miércoles, 24 de marzo de 2021

LA “NORMALIDAD” YA NO SERÁ, DEBEREMOS INVENTARLA

 


Fecha: 23 de marzo de 2021

Autor/a: Alejo Lerzundi

 

La “normalidad” de nuestras precarias vidas se ha visto vulnerada por la pandemia, la vieja desde antes de la república, la más rancia y violenta de la conquista, la más caduca y servicial de la colonia ha vuelto a las calles y a las redes sociales y a los medios de comunicación y naturalizado su relato de odio.

Es una continuidad que ocurría salpicado de efímeras alegrías que los peruanos sabíamos sacar partido en la desdicha, un triunfo de la rojiblanca, un cebichito con su helada, un magro “feliz se recibe el año”.  Qué poco dura la dicha en la casa del pobre, dice el proverbio castellano y “el que vive desgraciado desde la cuna comienza, desde la cuna comienza a vivir martirizado”, dice la canción cubana.

Ruth Toledano, nos dice que la hierba brotó en las grietas del confinamiento inicial. En aquellos primeros días, a la perplejidad ante lo que estaba sucediendo, se sumó una suerte de ilusión, un inédito y tajante cambio de rutina. Mucha gente nos aventuramos a fantasear con cambios definitivos, cambios de paradigma, de sistema, de comportamiento social, de existencia como especie. Cierto que estaban el dolor de la enfermedad y la desolación de la muerte, el temor a la ruina económica, la incertidumbre ante el futuro, pero a esa etapa de sufrimiento le sucedería una nueva era.

Como una gran metáfora contraria a la muerte, la vegetación salió por todas las rendijas, el follaje negro de smog reverdecía, los pájaros trinaban alocadamente como si despertaran colectivamente al celo. Las playas se llenaban de pájaros propios y forasteros, el mar se llenaba de anchovetas como en veda permanente.  Una explosión de vida limpia que no conseguiría mil acuerdos de Paris. Fueron pocos, pero fueron días de gloria para la explosión de la vida natural.

Esperamos que lo que vendría sería mucho mejor por evolutiva y transformadora. Sería una era de solidaridad que afianzarían las redes de ayuda mutua en los vecindarios, en los barrios, en los pueblos y en las ciudades. Una era en que la conciencia sobre el absurdo del consumismo, la inmadurez del despilfarro, la ceguera del agotamiento de recursos, sería incluso capaz de plantar cara al capitalismo salvaje. Una era en la que recuperaríamos el valor perdido del silencio y la contemplación, al tiempo que desarrollaríamos de nuevo esas habilidades perdidas que nos hacen autosuficientes.

Sería una era en la que ya habríamos aprendido cuáles son las prioridades y a distinguir de lo superficial lo que realmente merece la pena, en la que primarían la colaboración y el amor frente a la confrontación y el egoísmo y el abuso. Sería un mundo más sostenible, una vida más sencilla, una experiencia común más elevada, plasmada en solidaridad y ayuda mutua, de justicia social, donde la práctica de la corrupción sería vista como traición a la patria y los derechos humanos. Los políticos entenderían el servicio público como natural a su función y no la oportunidad para llenarse los bolsillos.

Vamos camino a la “normalidad” que añoramos, no todos, solo los pudientes, para aquellos “que todo pasado reciente fue mejor”.  Los que podemos aguantamos y no sabemos hasta cuando, sentimos que se ha fracturado algo que todavía no sabemos, lo que viene será diferente o no será. Para los jodidos, la vida continua en la precariedad sobredimensionada, me pregunto hasta dónde el aguante del sufrido pueblo y hasta dónde y cuándo los precarios ahorros del erario nacional. Si los ricos no se mojan ahora y siguen con su ridícula vidita de gente importante, perderán “soga y cabra” y no vivirán para contarlo, nos habremos ido todos.

Fuente: https://ceadesperu.wordpress.com/2021/03/23/la-normalidad-ya-no-sera-deberemos-inventarla/

 

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