torre y yo. Discrepancias adjetivas fueron relegadas para discusiones ulteriores, las que estimamos que vendrían tras un estudio exhaustivo de los asuntos frente a los cuales no habíamos llegado a un completo acuerdo. En lo fundamental, en la doctrina básica y en los lineamientos doctrinarios esenciales, el acuerdo se había producido, y el trabajo común se desenvolvió en un ambiente de cordialidad y de camaradería. En aquellos momentos nada sustantivo nos distanciaba; y al contrario, todo parecía unificar nuestro criterio común” (16).

         Toda persona que haya leído con atención el texto ¿Qué es el Apra? escrito por la dupla “Ravines – Haya”, sabe muy bien que ese no fue un documento de carácter “socialista”, sino una típica arenga panfletaria de carácter “antiimperialista”. En ese confuso y contradictorio documento primigenio  ya se deslizaba la siguiente propuesta, que más adelante sería uno de los puntos en debate: en la última página dicen “El A.P.R.A. es el Partido Revolucionario Antiimperialista Latinoamericano  que organiza el gran Frente Único de trabajadores manuales e intelectuales de América Latina”, conclusión que se contraponía con el enunciado inicial de la primera página, en la cual dicen “La organización de la lucha antiimperialista en la América Latina, por medio de un Frente único internacional de trabajadores manuales e intelectuales, con un programa común de acción política , eso es el A.P.R.A. (Alianza Popular Revolucionaria Americana)” (17).

Desde su primer documento definitorio, la Apra ya llevaba el sello de la clase social a la cual representaba, la ambigüedad de las clases medias en proceso de descomposición por el empuje del crecimiento capitalista. La indefinición, y a la vez confusión entre frente y partido, por oposición al partido de clase que promueve el proletariado y el socialismo, es una expresión típica de la ambigüedad de las clases medias, sector social que en el proceso de crecimiento capitalista se encuentra en el limbo entre el proletariado y la burguesía, “viven como los de abajo, pero piensan y sueñan como los de arriba”.  

          Siguiendo con su testimonio escrito en 1947, Ravines anotó lo siguiente:

 “Tras aquel trabajo largo y tenaz de colaboración estrechísima y amigable con Haya vino mi labor para convencer a José Carlos Mariátegui y a Manuel Seoane. Existe una nutrida correspondencia entre nosotros de aquella época. Trazados los lineamientos fundamentales de la Alianza Popular Revolucionaria, producido el acuerdo sobre las cuestiones medulares, realizada la conquista de Manuel Seoane, emprendimos el trabajo de organización de los grupos apristas peruanos en los diversos puntos donde había peruanos desterrados.  Poco después asistíamos juntos al Congreso Anti-imperialista de Bruselas” (18).

Notas del editor.- Miguel Aragón.-

 

(05) La lucha de los obreros en el Perú por la jornada laboral de 8 horas comenzó a inicios del siglo XX, impulsada por el crecimiento capitalista de esos años, y adquirió mayor fuerza a partir del 1° de mayo de 1905. Desde ese momento hasta 1918, año a año, la lucha reivindicativa fue adquiriendo cada vez mayor organicidad y contundencia. El largo ciclo de crecimiento capitalista, iniciado el año 1895, creaba las condiciones favorables para esa lucha. A mayor crecimiento económico corresponde mayor demanda de mano de obra asalariada, y a mayor demanda de fuerza de trabajo correspondía mayor precio y mejores condiciones para la venta de esa fuerza de trabajo asalariado. Tras varios días de huelga obrera, la conquista de las 8 horas de jornada laboral se conquistó en Lima en el mes de enero de 1919.   

(06) La lucha por la Reforma Universitaria fue un movimiento de carácter continental en la cual participaron estudiantes universitarios de Argentina, Uruguay, Chile, Perú y otros países de nuestro continente. Papel decisivo desempeñaron los estudiantes de la Universidad de Córdoba (Argentina) quienes en junio de 1918 propusieron y agitaron los postulados fundamentales de esa lucha de carácter antifeudal y democrático, que se correspondía y obedecía a   las necesidades del crecimiento capitalista.

(07) El primer Congreso de la Federación de Estudiantes del Perú se realizó el año 1920 en la ciudad del Cusco. En ese evento, Víctor Raúl Haya, como delegado de la Universidad de Lima (Universidad de San Marcos) fue elegido Presidente de la Federación. Uno de los acuerdos del evento fue promover la formación de las Universidades Populares. Al año siguiente, el 22 de enero de 1921 se constituyó la primera Universidad Popular en Lima, nombrando como rector a Haya. La UP comenzó a funcionar en el local de la Exposición (actual Museo de Arte de Lima),  de propiedad de la Municipalidad Provincial de Lima, que temporalmente le cedió el local para uso de las actividades de extensión universitaria. Dos años después, a fines de octubre de 1923, el Municipio de Lima le recortó ese derecho a la UP, la cual en los siguientes años continuó sus actividades en diversos locales sindicales.

