ANTECEDENTES
DE LA REUNIÓN DE BARRANCO
(Primera recopilación)
(11 de abril de 2015)
Por Miguel Aragón
Recomendación del Editor:
En esta primera recopilación de textos, estoy
publicando cuatro cartas de José Carlos Mariátegui. Incluye las dos Cartas de Abril de 1928, precedidas por una carta a Miguel
Ángel Urquieta, escrita aproximadamente un año antes (2 de mayo de 1927), y
complementadas por otra carta, también dirigida a Urquieta, dos meses después
de abril (el 30 de junio de 1928).
La lectura ordenada de las cuatro cartas, nos
permite observar y comprender mejor el viraje y rectificación de Mariátegui,
actuado en la primera quincena de abril de 1928, acción en la cual deslinda
resueltamente y desenmascara la desviación hayista
que se estaba desarrollando en las filas del frente único.
Para comprender la importancia de la Reunión de
Barranco de octubre de 1928, en realidad mi recomendación es leer completa,
toda la obra de José Carlos Mariátegui. Pero, para fines prácticos en el
presente, y para arribar a una primera y aceptable comprensión del debate de
ideas de ese tiempo, lo mínimo que yo recomendaría, a los lectores seriamente
interesados en “pensar por cuenta propia”, es leer estas cuatro cartas,
acompañadas de por lo menos otros cuatro textos adicionales:
1.
Presentación de
Amauta, escrita por José Carlos Mariátegui en setiembre de 1926, en libro
Ideología y Política.
2.
Plan de México,
redactado por Víctor Raúl Haya el 22 de enero de 1928, en libro de Ricardo
Martínez de la Torre, tomo II
3.
Carta de Víctor
Raúl Haya a José Carlos Mariátegui, del 20 de mayo de 1928, en Correspondencia
de Mariátegui, Tomo II
4.
Carta de Víctor
Raúl Haya (usando mañosamente el seudónimo “Alejandro Rojas Zevallos”) a José
Carlos Mariátegui, de setiembre de 1928, en Correspondencia de Mariátegui, Tomo
II.
A continuación, y sin más palabras
adicionales, van las cuatro cartas de Mariátegui
CARTA DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI A MIGUEL ÁNGEL
URQUIETA (*)
Lima,
2 de mayo de 1927
[Querido Urquieta:
Posiblemente en La Paz, Bolivia]
[…] Yo,
por mi parte, trabajo porque un movimiento de renovación peruana se oriente
hacia el socialismo. Ya he dicho, últimamente, que me conformaré con que mis
puntos de vista influyan en este movimiento en la medida en que coincidan con
el sentimiento de mi generación y con el ritmo de la historia. No soy, pues, ni
un utopista ni un dogmático. Entiendo que Ud es también socialista con la misma
beligerancia que yo. Y si More ha suscrito con Ud un programa mínimo, entiendo
que igualmente da su adhesión al socialismo. Porque sólo el socialismo puede
hablar de programas mínimos, ya que sólo puede tener programa mínimo quien
tiene un programa máximo no actuado aún. Y, descartados los anarquistas que
políticamente no representan un programa, ésta es una situación exclusiva y
particular del socialismo.
Le recomiendo considerar atentamente el
programa de la A.P.R.A. Pienso por mi parte que nos toca participar en su
acción sin renunciar a la organización de un movimiento más específicamente
peruano que encuadre dentro de nuestras filas a los que no son capaces de
elevarse a un plano continental. La A.P.R.A además está aún por precisarse y
definirse. Esto se conseguirá sólo a través de la acción. Pero desde ahora se
debe tomar parte en ella. Aguardo sus puntos de vista al respecto […]
Y con los más cordiales sentimientos me
despido de Ud enviándole un afectuoso abrazo.
José Carlos Mariátegui
(*)
Carta incompleta publicada en la revista Oiga,
Lima n.398, 6 de noviembre de 1970, pp.3, 5. Reproducida en la revista Anuario Mariateguiano, Lima n.10, 1998,
pp.14, 15. El encabezamiento, entre “corchetes cuadrados”, lo he introducido
yo, MA (11 de abril de 2015).
