martes, 26 de diciembre de 2023

ESCRITOR, NARRADOR Y FICCIÓN



Francisco Umpiérrez Sánchez

 martes, 26 de diciembre de 2023

Ayer tuve una discusión acalorada con un amigo que se dedica a la literatura. La base de la discusión estribó en que yo le manifesté que me parecía ideológicamente incorrecto que empleara la palabra “bollera”. Él insistía en su libertad y derecho en emplear esa palabra. Creo que no está al tanto de los rasgos esenciales del mundo de hoy. El movimiento feminista en España ha trasladado la lucha feminista al uso del lenguaje. Y creo que es un acierto. Hasta no hace mucho yo solía hablar, cuando me movía en el plano general, del hombre. Hoy día ya no lo hago. Hablo de personas, de seres humanos o digo hombres y mujeres. Las líderes de Sumar no cesan de hablar en términos de “todos” y “todas”. Digamos, de forma resumida, que el lenguaje se ha feminizado. El presidente del Gobierno también hace uso de un lenguaje “no machista”. Mi amigo no es consciente de este hecho y carece de la sensibilidad feminista que exigen los tiempos actuales.

Su defensa se trasladó al terreno del formalismo y argumentó que una cosa era el escritor y otra el narrador, que el narrador era un personaje, y que el personaje era independiente de él. Aquí se suman varios errores filosóficos de bulto. El escritor de una narración siempre será una persona particular, que habrá nacido en un determinado lugar, en un determinado ambiente cultural y con una determinada herencia familiar y social culturales. Será un ser vivo, una persona que está en el mundo que le ha tocado vivir, y con respecto la cual estará más actualizado o menos. El escritor se mueve en el ámbito de la existencia, mientras que sus productos literarios solo son signos lingüísticos que no pertenecen al plano de la existencia y que solo cobran vida cuando alguien los lee. Este es el primer error de mi amigo: Sitúa al escritor y a sus productos literarios en el mismo plano ontológico: el de la existencia. Pero esto no es así. Los productos literarios carecen de existencia propia: solo son signos lingüísticos, trazos de tinta carentes de cuerpo y, por consiguiente, carentes de vida propia.

Cuando mi amigo afirma que una cosa es el escritor y otra el narrador, porque el narrador es un personaje, está cometiendo el error de situar en el mismo plano ontológico al escritor y a uno de los personajes que él crea mediante el lenguaje y que le asigna el papel de narrador. El personaje que hace de narrador es obra del escritor. Es el escritor quien decide cómo narra la historia el personaje y que lenguaje emplea. Afirmar que el personaje es independiente de él, esto es, del escritor, es una falsedad. El personaje lo crea el escritor. Y si el personaje emplea un lenguaje homófobo, es responsabilidad del escritor. El personaje, cualquier personaje, carece de vida propia, no es una persona. Y a nadie se le ocurriría librar una lucha ideológica contra un personaje, sino contra el escritor que creó el personaje; que lo hace actuar y hablar de un determinado modo.

Es una conquista filosófica del siglo pasado que el lenguaje es ideología. La ideología tiene dos componentes: por una parte, representa una determinada concepción del mundo, y, por otra parte, refleja las luchas sociales de la época en la que vive el escritor, no el personaje. Así que, si los personajes tienen un determinado comportamiento ideológico, será entera responsabilidad del escritor. Y si el escritor no está en sintonía con el mundo actual, donde la lucha contra la concepción homófoba del mundo es una lucha básica, pues inevitablemente será homófobo, pues creará personajes homófobos.

La última defensa de mi amigo, el escritor, estriba en afirmar que él está creando una ficción y que nadie puede cuestionarle su derecho a expresarse con absoluta libertad. El primer error de este comportamiento estriba en pensar que el escritor tiene unos derechos que lo ponen por encima y al margen de las luchas sociales. Y el segundo error estriba en pensar que la ficción crea un mundo con existencia propia frente al mundo real, cuando lo cierto es que las raíces de toda ficción, de la más grande de las ficciones, está en la realidad.  Así que lo quiera él o no lo quiera, el escritor, como cualquier otro ciudadano, en primer lugar, no tiene derechos especiales frente al resto de los ciudadanos, y, en segundo lugar, participa de las luchas sociales existentes en el mundo actual como cualquier otro ciudadano. Ya lo decía Marx: el reino del lenguaje no constituye un mundo aparte del mundo real con su existencia propia, sino que es parte, y repito lo de parte, del mundo real. Así amigo mío que te doy un consejo: evita llamar “bollera” o “tortillera” a las lesbianas, son calificativos despectivos. Y no me salgas con la idea de que es el personaje quien lo dice, puesto que el personaje carece de vida propia y de responsabilidad: el personaje lo creas tú; y si el personaje emplea calificativos despectivos para referirse a las lesbianas, la responsabilidad es enteramente tuya. Y si insistes en afirmar que a ti nadie te puede quitar la libertad de expresarte como quieras, te respondo que tú como escritor participas en las luchas sociales actuales, donde la lucha feminista es una de las luchas sociales esenciales, y será responsabilidad tuya que seas estigmatizado como homófobo. La vida es lucha. Y esa lucha también está presente en la literatura. Y los escritores y artistas en general no están dotados de una libertad especial frente al resto de los ciudadanos.

