viernes, 22 de mayo de 2015

MANUEL ACOSTA OJEDA: EL CANTOR DEL AMOR Y LA JUSTICIA



 Escribe: Carlos Páucar

Adiós al compositor de ‘madre’. El fallecimiento de Manuel Acosta Ojeda, a los 85 años, cierra toda una época de la música popular de la costa peruana. Vivió intensamente el criollismo, la bohemia y la crítica a la injusticia social.

Los mensajes de texto, los escritos en el Facebook, en Twitter y por mails no se hicieron esperar, se multiplicaron todo el día. También por el ciberespacio se transmitía la tristeza por su partida. 

Desde las primeras horas de la mañana se difundió lo ocurrido: falleció don Manuel, se fue MAO, murió el maestro.
 
Y es que los devotos de la música criolla y andina saben lo que significa Manuel Acosta Ojeda, MAO para sus amigos, ‘maestro’ para sus seguidores.
 
Acosta Ojeda es uno de los más importantes compositores de nuestra música. Uno de los más originales creadores y estudiosos de la cultura peruana.
 
“Es una de las columnas del criollismo, el Felipe Pinglo de los años 50, 60 y 70. El consumo de su obra se ha dado en todo el Perú”, comenta el cantautor Daniel ‘Kiri’ Escobar.

Y MAO también fue uno de los últimos bohemios de nuestra ciudad, entendida la bohemia como horas de vida entre la música, el arte y la noche, y no como el desbande y la anarquía.
 
El querido compositor falleció durante la madrugada en el Policlínico Grau. Tenía 85 años y unas ganas de vivir dignas de un veinteañero. Hasta sus últimos días conducía el programa radial “El heraldo musical” con su hija Celeste y no cesaba de alistar, pese a su edad, nuevos proyectos.
 
Una fibrosis pulmonar terminó por traer abajo a este árbol fecundo de la música, a quien el peso de la edad le había caído encima hasta postrarlo en una silla de ruedas.

Se sabe que el actual gobierno iba a condecorarlo con la Orden del Sol, aunque él había puesto una condición: que la ceremonia no se haga en Palacio de Gobierno.

Y es que no solo era un creador infatigable, sino también un rebelde, un luchador hasta el final de sus días, un hombre alzado contra los poderes establecidos. 

Hasta ahora se recuerda que asumió la defensa de los derechos de los compositores en lucha, a veces solitaria, contra el poder de Apdayc.
 
‘Kiri’ Escobar lo recuerda: “Esa lucha la hizo con la creación de Saycope. Con los pocos recursos que tenía enfrentó a Apdayc. Y, hoy, se sabe que Acosta Ojeda con todas las obras difundidas no ha podido cobrar ni un sol de regalías. Los directivos de Apdayc nunca le abonaron nada con el pretexto de que Acosta no pertenecía a su padrón de asociados. Lo cual parece ser lógico si fuera autor noruego, pero no. No hay un día de la madre que no se haya escuchado su canción ‘Madre’, pero no ha recibido un sol por eso”.
 
 Su rebeldía nacía de su amor por la tierra, por la música peruana. Manuel Acosta Ojeda fue un hombre constantemente preocupado porque prevalezca la justicia social.

“El hombre está hecho para avanzar, sobre todo en nuestra patria tan ultrajada, tan corrompida, tan... bueno, no alcanzarían adjetivos”, comentó, balbuceante, hace apenas unos días, el 16 de marzo, en una reunión por su santo entre sus eternos amigos de música y los familiares que no lo descuidaban.
 
Sus obras –ahora patrimonio inmaterial del Perú– se inspiraban en el amor y también tenían contenido social. Revelaban la realidad del hombre de a pie, del ser común y corriente (Yo creo que algún día / se morirá la muerte / y será la moneda  de amor y de verdad. Canción de fe).
 
“Mi música, la popular, andina, criolla y selvática no me la enseñaron los doctores, la he aprendido en el sitio, en el callejón... en la chacra, en el cañaveral. No soy un turista de la música popular”, comentó en su último onomástico. Allí vestía una camisa roja y sus cejas teñidas por canas iluminaban su clásica serenidad.
 
Creador infatigable
 
Para la gran mayoría de peruanos Manuel Acosta Ojeda no pasa inadvertido gracias al valse “Madre”. El primero de sus párrafos marca a fuego la historia del criollismo: “Madre, cuando recojas con tu frente mi beso / todos los labios rojos / que en mi boca pecaron / huirán como sombras cuando se hace la luz”.
 
Compuesto un día de 1951, en que carecía de dinero para darle un regalo a mamá, Acosta decide hacerle este canto de su imaginación. Los Chamas la hicieron famosa con una guitarra puntera, coros bastante bien afinados y la fuerza de Óscar “Pajarito” Bromley en la voz. Hasta hoy es infaltable en las reuniones de cada segundo domingo de mayo.
 
Pero también compuso memorables piezas como Cariño (Cariño, allí soy el dueño, es la única parte en que no manda Dios); Puedes irte (Es lógico tu adiós / la golondrina busca el sol cuando el invierno llega / y la abeja no besa flores secas), En un atardecer (Ya los bosques encienden sus luciérnagas tibias/ canta el río más fuerte al permiso del ruido), Dulce agonía (Cada copa que alivia nuestra pena y nos hace reír por un momento/ Destroza nuestro ser, nos envenena... Y qué importa mañana la condena, si estuvo un rato el corazón contento).
 
Este autor popular de exquisito verso, nacido el 16 de marzo de 1930, y admirador de César Vallejo, José Carlos Mariátegui y Felipe Pinglo Alva, no cesaba de producir. 

Hace apenas dos meses publicó “Aportes para un mapa cultural de la música popular del Perú”, libro editado por el Fondo Editorial de la USMP.
 
Criollo y provinciano
 
Se le asocia al criollismo, pero Manuel Acosta Ojeda nunca olvidó sus raíces provincianas, de padre arequipeño y madre moqueguana. Solía decir: “mi inclinación musical viene desde el vientre materno” y recordaba huaynos y yaravíes que oía en casa.
 
Otro hecho importante fue conocer a Carlos Hayre, en 1947. Como reconoce en el libro “Arte y sabiduría del criollismo”, de Mariano Martínez y editado por la Escuela Nacional de Folklore José María Arguedas. “Yo tenía diecisiete y él es menor que yo, pero ya tocaba guitarra muy bien para esa época... Nos hicimos grandes amigos por una casualidad extraordinaria”.  También aquí se refiere a su gran amistad con Adolfo Zelada.
 
Acosta vivió la bohemia en los Barrios Altos, en La Victoria, en Surquillo... Y también fue un hombre de izquierda, que optó por cantar en los sindicatos, no en las radios del montón.

Un progresista total
 
“Todo tiene que ir cambiando, pero con respeto por la raíz. Cambiar la cáscara, la envoltura, pero no la estética, el pulso, la sangre”, comentó.

MAO o maestro. Lo cierto es que se extrañará demasiado a este infatigable creador.


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