Fecha: 06 de agosto de 2020
Artículo: Liderando la reacción social contra
el desempleo y el empobrecimiento masivos
Autor: Ramón Espinoza Guerrero
Acercándonos
a los seis meses de propagación de la pandemia del coronavirus en el Perú, el
Gobierno peruano, al implementar una cuarentena sin resarcir los ingresos
vitales perdidos por la gran mayoría de microempresarios y emprendedores
efímeros —que ocupaban en pobreza a más
de 12 millones de peruanos: el 70% de la PEA— está destruyendo los dos
componentes básicos de la economía nacional de dinámica interna: la demanda de
bienes y servicios básicos de la población y el empleo de millones de
trabajadores sobre todo informales (¡siete millones hasta ahora!), e
imposibilitando su reconstrucción. Si se destruye a las microempresas y
emprendimientos informales —en vez de liderarlos, organizarlos y
modernizarlos—, se destruye la economía nacional de mercado interno como
sistema.
En tal
sentido, sin inyectar liquidez ni crear trabajo en la base económica de la
pirámide social, no será posible reconstruir el mercado interno ni la
producción interna. Sin embargo, se tendrá que hacer tarde o temprano porque
muy pronto será la reivindicación económica, social y política manifiesta
número uno. De lo contrario, se desarrollará lo que más tememos: la violencia
generalizada. El problema es que, a más tiempo pase, la destrucción de valor
será más grave en vidas humanas, depresión social y recursos económicos. Así,
en situación de desastre, como la que vive actualmente la sociedad peruana, el
que el Estado no cumpla con su deber ineludible de proteger a la ciudadanía
será un crimen de lesa humanidad si esta elusión de responsabilidades ocasiona
pobreza extrema, hambruna, caos y muerte de forma masiva.
Pandemia, empobrecimiento masivo e
incertidumbre social
A
fines de agosto, según el Centro Wiñaq, en referencia a la propagación del
coronavirus, estaría contagiado ya el 35% de la población residente en Lima. De
esta manera, proyectándonos a enero de 2021, estaría portando el virus COVID-19
el 70% de la población indicada. Esta predicción, según las teorías de la
autoinmunización comunitaria, supuestamente confirmada por la experiencia de
Iquitos, significaría que cualquier ciudad se autoinmunizaría al llegar al 70%
de contagiados. Pues bien, esta sería la estrategia de nuestros estadistas de
turno: que cada uno se cuide y sobreviva como pueda hasta enero de 2021. Todo
ello, después de haber destruido el capital de trabajo, la demanda y el empleo
de millones de peruanos por “selección natural”.
Todo
esto es aceptado por nuestra burocracia estatal, menos alguna estrategia de
contención de la pandemia que implique inyección de liquidez en la base MYPE de
la sociedad; a pesar de que existen diversas formas de hacerlo eficazmente, y
con retorno de la inversión fiscal. Aunque, todo ello significaría un tipo
superior de liderazgo y gran capacidad organizacional. He ahí el problema. El
Estado Corporación y la clase política peruana no tienen esa condición.
Finalmente, terminarán repartiendo bonos de pobreza y alimentos en medio del
caos, el show mediático y la corrupción.[1]
Mientras
tanto, el Perú manifiesta los peores indicadores sanitarios y económicos del
mundo: la mayor cantidad de muertes por millón, la mayor contracción de la
economía ciudadana[2]
(¡extinción del 60% de los negocios familiares!) y la mayor destrucción del
empleo (siete millones de empleos destruidos, ¡el 40% de la PEA!); más aún
cuando se pudo evitar tamaño desastre con un poco de flexibilización ideológica
y buen uso de las ventajas macroeconómicas del Perú (la menor deuda externa,
las mayores Reservas Internacionales Netas y el menor déficit fiscal de América
Latina). Es inadmisible que se prefiera la destrucción de la llamada “economía
informal” a poner en riesgo, supuestamente, el liderazgo competitivo
macroeconómico en América Latina para la atracción de capital global. ¿QUÉ
HACER?