Fuente: https://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2023/12/escritor-narrador-y-ficcion.html#more

 

 

 

"ESTA DEMOCRACIA NO ES DEMOCRACIA" EN ARGENTINA NI EN PERÚ

 


Sí, Caputo es honesto. Lo bueno de la navidad es que inspira cierta honestidad en algunos.

Caputo les agradece a las familias argentinas por el sacrificio necesario. Era necesario que alguien se sacrificara para arreglar el lío resultante de diez años de descalabro económico planificado.

Alguien iba a tener que hacer ese sacrificio, íbamos a ser los de abajo o iban a ser los de arriba.

Caputo trabaja para estos últimos, trabaja para los de arriba y su trabajo es asegurar que a sus patrones la factura nunca les llegue.

Lo logró, Caputo logró que otra vez el pueblo pague la cuenta de la catástrofe económica y por eso agradece el sacrificio de los millones de otarios, nosotros.

Gracias a ese sacrificio, Caputo va a quedar bien con el poderoso para el que Caputo trabaja.

Y todo eso solo es posible porque el pueblo está dividido: cuando el sacrificio lo impone una determinada parcialidad ideológica, una mitad salta para protestar y la otra mitad salta para reivindicar el sacrificio.

Pero cada tanto el gobierno cambia de manos, lo empieza a tener el que estaba en la oposición y entonces la mitad que reivindicaba el sacrificio pasa a protestar mientas la otra mitad, como se ve, pasa a reivindicarlo.

Lo que nunca hay es unidad popular para decir que basta de sacrificios para los de abajo. Nunca ocurre que estemos todos de acuerdo en exigir que la paguen los de arriba.

Ergo, el truco es cambiar de gobierno cada tanto, así siempre existe una parte del pueblo dispuesta a tolerar las maldades del poder con el solo fin de no darle la razón a la otra parte del pueblo.

A esto llamamos “democracia”, al sistema en el que los que ganan y los que pierden son siempre los mismos sin que los últimos entendamos la estafa de los primeros.

Somos una manga de otarios.

Nota fuente: La Batalla Cultural


lunes, 25 de diciembre de 2023

JULIA EXPÓSITO: “LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS Y LOS FEMINISMOS TENEMOS QUE HACER AUTOCRÍTICA”

 


En la ciudad de Rosario, conversamos con la socióloga Julia Expósito en busca de algunas claves económicas y sociales que expliquen el éxito de Milei y la derrota de la izquierda.


23 dic 2023 06:00

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Javier Milei asumió la presidencia el pasado 10 de diciembre en una puesta en escena mesiánica y llena de simbolismo y con un discurso repleto de datos falsos o erróneos. Mientras Argentina se despierta de la gran resaca electoral, desde diversas posiciones se multiplican los análisis para explicar cómo se ha llegado hasta aquí. En la ciudad de Rosario, conversamos con la socióloga Julia Expósito en busca de algunas claves económicas y sociales que expliquen el éxito de Milei y la derrota de la izquierda. 

Politóloga, feminista, marxista y doctora en la Universidad de Buenos Aires, Expósito ha centrado sus investigaciones en la teoría feminista del capitalismo patriarco-colonial. Autora del libroFeminismos revolucionarios (Buenos Aires, Red Editorial, 2021), una suerte de mapeo de las tensiones internas del feminismo marxista, en torno a la consideración del trabajo reproductivo, y de El marxismo inquieto(Buenos Aires, Prometeo Libros, 2018), sobre los nuevos retos del marxismo como herramienta de análisis de la contemporaneidad, además de numerosos artículos académicos. Docente de la cátedra Análisis Político y del Centro de InvestigacionesFeministas y estudios de género y en la Maestría en Cultura Pública, es una de las miles de investigadoras que se encuentran ahora en el punto de mira de las políticas de ajuste del nuevo Gobierno de la Libertad Avanza.

Tras ganar las elecciones primarias, Javier Milei ratificó que eliminaría el Ministerio de Ciencia y Tecnología en caso de ser electo presidente. ¿Crees que realmente va a desaparecer la ciencia del sistema público argentino?

Hice mi estudio de posgrado como becaria doctoral y postdoctoral de Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina), que es uno de los frentes que el Gobierno de Milei quiere hacer desaparecer.  

Desde las elecciones nos han bombardeado con toda una serie de medidas que supuestamente se van a tomar y luego no. Todo eso genera una especie de terror. Uno de esos frentes es la ciencia, la tecnología, la investigación y la educación. Ahora parece que no lo va a cerrar, sino que lo va a definanciar, que es otra forma de reventar la ciencia y la tecnología del país.

Ese terror se da en todos los espacios. La dolarización también va en esa clave. Amenaza con ir a por todo y después en realidad lo que sucede es la estanflación y los ajustes. Y así la gente se va conformando. Tiene que ver con el proceso de precarización en el trabajo que sucede desde hace tiempo a nivel internacional. Ese proceso de implementación neoliberal es un proceso violento en América Latina con las dictaduras de los 70 y 80. En toda América Latina, el neoliberalismo nace con violencia, con recortes y con ajustes. 

El Gobierno de Milei viene a reponer algo de esa clave neoliberal cuando dice en su discurso que “los planes contra la pobreza generan más pobreza”, que “la única forma de salir a la pobreza es con más libertad”.  

En España se habla mucho de la aporafobia, el odio a los pobres, incluso por parte de gente que tienen pocos recursos.  

