domingo, 4 de diciembre de 2016

EL PASADO NOS SIGUE ALUMBRANDO (VIII). TEORÍAS DEL DESARROLLO, TRASFORMACIÓN REAL: HEGEL O MARX, EL DOCTRINARISMO DEL “SOCIALISMO REAL”



La teoría marxiana del desarrollo social se funda en el conocimiento crítico del carácter ilusorio de ese «supuesto desarrollo histórico… que se basa en que la última forma contemple las pasadas como estadios hacia ella misma… y siempre unilateralmente».[1] Precisamente en el lugar en el que Marx parece aceptar esa ingenua metafísica pseudodarwinista de la evolución en la que luego cayeron de bruces marxistas ortodoxos como Karl Kautsky[2] y por reacción a la cual marxistas heterodoxos como Georges Sorel[3] rechazaron toda aplicación del principio evolutivo en una sociología científica, precisamente en ese lugar ha invertido literalmente su estructura intelectual y ha eliminado así su carácter metafísico. Mientras que los teóricos burgueses de la evolución, con Spencer a la cabeza, se imaginan poder explicar la compleja organización de las especies animales (y de las formas sociales) superiores mediante la organización, más simple, de las especies y formas sociales más sencillas, inferiores, Marx destruye esa ilusión con la proposición paradójica: «La anatomía del hombre es una clave de la anatomía del mono».[4]

Con esa consciencia crítica se elimina todo el encanto de la ingenua metafísica evolucionista y el «desarrollo» se convierte de axioma válido a priori en un principio de investigación que en cada caso se tiene que verificar empíricamente.  El que la sociedad burguesa dé la «clave» de la sociedad antigua no implica en modo alguno que categorías como las de mercancía, dinero, estado, derecho hayan de tener para la sociedad antigua y su modo de producción la misma importancia y significación que tienen para la moderna producción capitalista de mercancías y para la sociedad burguesa basada en ella. Y al romperse el apriorismo del axioma evolucionista se abre el campo a la investigación empírica. Marx declara explícitamente que la validez de las categorías de la sociedad burguesa para las demás formas sociales «se tiene que tomar cum grano salis» (En sentido figurado ha tomado el significado más amplio: "con una pizca de sentido común"). La sociedad burguesa puede contener las relaciones y circunstancias de anteriores formas sociales. Pero puede contenerlas desarrolladas ulteriormente o degeneradas, mutiladas, disfrazadas (como se conservaba en el Mir ruso la propiedad colectiva de los primeros tiempos).[5] Pero también contiene ya en sí las tendencias a un ulterior desarrollo de la presente forma social, lo que no significa su plena determinación previa.

Mientras que el erróneo y metafísico concepto de evolución de los teóricos burgueses de la sociedad está cerrado por delante y por detrás y en todas las formas sociales pasadas y futuras no reconoce en el fondo más que a sí mismo, el concepto de evolución o desarrollo de Marx está abierto en los dos sentidos, por ser crítico y materialista. Marx no trata como meros «estadios previos» las pasadas épocas históricas de la formación social económica, la sociedad asiática, la antigua, la feudal, y aún menos la sociedad originaría anterior a la historia escrita. Consideradas en su totalidad, son formaciones sustantivas que se tienen que entender por sus propias categorías.[6] Análogamente define Marx la sociedad socialista  y comunista producida por la revolución proletaria no sólo como forma ulteriormente desarrollada de la sociedad burguesa, sino también como nuevo tipo social no conceptuable con las categorías burguesas. Lo que Marx combate del socialismo utópico no es, como muchos se imaginan, la idea de una situación completamente diferente de la presente sociedad burguesa. El defecto del socialismo doctrinario y utópico consiste en que, en el intento de pintar con todos los colores un estadio socialista futuro recoge inconscientemente una imagen simplificada de la presente y real sociedad, imagen que, de concretarse y realizarse, reproduce inevitablemente la vieja forma social burguesa.[7] Marx mismo ha tenido en cuenta en su teoría materialista de la presente sociedad burguesa todo el ulterior desarrollo, desde la fase de transición iniciada por la revolución proletaria hasta la «sociedad comunista» plenamente desarrollada. Mientras que en su «primera fase», cuando nace tras doloroso parto de la sociedad burguesa, la sociedad comunista está aún muy determinada por los principios burgueses, en su «segunda fase», cuando ya se ha desarrollado sobre su propio fundamento, se encuentra a una distancia tan grande de la presente sociedad burguesa como ésta de la sociedad sin clases ni estado del comunismo primitivo. La sociedad comunista plenamente desarrollada ha rebasado totalmente el horizonte burgués y realiza la divisa que en forma abstracta proclamaron en el umbral del siglo XIX sus vanguardias «utopistas»: «De cada cual según sus capacidades. A cada cual según sus necesidades».[8]