Revolución cultural, innovación política y
autogestión social
En el
Perú, no hay una mirada de cambio estructural, una mirada posindustrial. Toda
la llamada clase política tiene metido hasta las entrañas el viejo concepto de
la transformación industrial de nuestras materias primas, sobre todo las del
sector minero. Mientras que la industria mundial sustituye la mano de obra por
robots y priman los gigantes tecnológicos así como los servicios digitales. En
este marco, el Perú, siempre tardío, se industrializaría a base de capital
extranjero y mano de obra barata nacional, agregando valor dizque en el marco
de sus economías extractivas del siglo XX. ¿Qué hacer frente a este vacío
ideológico del desarrollo?
1. Liderar
la revolución posindustrial en el Perú:
·
Liderando la revolución de la teoría económica,
aquella de la macroeconomía para el crecimiento y la microeconomía promotora
del trabajo asalariado, hacia la constitución gradual pero sin pausa de una
macroeconomía para el desarrollo humano y una microeconomía promotora del
trabajo autogestionario. ¿Cómo hacer todo ello?: Con programas similares a Reactiva
Perú, pero dirigidos a la microempresa y los emprendimientos informales a base
de protocolos de modernización y competitividad, la convocatoria de todas las
instituciones de microfinanzas y la participación protagónica de la
inteligencia promotora de la MYPE moderna.
·
Promoviendo el desplazamiento del eje económico
de la desglobalización industrial y la nacionalización científico-técnica, que
se está dando en el mundo, hacia un sector agropecuario sostenible sobre la
base de la propagación y modernización de la pequeña propiedad, la
investigación científico-técnica y la revolución del mercado mundial con los
productos andino-amazónicos orgánicos. El sector agropecuario, en un marco de
innovación estratégica, puede ocupar a más del 50% de la PEA en condiciones de
desarrollo humano muy superior al de las economías extractivas e industriales.
·
Creando una nueva matriz energética agrorural
sostenible, sobre la base del desarrollo local por autosuficiencia; es decir,
fomentando localidades y Regiones Economía autosuficientes en lo básico y
fundamental; ligándose al mundo como tales y construyendo sus propias bases de
capital científico-técnico a base de laboratorios y prototipos
andino-amazónicos para el desarrollo de la biodiversidad y las condiciones
humanas sostenibles de vida.
2. Liderar
la innovación política en el Perú:
·
Superando el ambiente de desideologización y
farandulización existente en la política peruana, que con el uso de la
televisión y la Internet tiene efectos demoledores en la ciudadanía:
“La farandulización de la
política, que parte de la programación televisiva desesperada por mantener el
rating, y cuyo efecto principal es la reducción de la confianza de los
ciudadanos en la política, ocasiona la crisis generalizada de la legitimidad de
la política, el surgimiento de liderazgos mediáticos populistas, la manipulación de la opinión
pública y la creciente influencia de quienes controlan el ‘show
mediático y político’”.
Manuel Castells (2009) / http://www.costabonino.com/ppalabras.htm
“Es grave, pues, que un líder
electrónico no necesite una organización con un programa ni poseer un mediano
conocimiento de los temas objeto de discusión, que le baste con ser bastante
espectacular y generar gestos simbólicos. Sin embargo, el futuro cercano se
llena de malos augurios con esta vulgarización del liderazgo”.
http://escuelapnud.org/biblioteca/pmb/opac_css/doc_num.php?explnum_id=744
· Constituyendo
Movimientos Regionales de Innovación Política con el fin de llenar el vacío
ideológico existente en el Perú, así como el vacío de liderazgo en los ámbitos
de actuación de la clase política, y el vacío de poder por la inexistente
actuación social del Estado Corporación. En tal sentido, la clase política
peruana ha reducido toda su perorata impotente a la “lucha contra la
corrupción”, a la redacción de una “nueva Constitución” y al “aumento de
impuestos a los ricos”. No cuenta con teoría social alguna ni programa social
alguno. Mientras que el Estado no se da por aludido en nada que no tenga
relación con el gasto fiscal y los indicadores macroeconómicos. El liderazgo y
el desarrollo social es algo extraño para estos agentes burocráticos de la
economía y la política formales.