[PROPUESTA DE] CARTA COLECTIVA DEL GRUPO DE
LIMA A LA CÉLULA DE MÉJICO (*)
[Lima,
domingo 02 de abril de 1928]
Compañeros:
Consideramos necesario informar a ustedes
sumariamente sobre nuestros puntos de vista respecto de principios y métodos de
acción adoptados por el grupo de deportados peruanos que trabajan en Méjico y
que sin una explícita declaración nuestra, pasarían como positivamente
aceptados por nosotros que constituimos el núcleo que tiene aquí la
responsabilidad de nuestra obra.
Estamos seguros de que ustedes mismos se dan
cuenta de la necesidad de que la acción del Apra en el Perú no sea resuelta por
un comité establecido en Méjico, sino amplia y maduramente deliberada con
principal intervención de los elementos que actúan en el país. Cuantos se
coloquen en el terreno marxista, saben que la acción debe corresponder directa
y exactamente a la realidad. Sus normas, por consiguiente, no pueden ser
determinadas por quienes no obran bajo su presión e inspiración.
La definición del carácter y táctica del Apra
nos parece, de otro lado, fundamental para la existencia de una disciplina
orgánica. Pensamos que, conforme a la idea que originalmente la inspiró, y que
su propio nombre expresa, el Apra debe ser, o es de hecho, una alianza, un
frente único y no un partido. Un programa de acción común e inmediato no
suprime las diferencias ni los matices de clase y de doctrina. Y quienes desde
nuestra iniciación en el movimiento social e ideológico, del cual el Apra forma
parte, nos reclamamos de ideas socialistas, tenemos la obligación de prevenir
equívocos y confusiones futuras. Como socialistas, podemos colaborar dentro del Apra o alianza o
frente único, con elementos más o menos reformistas o socialdemocráticos –sin
olvidar la vaguedad que estas designaciones tienen en nuestra América—con la
izquierda burguesa y liberal , dispuesta de verdad a la lucha contra los
rezagos de feudalidad y contra la penetración imperialista; pero no
podemos, en virtud del sentido mismo de
nuestra cooperación , entender el Apra como partido, esto es, como una facción
orgánica y doctrinariamente homogénea.
Profesamos abiertamente el concepto de que nos
toca crear el socialismo indoamericano, de que nada es tan absurdo como copiar
literalmente fórmulas europeas, de que nuestra praxis debe corresponder a la
realidad que tenemos delante. Pero este principio no nos aconseja adoptar
apresuradamente fórmulas que, por el momento, pueden tener absoluta precisión en
la mente de quienes las conciben como medio táctico pero que mañana, bajo la
presión de proselitismos más adoctrinados, y al influjo de la mentalidad
burguesa y pequeño-burguesa incorporada fatalmente en el movimiento, pueden
prestarse a confusionismos infinitos. La experiencia del Kuo Min Tang es
preciosa para el movimiento antiimperialista de Indoamérica, a condición que se
le aproveche integralmente. El alejarnos de las fórmulas europeas, no debe
conducirnos a una estimación exagerada de las fórmulas asiáticas y de su
posible eficacia en nuestro medio. No debemos olvidar que, en todo caso, las
fórmulas europeas nos son más inteligibles, que nos llegan directamente a través
de los idiomas y pueblos en que se expresan, mientras de las fórmulas chinas no
tenemos sino la versión europea. Tampoco podemos olvidar el ascendiente y la
función que en la ideología del movimiento nacionalista chino tienen las ideas
occidentales. El Kuo Min Tang, finalmente, se encuentra en crisis, y en gran
parte por no haber sido explícita y funcionalmente una alianza, un frente
único. Sus rumbos estaban subordinados al predominio de sus elementos de
derecha, centro e izquierda que correspondían a los de sus respectivos
movimientos e intereses de clase. Las últimas deliberaciones del Kuo Min Tang,
según “Internationale Presse Correspondez” y otras publicaciones recientes –
entrañan una rectificación total de sus principales puntos de vista, en lo concerniente
al proletariado y a las organizaciones de clase. El Kuo Min Tang fue Sun Yat
Sen, pero es también Chang Kay Sheck. El Kuo Min Tang además, se desarrolló no
continental sino nacionalmente, cosa en la que el Apra se diferencia
necesariamente de aquel movimiento.