Sí, gente que es pobre te va a hablar mal de la gente que vive de prestaciones sociales y no trabaja. Me parece que la batalla ideológica que se perdió es justamente esa. Hay algo de este plan económico que está totalmente ligado a una forma de construcción de la subjetividad.  

En los 90 comienza ese neoliberalismo de las empresas y, de ahí hasta ahora, esa batalla ideológica la ganó la derecha. Y la perdimos en términos de clase. La clase trabajadora no se siente trabajadora o siente que no es pobre. Como que el pobre siempre es el otro, el negro siempre es el otro, el violento siempre es el otro.

El ultraliberalismo de Milei proviene de un discurso viejísimo, pero el envoltorio es totalmente contemporáneo con TikTok, las fake news

Milei no se monta sobre la nada. Se monta sobre un proceso que viene sucediendo hace años. Hace 15 años empezamos a tener linchamientos a pibitos en situación de calle que robaban un celular o una billetera.  

En los 90 comienza ese neoliberalismo de las empresas y, de ahí hasta ahora, esa batalla ideológica la ganó la derecha. Y la perdimos en términos de clase

Acá le llaman “planeros” a aquellos que reciben ayudas del Estado. Ahora son percibidos como vagos, lumpen, que no quieren trabajar y que viven de la teta del Estado. Pero eso sucede tanto con gente que cobra para el agua, la asignación universal por hijo o los becarios de Conicet. 

Fue una de las luchas que se dio en el sector bajo la consigna de “investigar es trabajar”. La investigación como una inversión, no como un gasto del Estado. Es importante que un Estado pueda tener ciencia, tecnología, investigación y educación propias, y no coloniales. La discusión de fondo es una discusión colonial clásica en Argentina.  

Milei dice que “no hay plata”. Sin embargo, según el Instituto Internacional de Finanzas, los argentinos poseen 260.000 millones de dólares en depósitos y cuentas del exterior. 

Eso de que “no hay plata”, es una falacia, a diferencia de lo que fue el menemismo, hoy en Argentina hay sobrante de pesos. No es que no haya plata, hay pesos circulantes. Todo el plan de las Leliq —instrumento de deuda remunerada por el Central por el Banco Central— y los plazos fijos para los trabajadores precisamente era un gesto para mantener la plata en el banco. Lo que no hay son dólares. 

Esos dólares se materializan en esa fuga de divisas de la que estás hablando, que es el problema sobre el que habría que ir y no en ajustar sobre lo público. Además, lo público no representa la cantidad de dinero suficiente para sacarnos de la situación inflacionaria y devaluatoria en la que en la que nos encontramos en este momento. 

Otra de las cuestiones es la deuda con el FMI y que hay que pagarla este mes. 

Claro, vence el acuerdo. Sobre eso no hay nada en concreto. No conocemos el proyecto económico concreto de Milei, sí sabemos que vamos a ser cada vez más pobres. 

Y esa deuda de la que hablan y de la que culpan a la “pesada herencia de los últimos cuatro años”, nombrando específicamente el Gobierno de Alberto Fernández, es la deuda que tomó el Gobierno de Mauricio Macri con Luis Caputo, el mismo ministro de Economía de Milei. 

Otra de las cosas que dijo Milei en su campaña es que iba a cerrar el Banco Central.

El concepto de ir contra la casta está asociado en el discurso electoral de Milei al cierre del Banco Central y al proceso de dolarización. Hoy esas medidas no parecen que vayan a ocurrir. La casta ya nos son los políticos corruptos, sino todos los trabajadores del Estado.

El mileísmo cambia de piel y habla de negociar con la casta para formar gobierno. Sale en un tono muy tranquilo, reivindica al padre de Macri y al propio Macri como los mejores políticos y empresarios, y empieza este plan donde la dolarización y el Banco Central pasan a un segundo plano. Lo que vuelve es el ajuste y la deuda, cosas que conocemos muy bien. 

A diferencia de las ofensivas de la derecha de otra época en América Latina, hoy esos golpes se hacen por la vía institucional.

Eso no es un dato menor respecto a cómo se construyeron los mecanismos democráticos en nuestro país. En Argentina, no hay un debate sobre cómo fue esa transición a la democracia, sobre cómo se generaron los mecanismos de la memoria. ¿Qué le sucede a la memoria cuando se institucionaliza? Ahí creo que hay una pregunta interesante para pensar por qué prende tan rápido un discurso fascistoide, de derecha, en lo popular. Ahí hay algo en relación a otras reflexiones: ¿cómo construimos memoria?, ¿cómo hicimos esa transición en la democracia?, ¿cómo se pensó la institución democrática?, ¿y cómo se pensó el mundo del trabajo?  

En Argentina vivimos procesos de precarización sobre los cuales se activó el consumo de las clases populares vía deuda. Finanzas y deuda son importantes para entender por qué hoy puede ganar un tipo como Milei.

Milei te está amenazando con quitarte la beca, la ayuda del comedor, el subsidio. Los sectores populares están en el puro presente, solucionando el cómo comer hoy 

¿Qué representa la actual vicepresidenta de Argentina, Victoria Villarruel, familiar de genocidas, y Patricia Bullrich, actual ministra de Seguridad?

