viernes, 20 de octubre de 2017

UN NUEVO ORDEN EN CIERNES: MORAL DE PRODUCTORES II





MORAL DE PRODUCTORES II

Señala la Constitución que "El Estado reconoce al trabajo como fuente principal de riqueza" (Cap. V, Art. 42º). Dicho así, si el trabajo diera riqueza hasta el burro tendría chequera. Pero ¿por qué, entonces, el pueblo trabajador jamás llega a potentado? Y ¿por qué el Perú se debate en la peor crisis de su historia?

El trabajo es la actividad vital del ser humano. Y mientras el derecho de propiedad se base en la apropiación del trabajo personal, entonces sí el trabajo es fuente de riqueza. Pero cuando el derecho de propiedad expresa la apropiación del trabajo ajeno, entonces la formulación precisa debe ser que "El Estado reconoce la apropiación del trabajo ajeno como fuente principal de riqueza".

El trabajo ha creado al hombre. El hombre es producto del trabajo. Hay una correlación precisa entre la evolución del trabajo y la evolución de la sociedad humana. En la primitiva sociedad sin clases el animal humano logró su humanización por el trabajo. En la sociedad de clases sufre su deshumanización por el trabajo. En la etapa superior de su evolución, el Homo Sapiens ha de lograr ciertamente su liberación por el trabajo. Precisamente en esta etapa estamos ahora, en que el pueblo peruano lucha por la liberación de sus fuerzas productivas. Y esta etapa no puede ser sino expresión de una nueva moral, de una Moral de Productores. Es por eso que debemos conocer lo referente al trabajo, por lo menos en sus aspectos fundamentales. (Para abreviar la explicación, lo que sigue trae citas de estudios anteriores sin mencionar a sus autores, pues cualquier lector medianamente entendido los puede reconocer de inmediato)

1.- Trabajo Acumulado y Trabajo Actual

Recolección, caza y pesca fueron la actividad primaria del hombre en el mundo entero. Esta actividad no dejaba excedentes acumulables. El ser humano tenía que movilizarse día tras día buscando qué de nuevo recolectar, cazar o pescar, y por eso no podían formarse poblaciones estables. En esta etapa no había distinción entre posesión y propiedad de bienes. La posesión es un hecho, la propiedad es un derecho.

Las distintas características vegetales y animales de la naturaleza señalaron dos rumbos principales al ser humano. En el viejo mundo pasó principalmente de la caza a la ganadería; en el nuevo mundo pasó principalmente de la recolección a la agricultura. El desarrollo de la técnica y el progreso social fue pues diferente, pero no porque el hombre del viejo mundo fuera superior al hombre del nuevo mundo. Todo ser humano normal piensa, habla y actúa.

Cuando el hombre pudo producir más de lo que consumía surgieron la acumulación de bienes y el derecho de propiedad. Comenzó el divorcio entre el trabajo y la propiedad. Surgió la contradicción entre el trabajo actual (trabajo vivo) y el trabajo acumulado (trabajo muerto). Así, toda la historia de la civilización no es sino la historia del predominio del trabajo acumulado sobre el trabajo vivo, llámese el sistema imperante esclavismo, feudalismo o capitalismo.

Pero la propiedad privada no surgió como fruto del robo y de la violencia, sino como fruto del desarrollo de la humanidad. Mientras impulsó este desarrollo la propiedad privada fue necesaria. Y sólo ahora que frena el progreso la propiedad privada deviene superflua y por eso debe ser suprimida. En el Tawantinsuyu existía el intercambio entre los distintos ayllus. El trueque se hacía mediante el intercambio de valores equivalentes. Pero cuando mayor es la proporción en que los artículos se producen no para ser consumidos por el propio productor sino para el intercambio, cuanto más va éste desplazando, aun en el seno de la misma comunidad, a la originaria y natural división social del trabajo, más se acentúa también la desigualdad en el estilo de fortuna de los diferentes miembros de la comunidad.

Igualmente, la formación de una aristocracia natural no descansa al comienzo, ni mucho menos, sobre la violencia sino sobre la voluntariedad y la fuerza de la costumbre. Dondequiera que surja la propiedad privada, brota como consecuencia de los cambios experimentados por las relaciones de producción y de intercambio, en interés del fomento de la producción y de la intensificación del intercambio. Así surgió la propiedad eminente de los Incas en el Tawantinsuyu. Los ayllus tenían la posesión de la tierra, los Incas la propiedad del sistema y su producción.

