domingo, 29 de noviembre de 2020

EL EXPEDIENTE ENGELS: UN COLOSO DE TODOS LOS TIEMPOS, PRECURSORES Y VISTO DESDE NUESTRO TIEMPO

 

  “Tras la desaparición física de Marx recayó sobre sus hombros la responsabilidad de la guía del proletariado, a lo que unió el desvelo por dar a conocer, y terminar, trabajos de su inseparable amigo.”

 

 

ENGELS, COLOSO DE TODOS LOS TIEMPOS

 

 

Hassan Pérez Casabona

Cuba
lajiribilla@cubarte.cult.cu

El 28 de noviembre de 1820, hace doscientos años, nació en Bremen, Alemania, Federico Engels, una de las mentes más brillantes de cualquier época, y figura cimera del pensamiento y la lucha revolucionaria. La mejor manera de celebrar este bicentenario es acercarnos a su legado extraordinario, desde una mirada que nos lo entregue con el vigor de su accionar fecundo, en innumerables ámbitos.

Engels, quien dejó de existir físicamente en Londres el 5 de agosto de 1895, es un coloso de todos los tiempos, cuya presencia en el debate de ideas se impone como necesidad impostergable. Todavía más en las batallas emancipadoras que se generarán en el futuro, a través de las cuales estamos compelidos a cimentar un sistema de relaciones, que deje atrás la lógica perversa del capitalismo. En dicha encomienda creativa, que se antoja crucial a todas luces, su rostro emerge en el borde delantero de cualquier alumbramiento.

En realidad, desde el mismo instante en que se elevó a otra dimensión, sus contemporáneos quedaron consternados. Engels se había consagrado, en cuerpo y alma, junto a Carlos Marx, su hermano de ideales, a la tarea de dotar a la clase obrera de las herramientas teóricas que le permitieran levantar una sociedad superior.

Conscientes de la magnitud de su quehacer —la cual se intensificaría con el paso de los años, en la misma medida en que sus investigaciones arrojaban nuevas luces— líderes de Inglaterra, Bélgica, Alemania, Holanda, Rusia y Francia dejaron constancia, en sus funerales, sobre la significación de su arsenal teórico y revolucionario.

Ante el féretro, Pablo Lafargue señaló:

El general, como lo llamaban los amigos, nos ha dejado. Pero la batalla que dirigieron Marx y Engels como jefes del innúmero ejército del proletariado continúa. Alentados por sus ideas, por sus consignas, los proletarios de todos los países se han unido, seguirán fortaleciendo su unión y finalmente vencerán.

Un año antes de su deceso, enfermo de gravedad, confesó, en lo que representa testimonio inequívoco de cuántas nuevas tareas lo inquietaban:

Mi situación es la siguiente: 74 años, que empiezo a sentir, y tanto trabajo que alcanzaría para dos cuarentones. Si pudiera dividirme en el Engels de 40 años y el Engels de 34 años… todo se arreglaría rápidamente.[1]

El genial pensador, además de trabajar junto a Marx en La sagrada familia, La ideología alemana y el Manifiesto Comunista, es autor, entre varias obras imperecederas de La situación de la clase obrera en Inglaterra; Anti-Duhring; Del socialismo utópico al socialismo científico; El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado; Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana; El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre y Dialéctica de la Naturaleza, estudio que a pesar de quedar inconcluso es una indagación ejemplar, el cual pone al descubierto que el materialismo dialéctico es una de las bases metodológicas de las ciencias naturales.

En la penúltima de las obras citadas Engels logra, como no había ocurrido en el campo de las evaluaciones sociales, dar una explicación coherente acerca de asunto tan complejo. Dice el revolucionario en 1876:

Pero ni un solo acto planificado de ningún animal ha podido imprimir en la naturaleza el sello de su voluntad. Solo el hombre ha podido hacerlo. Resumiendo: lo único que pueden hacer los animales es utilizar la naturaleza exterior y modificarla por el mero hecho de su presencia en ella. El hombre, en cambio, modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y ésta es, en última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales, diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo. [2]

Su lectura ratifica la capacidad de su autor para adentrarse incluso en fenómenos de absoluta vigencia, como las cuestiones medioambientales.

Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de estas victorias, la naturaleza toma su venganza. Bien es verdad que las primeras consecuencias de estas victorias son las previstas por nosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecen unas consecuencias muy distintas, totalmente imprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Los hombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra de labor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los centros de acumulación y reserva de humedad, estaban sentando las bases de la actual aridez de esas tierras. [3]

Engels, asimismo, estimuló la preparación en múltiples disciplinas de aquellos llamados a desarrollar los cambios que desterraran la opresión:

Las revoluciones burguesas del pasado necesitaban únicamente que las universidades les suministrasen abogados, la mejor materia prima para la formación de sus líderes políticos, pero para la emancipación de la clase obrera se necesitarán, además, médicos, ingenieros, químicos, agrónomos y otros especialistas, ya que se trata de dominar la dirección tanto de la máquina política como de toda la producción social, y esto no se consigue con frases sonoras, sino con conocimientos firmes. [4]

El espíritu insaciable, en cuanto a poner a disposición de la incesante lucha su inteligencia, no decayó ni en los momentos más álgidos de su vida. A finales de la década de 1870 y principios de la siguiente, por ejemplo, Engels recibió el impacto de la pérdida de personas muy importantes para él. En 1878 falleció su esposa Lizzy Burns; en 1881 Jenny Marx, y en 1883 Jenny Longuet, hija de su inseparable compañero. Como si todo ello no fuera suficiente, el 14 de marzo de ese propio año se estremeció con la muerte de Marx, a quien había estado ligado durante cuarenta años de fecundo quehacer científico y revolucionario.

