johnpilger.com
04-11-2016
El sobrino de Sigmund Freud, el padre del
psicoanálisis, el periodista Edwards Bernays acuñó el término "relaciones
públicas" como un eufemismo para definir sus artimañas.
Haciendo
gala de sus recursos, en 1929 Bernays convenció a algunas feministas para que
promovieran el consumo de cigarrillos fumando en el desfile de Pascua en Nueva
York , un comportamiento considerado entonces totalmente descabellado. Logro
incitar a Ruth Booth quien proclamó: "¡Mujeres! La lumbre de tu cigarrillo
es otra antorcha de la libertad. ! Lucha contra otro tabú del sexismo!"
La
influencia de Bernays se extendió mucho más allá de la publicidad. Su mayor
éxito fue persuadir a la población estadounidense que para que aceptara la
masacre que significó la Primera Guerra Mundial. En privado, reconoció más de
una vez, que su metodología de propaganda era "ingeniería del
consentimiento" con el fin de "controlar y regir los sentimientos, de
acuerdo a nuestra voluntad, sin que las personas se lleguen a enterar".
Ésta técnica
la describió como "el verdadero poder en nuestra sociedad" y la
bautizo como “el gobierno invisible".
Hoy en día,
el gobierno invisible es más potente que nunca y peor aún, es menos
comprendido. En mi larga carrera como periodista, nunca había visto como la
propaganda manipula con éxito nuestras vidas y se queda sin réplica.
Imagine dos
ciudades. Ambos están bajo el asedio de las fuerzas del gobierno. Ambas
ciudades están ocupadas por fanáticos, que cometen atrocidades terribles, como
la decapitación de personas.
Pero hay una
diferencia vital. En un sitio, los periodistas occidentales informan con
entusiasmo sobre las batallas y los ataques aéreos, llegando a describir a los
soldados del gobierno como liberadores. Mientras la primera página de los
medios están llenas de fotografías de heroicos soldados que con una V de la
victoria no hay una mínima mención de las bajas civiles.
En la
segunda ciudad -en un país vecino- está ocurriendo casi exactamente lo mismo.
Las fuerzas del gobierno han puesto cerco a una ciudad controlada por la misma
sexta de fanáticos.
La
diferencia es que estos fanáticos son compatibles con "nosotros" -el
Reino Unido y Estados Unidos- que les proporcionamos las armas. Inclusive estos
fanáticos tienen su centro de comunicación y espionaje financiado por una
entente entre Estados Unidos y Gran Bretaña.
La
diferencia es que los soldados del gobierno que ponen cerco a esta segunda
ciudad son los malos, a los que hay que condenar por agredir y bombardear - que
es exactamente lo que los buenos soldados hacen en la primera ciudad.
¿Confuso?
Realmente no. Este doble estándar básico, es la quinta esencia de la
propaganda. Me refiero, por supuesto, al sitio de Mosul por las fuerzas del
gobierno de Irak, respaldados por los Estados Unidos y Gran Bretaña y al asedio
de Alepo efectuado por las fuerzas del gobierno de Siria, apoyados por Rusia.
Un asedio es bueno; el otro es malo.
Lo que rara
vez se informa es que ambas ciudades no estarían ocupadas por fanáticos y
devastadas por la guerra, si Gran Bretaña y Estados Unidos no hubieran invadido
Irak en 2003, una empresa criminal que se puso en marcha con mentiras,
sorprendentemente similares a la propaganda que ahora distorsiona nuestra
comprensión de la guerra civil en Siria.
Sin la
formidable batería de propaganda disfrazada de noticias, el monstruoso ISIS,
Al-Qaida, Al-Nusra y el resto de las bandas yihadistas no existirían, y el
pueblo de Siria no tendría que estar luchando por sus vidas.
Algunos
recordarán que en 2003, los reportajes de la BBC aupaban a un Blair, por lo que
finalmente resultó ser uno de los crímenes de guerra de este siglo. Por su
parte las cadenas de televisión estadounidenses promovieron con el mismo
entusiasmo las falsedades de George W. Bush y de Colin Powell –respaldadas
efusivamente por H. Kissinger.