(08) Declaración de Ravines en periódico Vanguardia.

(09) Investigaciones realizadas a mediados de la década de 1980 confirmaron este hecho, acerca de la inexistencia efectiva de la Apra como organización en esos años. Constatación que, por lo demás, Mariátegui siempre la mencionó, cuestionando la existencia efectiva de la Apra.      

(10) José Carlos Mariátegui, Mensaje al Congreso Obrero, enero de 1927.

(11) José Carlos Mariátegui, ibid.

(12) El Ateneo de Estudios Sociales y Económicos se organizó a iniciativa de José Carlos Mariátegui, quien hizo un llamamiento público el 17 de julio de 1925 con un artículo publicado en la revista Mundial, titulado Un Programa de Estudios Sociales y Económicos (revisar libro Peruanicemos al Perú). El seminario de investigación se dividió en tres secciones, una de Economía Peruana, otra de Sociología Peruana y una tercera de Educación.

(13) El libro 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana es un libro singular dentro de los escritos marxistas de su tiempo. Ningún otro autor llegó a producir una obra de esa amplitud por los temas tratados, ni de esa profundidad en el tratamiento de cada uno de los temas. Por otro lado, es fácil observar que Mariátegui escribió sobre cada uno de los aspectos de la realidad peruana como si la hubiera conocido y observado “directamente” en toda su amplitud.  Sabemos que Mariátegui solamente conocía Lima, y posiblemente guardaba recuerdos de infancia de la campiña de Huacho, pero nunca tuvo oportunidad de viajar por el resto de nuestro extenso país, salvo un breve viaje a Huancayo en julio de 1918. La información de las características particulares del país, Mariátegui la obtuvo indirectamente, en las conversaciones sostenidas en el “rincón rojo” de su vivienda, con numerosos estudiantes y trabajadores provenientes de otras provincias del país, todos ellos colaboraron en la producción del libro 7 Ensayos.

(14) Desde un comienzo, Mariátegui aceptó la propuesta de Haya de organizar la Apra, que venía a ser una propuesta de nombre propio para el frente único que ya existía en el país, pero siempre declaró que “la Apra era un plan, un proyecto, pero que no había llegado a ser una organización efectiva” (revisar libro Ideología y Política).

(15) En artículo de Eudocio Ravines, Mi primera colaboración con Haya en Paris y la conquista del cachorro, en periódico Vanguardia N° 125,  21 de marzo de 1947, pp.1-3  

(16) Eudocio Ravines, ibid

(17) ¿Qué es el Apra?, en libro El Antiimperialismo y el Apra.

(18) Eudocio Ravines, ibid.

 

EUDOCIO RAVINES, la APRA y el PCP

(Tercera parte)

(21 de junio de 2015)

Por Miguel Aragón

VIII

Ravines, en su accionar posterior a la arenga expuesta en ¿Que es el Apra?, escrito por él y por Haya, nunca renunció a las tesis nacionalistas propuestas en ese documento definitorio de que sería la Apra.  La primera versión de ese texto fue escrita por Ravines en octubre de 1926, al poco tiempo de llegar a vivir e instalarse en Paris.  Días después, el texto   fue revisado por Víctor Raúl Haya que en ese tiempo residía en Londres, y luego publicado en inglés en el mes de diciembre, como ¿What is the Apra? en el Labour Montly, revista publicada en Londres.

Recordemos que Ravines meses antes de salir de Buenos Aires (el mes de setiembre de 1926), había recopilado, leído con atención, y ordenado algunos de los materiales dispersos escritos por Haya que formarían parte del panfleto Por la Emancipación de América Latina, que según opinión de Mariátegui “no contenía una interpretación sistemática de nuestra realidad”, sino solamente “algunas generalizaciones de declamador y de editorialista” (19).

Al llegar a Paris, podemos asumir que Ravines, al haber leído previamente esos documentos de Haya, así como algunas cartas personales que Haya le había enviado a los desterrados en Buenos Aires, ya estaba identificado con las ideas primigenias de Haya. A la fecha no conozco las cartas de Haya escritas en el año 1926 a los desterrados que ese año radicaban temporalmente en Buenos Aires (entre ellos Ravines), pero si son conocidas las cartas de Haya a Esteban Pavletich (que ese año radicaba en México), y no creo equivocarme si asumo que el contenido de sus cartas enviadas a Buenos Aires debe de haber sido similar al contenido de las enviadas a México (20).  