La colaboración de la burguesía, y aún de
muchos elementos feudales, en la lucha anti-imperialista china, se explica por
razones de raza, de civilización nacional, que entre nosotros no existen. El
chino noble o burgués se siente entrañablemente chino. Al desprecio del blanco
por su cultura estratificada y decrépita, corresponde con el desprecio y el
orgullo de su tradición milenaria. El anti-imperialismo en la china puede, por
tanto, descansar fundamentalmente en el sentimiento y en el factor
nacionalista. En Indoamérica las circunstancias no son las mismas. La
aristocracia y la burguesía criollas no se sienten solidarizadas con el pueblo
por el lazo de una historia y de una cultura comunes. En el Perú, el
aristócrata y el burgués blancos, desprecian lo popular, lo nacional. Se
sienten, ante todo, blancos. El pequeño burgués mestizo imita este ejemplo. La
burguesía limeña fraterniza con los capitalistas yanquis, y aun con sus simples
empleados en el Country club, en el tenis y en las calles. El yanki
desposa sin inconvenientes de raza ni
de religión a la señorita criolla, y ésta no tiene escrúpulos de nacionalidad
ni de cultura en preferir el matrimonio con un individuo de la raza invasora.
Tampoco tienen este escrúpulo la muchacha de la clase media. La huachafita que
puede atrapar un yanqui empleado de la Grace o de la Fundation, lo hace con la
satisfacción de quien siente elevarse su condición social. El factor
nacionalista por estas razones objetivas, que a ninguno de Uds escapa seguramente,
no es decisivo ni fundamental en la lucha anti-imperialista de nuestro medio.
Sólo en países como en la Argentina, donde existe una burguesía numerosa y
rica, orgullosa del grado de riqueza y poder de su patria, y donde la
personalidad nacional tiene por muchas razones contornos más claros y netos que
en estos países retardados, el anti-imperialismo puede penetrar fácilmente en
los elementos burgueses, pero por razones de expansión y crecimiento
capitalista y no por razones de justicia social y de doctrina socialista como
es nuestro caso.
Estas consideraciones nos mueven a someter a
Uds las siguientes conclusiones.
1°
El Apra debe ser oficial y categóricamente definida y constituida como una
alianza o frente único y no como partido.
2°
Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su formación
constituimos de hecho –y organizaremos formalmente—un grupo o Partido
Socialista, de filiación y orientación definidos que colaborando dentro del
movimiento con elementos liberales o revolucionarios de la pequeña burguesía y
aún de la burguesía, que acepten nuestros puntos de vista, trabaje por dirigir
a las masas hacia las ideas socialistas.
Es evidente que estas conclusiones no nos
permiten prestar nuestra cooperación a la creación del Partido Nacionalista que
las comunicaciones de algunos compañeros, y aun de la célula oficialmente,
anuncian como una decisión del grupo de Méjico. Ese partido puede fundarse
dentro del Apra; pero además de que nos parece que su biología natural exige
que se decida su oportunidad y necesidad en el Perú y no desde Méjico, su
organización toca en todo caso a los elementos de pequeña burguesía que quieran
dar vida a un partido propio; pero no a nosotros que leales a los principios
que, sin duda alguna, constituyen nuestra mayor fuerza moral, no asumimos ni la
responsabilidad ni el encargo de organizarlo. Desaprobamos toda campaña que no
descanse en la verdad. El procedimiento del bluff sistemático llevará al
descrédito de nuestra causa. Rehusamos, por esto, emplearlo. Las noticias
propaladas sobre la candidatura de Haya no producen el efecto, que Uds suponen,
en la opinión. La gente –distante de toda preocupación electoral—las recibe
perpleja e irónica.
Recomendamos a la célula, en todo lo tocante a
cuestiones de acción, la correspondencia oficial y centralizada. Las cartas
particulares de los compañeros no deben traer iniciativas ni instrucciones
individuales. Por nuestra parte, nos comprometemos al mismo procedimiento.
Con sentimientos de solidaridad y afecto, que
ninguna discrepancia –momentánea esperamos— de criterio, pueda disminuir, los
saludamos cordialmente.
[Carta
sin firmas]
(*)
Esta “propuesta” de Carta Colectiva, escrita por José Carlos Mariátegui “sin
fecha de redacción”, fue publicada por primera vez en el Tomo II del libro de
Ricardo Martínez de la Torre Apuntes
para una Interpretación Marxista de la Historia del Perú, Lima, 1948, pp.
