jueves, 18 de junio de 2015

ALDO MARIÁTEGUI… LA GRAN ESTAFA





- En la senda de Eudocio Ravines… 

Por Jorge Agurto

18 de junio, 2015.- Aldo Mariátegui escribió el domingo 14 de junio, fecha del nacimiento del amauta José Carlos Mariátegui La Chira, un artículo(1) en el que busca demoler la herencia ideo-política de su abuelo paterno.

Sin embargo, cae en serias contradicciones, apreciaciones erróneas y falsedades que vale precisar para evitar que prospere la confusión en personas menos informadas y a quienes puede impresionar la aparente erudición del autor que representa todo lo opuesto de su mentor de ocasión.

Empecemos por destacar que Aldo Mariátegui (en adelante Aldito, para evitar la confusión) facilita de manera enorme la labor de ubicar su posición frente al Amauta al culminar su artículo con una frase que él revalora y con la cual se identifica.

El autor de la frase es nada menos que Eudocio Ravines, un político calificado por el propio Aldito como el “peor enemigo” de José Carlos Mariátegui La Chira, y que es un indicador de cuáles son sus referentes.

Eudocio Ravines fue un “compañero de viaje” del Amauta que desarrolló una oposición política soterrada al Amauta y luego que este falleciera se dedicó a desmontar sus planteamientos y con el paso de los años se convirtió en un agente abiertamente contrario al socialismo.

Autor de La Gran Estafa, el rol de Eudocio Ravines en la historia política es controvertido pues hay quienes ven en él el símbolo de la traición pues culminó su vida desterrado escribiendo a favor del liberalismo norteamericano y reeditando su libro con el apoyo de la Agencia de Inteligencia Americana (CIA).

¿Será casual que Aldito culmine su artículo reivindicando una cita de Ravines? ¿Acaso Aldito es el Ravines de hoy y sus escritos un nuevo capítulo de La Gran Estafa?

1. Las tesis “obsoletas” de Mariátegui. Una grave contradicción textual

Aldito empieza afirmando categóricamente que las tesis ideológicas del Amauta “ya son absolutamente obsoletas”. Sin embargo, a mitad de su artículo revela que la pérdida del original del libro “Ideología y Política” donde el Amauta anunció “una exposición orgánica de su ideología”, “nos impide conocer realmente su pensamiento a fondo”.

Si eso es así, entonces, ¿cómo puede Aldito concluir en lo primero? Esta es una contradicción imperdonable que desbarata su grandilocuente afirmación categórica.

La contradicción hubiera sido salvada si Aldito hubiera dado un valor consistente al libro ideológico “Defensa del Marxismo” pero él mismo se encarga de menospreciar el valor ideológico de esta obra al afirmar que “es solo una suma de escritos de prensa”. Fatal.

Entonces, ¿Cuáles son las tesis ideológicas del Amauta que según Aldito “ya son absolutamente obsoletas”? No menciona ni una.

2. La confusión entre ideología y programa

La contradicción señalada en el punto anterior que invalida la principal tesis de Aldito se explica porque este confunde Ideología con Programa. Mientras que la ideología es una concepción ideo-política que posee principios y por lo común construye o desarrolla una base doctrinaria el programa varía de acuerdo a la intención política frente a la apreciación de una realidad concreta.

Esta confusión es nefasta para el análisis y se aprecia cuando Aldito, para sustentar su crítica a la ideología del Amauta, afirma: “no se puede seguir insistiendo en recetas pensadas para los años 30 del siglo pasado cuando ya estamos en el siglo XXI”.

Un segundo error de Aldito es creer que desmonta la “ideología” del Amauta porque critica lo que él llama sus “recetas” o propuestas políticas que forman parte de su programa.

También es infantil juzgar la ideología de Mariátegui por la validez de sus “recetas” ni siquiera en el contexto de la época en que fueron formuladas, es decir la década del 20-30 del siglo pasado, sino juzgarlas por no ser válidas en el siglo XXI. Aldito acusa aquí un juicio profundamente erróneo y metodológicamente inválido.

