ÁNGEL GARCÍA
Análisis político-militar de la
guerra imperialista contra Irán, el más reciente en una serie de conflictos
globales, sintomáticos de lo viejo que se resiste a morir y lo nuevo que puja
por nacer.
«La Guerra de los Doce Días» es
como será recordada en los libros de historia la confrontación del imperialismo
colectivo contra la República Islámica de Irán. Poco a poco, la neblina del
enfrentamiento militar se levanta y se evidencian algunas conclusiones.
Esta guerra obedeció a los
derroteros estratégicos de dos órdenes mundiales en disputa: primero, el viejo
orden mundial imperialista, que recurre a aventuras bélicas para sostenerse a
cualquier precio, hasta el extremo de arriesgarse a un nuevo Chernóbil; y,
segundo, el nuevo ordenamiento emergente -multipolar y multinodal- con el eje
Rusia-China-Irán como centro de gravedad, que lucha con intensidad por
consolidarse y asume, con claridad meridiana, que la voluntad política por sí
sola es insuficiente sin el poder militar que la acompañe.
La Guerra de los Doce Días ha
sido el más reciente en una serie de conflictos globales, sintomáticos de lo
viejo que se resiste a morir y lo nuevo que puja por nacer. Sus antecedentes
inmediatos son la guerra entre la OTAN y Rusia en Ucrania (2022-presente), la
guerra de exterminio de Israel contra el pueblo palestino (2023-presente), la
guerra del sionismo contra el Líbano (2024), e incluso la breve confrontación
entre Paquistán y la India (abril del 2025).
Podríamos hablar de que esta es
la segunda guerra contra los BRICS+; siendo el derrocamiento del gobierno de
Siria, en noviembre del 2024, la primera. En aquella, un miembro de los BRICS
-Turquía-, se alineó con los EEUU e Israel contra el gobierno sirio, el cual
tenía una alianza estratégica con Irán y Rusia, miembros claves de los BRICS.
La Guerra de los Doce Días se
enfoca en el derrocamiento de un Estado que forma parte del eje vital de los
BRICS, de la triada Rusia-China-Irán. La derrota de Irán hubiese significado un
golpe contra la seguridad energética de China -ya que compra el 90 % del
petróleo iraní-, y contra el Estado que ha sido el corazón latiente del Eje de
la Resistencia desde 2011 -cuando inició la guerra occidental de cambio de
régimen contra Siria-. Irán es la nación que ha sostenido la resistencia palestina,
libanesa y yemení desde hace mucho y, en especial, desde el 7 de octubre de
2023. La derrota de la República Islámica era una pieza vital en la
colonización total de Palestina, pasando por el exterminio de su pueblo.
El imperialismo intentó colocar a
Irán en una disyuntiva sin salida: la claudicación absoluta ante las demandas
imperiales o someterse a la total destrucción de su país y su revolución. Irán
escogió un tercer camino: la resistencia.
Asia occidental en el centro de
la tormenta
Los vectores de guerra de la
disputa geopolítica global confluyen nuevamente en Asia occidental, tal como
sucedió en noviembre de 2024 con la caída de Siria.
En la madrugada del 13 de junio
del 2025 (en el calendario gregoriano) y 23 (Khordad 1404 en el calendario persa),
Israel lanzó la «Operación León Naciente», un ataque sorpresa contra Irán. Esa
misma noche, la República Islámica de Irán lanzó el contrataque con la
«Operación Promesa Verdadera 3».
El sábado 21 de junio, EEUU
bombardeó tres instalaciones nucleares de Fordow, Isfahan y Natanz, en clara
violación de la Carta de las Naciones Unidas.
La guerra contra Irán marca un
antes y un después. El eje sionista (Israel-EEUU-Gran
Bretaña-Francia-Jordania-Alemania) se configuró para lanzar una campaña militar
contra Irán, cuyo objetivo no era acabar con el programa nuclear de la nación
persa, sino acabar con la Revolución islámica mediante una operación de cambio
de régimen; como se logró en Afganistán en 2001, Iraq en 2003 y Libia en 2011.
Recordemos que, luego del 11 de
septiembre de 2001, el general retirado del Pentágono, Wesley Clark, elaboró la
hoja de ruta de cinco años para lograr cambios de régimen en siete países
islámicos; comenzando con Iraq, continuando con Siria, Líbano, Libia, Somalia,
Sudán y, la joya de la corona, Irán.
