miércoles, 9 de septiembre de 2020

LIDERANDO LA REACCIÓN SOCIAL CONTRA EL DESEMPLEO Y EL EMPOBRECIMIENTO MASIVOS

 


Fecha: 06 de agosto de 2020

Artículo: Liderando la reacción social contra el desempleo y el empobrecimiento masivos

Autor: Ramón Espinoza Guerrero

www.mnip.pe

 


Acercándonos a los seis meses de propagación de la pandemia del coronavirus en el Perú, el Gobierno peruano, al implementar una cuarentena sin resarcir los ingresos vitales perdidos por la gran mayoría de microempresarios y emprendedores efímeros  —que ocupaban en pobreza a más de 12 millones de peruanos: el 70% de la PEA— está destruyendo los dos componentes básicos de la economía nacional de dinámica interna: la demanda de bienes y servicios básicos de la población y el empleo de millones de trabajadores sobre todo informales (¡siete millones hasta ahora!), e imposibilitando su reconstrucción. Si se destruye a las microempresas y emprendimientos informales —en vez de liderarlos, organizarlos y modernizarlos—, se destruye la economía nacional de mercado interno como sistema.

En tal sentido, sin inyectar liquidez ni crear trabajo en la base económica de la pirámide social, no será posible reconstruir el mercado interno ni la producción interna. Sin embargo, se tendrá que hacer tarde o temprano porque muy pronto será la reivindicación económica, social y política manifiesta número uno. De lo contrario, se desarrollará lo que más tememos: la violencia generalizada. El problema es que, a más tiempo pase, la destrucción de valor será más grave en vidas humanas, depresión social y recursos económicos. Así, en situación de desastre, como la que vive actualmente la sociedad peruana, el que el Estado no cumpla con su deber ineludible de proteger a la ciudadanía será un crimen de lesa humanidad si esta elusión de responsabilidades ocasiona pobreza extrema, hambruna, caos y muerte de forma masiva.

Pandemia, empobrecimiento masivo e incertidumbre social

A fines de agosto, según el Centro Wiñaq, en referencia a la propagación del coronavirus, estaría contagiado ya el 35% de la población residente en Lima. De esta manera, proyectándonos a enero de 2021, estaría portando el virus COVID-19 el 70% de la población indicada. Esta predicción, según las teorías de la autoinmunización comunitaria, supuestamente confirmada por la experiencia de Iquitos, significaría que cualquier ciudad se autoinmunizaría al llegar al 70% de contagiados. Pues bien, esta sería la estrategia de nuestros estadistas de turno: que cada uno se cuide y sobreviva como pueda hasta enero de 2021. Todo ello, después de haber destruido el capital de trabajo, la demanda y el empleo de millones de peruanos por “selección natural”.

Todo esto es aceptado por nuestra burocracia estatal, menos alguna estrategia de contención de la pandemia que implique inyección de liquidez en la base MYPE de la sociedad; a pesar de que existen diversas formas de hacerlo eficazmente, y con retorno de la inversión fiscal. Aunque, todo ello significaría un tipo superior de liderazgo y gran capacidad organizacional. He ahí el problema. El Estado Corporación y la clase política peruana no tienen esa condición. Finalmente, terminarán repartiendo bonos de pobreza y alimentos en medio del caos, el show mediático y la corrupción.[1]

Mientras tanto, el Perú manifiesta los peores indicadores sanitarios y económicos del mundo: la mayor cantidad de muertes por millón, la mayor contracción de la economía ciudadana[2] (¡extinción del 60% de los negocios familiares!) y la mayor destrucción del empleo (siete millones de empleos destruidos, ¡el 40% de la PEA!); más aún cuando se pudo evitar tamaño desastre con un poco de flexibilización ideológica y buen uso de las ventajas macroeconómicas del Perú (la menor deuda externa, las mayores Reservas Internacionales Netas y el menor déficit fiscal de América Latina). Es inadmisible que se prefiera la destrucción de la llamada “economía informal” a poner en riesgo, supuestamente, el liderazgo competitivo macroeconómico en América Latina para la atracción de capital global. ¿QUÉ HACER?