Con el coloniaje (feudalismo) y la Independencia (capitalismo) se impusieron la propiedad privada y la producción mercantil basadas, por supuesto, en el derecho de propiedad. En un comienzo la propiedad de los productos parecía basarse en el trabajo personal. Pero cuando surgieron los latifundios, las fábricas y empresas, el propietario individual ya no se apropia del producto de su trabajo personal sino del producto del trabajo ajeno. Así la producción ahora es una producción social pero la apropiación es una apropiación privada (en las fábricas, por ejemplo). Ahora domina el propietario privado.

En un principio el derecho de propiedad parecía basarse en el trabajo personal. Finalmente se convierte en el derecho de apropiarse del trabajo ajeno, y, por parte del trabajador, en la imposibilidad de hacer suyo el producto de su trabajo. La ley de la propiedad, que parecía basarse en la identidad entre el trabajo y la propiedad, se basa ahora en el divorcio entre el trabajo y la propiedad. Y del intercambio de valores equivalentes no queda sino su demagógica formulación en la Constitución.

En un comienzo el trabajo acumulado era propiedad social y servía al trabajo vivo. Andenes, reservorios, acueductos, construcciones y conocimientos transmitidos de generación en generación servían al trabajo vivo. Pero cuando se divorció el trabajo de la propiedad, y el derecho de propiedad devino derecho de apropiación del trabajo ajeno, el trabajo vivo pasó a servir al trabajo acumulado, el trabajo al capital. Sólo el dominio del trabajo acumulado, pretérito, materializado, sobre el trabajo inmediato, vivo, convierte el trabajo acumulado en capital. Y así, el capital no consiste en que el trabajo acumulado sirva al trabajo vivo como medio para una nueva producción. Consiste en que el trabajo vivo sirve al trabajo acumulado para conservar y aumentar su valor. Y a esto se llega cuando el trabajo vivo, la fuerza de trabajo se convierte también en mercancía.

2.- Mercancía y Fuerza de Trabajo.

El producto del trabajo no ha sido siempre mercancía. En general, si el producto es usado por el propio productor, sólo tiene valor de uso. Pero si es usado para el intercambio, tiene además valor de cambio. Toda mercancía tiene, pues, valor de uso y valor de cambio (o simplemente valor)

La fuerza de trabajo, la capacidad del hombre para realizar trabajo tampoco ha sido siempre mercancía. Devino mercancía cuando el trabajo devino trabajo asalariado, trabajo libre.

El esclavo no vendía su fuerza de trabajo al esclavista, del mismo modo que el buey no vende su trabajo al labrador. El esclavo era vendido de una vez y para siempre, con su fuerzas de trabajo, al amo y señor. Todo él, y no aparte su fuerza de trabajo, era una mercancía que podía pasar de manos de un dueño a manos de otro dueño. Jurídicamente, el hombre que caía esclavo ya no era libre y su trabajo tampoco era libre.

El siervo de la gleba, el comunero del coloniaje trabajaba un tiempo para él en su comunidad (trabajo libre) y otro tiempo para el gamonal en el latifundio (trabajo servil) Sólo "vendía" una parte de su fuerza de trabajo. Y no era él quien obtenía un salario del propietario de la tierra, sino era el gamonal quien percibía del comunero un tributo como renta-trabajo, renta-producto, renta-dinero.

En cambio el obrero no es esclavo ni es siervo. Jurídicamente es libre. Y esta libertad consiste en que nadie ni nada sino la necesidad puede obligarlo a trabajar. El obrero no pertenece a ningún propietario, ni está sujeto a la tierra. Puede ir a cualquier parte y buscar trabajo en cualquier centro de trabajo. Incluso puede dejar la empresa donde trabaja, así como el empresario puede despedirlo anulando el contrato de trabajo. Pero el obrero, cuya única fuente de ingresos es la venta de su fuerza de trabajo, no puede desprenderse de toda la clase de los compradores, es decir de la clase de los capitalistas, sin renunciar a su existencia. (¡Dónde irá el buey, que no are!) No pertenece a tal o cual capitalista sino a la clase capitalista en su conjunto, y es su incumbencia encontrar un patrono, es decir, encontrar dentro de esta clase capitalista un comprador. ¡En esto consiste la libertad para el trabajador asalariado! Libre de vender su fuerza de trabajo o de morirse de hambre, como quiera.