3. Liderando
la autogestión social y la autosuficiencia local en el Perú
Después de la Segunda Guerra Mundial,
creíamos que estimular el cambio y mejorar la calidad de vida de la sociedad era
una tarea del Estado. Sin embargo, hemos ingresado a una nueva era de
autogestión social y autosuficiencia comunitaria con organizaciones que innovan
y crean nueva riqueza por sí mismas cada vez más. En nuestros tiempos, hay muy
poco que esperar del Estado.
De igual manera, el desarrollo económico
del siglo XX ha llevado cierto grado de prosperidad solo al 10% o 20% de la
población mundial. La mayoría de las empresas no hace el menor caso a los
problemas de los países, sobre todo a los problemas que se relacionan con los
medios de subsistencia del pueblo y amplían sus operaciones con un propósito
único: aprovecharse de las ventajas a corto plazo de los bajos costos de la
mano de obra y tierra barata (Peter Drucker, 1997).
En tal sentido, la autogestión social se
convierte cada vez más en una estrategia vital de la sociedad y su desarrollo.
Comenzando el siglo XXI, la autogestión se despliega alrededor del planeta como
un nuevo estado de cosas de las sociedades humanas. Hacerse a sí mismo se
vuelve la naturaleza humana de las culturas globalizadas (El arte es verbo, no
sustantivo, 2011).
Así, una buena forma de prevenir los
futuros escenarios de miseria y precariedad es construyendo redes propias de
autoapoyo, estructuras productivas y reproductivas al margen del mercado global
(…) Se trata de crear una cultura autogestionaria, buscando que las comunidades
locales se auto-organicen para cubrir sus necesidades bajo intereses humanos y
ecológicos (Okupación de Tierras Periurbanas – Madrid).
Debemos trabajar en la creación de
contrapoderes locales basados en la creación de estructuras económicas y
sociales que solucionen de forma autónoma y auto-organizada la mayor cantidad
de las necesidades en estas localidades (Okupación de Tierras Periurbanas –
Madrid).
Finalmente, los grandes avances
tecnológicos del mundo digital abren nuevas posibilidades a lugares antaño
remotos y deprimidos. La vida rural ya no tiene por qué identificarse
exclusivamente con el sector primario, múltiples ocupaciones actuales pueden desarrollarse
a distancia a través de Internet (…) La dificultad económica de los jóvenes
para acceder a un trabajo y a una vivienda por la despoblación de los
territorios rurales podría tener una solución conjunta: el éxodo urbano (…)
Ahora puede ser que la gente de la ciudad sea quien tenga que volver a los
pueblos pequeños para permitirse un hogar y un trabajo (El éxodo urbano es la
solución a muchos problemas en las ciudades // Éxodo urbano: Los jóvenes
vuelven al entorno rural).
[1] El
Estado peruano prontamente estará obligado a distribuir un ingreso básico de
emergencia – IBE, equivalente a la línea de pobreza urbana en Perú: S/352 por
persona. Sin embargo, este ingreso es para que la gente no se muera de hambre
en la calle, no para reactivar la economía. Así, este Gobierno será el ejemplo
paradigmático de la línea divisoria entre la pobreza del año 2019 y la
mendicidad del año 2021.
[2]
Casi toda la economía de servicios, el 50% de la economía de Perú, está
prácticamente quebrada: los sectores Educación, Salud, Hotelería y Turismo,
Transporte público, Restaurantes, Recreo, Peluquería y estética, etc., han
sufrido un grave daño. Conjuntamente con los sectores Agropecuario,
Manufactura, Comercio Minorista, Construcción, Pequeña minería y Pesca
artesanal, han retrocedido más de 20 años; sobre todo la economía MYPE de estos
sectores. La desvalorización de activos, así como la destrucción de capital de
trabajo y de clientela logrados en 20 o 30 años, está ocasionando una
bancarrota en cadena sin parangón.
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