La operación del 13 de junio,
donde se infiltraron cientos de drones y se activaron células del Mossad dentro
de Irán, fue una operación conjunta del MI6, la CIA y el Mossad. De hecho, se
llevó a cabo con el mismo modo operativo de la «Operación Telaraña», de
Ucrania, realizada el 1ro. de junio del 2025 contra las bases rusas de
bombarderos estratégicos TU-95. Se especula que el Mossad colaboró con el
Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) en esa megaoperación contra Rusia.
Los paralelos tácticos entre la «Operación
Telaraña» del SBU y las acciones con drones del Mossad no son pocos. Según
filtraciones de ambas agencias, las operaciones se planificaron a largo plazo,
implicaban el contrabando de drones explosivos en territorio enemigo, el
funcionamiento de un taller encubierto con participación israelí en los
dominios del enemigo para ensamblarlos y desplegarlos, y la realización de un
ataque sorpresa y sincronizado contra objetivos de seguridad clave.
Los sionistas lanzaron un
ciberataque la madrugada del viernes 13 de junio, que inutilizó parcialmente el
sistema de defensa aérea iraní durante 10 horas, dándole a Israel en parte el
control de los cielos persas. Afortunadamente, en poco tiempo, el sistema de
vigilancia fue reestablecido e Irán pudo reactivar sus defensas.
Los primeros misiles alcanzaron
objetivos civiles, en una operación de decapitación del alto mando iraní. En
cuestión de minutos, las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) consiguieron alcanzar
las viviendas de varios altos mandos del Cuerpo de Guardia Revolucionaria de
Irán (CGRI) y de científicos, centrales nucleares diseminadas por todo el país,
bases militares, puestos de defensa aérea y de respuesta rápida.
Algunas de las figuras más
destacadas e importantes de Irán que fueron martirizadas son Hossein Salami,
jefe del Estado Mayor del CGRI; el general Gholam-Ali Rashid; los
investigadores Tehranchi y Fereydoon Abbasi; y el general de división Mohammad
Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.
Israel utilizó bases en Iraq para
llevar a cabo el ataque, disponiendo también del espacio aéreo sirio y jordano
para sus operaciones. Centenares de drones partieron de Azerbaiyán, país
ubicado justamente entre Rusia e Irán. Antes, el gobierno de Assad disponía de
sistemas de defensa antiaérea y de alerta temprana y operaba en coordinación
con Irán. Tras la caída de Bashar Al Assad, Israel destruyó todo equipamiento
militar del depuesto Gobierno sirio.
El diseño sionista-imperial era
simple: con el ataque sorpresa de la madrugada del 13 de junio, el asesinato de
líderes militares y científicos, el caos causado por los cochebombas y otros
actos de terrorismo, y el llamado a la sublevación popular por parte de Reza
Palhaví, hijo del último Sha de Irán y títere del imperialismo (casi desconocido
en Irán), se conseguiría el cambio de régimen que el Occidente Global ha
anhelado durante más de cuatro décadas.
La negociación como extensión de
la guerra
Ahora bien, ¿por qué Israel logró
tomar por sorpresa a Irán? Simplemente, porque Irán se confió en las
negociaciones con los EEUU por un nuevo acuerdo nuclear que se estaban llevando
a cabo en Omán. Las negociaciones solo fueron una artimaña para que Irán bajara
la guardia. Trump montó un teatro, declarándose en contra de una guerra con
Irán, fingiendo contradicciones fuertes entre él y Netanyahu.
El imperialismo empleó la misma
artimaña con Putin, pues cuando atacaron las bases aéreas el 1ro. de junio,
Rusia estaba en negociaciones con los EEUU para poner fin a la guerra de
Ucrania.
En ambos casos, tanto las
negociaciones con Rusia como con Irán, fueron distractores para preparar y
lanzar operaciones militares ofensivas. Ahí se demuestra, una vez más, que para
el imperialismo y los poderes hegemónicos (incluyendo al gobierno de Colombia
en sus negociaciones con la guerrilla del ELN) las negociaciones no son más que
una extensión de la guerra.
El teatro y la artimaña funcionó,
pues de lo contrario, los jefes militares y científicos iraníes martirizados no
hubieran estado durmiendo tranquilos en sus casas ese viernes de madrugada,
sino protegidos en un búnker bajo tierra.
