Por qué
colapso y salvación son difíciles de distinguir el uno del otro
CommonDreams
05-06-2014
Traducido
del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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Imaginemos que en 3030 A.de C. las posesiones
totales del pueblo de Egipto llenaban un metro cúbico. Propongamos que esas
posesiones crecieron 4,5% por año. ¿Qué tamaño hubiera tenido esa pila al
llegar la Batalla de Actium en 30 A.de C.? Es el cálculo hecho por el banquero
de inversiones Jeremy Grantham (1). La trayectoria de la tasa de crecimiento
compuesto muestra que la erosión del planeta solo acaba de comenzar.
Simplemente no podemos seguir por el mismo camino.
Continuemos, adivina. ¿Diez veces el tamaño de las
pirámides? ¿Toda la arena del Sahara? ¿El océano Atlántico? ¿El volumen del
planeta? ¿Un poco más? Es 2.500 trillones (1018) de sistemas solares
(2). No precisa mucho tiempo, al considerar ese resultado, para llegar a la
paradójica posición de que la salvación reside en el colapso.
Tener éxito es destruirnos. Fracasar es
destruirnos. Es el aprieto que hemos creado. Ignora si es necesario el cambio
climático, el colapso de la biodiversidad, el agotamiento del agua, del suelo,
de los minerales, del petróleo; incluso si todos estos problemas se
desvanecieran milagrosamente, la matemática de la tasa de crecimiento compuesto
hace que la continuidad sea imposible.
El crecimiento económico es un artilugio del uso de
combustibles fósiles. Antes de que grandes cantidades de carbón fueran
extraídas, cada aumento en la producción industrial iba acompañado por una
caída en la producción industrial, ya que el carbón vegetal o los caballos de
fuerza requeridos por la industria reducían la tierra disponible para cultivar
alimentos. Cada revolución industrial anterior colapsó, ya que el crecimiento
no podía ser sustentado (3). Pero el carbón rompió este ciclo y posibilitó
–durante algunos siglos– el fenómeno que ahora llamamos crecimiento sostenido.
No fue ni el capitalismo ni el comunismo lo que
posibilitó el progreso y las patologías (guerra total, la concentración sin
precedentes de la riqueza global, destrucción planetaria) de la modernidad. Fue
el carbón, seguido por el petróleo y el gas. La meta-tendencia, la narrativa
madre, es la expansión alimentada por el carbono. Nuestras ideologías son meros
argumentos secundarios. Ahora, a medida que las reservas más accesibles han
sido agotadas, tenemos que saquear los rincones ocultos del planeta para
sustentar nuestra imposible proposición.
El viernes, unos pocos días después que científicos
anunciaron que el colapso del hielo de la Antártida poniente es ahora inevitable
(4), el gobierno ecuatoriano decidió que la perforación por petróleo
continuaría en el corazón del parque nacional Yasuní (5). Había hecho una
oferta a otros gobiernos: si le daban la mitad del valor del petróleo en esa
parte del parque, dejaría su suelo intacto. Puede ser interpretado como
chantaje o como comercio justo. Ecuador es pobre, sus depósitos de petróleo son
ricos: ¿por qué, argumentó el gobierno, debiera dejarlos intactos sin
compensación cuando todos los demás están perforando hasta el último círculo
del infierno? Pidió 3.600 millones de dólares y recibió 13 millones. El
resultado es que Petroamazonas, una compañía con un pintoresco historial de
destrucción y derrames (6), penetrará ahora uno de los sitios con mayor
biodiversidad del planeta, en el cual se dice que una hectárea de selva
tropical contiene más especies que las que existen en todo el continente de
Norteamérica (7).
La compañía petrolera Soco del Reino Unido espera
ahora penetrar el parque nacional más antiguo de África, Virunga, en la
República Democrática del Congo (8); uno de los últimos baluartes del gorila de
montaña y el okapi, de chimpancés y elefantes de bosque. En Gran Bretaña, donde
acaban de ser identificados potenciales 4.400 millones de barriles de petróleo de
esquisto (shale) en el sudeste (9), el gobierno fantasea con la idea de
convertir los frondosos suburbios en un nuevo delta del Níger. Con este fin
está cambiando las leyes de trasgresión para posibilitar la perforación sin
consentimiento y generosos sobornos a gente local (10, 11). Estas nuevas
reservas no solucionan nada. No terminan nuestra hambre de recursos; la
exacerban.
La trayectoria del crecimiento compuesto muestra
que la erosión del planeta acaba solo de comenzar. A medida que el volumen de
la economía global se expande, todo sitio que contenga algo concentrado, poco
usual, precioso, será buscado y explotado, sus recursos extraídos y
dispersados, las diversas y diferenciadas maravillas del mundo reducidas al
mismo rastrojo gris.
Alguna gente trata de resolver la imposible
ecuación con el mito de la desmaterialización: la afirmación de que a medida
que los procesos se hacen más eficientes y los artefactos son miniaturizados,
usamos, en suma, menos materiales. No hay señales de que esto esté sucediendo.
