Roberto Andrés / John Bellamy Foster
Marx
siempre reconoció que la "concepción materialista de la historia"
estaba dialécticamente relacionada con la "concepción materialista de la
naturaleza"
John
Bellamy Foster (Seattle, 1953) es profesor de sociología en la Universidad de
Oregon, EEUU, y editor de la revista norteamericana Monthly Review.
Autor de una muy prolífica obra centrada en los estudios entre ecología y
marxismo, en el año 2000 publicó La ecología de Marx: Materialismo y naturaleza,
trabajo por el que recibió una distinción de la American Sociological
Association, obra que inauguró lo que se conoce como el «ecosocialismo de
segunda generación».
Conversamos
con él sobre varios temas, desde la relación de Marx con los atomistas de la
Antigüedad, la Ilustración y la filosofía materialista, hasta su estima por
Darwin, las ciencias naturales y los estudios etnológicos, pasando por su
vínculo con Proudhon y las críticas a Malthus. Foster también reflexiona sobre
el impacto de este trabajo en la política y la academia de comienzos del siglo
XXI. «Es significativo que las críticas dirigidas a La ecología de
Marx nunca hayan desafiado directamente ninguna de las
interpretaciones centrales del análisis de este proporcionadas en el libro»,
comenta.
He querido entrevistarlo a propósito de un libro que fue
decisivo en mi formación intelectual: La ecología de Marx. Este libro, publicado en 2000 en inglés e inmediatamente
traducido al español, inauguró lo que se ha dado a conocer como el
«ecosocialismo de segunda generación», que reconoce una profunda concepción
ecológica en Karl Marx, a diferencia de la generación anterior. En los más de
veinte años transcurridos desde entonces, esta obra no solo abrió un amplio
debate, sino que, como no podía ser de otra manera, también fue objeto de
múltiples críticas.
Posteriormente, usted y Paul Burkett (autor de Marx and Nature,
1999) publicaron una anticrítica: Marx and the Earth, donde responden con rigor cada planteo. Luego Kohei Saito
amplió aún más esta línea de investigación con Karl Marx´s Ecosocialism. Todo esto, en conjunto, me ha llevado a problematizar las
respuestas que ha dado en 2000 a las «diez preguntas controvertidas» que han
intrigado a los analistas del vasto corpus teórico de Marx durante mucho
tiempo.
¿Por qué escribió Marx su tesis doctoral sobre los atomistas de
la Antigüedad?
La
pregunta de por qué Marx eligió escribir su tesis doctoral sobre Epicuro a
menudo ha desconcertado a los estudiosos y se han ofrecido varias
explicaciones. Uno de los tratamientos más completos de estas diversas
explicaciones se ofrece en el volumen 1 de Karl Marx and the Birth of Modern
Society de Michael Heinrich, publicado por primera vez en
alemán en 2018.
Sin
embargo, ninguna de estas especulaciones es particularmente convincente. La
mayoría de estos enfoques tienden a buscar algún propósito teórico único que
empujó a Marx en esta dirección. En cambio, creo que el interés de Marx por
Epicuro surgió orgánicamente como resultado de los problemas que enfrentó en su
propio tiempo histórico y de los desarrollos intelectuales que entonces
ocurrían, relacionados con temas como la Ilustración, la crítica de la
religión, el materialismo, la dialéctica y la filosofía de Hegel.
Debemos
recordar que el epicureísmo fue la primera tradición filosófica que Marx
mencionó en cualquiera de sus escritos existentes. Así, en su examen del gymnasium sobre
religión contrapuso el cristianismo al epicureísmo, en detrimento de este
último. No sabemos hasta qué punto Marx estaba transmitiendo sus creencias
reales en ese examen, ya que estaba dando respuestas que eran esencialmente
requeridas en el gymnasium alemán en ese momento. Pero sabemos que ya
pensaba en el epicureísmo a los dieciséis años.
Marx, por
supuesto, fue hijo y luego crítico de la Ilustración. Tanto su padre, Heinrich
Marx, como su futuro suegro, Ludwig von Westphalen, quien fue su mentor, estaban
profundamente enredados en elementos del pensamiento de la Ilustración, que
habían penetrado, junto con el ejército de Napoleón, en el Tréveris en el que
Marx creció. Heinrich Marx admiraba al deísta Voltaire. Westphalen estaba
enamorado de las ideas del socialista utópico y materialista Henri de
Saint-Simon. El secularismo de la Ilustración y la crítica de la religión
fueron partes importantes de esta atmósfera.
Entre los
pensadores de la Ilustración, desde Francis Bacon hasta Voltaire y Kant, Epicuro
fue visto como una figura importante que inspiró la revolución científica del
siglo XVII y el derrocamiento de la escolástica aristotélica. El mismo Marx en
su tesis doctoral iba a representar a Epicuro como el primer resplandor de la
perspectiva de la Ilustración en la antigüedad, comparándolo con el semidiós
Prometeo.
Pero Marx
no estaba solo en esto. G. W. F. Hegel en su Historia de la filosofía afirmó
que «Epicuro […] introdujo puntos de vista más ilustrados con respecto a lo que
es físico y desterró el temor a los dioses». El epicureísmo representó, junto
con otras filosofías helenísticas, el desarrollo de la «autoconciencia», que
fue de una importancia inconmensurable en la visión dialéctica hegeliana. El
amigo cercano de Marx, Karl Friedrich Köppen, escribió en 1840 un libro sobre
Federico el Grande —dedicado a Marx— en el que declaró: «Todas las figuras de
la Ilustración están ciertamente relacionadas con Epicuro en muchos aspectos,
al igual que desde el punto de vista opuesto los epicúreos han demostrado ser
principalmente las figuras de la Ilustración de la antigüedad».
Marx, por
supuesto, era consciente de que, durante la mayor parte de la historia del
cristianismo, el epicureísmo fue perseguido como la principal manifestación del
ateísmo (aunque Epicuro no negó la existencia de los dioses, solo su relación
con el mundo) y de los puntos de vista anticristianos. Todos los grandes
avances de la revolución científica del siglo XVII, como destacó el propio
Marx, estuvieron estrechamente asociados con el materialismo epicúreo.
Heinrich
tiene razón, en mi opinión, al decir que Marx no abordó directamente el
conflicto entre el materialismo y el idealismo, y que el materialismo de
Epicuro fue principalmente de importancia para Marx inicialmente en términos de
la crítica de la religión —aunque, por supuesto, así es como surgió el
materialismo— más que en un sentido estrictamente ontológico. Sin embargo, Marx
profundizó más que cualquier otro pensador del siglo XIX la filosofía
materialista de Epicuro y la llevó a su obra posterior.