 

Lenin, décadas más tarde, se refirió a la incondicional ayuda que, en todos los órdenes, le brindó Engels a Marx.

Las estrecheces llegaron a abrumar de un modo verdaderamente asfixiante a Marx y su familia; a no ser por la constante y altruista ayuda económica de Engels, Marx no solo no habría podido llevar a término El Capital, sino que habría sucumbido fatalmente bajo el peso de la miseria. Además, las doctrinas y corrientes del socialismo pequeñoburgués y del socialismo no proletario en general, predominante en aquella época, obligaba a Marx a mantener una lucha incesante y despiadada, y a veces a defenderse contra los ataques personales más rabiosos y brutales.[5]

Tras la desaparición física de Marx recayó sobre sus hombros la responsabilidad de la guía del proletariado, a lo que unió el desvelo por dar a conocer, y terminar, trabajos de su inseparable amigo.

Mientras se adentraba en los manuscritos de economía de Marx, Engels experimentaba constante inquietud pensando que no podría dar cima a esta obra.

Me preocupa sobre todo porque soy el único superviviente capaz de descifrar esta letra y estas abreviaturas de palabras y frases enteras.

Hay que tener en cuenta que Engels, personalmente o valiéndose de un ayudante cuando la enfermedad lo limitó al lecho, recopiló todo el manuscrito del segundo tomo, hizo varias interpolaciones y lo redactó ateniéndose exclusivamente al espíritu del autor. Aún más complicado y laborioso fue el trabajo en el III tomo de El Capital.

Para este libro, como dijo Engels, “se contaba con un primer proyecto, que además aparecía enormemente lleno de lagunas”. Engels trabajó en el III tomo durante diez años. “En efecto –escribió Lenin- estos dos tomos de El Capital son obras de ambos; de Marx y Engels”. Engels escribió del III tomo de El Capital que es una obra “excelente, brillante. Es realmente una revolución inaudita en toda la vieja economía política. Solo merced a ello nuestra teoría adquiere un fundamento indestructible y podemos actuar victoriosamente en todos los frentes”.[6]

La metodología de los dos eruditos jamás se apartó de la mirada transgresora, que posibilitaba encontrar solución a enigmas que parecían indescifrables. Fue siguiendo esos preceptos que quebraron el estambre sobre la meta, en decenas de cuestiones que se erigían como laberintos históricos impenetrables.

Pero el marxismo no es un mero diálogo de procedimientos, ni mucho menos la sumatoria algebraica de esquemas y pancartas, contentivas de dogmas, que deben ser repetidos miméticamente por un grupo de fanáticos, en cualquier latitud, que veneran a sus gestores.

Es, ante todo, una herramienta de lucha que permite acercarse o conducir procesos “desobedientes” del statu quo capitalista, en la misma medida que desbroza la enajenación utilizada por los poderosos en su afán de segregar y expoliar. [7]

Engels y los grandes revolucionarios del orbe, tienen aún mucho por andar en el empeño irrenunciable de edificar un mundo signado por la equidad y el respeto entre los seres humanos. Con cada nueva victoria sobre los explotadores de siempre, Engels y todos los “imprescindibles” que fundan multiplican su valía. Los éxitos en cualquier latitud, sin estrecheces de ninguna clase, confirman que es posible proseguir soñando y que nadie podrá cercenarles a los pueblos la capacidad de razonar y encontrar soluciones certeras a los complejos desafíos que asumimos. Ese Engels vivo y proteico es el que necesitamos en las peleas futuras.

 

Notas:

 

[1] Ver en: Federico Engels. Vida y Obra, Editorial Progreso, Moscú, 1986,  p. 13.

[2] Engels concibió inicialmente este trabajo como introducción al material de mayor amplitud, “Tres formas fundamentales de esclavización”. Al final acabó dándole vida propia, con el nombre que conocemos. La mayoría de los investigadores coincide en que fue escrito en junio de 1876. La idea central fue explicar el papel decisivo que desempeñó el trabajo para que, partiendo de un antepasado parecido al mono, y a través de un largo proceso histórico, se desarrollara un ser cualitativamente superior, el hombre.

[3] Federico Engels: El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, Ediciones de Paradigmas y Utopías, México, D. F., 2005, pp. 13-14.

[4] Federico Engels: “Al Congreso Internacional de Estudiantes Socialistas”, en: La Revolución Socialista, Editorial Progreso, Moscú, 1978, p. 36.

[5] Vladimir Ilich Lenin: “Carlos Marx. Breve esbozo biográfico con una expresión del marxismo”, en: V. I. Lenin. Obras Completas, Tomo 26 (julio de 1914-agosto de 1915), Editorial Progreso, Moscú, 1984, p. 49.

[6] Federico Engels. Vida y Actividad (Colectivo de Autores), Editorial Progreso, Moscú, 1987, pp. 12-13.

[7] “Los hombres únicamente crean su historia modificando tanto las condiciones objetivas de su vida como modificándose ellos mismos. Si en la sociedad, como en la naturaleza, actuasen nada más fuerzas inconscientes y ciegas, no habría necesidad de una organización política de la clase obrera ni de educarla en el espíritu revolucionario”. Ver en: Félix Teplov: El testamento político de Federico Engels, Editorial Progreso, Moscú, 1989, p. 67.

Fuente: http://www.lajiribilla.cu/articulo/engels-coloso-de-todos-los-tiempos

 

ENGELS. SOCIALISMO “UTÓPICO” Y RECONOCIMIENTO A LOS PRECURSORES

 

Daniel Campione 28 de noviembre, 2020 Publicado en Debates estratégicos

 

Federico Engels fue el gran colaborador de Marx, desde obras tempranas anteriores a El Manifiesto, como La Sagrada Familia y La ideología alemana hasta El Capital, que terminó de editar y publicar a la muerte de su “socio”.