Sigamos leyendo el testimonio personal de Ravines, escrito recién en 1947, veinte años después de ocurridos los sucesos que ahora yo estoy comentando: “Fue en esta época [fines de 1926, al coordinar con Haya en Paris] en la que me transformé en uno de los más enérgicos propagandistas del aprismo. Su categórica posición anti-imperialista, su neta posición antifeudal, su actitud nacionalista, y su inclinación hacia la defensa de la clase obrera me identificaron con el pensamiento que entonces propugnaba Haya de la Torre. Es sugerente que las mismas tesis que sostuvimos en Paris en 1926-27 sean las mismas que sigo sosteniendo exactamente veinte años después.” (ver artículo de Ravines titulado Mi primera colaboración con Haya en Paris y la conquista del cachorro publicado en el periódico Vanguardia N° 125,  21 de marzo de 1947, pp.1-3)  

Durante los dos primeros años de estadía en París, desde setiembre de 1926    hasta   fines de 1928, Ravines se entregó plenamente a la propaganda de los confusos postulados del naciente nacionalismo hayista, y paralelamente a intentar promover, “a la distancia”, la organización de células y secciones apristas en diferentes lugares de América. Ante el evidente fracaso de su tenaz esfuerzo, a fines de 1928 Ravines optó por cambiar de táctica, y asumió la decisión política de infiltrarse en el movimiento socialista peruano, sin abandonar en ningún momento su definida posición nacionalista, su “posición no socialista”. 

Ravines, demostrando gran habilidad, y apoyándose o utilizando sus vínculos con algunos activistas franceses (en especial con Henri Barbusse), se infiltró en la Internacional Comunista, máxima organización del socialismo mundial en ese tiempo, pero manteniendo siempre su posición nacionalista. Recordemos que Ravines asistió al primer Congreso Mundial de la Liga Contra el Imperialismo realizado en Bruselas en febrero de 1927, y posteriormente al segundo Congreso Mundial realizado en Frankfort en agosto de 1929. Concluido este segundo evento, Ravines viajó desde Alemania invitado a conocer la Rusia soviética. 

A partir de fines de 1928, todavía desde Paris, Ravines manteniendo su definida posición no socialista, se infiltró en el proyecto socialista que José Carlos Mariátegui venía promoviendo desde Lima. 

Después del fallecimiento de Mariátegui (abril de 1930), cuando Ravines dirigió la constitución del Partido Comunista del Perú en mayo de 1930, lo hizo manteniendo e imponiendo su definida posición nacionalista, posición distante y contraria al socialismo.  Desde esa fecha, hasta su expulsión del PCP en el año 1942, Ravines orientó al novato Partido Comunista del Perú por el camino de la propaganda y agitación de la revolución libertadora, en oposición a la propaganda de la revolución socialista que Mariátegui proponía en su propuesta programática. Mariátegui comenzó a dar forma a la propuesta programática del socialismo peruano aproximadamente desde junio de 1927, propuesta programática que era y sigue siendo lo más sustancial de su gran legado.

Como el mismo Ravines lo confesó públicamente en 1947: Ravines siempre mantuvo su posición original de fines 1926, es decir su posición nacionalista, posición que estaba sintetizada en el documento primigenio ¿Qué es el APRA? escrito por él en octubre de 1926, y luego revisado y publicado por Haya en diciembre de ese mismo año. 

 Ravines, no obstante sus vinculaciones y el apoyo recibido por parte de los dirigentes de la Internacional Comunista, y de sus viajes a la URSS, nunca fue socialista, nunca agitó ni trabajo por la propuesta de revolución socialista. Por el contrario, Ravines siempre fue un convencido y devoto predicador de la “revolución nacional democrática”, de la “revolución antiimperialista y antifeudal”, de la “revolución libertadora”, de la lucha por la “liberación nacional”, y de la “unión nacional de todas las clases”, para enfrentar “al enemigo mayor”, como pregonaba Haya.  

         En sus pocos artículos publicados en los últimos números de la revista Amauta, Ravines nunca asumió una posición definida con respecto al socialismo. Por el contrario, en esos artículos su preocupación y tema central siempre fue “el imperialismo”, imitando así, y a la vez compitiendo, con Víctor Raúl Haya (21) (continuará).