Revolución cultural, innovación política y autogestión social

En el Perú, no hay una mirada de cambio estructural, una mirada posindustrial. Toda la llamada clase política tiene metido hasta las entrañas el viejo concepto de la transformación industrial de nuestras materias primas, sobre todo las del sector minero. Mientras que la industria mundial sustituye la mano de obra por robots y priman los gigantes tecnológicos así como los servicios digitales. En este marco, el Perú, siempre tardío, se industrializaría a base de capital extranjero y mano de obra barata nacional, agregando valor dizque en el marco de sus economías extractivas del siglo XX. ¿Qué hacer frente a este vacío ideológico del desarrollo?

1.     Liderar la revolución posindustrial en el Perú:

·        Liderando la revolución de la teoría económica, aquella de la macroeconomía para el crecimiento y la microeconomía promotora del trabajo asalariado, hacia la constitución gradual pero sin pausa de una macroeconomía para el desarrollo humano y una microeconomía promotora del trabajo autogestionario. ¿Cómo hacer todo ello?: Con programas similares a Reactiva Perú, pero dirigidos a la microempresa y los emprendimientos informales a base de protocolos de modernización y competitividad, la convocatoria de todas las instituciones de microfinanzas y la participación protagónica de la inteligencia promotora de la MYPE moderna.

·        Promoviendo el desplazamiento del eje económico de la desglobalización industrial y la nacionalización científico-técnica, que se está dando en el mundo, hacia un sector agropecuario sostenible sobre la base de la propagación y modernización de la pequeña propiedad, la investigación científico-técnica y la revolución del mercado mundial con los productos andino-amazónicos orgánicos. El sector agropecuario, en un marco de innovación estratégica, puede ocupar a más del 50% de la PEA en condiciones de desarrollo humano muy superior al de las economías extractivas e industriales.

·        Creando una nueva matriz energética agrorural sostenible, sobre la base del desarrollo local por autosuficiencia; es decir, fomentando localidades y Regiones Economía autosuficientes en lo básico y fundamental; ligándose al mundo como tales y construyendo sus propias bases de capital científico-técnico a base de laboratorios y prototipos andino-amazónicos para el desarrollo de la biodiversidad y las condiciones humanas sostenibles de vida.

 

2.    Liderar la innovación política en el Perú:

·        Superando el ambiente de desideologización y farandulización existente en la política peruana, que con el uso de la televisión y la Internet tiene efectos demoledores en la ciudadanía:

 

“La farandulización de la política, que parte de la programación televisiva desesperada por mantener el rating, y cuyo efecto principal es la reducción de la confianza de los ciudadanos en la política, ocasiona la crisis generalizada de la legitimidad de la política, el surgimiento de liderazgos mediáticos populistas, la manipulación de la opinión pública y la creciente influencia de quienes controlan el ‘show mediático y político’”.

Manuel Castells (2009) / http://www.costabonino.com/ppalabras.htm


“Es grave, pues, que un líder electrónico no necesite una organización con un programa ni poseer un mediano conocimiento de los temas objeto de discusión, que le baste con ser bastante espectacular y generar gestos simbólicos. Sin embargo, el futuro cercano se llena de malos augurios con esta vulgarización del liderazgo”.

http://escuelapnud.org/biblioteca/pmb/opac_css/doc_num.php?explnum_id=744

 

·       Constituyendo Movimientos Regionales de Innovación Política con el fin de llenar el vacío ideológico existente en el Perú, así como el vacío de liderazgo en los ámbitos de actuación de la clase política, y el vacío de poder por la inexistente actuación social del Estado Corporación. En tal sentido, la clase política peruana ha reducido toda su perorata impotente a la “lucha contra la corrupción”, a la redacción de una “nueva Constitución” y al “aumento de impuestos a los ricos”. No cuenta con teoría social alguna ni programa social alguno. Mientras que el Estado no se da por aludido en nada que no tenga relación con el gasto fiscal y los indicadores macroeconómicos. El liderazgo y el desarrollo social es algo extraño para estos agentes burocráticos de la economía y la política formales.