Si, como
dijo Friedrich Engels, la disertación de Marx estuvo influenciada por la
filosofía hegeliana, no fue en sí misma una obra hegeliana, que exhibió
elementos tanto del materialismo filosófico como del idealismo filosófico. Marx
citó a Baron d’Holbach, el principal materialista francés, en su tesis
doctoral. Es significativo que, mientras trabajaba en su tesis, Marx tradujo
gran parte del De Animus de Aristóteles. Como nos ha enseñado Ernst
Bloch, esta era la parte más materialista de Aristóteles, dando lugar a lo que
Bloch llamó «la izquierda aristotélica», llevada adelante en el mundo islámico,
pero también reconocible en Marx. Creo que no hay contradicción entre esto y la
fascinación de Marx por el epicureísmo.
Lo cierto
es que el tratamiento de Marx de la antigua filosofía atomista de la naturaleza
lo llevó profundamente a las raíces de la filosofía materialista. Lo que
descubrió, para su sorpresa, como podemos ver en sus Cuadernos de
filosofía epicúrea junto con su propia disertación, es el
papel del viraje y, por lo tanto, el materialismo no determinista y no
mecanicista de Epicuro, que se desvía a este respecto de Demócrito.
También
descubrió en Epicuro lo que llamó la «dialéctica inmanente», junto con un
énfasis en la libertad humana —aunque no en el sentido de la praxis
materialista— y una especie de materialismo sensualista o corpóreo, incluso una
noción de alienación. El tiempo en Epicuro es, como dijo Lucrecio, mors inmortalis (la
muerte del inmortal), lo que se vuelve fundamental para el materialismo de
Marx. Este no tuvo más que elogios para la ética de Epicuro. Mucho de esto
trasciende la propia tesis doctoral de Marx y tendrá un impacto en su trabajo
posterior, particularmente con respecto a su concepción materialista de la
naturaleza.
¿Cuáles fueron las raíces de la crítica materialista de Marx a
Hegel, dada la naturaleza superficial del materialismo de Ludwig Feuerbach y
las insuficiencias filosóficas de la economía política?
Creo que
sería un error considerar el materialismo de Feuerbach como simplemente
superficial. Puede parecer así si uno fuera a leer La esencia del
cristianismo hoy o si simplemente comenzara con la crítica
posterior de Marx y Engels a Feuerbach en La ideología alemana.
Sin
embargo, donde Feuerbach influyó principalmente a Marx fue en los dos ensayos
del primero, «Hacia una crítica de la filosofía de Hegel», de 1839, y «Tesis
principales sobre la reforma de la filosofía», de 1842.
Lo que
Marx tomó principalmente del análisis de Feuerbach aquí fue un materialismo
corpóreo y sensualista, ya existente en un nivel más profundo en Epicuro —y
Lucrecio—. Como el materialismo en general, el de Feuerbach surgió de la
crítica de la teología. Trató de invertir la religión regresando a la humanidad
sensoria, pero su crítica de Hegel no fue lo suficientemente profunda (como
dijo Marx, la filosofía de Feuerbach era «extremadamente pobre» cuando se la
comparaba con Hegel), y carecía de la perspectiva histórica de Hegel, o
cualquier concepción de la praxis. Como resultado, el materialismo
contemplativo de Feuerbach y su concepción de la humanidad terminaron como una
abstracción vacía, divorciada de la historia y la praxis. Marx tomó así a
Feuerbach como punto de partida en el desarrollo de su propio materialismo práctico.
Sin
embargo, el materialismo corpóreo y sensorial no determinista que Marx tomó de
Epicuro y Feuerbach impregnó su crítica de Hegel, que se desarrolló más
completamente en la última parte de los Manuscritos económicos y filosóficos,
en los que Marx proporcionó su crítica de la Fenomenología de
Hegel. Aquí Marx insiste en la base objetiva, sensible, corpórea y material de
la existencia humana. Existe un vínculo estrecho entre esta última parte de
los Manuscritos económicos y filosóficos y la declaración
de Marx sobre su materialismo corpóreo al comienzo de La ideología
alemana. Este es el enfoque de la nueva obra magistral de Joseph
Fracchia, Cuerpos y artefactos: materialismo histórico como semiótica corpórea.
¿Cuál fue la relación de Marx con la Ilustración?
Como
señalé anteriormente, Marx era literalmente un hijo del ambiente, según las
opiniones que su padre y Westphalen le transmitieron y lo que sabemos de sus
propias opiniones tempranas. Muchos aspectos del pensamiento de la Ilustración
prevalecen en sus reflexiones, ya que fue esta la que dio lugar a la ciencia
moderna y al racionalismo. Pero en la medida en que la Ilustración fue la forma
característica del pensamiento burgués, Marx fue también un crítico.
También
debemos reconocer que hubo diferentes tradiciones dentro de la Ilustración.
Marx gravitó hacia las más materialistas, así como puntos de vista dialécticos.
Además, fue bastante hostil, como lo fue la Ilustración alemana en general, al
dualismo y racionalismo de una figura como René Descartes. Por ejemplo, Marx
fue muy crítico con la reducción de animales a máquinas de Descartes, al ver
esto como una característica de la sociedad burguesa.
Marx
estuvo influido, al igual que la Ilustración alemana en general, por el trabajo
del deísta Hermann Samuel Reimarus sobre los impulsos animales y, por lo tanto,
adoptó un enfoque radicalmente opuesto a la perspectiva dualista de Descartes
en esta área. Enfatizó así la continuidad entre animales humanos y no humanos,
aun cuando la especie humana desarrolló una relación transformadora más
universal con la naturaleza a través del trabajo.
Dada su
visión de que la Ilustración acompañó el ascenso de la burguesía, Marx pudo ver
aquella, incluida la revolución científica del siglo XVII, como un punto de
vista revolucionario, en la medida en que rompía con la teología cristiana y la
escolástica aristotélica medieval que la había precedido. Al mismo tiempo, se
involucró en una crítica más amplia desde el punto de vista de Wissenschaft (conocimiento
sistemático, aprendizaje y ciencia, generalmente traducido simplemente como
«ciencia») que apunta a la «sociedad superior» del socialismo.
Aunque
hoy tendemos a cosificar la Ilustración, reduciéndola a formas simples, fue un
desarrollo muy complejo con tendencias sociales e ideacionales en conflicto, de
donde también surgieron visiones materialistas, dialécticas y socialistas en
virtud de un proceso de crítica inmanente y trascendencia. El punto de vista
dialéctico de Hegel contrastaba marcadamente con lo que él caracterizó como los
puntos de vista «metafísicos» y dualistas del popular filósofo alemán de la
Ilustración Christian Wolff. La propia perspectiva dialéctica de Marx, basada
en Hegel, significó el rechazo de tales puntos de vista reduccionistas y
dualistas.