No siempre se le da la importancia debida, y suele quedar algo relegado.  A la sombra del genio indiscutible de su amigo, es frecuente que no se aprecie en la medida justa su gran talento. Engels tiene algo de mala prensa, a menudo se lo relaciona con las expresiones más economicistas y deterministas del marxismo clásico. Recuerdo, para hacer una referencia argentina,  a Rodolfo Mondolfo, que caratulaba a Marx como “humanista realista” y le atribuía sólo a Engels el “materialismo dialéctico”, según él una ideología mecanicista y anti humanista. Otros también  separaron a Marx de Engels para endilgarle a este último todos los planteos con real o supuesta herencia positivista y mecanicista.

Queremos rescatar aquí algunos pasajes del Antidühring, obra de Engels publicada en 1878, todavía en vida de Marx, y que éste revisó e incluso al parecer escribió una sección. Nos centraremos en el tratamiento que hace de los socialistas llamados “utópicos”, el Conde de Saint Simon, Charles Fourier y Robert Owen, comentarios que están concentrados en la tercera parte del libro, titulada “Socialismo”.

F.E. dedica a los socialistas utópicos la primera sección de la parte dedicada al socialismo, a la que titula “esbozo histórico”  antes de otra titulada “esbozo teórico”. De esa forma queda implícita la apreciación de que no podía comprenderse el pensamiento socialista sin fijar primero la atención sobre su génesis, remontándose al menos hasta los precursores cercanos. No pone el acento sólo en la ruptura que introducen los fundadores del marxismo, sino que señala la continuidad, la existencia de una tradición que precede al genio de Tréveris.

Para evaluar la obra de los socialistas premarxistas, Engels parte de apreciaciones críticas sobre el pensamiento desarrollado por la intelectualidad burguesa, a través de la comprobación de los resultados de la Ilustración, el pensamiento más caracterizado de la clase que había llegado al poder con sus grandes revoluciones: “Los filósofos franceses del siglo XVIII, los que abrieron el camino a la revolución, apelaban a la razón como único juez de todo lo existente”. (Este y  los demás pasajes entrecomillados están tomados de Anti-dühring, en la edición castellana de Editorial Cartago, Buenos Aires, 1973.)

Según F.E. cuando la revolución francesa puso en ejecución esa sociedad de supuesta racionalidad, resultó que las nuevas instituciones eran más racionales que las antiguas pero para nada “absolutamente” racionales La burguesía terminó refugiándose “…bajo la égida del despotismo napoleónico. La prometida paz eterna se había trocado en una interminable guerra de conquistas.”“…comparadas con las brillantes promesas de los enciclopedistas, las instituciones sociales y políticas instauradas por ‘el triunfo de la razón’ resultaron ser unas tristes y desengañadoras caricaturas”.

A juicio de Engels sólo faltaban los hombres que pusiesen de relieve este desengaño y esos hombres surgieron en los primeros años del siglo XIX,  ya que Saint Simon, Fourier y Owenpublicaron obras importantes por entonces, a comenzar por el primero, que publicó sus Cartas ginebrinas, en 1802.

El autor va a desenvolver un tratamiento sobre los “utópicos” lleno de respeto y signado por la elevada valoración de su pensamiento y acción: “Ya los utopistas habían sabido comprender cabalmente las consecuencias de la división del trabajo, el deterioro, por una parte, del obrero, y por otra, del trabajo mismo, reducido a la repetición monótona y mecánica del mismo acto durante toda la vida.”

Acerca de Saint Simon-le reconoce “…el concebir la revolución francesa como una lucha de clases entre la nobleza, la burguesía y los desposeídos era, para 1802 (año de publicación de Cartas ginebrinas) un descubrimiento verdaderamente genial”. En 1816, el noble francésya expresa la idea de la abolición del Estado con “…la transformación del gobierno político sobre los hombres en la administración sobre las cosas y la dirección de los procesos de producción”.

F.E. destaca que tanto Fourier como Owen proclaman la abolición del antagonismo entre la ciudad y el campo como la primera condición fundamental para abolir en general el viejo régimen de división del trabajo. Ambos propician la distribución de los habitantes del país en grupos de mil seiscientos a tres mil individuos; cada grupo habitará en un palacio gigantesco, situado en el centro de su distrito y llevará una economía doméstica común “…ambos mantienen la exigencia de que los individuos cambien con la mayor frecuencia posible de ocupación y, consiguientemente, que la educación de la juventud debe encaminarse hacia la mayor universalidad técnica que sea posible. Ambos entienden que el hombre debe desarrollarse universalmente, practicando sus actividades de un modo universal, y que el trabajo debe recobrar el estímulo atractivo que le ha hecho perder la división, principalmente por medio de los cambios.” La alienación producida por el encierro de por vida en un trabajo sin creatividad ni variantes, suscitaba ya la crítica de los socialistas tempranos.

Apunta en Fourier “la crítica ingeniosa de las condiciones sociales existentes (…pone en descubierto la miseria material y moral del mundo burgués y su contraste  con las promesas fascinantes del siglo anterior”. Incluso marca su capacidad para la ironía y la sátira sobre las terribles condiciones generadas por el capitalismo. Y también señala su afirmación sobre la centralidad de la emancipación de las mujeres para el socialismo, escribe “todavía es más magistral en él la crítica de las relaciones entre los sexos y de la posición de la mujer en la sociedad burguesa.”