En todo caso, Aldito debería polemizar con quienes supuestamente insisten en las mismas recetas del Amauta y aterrizar el debate en el contenido y actualidad de las mismas pero descalificar a Mariátegui por el paso del tiempo o porque algunas de sus recetas son reivindicadas por otros es francamente un galimatías absurdo.

3. Vigencia de las reivindicaciones indígenas

Aldito señala que el programa político del Amauta tomó como base a la población indígena rural que entonces era mayoritaria en el Perú. Por esta razón,  el eje de su programa era el problema de la tierra, lo que implicaba la eliminación del latifundio serrano y el gamonalismo feudal.

Más adelante, Aldito concluye que la reforma agraria de Velasco “desmontó la tesis central mariateguista porque ni se solucionó la exclusión social del indígena (…) ni tampoco el indígena optó por el cooperativismo o el colectivismo, pues lo que nos dejó esa reforma fue una minifundización extrema del campo peruano lo que indica que allí triunfó la propiedad privada”.

La contradicción que es importante advertir y no pasar por alto es que Aldito en los hechos admite que el programa del Amauta formulado en 1920-30 es correcto o adecuado a la realidad peruana, pues reconoce que se elaboró “sin calco ni copia” y considerando que la población mayoritaria del Perú era campesinado indígena.

Pero comete un grave error de apreciación cuando juzga a la Reforma Agraria del gobierno militar de Juan Velasco Alvarado como si fuera el modelo de solución política socialista que formulaba el Amauta. El experimento de Velasco fue políticamente una reforma agraria pero no tuvo un signo socialista ni tampoco fue gestada desde abajo como lo planteaban distintos sectores del propio campesinado que incluso promovió experiencias autónomas de reforma agraria como lo testimonia, por ejemplo, Hugo Blanco Galdós.(2)

Existe abundante investigación que argumenta que la función que cumplió la reforma velasquista fue producir cambios en la estructura semifeudal del país y de esta manera aliviar las fuertes tensiones políticas que se vivían en el campo, y de esta manera se atenuó una salida política con una orientación distinta.

Es importante además precisar que el Amauta no incubó una visión pasadista o romántica respecto a la herencia incaica o pre-hispánica.

“He constatado la dua­lidad nacida de la conquista para afirmar la necesidad histórica de resolverla. No es mi ideal el Perú colonial ni el Perú incaico sino un Perú integral”(3)

En los principios programáticos del Partido Socialista redactados por Mariátegui precisa que el estímulo al libre resurgimiento del pueblo indígena y a la manifestación creadora de sus fuerzas y espíritus nativos:

“no significa en lo absoluto una romántica y anti-histórica tendencia de reconstrucción o resurrección del socialismo incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y del cual solo quedan, como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica, los hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas. El socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa capitalistas, y no puede importar el menor retroceso en la adquisición de las conquistas de la civilización moderna, sino por el contrario la máxima y metódica aceleración de la incorporación de estas conquistas en la vida nacional.”(4)

Cabe destacar asimismo que las reivindicaciones indígenas no han pasado de moda o han perdido vigencia política. En plena globalización del capitalismo neoliberal los pueblos indígenas en diversas partes del mundo se han colocado a la vanguardia de la resistencia defendiendo sus territorios y bienes comunes, reafirmando sus identidades étnicas, exigiendo el respeto a la diversidad cultural y levantando propuestas para descolonizar el Estado, la sociedad y la cultura.

El movimiento indígena y los movimientos sociales que hacen frente común ante el capitalismo neoliberal construyen sus propias propuestas con autonomía, buscan sus propias salidas frente a la crisis y la represión y repudian el viejo estilo de las burocracias políticas que acostumbran a montar sus aparatos sobre los movimientos para imponerles sus recetas y no respetar sus procesos y autonomías.