Marx ha criticado siempre la dialéctica filosófica de Hegel -a la que por lo demás considera forma perfecta de exposición evolucionista de la sociedad- por el hecho de que, en la «forma mistificada» con que aparece en la obra de aquel filósofo y se convirtió en «moda alemana», «parecía glorificar lo existente». En cambio, en la nueva «forma racional» con que aparece en la investigación histórica marxiana, es «escándalo y horror para la burguesía y sus portavoces doctrinales, porque en la comprensión positiva de lo existente incluye también la comprensión de su negación, de su ruina inevitable, y ve toda forma cuajada en el flujo del movimiento, busca también su aspecto perecedero, no se deja asustar por nada y es en su esencia crítica y revolucionaria».[9]

Efectivamente es posible reconocer antes de todo análisis teórico preciso la enorme diferencia que hay a este respecto entre Marx y Hegel. Hegel, glorificador de las instituciones existentes y del progreso moderado en el estrecho marco del estado prusiano de su época[10], ha limitado explícitamente la validez de su principio dialéctico al desarrollo pasado de la sociedad y ha dejado el proceso futuro, de un modo conscientemente irracional, «al topo que sigue hurgando en el interior»[11]. Pese a toda su crítica de la llamada «hipótesis del encapsulamiento», según la cual todas las formas futuras están ya contenidas en las anteriores, Hegel ha subrayado «el elemento correcto de esa hipótesis», elemento que consiste en su opinión en que el desarrollo social en su proceso «queda en sí mismo… y no se pone nada nuevo en cuanto al contenido, sino que sólo se produce una alteración de forma». Por eso el desarrollo «se tiene que considerar como un juego, por así decirlo: lo diferente puesto por él no es en realidad Otro»[12]. Se entiende sin  más que desde ese punto de vista, que en su tajante formulación hegeliana parece casi una crítica involuntaria del principio evolucionista aplicado por los investigadores burgueses de la sociedad, no queda espacio alguno para la consciente acción humano-social que subvierte y trasforma radicalmente el orden social existente. Frente a algunos de sus discípulos que más tarde intentarían efectivamente utilizar su método dialéctico como instrumento de una subversión revolucionaria, Hegel ha visto como tarea práctica de su filosofía el «restablecer» la convicción de que parte de «toda consciencia sin prejuicios»: «Lo que es racional es real, y lo que es real es racional», produciendo así la «reconciliación» final entre la «Razón como Espíritu autoconsciente» y la «Razón como realidad presente»[13] Y Marx y Engels, por el contrario, han elaborado y explicitado el principio crítico y revolucionario que estaba ya formalmente contenido en la dialéctica de Hegel y lo han aplicado a la investigación de todas las relaciones y circunstancias de la sociedad burguesa y a la lucha teórica y práctica del proletariado en formas determinadas.