A Owenlo enaltecesobre todo por sus realizaciones prácticas, primero su fábrica modelo de New Lanarck, en la que colocó a los trabajadores en condiciones más humanas de vida, limitó la jornada de trabajo y puso énfasis en la educación de la joven generación, incorporando los niños a la escuela a partir de los dos años.Señala Engels que Owen no se queda en esa versión “humanizada” de la explotación capitalista, sino que sostiene que las nuevas y gigantescas fuerzas productivas debían ser “la base de una reconstrucción social y estaban llamadas a trabajar solamente para el bienestar colectivo, como propiedad colectiva de todos los miembros de la sociedad.” “Todos los movimientos sociales, todos los progresos reales registrados en Inglaterra en interés de los obreros, van asociados al nombre de Owen”, afirma, al tiempo que destaca que fue en parte fruto de los esfuerzos del británico la ley de 1819 que limitópor primera vez el trabajo de mujeres y niños en las fábricas. F.E. valorala iniciativa para la formación de cooperativas de consumo y producción, “como medida de transición hacia una organización social enteramente comunista…” “…un primer paso hacia una transformación más radical de la sociedad”. Incluso destaca su iniciativa de crear “bonos de trabajo” como alternativa al sistema monetario:  “…no son más que una forma de transición hacia la completa comunidad y el disfrute libre de los recursos sociales.”

Es de lamentar que Engels no haya incluido en su racconto sobre los precursores a la obra de Flora Tristán. Su trabajo, posterior a la de los tres integrantes del canon “utópico”, ya apuntaba a la asunción de un rol liberador por la propia clase obrera, a diferencia de sus predecesores. También hubiera podido recoger los certeros apuntes que la francesa hizo sobre los trabajadores, trabajadoras y pobres de Inglaterra en Paseos por Londres, anterior a la obra de F.E. sobre la clase obrera en Inglaterra.

A la hora de hacer un balance, F.E. lo formula en términos muy favorables a los tres grandes autores que analiza, y vuelve sobre la idea de que sus falencias no se debieron a yerros propios sino a las limitaciones del tiempo en el que les tocó vivir y reflexionar:

“Los utopistas (…) eran utopistas porque en una época en que la producción capitalista estaba tan poco desarrollada no podían ser otra cosa. Estaban obligados a sacar de su intelecto los elementos de una nueva sociedad, porque en la propia sociedad existente esos elementos no se manifestaban todavía de un modo evidente para todos; para esbozar los trazos fundamentales de su nuevo edificio, se vieron limitados a apelar a la razón, porque no podían apelar a la historia contemporánea.”. El todavía incipiente desarrollo de la gran industria (sobre todo en Francia) hizo que “…a la inmadurez de la producción capitalista y del proletariado como clase, correspondió la inmadurez de sus teorías.”

El enfoque engelsiano acerca de Saint-Simon, Fourier y Owen tiene entre otros méritos el de ubicarlos en la tradición socialista como dignos representantes de una época y darles un lugar merecido como tempranos críticos de la explotación de los trabajadores y de las condiciones deplorables de vida y de trabajo, a la vez que como cuestionadores del pensamiento de raíz ilustrada, que había prometido un mundo racional para desembocar en un universo caótico e injusto en el que la irracionalidad y la injusticia brotaban por todas partes.

El planteo de la revolución social, del papel activo del proletariado como emancipador de toda la humanidad, tendría que esperar a los pensadores socialistas que actuaron sobre el piso de un capitalismo más desarrollado, y pudieron ser sagaces testigos de la revolución de 1848 y de las posteriores intervenciones de la clase obrera en el curso de los acontecimientos.

Un siglo y medio después, seguimos habitando el reino de la necesidad, de la explotación del hombre por el hombre, de la mujer por el varón y la destrucción de la naturaleza por el ansia de ganancias del capital. Los sueños de emancipación de los utopistas, a los que luego Marx y Engels elevaron a un nuevo estadio de rigor y fundamentación, nos siguen interpelando, incluso con fuerza creciente.

Buenos Aires, 27 de noviembre de 2020.

Fuente: https://contrahegemoniaweb.com.ar/2020/11/28/engels-socialismo-utopico-y-reconocimiento-a-los-precursores/

 

 

A 200 AÑOS, COMUNISTAS RUSOS ESTABLECEN CONEXIÓN ENTRE ENGELS Y LA URSS

Según un artículo publicado en el sitio web del Partido Comunista de Rusia, Federico Engels fue un «gran luchador y pensador» de su tiempo.

El próximo 28 de Septiembre, Federico Engles, uno de los grandes filósofos de la Historia, cumplirá 200 años de haber nacido en 1820.

En su homenaje, el sitio web del Partido Comunista de Rusia publicó un artículo, escrito por A. Kutyreva, que detalla la vida y obra del destacado pensador, que junto a su amigo, Carlos Marx, formularon una de las tesis de pensamiento, político, económico y social, más importantes del mundo, y que fue el impulso para la revolución de Octubre de 1917, y la creación del primer Estado socialista en la Historia de la humanidad, la URSS.

A continuación reproducimos integramente el texto publicado por órgano de prensa del Partido Comunista de Rusia.

Por el 200 aniversario de Federico Engels. «El gran luchador y pensador»

Incluso durante su vida, Friedrich Engels fue llamado el «hombre-titán», «hombre-imán». La naturaleza lo dotó generosamente de las mejores cualidades, tanto espirituales como físicas. Engels creció enfrentándose a todo lo que le rodeaba, como los héroes de mitos, epopeyas y leyendas. En continua resistencia al mortificante dogma luterano, al hipócrita servicio al rey prusiano y al comercio, en una tormenta de pensamientos y sueños, su voluntad se fortaleció. Tocando el clavicémbalo o hojeando libros, se precipitó hacia los cielos o se sumergió en los cráteres de los volcanes, los pensamientos lo arrojaron al ilimitado pasado y futuro de la humanidad.

