Sí, Caputo es honesto. Lo bueno
de la navidad es que inspira cierta honestidad en algunos.
Caputo les agradece a las
familias argentinas por el sacrificio necesario. Era necesario que alguien se
sacrificara para arreglar el lío resultante de diez años de descalabro
económico planificado.
Alguien iba a tener que hacer ese
sacrificio, íbamos a ser los de abajo o iban a ser los de arriba.
Caputo trabaja para estos
últimos, trabaja para los de arriba y su trabajo es asegurar que a sus patrones
la factura nunca les llegue.
Lo logró, Caputo logró que otra
vez el pueblo pague la cuenta de la catástrofe económica y por eso agradece el
sacrificio de los millones de otarios, nosotros.
Gracias a ese sacrificio, Caputo
va a quedar bien con el poderoso para el que Caputo trabaja.
Y todo eso solo es posible porque
el pueblo está dividido: cuando el sacrificio lo impone una determinada
parcialidad ideológica, una mitad salta para protestar y la otra mitad salta
para reivindicar el sacrificio.
Pero cada tanto el gobierno
cambia de manos, lo empieza a tener el que estaba en la oposición y entonces la
mitad que reivindicaba el sacrificio pasa a protestar mientas la otra mitad,
como se ve, pasa a reivindicarlo.
Lo que nunca hay es unidad
popular para decir que basta de sacrificios para los de abajo. Nunca ocurre que
estemos todos de acuerdo en exigir que la paguen los de arriba.
Ergo, el truco es cambiar de
gobierno cada tanto, así siempre existe una parte del pueblo dispuesta a
tolerar las maldades del poder con el solo fin de no darle la razón a la otra
parte del pueblo.
A esto llamamos “democracia”, al
sistema en el que los que ganan y los que pierden son siempre los mismos sin
que los últimos entendamos la estafa de los primeros.
Somos una manga de otarios.
Nota fuente: La Batalla Cultural
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