Imagina un reptil.
Tal vez un cocodrilo. Su cuerpo alargado, su piel dura, su enorme boca muy
abierta, sus dientes. Imagina su actitud, su conducta, su modo de vida.
Piensa en un
reptil. Tal vez una serpiente, una víbora. Se desliza húmeda y escurridiza,
buscando su alimento.
Un reptil.
En la jungla. En el río. En el pantano.
En la naturaleza salvaje.
En el cerebro del votante.
¿Cómo? ¿En el
cerebro del votante?
No, que no. Imposible.
Un reptil en el cerebro del votante. Faltaba más. Que no.
¿O sí?
El cerebro humano no es simplemente humano
Es más que humano.
Porque el cerebro del ser humano no es uno, único, solito. No. En realidad el
ser humano tiene dentro suyo 3
cerebros interconectados pero relativamente independientes:
1.
Un cerebro
propiamente humano, más avanzado evolutivamente.
2.
Más un cerebro de
mamífero.
3.
Más un cerebro de
reptil.
Son 3 máquinas
biológicas las que integran lo que denominamos cerebro.
Tres. 3. Three.
3 estructuras operando con lógicas distintas.
Una de ellas con la lógica del
reptil.
El cerebro de reptil
Primitivo.
Salvaje. Bestial. Simple.
Así es el cerebro de reptil dentro del cerebro humano.
Sus impulsos son
elementales. Atacar y huir. Alimentarse. Reproducirse. Defender su territorio.
Respetar las jerarquías. Respetar al más poderoso. Sobrevivir a como dé lugar.
Del modo que sea, pero sobrevivir.
Está localizado en
la zona del tronco cerebral y el cerebelo. Actúa rápida y mecánicamente. Con
conductas automatizadas y rituales que perviven a lo largo de los siglos, casi
inmunes a los cambios.
Impulsado por el cerebro
de reptil, el ser humano busca unas pocas cosas:
- Oxígeno.
- Alimentos.
- Sexo.
- Seguridad.
- Territorio propio.
- Jerarquías definidas.
- Rituales.
Lo básico, y a
lograrlo del modo que sea. Un modo que generalmente es rápido, ciego, violento
e inmediato. Ya dije que es primitivo, ¿no?
El voto del reptil
Llevamos dentro un
antiquísimo reptil. Que sigue vivo y operativo, por otra parte. Que sigue
produciendo hechos en nuestra vida.
Tal vez así se
explican tantas cosas que ocurren…y que de otro modo parecerían inexplicables.
Y bien: ese reptil
que llevamos dentro (todos, todos) nos acompaña en todo momento y lugar.
Inclusive en el tan civilizado acto de votar.
Allí estamos,
mirando la publicidad
electoral en televisión. Escuchando a los candidatos. Tomando nuestra
decisión de voto.
Entrando al cuarto secreto. Introduciendo una hoja de votación en la urna. Allí
estamos, tan humanos y civilizados.
Pero con nuestro
cerebro de reptil activado en nuestro interior.
Repasa nuevamente
lo dicho.
Supervivencia. Oxígeno. Alimentos. Sexo. Seguridad. Territorio propio.
Jerarquías rígidas. Rituales. Resistencia al cambio. Impulsos primitivos.
Violencia. Ataque y fuga.
¿Acaso no has
visto este cuadro en política alguna vez?
Porque este reptil vota.
Sí. El reptil también vota.
No todo es reptil en el cerebro humano, claro.
Pero lo dicho: el reptil también vota.
Cuidado.
PD: ¿Quieres que en tu entorno se comprenda mejor la
psicología del votante? Descarga gratis y distribuye entre tus contactos el
ebook Introducción
a la Psicología Política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario