Escribe: Milciades Ruiz
La alienación es el principal
instrumento de todo sistema de dominación social. La domesticación constante
hace que, actuemos a conveniencia de los dominadores, que manejan nuestras
reacciones por reflejo condicionado. De este modo, aunque nos llega la noticia
de que la empresa Petroperú está en estado de quiebra, la alienación nos hace
ver como un asunto ajeno. ¿Lo es?
Uno de los tantos asuntos en los que
la alienación nos tiene fuera de sí, es el de la propiedad social. Es que la
propiedad privada ha pasado a ser el eje de nuestras vidas, en todos los
aspectos. Ni siquiera objetamos el manejo ajeno de lo más esencial de la vida
humana y muchos se sorprenderán si les pregunto: ¿De quién es el agua?
Respóndanse a ustedes mismos por favor.
La alienación, nos ha hecho perder el
rastro de los conceptos primigenios. En las sociedades andinas pre hispánicas,
a nadie se le hubiera ocurrido hacer semejante pregunta. Los recursos naturales
eran de todos. La administración de estos recursos, era social. Pero ahora que
impera la propiedad privada absoluta, les pregunto: ¿De quiénes son los
hidrocarburos del subsuelo peruano?
Si estos recursos naturales son de la
comunidad peruana, su valor constituye nuestro patrimonio nacional. Es una
propiedad social. No es patrimonio del gobierno, ni del estado. Ese patrimonio
o riqueza con la cuenta el país, es de toda la sociedad peruana. Pero, quienes
detentan el poder en representación de la sociedad peruana, dispone de ella,
sin consulta previa y nosotros no hacemos nada por impedir este procedimiento,
porque estamos sumidos en la alienación.
“Dejar hacer, dejar pasar”, es la
campanilla del liberalismo económico que, por reflejo condicionado, nos
acostumbra a segregar la idea de que el estado no debe intervenir en el
mercado, dejando a la empresa privada sea la que maneje la economía nacional.
Si una empresa estatal o empresa de nuestra propiedad social, posee un rubro
apetecido por inversionistas privados, dejamos que los gobernantes,
parcializados con la inversión privada, tramen su caída y pase a manos
privadas.
Esto es lo que está sucediendo con
nuestra empresa Petroperú, sobreviviente del patrimonio social que dejó el
gobierno de Velasco Alvarado, como muchas otras empresas públicas que eran
orgullo nacional. En la misma época, China separó para sí, sus recursos
naturales estratégicos e impulsó sus empresas públicas.
China tiene ahora 117 empresas
públicas, incluyendo grandes corporaciones transnacionales como Baosteel Group
Corporation, cofco, cits Group Corporation y China National Offshore Oil
Corporation (cnooc). Varias empresas chinas operan en nuestro país. Todas estas
empresas públicas, están bajo supervisión estatal como tenemos acá la
superintendencia de la banca y seguros. Vigila los activos de 96 empresas gigantes, 60 de las cuales se
encuentran entre las 500 de empresas más grandes del mundo; tres de ellas en el
Top de las 10 primeras.
Ya nadie discute que
China es una potencia mundial, eliminando brechas de pobreza y acumulando
capital comunitario. Esto, hecha por tierra el reflejo condicionado del
liberalismo económico de que, “el estado es mal administrador de empresas” y
que, no debe intervenir en el mercado. Pero la verdad es que, el empoderamiento
económico estatal es clave para la justicia social, ya que la rentabilidad
favorece la distribución social equitativa. Por eso, el neoliberalismo
estableció en nuestra constitución, que el estado, solo debe ser subsidiario y,
crear programas sociales tapar las desigualdades que genera la propiedad
privada.
En la misma ruta que
China, iba el proyecto del gobierno de Velasco cuya concepción militar era
que, el desarrollo económico estaba íntimamente
ligado a la idea de seguridad nacional. Entonces, los rubros estratégicos, como
el caso del petróleo, no podían estar en manos extranjeras. Lo primero que hizo
fue tomar militarmente los yacimientos petrolíferos de Talara, en manos de la
empresa yanqui, International Petroleum Company- IPC, pasando luego este
patrimonio a la empresa estatal Petroperú.