Notas del editor.- Miguel Aragón.-

(19) José Carlos Mariátegui escribió y publicó los artículos que formarían parte del ensayo El Problema de la Tierra, entre el   18 de marzo y el 24 de junio de 1927. Al publicar la parte referida a La Comunidad y el Latifundio agregó la siguiente nota “Escrito este trabajo, encuentro en el libro de Haya de la Torre Por la Emancipación de la América Latina, conceptos que coinciden absolutamente con los míos sobre la cuestión agraria en general y sobre la comunidad indígena en particular. Partimos de los mismos puntos de vista, de manera que es forzoso que nuestras conclusiones sean también las mismas” (Ver Nota 18 en el mencionado ensayo, que forma parte del libro 7Ensayos). Tiempo después, en carta a Moisés Arroyo Posadas escrita el 30 de julio de 1929 le dice “Sobre la fácil acusación de teorizante y europeísta  que puedan dirigirme quienes no han intentado seriamente  hasta hoy una interpretación sistemática  de nuestra realidad, y se han contentado al respecto  con algunas generalizaciones  de declamador  y de editorialista, me hará justicia, con cuanto yo tengo ya publicado, lo que muy pronto, en el libro y en la revista, entregaré al público” (Ver Correspondencia de Mariátegui, Tomo II, pag. 610). Resulta demasiado evidente que los calificativos de “declamador y editorialista” están dirigidos contra Haya, quien precisamente acusaba a Mariátegui de “europeísta”.

(20) En el número 20 de la revista Socialismo y Participación, de diciembre de 1982, el historiador Alberto Flores Galindo publicó el artículo Un viejo debate: El Poder, y como anexo incluyó ocho cartas inéditas de Víctor Raúl Haya dirigidas a Eudocio Ravines, entre octubre de 1926 y marzo de 1929. Tiempo después el historiador Pedro Planas publicó el libro Los Orígenes del APRA. el joven Haya, julio de 1985. Como Anexos incluyó doce cartas dirigidas por Víctor Raúl Haya a Esteban Pavletich que en ese tiempo residía en México, cartas escritas entre abril de 1926 y febrero de 1928. Adicionalmente incluyó ocho cartas de Haya dirigidas a Ravines entre octubre de 1926 y marzo de 1929. En las cartas dirigidas a Pavletich se expresa de manera desnuda las poses demagógicas asumidas por Haya para engañar a los grupos de desterrados peruanos. En la carta del 15 de abril de 1926 Haya le decía “No se si me explico. La cuestión es dar a nuestro movimiento un carácter realmente comunista, marxista, leninista, SIN DECIRLO, SIN LLAMARNOS COMUNISTAS O LENINISTAS sino procediendo como tales”. En otras cartas asumió la misma pose y el mismo reclamo, llegando a decir que el aprismo en América, era el equivalente al leninismo en Europa.   

(21) Mariátegui entre fines del año 1917 y comienzos del año 1930, no obstante que nunca llegó a viajar y conocer directamente Rusia, escribió más de cincuenta artículos en los cuales analizó, comentó y criticó el desarrollo de los inicios de la construcción del socialismo en Rusia, en los aspectos económico, social, político y cultural. Por el contrario, Haya y Ravines, si llegaron a viajar y conocer Rusia, pero ninguno de ellos dejó un testimonio serio y leal de esa experiencia. Para ellos el aspecto principal del mundo contemporáneo era “el imperialismo”.

 

EUDOCIO RAVINES, la APRA y el PCP

(Cuarta parte)

(28 de junio de 2015)

Por Miguel Aragón

IX

En el breve repaso histórico, que vengo haciendo en estas páginas, aquí es necesario hacer un paréntesis, para ordenar las diferencias fundamentales existentes desde un inicio, entre el movimiento nacionalista burgués y el movimiento socialista proletario peruano, cuyos principales exponentes fueron Ravines y Haya por un lado, y Mariátegui y sus colaboradores por el otro lado. 

Todos los estudiosos de la obra del Amauta, sabemos que Mariátegui regresó al Perú el 17 de marzo de 1923, y tres meses después, desde la tribuna de la Universidad Popular (cuyo principal promotor había sido Haya), comenzó a exponer el curso de conferencias sobre El Proletariado peruano y la Crisis Mundial. La primera conferencia inicialmente fue programada para el día viernes 25 de mayo, pero por los sucesos ocurridos en esos días (Sucesos del 23 de mayo), el inició se postergó para el viernes 15 de junio de 1923. El largo curso de conferencias se clausuró un año después, el día 1° de mayo de 1924, ese día Mariátegui publicó su Tesis El 1° de Mayo y el Frente Único, que fue el texto final del curso de conferencias.

Ese 1° de mayo de 1924, fue un día de reafirmación de la vocación frente unitaria del proletariado de Lima, que superando las discrepancias y críticas iniciales que le hicieron a Mariátegui, al final la mayoría de asistentes a las conferencias respaldó la propaganda desplegada por Mariátegui. 

 

El libro Historia de la Crisis Mundial de la Colección Obras Completas de José Carlos Mariátegui, solamente recoge “una parte” de los textos de las conferencias, la parte faltante todavía sigue dispersa en otros libros, y en algunos textos poco conocidos, publicados años después en algunas revistas efímeras (22).

