martes, 9 de mayo de 2017

LA FALSA VICTORIA ANUNCIADA DE MACRON EN FRANCIA




Dr. Hugo SALINAS

Emmanuel Macron, a sus 39 años, acaba de ser elegido como el presidente más joven de la República Francesa, y con un porcentaje (más del 65%) que supera largamente a todos sus antecesores. Sin embargo, esta victoria, sin ambigüedad, ¿es la de Emmanuel Macron?

Rotundamente no. Y el mismo Emmanuel Macron lo ha aceptado en su discurso de apertura, porque esta elección presidencial ha sido la reafirmación del pueblo francés contra la extrema derecha racista, xenófoba, enarbolada por Marine Le Pen, la candidata presidencial.

Al mismo tiempo, esta elección presidencial francesa ha puesto en evidencia, una vez más, y con una mayor intensidad, la cólera y el pesimismo del pueblo francés, primero, votando por el partido de la extrema derecha, quien ha alcanzado su máximo histórico en Francia, al recoger más del 36% de los votos exprimidos. Segundo, cerca del 9% de votantes se han expresado con un voto en blanco, nunca antes alcanzado. Tercero, el pesimismo de la población se ha manifestado simplemente no participando en estas elecciones presidenciales, y cuya cifra ha sido cercana al 40% del total de votantes.

Si sumamos a la población que no ha asistido a votar, los votos en blanco y los que han manifestado su cólera votando a favor de Marine Le Pen, el resultado supera largamente el 60% del total de personas habilitadas a votar. ¿Por qué esta inmensa cólera y pesimismo?

Para explicar este fenómeno, ya recurrente en la generalidad de las elecciones presidenciales, democráticas y republicanas, a nivel mundial, basta examinar el programa político de Macron.

Su propuesta política tiene dos grandes rubros. El primero es el apoyo abierto a la globalización. El segundo, para suavizar el primero, está compuesto de algunas medidas de inclusión social, como la eliminación del impuesto a la propiedad para las personas de menores ingresos, o el apoyo económico a los menores de 25 años en desempleo, cuya tasa ha alcanzado un máximo histórico en marzo 2017 (23.7%)[i].

Si miramos de cerca su apoyo a la globalización, no tiene nada de malo. Al contrario, se encuentra en plena sintonía con la evolución de los procesos de trabajo. Es decir, desde hace un buen rato la economía mundial ya ingresó a la economía inmaterial, en donde las innovaciones, los descubrimientos, las creaciones y las invenciones hacen de la economía-mundo un solo mercado, en donde los puestos de trabajo ya no son a  vida.

La economía inmaterial (en mi léxico, el Proceso de Trabajo de Concepción)[ii] exige plena movilidad en los puestos de trabajo, tanto al interior de la empresa y del país como al exterior de ellos. Esto exige una formación continua, una reorientación profesional permanente, y una movilidad territorial también permanente. A cambio, se obtiene una economía en crecimiento y los mejores salarios para los profesionales.

¿En dónde está el problema, entonces? El problema se encuentra en que la globalización, y la flexibilización en los contratos de trabajo propuesta por Macron, se ejecutará sin hacer ningún cambio en el actual modelo socio-económico, y que se basa en la Repartición Individualista, en donde solamente el que maneja el acto económico se lleva el 100% del resultado neto (las ganancias) de la actividad económica del país. Y esto, con agravantes para los trabajadores: disminución del salario real, y aumento de las horas de trabajo. Mientras que quienes manejan el acto económico serán gratificados con una disminución de impuestos, incentivos tributarios y ayudas financieras millonarias con el cuento de crear nuevos puestos de trabajo.

La política de Macrón no solamente seguirá lo realizado por gobiernos de derecha y de izquierda precedentes, sino que agravará la situación socio-económica de los trabajadores, de los desempleados, de los jóvenes en búsqueda de empleo, de los jubilados, y de los marginados; mientras que hace más millonarios a los millonarios.

Emmanuel Macron en ningún momento de su campaña política ni en su programa de gobierno propone salir de esta situación infernal, en donde solamente 8 personas tiene una riqueza acumulada igual a la mitad de la población mundial[iii].

Basta ya del imperio del Capital y de la Repartición Individualista, en donde un puñado de personas succiona el resultado del trabajo de las generaciones presentes y pasadas. Es urgente luchar por instalar un modelo socio-económico alternativo, cuyos dos mecanismos fundamentales sean: primero, la propiedad colectiva y, segundo, la Repartición Igualitaria de las utilidades de las empresas-país entre todos los habitantes del país.

Esto no es utópico, la creación y desarrollo de empresas-país es posible como la base socio-económica de una nueva sociedad y de un nuevo mundo, y que tiende a reconstruir el tejido social roto por los efectos perversos del capitalismo.

Lima, 8 de mayo del 2017


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Hugo Salinas González
Facebook: hugosalinasgonzalez.581

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