Pero estoy convencido de que si el Amauta estuviera físicamente entre nosotros sería uno de los primeros en revalorar y redimensionar el aporte de los pueblos y movimientos sociales y ya habría logrado contribuir a robustecer y actualizar la propuesta Socialista sin perder ni el sentido de la realidad ni el respeto por la libre determinación y autonomía del movimiento indígena porque este fue su estilo para relacionarse con el movimiento social.

4. ¿Es el “romanticismo” un error político?

Una de las principales críticas de Aldito al programa del Amauta es que este siempre creyó que el Socialismo tendría asidero en el Perú debido a que éste contaba con la importante presencia de las comunidades indígenas en las que Mariátegui veía con gran simpatía un embrión comunitario que “facilitaría el socialismo”.

Para Aldito esta convicción revela, entre otros, dos errores patentes: un ilusorio “romanticismo intelectual” y “falta de trabajo de campo”. Analicemos el primer “error”.

La tesis de que las comunidades indígenas puedan haber sido o quizás puedan algún día ser una base o cimiento de un nuevo Estado pluricultural es una propuesta, una tesis política socialista, cuya validez nunca ha podido ser probada como cierta o falsa porque las comunidades indígenas y el Socialismo nunca han gobernado o dirigido el Perú. Nos encontramos en un plano puramente especulativo y utópico que concierne al sueño y al ideal político.

La condición o aspiración romántica del Amauta no invalida de por sí ninguno de sus planteamientos a favor de la causa indígena y socialista. Para el Amauta, el Socialismo peruano encierra todas las posibilidades de ascensión espiritual y material. Personas perspicaces y de elevada sensibilidad como José María Arguedas reconocen que el Socialismo no mató en él lo mágico.(5)

Para Mariátegui La Chira, el Socialismo representa una filiación y una fe revolucionaria, una lucha final. Es por esto que el romanticismo político más que un error, una depreciación, como lo observa Aldito, es un capital, una reserva moral y de lucha. Obviamente, Aldito es una persona que no guarda fe alguna. En esencia es un iconoclasta regresivo, infecundo, malsano que busca destruir todo lo que se oriente contra los poderosos intereses que él defiende cotidianamente.

Por esto no es casual que Aldito no haya visto el romanticismo de los que defienden -aún a riesgo de morir- la agricultura en el valle de Tambo y Aldito desde la trinchera contraria pida el traslado de francotiradores contra los “huaraqueros” y justifique la muerte de estos en caso de error.(6)

5. ¿Qué es conocer el Perú? Un nuevo error de apreciación

Aldito sostiene que a Mariátegui le faltó “trabajo de campo” y que en su obra existe un “exceso de elucubración de escritorio”. Por esto concluye que el Amauta “conocía muchísimo más Europa que su propio país”.

El afirmar que el autor de los “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”, una de las obras más importantes para conocer el Perú, no conoció su propio país como otros países de Europa me hacen suponer que Aldito escribe bajo influencia de sustancias que disminuyen su raciocinio y esto agrava su natural incontinencia verbal.

A falta de argumentos serios para cuestionar la obra del Amauta lo juzga por aspectos secundarios como no haber recorrido el país y haber llegado solo a Huancayo. ¿Acaso recorrer físicamente el país garantiza conocer su realidad?

El conocimiento científico de la realidad en su sentido social y político no se produce de manera automática por estar físicamente en diversos lugares. Este nos proporciona un conocimiento fenoménico de la realidad pero no nos asegura un conocimiento del sustrato de la realidad.

Olvida Aldito que Mariátegui recibía en su domicilio a numerosos delegados indígenas que dialogaban sostenidamente con él sobre los abusos con el campesinado e hizo amistad entrañable con indígenas como el puneño Ezequiel Urviola de lo cual existe testimonio escrito.

Cómo olvidar la extrañeza que produjo en el Amauta el poco interés que despertaba en la intelectualidad limeña la realidad indígena cuando en el Tercer Congreso Indígena solo él y el bibliotecario sanmarquino Pedro Zulen, eran los únicos observadores a quienes había atraído este polícromo evento(7).