Ya, en la segunda conferencia, el día 22 de junio de 1923, Mariátegui deslindó campos tempranamente con el nacionalismo burgués, explicando con gran precisión: “Contraste en la organización capitalista. Necesita de la solidaridad internacional como condición de vida y fomenta el nacionalismo en oposición a la lucha de clases” (23), esa es la esencia del nacionalismo burgués contemporáneo, oponerse a la lucha de clases impulsada por el proletariado; a diferencia del nacionalismo burgués moderno (anterior a la revolución rusa de 1917), nacionalismo que le sirvió de bandera política a la burguesía para luchar contra el feudalismo.

En ese mismo curso de conferencias, meses después, el 2 de noviembre de 1923, Mariátegui expuso la conferencia Internacionalismo y Nacionalismo (24), en la cual reafirmó de manera explícita su definida y declarada posición internacionalista, idea central que fue el hilo conductor de todo el curso de conferencias. 

Un año después, al iniciar la publicación de su serie de artículos en la revista Mundial, bajo el epígrafe “Peruanicemos al Perú”, publicó el articulo Lo nacional y lo exótico (25), y meses después nuevamente escribió otro artículo de crítica al nacionalismo, titulado Nacionalismo e Internacionalismo (26).

Por el contrario, Haya y Ravines, movidos en lo más íntimo de sus ser, por los fuerzas internas del rechazo del sector reaccionario de los pequeños y medianos propietarios a las consecuencias del crecimiento capitalista que estaba desestabilizando el orden tradicionalista en el cual ambos se habían formado, desde un comienzo asumieron una posición nacionalista, disfrazada de “antiimperialismo”. Posición demagógica con la cual encubrían sus confusas y confusionistas especulaciones teóricas. En esos años, la prédica nacionalista encontró un ambiente favorable para su expansión, por la coincidencia con la conmemoración del primer centenario de la Independencia Nacional (28 de julio del año 1921), años en los cuales hubo un temporal desborde de “borrachera nacionalista”, durante el gobierno de Augusto Leguía. 

Ese suceso del pasado, ocurrido hace cerca de 100 años, nos debe servir de experiencia para la próxima conmemoración del segundo centenario de la independencia a recordarse muy pronto, el año 2021, para el cual la gran burguesía peruana se viene preparando con la debida anticipación. Tres años antes de 2021, se habrá realizado la conmemoración del Centenario del movimiento socialista peruano, que ocurrirá en el año 2018, acontecimiento éste, que si debe merecer nuestro mayor respaldo y convocar nuestra participación masiva. Podemos prever que el próximo lapso, entre los años 2018 y 2021, el contraste teórico entre el proletariado y la burguesía, entre el movimiento socialista y el movimiento nacionalista, será muy intenso, será un tiempo de dos aniversarios y dos balances muy diferentes.

X

De todos es conocido que una de las orientaciones fundamentales de la acción de todo marxista consecuente es “interpretar la realidad para transformarla”. El objetivo de la interpretación teórica de la realidad, es descubrir y fundamentar las propuestas políticas de transformación de la realidad. En las obras de los maestros del proletariado destaca ese estilo de trabajo.

En el Manifiesto Comunista (1848) Marx y Engels dedican el primer capítulo a exponer su trabajo de interpretación de la sociedad moderna, de la sociedad burguesa, mientras que en el segundo capítulo expusieron sus propuestas de transformación política, “primero las conclusiones de la interpretación teórica de la realidad, y después vienen las propuestas de transformación política de esa realidad”.

 En el desarrollo del movimiento socialista en Rusia, y del trabajo de Lenin, observamos ese mismo criterio metodológico.  En 1898 Lenin sintetizó sus investigaciones sobre la realidad rusa de ese tiempo y escribió el libro El Desarrollo del capitalismo en Rusia. Dos años después, elaboró y presento su propuesta política Nuestro Programa. El programa político no podía exponerse antes de conocer la evolución de la sociedad rusa de esos años.

Ese fue el mismo proceder de Mariátegui. Primero investigó la realidad profunda del mundo y del país en la década de 1920, escribió La Escena Contemporánea (que muy bien podríamos considerarlo 7 ensayos de interpretación de la realidad mundial) y 7 Ensayos de Interpretación de la realidad peruana. A continuación, cuando ya tenía avanzado en lo fundamental ese trabajo teórico de interpretación, a partir de junio de 1927 procedió a desarrollar la propuesta de transformación política de la realidad peruana, la cuestión programática, en documentos que justamente formaban parte de su libro en preparación Ideología y Política en el Perú.