Villarruel y Bullrich son dos figuras con una disputa interna en la coalición de Gobierno respecto al eje de seguridad. Las dos representan lugares de represión y violencia. Bullrich es la responsable de la represión policial de los últimos años, del asesinato de Santiago Maldonado, por ejemplo. Pero Villarruel representa a los militares más duros de la dictadura. Pretende volver a la teoría de los “dos demonios” según la cual no hubo un genocidio, sino que había un enemigo interno que había que exterminar. Ese discurso, si bien no había desaparecido socialmente, de alguna manera no se podía decir públicamente. Algo de eso se empezó a quebrar y se puso en el debate. Por ejemplo, frente a la denuncia de los 30.000 desaparecidos, Milei dice que fueron 8.000. Y volvemos a esa teoría del enemigo interno, del “algo habrán hecho”, que es el discurso de la dictadura cívico militar. Nos han ganado la batalla de alguna manera y vuelven a habilitarse estos lugares tremendos de la violencia política, de la violencia social y de culpabilizar al otro.

¿Qué significa la frase de Milei “el que corta no cobra”?

En 2001 con el proceso de resistencia que se dio a la crisis del horror neoliberal surgen los piqueteros. Ahí se junta la clase trabajadora que estaba totalmente desempleada y la privatización de empresas públicas, o sea, nada muy distinto a lo que se está gestando ahora. Cuando se le toca el bolsillo a la clase media es cuando todo salta, ¿te acordás del corralito?  

Tradicionalmente los trabajadores hacían huelga tomando su lugar de trabajo. Pero cuando no tienen trabajo, ¿cómo se hace para generar algún tipo de escucha? Se cortan las calles, se hacen ollas populares, se generan mecanismos de reproducción social súper interesantes de sostenibilidad de la vida de forma colectiva, popular y callejera. Y en términos de organización eso hasta hoy persiste. 

Pero también ha ido generando algo de este discurso que hablábamos antes de derechización de lo social. Se pone al resto de los trabajadores contra los piqueteros porque no les cortan las calles y no pueden llegar a tiempo al trabajo. 

Cuando Milei dice “El que corta no cobra”, está hablando de esa figura. De un piquetero muy relacionado a los planes sociales. Hay una amenaza: “Yo sostengo mientras ustedes no corten”. Esa frase marca la represión a la movilización. 

Milei te está amenazando con quitarte la beca, la ayuda del comedor, el subsidio. Los sectores populares están en el puro presente, solucionando el cómo comer hoy. ¿Cuál es la proyección a futuro cuando vos solo podés cerrar hoy? ¿Cómo discutís que estos mecanismos que Milei tiene no son democráticos cuando tenés a parte de la población que no accede a derechos? Es muy complejo cuando nosotros decimos “nos van a quitar los derechos”, y la gente más pobre nos dice “pero si yo ya no los tengo”.

Hay algo de eso por lo que gana Milei y ahí es donde me parece que tanto los gobiernos progresistas como los feminismos tenemos que pensar qué pasó en estos años que no funcionó. Jugar ahí con la autocrítica. El concepto de democracia es el que está puesto en tensión y también los derechos humanos. No hemos sido capaces de generar un discurso que sea atractivo para la gente joven o que lo entienda y lo sienta como propio.

El ultraliberalismo de Milei proviene de un discurso viejísimo, pero el envoltorio es totalmente contemporáneo con TikTok, las fake news. Lo que hace a Milei un líder carismático y atractivo que prende entre la gente joven es esa contemporaneidad. 

El concepto de libertad viene siendo disputado y no supimos ver lo que estaba gestando. El movimiento feminista a nivel internacional también puso en cuestión y en disputa lo que era pensar la libertad. Se puso en la discusión y la pelea por la libertad y no sobre la social, por la libertad y no sobre la igualdad y eso sucedió tanto en los feminismos como en la ultraderecha. 

La libertad en el feminismo apareció en frases como “mi cuerpo, mi decisión”. Pero si esa libertad no está vinculada al debate sobre la igualdad, es una libertad solo para blancas o ricas

Hay un problema muy serio, porque dentro de los feminismos —un movimiento plural, heterogéneo, complejo— apareció esa libertad en frases como “mi cuerpo, mi decisión”, por ejemplo, pero si esa libertad no está vinculada al debate sobre la igualdad, es una libertad solo para blancas o ricas. Eso explicaba también por qué podíamos pensar un proceso tan complejo como el de un feminismo neoliberal. 

Pero el feminismo está siendo utilizado como arma arrojadiza por esta derecha que habla de ideología de género. 

Se disputa ese concepto de libertad y lo hace de otra manera, y también responde a la libertad de masculinidades que se sintieron agredidas. Milei no habla de familia. ¿Cuál es la familia de Milei? Cinco perros, tres clonados y su hermana. Eso es una familia queer en los términos feministas. El peligro neoliberal de lo queer que había en los feminismos, ¿no? 

Pero, sin embargo, en los feminismos sí hay una puesta en cuestión más allá de esos términos liberales, de las estructuras de reproducción social del capitalismo, de la colonialidad y de las formas del patriarcado y por eso podemos decir que el feminismo es un movimiento revolucionario en esos términos, y ese es el peligro para las nuevas derechas. 

El concepto de libertad lo que viene a defender es a la propiedad, que es un concepto claramente capitalista, pero también colonial y patriarcal. Traes la libertad para vender lo que quieras.  

¿Y se están organizando los grupos feministas?