6. Una mentira antojadiza, sin fundamento

Aldito atribuye al Amauta “concentrar la solución exclusivamente en la tenencia de la tierra cuando factores como la educación y la conectividad eran también básicos para enfocar el problema del indio”. Ahora resulta que Aldito pretende conocer más que el propio Mariátegui la solución al problema del indígena.

Veamos. Tal afirmación es una acusación mentirosa que carece de fundamento y que confirma que Aldito no ha revisado –por  no decir estudiado– documentos claves de la obra política del Amauta como los Principios programáticos del Partido Socialista y su programa de reivindicaciones inmediatas.

En ellos Mariátegui propone, además del derecho a la tierra, la necesidad de adoptar medidas políticas para promover el estímulo “al libre resurgimiento del pueblo indígena, a la manifestación creadora de sus fuerzas y espíritu nativo” y “una educación efectivamente democrática e igualitaria”.

No hay que olvidar además que en los últimos números del periódico Labor el Amauta agregó una sección denominada Ayllu, dedicada a la cuestión agraria, y que pensaba incluso desarrollar en una publicación más independiente pero que la represión de la época y la censura le impidieron concretar.

¿Acaso Aldito no ha leído siquiera por titulares los artículos del Amauta abogando a favor de las estadísticas, las bibliotecas, los conservatorios de música, a favor del arte popular?

¿Acaso hojeando los ejemplares de la revista Amauta no se percató que la actuación política de Mariátegui alcanzó una notable influencia nacional e internacional porque estuvo concebida principalmente como una obra de cultura política donde se expresaba nítidamente una identidad originaria y diversa, incluso desde el título, el diseño y los dibujos de José Sabogal, Julia Codesido y otros artistas indígenas a los que él daba espacio y reivindicaba?

¿Acaso Aldito, que ha tenido el privilegio de cuna de estar rodeado de los vestigios de una vasta labor cultural, no ha entendido que la titánica y fenomenal obra de su abuelo fue forjar el sueño de un Perú Integral en base a la forja de una nueva  moral y una nueva cultura revolucionaria donde el aporte indígena es esencial y fundamental?

7. La seudo-ciencia del marxismo. Una afirmación antojadiza

Sin duda mucha agua ha corrido desde que el viejo Carlos Marx expusiera las tesis fundamentales del marxismo allá por 1848 cuando se publicó el Manifiesto Comunista, pero podría haberse esperado una crítica más seria, más ideológica y actualizada del marxismo, en momentos en que muchas de sus tesis por lo menos generan debate ante las renovadas crisis del capitalismo.

Sin ir muy lejos podría por lo menos haberse referido a la obra del economista francés Thomas Piketty quien causó revuelo mundial con su obra El capital en el siglo XXI, en el que sostiene apoyado en una voluminosa data que se ha verificado la tesis marxista de la creciente polarización entre ingresos y riqueza.

No niego que el marxismo formulado tal cual por Marx tenga errores o que su carácter científico pueda ser discutido pero colocar un epitafio a la doctrina de Marx porque ha llevado a millones de seres humanos a la muerte o los hermanos Castro se han convertido en “dos dictadores caribeños” no es una argumentación ideológica seria. Es como querer proscribir el Socialismo en el Perú porque una sarta de fanáticos seguidores del desquiciado Abimael Guzmán Reynoso haya creído que el Pensamiento Gonzalo tenga alguna relación o fundamento con el Socialismo que preconizó el Amauta José Carlos Mariátegui.

Obviamente, habrá hartos sectores interesados en buscar la permanente asociación entre Senderismo y Socialismo y la izquierda deberá cargar por mucho tiempo la cruz de no haber deslindado a tiempo y de manera firme con el gonzalismo pero esto no es óbice para dejar que se pretenda sepultar la obra del Amauta, se despotrique libremente del Socialismo que nunca ha gobernado en el Perú y se pretenda desechar por inservible una doctrina que tiene contribuciones importantes para analizar las contradicciones propias del sistema capitalista que aún padecemos.

