Mientras
Perú, sufre una caída económica casi a 0%, el presidente del Banco de Reserva,
sale muy orondo ante la prensa anunciando que, “estamos en camino a derrotar la
inflación”. Pero este pírrico triunfalismo es cuestionable porque podría ser,
no por méritos propios sino por deflación generalizada derivada de la grave
recesión. ¿Deberíamos alegrarnos por este anuncio en medio de la tempestad?
Veamos.
El
criollo común diría: “Si, pero eso no me sacará de misio”, como tampoco podemos
decir que, vencimos a la lluvia porque vino la sequía. Es que la deflación es
el efecto contrario a la inflación y ocurre cuando la economía se paraliza y
muchos se quedan sin dinero. Entonces, baja la demanda haciendo caer los
precios en general. Baja la inflación no por la buena gestión del BCR sino, por
efecto global de la recesión que es mucho peor.
En
un mercado no regulado como lo exige el neoliberalismo, los precios se rigen
exclusivamente por la oferta y la demanda, sin importar muertos ni heridos. Si
los países que nos venden alimentos elevan sus precios por su inflación, nos
llegará la importación a precios elevados. El maíz para pollos es mayormente
importado y eso repercute en el precio de carne de pollo, leche y otros
alimentos básicos ya que las crianzas usan el maíz como forraje.
Igual
sucede con el pan, ya que el país es dependiente del trigo extranjero. Los
insumos ya han bajado, pero en el mercado local, el precio del pan sigue alto,
como también de los otros productos panaderos y, fideos, galletas, etc. Son
muchos los alimentos extranjeros de consumo local, como el aceite vegetal que
es insumo de toda comida preparada, arroz, avena, papa, soya, leches, granos,
etc.
La
inflación internacional repercute en nuestra economía provocando inflación. La
recesión deflacionaria, también. Si los precios internacionales bajan tendremos
mayor oferta que a menor demanda bajarán los precios, haciendo bajar la
inflación. Pero si a pesar de ello, la gente no compra por haber perdido
ingresos, los negocios cerrarán agravando la recesión. En este caso, la
inflación baja a un costo muy alto.
El
espejismo nos impide ver que, si baja la demanda de alimentos es porque la
gente está consumiendo menos. Así lo confirman las últimas encuestas en que los
pobres dejan de comer ciertos días. ¿Esto es motivo de celebración? Bien
sabemos que, en una sociedad de clases, la inflación, deflación y recesión,
afectan más a los que menos tienen. ¿De qué nos sirve que la inflación baje
aparentemente, si la recesión nos deja sin dinero? Peor aún, si los sueldos
pierden valor como se muestra en el cuadro siguiente.
Por otro lado, si bien los catastróficos vaticinios climáticos, felizmente no se están cumpliendo, el campesinado nacional ha podido salvar en algo, la campaña agrícola y las lluvias irán en aumento tras el solsticio de verano. Ello viene permitiendo el abastecimiento del mercado con las primeras cosechas, que irán aumentando. La mayor oferta contribuye también, a bajar la inflación alimentaria.
Pero
lo triste es que, las cosechas ocurran en plena recesión, haciendo caer los
precios campesinos, por la falta de liquidez de los consumidores que comen
menos que antes, aunque baje la inflación. Entonces los ingresos campesinos
serán lánguidos. El campesinado no tiene poder mediático para influenciar en
favor de sus intereses, como si lo tienen los grupos de poder que logran
grandes presupuestos para obras públicas que caerán en sus manos.
Si
la piña “Golden” que viene de la selva central se está rematando a S/.2 x kgr
en las calles, significa que el mayorista lo vende a S/. 1,50, pagando a su
abastecedor a 1 sol. Este, separará su ganancia después de pagar al
transportista desde la selva, pagando cincuenta céntimos al acopiador y este,
S/. 0,25 al productor, que se ha pasado un año trabajando e invirtiendo en el
cultivo
Esto
que sucede con la piña, que viene de la selva central a Lima, ocurre con otros
cultivos que vienen desde muy lejos y el precio al campesino es una ridiculez.
Pero de lo que reciba, tendrá que alcanzarle hasta el año siguiente. “Allá
ellos”, dirán los neoliberales, “Quien les manda que se metan de campesinos”.
“En el Perú, hay democracia y cada uno es libre de elegir su ocupación”.
¿Y
así, reclaman seguridad alimentaria los que nunca pasaron hambre? La
indiferencia está también entre nosotros. A muy pocos le importa lo que pase
con el campesinado. No tienen representantes ni testaferros en el Parlamento.
Ni los partidos políticos que se dicen populares se pronuncian acogiendo sus
dramas.
Los
políticos, no entienden ni quieren entender que, se trata del 30% de la
población peruana, que tiene presencia mayor en el 95% de los distritos del
país, que tiene el mayor número de inversionistas entre los sectores
productivos, que de ellos depende nuestra seguridad alimentaria y la de nuestra
descendencia, ni que, si se contrae el agro, automáticamente se contrae toda la
industria, comercio y servicios conexos, etc.
Pero
el asunto para el BCR es que, estamos venciendo a la inflación y seguirá
bajando el próximo año en que la recesión será peor. Esta manera de pensar y
obrar, es engañosa. En todo caso, en una economía clasista, la inflación y la
recesión no ajusta a todos por igual. Con inflación o, sin ella, los del BCR
tienen asegurado sus altos sueldos con bonificaciones, mientras los que han
perdido ingresos tendrán que comer menos días a la semana. Bueno pues, ustedes,
¿qué dicen?
Diciembre
26- 2023
Fuente: https://republicaequitativa.wordpress.com/2023/12/26/inflacion-en-recesion/
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