lunes, 22 de noviembre de 2010

Unidad y unidades: ¿De que tipo de “unidad” hablamos?



Por Grajo Camaso

Estando próximo un nuevo proceso electoral nacional el tema de la “unidad” aparece con fuerza en todos los ambientes y escenarios políticos. Sin embargo es preciso diferenciar la unidad por la que clama el pueblo “desde abajo” y la unidad oportunista que se cocina “desde las cúpulas”, con pretensiones e intereses muy distintos.

La dicotomía Estado-Pueblo: Un desafío sin resolver

El pueblo como categoría social y política no existe en abstracto, sino que está conformado por sectores laborales muy específicos, incluso con intereses distintos, cuando no contrapuestos. Pero se caracteriza principalmente por ser expresión de las clases trabajadoras, mayoritarias, marginadas de los procesos efectivos del ejercicio del poder político concentrado en el Estado.

Teóricamente se supone que el Estado representa al pueblo pero en sociedades marcadas por la explotación de clase el Estado expresa la voluntad y el dominio de las clases dominantes, quienes permiten el juego de la democracia mientras ésta no socave los cimientos de su poder.

Apenas, pierden el control de la situación por un avance de las fuerzas sociales las clases dominantes tocan las puertas a los cuarteles y desencadenan una dictadura, que en realidad solo es una expresión desembozada de su dictadura real y permanente, así sea “en democracia”.

El Estado Socialista o Estado Comuna es la propuesta Socialista para superar la dicotomía Estado-Pueblo, mediante un Estado del Pueblo que ejercite una nueva democracia (obrera, socialista, popular, etc), superior en cantidad y calidad a la capitalista.

Esta nueva democracia no pretende ser pura en abstracto, pues ninguna democracia puede serlo, y en esencia no puede dejar de ser una dictadura, aunque se trate de una dictadura solo para los sectores explotadores que signifiquen una amenaza al proceso de cambio social.

Esta no es la oportunidad para analizar los mecanismos que mejor favorecen la institucionalización de un Estado del Pueblo y sin duda se trata de un tema complejo, pues hemos visto desnaturalizarse muchos modelos que supuestamente estaban diseñados para asegurar el control del poder por el pueblo.

Sin duda, el Partido único, la Asamblea Popular o Asamblea de Todo el Pueblo son formas que habrá que revisar con un gran sentido crítico para formular una reforma política que contribuya de mejor modo a consolidar un poder popular. Y en este terreno aún no se ha inventado la pólvora. Si alquien tiene la receta que nos la comunique para compartirla.

Pueblo, Programa y Poder Popular

La frase: “El pueblo es la fuente de todo poder”, es una verdad relativa. En teoría lo es, pero en la práctica, las clases dominantes tienen la habilidad de hacerse del poder mediante el control del Estado, un Estado diseñado e instituído a la medida de su interés. Para esto se valen del “derecho” que no es sino la voluntad de la clase dominante erigida en ley.

Una tarea revolucionaria es debelar la contradicción entre los intereses auténticos del pueblo y un tipo de Estado y de Derecho que se ha divorciado de él y no lo representa.

La mejor forma de demostrar este divorcio es haciendo conciencia sobre los intereses de los diversos sectores de las clases trabajadoras opuestos radicalmente a los intereses de las clases, grupos y conglomerados de poder que se benefician de esta seuda democracia y usufructúan del poder del Estado.

Para hacer conciencia de dicho interés se requiere construir Programa, entendido como un proceso para articular como propuesta política coherente y viable las aspiraciones de los sectores sociales comprometidos con un cambio social profundo y radical.

La construcción de Programa es una de las principales tareas políticas actuales, tiene una formidable capacidad movilizadora y es la base o el cimiento del poder popular porque permite forjar la unidad del pueblo pero con contenido y propuestas eficaces, no solo como una ilusión electoral en el marco de una falsa o seudo democracia.

Históricamente la construcción programática ha sido descuidada por la izquierda tradicional, tanto en sus vertientes: derechista, izquierdista o dogmática-paralítica. Unos más preocupados en hacer oposición parlamentaria y buscar cambios superficiales, otros por suplantar el verdadero poder popular por un partido armado o un supuesto ejército del pueblo, y los terceros más preocupados en pontificar desde las alturas, sin insertarse en serio en el movimiento social.

La unidad en la actual coyuntura

Es muy cierto que hay que cerrar el paso a la derecha, bregar por abrir y fortalecer espacios democráticos y obtener triunfos populares que fortalezcan la voluntad de lucha de los diversos sectores populares. No podemos dudar, por ejemplo, que el triunfo de Fuerza Social, ha sido una derrota de los sectores tradicionales en el poder y ha insuflado en el pueblo ganas de luchar y obtener triunfos en el terreno de la lucha política electoral.

Pero no debemos perder la perspectiva de que la contienda electoral se realiza en un marco legal y político limitado y restringido para fortalecer y ejercer el poder popular. El verdadero poder popular se construye desde las bases, forjando la unidad programática del pueblo y desplegando todas las formas de lucha que el pueblo considere legítimas y apropiadas.

Por esto no debemos confundir el legítimo llamado y reclamo de los trabajadores que claman por la unidad y colocan sobre la agenda política sus demandas y reivindicaciones más sentidas. Este llamado a la unidad no debe confundirse con el llamado a la unidad que por cálculo electoral hacen dirigentes tradicionales que solo buscan “pescar a río revuelto” y acomodarse en el mejor lugar que les permita el sistema establecido.

Al margen de una u otra propuesta política formalmente inscrita y válida para postular en las elecciones, al margen de uno u otro candidato con propuestas más o menos sinceras o amañadas, el pueblo debe continuar forjando su unidad programática y buscar las mejores herramientas -electorales y no electorales- para construir y ejercer su poder popular.

Fuente: http://caminosocialista.wordpress.com/

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