3.    Liderando la autogestión social y la autosuficiencia local en el Perú

Después de la Segunda Guerra Mundial, creíamos que estimular el cambio y mejorar la calidad de vida de la sociedad era una tarea del Estado. Sin embargo, hemos ingresado a una nueva era de autogestión social y autosuficiencia comunitaria con organizaciones que innovan y crean nueva riqueza por sí mismas cada vez más. En nuestros tiempos, hay muy poco que esperar del Estado.

 

De igual manera, el desarrollo económico del siglo XX ha llevado cierto grado de prosperidad solo al 10% o 20% de la población mundial. La mayoría de las empresas no hace el menor caso a los problemas de los países, sobre todo a los problemas que se relacionan con los medios de subsistencia del pueblo y amplían sus operaciones con un propósito único: aprovecharse de las ventajas a corto plazo de los bajos costos de la mano de obra y tierra barata (Peter Drucker, 1997).

 

En tal sentido, la autogestión social se convierte cada vez más en una estrategia vital de la sociedad y su desarrollo. Comenzando el siglo XXI, la autogestión se despliega alrededor del planeta como un nuevo estado de cosas de las sociedades humanas. Hacerse a sí mismo se vuelve la naturaleza humana de las culturas globalizadas (El arte es verbo, no sustantivo, 2011).

 

Así, una buena forma de prevenir los futuros escenarios de miseria y precariedad es construyendo redes propias de autoapoyo, estructuras productivas y reproductivas al margen del mercado global (…) Se trata de crear una cultura autogestionaria, buscando que las comunidades locales se auto-organicen para cubrir sus necesidades bajo intereses humanos y ecológicos (Okupación de Tierras Periurbanas – Madrid).

 

Debemos trabajar en la creación de contrapoderes locales basados en la creación de estructuras económicas y sociales que solucionen de forma autónoma y auto-organizada la mayor cantidad de las necesidades en estas localidades (Okupación de Tierras Periurbanas – Madrid).

 

Finalmente, los grandes avances tecnológicos del mundo digital abren nuevas posibilidades a lugares antaño remotos y deprimidos. La vida rural ya no tiene por qué identificarse exclusivamente con el sector primario, múltiples ocupaciones actuales pueden desarrollarse a distancia a través de Internet (…) La dificultad económica de los jóvenes para acceder a un trabajo y a una vivienda por la despoblación de los territorios rurales podría tener una solución conjunta: el éxodo urbano (…) Ahora puede ser que la gente de la ciudad sea quien tenga que volver a los pueblos pequeños para permitirse un hogar y un trabajo (El éxodo urbano es la solución a muchos problemas en las ciudades // Éxodo urbano: Los jóvenes vuelven al entorno rural).

 



[1] El Estado peruano prontamente estará obligado a distribuir un ingreso básico de emergencia – IBE, equivalente a la línea de pobreza urbana en Perú: S/352 por persona. Sin embargo, este ingreso es para que la gente no se muera de hambre en la calle, no para reactivar la economía. Así, este Gobierno será el ejemplo paradigmático de la línea divisoria entre la pobreza del año 2019 y la mendicidad del año 2021.

[2] Casi toda la economía de servicios, el 50% de la economía de Perú, está prácticamente quebrada: los sectores Educación, Salud, Hotelería y Turismo, Transporte público, Restaurantes, Recreo, Peluquería y estética, etc., han sufrido un grave daño. Conjuntamente con los sectores Agropecuario, Manufactura, Comercio Minorista, Construcción, Pequeña minería y Pesca artesanal, han retrocedido más de 20 años; sobre todo la economía MYPE de estos sectores. La desvalorización de activos, así como la destrucción de capital de trabajo y de clientela logrados en 20 o 30 años, está ocasionando una bancarrota en cadena sin parangón.

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