No es un momento fácil de pensar cómo salir y no es momento para apurarse. Hay algo de eso de entender la gravedad, la urgencia de esta situación y lo que está pasando en términos de movimiento. Es más bien un repliegue organizativo, de ver qué forma de cuidado vamos a tener y cómo nos vamos a organizar cuando la clave de lo acostumbrado cambia. Salir a la calle así nomás es convertirse en carne de cañón. 

No hemos sido capaces de generar un discurso que sea atractivo para la gente joven o que lo entienda y lo sienta como propio

Vimos muchos elementos de la extrema derecha internacional en la toma de posesión de Milei. Parece que Argentina se puede convertir en un laboratorio de la extrema derecha. 

Sí, y con financiación extranjera. En sus orígenes, el laboratorio del neoliberalismo también fue América Latina. Pensar en Milei solamente como un fenómeno nacional es un error, hay que ligarlo a toda la coyuntura internacional que se hizo fuerte en la pandemia.  

Parece que es más fácil pensar y construir distopías que construir utopías 

Sí, me parece que la utopía es un lugar en crisis desde hace mucho tiempo. Además tenemos una experiencia histórica de la crisis del marxismo respecto a lo que a lo que fueron las utopías socialistas. 

Hay que volver a esa pregunta por el futuro. Hay algo en el feminismo que es interesante, la pluralidad, no aparecer como un movimiento, sino como algo heterogéneo que puede pensar quizá heterotopías y no utopías o generar otra apertura. Pero hay que pensar el futuro, no se lo podemos regalar. 

Porque esa idea de que no hay futuro es la única que toma como guante la derecha. Para la derecha este es el futuro y nos van a reventar, vamos a sufrir. Es casi religioso el discurso de Milei: sufra y después ya vamos a ser potencia internacional. 

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/argentina/entrevista-julia-exposito-milei-feminismo-argentina-aborto

 

ENTREVISTA A DIEGO FUSARO: EL CAPITALISMO ES UN SISTEMA ESCLAVISTA


Por Administrator

VIERNES 22 DE DICIEMBRE DE 2023, 21:00H

Carlos X. Blanco

Diego Fusaro (Turín, 1983) es un gran conocedor de las filosofías de Fichte, Hegel, Marx y Gramsci, entre otros autores clave de la Filosofía. Con gran placer, he procurado en los años recientes dar a conocer alguna de sus obras en el idioma español, tratando así de paliar la indigencia teórica en la que se encuentran los estudios sobre Marx y el abandono que sufre esta egregia figura entre la izquierda “woke” de España, hoy mayoritaria, colaboradora necesaria del Sistema y cómplice del nefasto gobierno actual. En 2023 he contribuido a dar a la luz la versión española de su gran obra Marx y la Esclavitud (SND), un erudito texto fusariano en el que se trata de esclarecer el concepto de esclavitud en Marx así como la vigencia misma de esta categoría bajo la férula del capitalismo. Además de traducir, prologar o difundir la obra de Diego, también me causa placer y alegría poder conversar con él y compartir sus respuestas ante los lectores de esta revista.

Diego, dinos, ¿por qué un libro sobre Marx y la esclavitud?

El libro surgió fundamentalmente porque tengo la convicción, expresada en el libro «Bienvenido Marx», de que el pensamiento filosófico y político de Marx es esencialmente una reelaboración de dos figuras fundamentales de la filosofía de Hegel: la conciencia infeliz y la dialéctica entre siervo y señor.

2.     ¿Puede considerarse el trabajo asalariado en el capitalismo una nueva forma de esclavitud?

El trabajo asalariado, tal como lo analiza Marx en sus escritos, especialmente después de 1845, es de hecho la forma moderna de esclavitud. Decir que la lucha de clases es el fundamento de toda la historia, como hacen Marx y Engels en El Manifiesto del Partido Comunista, significa básicamente que la historia es una lucha entre esclavos y amos, y la esclavitud en la modernidad se expresa como una forma de esclavitud asalariada. Un tipo de esclavitud muy especial, que se basa en la existencia de sujetos formalmente libres e iguales pero económicamente diferenciados como lo son el obrero y el capitalista. La esclavitud asalariada moderna no surge de las leyes ni de las diferencias de clase, sino simplemente de la diversificación de las funciones sociales y económicas. Por lo tanto, presupone al mismo tiempo la libertad formal y la desigualdad material.

Marx emplea la expresión Lohnsklaverei, esclavitud asalariada, muchas veces en sus escritos. Y en mi opinión no se trata sólo de una metáfora. Quiere argumentar que incluso la del asalariado es a todos los efectos una esclavitud, aunque muy diferente de la del siervo y del antiguo esclavo. En un pasaje de «El Capital», Marx dice que el esclavo romano estaba atado por cadenas a su amo mientras que el esclavo asalariado está atado al suyo por hilos invisibles. El esclavo se mantenía vivo gracias a la comida y lo mismo ocurre con el trabajador, ya que a este último también se le paga no por las horas de trabajo sino por los costes de producción que se utilizan para mantenerlo vivo. El esclavo antiguo era propiedad de su amo, el esclavo asalariado es propiedad de toda la clase capitalista.

3.     ¿Hablaba Karl Marx de «esclavitud capitalista» en un sentido puramente informal?

