Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez
miércoles, 22 de enero de 2025
Supuestamente
yo soy un pensador marxista y, en consecuencia, soy un pensador materialista y
dialéctico. Pero en lo que afecta al conocimiento del mundo de hoy, estoy
desactualizado. De manera que mi materialismo y mi dialéctica de poco o nada
sirve para solucionar este déficit. Así que no me ha quedado más remedio que
hacerme y estudiar algunos libros de los siguientes autores: Martin Wolf,
Jonathan Tepper, Roberto Camagni, Paul Collier, Dana Thomas y Thorstein Veblen.
También compraré un libro de Linda McQuaig sobre los supermillonarios. Todos
estos autores son defensores del capitalismo, pero conocen el mundo actual
mucho mejor que yo. De manera que los necesito.
Al estudiarlos, compruebo que en algunas cuestiones
están cerca del pensamiento de Marx. Por ejemplo, Martin Wolf habla de la
renta de aglomeración y a este respecto, en su obra La crisis del
capitalismo democrático, hace la siguiente afirmación: “En última
instancia, las rentas de aglomeración son producto del capital social creado
por la sociedad en su conjunto. Por lo tanto, hay una buena razón para repartir
estas rentas”. Esta concepción de Wolf está muy próxima a los conceptos de
sustancia social y renta del suelo de Marx. En esa misma obra, en la sección
dedicada a los Ciclos de globalización, hace la siguiente
valoración del pensamiento marxista: “Así lo entendieron Karl Marx y Friedrich
Engels. En el Manifiesto Comunista, uno de los documentos más
importantes del siglo XIX, describieron brillantemente la economía capitalista
emergente”. Observamos que un liberal como Martin Wolf habla de Marx y Engels
con un respeto y reconocimiento que no encontramos en los líderes históricos
del PSOE, por ejemplo, en Felipe González.
¿Por
qué es necesario estudiar a Roberto Camagni? Porque hoy día la economía urbana
se ha convertido en una sección de la economía imprescindible. La
brecha social creada entre las metrópolis y las ciudades de provincia es
alarmante: aumenta la desigualdad. Y los problemas de la vivienda en las
metrópolis es un problema de enorme magnitud. Así que el concepto de renta del
suelo actualizado es decisivo para transformar el mundo. Decía Lenin que
siempre era conveniente descubrir las raíces teóricas de todos los problemas
sociales. De ahí la necesidad de actualizar el pensamiento. Mi recomendación en
la lectura de los libros de los otros, esto es, de aquellos que no son
marxistas, es la siguiente: hay que dejar de lado los prejuicios que lleva
acarreado cualquier ideología, debes dejarte guiar por el otro, pensar y sentir
como él, y conceptualizar y razonar como él. Y una vez que conozcas el
pensamiento del otro, puedes hacer los ajustes y las críticas de acuerdo con tu
línea de pensamiento. Primero conocer y después ideologizar.
Hablemos
ahora de la esencia y de la apariencia. Tengamos en cuenta las dos grandes
tesis de Hegel a este respecto: La apariencia es la manifestación de la esencia
y la apariencia es la esencia en otra determinación. La esencia de los
conceptos de capital constante, capital variable y capital productor de interés
de Marx no han sufrido modificación, pero sí la apariencia o forma de
manifestación de los mismos. La esencia del concepto de capital variable de
Marx, en tanto conserva el valor del capital constante, crea su propio valor y
crea plusvalor, es el mismo en el siglo XIX que en el siglo XXI, pero los
trabajadores y trabajadoras donde se encarna el capital variable son muy
distintos, en lo que afecta al nivel y estilo de vida, y en lo que afecta al
progreso social en general y en lo que afecta al Estado del bienestar que los
protege. Las diferencias aparentes entre el siglo XIX y el siglo XXI del
capital variable son abismales. Lo mismo ocurre con el capital constante, la
esencia de ese concepto, en tanto valor a conservar y que representa las
condiciones objetivas de cualquier actividad económica, es el mismo en el siglo
XIX que en el siglo XXI, pero en lo que afecta a su concreción aparente las
diferencias son igualmente abismales.
Pero
las cosas pueden ir más lejos. ¿Se pueden producir cambios que afecten a la
esencia de los conceptos? Pues sí. Si estudiamos el libro de Jonathan Tepper
titulado El mito del capitalismo, podemos comprobar que la economía
estadounidense, por ejemplo, tiene mayoritariamente un carácter monopolista. Y
cuando esto se produce, los precios se independizan del valor de los bienes y
servicios. Ya Marx, en especial en los capítulos dedicados a la renta del
suelo, hablaba de las rentas de monopolio. En dichos capítulos podemos leer lo
siguiente: “Cuando hablamos de precio de monopolio, nos referimos generalmente
a un precio que se determina únicamente por el deseo de compra y la solvencia
de los compradores, independientemente del precio determinado por el precio
general de producción o por el valor de los productos”. Marx ponía a este
respecto el ejemplo de una viña que producía vinos de extraordinaria calidad.
Aunque aquí Marx se refería a personas con un alto poder adquisitivo, en la
actualidad los precios de monopolio alcanzan al consumo de masas. De ese modo,
además del plustrabajo que tienen que aportar los miembros de la clase
trabajadora, los monopolios les sustraen a dichos trabajadores y trabajadoras
una parte del salario en la esfera de la compra de bienes y servicios. Así que,
como dijo Marx, los precios de monopolio se establecen independientemente del
precio de producción o del valor de los productos.
Como
despedida, ideologicemos un poco. Jonathan Tepper está profundamente preocupado
de cómo los monopolios acaban con la libre competencia, porque genera
desigualdad, porque los precios son arbitrarios y altos, y porque provoca
salarios bajos y beneficios desproporcionados. Su propuesta es volver a la
libre competencia y limitar el poder de los monopolios. Quiere volver atrás y
piensa que eso es posible. Quiere reformar el capitalismo. Mientras que los
marxistas ven en los monopolios un germen bastante desarrollado del socialismo
y buscan no reformar el capitalismo sino revolucionarlo. Hablemos ahora de Paul
Collier, que presenta los impuestos como el medio por el cual los ricos ayudan
a los pobres. Los marxistas pensamos de modo diferente: pensamos que los ricos
se apropian del trabajo social ajeno por miles de mecanismos del mercado
capitalista, y los impuestos no son más que el medio que tiene el Estado para
que los ricos devuelvan el valor ajeno del que se han apropiado. Igual que
Martin Wolf piensa que la renta de aglomeración debe ser repartida entre todos
porque es obra del capital social, lo mismo ocurre con las grandes rentas.
Fuente: https://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2025/01/la-actualizacion-del-pensamiento.html
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