Su padre, también Federico, fue un impecable representante de la creciente fuerza de la burguesía, y sólo su madre, Eliza Engels, comprendió la búsqueda, la insatisfacción y las vivencias espirituales de su hijo. Y él le respondió con confianza y devoción.

Su padre trató de educar a Federico como su doble, un exitoso fabricante y comerciante, puritano devoto de la Iglesia, el rey, el gremio de comerciantes, capital multiplicador, codicioso y tacaño. Y el hijo se convirtió en su opuesto, en un formidable destructor del culto al lucro y la coacción, el heraldo de la libertad y el dominio del pueblo, el líder de esos mismos trabajadores que fueron explotados sin piedad por los criadores.

Prometeo, un semidiós, desafió a Zeus en el Olimpo, el titán Siegfried derrotó a la maldad de los dioses. Marx y Engels predijeron la muerte del capitalismo.

Para Karl Marx, su padre era un amigo de ideas afines. Friedrich Engels tenía dudas políticas y protestas en su propia familia. Desde temprana edad vio monstruosas contradicciones en torno a la holgazanería y la riqueza de algunos y el trabajo agotador y la pobreza de otros, y esto le sorprendió.

El padre obligó a Friedrich a dejar el gimnasio un año antes de los exámenes finales. Todavía esperaba convertir a su heredero en un comerciante experimentado. Durante treinta y cinco años, Engels estuvo condenado a hacer algo que odiaba. Pero la cercanía a los trabajadores, el estudio de su forma de vida lo enriqueció a su manera. La primera creación ingeniosa y teóricamente invulnerable de Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra, fue en parte consecuencia de esas cadenas de la maldita profesión de empleado de una fábrica textil, en la que fue ordenado por la intransigencia de un padre emprendedor.

Desde el interior, Engels estudió las leyes depredadoras del entorno al que pertenecía por nacimiento. Las raíces económicas, las crisis inevitables, la explotación y las condiciones para esclavizar a los trabajadores le fueron claras desde muy joven. La compasión por los desfavorecidos, la idea de la felicidad en la tierra, la necesidad de libertad de la humanidad humillada, los sentimientos humanos con una fuerza irresistible se apoderaron del corazón de Friedrich Engels. Él mismo era transparente y puro, como un elemento poderoso, amaba el mar, el fuego, el torbellino, la tormenta.

En Berlín, Engels, siendo llamado al servicio militar, ejerció de anotador y luego estudió como voluntario en la Universidad de Berlín. ¿Quién ser, qué carrera elegir? Su versatilidad podría alejarlo del único objetivo, en cuyo logro una persona revela toda la amplitud de su mente y corazón. Engels podría haberse convertido fácilmente en poeta, escritor, artista, militar destacado, científico en cualquier campo y, finalmente, en un importante industrial. Fue el primero en crear un género que enriqueció la literatura: un ensayo artístico y político. Sus cartas siguen siendo insuperables. Engels fue el escritor más brillante. Imágenes, ideas, bocetos en sus ensayos se han convertido en clásicos, y ni un solo escritor puede pasar por esta cascada de pensamientos y su más exquisita encarnación en palabras. (Los artículos y cartas de Engels 1838-1845 se publicaron en 1940 con sus dibujos y poemas).

Las personas como los cuerpos celestes no pueden, habiendo nacido al mismo tiempo, no encontrarse. Son inseparables, como el trueno y el relámpago, como el calor y el fuego. En general, son uno. Engels y Marx se conocían mucho antes de conocerse, y cuando se conocieron unieron sus destinos para siempre, completándose y revelando en sí mismos lo más significativo e importante para la ciencia de la sociedad y la lucha por su reorganización. Tanto Marx como Engels creían que la felicidad es una oportunidad para hacer feliz al mayor número de personas. Se sacrificaron por los suyos, basándose en una ciencia rigurosa, metas, las ideas habituales de su tiempo y entorno sobre la prosperidad material y el significado del ser. Luchando incansablemente contra los gobiernos reaccionarios, el capitalismo militante, los colonialistas, los fanáticos, facilitaron que la historia avanzara hacia el progreso.

«La Sagrada Familia», «El Manifiesto del Partido Comunista», escrito en los años 40 del siglo XIX, fueron creados juntos, sus pensamientos y sentimientos fluían de acuerdo, tan grande es la proximidad y el poder de sus intelectos.

El gran revolucionario, el derrocador del mal y el creador de nuevos caminos hacia la felicidad es siempre un romántico en todo el significado insondable de la palabra. El alma de un genio, ya sea científico, músico, poeta, artista, siempre está llena de bondad y compasión por las personas que sufren.

La vida temprana de Engels coincidió con las revoluciones de 1848. En ese momento no solo era un destacado teórico, uno de los dos que hicieron el llamado al mundo: «¡Trabajadores de todos los países, uníos!», Sino también un comandante intrépido. Su coraje en las batallas libradas por los revolucionarios alemanes es ilimitado. Junto con el último destacamento, quemado con pólvora, perseguido por la contrarrevolución prusiana, Engels partió hacia Suiza, y pronto estuvo de nuevo junto a Marx en Inglaterra.

El encanto de Engels fue notado por todos sus contemporáneos. Vive en su legado epistolar, en las cartas dejadas a la humanidad.

La imagen de Engels destruye la indiferencia. Él abruma con escala, fuerza, diversidad.