Entra la Promesa: la Revolución
islámica se repone para la contraofensiva
Irán repuso rápidamente a su alto
mando militar, que se activó para la contraofensiva. Esta consistió en 22 olas
cada vez más potentes de contrataques combinados de misiles balísticos, drones
y misiles hipersónicos desde el mismo 13 de junio.
En los primeros días la cantidad
de misiles y drones fue mayor que en los siguientes. Se lanzaron aparatos más
antiguos (algunos misiles balísticos ya tenían 10 años), pues el propósito fue
saturar y agotar las defensas antiaéreas de los sionistas de la Cúpula de
Hierro, preparando las condiciones para los ataques sucesivos. Los días
posteriores, se lanzó un menor número de misiles y drones, pero ya de las
nuevas generaciones y con mayor precisión y destrucción. Por ejemplo, se
estrenó el misil hipersónico Hajj Qassem (nombrado así en honor al general
Qassem Soleimani), que viaja a 15 veces la velocidad del sonido.
Irán logró golpes directos en las
instalaciones del puerto de Haifa, incluyendo la refinería y la central
eléctrica; múltiples golpes en Tel Aviv; la sede de la central de Inteligencia
del Mossad; las bases militares aéreas Hatzerim, Nevatim y Tel Nof, en el
desierto Negev; el complejo militar-industrial de Rafael (que se especializa en
misiles, drones, ciberguerra y componentes de la Cúpula de Hierro); el
Instituto Weizmann de investigación científica (clave en el desarrollo militar
sionista); y la bolsa de valores en Tel Aviv, entre otros.
Israel no esperaba que la
respuesta iraní fuera de esa magnitud, subestimó su capacidad militar, y por
ello sus defensas antiaéreas colapsaron y la economía está sangrando. La única
forma de sobrevivir a esta confrontación era convencer al bloque imperialista
en su conjunto de que asumiera la guerra contra Irán como propia, formando una
gran coalición internacional, tal como hicieron con Afganistán en 2001 e Iraq
en 2003.
Irán cuenta con decenas de miles
de misiles y municiones, suficientes para sostener una larga guerra de años;
Israel no. Irán tiene más profundidad estratégica, por contar con un territorio
27 veces más vasto que Israel. Esto les ha permitido mover sus misiles y
material estratégico hacia el oriente del país, cerca de la frontera con
Paquistán. En cambio, Israel es un país muy pequeño, con ninguna profundidad
estratégica: todos los objetivos militares, políticos, de Inteligencia y
económicos están a fácil alcance de cualquier misil hipersónico iraní.
La disputa entre doctrinas de
guerra
El imperialismo aplicó la
doctrina del «choque y pavor», la misma que aplicó en Afganistán e Iraq. Esta
doctrina, también conocida como Dominio Rápido, se define así: «... afectar la
voluntad, percepción y entendimiento del adversario para luchar o responder a
nuestros fines políticos estratégicos a través de la imposición de un régimen
de Shock y Pavor».
En el caso de Irán, el choque y
pavor no funcionó, pues Irán no es ni Iraq ni Libia. El país persa es un Estado
fuerte, consolidado y resiliente, con un pueblo que aprueba a su gobierno, que
lleva más de veinte años preparándose para esta guerra. Fue capaz de soportar
los golpes y las bajas de altos mandos, y lanzar la contraofensiva que abrumó a
las defensas sionistas.
Militarmente, el CGRI transitó de
su doctrina de la «paciencia estratégica» -que los ha caracterizado hasta
ahora-, a la «disuasión estratégica» y a la «ofensiva estratégica», ya que son
ellos -y no los sionistas-, quienes tienen «dominio de la escalada».
En contraste con la doctrina
imperialista de «choque y pavor», Irán se mantiene fiel a los principios de la
guerra asimétrica, optando por la «muerte por mil cortes», manteniéndose en el
camino del desangramiento lento de la entidad sionista.
Irán dijo que, hasta ahora, la
respuesta de ellos se mantuvo en el campo de la disuasión, con la intención de
obligar a Israel a frenar sus ataques. No obstante, advirtieron que, si la
disuasión no funcionaba, pasarían a la fase «punitiva» de la guerra. Para ello tienen
escondido mucho armamento de nueva generación que aún no han utilizado, más
letal y más preciso.