En las etapas originales del capitalismo, las que Marx investiga en el capítulo sobre la acumulación originaria, El Capital no desdeña utilizar la violencia y la esclavitud en su forma directa para imponerse. Pero está claro que un capitalismo en pleno funcionamiento ya no necesita la esclavitud directa, porque funciona mejor con la esclavitud asalariada y formalmente libre.

4.    ¿La «trata de blancas» universal, es decir, la prostitución, entra en la categoría de esclavitud?

La prostitución trata a las mujeres como mercancías seductoras y, en palabras de Gramsci, como mamíferos de lujo. Es sin duda una de las muchas formas de mercantilización capitalista y también puede enmarcarse perfectamente como una forma particularmente repugnante de esclavitud.

5.     ¿Cómo juzgaría Marx el tráfico de niños y de inmigrantes ilegales en la actualidad?

El tráfico de niños e inmigrantes también entra de lleno en las formas de esclavitud del capital, y es realmente curioso que el progresismo neoliberal nunca repare en este aspecto, limitándose a celebrar la inmigración como una oportunidad para la inclusión y la libre circulación.

6.    ¿Crees que muchas ONG proinmigración son neoesclavistas? ¿Cómo podríamos convencer a los votantes y políticos «progresistas» y «sin fronteras» de que su actitud inmigracionista es en realidad esclavitud?

En términos generales, yo diría que la inmigración masiva actual es una deportación a gran escala de brazos baratos que el capital utiliza para tener talleres que explotar con los que, en general, abaratar los costes laborales. La inmigración masiva es parte integrante de la lucha de clases descendente que libra el capital contra los trabajadores inmigrantes y nativos.

7.     ¿Sería la cooperación con los países del Sur la mejor manera de combatir el retorno de la esclavitud en forma de inmigración ilegal incontrolada?

Sin duda es necesario cooperar con los países de la periferia del mundo, como lo llama Wallerstein. Sobre todo, hay que volver a crear un movimiento obrero a escala internacional. Y no olvidemos que la inmigración tiene su origen en el hecho de que los países que la suministran son casi siempre objeto del colonialismo y del imperialismo occidentales.

8.    ¿Tiene algo que ver el rechazo del marxismo por parte de la izquierda del Sistema (en España, Podemos, Sumar, separatistas y otras fuerzas de la izquierda «woke») con su complicidad con el sistema neoliberal y neoesclavista?

Desgraciadamente, el marxismo es hoy prácticamente inexistente, salvo como nicho de eruditos relegado a polvorientas aulas universitarias y, por tanto, carente de influencia en el debate público y en la política. Como intenté demostrar en mi reciente libro Sinistrash, la izquierda ha abandonado por completo a Marx, Gramsci y Lenin para convertirse a las razones del neoliberalismo progresista. De roja, la izquierda ha pasado a ser fucsia y arco iris, fiel guardiana del equilibrio de poder capitalista a escala mundial. Lo que la derecha del dinero quiere, la izquierda del disfraz lo justifica ideológicamente. Desde la inmigración masiva hasta la destrucción de los Estados-nación soberanos, desde la demolición de la familia hasta la neutralización de las identidades culturales. Lo Woke señala precisamente esto, la reconversión de la izquierda del marxismo a una ideología arco iris de simple glorificación de las relaciones de poder capitalistas. Lo que llaman derechos civiles son en realidad caprichos consumistas individualistas de las clases adineradas, que quieren tanta libertad como puedan comprar

9.    Cuanto más oficial y retórico se vuelve el feminismo, más indignas son tratadas las mujeres en Occidente ¿Es antimarxista el feminismo que da poder al Sistema? En una sociedad de consumo cibernético, ¿las mujeres no son tanto o más esclavas que hace cuarenta años?

El noble feminismo de los años 60 era anticapitalista. El ridículo feminismo actual es ultracapitalista. De hecho, no es más que una batalla por la individualización de las costumbres y el consumo que no tiene nada que ver con los derechos de la mujer, sino sólo con la expansión ilimitada del capital y la forma mercancía.

Muchas gracias, Diego, por tus palabras. Y gracias, también, por colaborar con nosotros, tus amigos españoles.

Fuente: https://geoestrategia.es/noticia/41999/opinion/entrevista-a-diego-fusaro.html

 

LE DICEN DEMOCRACIA… Y NO LO ES


por andres 22 de diciembre de 2023

      La democracia capitalista como democracia esquizofrénica   El capitalismo es un sistema socioeconómico que lleva emparejada una apertura hacia la democracia formal, en abstracto, al liberar de ataduras los factores básicos de su razón de ser: el capital y el trabajo, cuyas personificaciones quedan formalmente libres para establecer vínculos contractuales entre sí. […]

La democracia capitalista como democracia esquizofrénica

El capitalismo es un sistema socioeconómico que lleva emparejada una apertura hacia la democracia formal, en abstracto, al liberar de ataduras los factores básicos de su razón de ser: el capital y el trabajo, cuyas personificaciones quedan formalmente libres para establecer vínculos contractuales entre sí. De esa apertura formal pueden derivarse después distintos desarrollos de democracia efectiva en función de la relación que en cada momento se dé entre esas personificaciones. Esto es, entre el Capital (quienes poseen los medios de producción y organización social en gran escala) y el Trabajo (quienes tienen que asalarizarse o autoasalarizarse para vivir).

