Alex
A. Chamán Portugal
26 noviembre, 2024
Introducción
La
intensificación de las tensiones interimperialistas, evidenciada en la agresiva
estrategia de la OTAN liderada por el imperialismo estadounidense contra Rusia
y la creciente influencia de China, configura un escenario de crisis global
irreversible. Este contexto plantea un inminente riesgo de una Tercera Guerra
Mundial que ya se desarrolla de manera híbrida. Este conflicto no solo refleja
las contradicciones inherentes del capitalismo decadente en su fase
imperialista, sino también el retroceso estratégico de la revolución proletaria
mundial. Este ensayo, fundamentado en el materialismo dialéctico e histórico,
analiza cómo el capitalismo perpetúa la explotación de las masas populares
hacedoras de la historia y resalta los desafíos históricos que enfrentan las
fuerzas revolucionarias en su lucha por contrarrestar las dinámicas globales
destructivas.
El
capitalismo en decadencia y la rivalidad interimperialista
La
rivalidad entre potencias capitalistas es una constante histórica que Lenin
definió como una consecuencia inevitable del imperialismo: la fase superior del
capitalismo, caracterizada por el monopolio y la disputa por el saqueo global.
La autorización del imperialismo estadounidense a Ucrania para utilizar misiles
de largo alcance contra Rusia, y las advertencias nucleares por parte de Rusia,
no son eventos fortuitos, sino hitos de una lucha por reconfigurar el orden
mundial. Mientras algunos analistas argumentan que estamos en una etapa
multipolar, otros planteamos una transición hacia una bipolaridad renovada.
Rusia,
como una potencia capitalista en ascenso, busca fortalecer su hegemonía frente
a las amenazas militares de la OTAN. China, aunque no participa directamente en
el conflicto, enfrenta las hostilidades de Estados Unidos, que intenta frenar
su crecimiento económico y mayor influencia geopolítica. Desde un análisis
materialista dialéctico, ambas potencias están atrapadas en la lógica
depredadora del capitalismo, donde la competencia conduce inevitablemente a
conflictos destructivos en desmedro de la humanidad entera.
El
repliegue de las fuerzas revolucionarias proletarias
Uno de
los aspectos más alarmantes del panorama actual es el repliegue estratégico de
la revolución proletaria mundial. El colapso de la Unión Soviética, impulsado
por el revisionismo, y la transformación de China en un Estado capitalista han
debilitado severamente la capacidad de las fuerzas revolucionarias para ofrecer
una alternativa real al imperialismo.
Este
retroceso ha mermado el impacto del internacionalismo proletario y permitido
que las potencias imperialistas actúen con mayor impunidad. Según el
materialismo histórico, las guerras interimperialistas no son luchas por la
justicia, sino conflictos motivados por el afán de reparto y dominio global,
siempre en detrimento de las naciones oprimidas, los pueblos del mundo y el
proletariado internacional como última clase de la historia.
La
amenaza de una Tercera Guerra Mundial y la resistencia revolucionaria
El
peligro de un conflicto nuclear evidencia la brutalidad del capitalismo en su
fase imperialista. Sin embargo, esta crisis también ofrece una oportunidad para
que las masas y pueblos se organicen y transformen esta guerra injusta en un
catalizador revolucionario. Lenin señaló que las guerras imperialistas, pese a
su carácter destructivo, pueden convertirse en motores de la revolución si las
fuerzas revolucionarias son capaces de dirigir la indignación de las masas
hacia el socialismo.
Es
imperativo revitalizar las organizaciones proletarias y construir un movimiento
internacionalista que enfrente tanto a las potencias imperialistas como a los
conflictos que generan. Esto requiere una línea ideológica y política clara,
justa, correcta, científica y transformadora como el marxismo-leninismo-maoísmo
que movilice y organice a las masas para batallar contra el capitalismo y
marchar hacia el socialismo científico.
Impacto
en las naciones oprimidas y los pueblos del mundo
Los
conflictos interimperialistas intensifican la explotación y el saqueo de las
naciones oprimidas, eufemísticamente llamadas “en vías de desarrollo”. La
profundización de la explotación económica, el despojo de recursos naturales,
la destrucción de la producción nacional, la contención al desarrollo del
mercado interno, la precarización laboral, la manipulación mediática, la
sofisticada alienación e idiotización, así como, el control social son solo
algunas de las consecuencias devastadoras para estos países.
En
este contexto, la lucha por la liberación nacional y la emancipación económica,
social y política sigue siendo una tarea prioritaria. Los pueblos oprimidos
enfrentan una doble carga: la opresión imperialista externa y la subordinación
interna de las clases dominantes que pugnan por reproducir y eternizar el
sistema hegemónico en descomposición.
La
tarea de los comunistas, antiimperialistas y antifascistas
Para
los comunistas, el desafío es reconstruir el internacionalismo proletario,
identificado por Lenin como clave para transformar las guerras
interimperialistas en revoluciones socialistas. Es crucial consolidar frentes
globales que coordinen la resistencia contra el imperialismo y movilicen a las
masas oprimidas hacia la construcción de un mundo socialista como antesala de
la sociedad comunista.
Los
antiimperialistas y antifascistas, por su parte, deben articular movimientos
amplios que rechacen las guerras y promuevan la autodeterminación de los
pueblos. Esto requiere denunciar las narrativas hegemónicas que justifican los
conflictos y ofrecer una alternativa basada en justicia social, equidad
económica y emancipación política.
Todos
estos esfuerzos deben orientarse hacia la erradicación del sistema
capitalista-imperialista, que constituye la base material de los conflictos y
la explotación. Solo un programa político claro, centrado en el socialismo
científico, puede garantizar una paz duradera, la justicia global, el progreso,
desarrollo y bienestar para la humanidad.
Conclusión
El
ascenso de las tensiones interimperialistas lideradas por Estados Unidos y la
OTAN, así como la respuesta de Rusia y el rol indirecto de China, configuran un
panorama de caos global que podría desembocar en una plena Tercera Guerra
Mundial. Este conflicto, lejos de ser una lucha por ideales nobles, refleja el
colapso del capitalismo en su fase terminal que es el imperialismo.
Desde
una perspectiva revolucionaria, es fundamental superar el repliegue de las fuerzas
proletarias y construir un movimiento internacionalista capaz de confrontar las
fuerzas destructivas del capitalismo. Solo transformando esta crisis en una
oportunidad revolucionaria será posible evitar que la humanidad sea arrastrada
hacia la barbarie y avanzar hacia una sociedad socialista y, finalmente,
comunista, que elimine las causas estructurales de la guerra, las injusticias,
las desigualdades como la explotación y la opresión.
Fuente:
https://inmediaciones.org/decadencia-del-capitalismo-tercera-guerra-mundial-en-ciernes-y-perspectiva-proletaria/
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