23/06/2017
El año pasado eran ocho, luego fueron seis, y ahora
no llega a cinco el número de súper ricos cuya fortuna equivale a la mitad de
la riqueza del total de la población mundial.
Un análisis con datos poblacionales de 2016 reveló
que el 50% de los habitantes más pobres del mundo posee, todos juntos, un total
de 410 mil millones de dólares o poco menos. Como promedio, cada uno de los
cinco súper súper ricos posee casi lo que 750 millones de personas. A partir de
información estadística confiable, el programador informático y profesor
universitario Paul Buchheit, autor de varios libros y ensayos sociológicos
sobre temas poblacionales, ha publicado un ensayo en la revista digital
norteamericana Common Dreams en el que aborda algo de sumo interés acerca de
estos fenómenos en el terreno de la geopolítica.
“La mayoría de los súper súper ricos -escribe
Buchheit- son estadounidenses. Nosotros, los estadounidenses, creamos Internet,
desarrollamos y financiamos la inteligencia artificial y construimos una
infraestructura de transportación masiva. Sin embargo, hemos dejado que unos
pocos individuos tomen casi todo el crédito, junto con cientos de miles de
millones de dólares”.
Buchheit precisa que los defensores de la
existencia de esta incontrolada brecha en la distribución de la riqueza quieren
hacer ver que esto es algo normal porque “Estados Unidos es una meritocracia y
los súper ricos han logrado todo lo que tienen por sus propios méritos”.
(Por meritocracia se entiende una forma de gobierno
basada en el mérito y, en términos más generales, en la discriminación positiva
a partir de los méritos, con predominio de valores asociados a la capacidad
individual o al espíritu competitivo. La república ideal de Platón es un
ejemplo de meritocracia).
Warren Buffett, magnate propietario de más de 60
compañías e inversionista estadounidense conocido como el profeta de Omaha, ha
dicho que "el genio de la economía estadounidense reside en nuestro
énfasis en una meritocracia con un sistema de mercado y un estado de derecho
que han permitido que una generación tras otra de estadounidenses, vivan mejor
que sus padres".
Pero Estados Unidos no es una meritocracia, aclara
Buchheit, y los hijos ya no viven mejor que sus padres. En los ocho años
transcurridos desde la recesión de 2008, el índice del Wilshire Total de
valoración de mercado - índice ponderado de capitalización de todas las
existencias que se comercializan activamente en Estados Unidos- se ha más que
triplicado, elevándose de un poco más de $ 8 mil millones a casi $ 25 mil
millones. La amplia mayoría de los beneficios ha ido a manos de los
estadounidenses más ricos.
Sólo en 2016, el 1% más rico cambió de lugar en la
lista transfiriendo casi $ 4 mil millones de la riqueza total a su favor, con
casi la mitad de la transferencia ($ 1,94 mil millones) proveniente de las
clases media y baja.
¿Estados Unidos, una meritocracia?
Con diversos ejemplos el profesor Buchheit desmiente
con abundantes argumentos y datos tal tesis, y fundamenta la suya de que “Bill
Gates, el joven Mark Zuckerberg (6º más rico en el mundo y 4º más rico de EEUU)
y Jeff Bezos (mayor accionista de la mega corporación Amazon) han hecho poco
que no hubiera sido de cualquier modo a base de nuestros dólares de impuestos,
nuestros institutos de investigación y nuestras subvenciones a las
corporaciones”.
Muchos súper ricos estadounidenses comprometen la
mayor parte de sus fortunas en causas filantrópicas. Parece un gesto muy
generoso, pero en realidad lo que hacen es invertir en empresas de
responsabilidad limitada exentas de impuestos que les permiten usar sus miles
de millones de dólares en hacer donaciones políticas o vender sus tenencias,
sin pagar impuestos y otros gravámenes.
“Casi todos -si no todos- los multimillonarios
estadounidenses, hicieron su dinero invirtiendo en la investigación, la
innovación y la infraestructura, que conforman la base de la tecnología
moderna. Pero además de con sus enormes fortunas ellos han contado con éxitos
que se deben a la sociedad y no a unos pocos individuos. De ahí que, una
porción significativa de los incrementos de la riqueza nacional anual debía ser
dedicada a la educación, la vivienda, las investigaciones sobre salud y a la
infraestructura, como herencia del trabajo y la productividad de sus padres y
abuelos. El adecuado uso de esa riqueza no debe ser decidido por nadie en
particular”, concluye el profesor Paul Buchheit.
Junio 22 de 2017
Manuel E. Yepe
Publicado originalmente en el diario POR ESTO! de
Mérida, México.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
http://www.alainet.org/es/articulo/186369
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