¿Cómo ha llegado el trabajador a esta situación, que siendo jurídicamente libre tiene que vender día tras día su fuerza de trabajo? Por el proceso de disociación entre el trabajo y la propiedad, proceso que de una parte convierte en capital los medios de producción, mientras que de otra parte convierte a los productores en obreros asalariados, en libres propietarios pero únicamente de su fuerza de trabajo, propietarios de ellos mismos y de nada más, incluso ni de las herramientas con que trabaja.

El capital está formado de materias primas, instrumentos de trabajo y medios de vida de todo género, que se emplean para producir nuevas materias primas, nuevos instrumentos de producción y nuevos medios de vida. Todas estas partes integrantes del capital son hijas del trabajo, productos del trabajo, trabajo acumulado. El trabajo acumulado que sirve de medio de nueva producción es el capital.

Pero éste es sólo un aspecto de la cuestión, y no el principal. El capital no sólo se compone de medios de vida, instrumentos de trabajo y materias primas, no se compone solamente de productos materiales; se compone igualmente de valores de cambio. Todos los productos que lo integran son mercancías. El capital no es, pues, solamente una suma de productos materiales; es una suma de mercancías, de valores de cambio, de magnitudes sociales.

Ahora bien, ¿cómo se convierte en capital una suma de mercancías, de valores de cambio? Por el hecho de que, en cuanto fuerza social independiente, es decir, en cuanto fuerza en poder de una parte de la sociedad, se conserva y aumenta por el intercambio con la fuerza de trabajo inmediata, viva. La existencia de una clase que no posee nada más que su capacidad de trabajo es una premisa necesaria para que exista capital. Sin trabajo vivo en forma de trabajo asalariado, el trabajo acumulado jamás puede ser capital.

Entonces, capital es una relación de producción que presupone la propiedad privada del trabajo acumulado, de los medios de producción, y la libre compra-venta del trabajo vivo, del trabajo asalariado. En esta relación de producción, la propiedad privada sobre el trabajo acumulado es la que paraliza el desarrollo de las fuerzas productivas del pueblo peruano. Ha dejado de coincidir con el progreso, como en su tiempo dejaron de coincidir con el progreso el esclavismo y el feudalismo. El capitalismo ya no es un factor de progreso; es ahora el principal factor de estancamiento y retroceso del pueblo peruano. Ya ni siquiera es la fuente principal de riqueza; es apenas la fuente principal del parasitismo de una clase dominante, caduca inepta y corrupta como su sistema mismo; clase que más busca la ganancia parasitaria del rentista que la producción y productividad del capitán de empresa. No es el salario del trabajador el que empobrece el país; es la ganancia del parásito la que succiona la riqueza nacional.

3.- Ganancia y Salario

Si el trabajo vivo sirve al trabajo acumulado, entonces el trabajador no vive del propietario sino el propietario vive del trabajador. El propietario puede obligar al trabajador contratado porque "para eso le pago". Pero una huelga puede obligar al propietario porque "los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas". El trabajador ha logrado sus conquistas laborales por su lucha consecuente, jamás por dádiva de ningún benefactor. Bien decía, en enero de 1919 el periódico La Protesta, reseñando la Jornada de 8 Horas: "Organización y agitación. Solidaridad y fuerza, he ahí la labor del momento y de siempre"

¿Cómo se puede demostrar que el trabajo acumulado vive del trabajo vivo, el propietario del obrero? Pues analizando de dónde sale la ganancia del propietario y el salario del obrero. Anotemos que el trabajador primero trabaja el día, la semana o la quincena y sólo después recibe su salario. Es decir, el propietario le paga de lo que ha producido, y sólo después de haber producido. (Continúa)

Nota.- Ahora más que nunca se requiere tener un conocimiento así sea elemental de la relación propietario-trabajador (esclavista-esclavo, feudalista-siervo, capitalista-asalariado; en resumen explotador-explotado), para enfrentar la crisis mundial del sistema con Moral de Productores.

Ragarro
17.06.09

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