¿Cómo explica el hecho de que en La sagrada familia Marx expresara un gran aprecio por la obra de Francis
Bacon, Thomas Hobbes y John Locke?
No
debería haber motivo de sorpresa en el hecho de que Marx, en su tratamiento de
«La batalla crítica contra el materialismo francés» en La sagrada
familia, elogie a Bacon, Hobbes y Locke. Todos los materialistas
británicos y franceses, argumentó Marx, se habían basado en gran medida en
Demócrito y Epicuro. Marx consideró que el materialismo francés del siglo
XVIII, en particular, tenía dos fuentes: (1) la combinación dualista de
mecanicismo y metafísica que caracterizó a Descartes, que había producido
buenos resultados en las ciencias naturales, pero que Marx en general rechazó,
y (2) un materialismo genuino que entró desde Francia a través de la obra de
John Locke, al tiempo que se inspiraba en la obra de Pierre Gassendi, al que
Marx se refiere como «el restaurador de Epicuro».
En este
contexto, Marx enfatizó la importancia de Bacon, Hobbes y Locke como fundamento
del materialismo moderno. Marx había estudiado a Bacon desde el principio,
incluso antes de su principal encuentro con la filosofía de Hegel. Vio a Bacon
como «el verdadero progenitor del materialismo inglés y de toda la
ciencia experimental moderna», que había sido fuertemente
influenciado por el trabajo de Demócrito y Epicuro.
Lo que
Marx apreciaba claramente en Hobbes no era su filosofía política, por la que
hoy es más conocido, sino más bien su materialismo, tal como se enuncia
principalmente en la primera parte de sus Elementos de derecho natural y
político, que era un tratado sobre la naturaleza humana, y en
su De
Corpore. Hobbes presentó un materialismo explícitamente corpóreo,
que veía una sola realidad material. Al igual que con Bacon, Hobbes fue un
crítico agudo de cualquier filosofía teleológica basada en causas finales,
sentando así las bases para el materialismo.
De manera
similar, Marx aparentemente no prestó atención a la filosofía política de Locke
como tal y estaba interesado principalmente en sus puntos de vista
epistemológicos en Un ensayo sobre el entendimiento humano,
que había fomentado el materialismo, aunque en la forma de deísmo inglés. Ya
con Hobbes, sugirió Marx, el materialismo había perdido algo de la cualidad de
un materialismo sensualista, que Bacon había conservado. «Hobbes», escribió
Marx, «sistematiza el materialismo baconiano», pero «el conocimiento basado en
los sentidos pierde su florecimiento poético, pasa a la experiencia abstracta
del geómetra».
Además,
«Hobbes había sistematizado a Bacon sin proporcionar una prueba del principio
fundamental de Bacon, el origen del conocimiento humano y las ideas del mundo
de la sensación». Fue Locke quien, en su Ensayo sobre el entendimiento
humano, según Marx, «suministró esta prueba». Sin embargo, los ingleses,
después de Bacon, le quitaron toda vida al materialismo, que solo adquiere
«carne y sangre, y elocuencia» con los materialistas franceses, desembocando
finalmente en los socialistas.
Este
tratamiento de la historia del materialismo en Marx fue bien conocido por las
primeras generaciones de teóricos marxistas. Sin embargo, con el crecimiento de
la tradición filosófica marxista occidental, que se alejó del materialismo
ontológico —y de la dialéctica de la naturaleza—, este aspecto vital del
análisis de Marx llegó a ser ignorado cada vez más, hasta que la recuperación
de su materialismo ecológico lo obligó a regresar a nuestra conciencia.
¿Por qué Marx se dedicó, a lo largo de su vida, al estudio
sistemático de las ciencias naturales y físicas?
Marx fue
un pensador materialista y dialéctico. Vio su propio análisis como una
contribución a la «concepción materialista de la historia». Sin embargo,
siempre reconoció que esto estaba dialécticamente relacionado con la
«concepción materialista de la naturaleza» de las ciencias naturales. El
trabajo humano y el proceso de producción fueron definidos por él como «el
metabolismo social» que mediaba la relación entre la humanidad y lo que él
denominó como el «metabolismo universal de la naturaleza».
Al
abordar los aspectos materiales de las fuerzas y relaciones de producción, así
como las condiciones subyacentes de producción, tanto las leyes naturales como
la evolución entraron en todo momento. De hecho, no podría haber una concepción
materialista de la historia divorciada de la concepción materialista de la
naturaleza, como tampoco la sociedad humana podría estar completamente
divorciada de la naturaleza material de la que era una forma emergente.
Los seres
humanos eran seres corpóreos. Por esta razón, las concepciones de las ciencias
naturales y lo que hoy llamaríamos nociones ecológicas son omnipresentes
en El
capital, aunque esto ha sido frecuentemente ignorado. No podía ser
de otra manera en lo que Marx vio como análisis materialista. Esto requería una
atención continua a las ciencias naturales, en particular, dado que estos
campos necesariamente entraban en la crítica de la economía política: geología,
química, biología, física, matemáticas, agronomía, fertilidad del suelo,
nutrición, tecnología de máquinas, fisiología humana, pero extendiéndose a
muchas otras áreas también.
Naturalmente,
Marx no pudo hacer contribuciones directas a estos campos, dadas sus propias
exploraciones científicas, pero se mantuvo al tanto y examinó cuidadosamente
los principales resultados científicos de su tiempo, junto con Engels, quien
por supuesto llevó a cabo sus propias investigaciones sobre la historia y la
filosofía de las ciencias naturales.
Quizás el
mejor ensayo del aclamado científico marxista británico J. D. Bernal fue
su Marx
and Science, escrito a principios de la década de 1950, que vale la
pena leer hoy para comprender a Marx como científico, tanto en relación con su
concepción materialista de la historia como su concepción materialista de la
naturaleza. Al mirar los cuadernos ecológicos de Marx, me he maravillado con
sus notas detalladas relacionadas con cómo los cambios en las isotermas
climáticas generaron extinciones en la historia de la Tierra antes de la
existencia de la humanidad.
En sus
últimos años, Marx incrementó en lugar de disminuir sus estudios de ciencias
naturales, como es evidente en los cuadernos científicos, y particularmente en
sus cuadernos ecológicos, que ahora se publican como parte del proyecto
Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA). Muchos de estos estudios
científico-naturales posteriores estaban claramente relacionados con la
creciente preocupación de Marx por la fractura metabólica o crisis ecológica.
Una buena discusión de esto se encuentra en Karl Marx’s Ecosocialism de
Saito.
¿Qué había detrás de la compleja y continua crítica de Marx a la
teoría malthusiana?