Es imposible abarcar toda la enorme riqueza de las obras de Friedrich Engels. Es incomprensible cómo manejó todo – gran trabajador, filósofo, sociólogo, economista, investigador de la naturaleza – compaginando su alcance intelectual con actividades prácticas para crear el Partido Comunista junto a Marx, hablando en congresos, reuniones, encuentros con trabajadores y asociados de diferentes países europeos, liberando Diario de batalla diario. Y al final de su vida logró una verdadera hazaña: desmontó y preparó para su publicación numerosos manuscritos de Marx, y como resultado generalizó la doctrina marxista en el muy famoso y solicitado folleto «Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana».

Unos años antes del final de su vida, Engels compiló una lista de sus obras. La lista de libros escritos junto con Marx e individualmente contiene dieciséis artículos. El último es el panfleto Brentano contra Marx, publicado en 1891. El número 15 es el folleto Ludwig Feuerbach and the End of Classical German Philosophy, publicado en 1891. “Este folleto, – escribió G.V. Plejánov a su autor – da al lector atento más de cientos de volúmenes escritos por filósofos oficiales – filósofos de profesión «.

De hecho, este es, en esencia, el trabajo teórico final de Engels, su testamento filosófico.

Este trabajo se publicó por primera vez en 1886. El motivo de su redacción fue la publicación del libro de K.N. Starke «Ludwig Feuerbach». Los editores de la revista socialdemócrata Die Neue Zeit pidieron a Engels que comentara este libro. Engels, a pesar de su extrema preocupación por otros asuntos, sobre todo preparando para la publicación los volúmenes de El Capital que habían quedado inconclusos, aceptó la oferta. «… Para nosotros», creía Engels, refiriéndose a sí mismo y al difunto Marx, «queda una deuda de honor impaga: el pleno reconocimiento de la influencia que Feuerbach tuvo sobre nosotros en nuestro período de tormenta y embestida en mayor medida que cualquier filósofo posterior a Hegel». … Es cierto que en su actitud, como Engels escribiría más adelante en el prefacio de la obra, él y Marx se expresaron en ocasiones separadas, pero “en cuanto a Feuerbach, quien, en cierto sentido, es un vínculo intermedio entre la filosofía de Hegel y nuestra teoría, estamos absolutamente no regresó «. Ahora es el momento de pagar su deuda de honor.

El folleto expone la posición de Engels y Marx en relación con los problemas fundamentales de las ciencias sociales. Otras obras quedaron en manuscritos: la «crítica mordaz de los ratones» fue provista de «Ideología alemana», escrita junto con Marx a mediados de la década de 1840, contenía el primer esbozo sólido de la comprensión materialista de la historia; La Dialéctica de la Naturaleza quedó inconclusa: al principio la obra se vio interrumpida por la necesidad de oponerse urgentemente a Dühring, luego en relación con las responsabilidades que recayeron en Engels tras la muerte de Karl Marx …

A diferencia de las obras filosóficas previamente escritas por Engels, Ludwig Feuerbach no era tanto crítico como positivo, positivo, en el verdadero sentido de la palabra, creativo. Esta característica no es accidental; está relacionado con el hecho de que, en cuanto a su contenido, este trabajo fue precisamente el último, teórico general.

Después de la muerte de Karl Marx, Engels publicó una serie de obras que revelaban la relación del marxismo con sus predecesores. Era necesario dar un análisis de lo nuevo, introducido en la teoría social por Marx.

Hubo también un motivo personal, que tampoco se puede ignorar al evaluar la obra de Engels en la última década de su vida: tras la muerte de Marx, el sentimiento de vejez inminente se agudizó, y Engels recurre cada vez más a la idea de la necesidad de hacer balance de lo que ambos habían hecho durante más de cuarenta años. particular en ciencia. El deseo de satisfacer esta necesidad cada vez mayor de autoconciencia teórica se vio reforzado en las demandas de la lucha ideológica y política de finales del siglo XIX: en la literatura burguesa (y pronto revisionista) se criaron y difundieron ficciones vacías sobre la relación del marxismo con otras enseñanzas sociales, económicas y filosóficas del pasado y el presente.

Por eso, a principios de 1886, Engels comenzó a escribir una obra, cuya tarea principal era mostrar de la forma más general la actitud de su cosmovisión y la de Marx hacia las enseñanzas filosóficas que fueron las antecesoras inmediatas y fuentes ideológicas del materialismo dialéctico e histórico.

En el primer capítulo de Ludwig Feuerbach, Engels revela las principales contradicciones en la enseñanza de Hegel, entre su método dialéctico revolucionario y el sistema dogmático conservador impregnado de idealismo. «El sistema hegeliano abarcó un área incomparablemente más amplia que cualquier sistema anterior, y desarrolló en esta área una asombrosa riqueza de pensamientos, todavía hoy». En cada una de las regiones históricas, Hegel trató de encontrar e indicar el hilo de desarrollo que lo recorría. “Y dado que poseía no solo un genio creativo, sino también una erudición enciclopédica, su actuación en todas partes constituyó una era. No hace falta decir que las necesidades del «sistema» lo obligaron aquí con bastante frecuencia a recurrir a esas construcciones violentas, sobre las cuales sus insignificantes oponentes todavía lanzan un grito tan terrible. Pero estas estructuras solo sirven como marcos, el andamio del edificio que está levantando. Quien no se detenga demasiado en ellos, pero se adentre más en el grandioso edificio, encontrará allí innumerables tesoros que han conservado todo su valor hasta el día de hoy «.

De hecho, Engels dedica el segundo y tercer capítulo de su obra a Feuerbach. Determinando la esencia de la cuestión suprema de la filosofía como una cuestión «sobre la relación del pensamiento con el ser, del espíritu con la naturaleza», Engels analiza en detalle las opiniones de Feuerbach desde este ángulo.