299, 300, 301, 302. Posteriormente, fue reproducida en la antología de textos
de José Carlos Mariátegui titulada La
Organización del Proletariado, Lima, 1967. Esta carta no está incluida en
el libro Correspondencia de Mariátegui, Lima, 1984, tomo II. En el folleto La Organización del Proletariado, el
editor en forma arbitraria le colocó “10 de junio de 1929” como fecha de
redacción. Lo del año “1929” me parece que fue un notorio como comprensible
error de imprenta o descuido en la revisión, pero lo del día y mes “10 de
junio”, fue una evidente e injustificada arbitrariedad, actuada sin ningún tipo
de lógica, ni dialéctica, ni formal, por parte del editor. Arbitrariedad que ha
inducido al error a varios investigadores, que asumieron la mencionada fecha
(“10 de junio”) como si fuese cierta. Por mi parte, considero que la fecha de
redacción “más probable” debe haber sido en el mes de abril de 1928, pero días
antes de la carta personal del domingo 16 de abril (que estoy reproduciendo más
abajo). Partiendo de ese criterio lógico, supongo que Mariátegui escribió la
propuesta de Carta Colectiva, y la presentó a debate, en la reunión del Comité
de Lima realizada el domingo 2 de abril de 1928 (o posiblemente el domingo 09
de abril). Además, supongo que la carta no fue aprobada ese día. Su estudio, debate y aprobación se postergó
para una siguiente reunión, lo cual nunca ocurrió, porque “pronto resultó
inferior al desacuerdo provocado por la precipitación del grupo de México” como
Mariátegui comentaría, varios meses después. Los “corchetes cuadrados” en el
encabezamiento y al final, han sido introducidos por mi, MA (11 de abril de
2015)
CARTA DE JOSÉ CARLOS MARIATEGUI A LA CÉLULA DE
MÉJICO (*)
[Lima,
domingo] 16 de abril de 1928
Compañeros:
No había contestado hasta hoy la carta de la
célula suscrita por Magda Portal, en espera de una carta de Haya de la Torre
que me precisase mejor el sentido de la discrepancia: “Alianza o partido”. La
carta de la célula me supone simplemente influenciado por el Secretariado de
Buenos Aires, la Ucsaya, etc., o, por lo menos, pretende que mis observaciones
son en esencia las mismas. Hasta la reaparición de Amauta he permanecido
sistemáticamente privado por la censura de mis canjes y correspondencia, de
modo que no he conocido en su oportunidad ni el número de “La Correspondencia
Sudamericana” en que –según he sabido después sin obtener el
ejemplar—aparecieron las observaciones del Secretariado de Buenos Aires, ni la
tesis de la Ucsaya, ni nada por el estilo. Solo recientemente he vuelto a
recibir “El Libertador”; desde que la censura ha comprobado que en mi casilla no
intercepta sino correspondencia intelectual o administrativa, sin importancia
para sus fines. Por otra parte, creo haber dado algunas pruebas de mi aptitud
para pensar por cuenta propia. De suerte que no me preocuparé de defenderme del
reproche de obedecer a sugestiones ajenas. Este había sido, también un motivo
para que no me apresurase a responder a la carta de la “célula”.
Pero como no tengo hasta hoy ninguna
aclaración de Haya, a quien escribí extensamente, planteándole cuestiones
concretas –por la vía de Washington, en diciembre—y llegan, en cambio, noticias
de que ustedes están entregados a una actividad con la cual me encuentro en
abierto desacuerdo, y ara la cual ninguno de los elementos responsables de aquí
ha sido consultado, quiero hacerles conocer sin tardanza mis puntos de vista
sobre este nuevo aspecto de nuestra discrepancia.
La cuestión: el “apra alianza o partido”, que
ustedes declaran sumariamente resuelta, y que en verdad no debiera existir
siquiera, puesto que el Apra se titula alianza y se subtitula frente único,
pasa a segundo término, desde el instante en que aparece en escena el Partido
Nacionalista Peruano, que ustedes han decidido fundar en México, sin con el consenso
de los elementos de vanguardia que trabajan en Lima y provincias. Recibo
correspondencia constante de provincias, de intelectuales, profesionales,
estudiantes, maestros, etc.; y jamás en ninguna carta he encontrado hasta ahora
mención del propósito que Uds dan por evidente e incontrastable. Si de lo que
se trata como dice Haya en una magnífica conferencia, es de descubrir la
realidad y no de inventarla, me parece que Uds están siguiendo un método
totalmente distinto y contrario.