Esta es
una pregunta difícil de responder, porque el Thomas Robert Malthus del siglo
XIX (Malthus murió en 1834) era una figura completamente diferente al Malthus
de nuestro propio tiempo. Crucial aquí es que la teoría de la población de
Malthus no tenía nada que ver con los límites ecológicos, tal como los vemos
hoy. Como Eric B. Ross demostró de manera concluyente en 1998 en The Malthus
Factor, hubo un esfuerzo consciente en la década de 1940, luego del
colapso de la eugenesia, para reinventar a Malthus como un pensador ecológico
debido a su teoría de la población y usar esto para justificar varios controles
sobre poblaciones, particularmente en el Sur Global, al mismo tiempo que la
introducción de la llamada Revolución Verde. Este es el Malthus no histórico
que nos es familiar hoy en día, pero no es el que Marx y la clase obrera
británica del siglo XIX vieron como el feroz enemigo del proletariado.
Uno de
los problemas es que aquellos que escriben sobre Malthus en la actualidad casi
invariablemente basan su análisis en la primera edición de su Ensayo sobre la
población, mientras que el argumento de Malthus se desarrolló más
completamente y tuvo su mayor impacto en su época en su Segundo ensayo
sobre la población de 1803. El Segundo ensayo… era
realmente un trabajo completamente diferente que era mucho más largo, con
nuevos argumentos y que iba a ser revisado extensamente en ediciones
posteriores (había seis ediciones de su ensayo sobre población en total,
contando el primero y las cinco ediciones del segundo). Fue a partir de la
primera edición del Segundo ensayo que Malthus
presentó sus ataques más infames contra la clase obrera y los pobres que
indignaron a los trabajadores de la época, convirtiéndolo en una de las figuras
públicas más odiadas. Es aquí también donde sentó las bases para la notoria
nueva ley de pobres de 1834, con sus brutales políticas.
Desde una
perspectiva ecológica, es importante reconocer que Malthus insistió en que un
exceso de población —nunca usó la palabra sobrepoblación— durante un período
prolongado de tiempo era imposible, porque la población se equilibraba
naturalmente con el suministro de alimentos en el momento en que esta
presionaba por él (el equilibrio se producía a través del aumento de la
mortalidad y menos nacimientos, ya que se suponía que la fertilidad del suelo
estaba estrictamente limitada). Malthus declaró explícitamente que no había
límites para los minerales/materias primas existentes en la Tierra. El objetivo
principal de su trabajo, como subrayó Marx, era argumentar que era necesario
que hubiera límites en la población pobre para evitar que arrastraran hacia
abajo el nivel de vida de las clases medias.
En
los Grundrisse, Marx señaló que el análisis de Malthus era
lógicamente defectuoso, ya que suponía que las poblaciones humanas podían
aumentar geométricamente, mientras el suministro de alimentos (es decir, la
vida vegetal y animal en general) solo podía crecer aritméticamente, una proposición
que, como señaló Marx, no tenía sentido desde el punto de vista de la biología,
la historia natural o la lógica elemental. Pero la crítica de Marx a Malthus
también se extendió a la base de clase de su teoría de la población, su falta
de cualquier base histórica, su «fanatismo clerical» —más evidente en el Primer ensayo…—
y lo que describió como el plagio persistente de Malthus de las ideas de los
anteriores pensadores.
Para
Marx, la sobrepoblación (una palabra que usó, mientras que
Malthus no lo hizo) era una posibilidad clara, pero tales desarrollos fueron el
producto de leyes históricamente específicas relacionadas con modos de
producción particulares. Existían, por lo tanto, condiciones históricas que
condicionaban el crecimiento de la población y la sobrepoblación en cada
instancia, algo que Malthus no tuvo en cuenta. Sin embargo, Marx fue más severo
con él por su plagio de la teoría de la renta diferencial de James Anderson,
que Malthus presentó como propia.
Irónicamente,
esta teoría ahora está asociada con David Ricardo —quien la desarrolló aún más—
en lugar de Malthus. El análisis de Anderson fue particularmente importante
para Marx porque hizo con respecto a la fertilidad del suelo lo que Malthus y
Ricardo no hicieron: lo vio como sujeto a cambios históricos. Para Marx, la
contribución de Malthus a la ciencia existía, pero era puramente negativa:
«Qué estímulo», escribió, «proporcionó este libelo sobre la raza
humana».
¿Cómo explicamos el repentino cambio de Marx respecto a
Pierre-Joseph Proudhon, que pasó de ser amigo a enemigo?
Marx
tenía mucha admiración por ¿Qué es la propiedad? de Proudhon,
que leyó y mencionó por primera vez en 1842, poco después de convertirse en
editor de la Gaceta Renana. Pensó en Proudhon como un pensador valiente y
«perspicaz». Después de mudarse a París, Marx conoció a Proudhon. Se quedaban
despiertos toda la noche hablando de ideas. Marx reconoció desde el principio
las deficiencias científicas en ¿Qué es la propiedad? y su
respuesta de que «la propiedad es un robo». Proudhon vio toda la propiedad como
propiedad burguesa y, de hecho, negó todas las demás formas, por lo que carecía
de un análisis histórico genuino de la propiedad o la economía política
burguesas.
Por lo
tanto, ¿Qué es la propiedad? exhibió, para Marx, en el mejor
de los casos, un criticismo lleno de invectivas, no una crítica,
y limitado inicialmente al punto de vista del pequeño campesino francés. Sin
embargo, en La sagrada familia de 1845, Marx defendía el Proudhon
de ¿Qué
es la propiedad? contra Bruno Bauer y los Jóvenes Hegelianos.
Incluso vio a Proudhon en ese momento del lado del proletariado. Aunque luego
lo lamentó, Marx lo introdujo en la dialéctica hegeliana para permitirle
superar las antinomias al estilo kantiano. Pero la lectura que hizo Proudhon de
Hegel se vio obstaculizada por su confianza en malas traducciones y sus propias
inclinaciones, y el efecto de esto, según Marx, fue el empeoramiento del
análisis de Proudhon, creando monstruosidades teóricas.
Pero el
verdadero problema era que Marx y Proudhon se movían en direcciones muy
diferentes. Estos fueron los años en los que Marx y Engels desarrollaron sus
puntos de vista materialistas históricos fundamentales. En 1846, Marx y Engels
completaron su trabajo sobre La ideología alemana, en el que se le
dio una base sólida al materialismo histórico, aunque no encontraron un editor
para él y lo entregaron a la roedura de los ratones. En el mismo año, Proudhon
publicó su Sistema de contradicciones económicas, o Filosofía de la
miseria, que, aunque obra confusa en muchos sentidos, era, como
argumentaría Marx, una articulación del socialismo pequeñoburgués, difiriendo
así de la obra anterior de Proudhon.