La producción de mineral de hierro ha aumentado 180% en diez años (12). El
organismo comercial Forest Industries nos dice que “el consumo global de papel
se encuentra a un nivel alto récord y seguirá aumentando”. (13) Si, en la era
digital, no reducimos siquiera nuestro consumo de papel, ¿qué esperanza existe
para otros productos de consumo?
Consideremos las vidas de los súper ricos, que
fijan el ritmo del consumo global. ¿Están reduciendo el tamaño de sus yates?
¿Sus casas? ¿Sus obras de arte? ¿Su compra de maderas finas, de peces raros, de
piedras raras? Los que cuentan con los medios necesarios compran casas cada vez
más grandes para almacenar la creciente acumulación de cosas que no vivirán lo
suficiente para usar. Por acumulación inadvertida, se usa cada vez más
superficie del planeta para extraer, fabricar, y almacenar cosas que no
necesitamos. Tal vez no sea sorprendente que hayan vuelto a aparecer fantasías
sobre la colonización del espacio – que nos dicen que podemos exportar nuestros
problemas en lugar de resolverlos (14).
Como señala el filósofo Michael Rowan, las
inevitabilidades del crecimiento compuesto significan que si la tasa de
crecimiento predicha el año pasado para 2014 (3,1%) se mantiene, incluso si
fuésemos a reducir milagrosamente el consumo de materias primas en un 90%
retardamos lo inevitable en solo 75 años (15). La eficiencia no resuelve nada
mientras el crecimiento continúa.
El fracaso inescapable de una sociedad basada en el
crecimiento y en su destrucción de los sistemas vivos de la Tierra son los
hechos apabullantes de nuestra existencia. Como resultado casi no son
mencionados en ninguna parte. Constituyen el gran tabú del Siglo XXI, los temas
garantizados para enajenar a amigos y vecinos. Vivimos como si estuviésemos
atrapados dentro de un suplemento dominical: obsesionados por la fama, la moda
y los tres elementos básicos aburridos de la conversación de clase media:
recetas, innovaciones y centros turísticos. Cualquier cosa que no sea el tópico
que demanda nuestra atención.
Declaraciones de lo exageradamente obvio, los
resultados de una aritmética básica, son tratados como distracciones exóticas e
imperdonables, mientras la proposición imposible según la cual vivimos es
considerada como tan sana y normal y poco interesante que no vale la pena
mencionarla. Es como se mide la profundidad de este problema: según nuestra
incapacidad de llegar a discutirla.
Referencias:
1. http://www.theoildrum.com/node/7853
2. Grantham expresó este volumen como 1057
metros cúbicos. En su trabajo We Need To Talk About Growth, Michael
Rowan lo tradujo como 2.500 trillones (1018) de sistemas solares.
(http://persuademe.com.au/need-talk-growth-need-sums-well/). Esta fuente
menciona el volumen del sistema solar (si es considerado como una esfera) como
39.629.013.196.241,7 kilómetros cúbicos, lo que es
aproximadamente 40 x 1021 metros cúbicos. Multiplicados por 2.500
trillones (1018), esto da 1041 metros cúbicos. Por lo
tanto, a menos que tenga la cifra equivocada para el volumen del sistema solar
o haya confundido mis unidades, lo que es eminentemente posible, la traducción
de Michael Rowan parece estar subestimada. Sin embargo, me basaré en su cifra,
ya que no tengo mucha confianza en la mía. Agradecería cualquier mejora,
comentario o corrección.
3. EA Wrigley, 2010. Energy and the English
Industrial Revolution. Cambridge University Press.
4.
http://www.theguardian.com/environment/2014/may/12/western-antarctic-ice...
5.
http://www.theguardian.com/environment/2014/may/23/ecuador-amazon-yasuni...
6.
http://www.entornointeligente.com/articulo/2559574/ECUADOR-Gobierno-conc...
7.
http://www.theguardian.com/world/2013/aug/16/ecuador-approves-yasuni-ama...
8. http://www.wwf.org.uk/how_you_can_help/virunga/
9.
http://www.theguardian.com/environment/2014/may/23/fracking-report-billi...
10.
http://www.telegraph.co.uk/earth/energy/fracking/10598473/Fracking-could...
11.
http://www.theguardian.com/environment/2014/may/23/fracking-report-billi...
12. Philippe Sibaud, 2012. Opening Pandora’s
Box: The New Wave of Land Grabbing by the Extractive Industries and the
Devastating Impact on Earth. The Gaia Foundation.
http://www.gaiafoundation.org/opening-pandoras-box
13. http://www.forestindustries.fi/industry/paper_cardboard_converted/paper_...
14.
https://www.globalonenessproject.org/library/articles/space-race-over
15. Michael Rowan, 2014. We Need To Talk About
Growth (And we need to do the sums as well.)
http://persuademe.com.au/need-talk-growth-need-sums-well/
George Monbiot es autor de los éxitos de ventas The
Age of Consent: a manifesto for a new world order y Captive State: the
corporate takeover of Britain. Escribe una columna semanal para el
periódico The Guardian. Visite su sitio en la web en www.monbiot.com.
Fuente original: www.monbiot.com
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185597
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