En el capitalismo la democracia está vinculada a la constitución de la esfera económica como (si fuera) un ámbito separado de la política. Y se requiere que sea así para mantener la democracia exclusivamente en el nivel formal. Esto implica que el Capital puede permitirse la irrupción del Trabajo en el ámbito político, donde se instaura la formalización del poder (la política con minúsculas). Pero no en la esfera económica, donde teje su poder real, en cuanto que poder material.

Por eso también, la única democracia que ha podido y puede darse compatiblemente con el modo de producción capitalista es una democracia coja o esquizofrénica. Pueden ganarse cuotas de apertura en la esfera del consumo (técnicamente la de circulación de las mercancías) en la que los seres humanos son susceptibles de llegar a ser consumidores-ciudadanos y electores (pretendidamente) soberanos. Pero el Sistema no puede realizar ninguna concesión en la base de su poder material, que radica en la despótica expropiación de los medios de vida (tierras, materias primas, recursos energéticos, alta tecnología, maquinaria productiva, solares, naves…). Éstos, en el capitalismo, para las grandes dimensiones, no están al alcance de la población sino que están privatizados o concentrados en muy pocas manos. Lo que quiere decir que quienes no disponen de nada de eso en escala suficiente como para vivir por sí mismos, están obligados a trabajar para aquellos que sí lo tienen en cantidad suficiente como para hacer que otros trabajen para ellos sin necesidad de que ellos trabajen por sí mismos en el mismo proceso productivo (el 0,33% de la sociedad, aproximadamente).

En este terreno el capitalismo no puede ofrecer ninguna concesión ‘democrática’. Esto es, no puede conceder ninguna democracia en la esfera de la producción, donde los seres humanos están privados de decisión y voto (como trabajadores dependientes de terceros) sobre el proceso de producción-distribución-consumo. Ahí sólo pueden hacer lo que les ordena quien les paga.

Pero resulta que en el capitalismo los productores son también los consumidores. Consumidor y productor son la misma persona. Una persona que tiene que asimilar que como consumidor es «soberano» (siempre tiene razón), mientras que como productor no puede decidir apenas nada.

De ahí la «esquizofrenia democrática».

Ahora bien, la «soberanía» o capacidad de decidir en la esfera del consumo, está limitada a los productos que previamente ofrece el propio capital. Esto vale tanto para las «mercancías» físicas como para las electorales.

Veamos un poco más esto último, el espacio político-institucional.

El cerramiento del espacio político-institucional

Ya tradicionalmente, desde la II Guerra Mundial, para acceder a los parlamentos capitalistas ha habido que contar con todo un entramado empresarial-mediático, una maquinaria electoral dependiente de los grandes poderes económicos (a los cuales quedan deudoras -y no sólo económicamente- las fuerzas en liza, sean de las siglas que sean). Ese espacio se ha ido concentrando correlativamente a como se concentra el capital en la esfera económica. Las palabras del analista norteamericano, William Pfaff, en su artículo «El poder del dinero en la política estadounidense», son asaz esclarecedoras al respecto: «…al mundo empresarial le viene muy bien el actual sistema de gasto ilimitado en las campañas políticas. Mientras éstas sigan exigiendo sumas faraónicas, no se elegirá una mayoría reformista. Mientras gastar dinero siga siendo una forma de libertad de expresión protegida, el sistema estadounidense permanecerá bloqueado«.

Desde el principio se trató de asentar un Bipartidismo en el que sólo dos fuerzas, a la par representantes de distintos sectores de poder, se apropiaran también del espacio electoral casi en su totalidad (con pequeños márgenes para otras fuerzas menores que proporcionaban cobertura así a la «pluralidad» electoral).

Con los procesos de oligopolización económica el Bipartidismo fue dando lugar al Bipartido, omniabarcador del espacio político-institucional, exactamente como la Liga de fútbol se fue cerrando para que sólo dos equipos en la práctica pudieran ganarla. La aceptación del estado de las cosas de aburrida monotonía por parte del público-elector va calando, sin embargo, en el descrédito y desgana con que se mira a la política-institucional, como al fútbol, por más que todo el entramado periodístico-mediático actúe cada día ignorando estos hechos (si no, ¿qué venderían?), como si la competición fuera emocionante para todos, y como si todos compitiesen con las mismas oportunidades. Por eso, una vez obviada la injusticia de partida, los resultados son siempre justos.

Pero como decíamos, en la presente coyuntura se está cerrando cada vez más ese espacio democrático institucional, lo que deja cada vez menos huecos para que la vía electoral pueda constituirse en una vía de transformación social, válida para que la población pueda incidir de alguna forma en la política económica y social que se lleva a cabo. Esto es, para intervenir en la Política de verdad, con mayúsculas.

Algunos pasos han ido trazando ese deslizamiento antidemocrático.

  • Primero se ha llevado a cabo la des-substanciación de las instituciones de representación popular, creando o empoderando en cambio entidades supraestatales ajenas a cualquier tipo de elección democrática (Bancos Centrales, Comisión Europea, G-20, FMI, OMC, Foro de Davos…).
  • Después se supeditan las leyes estatales a las supraestatales, liquidando la soberanía del Estado incluso para poder tener una política económica propia (y en el caso de la UE ni siquiera una moneda soberana), autosubordinándose a los mercados financieros y a sus agencias evaluadoras de riesgos, que no son precisamente elegidos democráticamente.
  • Finalmente se modifican las propias constituciones, de manera que sea ‘anticonstitucional’ intentar cambiar la falta de soberanía, al tiempo que se empieza a tomar medidas para expulsar de forma directa a los partidos minoritarios de la contienda electoral (a través de la exigencia de una gran cantidad de avales para poder presentarse, por ejemplo).

