domingo, 5 de junio de 2011

TESTIMONIO POLÉMICO DE LA CELEBRACIÓN DEL BICENTENARIO DEL MOVIMIENTO DE FRANCISCO ANTONIO DE ZELA


FRANCISCO ANTONIO DE ZELA

-EL PERSONAJE EN EL CONTEXTO-

Autores: Oscar Panty y Efraín Choque

A MODO DE PRESENTACIÓN

PERÚ, DOS CENTURIAS DESPUES: 1811 – 2011

El próximo 20 de junio se celebrará el Bicentenario de la tentativa de un puñado de coterráneos encabezados por Francisco Antonio de Zela. A 200 años de ese intento insurreccional preguntamos ¿A qué intereses obedeció? ¿Cuáles fueron sus verdaderos móviles? ¿Es compatible su proyecto con la república criolla? La respuesta a esas interrogantes, en parte, las encontraremos en las páginas del folleto que Oscar Panty y Efraín Choque ponen ante nuestros ojos.

El Perú del Bicentenario de Francisco Antonio de Zela es un producto de una historia inconclusa. El Perú es una nación pendiente, inacabada, aplazada. Jorge Basadre, valorando los cien primeros años del Perú como “nación independiente” escribía: “Quienes únicamente se solazan con el pasado, ignoran que el Perú, el verdadero Perú es todavía un problema. Quienes caen en la amargura, en el pesimismo, en el desencanto, ignoran que el Perú es aún una posibilidad. Problema es, en efecto y por desgracia el Perú; pero también, felizmente, posibilidad.”[1]

Jorge Basadre tuvo una preocupación casi obsesiva: el Perú. En 1979, rastreando los orígenes de la nación diría: El Inca Garcilaso de la Vega “universalizó el nombre Perú y lo definió al dedicar un libro A los indios, mestizos y criollos del grande y riquísimo Imperio del Perú, su hermano, pariente y paisano.”[2] El Perú con Garcilaso comienza a tomar cuerpo como una entidad única en su fragmentación étnica, socioeconómica y geoclimática; sin embargo, han transcurrido más de 400 años y el Perú de los criollos se contrapone y antepone al Perú del Ande y la Selva. En 190 años de vida republicana, ¿alguna vez se intentó desde las alturas del poder político hacer realidad la dedicatoria de Garcilaso de la Vega? Lo cierto es que nunca hubo siquiera algún intento frustrado.

Después de 300 años de la afirmación de Garcilaso se define la peruanidad, sin exclusiones ni resentimientos. José Carlos Mariátegui le dio al Perú sentido histórico y proyección política: “No es mi ideal el Perú colonial ni el Perú incaico sino un Perú integral.”[3] Y la nueva peruanidad se viene creando sobre los aluviones indios que toman por asalto las ciudades de la costa, otrora bastiones inexpugnables de los criollos. En el Perú, de todas las sangres, el eje de la peruanidad descansa en la piedra andina antes que en la arcilla costeña.

Los hombres nuevos quieren que el Perú repose sobre sus naturales cimientos biológicos. Sienten el deber de crear un orden más peruano, más autóctono. Los enemigos históricos y lógicos de este programa son los herederos de la Conquista, los descendientes de la Colonia. Esa burguesía que “cada vez es más burguesa a condición de ser cada vez menos nacional”. Esa burguesía que se resiste a perder sus privilegios de blasón y escudo. Esa burguesía que carece de héroes y, por tanto, los inventa: Túpac Amaru –y la pléyade de obedientes rebeldes al yugo español – es extraño al proyecto criollo de continuidad histórica. La tentativa de 1811, que encabezara Francisco Antonio de Zela, fue un proyecto que excluía a negros e indios. Cuando el gato no está, los ratones bailan. Preso el rey felón (Fernando VII): Los “fidelistas” aprovecharon el vacío de poder, luego de la invasión napoleónica a España en 1808, como bien señalan Efraín Choque y Oscar Panty. La revolución de la independencia en el Perú sólo interesó a los herederos de la Encomienda española en tanto los emancipaba de España. Algo después, del 28 de julio de 1821, la republica criolla descubre en Francisco Antonio de Zela: EL HÉROE, de un proceso independentista con el que se habían tropezado.

El Perú sigue siendo una posibilidad que trasciende la crisis el Estado Republicano. Una posibilidad en la que “ninguna de nuestras soluciones nos vendrá, pues, cocida y masticada de otros países, aunque sean hermanos, primos o prójimos”[4]. No es casualidad que la lógica de Mariátegui y Basadre coincida, en pleno siglo XXI, con un hombre del mundo de los negocios como Gastón Acurio. El Perú –dice Gastón– no puede ser copia de “Francia o Estados Unidos. Tenemos que mirarnos hacia adentro, reconociendo nuestra multiculturalidad y viéndola como una oportunidad, como una ventaja competitiva frente al mundo. Somos un país de muchas razas y de muchos pueblos que deben reconocerse y admirarse mutuamente.”[5]

Tacna, 2 mayo 2011
Edgar Bolaños Marín

[1] Basadre, Jorge; Perú: Problema y Posibilidad; p. 7
[2] Basadre, Jorge; Este Perú dulce y cruel, CADE 1979
[3] José Carlos Mariátegui, Tomo 13, Edición 1979, Pág. 222
[4] Basadre, Jorge; La Promesa de la Vida Peruana,1943
[5] Entrevista de Milagros Leiva Gálvez: Gastón Acurio, un líder de opinión, diario El Comercio, 26 de julio de 2010

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