El fin del mito sionista
Con independencia del desenlace
estratégico de esta guerra, el mito sionista quedó herido a muerte. Israel se
ha sostenido sobre el imaginario de la prosperidad, la seguridad y la
invencibilidad militar. Estos tres pilares han sido reventados por los misiles
hipersónicos persas.
La economía está en hemorragia,
las empresas en quiebra[1], los puertos de Eilat (por los misiles yemeníes) y
Haifa también quebrados, negocios y fábricas cerradas; mientras, los israelitas
emprendieron un nuevo éxodo bíblico, esta vez en reversa. Decenas de miles de
colonos hacen cola para salir del país. Israel, quizá, ya no podrá garantizar
prosperidad ni seguridad para sus ciudadanos.
La Cúpula de Hierro, promocionada
como el sistema de defensa antiaérea más sofisticado del mundo, ha colapsado.
En cuanto a su invencibilidad
militar, Irán ha demostrado que supera Israel en su capacidad de absorber los golpes
recibidos y de proporcionarlos al enemigo sionista.
En veinte meses de guerra, el
sionismo, con toda su superioridad militar, no ha sido capaz de derrotar a la
resistencia palestina, que mantiene sus capacidades militares en condiciones
completamente desiguales.
Hoy, el régimen de Netanyahu
sobrevive por la respiración artificial que le proporciona los EEUU y el resto
del Occidente Colectivo.
La hegemonía del imperialismo
norteamericano en Asia occidental ha dependido de la supremacía de Israel en la
región, y eso se está desmoronando.
La disyuntiva del imperialismo
norteamericano
El imperialismo norteamericano no
entró en la guerra el 22 de junio con el bombardeo a las instalaciones
nucleares; ha estado directamente involucrado desde el inicio.
Días antes del ataque sionista,
EEUU estuvo enviando secretamente a Israel al menos 300 misiles «Hellfire»
(AGM-114 misil aire-tierra, guiado con láser). Además, EEUU ha apoyado en la
selección de objetivos con tecnología de punta de IMR (Inteligencia Monitoreo y
Reconocimiento), con armamento y logística, suministrando aviones, bombas,
reabastecimiento en pleno vuelo e, incluso, codesarrollando y financiando los
sistemas de defensa antimisiles e intentando interceptar activamente misiles y
drones iraníes.
El bombardeo de las tres
instalaciones nucleares iraníes produjo daños superficiales que no afectaron el
enriquecimiento de uranio. El Centro Nacional del Sistema de Seguridad Nuclear
ha afirmado que no se detectaron indicios de contaminación radiactiva ni fugas
durante las inspecciones de emergencia en las instalaciones afectadas. El
Organismo Internacional de Energía Atómica indicó posteriormente que no se
había reportado un aumento en los niveles de radiación en Fordow, Natanz e
Isfahán.
En realidad, todo indica que el
ataque imperialista fue más un teatro político diseñado para forzar un cese de
fuego (algo que Netanyahu venía solicitando secretamente desde la segunda
semana de esta guerra).
La respuesta iraní no se dejó
esperar: el 23 de junio atacaron a la base militar Al-Udeid, en Catar, la
principal base imperialista en Asia occidental y sede del CENTCOM en la región.
Es decir, la guerra ya se amplió al Golfo Pérsico y puede ampliarse más al
resto de Asia occidental, ya que los EEUU cuentan con bases militares en Iraq,
Siria, Kuwait, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.
Si el sionismo-imperialismo tiene
la capacidad de sostener una guerra larga, o si es de su conveniencia
estratégica hacerlo, son las preguntas claves para este momento geopolítico.
Los objetivos estratégicos de una
guerra son siempre políticos, no militares. La guerra ya se expandió al resto
del Golfo Pérsico y el sionismo-imperialismo no ha logrado sus objetivos
declarados: 1) impedir el programa nuclear de Irán, 2) generar un cambio de
régimen y 3) obtener una rendición incondicional.
Un cese de fuego tóxico
Inmediatamente después de los
ataques de Irán contra la base militar norteamericana en Catar, se anunció un
cese de fuego que ya fue violado por Israel.
Los ceses de fuego son «trampas
de desgaste» o de atrición. Una forma de encerrar a uno de los adversarios
mientras el otro mantiene sus ataques. Así ocurrió con el cese de fuego entre
Rusia y Ucrania (2025), entre el sionismo y Hamás y Hezboláh (2024) o entre el
gobierno colombiano y el ELN (2023).