La principal consecuencia de la destrucción de la metafísica burguesa de la evolución por la ciencia crítica de Marx consiste en el pleno reconocimiento de la realidad de la trasformación histórica, del cambio. Marx trata todas las relaciones y circunstancias de la sociedad burguesa como entidades en alteración o, más precisamente, como entidades alteradas por acciones humanas. Así concibe al mismo tiempo todas las categorías de la ciencia social, incluso las más generales, como categorías mudables y que han de ser trasformadas. Marx critica todas las categorías de los teóricos sociales e historiadores burgueses que sustraen a ese constante fluir de las cosas la presente forma de la sociedad, ya porque traten las actuales relaciones y circunstancias burguesas como «lo natural», lo que siempre ha existido, ya sea, por el contrario, que abran un abismo insalvable entre los pasados estadios de la sociedad y el presente, ya sea que no reconozcan verdadero cambio más que para la historia anterior y cierren la entera historia de la sociedad humana con la situación burguesa presentemente alcanzada. La sociedad burguesa no es ya en ningún sentido una esencia universal que pueda justificarse por algún título que no sea meramente su historicidad. Es simplemente el estadio de un movimiento histórico que se ha alcanzado en la presente época, válido transitoriamente para ella y destinado a ser sustituido por otro. Es sólo el resultado presente de una fase anterior y el punto de partida de una nueva fase de la lucha de clases que desemboca en una revolución social.

Fuente: Fragmento del libro: Karl Marx de Karl Korsch, Traducción castellana de Manuel Sacristán de la edición preparada por GOTZ LANGKAU para el Instituto Internacional de Historia Social. EDITORIAL ARIEL, Esplugues de Llobregat, BARCELONA



[1] «Introducción 1857», pp. 776-777 (MEW, vol. 13, pp. 636-637).
[2]  Cf. mi libro Die materialistische Geschichtsauffassung. Eine Auseinandersetzung mit Karl Kautsky, Leipzig, 1929 [citado desde ahora: Auseinandersetzung mit Kautsky], pp. 32 ss.
[3] G. Sorel, Introduction á l'économie moderne, París, 1911, Prefacio; Les illusions du progres, 3.• ed., París, 1921, pp. 239-244
[4]  «Introducción 1857», p. 776 (MEW, vol. 13, p. 636)
[5] «Introducción 1857>>, p. 776 (MEW, vol. 1.3, p. 636)
[6] Y no, naturalmente, por sus ideologías. Sobre esto ver por de pronto Kapital, I, p. 48 (MEW, vol. 23, p. 96), nota 33. En la parte 3.• de este libro se tendrá una discusión más detallada de la cuestión.
[7] Neue Rheinische Zeitung. Politisch-Okonomische Revue, Hamburgo, n.• 3 , 1850, pp. 33 s . (Die Klassenkiimpfe in Frankreich , 1 MEW, vol. 7, p. 89)
[8] Marx, «Randglossen zum Programm der deutschen Arbeiterpartei>>, 1875, en Neue Zeit, IX, n.• 1, 1891, p. 567 (MEW, vol. 23, gina 28)
[9] Marx, «Zur 2. Auflage des Kapital» [citado a partir de ahora <1873>>] (MEW, vol. 23, p. 28)
[10] Palabras de Hegel a sus oyentes al empezar sus lecciones en Berlín el 22 de octubre de 1818, Werke, vol. VI, Berlín, 1840, páginas XXXV ss.
[11] Palabras finales del curso de Hegel sobre historia de la filosofía (1817-18.30), Werke, vol. XV, Berlín, 18.36, pp. 684 ss
[12] Hegel, Encyclopiidie der philosophischen Wissenscha/ten . . . , parte 1, Die Logik [a partir de ahora se citará, Encyclopiidie, 1 ] , Werke, vol. VI, Berlln, 1840, S 161
[13] Hegel, Discurso preliminar de la Rechtsphilosophie [Filosofía del derecho] de 1820 (loe. cit., p. 17)

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