Ese es el método correcto que aplica todo materialista consecuente, “primero se investiga la realidad, y después se elabora y plantea la propuesta de transformación de esa realidad”. Por el contrario, los idealistas superficiales proceden totalmente a la inversa. Sin realizar un estudio previo de los aspectos fundamentales de la realidad (trabajo teórico de interpretación), los idealistas en forma arbitraria comienzan por elaborar y pregonar propuestas políticas (trabajo de transformación) imaginadas o inventadas por ellos. De esta segunda manera actuaron Eudocio Ravines y Víctor Raúl Haya.

Sin realizar un estudio previo de la realidad peruana, sin conocer las contradicciones internas de la sociedad peruana, ni la correlación de fuerzas entre las clases sociales en la década de 1920, Ravines y Haya propusieron y comenzaron a agitar demagógicamente la propuesta de “revolución libertadora”, de “revolución antiimperialista”. Posteriormente, para pretender sustentar su arbitrariedad, pasaron a tantear el estudio de la realidad peruana, pretendiendo ajustar las conclusiones teóricas a su propuesta política previamente agitada, lo cual, en última instancia los obligaba como una “camisa de fuerza” a tener que ajustar las conclusiones de los estudios teóricos de la realidad objetiva, a los alcances, limitaciones y deformaciones de su apriorística propuesta subjetiva de “revolución libertadora”. Propuesta que ellos ya habían adelantado, por oposición a la propuesta de revolución socialista que Mariátegui comenzó a agitar para nuestro país a partir de junio de 1927 (27).

XI

1. Principales diferencias teóricas.-

Así, Haya y Ravines, después de haber propuesto y agitado la propuesta de “revolución libertadora”, se vieron obligados a afirmar que el Perú era un país colonial, como en los tiempos de la época del virreinato, y según ellos, y acordes con esa definición, el estado en el Perú era un instrumento del imperialismo (28). Por el contrario, para Mariátegui, después de un largo proceso de investigación, la característica de la sociedad peruana era propia de un país semicolonial, (para ser más explícitos y precisos, la realidad peruana era de un país capitalista semifeudal y semicolonial).

Mariátegui nunca sustentó que el Perú fuera un “país colonial”. Por otro lado, y complementariamente a esa conclusión teórica básica, Mariátegui entendía que “El Estado actual en estos países reposa en la alianza de la clase feudal terrateniente y la burguesía mercantil” (29). Durante la larga época del virreinato español, en América del Sur y en el Perú no existió un estado sudamericano o un estado peruano, lo que existió y se desarrolló fue “una administración colonial” que dependía directamente del estado español. Por otro lado, desde los inicios de la época republicana se instauró un estado de la clase dominante peruana (en el cual predominó primero la clase terrateniente feudal y después la gran burguesía comercial y bancaria). El estado peruano desde 1821 hasta el presente, nunca ha sido un “instrumento” del imperialismo (como afirmaba Haya), sea este el imperialismo inglés o el imperialismo norteamericano.  

Partiendo de esas diferentes interpretaciones teóricas, para Ravines y Haya la contradicción principal de la sociedad peruana era “la contradicción de la nación peruana con el imperialismo”,  el problema primario del Perú era “el problema nacional”, y por lo tanto, según ellos,  había que crear “conciencia nacionalista” (30). Por el contrario, para Mariátegui, la contradicción principal de la sociedad peruana era “la contradicción entre el pueblo peruano y la clase dominante”, el problema primario del Perú era “el problema de la tierra”, y por lo tanto, consecuente con esta posición declaró “nos toca suscitar en la mayoría del proletariado peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase” y “todos tenemos el deber de sembrar gérmenes de renovación y de difundir ideas clasistas” (31).

         Así expuestas las diferencias teóricas, de manera clara y sencilla, podemos ver que no hay posibilidad alguna de confusión entre unas y otras.  

2. Principal diferencia política estratégica.-

Entre la propuesta nacionalista de Ravines y Haya, y la propuesta socialista de Mariátegui, no solo había diferencias teóricas, sino sobre todo diferencias políticas, tanto estratégicas como tácticas. 

Según Ravines y Haya, en la sociedad peruana no era posible proponer ni desarrollar la revolución socialista, sino que deberían desarrollarse “dos revoluciones diferentes”, primero la “revolución antiimperialista”, y tiempo después la revolución socialista. Por eso, ellos coincidían en agitar “la revolución libertadora”, “la revolución antiimperialista”.

Por el contrario, para Mariátegui “la revolución latinoamericana [y por lo tanto la revolución peruana] será simple y puramente, la revolución socialista” (32). Para Mariátegui la revolución peruana   era una sola revolución, la revolución socialista, revolución desarrollada en dos etapas, primero “la etapa democrática de la revolución socialista”, y después la etapa propiamente socialista.