La irracionalidad del sistema dominante que nos está llevando al caos climático y a la destrucción del planeta es motivo suficiente para no despreciar ninguna contribución doctrinaria crítica. Quizás la falta de debate ideológico y político doctrinario a partir de los problemas actuales es una de las graves carencias que explican la debilidad de la izquierda en el Perú, algo que Mariátegui desarrolló con bastante profundidad en su momento y que le dio trascendencia a sus aportes.

6. La herencia del Amauta, según Aldito

Después de tergiversar, confundir, malinterpretar y echar leña al fuego sobre la obra del Amauta, Aldito, quizás compungido por su pésima respuesta filial, reconoce algo positivo:

“¿Qué nos deja JCM al día de hoy? Nos deja una enseñanza de cómo la voluntad y el arduo estudio pueden superar la cárcel de un físico eternamente enfermo”.

¿Sólo eso? ¿Sobreponerse a su enfermedad es lo único que nos deja el Amauta? Quizás Aldito se da cuenta que está siendo harto mezquino, por no decir miserable, con el abuelo y agrega:

“Nos deja una actitud heterodoxa, crítica, apasionada, comprometida y curiosa de analizar y vivir la vida. Nos deja un amor por todas las artes que lo llevó a promocionar siempre la cultura. Nos deja una inquietud por buscar fórmulas originales (“ni calco ni copia…”), un actuar decente frente al adversario, un rechazo a la demagogia y un buscar amar más a nuestro país (Peruanicemos al Perú)”.

Ese párrafo es quizás el único en el que estoy de acuerdo con Aldito y no puedo dejar de reconocer que se trata de una bella frase que suscribo porque alude a una dimensión humana que tiene más importancia quizás de lo que el mismo Aldito percibe. Y es que la dimensión humana es una concreción de la ideología. La ideología no es la que se afirma y declara textualmente sino la que se obra y practica en el día a día.

En el fragor de la polémica con Luis Alberto Sánchez, el Amauta Mariátegui nos brinda una clara y sintética definición del Socialismo: “El socialismo es un método y una doctrina, un ideario y una praxis. Invito a Sánchez a estudiarlos seriamente, y no sólo en los libros y en los hechos sino en el espíritu que los anima y engendra” (8).

El yerro garrafal de Aldito es pretender divorciar, escindir la valoración humana de Mariátegui con su pensamiento e ideología. El extraordinario valor como hombre-signo de Mariátegui y que lo hace trascender hasta nuestra época es su integridad y coherencia entre pensamiento y acción, entre voluntad y realidad, entre moral y política.

Es esa integridad y coherencia la que lo distingue de la política nauseabunda, centralista, decrépita ante la cual reaccionó desde su juventud. La misma política podrida que hoy se manifiesta con los Eguren, las Martha Chávez, y otros esperpentos que gobiernan a su antojo el país a favor de los mismos poderes corruptos ante los cuales surgió Mariátegui.

Conclusión

Comparto la idea de que el Amauta quizás tendría algo de vergüenza al ver como sus seguidores se alejaron del método y el espíritu socialista y en su nombre desnaturalizaron su propuesta de camino. Pero esto no resta validez a su coherencia ni disminuye su contribución a  la comprensión y transformación de la realidad peruana.

En el proceso de forjar un “Perú nuevo, en el mundo nuevo” no podemos menoscabar los aportes de muchas generaciones, hombres y mujeres anónimos, del pueblo, que forjan una historia que aún está por escribirse.

Sin duda algunos destacan y deben ser valorados, según su época, personajes como don Felipe Guaman Poma, Manuel González Prada, Dora Mayer de Zulen, Clorinda Mato de Turner, Luis Valcárcel, Jorge Basadre, José María Arguedas, y cuántos otros y otras insignes que dan identidad y fisonomía cultural al Perú actual y del futuro.