Bajo esta misma política, se continuó
con otras expropiaciones estratégicas, nacionalizando la minera Cerro de Pasco
Corporation y, los yacimientos mineros que poseía en Morococha, Casapalca,
San Cristóbal, La Oroya, Cobriza y Yauricocha. Inclusive su refinería de
la Oroya y, el ferrocarril de Cerro de Pasco a la Oroya. El patrimonio
expropiado pasó a CENTROMIN. También fue expropiada Marcona Mining Company que,
pasó a HIERROPERÚ y, se creó MINEROPERÚ para la exportación mineral. Se
nacionalizó el ferrocarril del centro y en otros rubros, fueron surgiendo
empresas estatales como PESCAPERÚ, AEROPERÚ, INDUPERÚ para la generación de
empresas públicas industriales, además de establecer las comunidades de
trabajadores en cada fábrica. Peruanizó la banca extranjera. El imperialismo,
se la tenía jurada.
La participación del sector público
en el PBI aumentó entonces de 10,6% en 1967 a 21,4% en 1975, el empleo del
sector público en la PEA aumentó de 5% en 1968 a 13% en 1975 y, la inversión
fija del sector público aumentó del 3,4% del PBI en 1967, a 7,7% en 1975. Con
esto, la importancia del capital extranjero disminuyó del 21% del PBI antes de
las reformas, a 8% hacia mediados de los años 70.
Pero también, se salió del rebaño
norteamericano y, el Perú se integró al bloque de los países "no
alineados"; restableció las relaciones diplomáticas con Cuba; se acercó a
Chile de Allende (Unidad Popular) y, estableció relaciones con los países
socialistas. Esto, aumentó el odio de la dominación internacional, que, acabó
con el proyecto, manejando la bisagra de Morales Bermúdez para retornar a la
república tradicional que nos agobia.
Con el advenimiento de Fujimori al
poder y la implantación del neoliberalismo, entre 1990 y el 2,000 se realizaron
228 privatizaciones de empresas estatales mediante la venta subvaluada,
concesiones onerosas y liquidación de nuestras empresas públicas en minería,
manufactura, hidrocarburos, electricidad y agricultura. Petroperú pudo salvarse
de la depredación neoliberal.
Así, la naviera Trans Oceánica, fue
vendida en 1993 a GLEINPOINT ENTERPRISE INC. La empresa tenía cuatro buques
tanques de 25,000 TM., un buque de gas de 7,500 TM. y un remolcador. El valor
de adquisición de estas naves era de US$85.6 millones y tenía contrato con
Petroperú. Pero, para privatizarla se valorizó toda la empresa, en $ 21
millones. La refinería La Pampilla, se vendió en $180 millones, cuando en 1994,
la empresa había generado ingresos por $657 millones y utilidades operativas de
$ 85 millones.
Todas estas empresas privatizadas
siendo rentables significaron una gran pérdida para nosotros porque todo ese
patrimonio pertenecía a la sociedad peruana en su conjunto. Pero por la
alienación, no lo asumimos como un robo de nuestro patrimonio, sino “dejamos
hacer, dejamos pasar”. Ahora estamos nuevamente en manos extranjeras que nos
imponen las tarifas en nuestro consumo de electricidad y otros servicios, con
exoneraciones tributarias y otros privilegios.
Este procedimiento nos afecta
considerablemente, como nos afectará la privatización de Petroperú y, la
privatización del agua, que está en la cartera neoliberal. Pero, ¿Cuál es la
posición de los movimientos políticos populares al respecto? Vaya uno a saber.
La enajenación nos afecta a todos en mayor o, menor grado, aunque lo neguemos.
¿Podremos sacudirnos de esta fatalidad? Dejo la respuesta a vuestra
consciencia. Disculpen.
Septiembre 13, 2024.
Mayor información en https://wordpress.com/view/republicaequitativa.wordpress.com
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