El mismo
año, poco después de la invasión, grabe una entrevista en Washington con
Charles Lewis, reconocido periodista de investigación estadounidense. Le
pregunté, "¿Qué habría ocurrido si los medios del mundo hubieran
investigado y denunciado documentadamente aquello que resultó ser solo burda
propaganda?"
Respondió
que si los periodistas hubiesen hecho su trabajo con seriedad ; "habría
habido una oportunidad para la paz y posiblemente no hubiéramos ido a la guerra
en Irak".
Fue una
declaración impactante, ratificada por periodistas famosos a los que les hice
la misma pregunta ; Dan Rather, de la CBS, David Rose del Observador y otros
periodistas de la BBC, que por ahora desean permanecer en el anonimato.
En otras
palabras, si los periodistas hacen su trabajo, deberían haber desafiado la
propaganda en lugar de amplificarla, y seguramente, hoy en día, cientos de
miles de hombres, mujeres y niños estarían vivos y, no habría ISIS ni estaría
bajo asedio Alepo o Mosul.
Tampoco se
habría producido el atroz atentado del metro en Londres el 7 de julio de 2005.
No habrían millones de refugiados muertos o en campamentos miserables.
Como
respuesta al ataque terrorista ocurrida en París , el pasado noviembre, el
presidente François Hollande envío inmediatamente aviones para bombardear
Siria. Como era previsible, sobrevino más terrorismo, producto entre otras
cosas de la ostentación de Hollande que declaro “Francia esta en guerra" y
"no mostrará piedad". Que la violencia estatal y la violencia
yihadista se retro-alimentan es una verdad que ningún líder político
internacional tiene el valor de reconocer.
"Cuando
la verdad se sustituye por el silencio", dijo el disidente soviético
Yevtushenko, "el silencio es una mentira."
El ataque a
Irak, el ataque a Libia, el ataque a Siria han ocurrido porque los líderes de
estos países no aceptaron ser marionetas de Occidente. El historial de derechos
humanos de Saddam o Gadafi no fue relevante. En realidad ellos se negaron a
entregar el control de sus países. No obedecieron las ordenes de occidente.
La misma
suerte esperaba a Milosevic una vez que se negó a firmar un "acuerdo"
que reclamaba prácticamente la ocupación de Serbia y su conversión en una
economía de mercado. Su pueblo fue bombardeado, y el fue procesado en La Haya.
Un arresto de independencia de este tipo era intolerable.
Tal como
WikiLeaks ha revelado, sólo cuando el líder sirio Bashar al-Assad (en 2009) rechazó
un oleoducto ,que iba atravesar su país desde Qatar a Europa, fue atacado.
A partir de
ese momento, la CIA planeó destruir el gobierno de Siria con los fanáticos
jihadistas –que son los mismos fanáticos que ocupan actualmente Mosul y el este
de Alepo y que mantienen a su población como rehenes.
¿Por qué
esto no es noticia? El ex funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores
británico Carne Ross, que fuera responsable de las sanciones contra Irak, me
confeso en su momento: “Alimentamos a los periodistas con noticias de
inteligencia convenientemente esterilizadas, o bien silenciamos toda
información, Así funciona esto".
La nación
cliente de Occidente, la medieval Arabia Saudí -a la que EE.UU y Gran Bretaña
vende miles de millones de dólares en armas'- en la actualidad está
bombardeando y destruyendo Yemen, un país tan pobre que en el mejor de los
casos, la mitad de sus niños están desnutridos.
Busque en
YouTube y verá el tipo de bombas masivas -"nuestros" bombas- que los
saudíes lanzan contra los pobladores de pobres aldeas de tierra y contra bodas
y funerales.
Las
explosiones se ven como pequeñas bombas atómicas. Codo a codo con los quienes
lanzan las bombas desde Arabia Saudita trabajan oficiales británicos. Este
hecho no es noticia, No la encontrara en el noticiero de la noche.
La
propaganda más efectiva – para nuestro adhesión- es la que está diseñado por
profesionales con alta cultura - Oxford, Cambridge, Harvard, Columbia - y con
carreras en la BBC, The Guardian, el New York Times, el Washington Post.
Estas
organizaciones periodísticas son conocidas como “medios liberales”. Se nos
presentan como tribunas ilustradas, progresistas, acordes con el espíritu moral
de esta época. Son antirracistas, feministas y pro-LGBT.