En esa línea, de seguro se encuentran numerosos y numerosas líderes indígenas como Hilaria Supa Huamán que con sus avances y tropiezos abren el camino de la política para sus pueblos y de la que Aldito alguna vez se mofó a toda página por escribir con errores de ortografía siendo una congresista de la República. Así descubrió Aldito su desprecio y discriminación hacia la población originaria a la que tanto valoró y apreció su abuelo.(9)

Notas:
(2) Por ejemplo, ver artículo: La verdad sobre los bonos de la Reforma Agraria, de Hugo Blanco, en Servindi: http://servindi.org/actualidad/90618
(3) Mariátegui La Chira, José Carlos: “Réplica a Luis Alberto Sánchez”, publicado en la revista “Mundial”, Lima 11 de marzo de 1927 y en la revista “Amauta”, número 7, págs. 38-39 (Boletín “El Proceso del Gamonalismo”). Lima, marzo de 1927.
(4) Los Principios Programáticos del Partido Socialista Peruano es un documento que fue encargado a José Carlos Mariátegui por el Comité organizador del partido en octubre de 1928. Fue reproducido en el libro Apuntes para una Interpretación Marxista de Historia Social del Perú de Ricardo Martínez de la Torre, Tomo II, págs. 398  a 402. Ver en internet en:  https://www.marxists.org/espanol/mariateg/oc/ideologia_y_politica/paginas/principios%20programaticos.htm
(5) Arguedas afirmó: “Fue leyendo a Mariátegui y después a Lenin que encontré un orden permanente en las cosas; la teoría socialista no sólo dio un cauce a todo el porvenir sino a lo que había en mi de energía, le dio un destino y la cargó aún más de fuerza por el mismo hecho de encauzarlo. ¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé bien. Pero no mató en mí lo mágico”. Discurso al recibir el Premio Inca Garcilaso de la Vega, en 1968.
(6) Aldo Mariátegui: ‘Cheque’, hondas, motín y JNE, en diario Perú.21: http://peru21.pe/opinion/aldo-mariategui-cheque-hondas-motin-y-jne-2218632
(7) Mariátegui escribió: “Recuerdo nuestro encuentro en el Tercer Congreso Indígena, hace un año. El estrado y las primeras, bancas de la sala de la Federación de Estudiantes estaban ocupadas por una policroma multitud indígena. En las bancas de atrás, nos sentábamos los dos únicos espectadores de la Asamblea. Estos dos únicos espectadores éramos Zulen y yo. A nadie más había atraído este debate. Nuestro diálogo de esa noche aproximó definitivamente nuestros espíritus.
Y recuerdo otro encuentro más emocionado todavía: el encuentro de Pedro S. Zulen y de Ezequiel Urviola, organizador y delegado de las federaciones indígenas del Cuzco, en mi casa, hace tres meses. Zulen y Urviola se complacieron recíprocamente de conocerse. “El problema indígena —dijo Zulen— es el único problema del Perú”.
Zulen y Urviola no volvieron a verse. Ambos han muerto en el mismo día. Ambos, el intelectual erudito y universitario y el agitador oscuro, parecen haber tenido una misma muerte y un mismo sino.” Fuente: Peruanicemos al Perú: Vidas paralelas: E. D. Morel – Pedro S. Zulen. Publicado en la revista Mundial, Lima, 6 de febrero de 1925.
(8) Mariátegui La Chira, José Carlos: “Réplica a Luis Alberto Sánchez”, publicado en la revista “Mundial”, Lima 11 de marzo de 1927 y en la revista “Amauta”, número 7, págs. 38-39 (Boletín “El Proceso del Gamonalismo”). Lima, marzo de 1927.
(9) Luego de la fuerte crítica desatada al titular y fotografía del diario Correo dirigido por Aldo Mariátegui, burlándose de los errores ortográficos en un apunte personal de la congresista quechua Hilaria Supa, Aldito escribió: “Y lo cortés no quita lo valiente: si he herido la sensibilidad de Supa, pues ofrezco mis disculpas. Pero el artículo está bien hecho; se han recogido opiniones opuestas, no miente, no difama, no injuria y menos discrimina. Sólo recoge una realidad: la señora escribe muy mal en castellano (y ojo que su producción legislativa es ínfima). Y tenemos todo el derecho de cuestionar que gente sin instrucción superior esté en el Congreso. Faltaba más”.


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