Para
Marx, en su Sistema de contradicciones económicas este se había
alejado de una crítica histórica de las relaciones de producción burguesas,
convirtiéndolas en ideas eternas. Una ruptura abierta y teórica con Proudhon
fue, por lo tanto, crucial para el desarrollo del movimiento proletario y el
socialismo histórico. Marx escribió así su famosa crítica de Proudhon, Miseria de la
filosofía, que al mismo tiempo reveló la profundidad de su propia
crítica en desarrollo de la economía política burguesa.
En mi
análisis de Miseria de la filosofía en La Ecología de
Marx, me concentré especialmente en su crítica muy aguda al
prometeísmo literal de Proudhon, la deificación del industrialismo y la máquina
en nombre de Prometeo, ya que esta ha sido una crítica común formulada por los
críticos ecológicos al propio Marx y una cuestión importante en la teoría
socialista actual. Más recientemente, me he preocupado por el argumento
de ¿Qué
es la propiedad? y el error de confundir la apropiación
burguesa, o las relaciones de propiedad, con todas las relaciones de propiedad,
negando así las muchas formas diferentes de apropiación en la historia. Esto se
trata en The Robbery of Nature, que coescribí con Brett Clark en
2020.
Marx
indicó en su carta de enero de 1865 a J. B. Schweitzer que nunca se había unido
a los que más tarde acusarían a Proudhon de traición con respecto a la
revolución, diciendo más bien que «no fue culpa suya que, [habiendo sido] al
principio incomprendido por otros y por mí mismo, fracasara en cumplir
esperanzas injustificadas».
¿Por qué Marx declaró que Justus von Liebig era más importante
que todos los economistas políticos juntos para comprender el desarrollo de la
agricultura capitalista?
Con
respecto a la cita de Marx que mencionas aquí, no mucho antes de que él
completara el volumen 1 de El capital, escribió a Engels el 13 de
febrero de 1866: «Tuve que vérmelas con la nueva química agrícola en Alemania,
en particular Liebig y [C. F.] Schönbein, que es más importante en este asunto
—la comprensión de la base histórica de la fertilidad del suelo— que todos los
economistas juntos».
Como
Saito señala en su Karl Marx’s Ecosocialism, en la edición
alemana original del volumen 1 de El capital, Marx repitió esta
afirmación de que la química agrícola de Liebig era más importante en esta
esfera «que todos los trabajos de los economistas políticos modernos juntos»,
pero luego abandona esta frase en ediciones posteriores, sin dejar de elogiar a
Liebig. La eliminación de esta frase juega un papel importante en el argumento
de Saito, porque usa esto como su evidencia principal para argumentar que Marx
había desarrollado dudas sobre la adecuación del análisis ecológico de Liebig,
lo que lo llevó a recurrir a otros pensadores como Carl Fraas.
Sin
embargo, creo que esta conclusión basada principalmente en la eliminación de
Marx de esa frase es injustificada. Tenemos que considerar el contexto de toda
la nota al pie de página en El capital en la que aparece esta
frase. Allí Marx elogia a Liebig hasta las nubes, diciendo que «haber
desarrollado desde el punto de vista de las ciencias naturales el lado
negativo, es decir, el lado destructivo de la agricultura moderna, es uno de
los méritos inmortales de Liebig». La frase eliminada consiste simplemente en
la parte de su declaración en la que compara la comprensión de Liebig de la
fertilidad del suelo con la de los economistas políticos clásicos.
En La ecología de
Marx, expliqué que Malthus y Ricardo habían argumentado que la
fertilidad del suelo, aunque variaba de un lugar a otro, era eterna y no estaba
sujeta a cambios. A esto hacía alusión Ricardo al referir a «los poderes
originales e indestructibles del suelo». La teoría de la renta diferencial, tal
como la expusieron estos pensadores, tenía que ver con las cualidades
diferenciales del suelo, pero no con las que eran el resultado de cambios
históricos o acciones humanas. Liebig, sin embargo, había demostrado de manera
concluyente que no solo el suelo está sujeto a cambios, sino que la producción
capitalista tiende a destruir el suelo, contribuyendo a todo el problema de la
fractura metabólica.
Pero
Liebig, continúa Marx diciéndonos en esa nota al pie, estaba fuera de su
elemento cuando se refería a la economía política, y no solo confundió el
significado de «trabajo», sino que también pensó que la teoría de la renta
diferencial, tal como la expuso John Stuart Mill, se relacionaba con su
argumento, lo que era falso. En este punto, Marx se lanzó al hecho de que Mill
había tomado su análisis de la renta diferencial de Ricardo, quien lo había
tomado de Malthus, quien lo había plagiado de Anderson. Marx admiraba mucho al
agrónomo y economista político Anderson, quien no solo desarrolló la teoría de
la renta diferencial, sino que también incorporó a su análisis el hecho de que
la producción agrícola humana altera el suelo, a menudo destructivamente, al no
restaurar los elementos constitutivos del suelo.
¿Por qué
entonces Marx eliminó la frase que indicaba que el trabajo de Liebig en esta
esfera era más importante que el de todos los economistas políticos? Creo que
la razón fue que Marx concluyó al final que tal comparación era engañosa y
exagerada, y algo inconsistente con su argumento en el resto de la nota al pie.
De hecho, el mismo Saito considera esta posibilidad. Liebig no tenía una
comprensión científica de la economía política, como indica Marx. Además,
Anderson, que es en gran medida el punto en la última parte de la nota al pie,
había captado, al igual que Liebig —aunque sobre la base de una ciencia del
suelo menos desarrollada—, en un análisis político-económico y agronómico
combinado, la forma en que la destrucción del suelo y las relaciones
capitalistas de producción estaban interconectadas. Continuar diciendo que el
trabajo de Liebig valía más que todos los economistas políticos en esta área
era minimizar la escala del logro de Anderson, que abarcaba no solo la economía
política de la renta de la tierra, sino también la destrucción del suelo y la
crítica de la teoría de la población de Malthus.
Nada de
esto debe verse como algo que resta valor a las cuidadosas investigaciones de
Saito en los últimos capítulos de su libro sobre los análisis ecológicos de
Fraas y otros. Aunque no hay evidencia de que Marx viera el análisis básico del
suelo de Liebig como defectuoso, sin embargo, como era su costumbre, buscó
explorar todas las demás investigaciones científicas naturales que apuntaban al
desarrollo histórico y la destrucción del suelo. De esta manera, Marx pudo
desarrollar aún más su teoría de la fractura metabólica, ampliando su
comprensión de las contradicciones ecológicas del capitalismo.
