domingo, 23 de febrero de 2020

AMARRES POLÍTICOS


Escribe: Milcíades Ruiz

Antes que el Parlamento accesitario entre en funciones, ya empezaron los amarres y repartijas entre los electos, bajo el engañoso cartel “Acuerdo por la gobernabilidad” en el que los resabidos maniobreros pescan a río revuelto. Opinar negativamente, no es bueno, sobre todo cuando la prensa lo resalta como positivo. Pero así entró a Troya, el caballo brindado por los aqueos y eso nos ha quedado como lección.
 
Los testaferros se aseguran así la captura del poder en el Congreso y de las Comisiones parlamentarias estratégicas que filtran los proyectos e investigaciones políticas. Así se gestan los amarres de la corrupción, como ya es costumbre, en las licitaciones por obras públicas y en los sub contratos como los que tenía la empresa del presidente. Los amarres, tiene el don de la ubicuidad: Están en todas partes.

Pero lo que quisiera resaltar es nuestra permisibilidad ante las malas prácticas de gobierno. Nos hemos acostumbrado a ellas, a tal punto que no nos llama la atención, y los amarres políticos adquieren visos de derecho consuetudinario. Nadie dice nada porque es legal hacer trampa. De este modo, el gobierno parlamentario, lleva en sus entrañas el germen de la corrupción, gestada precisamente por quienes electoreramente dijeron que iban a luchar contra ella.

La corrupción tiene muchas formas, desde las soterradas hasta las descaradas. Toda picardía con fines inconfesables es condenable pero la picardía política es un culto y la honestidad un pecado. Entonces, lo más probable es que el nuevo Parlamento tendrá una agenda y desarrollo legislativo producto de los amarres y conveniencias, como ya es estilo desde hace muchos periodos de gobierno.

Quienes de buena fe han accedido a ser parlamentarios saben que, si no están amarrados a un lobby o grupo parlamentario influyente, no valen nada. Son marginados en los debates, no dan curso a sus iniciativas legislativas, no tiene apoyo político y queda inutilizado. De modo que, lo quiera o no, termina sometiéndose al chantaje para tener protagonismo.

Entonces, las esperanzas de que los nuevos congresistas serán diferentes a los anteriores se diluyen y las reformas que solo son maquillaje para mejorar los fraudes electorales y judiciales, tendrán el sello de los amarres que son formas consentidas de corrupción política. En esta perspectiva, no podemos esperar que la población tenga fe en los partidos políticos victoriosos, ni en los religiosos electos, cuyos destapes de inmoralidad los ponen al descubierto.

Todo indica que seguiremos en los mismo y que, los malos hábitos políticos persistirán por que como dice la sentencia popular: “Gallina que come huevos, …aunque le corten el pico, lo seguirá haciendo” 

Frente a ello, ¿qué podemos hacer? Pues, manifestarnos de la mejor manera haciendo ver a la población nuestra disconformidad con las malas prácticas políticas y así, erosionar el poder de los partidos de derecha. Callar, nos hace cómplices permisivos y favorecemos a nuestros adversarios. O no.
Febrero 2020


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