En el punto 5° de los Principios Programáticos de 1929, Mariátegui anotó “Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución democrático-burguesa, que el régimen burgués es incompetente para desarrollar y cumplir” y en el punto 8° agregó: “Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución proletaria” (33).

Aquí es necesario esclarecer un equívoco. Por un lado, “la revolución democrático-burguesa” y por otro lado “las tareas de la revolución democrático-burguesa”, son dos conceptos diferentes, que expresan dos procesos objetivos diferentes. Para la revolución peruana, Mariátegui nunca propuso realizar la “revolución democrático- burguesa” como muchos confundidos todavía siguen repitiendo en nuestro país, desde 1930 hasta el presente (para muestra, basta revisar las conclusiones de todos los Congreso Nacionales y de todas las Conferencias Nacionales, de todas las tendencias y de todas las facciones en que ha implosionado el viejo y obsoleto PCP).

Mariátegui propuso realizar “las tareas de la revolución democrático-burguesa”, como primera etapa de la revolución socialista. Históricamente las tareas de las revoluciones democrático-burguesas se han realizado y se pueden realizar de diferentes maneras.

Primero, esas tareas se pueden realizar como parte de las revoluciones democrático-burguesas dirigidas por la burguesía contra el poder de la clase terrateniente feudal, como ocurrió en los países de Europa occidental tales como Inglaterra o Francia.

Segundo, esas tareas se pueden realizar como parte de las revoluciones democrático-burguesas dirigidas por el proletariado contra el poder de la clase terrateniente feudal, como ocurrió en la vieja Rusia zarista, y posteriormente en China, Vietnam y otros países atrasados.

Tercero, las tareas de la revolución democrático-burguesa se pueden realizar como parte de las revoluciones socialistas dirigidas por el proletariado contra el poder de la burguesía, que justamente fue la propuesta de Mariátegui para la revolución peruana en particular, y para la revolución latinoamericana en general.    

Aquí es necesario señalar, y destacar, que la propuesta de Mariátegui para la realidad peruana de la década de 1920, o sea “una revolución en dos etapas”, fue diferente a la propuesta de Lenin para la realidad rusa en 1905 (revisar libro de Lenin Dos Tácticas de la socialdemocracia…, en el cual se proponen “dos revoluciones”). De manera similar, la propuesta desarrollada por Mao Zedong para la revolución en la realidad china en las décadas de 1930 y 1940, es diferente a la propuesta de Mariátegui. Mao Zedong, de manera similar a Lenin, para la revolución en China también propuso “dos revoluciones”. Esta particularidad de las conclusiones y propuesta política de Mariátegui merece un tratamiento aparte, aquí simplemente lo dejo planteado.

Más adelante analizaré y comentaré la diferencia de la propuesta político táctica de Ravines y Haya con la propuesta político táctica de Mariátegui, aspecto sobre el cual hasta el presente se ha investigado y comentado muy poco, no obstante su gran importancia. En la segunda mitad de la década de 1920, el debate sobre la propuesta táctica fue el aspecto decisivo en el deslinde entre el socialismo proletario y el nacionalismo burgués.

Antes de entrar a este aspecto táctico, considero necesario precisar cuál fue el trasfondo del ruidoso y demagógico “antiimperialismo” de Ravines y Haya, que es el mismo trasfondo que ha servido para la agitación y la práctica concreta de todas las tendencias y facciones del Partido Comunista en el Perú (y de la mayoría de la “izquierda” peruana), desde mayo de 1930 hasta el presente.        

3.- El trasfondo o el secreto del “antiimperialismo” hayista

Preguntémonos ¿Cuál fue el secreto, o el trasfondo, de la “gritería antiimperialista” agitada demagógicamente por Ravines y Haya? Leamos las propias palabras escritas por Haya en 1928, en el capítulo VI del panfleto El Antiimperialismo y el Apra:

“Sostenemos, pues, que la actual tarea histórica de estos pueblos es la lucha contra el imperialismo. Tarea de nuestro tiempo, de nuestra época, de nuestra etapa de evolución. Ella nos impone subordinar temporalmente todas las otras luchas que resulten de las contradicciones de nuestra realidad social –y que no sean coadyuvantes del imperialismo—a la necesidad de la lucha común” (34).

         En ese párrafo está expresada con toda claridad, la idea esencial de la propuesta nacionalista, en su versión hayista, que fue concordante con la propuesta nacionalista en la versión de Ravines. La idea central de todo su accionar político fue:   subordinar todas las otras luchas (se entiende contra la clase terrateniente feudal y contra la gran burguesía), a una demagógica campaña antiimperialista.