Pero ellos
aman la guerra.
Mientras se
manifiestan en pro del feminismo, apoyan guerras rapaces que niegan los
derechos de un sinnúmero de mujeres, incluido el derecho a la vida.
En 2011,
Libia, un estado moderno, fue destruido con el pretexto que Muammar Gaddafi
estaba a punto de cometer un genocidio contra su propio pueblo. Esa era la
noticia permanente y machacona, Y… no había pruebas. Fue una mentira.
De hecho,
Gran Bretaña, Europa y los Estados Unidos querían, lo que les gusta llamar,
"un cambio de régimen" en Libia, el mayor productor de petróleo en
África. La influencia de Gadafi en ese continente y, sobre todo, su
independencia era intolerable.
Así que fue
asesinado ,con un cuchillo por su parte trasera, por un comando de fanáticos
apadrinados por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. Hillary Clinton
aplaudió esta espantosa muerte ante las cámaras de televisión, declarando:
"Vinimos, vimos, murió!"
La
destrucción de Libia fue un triunfo de los medios de comunicación. A medida que
sonaban los tambores de guerra, Jonathan Freedland escribió en The Guardian:
"Aunque los riesgos son reales, la decisión por la intervención sigue
siendo fuerte."
Intervención
– The Guardián utilizó una palabra amable, cuyo significado real, para Libia,
era y es muerte y destrucción.
De acuerdo
con sus propios registros, la OTAN lanzó 9,700 vuelos de "ataque"
contra Libia, de los cuales más de un tercio estaban dirigidos contra objetivos
civiles. Estos bombardeos incluyeron misiles con ojivas de uranio.
Mirad las
fotografías de los escombros de Misurata y Sirte, o las fosas comunes
identificadas por la Cruz Roja. Un informe de UNICEF sobre los niños muertos,
dice, "la mayoría de ellos tenía menos de diez años".
Como
consecuencia directa de la “intervención” , Sirte se ha convertido en la
capital del ISIS.
Ucrania es
otro triunfo de los medios de comunicación. Periódicos liberales respetables
como el New York Times, el Washington Post y The Guardian, y emisoras tales
como la BBC, NBC, CBS, CNN han jugado un papel crítico en el acondicionamiento
de sus espectadores para que acepten una nueva y peligrosa guerra fría.
Han
falsificado los acontecimientos en Ucrania, calificándolo como un acto maligno
de Rusia cuando, en realidad, el golpe de Estado, en Ucrania en 2014, fue obra
de los Estados Unidos, con la ayuda de Alemania y la OTAN.
Esta
inversión de la realidad es tan penetrante que la intimidación militar de
Washington a Rusia no es noticia; se ahoga detrás de una campaña de difamación
y del miedo que vivimos durante la primera guerra fría.
Una vez más,
los Ruskies vienen a invadirnos, conducido por otro Stalin, a quien The
Economist describe como el diablo.
La supresión
de la verdad sobre Ucrania es una de las más completas negaciones informativas
de las que puedo recordar. Los fascistas que diseñaron el golpe de estado en
Kiev son la misma mala ralea que apoyó la invasión nazi de la Unión Soviética
en 1941.
Ante las
alarmas sobre el ascenso del fascismo antisemita en Europa, ningún líder occidental
menciona a los fascistas en Ucrania -con excepción de Vladimir Putin, pero esto
no cuenta.
Muchos de
los medios occidentales han trabajado duro para presentar la población de habla
rusa de Ucrania como extraños en su propio país, como agentes de Moscú, nunca
como ucranianos en busca de una federación dentro de Ucrania y como ciudadanos
ucranianos que resisten un golpe de estado -orquestado desde el extranjero-
contra un gobierno elegido.
No hay
descanso para los hacen sonar los tambores de guerra. Los que incitan a la
guerra desde el diario Washington Post, contra Rusia, son los mismos escritores
de editoriales que publicaron la mentira que Saddam Hussein tenía armas de
destrucción masiva.
Para la
mayoría de nosotros, la campaña presidencial estadounidense es un espectáculo
en los medios de comunicación, en la que Donald Trump es el villano. Pero Trump
es odiado por los que tienen el poder en los Estados Unidos por razones que
tienen poco que ver con su comportamiento y sus desagradables opiniones.
