LA ESTRATEGIA POLÍTICA DE TRIANGULACIÓN APUNTA A CAPTAR VOTANTES DE OTROS PARTIDOS.
Para debilitar la base electoral del adversario necesitas desarrollar una
estrategia basada en tres pilares:
1. Desplegar en tu mensaje los problemas que preocupan a los
potenciales votantes del partido o candidato rival.
2. Ofrecer soluciones a esos problemas de esa base electoral pero
a partir de los valores y herramientas de tu partido.
3. Al mismo tiempo mantener en tu mensaje tu agenda de solución
de los problemas de tu propia base electoral.
Es lo que el consultor político Dick Morris denomina como estrategia de
triangulación.
¿Cuándo conviene aplicar una estrategia política de triangulación?
La aplicación de la triangulación es óptima cuando te enfrentas a un adversario
cuya base electoral es fuerte o está creciendo con fuerza. Algunos escenarios
políticos representativos serían:
• Estás en el gobierno y quieres debilitar a una fuerza opositora
que es una amenaza actual o potencial.
• Estás en una nueva formación política que para crecer necesita
capturar votos que actualmente son de otro partido.
• Estás en la oposición y buscas reducir el apoyo popular al
partido de gobierno.
• Estás en una fuerza política que tiene que desempatar
preferencias con otra fuerza.
En los cuatro escenarios políticos señalados lo más común suele ser recurrir a
otra estrategia diferente como es la confrontación. El razonamiento detrás de
la confrontación es simple pero equivocado. Parte del supuesto erróneo de que
atacar públicamente las ideas centrales del otro logrará que parte de sus
votantes lo abandonen. Sin embargo el efecto suele ser el opuesto y las bases
del atacado se reafirman en sus posiciones y se blindan.
En estos escenarios la confrontación simple tiene un resultado casi sistemático
que es el inmovilismo político: en el primer caso el gobierno continúa sin
resolver la amenaza opositora, en el segundo el nuevo partido sigue sin lograr
crecer, en el tercero la oposición no consigue debilitar al gobierno, y en el
cuarto nadie logra romper el desempate. Todo sigue igual, sin importar lo dura
o lo espectacular o lo bien argumentada que sea la confrontación.
¿Por qué esta confrontación conduce al inmovilismo?
Porque la política no es un concurso de debates donde el público premia con su
voto los mejores argumentos. Las personas que están en la base electoral de un
partido no están allí por razones teóricas, intelectuales o meramente racionales.
Están allí por razones más complejas y profundas que tienen que ver con su vida
y su psicología. Están allí porque sienten que ese partido ofrece respuestas a
sus problemas, sus preocupaciones y sus deseos. Y seguirán allí mientras nadie
más les ofrezca respuestas a esos problemas, a esas preocupaciones y a esos
deseos.
Para moverlos es que entra en escena la triangulación.
¿Qué es la estrategia política de triangulación?
La mejor definición que conozco de esta estrategia política es la que ofrece
Dick Morris en Juegos de poder, su clásico libro publicado en 2002:
“La idea que está detrás de la triangulación es trabajar con empeño para
solucionar los problemas que motivan a los votantes del otro bando, a fin de
debilitarlos políticamente…Pero al solucionar los problemas del otro bando,
ningún político puede darse el lujo de ser una copia exacta de su adversario…La
esencia de la triangulación radica en utilizar las soluciones de su propio
partido para resolver los problemas del otro bando…Solucionar los problemas que
animan el programa político del otro bando es solo la mitad de la batalla. Uno
también debe impulsar un fuerte programa para solucionar los problemas del
propio partido.”
No se trata de derrotar al otro en torneos dialécticos sino de ir a buscar a
sus votantes. No se trata de destruir sus argumentos con razones más sólidas
sino de minar su base electoral. No se trata de espectáculos superficiales sino
de movimientos profundos.
Para hacerlo, y hacerlo bien, debes considerar algunos criterios esenciales:
1. Define claramente a tu adversario: es el partido o candidato
con el cual hay, o puede llegar a haber, una zona de votos en disputa. Y puede
ser más de un adversario, claro está.
2. Lo primero siempre es investigar. Tienes que contar con un
estudio objetivo y a fondo acerca de esa base electoral que quieres minar.
Tienes que conocer su perfil político, social, económico, psicológico y
cultural. Tienes que identificar cuales son sus problemas principales, sus
preocupaciones y sus deseos. Y tienes que comprender por qué apoyan a ese
partido o candidato y no a otro.
3. Lo básico y permanente es respetar a esos votantes.
Respetarlos en tu comunicación pública pero también en la comunicación interna
de tu partido y hasta en tu propia forma de pensar acerca de ellos. Más aún:
tienes que empatizar con ellos y con los problemas que les duelen. No son
tontos ni equivocados ni ilusos ni malintencionados solo por sentirse
representados por otro partido. Son personas a entender, a atender y tal vez a
persuadir.
4. Nunca te conviertas en una copia de tu adversario. Mimetizarte
con él te hará daño porque perderás parte de tu propia base sin ganar casi nada
de la base ajena. Ya sabes: en general las personas prefieren el original antes
que la copia.
5. Desarrolla soluciones nuevas para los problemas de esa base de
votantes que quieres minar. No te quedes atrapado en la repetición de lo que
venías diciendo anteriormente. Para convencer a esas personas necesitas
propuestas nuevas, ideas frescas, perspectivas diferentes. Trasciende las
soluciones que ya son viejas conocidas, las de tu adversario por supuesto pero
también las tuyas propias. Y construye el tercer ángulo del triángulo:
soluciones para los problemas de esos votantes, pero soluciones nuevas basadas
en tus valores y principios.
6. Nunca dejes de trabajar tu propia base electoral. Ellos son tu
fortaleza de siempre y tienen sus propios problemas, preocupaciones y deseos.
Camina con cuidado. Recuerda que muchos lo pierden todo por ir a buscar a los
ajenos olvidando a los propios. Tienes que ser leal, coherente, consistente y
consecuente. Tienes que mantener tu identidad. Solo a partir de allí podrás
lograr todo lo demás.
7. Una operación estratégica de esta magnitud requiere invertir
recursos materiales y humanos. Además de tiempo, paciencia, inteligencia y
creatividad. Para implementar esta estrategia tienes que mirar más allá del
argumentario del día o de la semana. Lo dicho: no es táctica sino estrategia.
La estrategia política de triangulación es una excelente oportunidad para
producir cambios importantes en el escenario político. Cambios profundos porque
implica movimientos en las bases electorales de los partidos. Sus frutos no son
inmediatos sino que llevan su tiempo de maduración. Pero sus efectos pueden ser
de largo alcance.
Daniel Eskibel
Fuente, https://danieleskibel.com/blog/
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