Y por si acaso quedaran dudas, entre algunos pocos incrédulos, Haya agregó lo siguiente: “Vale decir, que nosotros aceptamos marxistamente la división de la sociedad en clases como expresión del proceso de la historia; pero consideramos que la clase opresora mayor –la que realmente respalda todo el sistema de explotación refinado y moderno que impera sobre nuestros pueblos –es la que el imperialismo representa. Porque el imperialismo desempeña en ellos la función que la gran burguesía cumple en los países de más alto desarrollo económico” (35)    

         Ese fue el trasfondo de toda la gritería y de toda la alharaca “antiimperialista” de Haya y Ravines: Promover la política de “unidad nacional” con las clases terrateniente feudal y con la gran burguesía peruana.

Tenemos que reconocer, que consecuentes con esa propuesta, esa ha sido la práctica concreta del Apra y del PCP (y también de la mayoría de la “izquierda” peruana) durante varias décadas, desde mayo de 1930 hasta el presente:  El “antiimperialismo” para engañar y manipular al pueblo, el nacionalismo para unirse y postrarse servilmente a los pies de la clase dominante y el estado peruano. (continuará)

 

Notas del Editor. Miguel Aragón.-.-

(22) El libro Historia de la Crisis Mundial, Conferencias años 1923 y 1924, Tomo 8 de la Colección Obras Completas, cuya primera edición se publicó el año 1959, todavía continúa siendo un libro en el cual faltan los textos de otras conferencias de ese tiempo. Textos dispersos que están incluidos en los libros Temas de Nuestra América, Ideología y Política, y en la revista Anuario Mariateguiano.  

(23) Ver segunda conferencia en la UP, Literatura de Guerra, del 22 de junio de 1923, en libro Historia de la Crisis Mundial.

(24) Ver 15ª Conferencia en la UP, Internacionalismo y nacionalismo, del 02 de noviembre de 1923, en libro Historia de la Crisis Mundial.

(25) Ver artículo Lo nacional y lo exótico, reproducido en libro Peruanicemos al Perú

(26) Ver artículo Nacionalismo e Internacionalismo, en libro El Alma Matinal y otras estaciones del hombre de hoy. Este artículo es diferente a Internacionalismo y Nacionalismo, que estamos citando en la anterior nota N° 24.

(27) Mariátegui escribió el Prólogo al libro Tempestad en los Andes de Luis Valcárcel, muy posiblemente en el mes de junio de 1927, después de culminar el ensayo El problema de la Tierra, en el cuál analizó el problema del poder en el Perú. En ese prólogo al libro de Valcárcel, Mariátegui por primera vez definió el carácter de la revolución en el Perú como revolución socialista. El prólogo está incluido como la nota al pie N°1, en el ensayo El Problema del Indio, que forma parte del libro 7 Ensayos…

Al mes siguiente, el 1° de julio de 1927, Mariátegui publicó su propuesta, Principios de Política Agraria Nacional, que mucho tiempo después fue publicada en el libro Peruanicemos al Perú (primera edición, año 1970, cuarenta y tres años después de haber sido publicado por Mariátegui). Esa propuesta, además de ser el programa agrario de la revolución socialista, también fue un adelanto de la propuesta de programa general que Mariátegui continuaría desarrollando hasta mayo del año 1929, oportunidad en la cual escribió su conocida propuesta Principios Programáticos. Propuesta nunca debatida y nunca aprobada hasta la fecha (Continuará). 

(28) Haya de la Torre en el capítulo III de su libro El antiimperialismo y el Apra, escribió “mientras el estado sea el instrumento de dominio del imperialismo e nuestros países (…) todos los que sufren opresión y explotación deben unirse para vencer al enemigo común”.

(29) Clases que detentan el estado en el Perú según JCM

(30) Haya de la Torre en el capítulo V de su libro El antiimperialismo y el Apra, escribió “Solo una definida conciencia antimperialista en nuestros pueblos podría librarnos del inmenso peligro”, y agregó “La formación de una conciencia antimperialista en nuestros pueblos es, pues, el primer paso hacia su defensa integral”. 

(31) Revisar, José Carlos Mariátegui, El 1° de Mayo y el Frente Único, tesis escrita el 1° de mayo de 1924, reproducida en libro Ideología y Política.

(32) Ver José Carlos Mariátegui, Aniversario y Balance, Editorial de la revista Amauta N° 17, setiembre de 1928, reproducido en el libro Ideología y Política.

(33) Ver José Carlos Mariátegui, propuesta Principios Programáticos, posiblemente escrita en mayo de 1929, reproducida en libro Ideología y Política.  

(34) Ver Haya de la Torre, capítulo VI del libro El Antimperialismo y el Apra

(35) Ver Haya de la Torre, ibid.

 

 

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