¿Qué explicación podemos dar a la afirmación de Marx de que la
teoría de la selección natural de Charles Darwin proporcionó «la base en la
historia natural para nuestro punto de vista»?
Marx fue
un pensador materialista y evolutivo mucho antes de que Darwin presentara en su
teoría de la selección natural la primera teoría científica de la evolución que
fuera totalmente aceptable. Tanto Engels como Marx se refirieron a la teoría de
Darwin como «la muerte de la teleología» o la noción de causas finales, estableciendo
así definitivamente la evolución material de las especies como un proceso
natural, independiente de las concepciones teológicas.
Por lo
tanto, El origen de las especies de Darwin representó un
enorme avance en la concepción materialista de la naturaleza —o de la historia
natural—, que Marx y Engels consideraban como la base de la concepción
materialista de la historia. Marx estaba tan encantado con Darwin que, tras la
publicación de El origen de las especies, como recordó su amigo Wilhelm
Liebknecht, «no hablamos de otra cosa durante meses».
Para
Marx, por supuesto, lo más interesante era lo que sugería la teoría evolutiva
de Darwin con respecto a la evolución de los seres humanos. Refiriéndose al
trabajo de Darwin que «hizo época», en El capital Marx citó la referencia
de Darwin a los órganos naturales de las plantas y los animales como
herramientas integradas e instrumentos especializados, que podrían compararse
con las herramientas introducidas por los seres humanos con las que ampliaron
sus capacidades de interactuar con la naturaleza. Concluyó que era la
tecnología social de los seres humanos tanto como la tecnología natural de las
especies —humanas y no humanas— lo que constituía la clave de la
historia/evolución humana.
La
complejidad dialéctica de la comprensión de Engels de la teoría de Darwin fue
extraordinaria y rara vez se reconoce hoy en día, aunque ayudó a inspirar a
algunos de los principales científicos rojos en Gran Bretaña en las décadas de
1930 y 1940. Proveo una exploración extensa del complejo tratamiento dialéctico
que Engels hace de Darwin en el Anti-Dühring y La dialéctica de
la naturaleza en mi libro de 2020 The Return of
Nature.
Sin
embargo, el logro supremo de Engels en este ámbito fue su teoría de la
evolución humana presentada en «El papel desempeñado por el trabajo en la
transición del mono en hombre», en La dialéctica de la naturaleza.
Aquí, Engels brindó por primera vez una teoría materialista coherente de la
evolución de la especie humana, lo que Stephen Jay Gould llamó el principal
análisis de la «coevolución gen-cultura» en todo el siglo XIX, centrándose en
el papel que desempeñó el trabajo humano en la evolución de la especie.
Fue el
enfoque de Engels sobre la evolución humana, basado en el trabajo, el que
anticipó el descubrimiento de los australopitecinos, con su postura erguida,
manos desarrolladas y cerebros todavía del tamaño de un simio —una secuencia
evolutiva rechazada durante mucho tiempo por la perspectiva evolutiva dominante
de la burguesía debido a su sesgo hacia la primacía cerebral, asociado con el
idealismo—. Tal fue la unidad y la penetración del análisis de Engels aquí que
no es de extrañar que también brindara en este mismo trabajo una de las
críticas ecológicas más mordaces del siglo XIX. Mucho de esto estaba basado en
la fusión entre la teoría evolutiva darwiniana y el materialismo histórico.
Marx y
Engels, por supuesto, criticaron a Darwin por permitir que algunas nociones de
la economía política burguesa se filtraran marginalmente en su análisis,
incluso con respecto a Malthus. Sin embargo, no confundieron las opiniones
fundamentales de Darwin con las de Malthus, como sucedía a veces en esa época.
Irónicamente, el primer trabajo de lo que se conoce como darwinismo social
fue Darwinismo y socialdemocracia de Oscar Schmidt en 1878,
que fue escrito explícitamente como un ataque a Marx y Engels y la entonces
asociación común de darwinismo y socialismo.
¿Por qué Marx dedicó sus últimos años principalmente a estudios
etnológicos, en lugar de terminar El capital?
En
su La
ley del valor y el materialismo histórico de 1978, Samir Amin
presentó la tesis de que «(a) el materialismo histórico constituye la esencia
del marxismo, y por lo tanto (b), el estatus epistemológico de las leyes
económicas del capitalismo es tal que están subordinadas a las leyes del
materialismo histórico». Creo que esto está completamente de acuerdo con Marx.
Por importante que fuera su crítica a la economía política, siempre ocupó un
lugar subordinado a su enfoque más amplio sobre la concepción materialista de
la historia, la lucha de clases y la revolución. Crucial para esta perspectiva
fue el reconocimiento de una diversidad de modos de apropiación, modos de
producción y formaciones sociales en la historia.
Este
cambio a los estudios etológicos en el último año de Marx estuvo relacionado
con su creciente interés en los movimientos revolucionarios rusos y las
formaciones de propiedad rural rusas, como el mir o comuna
campesina. En la década de 1870, Jenny Marx escribió que comenzó a estudiar el
idioma ruso como si fuera una cuestión de «vida o muerte». Había alrededor de
doscientos libros rusos en su estantería. Aquí tenemos que entender en un
sentido más amplio, yendo más allá de sus estudios sobre Rusia, cuán importante
fue para Marx, a lo largo de su vida, la evolución histórica de los modos de
producción. Esto se sumó a su creciente crítica al colonialismo a partir de la
década de 1860, lo que lo llevó a buscar respuestas diferentes, aprendiendo
todo lo que pudo sobre formaciones sociales no capitalistas y no occidentales.
Crítico
en todo esto fue «la revolución en el tiempo etnológico» —frase utilizada por
Thomas Trautmann en un estudio de Lewis Morgan—. El año 1859 fue un punto de
inflexión no solo en la publicación de El origen de las especies de
Darwin (y la Contribución a una crítica de la economía política de
Marx), sino también en la autenticación por primera vez en la cueva de Brixam de
restos humanos que sugerían que la humanidad había existido, como dijo más
tarde Charles Lyell, durante cientos —incluso miles— de siglos.
Al mismo
tiempo, el colonialismo estaba abriendo más y más fuentes sobre otras culturas
del mundo, aunque distorsionadas por la lente colonial. Los nuevos métodos
etnológicos de análisis proporcionaron nuevos conocimientos sobre la
prehistoria. El tiempo histórico se alargó repentinamente en decenas de miles
de años. La rápida expansión del conocimiento hizo posible una historia mundial
más amplia, reemplazando la historia europea y la cosmovisión eurocéntrica.