Pero por si todo eso fallara, siempre queda la amenaza del caos (las famosas huelgas del capital) que se producirá si no sale una opción «aceptable» para los mercados, la presión para la repetición de elecciones, el chantaje político y económico, etc. Todo con tal de que la masa de votos no se vaya del Bipartido. Véanse como ejemplo los referenda sobre la constitución europea en distintos países cuando el resultado fue negativo, el intento de referéndum y las posteriores elecciones de la primavera de 2012 en Grecia, donde sólo faltó amenazar con el fuego divino.

Sin embargo, cuando el resultado ‘democrático’ entraña un riesgo mayor para las clases dominantes, éstas se decantan por el golpe de Estado, el boicot, la subversión productiva o la agresión militar directa contra lo expresado en las urnas. Los casos del Chile de Allende, la Nicaragua sandinista, la Angola independiente del MPLA, son ejemplos no muy lejanos en el tiempo; la República Española es también testigo histórico excepcional de ello. Los actuales países del ALBA son laboratorios donde se llevan a cabo esas agresiones casi a diario, como en estos momentos ejemplifica dramáticamente una vez más, Venezuela.

El Bipartido no descarta nunca, si las cosas se ponen feas socialmente hablando (a través de un nivel generalizado de descontento y protesta social, por ejemplo), conformar gobiernos de concertación nacional, para «salvar» el orden.

El caso español

Vamos a atender ahora a algunas de las claves que se fueron introduciendo en la famosa «transición» española de cara a obliterar el espacio político-institucional a las grandes mayorías.

1. Impedir que el ciudadano pueda elegir a la persona en quien confía su representación en la Cámara de Diputados.

Para ello se estableció un conjunto de medidas tendentes a que el candidato quedara desvinculado de compromisos con los electores: se hicieron amplias circunscripciones territoriales, también listas cerradas (que mantienen el predominio del partido sobre el candidato), así como el voto secreto de los representantes, la disciplina de voto y el colegio uninominal.

Como las listas son confeccionadas por las jefaturas partidarias, los candidatos procurarán responder antes a aquéllas que a los electores, y estar a bien con los jefes de partido, que son quienes los cooptan para su elección.

Esto conlleva una «inversión democrática» : si ningún elector puede elegir a un diputado nominalmente, tampoco lo puede controlar.

2. Eliminar el techo y el control eficaz de los gastos electorales

Los partidos pudieron recibir financiación sin límite y sin obligación de explicitar, ni ante la opinión pública ni ante ninguna entidad jurídica o política de control (ni control interno ni externo, público o privado). Incluso se oculta el dinero prestado por la Banca a las cúpulas políticas, y la consiguiente deuda de los partidos (nunca clara).

Esto supone una fuente segura de corrupción (es muy fácil que las empresas financien partidos a cambio de concesiones y contratos, estatales, autonómicos, municipales…). Además, los elegidos deben responder más a estos compromisos que a los programas-publicidad electorales.

3. Evitar el sistema de representación proporcional integral (Ley de Hont).

Se favorece el sistema de mayorías absolutas que recorta el pluralismo y disminuye la representación parlamentaria de opciones «díscolas». También, por ejemplo, se sobrerrepresentan zonas rurales con escasa densidad poblacional frente a las concentraciones urbanas e industriales.

Dado el presente nivel de deterioro económico y social, el Bipartido (el PPSOE en España) está hoy sometido a fuertes tensiones según se extiende la desafección de la sociedad. Necesita una vía de regeneración que vuelva a ilusionar a la población con la vertiente electoral. Estamos viviendo momentos muy movidos en torno a una gran variedad de opciones que brotan por doquier con intención de representar y encauzar esa ilusión.

Para distinguir entre tanto brote verde, será necesario recordar que una transformación social real sólo puede venir de una correlación de fuerzas populares, con una sedimentada conciencia de lo que se quiere (no sé si muy común entre las hoy tan vitoreados multitudes y noventaynueves por ciento). Y que ésta es resultado de trabajos de larga duración y calado, de base, forjados a través de transformaciones previas conseguidas desde abajo. Sólo entonces, para que la esquizofrenia social llegara a su fin, la vía electoral podría tener posibilidades transformadoras serias, como traducción de esa fuerza social generada. Una fuerza que es capaz, por tanto, de afectar también a la esfera de la economía, para desprivatizar los medios de producción, a la par que emprende un gran proceso constituyente en el orden social y político, para dar el paso a la Política.

Este es el único camino posible para una izquierda integral.

La vía contraria, esto es, poner el carro delante de los bueyes (que es la que escoge tanta izquierda integrada), nunca trajo a la postre buenos resultados para los intereses populares.

Por Andrés Piqueras 

Fuentes: Rebelión

28.03.14.

[Artículo que publiqué en rebelion.org, el 28 de marzo de 2014, y que creo o espero que pueda seguir aportando algo en el marasmo de la política institucional que padecemos]

Fuente: https://andrespiqueras.com/2023/12/22/le-dicen-democracia-y-no-lo-es/