En el centro del análisis están las contradicciones internas de la doctrina de Feuerbach: un crítico implacable del idealismo y la religión en general, el panlogismo hegeliano y el cristianismo en particular, Feuerbach, llegando al «materialismo puro», a la idea de que «la materia no es un producto del espíritu, sino que el espíritu es sólo lo más elevado». producto de la materia «, luego se detiene:» No sólo falló en traspasar los límites de la filosofía, haciéndose pasar por una especie de ciencia de las ciencias, flotando sobre todas las ciencias individuales y uniéndolas, – esta filosofía seguía siendo a sus ojos un santuario inviolable – sino incluso como el filósofo se detuvo a mitad de camino, era un materialista abajo, es decir, en su comprensión de la naturaleza, un idealista arriba, en su interpretación de la sociedad. No dominó a Hegel con un arma de crítica, sino que simplemente lo arrojó a un lado como algo inadecuado para su uso; al mismo tiempo, él mismo no pudo oponer nada positivo a la riqueza enciclopédica del sistema hegeliano, excepto la religión pomposa del amor y la moralidad flaca e impotente «.

Revelando en el cuarto capítulo la esencia de la «nueva dirección» en la filosofía (es decir, sus puntos de vista filosóficos con Marx), Engels mostró que significaba la implementación consistente del materialismo en todas las áreas del conocimiento, incluida la comprensión de la sociedad. Al mismo tiempo, “Hegel no fue simplemente dejado de lado. Por el contrario, el lado revolucionario de su filosofía, el método dialéctico, fue tomado como punto de partida «. «Al mismo tiempo, la dialéctica hegeliana se puso patas arriba, o mejor dicho, se puso de nuevo en pie, ya que antes se había puesto de cabeza».

Según Engels, la principal tarea de la filosofía de la «nueva dirección», es decir, la filosofía del marxismo, consiste principalmente en el desarrollo de la dialéctica materialista como metodología que dota a la ciencia para un estudio completamente soberano e independiente de diversas áreas de la realidad. Y la cuestión no está tanto en el reconocimiento por parte de uno u otro pensador de la naturaleza dialéctica del proceso mundial, sino en la capacidad de aplicar la dialéctica como método, para poder «aplicarla en cada caso individual y en cada área de investigación determinada». Engels formula este pensamiento de la siguiente forma extremadamente breve: “La visión del mundo entero de Marx no es una doctrina, sino un método. No proporciona dogmas prefabricados, sino puntos de partida para futuras investigaciones y métodos para esta investigación «.

El contenido más rico, accesible, fascinante y vívida presentación de temas teóricos complejos ha determinado la vida asombrosamente vigorosa de este libro en la conciencia pública.

La filosofía como método dialéctico de conocer la realidad desaparece de nuestra vida, ya está siendo expulsada de la escuela superior y reemplazada por la historia de la ciencia. “Con el modo de producción actual, tanto con respecto a las consecuencias naturales como sociales de las acciones humanas, sólo se tiene en cuenta el primer resultado, el más evidente. Y al mismo tiempo todavía se sorprenden de que las consecuencias más lejanas de aquellas acciones que tienen como objetivo lograr este resultado resulten ser completamente diferentes, en su mayor parte completamente opuestas a él, – escribió Engels en «Dialéctica de la naturaleza», – estas consecuencias imprevistas muy a menudo destruyen el significado de la primera «.

Nadie discute hoy que “el trabajo es la fuente de toda riqueza. Realmente es tal, junto con la naturaleza, que le proporciona el material que convierte en riqueza. Pero también es algo infinitamente más que eso. Es la primera condición básica de toda vida humana y, además, hasta tal punto que en cierto sentido debemos decir: el trabajo creó al hombre mismo ”(F. Engels).

La civilización moderna está pasando a la sexta estructura tecnológica. Su esencia socioantropológica es la liberación de una persona del trabajo físico y mental, reemplazándola por máquinas con inteligencia artificial. Esto conducirá a la transformación de una persona en algo robótico y su sociedad en Technos. Los progresistas prometen que toda la producción será automatizada, informatizada y que las actividades económicas se llevarán a cabo sin el costo de vida del trabajo humano. Los avances recientes incluyen «la proliferación de tecnologías, modelos de negocios y comportamientos que eliminan la necesidad de trabajo y ayudan a impulsar la economía mundial hacia la abundancia».

Si miras más de cerca estas promesas de progreso, resulta que la vida económica automatizada no solo se llevará a cabo sin dificultad, sino que se llevará a cabo sin la presencia de personas. Teniendo en cuenta los «logros» de las tecnologías socio-humanitarias – y sociales. Y no solo. Las tecnologías de alta tecnología cambiarán tanto la actividad espiritual como la intelectual. En general, la vida. Y una ola de gritos inspirados ya está rodando por el mundo de que «abundancia sin trabajo» es el bien supremo.

Sin embargo, no existe una teoría más convincente de que el trabajo creó a una persona que ha existido durante tanto tiempo, que siempre ha trabajado en diversas formas. Labor explica, como escribió Engels, la corporalidad y la conciencia del Homo sapiens, toda su imagen y cultura. La capacidad para trabajar nos ha separado y distinguido de cualquier otro ser vivo. El trabajo no es solo, pero el trabajo conjunto, no con la mano desnuda, sino con herramientas, es producción, cuya naturaleza determina el estado de la sociedad. Y de repente, la vida sin trabajo …

¡Un giro fundamental, y quizás fatal, en la historia, que afecta la naturaleza misma de la especie Género Homo (persona genérica)! ¿Ha habido alguna investigación, quién ha escuchado las discusiones y debates feroces en los foros, cómo existir (o no existir) para él en tal rol y calidad? Sin temores por el destino de la humanidad, sin preocupaciones. Solo alegría en la anticipación de nuevos logros en el desarrollo de la tecnología. Stanislav Jerzy Lec predijo irónicamente: «la tecnología está mejorando tanto que pronto una persona podrá prescindir de sí misma». Y ahora podemos agregar que la tecnología puede prescindir de una persona.