Para
Marx, esto representó un gran desafío para el materialismo histórico o el
enfoque científico-materialista del desarrollo humano y la evolución histórica
de la sociedad humana que él y Engels habían desarrollado a lo largo de los
años. Más que apoyarse en algún esquema lineal, suprahistórico o teleológico
—un enfoque rígido que él siempre había rechazado—, su análisis requería
comprender la diversidad de formas humanas de apropiación social o modos de
producción, que también tenían relación con el presente y el futuro de la
historia humana, ya que lo nuevo siempre surgió de lo viejo. Gran parte de este
trabajo se asoció con su creciente reconocimiento de las luchas contra el
colonialismo de las sociedades indígenas de todo el mundo. Enfrentado a este
desafío histórico y etnológico más amplio, lo abordó con todo el vigor mental
de la juventud, a pesar de que su condición física se estaba deteriorando
rápidamente.
El
trabajo de Marx a este respecto, particularmente su crítica del colonialismo,
ya evidente en El capital, y sus crecientes intentos de incorporar las
culturas y luchas indígenas en su análisis se abordaron en un artículo de
febrero de 2020 que escribí para Monthly Review con Brett Clark y
Hannah Holleman, titulado «Marx y los indígenas». La profundidad y amplitud de
los estudios etnológicos de Marx y sus intentos de abarcar una historia humana
más amplia, identificándose con las luchas de las sociedades indígenas, es
impresionante. En 1881 comenzó a construir una cronología masiva de la historia
mundial, que creció hasta las 1700 páginas impresas.
Holleman,
Clark y yo encontramos que el tratamiento de Marx de las relaciones de
propiedad argelinas y la expropiación colonial, basado en la investigación de
Maxim Kovalevsky, era profundo, particularmente la conclusión de Marx: «Irán a
la ruina sin un movimiento revolucionario». Desde nuestro punto de vista, este
análisis encaja con el que Marx hace en general sobre la expropiación de la
tierra, la naturaleza y los cuerpos humanos —la fractura corporal— como
constituyente de la base del capitalismo, vinculándose con la perspectiva
histórica y ecológica más amplia de Marx. Argumentamos en nuestro artículo que aquí
encontramos en él «una alteridad revolucionaria de reconocimiento» similar a
Franz Fanon.
En su
crítica ecológica, antropología y enfoque de la historia mundial, así como en
su crítica de la economía política, Marx superó así la visión prometeica, lineal
y eurocéntrica, insistiendo en la necesidad de un futuro revolucionario para
toda la humanidad.
Me gustaría agregar una pregunta complementaria para que resuma
en balance la respuesta a La
ecología de Marx después
de dos décadas. Dadas las críticas que ha recibido, sus respuestas brindadas
en Marx and the Earth junto a Paul Burkett y su investigación continua, junto
con la de Kohei Saito y otros, ¿cómo concibe el significado de La Ecología de Marx más de veinte años después? ¿Cuál ha sido el papel de su
libro para la historia del marxismo?
Al
resumir el impacto de La ecología de Marx de esta
manera, es necesario dar cuenta tanto del extraordinario desarrollo de la
ecología marxista que se ha producido en las últimas dos décadas como de
ciertas críticas dirigidas a este tipo de análisis.
Aquí es
necesaria alguna perspectiva histórica. La ecología de Marx surgió de los
debates sobre el ecosocialismo a fines de la década de 1990, cuando yo era
miembro del consejo editorial de Capitalism Nature Socialism, una
revista fundada y editada por el economista radical y ecosocialista James
O’Connor, y mientras coeditaba la revista Organization and Environment con
John Jermier.
La
tradición dominante del ecosocialismo en ese momento culpó a Marx por no
desarrollar concepciones ecológicas, comparándolo desfavorablemente con Malthus
—en opinión de Ted Benton— y con Sergei Podolinsky (en opinión de Joan
Martínez-Alier y O’Connor). La respuesta general ofrecida por estos y otros
críticos fue crear varias formas híbridas de ecosocialismo, que fusionaron la
teoría laboral de Marx con la teoría verde —con sus sesgos éticos abstractos,
idealistas y malthusianos—.
Nada de
esto me convenció. Por esa época, me pidieron que hiciera un artículo sobre
«earth» (suelo) para el Historisch-Kritisches Wörterbuch Des Marximus en
Alemania, examinando sobre esta base la relación de Marx con la economía
política clásica. Al hacer esta investigación, llegué a la comprensión que se
iba a desarrollar completamente en mi artículo de 1999 sobre «La teoría de la
fractura metabólica de Marx» para la American Journal of Sociology (Burkett
publicó su hito Marx and Nature ese mismo año, abordando la relación de
sus nociones ecológicas con su teoría del valor). Luego amplié mi análisis para
abarcar el desarrollo de Marx como un todo en La ecología de Marx en
2000.
La
ecología de Marx surgió de una sola pregunta a
la que me enfrenté después de publicar «La teoría de la fractura metabólica de
Marx»: ¿cuáles fueron las bases en su pensamiento que le permitieron
desarrollar su teoría de la fractura metabólica, con sus profundos fundamentos
en las ciencias naturales y la filosofía materialista? La respuesta que se me
ocurrió de inmediato fue que la concepción del materialismo de Marx era mucho
más profunda y estaba más interconectada con las formas ecológicas de pensar de
lo que los pensadores marxistas habían entendido previamente.
Esto me
llevó de vuelta a su tesis doctoral sobre Epicuro y la exploración de la filosofía
epicúrea de la naturaleza. Aunque La ecología de Marx tuvo su mayor
impacto en el capítulo 5, que aborda la fractura metabólica, la esencia del
libro en su conjunto tiene que ver con cómo las concepciones ecológicas de Marx
surgieron de su profundo materialismo y cómo esto se relacionó con el
desarrollo histórico del materialismo de su época, incluido Darwin.
En cierto
modo, la recepción de La ecología de Marx en los
círculos marxistas se vio limitada por el hecho de que la izquierda en su
conjunto aún no había reconocido la plena seriedad de la cuestión ecológica.
Sin embargo, la respuesta inicial fue confirmada principalmente por los
ecosocialistas o los marxistas directamente involucrados en movimientos
políticos reales, donde abordar la ecología era central. Por supuesto, la
perspectiva también fue retomada en debates académicos en campos como la
sociología ambiental.
Con
respecto al ecosocialismo en ese momento, Capitalism Nature Socialism publicó
un número con cuatro artículos, introducidos por O’Connor, todos rechazando el
análisis de La ecología de Marx. La recepción en Inglaterra fue bastante
diferente. El Partido Socialista de los Trabajadores, bajo la dirección de Alex
Callinicos, me invitó a dar una importante presentación en su conferencia anual
sobre marxismo poco después de la publicación del libro. En general, La ecología de
Marx tuvo, quizás, su mayor influencia al principio dentro de
las discusiones marxistas en Gran Bretaña, aunque Monthly Review en
los EEUU, donde pronto me convertiría en coeditor y luego editor, también
representó una base importante para este tipo de análisis.
