Dr. Hugo SALINAS
John
Locke, filósofo inglés, autor de “An Essay Concerning Human
Understanding” (1690), nos lega esta frase: “La única defensa contra el
mundo es un conocimiento perfecto de él”. Encontrándonos en un mundo
capitalista globalizado, con una serie de efectos perversos, la mejor
manera no solamente de defendernos de él sino de transformarlo, es
conocerlo en profundidad. Y ese es el propósito de estos artículos.
Las
posiciones frente al capitalismo son opuestas. Unos lo celebran por los
bienes económicos innovantes que nos brinda cada vez con más
frecuencia, mientras que otros lo detestan por sus efectos perversos
como el desempleo. Nuestra definición del capitalismo resuelve este
dilema: el sistema capitalista es la resultante de la fusión de dos
elementos, el proceso artificial de producción y la repartición
individualista del resultado de la actividad económica. Y en mi artículo
Capitalismo, innovación y desempleo[1]
concluyo que los efectos perversos del capitalismo, como el desempleo,
se originan en la repartición individualista. Veamos ahora cómo se
instala en la actividad socio-económica dicho tipo de repartición.
En
el esfuerzo por sobrevivir y resolver sus problemas materiales, los
seres humanos comienzan con la recolección de bienes alimenticios, sin
la ayuda de ningún instrumento o medio de producción. Un primer gran
paso en la evolución de las formas de trabajar es la creación e
innovación de herramientas de trabajo tales como el mazo, la flecha, la
piedra tallada. Este proceso de trabajo es superado por otro que utiliza
un descubrimiento: la tierra cultivable. Con ello, la actividad
económica pasa de la recolección a la producción. Una hazaña de la
Humanidad que le va a costar caro, muy caro.
Resulta
que la tierra cultivable, elemento fundamental de la nueva manera de
trabajar, tiene una característica muy especial. Quien la posea puede
establecer una relación de dominación nunca antes existente,
convirtiéndose en el amo y señor del resto de la población. Para los
europeos es una historia que comienza hace diez mil años. Pero para los
latinos de América es reciente, no más allá de seis siglos. Para el
viejo continente se llamó esclavismo, feudalismo; para nosotros,
gamonalismo, mezclado en algunas zonas con esclavismo.
Lo
concreto, en cualquiera de las denominaciones y espacios geográficos,
es lo siguiente: el que posee la tierra cultivable se apropia de la
totalidad del resultado de la actividad económica. Eh aquí el origen de
la pobreza por un lado y riqueza por otro. No dependen de la habilidad o
pereza de las personas. La riqueza de muy pocos depende de poseer, por
las buenas o por las malas, la tierra cultivable; elemento fundamental
de la nueva forma de trabajar de aquel entonces.
Insisto,
el origen de la riqueza de unos pocos fue, y continúa siendo en algunos
lugares, la apropiación pura y simple de la totalidad de la tierra
cultivable generada por los pueblos originarios, de la totalidad de los
recursos naturales circundantes y de la totalidad del legado realizado
por las generaciones anteriores. Es lo que sucedió con los pueblos
originarios del Tawantinsuyo; perdieron todo, incluso su alma.
A
partir de este momento, la totalidad del resultado de la actividad
económica pertenece a muy pocos. Es la instalación de la repartición
individualista, por primera vez, como segundo elemento de la actividad
socio-económica. A partir de este momento, la actividad socio-económica
se compone de, uno, los Dos Procesos Naturales de
Producción (agricultura y ganadería) y, dos, la Repartición
Individualista del resultado de la actividad económica.
Dentro
del marco de la evolución de los procesos de trabajo, el Proceso
Artificial de Producción, cuyo elemento fundamental es la máquina,
substituye a los Dos Procesos Naturales de Producción, en donde el
elemento esencial es la tierra cultivable. Y para desgracia, suerte del
destino, la máquina tiene la misma característica que la tierra
cultivable: permite su apropiación por terceros, con lo cual facilita
una Relación de Dominación; es decir, la continuación de la repartición
individualista del resultado de la actividad económica. Una vez más, en
este nuevo modelo de actividad socio-económica, los ricos son pocos y
los pobres son la mayoría.
En
suma, desde hace diez mil años aproximadamente está vigente la
Repartición Individualista. Las manifestaciones fenomenales tales como
esclavismo, feudalismo, gamonalismo, y capitalismo, son simplemente
expresiones de la Repartición Individualista según la forma de trabajar
imperante. Seamos claros en decirlo. El enemigo fundamental es la
Repartición Individualista del resultado de la actividad económica.
Pero
usted es testigo, hay ricos de provincia como ricos de la capital; hay
pobres de provincia como pobres de la capital. En la raíz de la
pobreza/riqueza, lo hemos visto, está la repartición individualista. No
obstante, las diferencias de intensidad son efectos de un moderno
mecanismo de extorsión al servicio de la repartición individualista, la
Configuración Mundial.[2]
Lima, 1 de octubre del 2013
[1] SALINAS Hugo, Capitalismo, innovación y desempleo, in http://www.rebelion.org/noticia.php?id=176132
[2] Para mayor información consultar mi libro “Hacia dónde va la economía-mundo. Teoría sobre los procesos de trabajo” (http://biblioteca.utec.edu.sv/siab/virtual/elibros_internet/55791.pdf).
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