He leído un “segundo manifiesto del comité
central del partido nacionalista peruano, residente en Abancay”. Y su lectura
me ha contristado profundamente; 1° porque como pieza política, pertenece a la
más detestable literatura eleccionaria del viejo régimen; y 2°, porque acusa la
tendencia a cimentar un movimiento –cuya mayor fuerza era hasta ahora su
verdad—en el bluff y la mentira. Si ese papel fuese atribuido a un grupo
irresponsable, no me importaría su demagogia, porque sé que en toda campaña un
poco o un mucho de demagogia son inevitables y aún necesarios. Pero al pie de
ese documento está la firma de un comité central que no existe, pero que el
pueblo ingenuo creerá existente y verdadero. ¿Y es en esos términos de grosera
y ramplona demagogia criolla, como debemos dirigirnos al país? No hay ahí una
sola vez la palabra socialismo. Todo es declamación estrepitosa y hueca de
liberaloides de antiguo estilo. Como prosa y como idea, está esa pieza por
debajo de la literatura política posterior a Billinghurst.
Por mi parte, siento el deber urgente de
declarar que no adhiré de ningún modo a este partido nacionalista peruano que,
a mi juicio, nace tan descalificado para asumir la obra histórica en cuya
preparación hasta ayer hemos coincidido. Creo que nuestro movimiento no debe
cifrar su éxito en engaños ni señuelos. La verdad es su fuerza, su única
fuerza, su mejor fuerza. No creo con Uds que para triunfar haya que valerse de
“todos los medios criollos”. La táctica, la praxis, en sí mismas son algo más
que forma y sistema. Los medios, aun cuando se trate de movimientos bien
adoctrinados, acaban por substituir a los fines. He visto formarse al fascismo.
¿Quiénes eran, al principio los fascistas? Casi todos elementos de más vieja
impregnación e historia revolucionaria que cualquiera de nosotros. Socialistas
de extrema izquierda, como Mussolini, actor de la semana roja de Boloña;
sindicalistas revolucionarios, de temple heroico, como Carridoni, formidable
organizador obrero; anarquistas de gran vuelo intelectual y filosófico como
Massimo Rocca; futurista, de estridente ultraísmo, como Marinetti, Settimelli,
Bottais, etc. Toda esa gente era o se sentía revolucionaria, anticlerical,
republicana, “más allá del comunismo” según la frase de Marinetti. Y ustedes
saben cómo el curso mismo de su acción los convirtió en una fuerza diversa de
la que a sí mismos se suponían. La táctica les exigía atacar la burocracia
revolucionaria, romper el partido socialista, destrozar la organización obrera.
Para esta empresa la burguesía los abasteció de hombres, camiones, armas y
dinero. El socialismo, el proletariado, eran, a pesar de todos sus lastres
burocráticos, la revolución. El fascismo por fuerza tenía una función
reaccionaria.
Me opongo a todo equívoco. Me opongo a que un
movimiento ideológico, que, por su justificación histórica, por la inteligencia
y abnegación de sus militantes, por la altura y nobleza de su doctrina ganará,
si nosotros mismos no lo malogramos, la conciencia de la mejor parte del país,
aborte miserablemente en una vulgarísima agitación electoral. En estos años de
enfermedad, de sufrimiento, de lucha, he sacado fuerzas invariablemente de mi
esperanza optimista en esa juventud que repudiaba la vieja política, entre
otras cosas porque repudiaba los “métodos criollos”, la declamación
caudillesca, la retórica hueca y fanfarrona. Defiendo todas mis razones vitales
al defender mis razones intelectuales. No me avengo a una decepción. La que he
sufrido, me está enfermando y angustiando terriblemente. No quiero ser
patético, pero no puedo callarles que les escribo con fiebre, con ansiedad, con
desesperación.
Y no estoy solo en esta posición. La comparten
todos los que tienen conocimiento de la propaganda de ustedes –propaganda que
por otra parte no está justificada al menos por su eficacia, porque fracasará
inevitablemente. Hemos acordado una carta colectiva que muy pronto les
enviaremos.
De aquí a entonces, espero recibir mejores
noticias. Y en tanto los abrazo con cordial sentimiento.
José
Carlos Mariátegui
(*)
Carta publicada en el Tomo II del libro de Ricardo Martínez de la Torre, Apuntes para una Interpretación Marxista de
la Historia del Perú, Lima, 1948, pp. 296, 297, 298. Reproducida en La Organización del Proletariado, Lima,
1967, y en Correspondencia de Mariátegui,
Lima, 1984, Tomo II, pp. 371, 372, 373.