En el
mundo académico, la respuesta de los sociólogos ambientales al análisis de la
fractura metabólica fue casi inmediata, y el sociólogo ambiental Richard York
escribió un artículo con dos colegas para la American Sociological Review poco
después de que apareciera «La teoría de la fractura metabólica de Marx» que
incorporaba esta en el análisis global de la crisis ecológica. En 2005, Clark y
York publicaron un artículo innovador en Theory and Society titulado
«Carbon Metabolism: Global Capitalism, Climate Change, and the Biosphere Rift»
que aplicaba el análisis de la fractura metabólica de Marx al cambio climático.
A partir de ese momento, la investigación ecológica basada en la fractura
metabólica explotó en la sociología ambiental.
En 2010,
Clark, York y yo reunimos gran parte de nuestro trabajo, con nuevas
contribuciones, en The Ecological Rift: Capitalism’s War on the Planet.
Muchos otros pensadores se involucraron en este trabajo, ampliando el marco y
la investigación. Mis propias contribuciones, además de The Ecological
Rift con Clark y York, incluyen: Hungry for
Profit, editado con Fred Magdoff y Frederick Buttel (2000); Ecology Against
Capitalism (2002), The Ecological Revolution (2009), What Every
Environmentalist Needs to Know About Capitalism con Magdoff
(2011), Marx and the Earth con Burkett (2016), The Robbery of
Nature con Clark, (2020), The Return of Nature (2022)
y Capitalism
in the Anthropocene (2022, en imprenta).
Todo esto
tenía raíces en La ecología de Marx —y en Marx and Nature de
Burkett—. Las contribuciones a esta amplia tradición han incluido a Ian Angus,
Rebecca Clausen, Brett Clark, Martin Empson, Hannah Holleman, Stefano Longo,
Fred Magdoff, Andreas Malm, Brian Napoletano, Kohei Saito, Eamonn Slater, Rob
Wallace, Del Weston, Chris Williams, Ryan Wishart, Richard York y muchos otros,
demasiados como para mencionarlos aquí. En China ha surgido una enorme variedad
de estudios sobre la ecología de Marx. Organizaciones como el MST (Movimiento
de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) de Brasil lo han incorporado a su
praxis.
Es
significativo que las críticas dirigidas a La ecología de Marx nunca
hayan desafiado directamente ninguna de las interpretaciones centrales del
análisis de este proporcionadas en el libro. Más bien, todas las críticas
eludieron el análisis de varias maneras, tomando tres formas generales: (1) las
nociones ecológicas de Marx eran de alguna manera defectuosas —por ejemplo, Joel
Kovel argumentó que Marx no había reconocido el valor intrínseco de la
naturaleza y Daniel Tanuro afirmó que no se había ocupado de los combustibles
fósiles—; (2) las concepciones ecológicas de Marx, aunque reales, no tuvieron
influencia en el pensamiento socialista o ecológico posterior y, por lo tanto,
fueron en gran medida irrelevantes; y (3) el análisis de la fractura
metabólica, aunque visto como proveniente de Marx, era dualista al concebir una
separación extrema entre los seres humanos y la naturaleza, y necesitaba ser
reemplazado por perspectivas híbridas no dualistas.
Ninguna
de estas críticas generales se ha mantenido muy bien. Las diversas afirmaciones
de que se podía demostrar que el análisis ecológico de Marx tenía fallas fueron
refutadas una por una en Marx and the Earth y en otros
lugares. La noción de que el análisis ecológico de Marx y Engels no tuvo
impacto en el pensamiento posterior también ha sido refutada por varios
estudios, el más reciente en The Return of Nature. La afirmación de
que el análisis de la fractura metabólica tal como lo concibió Marx era
dualista no comprendía que el «metabolismo social» —o producción humana—, era
una forma de mediación entre la humanidad/sociedad y el metabolismo
universal de la naturaleza.
Para
Marx, la fractura metabólica constituía una mediación alienada entre
la humanidad y el metabolismo universal de la naturaleza. La mediación de la
totalidad está en el centro del método dialéctico que Marx tomó de Hegel. Lejos
de ser dualista, constituye la negación del dualismo al estilo kantiano. Se ha
demostrado que las teorías híbridas son confusas y carecen del poder de lo que
Marx llamó «dialéctica científica [Wissenschaft]» basada en una crítica
ecológica materialista.
El
resultado general de todo este debate fue reafirmar el análisis de la fractura
metabólica de Marx. Como expresó Malm en The Progress of This Storm de
2018: «Desde el cambio de milenio, una línea de investigación marxista sobre
los problemas ambientales ha eclipsado a todas las demás en creatividad y
productividad: la teoría de la fractura metabólica… Cualquier marxismo
ecológico del siglo XXI necesariamente se sostiene sobre [sus] hombros».
Creo
que La ecología de Marx sigue siendo una introducción
crucial a esta perspectiva general. Sin embargo, no es la única. Otros
incluyen Marx and Nature de Burkett y Karl Marx’s
Ecosocialism de Saito. El trabajo de Burkett es esencial para
comprender lo que se ha denominado análisis de forma de valor ecológico de
Marx. El análisis de Saito va más allá que la ecología de Marx al resaltar
elementos cruciales del desarrollo posterior de aquel respecto a su teoría de
la fractura metabólica en sus cuadernos ecológicos.
Durante
las últimas dos décadas, el trabajo en ecología marxista ha descubierto muchos
otros aspectos del análisis ecológico de Marx. Por ejemplo, ahora se pone mucho
más énfasis en mi trabajo en la tríada de conceptos de Marx del
«metabolismo universal de la naturaleza», el «metabolismo social» y la fractura
metabólica. Recientemente, Clark, Holleman y yo hemos escrito una serie de
trabajos explorando cómo el concepto de expropiación de Marx nos permite
integrar su análisis ecológico con las teorías del capitalismo racial y la
reproducción social, también derivadas de su pensamiento. Ahora está surgiendo
un trabajo que enfatiza cómo las contribuciones de pensadores como Georg
Lukács, István Mészáros y Henri Lefebvre se basaron en el análisis del
metabolismo de Marx.
Estamos
asistiendo a una gran transformación de nuestra comprensión del materialismo
histórico, que se ha convertido en la forma más revolucionaria de teoría y
praxis ecológicas del siglo XXI.
jacobinlat.com
Fuente: https://www.lahaine.org/mundo.php/diez-preguntas-sobre-marx-a
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