viernes, 4 de febrero de 2022

DECLARACIÓN SOBRE EL GOBIERNO DE PEDRO CASTILLO

 


Después de muchas vacilaciones respecto a las exigencias de partidos y sectores populares para que cumpla sus promesas electorales y de negociaciones secretas con diferentes sectores de la derecha conservadora y neoliberal, Castillo conformó un gabinete de recorridos cuadros de derecha. Se traiciona así, nuevamente, la expectativa de la mayoría del pueblo peruano respecto a cambios o reformas sobre la economía y los derechos sociales. La situación económica, erosionada en la base, aunque boyante para las grandes empresas, se mantuvo casi sin cambios, salvo la cobranza de deudas de empresas morosas, pero las reformas de base urgentes en Sanidad y producción se postergaron con el característico “para más adelante”. Tanto el congreso como el ejecutivo distrajeron a las poblaciones con sus intrigas, idas y venidas y demás maniobras acostumbradas de la política formal, no abordando los intereses nacionales, sino consolidando su poder o buscando derrocar a CT; claramente se ve ahora el juego que le hizo a esta situación la táctica de la “oposición” de Perú Libre con su radical pero vacía “nueva constitución”. Mención aparte merece el torcido juego del sector socialdemócrata, izquierda occidentalista liberal, denominada “caviar”, que, salvo alguna excepción honrosa, contribuyó a inficionar la política gubernamental dedicándose a perseguir puestos y ministerios, presionando a su vez al acomodaticio Castillo con distractores e intrigas. En dichos puestos y ministerios pretendieron implementar sus distractores juegos de “diálogo”, “transversalidad”, “empoderamiento” y derechos de minorías, dejando de lado reformas sustanciales con el pretexto de “no hay condiciones”; al final Castillo los usó a todos, pero queda la lección de la inconsecuencia nacional y latinoamericana, reformismo cosmético y mala práctica de la socialdemocracia.

 Castillo representa un extremo, más que de incapacidad técnica, profesional o retórica, del agudo déficit ético y de valores morales que padece alguna sección social, como la dirigencia de ciertos sectores sindicales. Su oportunismo indiscriminado era previsible, dados sus antecedentes toledistas, pero el cálculo meramente electoral de Cerrón hizo posible que, frente al rechazo a Keiko Fujimori, llegase este individuo, C. Terrones, al gobierno. Desde un primer momento su ambigüedad y su balbuceante prosa populistoide se hizo patente, pero poco a poco se fue evidenciando que su aparente inexperiencia escondía la muy mañosa astucia de la búsqueda del provecho personal, con sus descuidadas negociaciones con empresarios y contratistas. Nuevamente la amoralidad y el amarre secreto a costa de los principios de izquierda y de los intereses estratégicos de la patria se hicieron visibles en la práctica informal de este individuo.

 Reformas impostergables como la nacionalización de la planta de La Oroya, la renegociación del contrato de Gas de Camisea, el programa de crédito y promoción para la pequeña empresa, la reactivación de las compras estatales dirigidas al mercado nacional agrícola e industrial, la instalación de plantas de oxígeno en la infraestructura sanitaria, la rebaja del IGV y la adición de impuesto selectivo estricto al consumo de bienes importados que no sean capital, todo eso y mucho más se dejó de lado con el seudopopulismo de “masificación del gas” y “bono yanapay”, especie de burla y tomadura de pelo frente al compromiso de reformas verdaderas. Ni siquiera en el plano diplomático se tuvo una línea clara, no se cumplió con la promesa de deportación de los delincuentes extranjeros ni con el control migratorio. En suma, la escena nacional estuvo plagada de la disputa entre vacancia o no vacancia, del discurso sombrerístico de la apelación a un pueblo, al que desprecia realmente, mientras que la economía de base de los trabajadores dependientes e independientes retrocedía más, pese a las estadísticas que colocan al Perú como receptor de inversiones extranjeras, por otra parte, meramente especulativas.

 Pero ya fue suficiente, con estas últimas designaciones la naturaleza derechista del gobierno de Castillo se convierte en un reto para el pueblo: se debe mantener una oposición propia, la cual no pasa por ninguna bancada, ni la de los izquierdistas occidentalistas, ni la de los perulibristas ni la de los bermejistas. Se hace necesaria la independencia de criterio y de organización de todos los sectores populares, es necesario luchar por las reclamaciones particulares de cada uno de los sectores, presionar con movilizaciones a autoridades locales y centrales, fuera del color político de éstas. Ya basta de seguidismo electoral: movilización, conciencia y lucha unitaria de los sectores del pueblo peruano.

03/02/2022

Circulo Carlos Llontop

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