La gente soñaba mucho con deshacerse de la severidad del trabajo y hacerles la vida más fácil, componía cuentos de hadas, creaba utopías filosóficas y teóricas, cuando el trabajo se reduce a presionar un botón. Ahora estos sueños se hacen realidad. Llegó a la liberación de las personas no solo del trabajo físico, sino también de la actividad mental, reemplazando la inteligencia humana natural con la computadora artificial, es decir, el reemplazo, no la adición. Cubriendo una conferencia reciente sobre neurocibernética, el periodista, expresando el estado de ánimo general de sus participantes, escribió sobre los planes para el futuro cercano: los científicos crearán una inteligencia que será más fuerte que la humana. En otras palabras, los científicos están trabajando para crear un cerebro que, esperan, sea miles y millones de veces más grande que un humano. ¿Y permanecer sin sentido en este contexto? He pensado en no pensar más. «Dejemos que la computadora piense, es hierro». Este es exactamente el resultado que obtendrá si no intenta hacer algo. Para empezar, al menos debe comprender que las personas, si al principio permanecen, luego en el papel de consumidores, con todas las consecuencias consiguientes. Si imaginamos su estatus social después del final del trabajo de parto, “vivirán y se desarrollarán” en el estatus de parásitos. ¡El paraíso parasitario del consumidor! La humanidad se degenera imperceptiblemente, la personalidad se transforma en zombi. Incluso Heráclito dijo: no sería mejor para una persona si se cumpliera todo lo que desea. ¡Ahora puedes ver que tenía razón! Y no gente moderna, científicos y tecnólogos, armados con miles de años de experiencia de conocimiento, pero nada más sabios. Científicos pero no sabios. Los que crean y anhelan la puesta en práctica de un nuevo tipo de utopías -tecnogénicas y, aparentemente, las más grandiosas- que proporcionan una existencia parasitaria, sin trabajo, del hombre … El proceso no se detendrá en la existencia consumista. Ya ahora, el consumo ilimitado se está convirtiendo en «su otro»: el consumo de la gente misma. Surge una sociedad de consumo humano. Se fusiona con la tecnología, se convierte en un cyborg y se disuelve en la tecnosfera. Llegó a hablar de «neurotecnología». Si Dios está contigo, lo pondremos en tu cerebro, prometen los progresistas progresistas. Perspectivas locas.

Friedrich Engels escribió: “Sin embargo, no nos dejemos engañar demasiado por nuestras victorias sobre la naturaleza. Por cada victoria de ese tipo, ella se venga de nosotros. Cada una de estas victorias tiene, sin embargo, en primer lugar las consecuencias que esperábamos, pero en segundo y tercer lugar, consecuencias completamente diferentes, imprevistas, que muy a menudo destruyen el significado de la primera … Pero si nos tomó milenios aprender En cierta medida para tener en cuenta de antemano las consecuencias naturales más distantes de nuestras acciones destinadas a la producción, entonces esta ciencia se le dio aún más difícil en relación con las consecuencias sociales más distantes de estas acciones.

Pero “todo lo que surge merece perecer” – Engels cita estas palabras de “Fausto” – por eso la humanidad, como rama del Árbol de la Vida, algún día desaparecerá. Pero, ¿por qué apresurar las cosas? Así como una persona individual quiere vivir más, la humanidad debería pensar en su futuro y no luchar por la muerte. Advirtió Engels.

En los últimos años de su vida, Engels prestó especial atención a la causa de la movilización internacional del proletariado.

“Después de la muerte de Marx”, escribió Lenin, “Engels solo continuó siendo el consejero y líder de los socialistas europeos. Todos extrajeron del rico tesoro de conocimientos y experiencia del viejo Engels «. Engels participa en la preparación del Congreso Internacional de Socialistas (París, 1889) y logra la hegemonía del marxismo en la asociación de partidos socialistas creada en el Congreso – la Segunda Internacional.

Como Marx, Engels siguió de cerca la lucha revolucionaria del pueblo ruso; en 1882, Marx y Engels escribieron que Rusia era la vanguardia del movimiento revolucionario en Europa. Conociendo el ruso y siguiendo la literatura rusa, Engels mantuvo un contacto constante con los revolucionarios rusos. Recibió con gran alegría la noticia de la formación en Rusia del primer grupo marxista, la Emancipación del Trabajo, cuyos miembros siempre encontraban una cálida acogida y apoyo en su casa.

En 1894, la salud de Engels se deterioró drásticamente y murió el 5 de agosto de 1895. Según su testamento, el cuerpo de Engels fue incinerado; la urna con las cenizas fue arrojada al mar cerca de Eastbourne (Inglaterra), el lugar de vacaciones favorito de Engels.

Todo el desarrollo histórico posterior confirmó la corrección del marxismo, demostró su tremendo impacto en las masas. El verdadero triunfo de las ideas de Marx y Engels fue la Gran Revolución Socialista de Octubre, que resultó en el surgimiento del primer estado proletario, la URSS.

A. KUTYREVA, publicado originalmente en Periódico «Rusia Soviética», 21 de noviembre de 2020.

Fuente: https://www.noticieronews.com/2020/11/23/a-200-anos-comunistas-rusos-establecen-conexion-entre-engels-y-la-urss/?fbclid=IwAR1gB_fgCHjUAxmPiJaDrdlmYyLYuy8I7AjlS-OmjVxOjYgnp3wm88AsR5g

 

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