Para el
gobierno invisible en Washington, el impredecible Trump es un obstáculo para el
diseño de los Estados Unidos para el siglo 21.
Es decir;
mantener la dominación de los Estados Unidos, someter a Rusia, y, si es
posible, a China.
Para los
militaristas en Washington, el verdadero problema con Trump es que, en sus
momentos de lucidez, parece no querer una guerra con Rusia; dice que es
necesario hablar con el presidente de Rusia, no luchar contra él; también
afirma que quiere hablar con el presidente de China.
En el primer
debate con Hillary Clinton, Trump se comprometió a no ser el primero en
introducir armas nucleares en un conflicto, dijo: "Yo ciertamente no lo
haría primero. Una vez que la alternativa nuclear ocurre, se acabó todo."
Esta declaración no fue noticia.
¿Que quiso
decir realmente? ¿Quién lo sabe ? A menudo se contradice a sí mismo. Pero lo
que está claro es que Trump es considerado una grave amenaza por el gran
aparato de seguridad nacional que gobierna Estados Unidos, independientemente
de quién esté en la Casa Blanca.
La CIA lo
quiere nockeado. El Pentágono lo quiere derrotado. Los medios de comunicación
le quiere en el suelo. Incluso su propio partido lo quiere golpeado. Él es una
amenaza para los que dominan del mundo -a diferencia de Hillary Clinton, que no
ha dejado ninguna duda que está dispuesta a ir a la guerra, con armas
nucleares, contra Rusia y China.
Clinton es
lo que la gente intuye, una belicista. De hecho, con sus acciones lo ha
demostrado. Como senadora, apoyó el baño de sangre en Irak. Cuando era
candidata contra Obama, en 2008, amenazó con "borrar del mapa" a
Irán. Como Secretario de Estado, actuó en connivencia ,con los halcones, para
destruir los gobiernos de Libia y Honduras y puso en marcha un dispositivo
agresivo contra China.
Ahora se ha
comprometido a apoyar una zona de exclusión área en Siria –en una provocación
directa contra Rusia. Hillary Clinton puede llegar a ser la más presidente más
peligrosa de los Estados Unidos en mi vida, una distinción para ella atroz.
Sin una sola
prueba, ha acusado a Rusia de apoyar Trump por el pirateo de sus correos
electrónicos. Los mensajes de correos electrónicos, dados a conocer por
WikiLeaks, relatan lo que Clinton dice en privado a ricos y poderosos, es
exactamente lo contrario de lo que dice en público.
Por eso el
silenciamiento y las amenazas a Julián Assange son tan importantes. Como editor
de WikiLeaks, Assange sabe la verdad. Y permítanme asegurarles que WikiLeaks
está funcionando a toda máquina.
Hoy en día,
la mayor acumulación de fuerzas encabezadas por Estados Unidos desde la Segunda
Guerra Mundial está en marcha - en el Cáucaso y en el este de Europa, en la
frontera con Rusia, en Asia y en el Pacífico, donde China es el objetivo.
Tenga esto
en cuenta cuando el circo presidencial llegue a su fin el 8 de noviembre, si el
ganador es Clinton, un coro griego de comentaristas necios va a celebrar su
coronación como un gran paso adelante para las mujeres. Ninguno mencionará las
víctimas de Clinton: las mujeres de Siria, las mujeres de Irak, las mujeres de
Libia.
Ninguno
mencionará los ejercicios de defensa civil que se están llevando a cabo en
Rusia ante el temor a una guerra . Ninguno recordará a Edward Bernays y las
"antorchas de la libertad".
El portavoz
de prensa de George Bush llamó una vez a los medios de comunicación
"facilitadores cómplices". Viniendo de un alto funcionario de una
administración cuyas mentiras, facilitadas por periódicos y cadenas de
televisión , ha causado tanto sufrimiento, esa descripción es una advertencia
de la historia.
En 1946, el
fiscal del Tribunal de Núremberg dijo de los medios alemanes: "Antes de
cada agresión importante, iniciaron una calculada campaña de prensa para
debilitar a sus víctimas y para preparar al pueblo alemán psicológicamente para
el ataque con un sistema de propaganda, donde la prensa diaria y la radio eran
las armas más importantes".
John Pilger,
periodista y cineasta australiano
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