Es lógico esperar que este cese
de fuego no sea distinto: una táctica para atarle a Irán una mano detrás de la
espalda, mientras el sionismo-imperialismo se reorganiza para mantener la
ofensiva.
Una guerra contra el emergente
orden multipolar
Irán, un eslabón clave en la
arquitectura multipolar mundial, que cuenta con pactos estratégicos con Rusia y
China, recibe la concentración de fuego de un imperio decadente dispuesto a
incinerar el planeta antes que ceder su puesto de supremacía global.
Irán, que conecta Asia oriental
con Asia occidental y Europa, es una pieza clave para la arquitectura de la
Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) de China. El 29 de mayo del 2025,
apenas dos semanas antes del inicio de los ataques sionistas-norteamericanos el
13 de junio, fue inaugurado el Corredor Ferroviario China-Irán, en abierto
desafío a las sanciones que el imperialismo le ha impuesto al país persa.
Irán también es miembro de la
Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), es miembro clave de los BRICS+,
hace parte del Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur (CTINS) -una ruta
multimodal que conecta el Océano Índico y el Golfo Pérsico con el Mar Caspio a
través de Irán y, desde allí, al norte de Europa a través de Rusia-. China
importa el 90 % del petróleo iraní.
La guerra larga
Los objetivos geopolíticos del
imperialismo implican una guerra de larga duración, donde los conflictos
bélicos de Asia occidental -Palestina, Líbano, Siria e Irán- han jugado la
parte central en estos últimos tres años.
La operación de cambio de régimen
en Iraq empezó con la Operación Tormenta del Desierto, en 1990 y culminó con el
derrocamiento del presidente Saddam Hussein en 2003: tomó un total de trece
años. La operación de cambio de régimen en Siria inició en 2011 y se logró en
2024: otros trece años. Es decir, estos son planes de largo plazo, y no se
debería esperar nada distinto para Irán.
La mirada imperial es de largo
alcance, se concentra en contener la influencia de sus dos grandes
competidores: China y Rusia. Por ello, debemos comprender que los propósitos
estratégicos de esta reciente guerra con Irán son:
- Mantener la hegemonía de los
EEUU en el Oriente Medio.
- Prevenir que Irán desarrolle
capacidades nucleares.
- Acabar con el Gobierno
revolucionario de Irán.
- Destruir al Eje de la
Resistencia, haciendo posible la completa colonización de Palestina.
- Desestabilizar y debilitar al
BRICS, siendo que Irán es uno de sus miembros más poderosos.
- Dividir y debilitar al Sur
Global.
- Romper la alianza estratégica
Irán-Rusia-China.
- Aislar a China de sus aliados
para poder concentrar los esfuerzos contra la primera amenaza al imperialismo
norteamericano.
El ejemplo de Irán para el Sur
Global rebelde
El imperialismo intentó colocar a
Irán en una disyuntiva sin salida: claudicación absoluta ante las demandas
imperiales o someterse a la destrucción total de su país y su revolución.
Irán escogió un tercer camino: la
resistencia.
Irán se enfrentó a la «primera
superpotencia mundial» y a su proxy más peligroso. A pesar de sufrir algunos
golpes dolorosos, Irán se defendió con ferocidad. El humo y las ruinas de Tel
Aviv y Haifa (las fotos no se distinguían de las de Gaza) son prueba de ello.
Israel no logró destruir a la
República Islámica ni a su programa nuclear. La agresión del régimen de
Netanyahu ha consolidado a la sociedad iraní más que en ningún otro momento
desde la década de 1980.
El Sur Global expresó su
solidaridad con Irán, no con Israel y los EEUU.
Esta lucha dista de haber
terminado, pero los iraníes tienen hoy muchos motivos para sentirse orgullosos
de su país.
Esta resistencia debe servir como
lección para todo el Sur Global rebelde, ya que toda negociación con el bloque
imperialista está destinada a fracasar.
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Nota: [1] Se estima que el
costo para el régimen sionista de los doce días de guerra con Irán supera los
20 mil millones de dólares.
https://www.middleeasteye.net/opinion/iran-dismantles-israels-war-economy-trump-cashes-in
La Tizza
Fuente: https://www.lahaine.org/mundo.php/el-leon-versus-la-promesa
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