por Ariel Noyola Rodríguez
Estados Unidos encuentra cada vez más obstáculos
para mantener la hegemonía del dólar como moneda de reserva mundial. Durante
los últimos meses, los países emergentes , al igual que Rusia
y China, han vendido gran cantidad de bonos del Tesoro de
Estados Unidos. Pero ahora también lo hace Arabia Saudita. Además, para protegerse
de las bruscas fluctuaciones del dólar, los bancos centrales de varios países
han venido adquiriendo enormes volúmenes de oro para diversificar sus reservas
monetarias. En definitiva, la ofensiva global contra el dólar
estadounidense está recrudeciéndose a través de la venta masiva de deuda
estadounidense y, en paralelo, de compras colosales de metales preciosos.
Red
Voltaire | Ciudad de México (México) | 5 de noviembre de 2016
La supremacía de Washington en el sistema
financiero mundial recibió un golpe tremendo el pasado mes de agosto: Rusia,
China y Arabia Saudita vendieron bonos del Tesoro de Estados Unidos por
valor de 37 900 millones de dólares, de acuerdo con la última
actualización de datos oficiales publicada hace unos días [1].
Desde una perspectiva general, las inversiones globales en la deuda del
gobierno estadounidense se desplomaron a su nivel más bajo desde julio
de 2012. Ya es evidente, el papel del dólar como moneda de reserva
mundial nuevamente se ve cuestionado.
Ya en 2010, el almirante Michael Mullen, presidente
de los Jefes del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, lanzó la advertencia
de que la deuda representaba la principal amenaza para la seguridad
nacional [2].
A mi juicio, no es tanto que un alto nivel de endeudamiento público
(actualmente por encima de los 19 billones de dólares [3])
sea una piedra en el zapato para la economía estadounidense, sino que más bien
para Washington es decisivo garantizar diariamente un enorme flujo de recursos
desde el exterior a fin de cubrir sus déficit gemelos (comercial y
presupuestario); es decir, para el Departamento del Tesoro es un asunto de vida
o muerte vender títulos de la deuda estadounidense a todo el mundo para de esta
manera poder financiar los gastos del Estado norteamericano.
Hay que recordar que tras la quiebra de Lehman
Brothers, en septiembre de 2008, el Banco Popular de China se vio fuertemente
presionado por Ben Bernanke, en aquel entonces presidente del Sistema de la
Reserva Federal (FED), para que no vendiera sus títulos de la deuda
estadounidense. En un primer momento, los chinos aceptaron sostener el
dólar. Pero, ya en un segundo momento, el Banco Popular de China
se resistió a comprar más bonos del Tesoro de Estados Unidos y, al
mismo tiempo, puso en marcha un plan de diversificación de sus reservas
monetarias.
Pekín ha venido comprando oro de forma masiva en
los años recientes, y lo mismo ha estado haciendo el banco central de
Rusia. En el segundo trimestre de 2016, las reservas de oro del Banco Popular
de China alcanzaron las 1 823 toneladas frente a las 1 762 toneladas
registradas el último trimestre de 2015. La Federación rusa por su parte,
incrementó sus reservas de oro en alrededor de 290 toneladas entre diciembre de
2014 y junio de 2016, con lo cual, cerró el segundo trimestre de este año con
un acumulado de 1 500 toneladas.
Frente a los brutales bandazos del dólar, es
crucial comprar activos más seguros como el oro que, en momentos de gran inestabilidad
financiera, actúa como un valor refugio. Por eso la estrategia de Moscú y
Pekín de vender bonos del Tesoro de Estados Unidos para luego comprar oro ha
sido seguida por muchos países: según las estimaciones del Fondo Monetario
Internacional (FMI), las reservas de oro de los bancos centrales del mundo
alcanzan ya el nivel más alto de los últimos 15 años luego de registrar a
principios de octubre un volumen total de casi 33 000 toneladas [4].
La geopolítica también está jugando su parte en la
configuración de un nuevo orden financiero mundial. Tras la imposición de
sanciones económicas contra el Kremlin, a partir de 2014, la relación
con China tomó gran relevancia para los rusos. Desde entonces, ambas potencias
han profundizado sus vínculos en todos los ámbitos, desde la economía y
las finanzas, hasta la cooperación militar. Además de comprometer el
suministro de gas a China para las próximas tres décadas, el presidente
Vladímir Putin construyó junto con su homólogo Xi Jinping una poderosa alianza
financiera que busca terminar de una vez por todas con la dominación de la
divisa estadounidense.
Actualmente, los hidrocarburos que Moscú vende a
Pekín ya no se pagan en dólares sino en en yuanes. De este modo,
la “moneda del pueblo” (‘renminbi’, en chino) se está abriendo paso
poco a poco en el mercado mundial de hidrocarburos a través de los
intercambios comerciales entre Rusia y China, los países que, a mi
modo de ver, encabezan la construcción de un sistema monetario multipolar.
La gran novedad es que a la carrera por la
desdolarización de la economía global se ha sumado Arabia Saudita, país que
desde hace varias décadas se había mantenido como un aliado incondicional de la
política exterior de Washington. Sorpresivamente, durante los últimos 12 meses
Riad se deshizo de más de 19 000 millones de dólares invertidos en bonos
del Tesoro de Estados Unidos, convirtiéndose junto con China, en uno de los
principales vendedores de deuda estadounidense [5].
Para colmo de males, la furia del Reino Saudita contra la Casa Blanca viene
incrementando su intensidad.
Sucede que a finales de septiembre, los
congresistas estadounidenses aprobaron la eliminación del veto del presidente
Barack Obama a una ley que impedía a los ciudadanos estadounidenses denunciar a
Arabia Saudita ante los tribunales por su presunta participación en los
atentados del 11 de septiembre de 2001 [6].
Simultáneamente, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)
llegó a un acuerdo histórico con Rusia para disminuir el nivel de producción de
crudo y, con ello, promover un incremento de precios [7].
Es llamativo también que, justo por esos días,
Pekín haya abierto la negociación directa entre el yuan y el riyal de Arabia
Saudita a través del Sistema de Comercio de Divisas Extranjeras de China
(CFETS, por sus siglas en inglés) a fin de realizar transacciones entre ambas
monedas sin necesidad de pasar antes por el dólar [8].
En consecuencia, es altamente probable que, más temprano que tarde, la empresa
petrolera Saudi Aramco acepte pagos en yuanes en lugar de dólares.
De concretarse este arreglo, la casa de los Saud estaría apostando
de lleno por el petroyuan [9].
Ante nuestros ojos, el mundo está cambiando.
Fuente
Russia Today (Rusia)
Russia Today (Rusia)
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