.
CARTA DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI A MIGUEL ÁNGEL
URQUIETA (*)
Lima, 30 de junio de 1928
Mi querido Urquieta:
Ud me perdonará que sólo ahora conteste su
carta del 10 de abril y agradezca la generosidad, absolutamente suya, de esa
nobilísima epístola a Bustamante y Ballivian, al saber que he estado muy
enfermo, tanto que han trascurrido dos meses sin que escriba una línea. Es
posible que haya Ud advertido la ausencia de mi firma en las revistas de acá,
sino una noticia publicada en el N°14 de Amauta. He estado bastante mal. Me
siento convaleciente desde hace pocos días, después de una pequeña intervención
quirúrgica que precede a otra mayor. El Dr. Quesada, que se ha hecho cargo de
la parte quirúrgica de mi tratamiento, es por fortuna muy optimista y me
asegura mi completa curación en un plazo de ocho a diez meses.
Le
ruego decir todo mi reconocimiento a Bustamante por sus abrumadoras palabras.
Tengo que protestar, por honradez, contra el calificativo exorbitante que a Uds
les dicta su cariño. Yo no creo ejercer un apostolado, porque, en primer lugar,
no aspiro a él y, en segundo lugar, el apostolado requiere condiciones
proselitistas de las que carezco demasiado. No soy sino un agitador
intelectual. Mi temperamento es demasiado crítico y raciocinante, para que se
me conceda otra función. He luchado por elevarme sobre la miserable limitación
del literato, del periodista, entre nosotros y no sólo entre nosotros. He ahí
todo mi mérito.
Sobre lo que usted me pregunta, tendría
no poco que decirle, pero esta carta no puede ser, contra mi deseo, muy
extensa. Tengo una enorme cantidad de trabajo acumulado a consecuencia de mi
enfermedad. Debo, por esto, ser breve. –En dos palabras, le diré que, siendo
como soy, y los compañeros de México lo saben, absolutamente extraño a la
actitud y los móviles de Hurwitz y Terreros, no apruebo, por mi parte, la
orientación que desde hace algún tiempo imprime Haya al Apra, concebida al
principio como frente único y alianza, --su nombre lo declara y definida luego
como partido, lo que supone una homogeneidad de opinión y filiación que no cabe
esperar ni pretender. En varias cartas a los compañeros de México, y al propio
Haya, he expuesto mis observaciones, sin conseguir que entiendan mi punto de
vista. Yo no pretendo que mi opinión prevalezca, pero en todo caso, reclamo una
decisión que sea efectivamente el parecer de la mayoría de los elementos, muy
pocos todavía, realmente afiliados al Apra. Sostengo que existen elementos,
gérmenes, de organización del Apra; pero no el Apra mismo como aquello que su
nombre designa. Me opongo a una campaña de bluff. Reclamo más seriedad. Y si es
mantenida la definición de partido, reivindico absolutamente mi independencia y
la de Amauta. –En este estado el debate, ha empezado una ilusa campaña a favor
de la candidatura de Haya a la presidencia, en el nombre de un llamado partido
nacionalista. Si esto surgiese espontáneamente de simpatizantes no obligados a
respetar nuestra ideología y su congrua praxis, no diría nada. Pero un
movimiento de esta clase no existe; que los esfuerzos, --destinados a caer en
el vacío--, de los que intentan provocarlo, parten del propio núcleo de los
deportados del Apra. Y, aunque hasta ahora, con el objeto de evitar toda mala
inteligencia de este desacuerdo, y su resonancia fuera de nuestras filas, he
mantenido en estricta reserva la controversia, no puedo abstenerme de informar
a compañeros como Ud de mis puntos de vista. Para completar esta información,
le enviaré copias de unas cartas dirigidas a México.
No he recibido últimamente de Ud nada
para Amauta. Reclamo su colaboración, Ud sabe cuánto lo estimo. Ud pertenece
por derecho a la plana mayor de Amauta. No necesito recordárselo.
En espera de sus noticias, que deben
venir dirigidas a A.M. Chiappe, Washington izquierda 544-970, Lima, lo abraza
fraternalmente su affmo amigo y compañero.
José
Carlos Mariátegui
(*) Carta publicada en la
revista Anuario Mariateguiano N°10, 1998, pp.16-17.
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